N.A: Más Riren, porque puedo, porque quiero. ewè Porque estoy enferma, no puedo salir de casa, e invierto el tiempo en hacer estas cosas. xD Espero que os guste, la obra estará basada en Your Lie in April para la idea principal, no esperéis que siga exactamente todo igual o que acabe igual, quién sabe si eso pasará o no. :0 Espero que os guste.

Pairing: RiRen [LevixEren]

Advertencias: BxB, si te desagrada el género, mejor escapar ahora.

Disclaimer: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama.


Etude Op. 25 No. 5


Sostuvo sus dedos sobre el instrumento, vacilando sobre sí debía posarlos o no. Era una decisión muy sencilla, una que había tomado muchas veces, una que le había llevado tanto a alegrías como a decepciones. Recientemente más a estas últimas.

Suspiró, liberando un poco la frustración que últimamente llevaba encima. La decisión estaba tomada, sus dedos se posaron con cuidado sobre las teclas blanquecinas, y el sonido apareció. Esta vez probaría algo fácil; Chopin. Etude Op. 25 No. 5. No era una pieza demasiada complicada si lograbas entenderla. Y él lo hacía. Sonrió satisfecho cuando las primeras notas emergieron, eran perfectas, tal y como debían, ni un semitono arriba ni uno abajo, la velocidad perfecta, la fuerza necesaria. Esta vez no sería una decepción, lo había logrado. Pero en unos segundos, todo se vino abajo. El sonido era demasiado fuerte, parecía estar golpeando el piano en lugar de tocándolo, el ritmo iba mal, demasiado rápido, todo iba mal. Parecía estar tocando una barcarola en lugar de una gran obra de Chopin.

Otro gran fracaso, ¿cuántos iban ya? No le apetecía contarlos, realmente.

-Uhm, sí, no me equivocaba. Sólo tenía que seguir el sonido de gato atropellado para encontrarte, Levi.

El nombrado se giró con sobrada molestia. En frente de él, Hanji solo sonreía. Pero él no contestó a su provocación. Sabía que la castaña lo decía de broma, pero aquella broma era un cruel reflejo de la realidad. Los sonidos que ahora emitían se asemejaban más a un gato agonizante que a cualquier obra musical. Esa era su realidad ahora. Esa era la realidad de quién había sido nombrado prodigio del piano años atrás.

-Creo que el único sonido de gato atropellado que he alcanzado a oír aquí es tu voz. –Terminó por decir, más que nada porque sabía que si no le devolvía su ingenioso comentario ella lo asociaría directamente con una supuesta depresión y entonces no habría quién la aguantara.

-Admite que te encanta mi voz, enanito. –Contraatacó la castaña, sin perder la sonrisa– Y ya de paso sígueme, no me he roto los oídos viniendo aquí solo para aguantar tus agradables elogios.

Levi vio en ese momento más que factible el lanzar un zapato a la cara de la chica. Quizás así se callaba de una vez. O quizás un zapato era insuficiente y lo que debía hacer era matarla allí mismo. Ambas ideas lucían tentadoras. Lo único malo de la segunda sería tener que limpiar todo aquello.

-¿Seguirte? Yo no sigo tus órdenes, cuatro ojos.

La chica rodó los ojos suspirando, mientras se posaba sobre el marco de la puerta. El moreno había dejado de mirarla para prestar atención de nuevo al piano. Lo miraba de una manera difícil de descifrar, no sabría decir si con admiración u odio. No podía culparlo, Levi había pasado de lo más alto –ganador de muchos concursos, tanto local, autonómico, nacional como internacionalmente, y además solía actuar en grandes eventos públicos de mucha repercusión social– a ser incapaz de tocar una sencilla pieza. Había cambiado tan rápido que, cuando se habían dado cuenta, ya no había vuelta atrás. Los sonidos que Levi emitiría nunca volverían a ser lo que eran antes, ya nunca volverían a contar los sentimientos escondidos detrás de esa cara estoica. La música era la única manera de entender al moreno realmente, de leerle, de saber qué pensaba, sin la música, Levi era indescifrable. Pero incluso siéndolo, todos podían ver el sufrimiento en sus ojos cada vez que fallaba al interpretar una composición. Eso no era lo que sus amigos buscaban.

