Mi Cielo Prohibido

¡No me maten! Si, ya sé que es molesto que suba una y otra historia y que luego me quede sin poder actualizarlas todas, como muchos autores, pero lo que pasa es que voy a borrar una de mis historias, desgraciadamente será la de ¿Qué pasó ayer? Pienso editarla para que sea mejor y subirla un tiempo después, así como hice con mi fic de "El futuro que nunca esperé", lo voy a volver a publicar, pero más adelante y va a tener mejores bromas, si, he pensado en una bromas tan buenas que si creyeron que las que tiene eran buenas, no han visto nada aun, además de que va a tener una mejor redacción. La verdad estoy en un punto de mi vida en la que quiero escribir historias un poco más serias, esto se debe a la influencia de varios libros que he estado leyendo y eso me ocasionó que mi mente madurara bastante respecto a mi antiguo modo de escribir. Este fic va a tratar sobre una relación amorosa entre Naruto y Sarada, que va a estar contada enteramente en POV de los personajes, solo que no voy a estar poniendo eso de Naruto POV o Sarada POV a cada rato, simplemente los voy a dar una narrativa en primera persona en la que rápidamente van a saber de quién se trata. Sé que puede ser raro, pero les prometo que por ahora no voy a seguir subiendo más historias, esta es la última que subo mientras no termine las demás. Para este fic me inspiré en un oneshot que vi y que trataba de Sarada que nadie le prestaba atención y de Naruto que estaba solo, además la idea se me vino al leer el titulo de otro fanfic que se llama No loli, no life. Que quede claro que no estoy copiándole a nadie ideas ni nada y solo se me vino la idea sobre la pareja, pero todo lo demás es completamente original. Este va a ser un fic NaruSara que va a ser M por varios temas que va a tratar y ustedes saben qué esperar cuando yo pongo algo en M XDDDD. Para terminar, en este fic, el matrimonio de Hinata y Naruto se va deteriorando hasta poco a poco, porque no en todas las historias las personas terminan felices por siempre.

Capitulo 1: Fijación.

Otro día más que estoy firmando papeles en mi oficina. Desde hacía diecisiete años que había cumplido mi sueño de ser Hokage y ahora que lo había cumplido, no tenía nada más para motivarme a seguir. Mi matrimonio poco a poco se fue enfriando, hasta que yo y Hinata casi no hablábamos, sin mencionar que mi trabajo me absorbe enteramente. Mis hijos, dios, que rápido crecieron, apenas y puedo creer que Bolt ya tenga quince años y sea chuunin, mi pequeña Himawari no se queda atrás, es una de las más prometedoras genin de la aldea y a sus trece años es una chica muy linda, tanto así que ya he recibido cuatro peticiones de matrimonio. Como si fuese a dejar que mi pequeña girasol se vaya con el primer idiota que aparezca, si alguien quiere siquiera el derecho a cortejarla, tendrá que pasar sobre por mí primero. Hace tiempo que no charlo con ellos, apenas estoy en casa y cuando los veo, es solo para encargarles misiones u otros deberes. Ahora es cuando me pregunto cómo es que mis predecesores lidiaban con este maldito papeleo que jamás se acaba, no crean que no he usado los Kage bunshin, pero incluso con ellos, el papeleo parece infinito, entre más clones trabajan, más papeleo hay. Con pesar dejo mi pluma en mi escritorio, el cual tiene cuatro montañas de papeles que debo firmar y me paro frente a la ventana detrás de mí para poder ver la aldea. ¿De verdad habrá valido la pena mi sueño? Eso es algo que ahora no puedo dejar de preguntarme, viendo que me he perdido gran parte de la vida de mis hijos y que mi matrimonio se va rompiendo en pedazos cada vez más grandes. Aun recuerdo con nostalgia mis días de genin, cuando iba con mis compañeros a misiones o cuando pasábamos el tiempo juntos entrenando. Esos días se quedaron atrás y nunca volverán, solo me queda el consuelo de que mi gente se ve feliz.