-Vamos de una vez, Levi. –Insistió la castaña, esta vez el tono bromista había sido abandonado en alguna parte de la habitación– Yo has probado hoy, no lo fuerces, no te hará ningún bien.

-Cállate –Fue la única contestación del moreno, ya sabía lo que había, no hacía falta que se lo recordasen. ¿Forzarse? Daba igual cuanto lo hiciese, podía partirse cada uno de los dedos tocando si quisiera, las notas nunca volverían a ser como antes. Él tampoco lo era– Yo sé lo que me hace bien o no.

A pesar de la respuesta, el de tez blanquecina ya había comenzado a levantarse, cerrando con cuidado el piano y abandonando el cuarto junto a la castaña, no sin antes darle un último vistazo al instrumento, aquel que se llevaba todo su odio y también todo su aprecio. No tardó en centrar su vista al frente, mirarlo fijamente no le devolvería nada.

-Isabel me ha mandado un mensaje pidiéndome que viniese a por ti, dice que tiene que presentarte a alguien. –Se adelantó a decir Hanji antes de que el moreno le preguntara–No sé si Farlan está con ella, aunque lo dudo, creo recordar que hoy tenía entrenamiento con el club de fútbol.

-No te había preguntado por ninguna de esas dos cosas.

-Lo harías eventualmente.

El moreno chasqueó los labios evidentemente molesto, Hanji sabía lo que pasaba por su cabeza –o al menos aparentaba saberlo– y eso era suficiente razón para enfadarle. Tenía en cuenta que era imposible que alguien se colase en su mente, así que el hecho de que la chica supiese lo que iba a hacer o decir solo significaba que se había vuelto una persona monotemática en el extremo y previsible en demasía. Alguien así no sería capaz de trasmitir nada con las notas aunque lo intentase.

Para la chica con lentes no pasó desapercibido que el ceño de Levi se había fruncido aún más –si era posible– y eso solo significaba una cosa; por millonésima vez en el día, el moreno había desviado cualquier pensamiento al tema musical y se había frustrado en el proceso. Aquello era el pan de cada día, había llegado a entender cuando era que aquello ocurrió porque el gesto de Levi siempre se endurecía. Sin duda, era necesario sacar a Levi de cerca de ese instrumento encerrado en el aula del grupo de música. Pero más necesario era presentarle a él. Isabel había encontrado la mejor solución para Levi y Hanji lo sabía.

-Enano, por favor, acabamos de salir del aula de música, deja de poner esa cara de estreñimiento, hay gente en el pasillo, los asustarás. –Soltó la castaña, esperando así relajar un poco el ambiente.

Él solo le dirigió una mirada asesina, diciéndole que ella asustaba más con esa cara de psicópata. Aquello solo provocó que una sonrisa apareciese en el rostro de Hanji, que había notado que el gesto de Levi se había relajado un poco. Así continuaron el camino, entre insultos por parte del Ackerman y risas estrepitosas y ruidosas de la chica con gafas. Durante el trayecto también se pararon en el consejo escolar para recoger a Erwin, un amigo común que también había sido nombrado en el correo de Isabel. Estando los tres juntos, el camino se hizo más ameno, el rubio contaba algunas cosas que le pasaban en el consejo escolar, el cual parecía ser considerado para los alumnos como algún tipo de consultorio psicológico, ya que el Smith estaba cansado de tener que lidiar con disputas amorosas entre estudiantes, Hanji, en cambio, comentaba emocionada como recientemente había conseguido mezclar una serie de compuestos que explotaban de manera automática en una fragante coloración rosada. Levi solo escuchaba como esos dos parloteaban, no tenía nada que añadir, pero tampoco quería ignorarlos y hundirse en sus pensamientos, porque sabía a dónde le llevarían.

La música.

Su salvación, pero también su muerte. Levi la odiaba tanto como la amaba. Era enfermizo. Y justo entonces una música llegó a sus oídos. Pensó que estaba alucinando, que quizás ya había alcanzado el siguiente paso en su obsesión, pero los otros parecían haberse dado cuenta también.

-¿Soy yo la única que escucha música aquí? –Fue lo que preguntó Hanji, estaban bastante cerca del donde habían de encontrarse con Isabel, pero una bella música había hecho que se parasen.