Al final me estoy quedando solo poco a poco, solo es cuestión antes de que Hinata me pida el divorcio, cosa que dudo suceda considerando el modo en que fue criada, pero tarde o temprano se hartará, lo sé. Dejo de admirar la aldea y vuelvo a sentarme para seguir firmando el papeleo, una labor tediosa, pero necesaria.

Cuando creí que no pasaría nada interesante la puerta de mi oficina se abre, es Bolt quien viene acompañado de sus compañeros de equipo. Mi Bolt, quince años y ya se ve hecho todo un hombre, usa siempre su uniforme de chuunin y entrena duramente todos los días, a veces parece bastante serio. El próximo a su derecha es Shiken Aburame, literalmente una copia exacta de su padre, Shino. Igualmente viste su atuendo chuunin y, obviamente, lleva un depósito para sus insectos a la espalda, como lo hacen varios Aburame, además de un ninjato que no sé ni por qué lleva, puesto que su estilo de pelea se distancia del kenjutsu.

La última persona que acompaña a mi retoño no es otra que Sarada Uchiha, esa niña sí que tuvo un cambio. Recuerdo que cuando era niña, acosaba a Bolt y lo seguía por la aldea creyendo que nadie lo sabría, era gracioso verla haciendo eso, me recuerda a Hinata cuando era joven, ella también era una acosadora, lo sé porque ella misma me lo confesó. Pero volviendo con Sarada, aunque es chuunin no usa su uniforme, en cambio, viste de forma idéntica a su madre cuando éramos compañeros, solo que su ropa es completamente negra y con el aditamento de un ninjato en la espalda, al igual que Inojin y Bolt. Respecto a su físico pues… es como su madre a su edad, esbelta y atlética. Su rostro es bonito pero muy serio y usa entes por su miopía, algunos dicen que no le favorecen, pero yo pienso que le quedan bien. Su cabello es corto, incluso más que como lo tenía Sakura, solo que ella peina su flequillo de lado, me recuerda un poco a Shizune-neechan. Ah, Shizune-neechan, la extraño al igual que a la vieja Tsunade, solo dios sabe dónde estarán ahora.

Sarada es una chica linda, me pregunto si Bolt se habrá dado cuenta y estará tratando de conquistarla, eso sería algo digno de ver y seguramente mataría de una rabia al teme. El teme, al igual que yo, se ha distanciado de su familia, pero por una razón menos entendible, redención, no sé qué clase de redención busque o si la encontrará, pero nada vale tanto como una familia, lo sabremos nosotros que crecimos sin padres, más yo que él.

― Ya volvimos de nuestra misión, Hokage-sama― dice Bolt serio, odio que me llame así en vez de papá.

― ¿En serio? No me di cuenta― comento con algo de sarcasmo para romper el hielo, me olvidé de que ninguno de ellos tiene sentido del humor― Te recuerdo que puedes decirme papá― le digo con desgane, no importa cuánto se lo diga, él sigue haciéndolo.

― Veníamos a ver si no habrán misiones pendientes― ahora es Sarada quien habla, seria, igual que Bolt ¿En qué estaba pensando cuando puse a estos amargados juntos? Ah sí, fueron Sakura-chan y Hinata quienes me obligaron a hacerlo.

Suspiro molesto, abro uno de los cajones y saco un rollo que contiene misiones de rango B, muchos pensarían que es demasiado, pero son un buen equipo y su sensei, Udon, les ha entrenado bien.

― Hay un mercader que requiere protección para llegar a salvo a Kumogakure― aun cuando el mundo está en relativa paz, siempre hay grupos de disidentes que siempre tratan de obtener dinero fácil asaltando mercaderes.

― La tomamos― dice Bolt sin dudar, no sé que tendrá este muchacho que siempre trata de estar fuera de la aldea. Pero yo que sé, soy como un fantasma en su vida.

― Es para mañana― le digo, él arruga un poco el ceño, disconforme. Aun recuerdo cuando era un niño y trataba de llamar mi atención metiéndose en problemas, que buenos tiempos, ahora se ha vuelto demasiado formal.