-No. –Fue la tajante respuesta que obtuvo del moreno, justo antes de que éste saliera corriendo.

Aquella música que llegaba a sus oídos no era una música cualquiera. Era el sonido de una armónica muy bien afinada, las notas seguían un ritmo perfecto, entrelazándose a la velocidad perfecta. Aquello no provenía de un amateur, aquel sonido que él había perdido hace tanto tiempo no es algo que cualquiera pudiese crear. Alguien capaz de hacer que un instrumento como la armónica transmitiese cada uno de sus sentimientos –que debía ser una cromática de dieciséis celdas, por los sonidos que emitía– debía saber más de música que la mayoría. Aquello hizo que los pies de Levi corrieran hacia quién fuese que estuviese consiguiendo algo así.

Lo que vio le congeló la sangre. Allí, subido en un banco, rodeado de niños, estaba él. Un chico que tendría su edad, o quizás un poco menos, tocaba con cuidado una armónica. Las notas que por ella se desprendían narraban historias, contaban sentimientos; felicidad, alegría, entusiasmo y… dolor. En lo profundo de la melodía, había una sola voz agonizante, solapada por las demás voces alegres. Aquellos niños bailaban alrededor del chico ignorando esa voz, dejándose tan solo llevar por el contagioso y alegre ritmo que marcaba la mayoría de notas, sin ver más allá, sin ver la historia.

Algunos no dejaban de moverse, otros simplemente aplaudían acompañando los gráciles movimientos del músico. Levi simplemente estaba hipnotizado, no sabía por si aquella música o la mágica escena que la envolvía. Los cerezos en flor quizás ayudaban a esto último. Aún ese estado hipnótico cogió el móvil con el fin de fotografiar ese fugaz y hermoso momento. No estaba muy segura de porqué lo hacía, pero simplemente tenía ganas de guardar lo que su retina retenía ahora para siempre. Colocó el teléfono en la posición perfecta, justo cuando el chico daba por finalizada su espontánea actuación y se giraba hacía él, mostrándole unos hermosos ojos esmeralda –que probablemente transmitían más que cualquiera pieza musical– de los que caía una solitaria lágrima. Aquello solo impactó más a Levi, que acertó a pulsar el botón de disparo precisamente cuando una ráfaga de viento los azotó, provocando una hermosa escena con los pétalos de las flores de cerezo, pero causando también con la camiseta que llevaba el chico se levantase.

Sí. En la foto, Levi pudo observar todo el abdomen del chico. Sí, el chico de ojos esmeralda no tardó en captar que la instantánea había sido tomada en ese vergonzoso momento, y que ahora aquel joven con cara rara tenía en su poder una foto de su cuerpo.

Tardó menos de dos segundos en saltar del banco, rojo hasta los orejas, con la mirada de los niños expectantes sobre él, mientras se dirigía a Levi en un intento de parecer amenazante –que al moreno le pareció patético como mínimo–.

-¡Tú, pervertido degenerado! –Gritó en cuanto lo alcanzó– ¡Borra esa foto ahora mismo!

A Levi le pareció que la voz del joven también tenía ese tono melódico que sus notas presentaban, pero que lo ensuciaba al usar palabras tan soeces en un tono tan borde. A él nadie le hablaba así. Además, no era ningún pervertido. Había sido el viento, no él. Él no se había pasado la tarde haciendo ninguna danza o sacrificando ningún animal a un dios aleatorio para que el viento hiciese aquello –Higia era la única diosa a la que Levi le haría caso y no se encargaba de esos quehaceres–, porque, para empezar, no tenía interés en el cuerpo de un adolescente masculino hormonado.

-Primero, no soy ningún pervertido. –Contestó Levi, haciendo acopio de su limitada paciencia– Segundo, yo no he sido causante de que el viento haya hecho eso. Y tercero, eres un mocoso maleducado.

-¿Yo maleducado? –Contestó de nuevo el chico, evidentemente irritado–Claro, porque tú tienes la más exquisita educación, lo has demostrado sacándome una foto sin mi consentimiento. ¿Así es la fina educación que se os inculca a los pervertidos como tú?

Levi iba a contestar, justo cuando el grupo de niños que antes había estado bailando, y que durante la pequeña discusión habían mirado expectantes, aparecía. Sobre decir que todos ellos se pusieron de parte del chico de ojos esmeralda, haciendo un berrinche, acusándolo de pervertido a gritos, echándole en cara su mala educación y diciéndole que con esa cara de "haber comido un limón" no podía ser de otra manera. Hubo uno que incluso osó compararle con un "cerdito" por sus supuestas acciones delictivas.

Y por eso el moreno no pasaba. Ser comparado con tan degradante animal, que disfrutaba regocijándose en su propia suciedad, le producía náuseas. ¿Qué se creía ese niño, que debía de tener diez años, cualificándole de tal manera? Estaba a punto de pegarle un puñetazo para demostrarle que si debían compararle con algo debía ser con un ser superior a ellos, cuando sintió que alguien paraba su brazo. Se giró con cara de pocos amigos –su cara estándar– para encarar a quién quisiese que se hubiese atrevido a detener su enseñanza a ese crío, pero se encontró con un par de ojos azules mirándole con reprobación.

-¿No te da vergüenza, Levi? Levantarle la mano a un niño tan pequeño… –Erwin le miraba como si fuese alguna clase de niño conflictivo al que hay que regañar sin televisión durante una semana, y aquello enfurecía al moreno.

-¡Eso mismo, enanito! –Ahora era Hanji quien se unía al regaño, eso provocó que Levi descubriese que también estaba Isabel allí, junto a la morena, así que supuso que todos le habían visto en su hermoso ataque de rabia hacía el niño– Entiendo que debido a que compartes su altura pienses que también comparten edad, pero no es así… Piensa un poco.

¿De verdad la castaña pensaba que era el mejor momento para ese tipo de bromas? El moreno no lo consideró así, separándose bruscamente del rubio dispuesto de romperle a la chica otro par de gafas –casi todos los pares que se le habían roto a Hanji habían tenido la marca de Levi en la rotura– pero de nuevo fue interrumpido.

-¡Ya está bien, Levi! –Bien, Isabel también parecía querer unirse al grupo de "echarle la bronca a Levi, oferta el día de hoy: ¡échale la bronca por intentar agredir a un niño pequeño!" – Lo siento mucho, Eren, que hayas tenido que presenciar algo así… Normalmente él no es de esta manera, no te lleves una mala impresión, por favor. Solo está bajo mucho estrés.

¿Eren? ¿Quién era Eren?

-¡Cierto, Erencito! Aunque lo veas con esta cara de estreñimiento, a veces incluso es agradable. Cuando se alinean los planetas y esas cosas, ya sabes. Aunque ahora que lo pienso, ¿no estarían esos niños defendiéndote de él, no? Dime que no te ha hecho nada…

¿Pero quién coño era Eren? Levi se giró para descubrir lo evidente, el chico de ojos esmeralda miraba con simpatía a Hanji, como sopesando lo que iba a decir. ¿Así que el chico músico era Eren? ¿De qué le conocían esas dos? ¿Acaso era la persona que le querían presentar? Esperaba que no, pero más esperaba que sí eso fuese el caso al tal Eren no se le ocurriese decir lo que había ocurrido, porque entonces sí que tendría que aguantar a Isabel y Hanji, y la verdad, no le apetecía.

-Oh, no… Él no ha hecho nada, tranqui–

-¡No le defiendas, chico de la armónica! ¡Eso señor con cara de comer limones es un cerdito pervertido que trató de violarlo! –Ahí estaba la intervención estelar del niño al que Levi tanto aprecio le había cogido. Sus palabras habían dejado a Hanji con la boca abierta e Isabel parecía a punto de morir.

Puto niño. ¿Quién le había enseñado la palabra "violar"? Los jóvenes de hoy en día… De cualquier manera, esa palabra era inaplicable para lo que había pasado entre el tal Eren y él… ¿De dónde sacaba esas idea el niño? A él sí que tenía que enseñarle educación… Pero supo que ese era el menor de sus problemas cuando sintió tres miradas acusadoras e inquisidoras sobre su persona.

-Levi, más te vale explicarte ahora mismo.

Ah, el día parecía que iba a ser largo.