― Entonces nos retiramos, iremos a entrenar al campo número siete si se nos necesita― y así como llegó, se fue seguido de sus compañeros.

Otra vez me veo sumido en la soledad de mi oficina y lo único que me queda en seguir firmando papeles, los odio, pero hasta que no haya nadie que pueda ocupar mi puesto, tendré que aguantarme, solo espero que Hinata lo entienda.

Qué difícil es ser Hokage…

Mientras camino en compañía de mi equipo no puedo evitar pensar que Bolt es un idiota, digo, él tiene a su padre cerca todo el tiempo a diferencia de mí que hace dos años que no veo al mío. La última vez que lo vi, fue cuando me volví chuunin; y solo se quedó una semana, en la cual, casi no charlamos. Más de una vez me he preguntado cómo sería mi vida si fuera hija del tío Naruto, si, le digo tío, fue mi mama quien me dijo que podía decirle así en vez de Hokage-sama, pero prefiero llamarlo de la segunda forma.

― Yo me iré a casa― aviso, mis compañeros voltean en mi dirección.

― ¿Y qué hay del entrenamiento? ― pregunta Bolt, él solo piensa en entrenar, seguramente para mitigar algún complejo.

― Paso por hoy, quiero descansar un poco― respondo, Bolt suspira pesadamente.

― Yo también paso, nos vemos mañana― se despide Shiken, tan serio y practico como siempre.

Ahora solo quedamos solo Bolt y yo caminando sin rumbo fijo.

― ¿No quisieras ir a almorzar? ― me pregunta. Alzo una ceja, él no es de invitar porque sí.

―Mejor en otra ocasión, tengo cosas que hacer en casa, nos vemos― le respondo para luego tomar un desvió hacia mi casa.

Durante el camino a casa pude ver a varios niños junto con sus padres saliendo de la academia, se veían felices, no como yo. No puedo sentir otra cosa que no sea envidia, me hubiese gustado estar así con mi papá, pero él siempre está viajando por culpa de su estúpida cruzada por una redención que solo a él le importaba. Siempre me pregunté si sería culpa mía que no estuviese en casa, cuando cumplí doce dejé de preguntarme eso y me centré de lleno en mi carrera como kunoichi.

Al llegar a mi casa lo único que me encuentro es soledad, mi mamá trabaja en el hospital y por lo general llega tarde, trabaja incluso en sus días libres así que tampoco estoy muy en contacto con ella. Suspiro con pesadez y me quito mis botas y me equipo ninja, el cual dejo tirado por ahí en algún mueble, no me interesa, lo único que quiero es darme una ducha y dormir un poco. Con pereza me dirijo a mi cuarto y ahí me quito enteramente la ropa, sin poder evitar mirar mi cuerpo en un enorme espejo de cuerpo completo, no me veo mal, aunque tampoco soy un diez.

Una vez en el baño me decido por un relajante baño caliente en la tina, dios, se siente tan bien. Mientras me baño, no puedo evitar recordar la mirada triste del tío Naruto, pasa demasiado ocupado como para pasar tiempo con él, pero no deja de esforzarse por al menos sostener una plática. Lo dije y lo sostengo, Bolt es un idiota, ojalá el tío Naruto fuera mi papá, si así fuera, seguramente no me sentiría tan sola. Mejor aparto esos pensamientos trato de relajarme, si puedo, pero ese recuerdo invade mi mente ¿Por qué es que no puedo dejar de pensar en eso? No lo sé.

Al fin pude darme un baño decente luego de varios días, ese Bolt solo piensa en entrenar y hacer misiones, a veces ni nos pide parecer, ya parece un tirano.

Una vez salgo del baño voy a mi habitación y busco lo primero que encuentre para vestirme, la verdad no me interesa lo que sea, mientras me cubra lo suficiente, lo uso. Mi madre dice que soy muy poco femenina, pero eso me da igual, ella era "femenina" y lo único que consiguió fue ser una damisela en peligro, no fue hasta que la legendaria Tsunade la entrenó que fue que se puso seria. Gracias al cielo yo fui más centrada en mi carrera que en mirar muchachos.

Ya que no tengo nada mejor que hacer, me pondré a limpiar un poco, la casa parece un chiquero. Se nota que mamá no ha venido por un buen tiempo, a veces acostumbra dormir en el hospital cuando hay muchos pacientes. Luego de dos horas al fin termino de limpiar gran parte de la casa, no es que hubiese un gran desorden, es solo que lo hice con una paciencia que incluso yo desconocía. La razón, no dejo de pensar en el tío Naruto, en su mirada triste y en lo que debe de estar pasando lejos de su familia, es raro, casi nunca me fijo en los problemas de nadie más, pero él es diferente, no sé por qué, pero es diferente.

Desde que recuerdo, él siempre ha tenido una sonrisa en el rostro, no importaba qué, él siempre sonreía. Aun recuerdo una vez en mí decimo cumpleaños cuando había estado esperando ilusionada a mi papá, el cual no llegó, como siempre. Esa vez estaba decidida a no perdonarlo y la verdad comenzaba a odiarlo, ese día yo estaba sentada al pie de un árbol con el ceño fruncido y la cara roja del enojo. De pronto el tío Naruto se acercó a mí y me dijo que no odiara a papá, que su razón para no estar ahí fue él lo había tenido que mandar a salvar al mundo. Desde luego que no me tragué es cuento, pero su sonrisa era tan deslumbrante que no podía seguir enojada, era demasiado rato y simplemente me fui a refugiar en el regazo de mi madre quien reía contenta al ver que su viejo compañero de equipo había conseguido, al menos por unos instantes, que olvidara mi tristeza.

Sin más que hacer decido ir y acostarme a dormir hasta que sea de noche para hacer la cena.

Un día de estos terminaré por tirar este maldito papeleo al demonio. Lo único que hago es firmar, firmar y firmar, oh si, y poner sellos. Odio este trabajo, al principio era genial, pero luego de un tiempo se hace monótono e increíblemente aburrido. Ya los las cuatro de la tarde. Al diablo con esto. Haciendo posiciono mis dedos como una cruz y hago aparecer tres clones.

― Encárguense de esto―ordeno―. Yo me voy a casa― ellos asienten y de inmediato se reparten las montañas de papeleo.

Por mi parte salgo de mi oficina y me despido de mi secretaria, Moegi, quien desde hace cuatro años me ayuda con este trabajo tan agotador. ¿Cómo hacían mi papá y el tercero para soportar esto? Si pudiera, les preguntaría. Una vez salgo de la torre Hokage me voy caminando tranquilamente a casa, me gusta dar paseos de vez en cuando para ver cómo ha crecido la aldea, recuerdo cuando era niño y mi único entretenimiento era escuchar la radio, hoy en día todo el mundo ve televisión y usa internet, incluso yo tengo una computadora con la que trabajo, pero no me gusta, prefiero las cosas sencillas.

Al pasar la gente me saluda y uno que otro me pide un autógrafo. Yo se los doy sin chistar e incluso me tomo una que otra foto con los aldeanos y sus hijos. Al final llego a mi casa donde no hay absolutamente nadie, seguramente Hinata se fue de compras o a visitar a alguna amiga, ya sea Tenten o Ino. Suspiro, mejor hubiese venido en unas dos horas, pero de verdad que no quería seguir en mi oficina. Tengo hambre, pero viendo que no hay nadie ni para charlar, cierro la puerta y decido irme al Ichiraku, donde Ayame y su hija trabajan duro diariamente, en especial desde hace dos años cuando el viejo al fin dejó este mundo. No recuerdo haber llorado tanto como esa vez, no era solo porque el viejo Teuchi hiciera el mejor ramen del mundo, era porque al igual que el tercero, fueron como mis abuelos y los quería mucho.

No me tomó más de diez minutos llegar. El lugar había crecido bastante, tanto así que tuvieron que trasladarse a otro lugar, que más que un puesto de ramen era un restaurante.

―Bienvenido Hokage-sama― me saluda la hija de Ayame. Es una pequeña de doce años, de largo cabello castaño recogido en un moño y unos grandes ojos negros. Es una niña muy dulce, aunque no debo de sorprenderme considerando que sus padres son Iruka-sensei y Ayame, dos de las personas más amables que conozco.

―Gracias, Shizuka-chan. Aunque puedes decirme solo Naruto― le digo, la verdad no me gusta que todos mis amigos me llamen con el "sama", lo considero demasiado formal.

―Usted es el Hokage y por eso es Hokage-sama― me rebate la pequeña, tan formal como los demás. De verdad estoy comenzando a odiar este trabajo.

Sin más que decir, camino entre los comensales que me saludan y me siento en la barra para ordenar. ― Un miso, por favor― pido a Ayame quien está bastante centrada en cocinar. Al oír mi voz se da la vuelta repentinamente y me regala una radiante sonrisa. Con la edad se ha vuelto más guapa, de eso no hay duda, ella siempre fue una belleza hogareña. Recuerdo que cuando era pequeño, fantaseaba con casarme con Ayame, ahora que soy mayor y lo recuerdo, hasta me dan ganas de reír.

― ¡Naruto! ― dice efusiva―. Hace tiempo que no venias.

No puedo evitar sonreír un poco por eso, al menos aquí siempre soy bien recibido, y no solo porque soy uno de sus mejores clientes.

Suspiro un tanto desganado―He estado ocupado con ese engorroso papeleo―le respondo haciendo un mohín. Ayame me mira con un dejo de ternura, ella siempre ha sido como la hermana que nunca tuve.

―Debe de ser cansado. ¿Y qué tal la familia? Hace tiempo que no se pasan por aquí― comenta.

Cuando Ayame mencionó a mi familia no pude evitar entristecerme un poco, aunque los veo diariamente, cada vez mi esposa y mis hijos están distanciándose cada vez más y eso me preocupa.

―No muy bien, Hinata casi no he habla, Himawari se la pasa con su equipo entrenando para los próximos exámenes chuunin y Bolt ya ni siquiera me dice papá―mi voz se oye apagada y mi sonrisa pasó a ser amarga. Esta decidido, cuando haya alguien que pueda suplirme, dejo el puesto de Hokage.

Ayame suspira y por un momento vuelve a centrar su atención en los platillos, segundos después me sirve mi orden―Me apena oír eso, pero quizás un ramen te anime, hoy invita la casa―. Muchas personas van a los bares y hablan con el cantinero cuando tienen problemas. Yo, por otro lado, voy a comer el ramen de Ayame y charlo con ella, eso siempre me ayuda.

Ya son las cinco y media según mi reloj de pared. Con pesadez me levanto y camino hasta la cocina para buscar algo que comer. Al abrir el refrigerador me encuentro con… nada, absolutamente nada, sabrá dios cuando fue que mamá vino aquí por última vez, y yo no vengo desde hace un mes por mi última misión, ese Bolt me va a oír si es que cree que voy a ir de misión mañana. Ya que no hay nada en el refrigerador, me tocará ir a comprar comida, que molestia. Media hora después y con un cambio de ropa más presentable, por fin estoy lista para salir. No sé a dónde ir, pero tendré que ingeniármelas.

Caminaba por la aldea buscando algún restaurante al que entrar, pero la verdad es que no he visto nada que se me antoje, aunque sea ninja, soy muy selectiva con lo que como, mis padres dicen que soy demasiado quisquillosa. Justo cuando me decidía a pasar al supermercado para comprar comida congelada, vi el restaurante de ramen Ichiraku. De pequeña no me gustaba el ramen, pero el tío Naruto prácticamente me obligó a comerlo un día y desde entonces le tomé el gusto, aunque claro, no lo como con regularidad, pero me gusta. El tío Naruto, me pregunto qué estará haciendo ahora, seguramente debe de estar firmando papeles, ese trabajo debe de ser muy tedioso.

Sin perder tiempo camino hasta la entrada y entro, está lleno como siempre. De pronto me lleno de sorpresa al ver que en la barra estaba justamente el tío Naruto, comiendo ramen como siempre, al menos cuando tiene tiempo de comer. No sé si acercarme o no, por la expresión de la señora Ayame, no parece que estén teniendo una charla muy alegre, eso me preocupa. No es un secreto que él está teniendo problemas con su matrimonio, y desde hace tiempo que casi ni se habla con la tía Hinata, ojalá pudiera hacer algo por él.

―Bienvenida― me dice sonriente la pequeña hija de la señora Ayame― ¿Quiere una mesa o se sentará en la barra? ― me pregunta. No sé qué contestar.

Volví a la mirada hacia mi tío y me topé con el azul de sus ojos, que me contemplaban con sorpresa.

― Ven Sarada-chan, siéntate aquí― me dijo alzando un poco la voz y regalándome una amplia sonrisa. Al verlo sonreír así y llamarme con ese sufijo, sentí que el calor subía hasta mis mejillas, pero sin perder tiempo me acerqué a él y me senté a su lado.

Charlaba sobre mis problemas con Ayame cuando de pronto sentí una presencia conocida y al voltearme, me topé con Sarada quien parecía sorprendida de verme aquí. Al ver lo indecisa que estaba, la invité a sentarse junto a mí, puede que sea como mi sobrina, pero la verdad es que la quiero como una hija. Tímidamente se sentó a mi lado y pidió un ramen tonkotsu, de pequeña no le gustaba el ramen y recuerdo una vez que la engañé para que comiera. Se enojó mucho conmigo, pero aun así se comió el tazón completo.

― Creí que estarías entrenando― le dijo. Ella suspira con pesadez, seguramente ya está cansada de entrenar todo el tiempo, ese Bolt no sabe cuando parar.

― Preferí irme a casa y descansar un poco― me responde. Ella nunca ha sido de muchas palabras, pero a veces charla conmigo, a diferencia de mis propios hijos.

― Ese Bolt es demasiado, creo que debería charlar con él sobre eso― ella me mira con algo de sorpresa. ―. ¿Pero qué te trae por aquí? ― le pregunto tratando de cambiar el tema.

― No había nada de comer en casa― fue su respuesta. Tan directa y práctica como siempre. Eso no es de extrañar, Sakura-chan pasa todo el tiempo que puede en el hospital, incluso sus días libres. Ella se siente sola por culpa del teme que hace tiempo no se pasa por aquí, dos años para ser exacto y por eso se mata trabajando, pero al mismo tiempo descuida a Sarada-chan. Cuanto despotricábamos yo y Sasuke de que nuestros hijos no crecerían como nosotros, y al final terminamos fallándoles.

― Pues entonces te invito a comer y sirve para charlar un rato― le propongo, ella se ve sorprendida.

― Eso sería abusar de su confianza ― rebate, es una chica difícil, de eso no hay duda.

― No te preocupes por eso y solo come lo que quieras que yo invito― le vuelvo a ofrecer.

―Mmm bueno― por fin acepta.

―Aquí esta su orden― dice Ayame sirviéndole el tazón a Sarada quien con gusto lo acepta y se pone a comer. Si que tenía hambre.

― Y cuéntame ¿Cómo les fue en la misión? ― pregunté tratando de hacer algo más de conversación.

Ella deja de comer y se impía la boca con una servilleta antes de contestar, sacó los estirados modales del teme.

― Fue algo cansada― me dice―, pero no fue tan complicada, solo lenta― responde con pesadez, seguramente mi retoño los estuvo presionando para entrenar duro, no sé por qué esa obsesión que tiene con volverse más fuerte.

― Lamento oír eso, pero bueno, así son las misiones a veces― comento para tratar de hacerla sentir mejor.

Cuando esta tarde salí a conseguir comida, nunca creí que terminaría comiendo con el Hokage. Cuantos matarían por estar en mi posición, y yo solo puedo responderle mientras como. Mientras charlamos, no puedo evitar mirarlo fijamente, sus ojos azules tienen un brillo alegre que hace tiempo no veía en él, siempre me he preguntado por qué se cortó tanto el cabello, recuerdo que en unas fotos que vi hace tiempo de mi madre y su equipo, el tío Naruto tenía el cabello más largo y, siendo sincera, se veía muy guapo. Mis mejillas se encienden levemente ante ese pensamiento, si, mi tío es muy atractivo y alegre, cualquier mujer mataría por estar a su lado, y la que lo tiene, lo ignora en vez de comprenderlo. Que tonta. ¿Por qué pienso tanto en eso? digo, no está mal que me preocupe por el que ha sido la única figura medianamente paterna que he tenido, pero creo que ya me estoy obsesionando con eso.

― ¿Y has pensado en convertirte en jounin? ― me pregunta con desgane, como quien no quiere la cosa.

Doy un pequeño respingo, hasta ese momento estaba tan absorta en mis pensamientos, que no escuchaba lo que me estaba diciendo.

― ¿Perdón? ―digo tratando de recobrar el hilo de la conversación.

―Te preguntaba que si no has pensado ser jounin― me repite algo extrañado. Por lo general soy muy centrada y raras veces me distraigo, pero este día ha sido extraño, no estoy segura de la razón, pero solo sé que es extraño.

― Discúlpame tío Naruto― suelto sin pensar― es que estaba pensando en otras cosas― para cuando me di cuenta de cómo lo había llamado, él ya se había dado cuenta y su rostro reflejaba gran sorpresa. Mis mejillas se encienden

― ¿La seria y formal Sarada Uchiha me ha llamado tío Naruto? ― se preguntó él con exagerada sorpresa que solo consigue hacer que me sonroje más de la pena.

― Yo…—traté de decir algo, pero las palabras simplemente no quieren salir.

― No te preocupes― me dice poniendo una mano en mi hombro derecho. El solo roce de su piel y la mía hace que me estremezca, sus manos, aunque ásperas, se sienten agradables. ―, la verdad es que extrañaba que me llamaras así, hoy en día todo el mundo me llama Hokage-sama. Extraño el tiempo en que todos me decían Naruto a secas― Su semblante se veía triste nuevamente, pero se recupera de inmediato y vuelve a sonreír y sigue comiendo su ramen, el cual hace rato no toca.

Ambos seguimos comiendo y charlando por al menos una hora más, en ese tiempo él me estuvo dando consejos y recomendaciones en cuanto a mi entrenamiento, también me contó sobre varias anécdotas de su juventud, la mayoría eran muy graciosas, tanto así que hasta solté una que otra risa al escucharlas.

―Lo siento, pero ya debo irme― dijo poniéndose de pie para luego sacar su vieja cartera con forma de sapo, esa cosa tan rara lo ha acompañado durante toda su vida según sé. Luego de contar unos billetes, los dejó en la barra y se despidió de la señora Ayame quien le replicó por haberle pagado cuando ella le había dicho que invitaba la casa, mi tío tuvo que aceptar su dinero de vuelta, no sin antes replicar, cosa que no hizo que la señora Ayame lo aceptara. Al final mi tío acepto, pero si le cobraba lo que yo había comido.

― Adiós, tío Naruto― le dije antes de que se fuera.

― Adiós, Sarada-chan― me dijo revolviendo mi cabello con una amplia sonrisa para luego desaparecer del lugar con su típico Hiraishin.

― Adiós, señora Ayame― dije mientras me ponía de pie. Ya que mi tío no estaba ahí, y que ya había saciado mi hambre, no veía razón por la cual seguir ahí, por lo que decidí volver a casa.

― Adiós y vuelve pronto― me dijo ella con una sonrisa radiante a lo que asentí y me fui.

Mientras camino por las calles de la aldea, pienso en la charla que tuve con mi tío, seguramente así se debe sentir tener un papá que realmente te quiera. Ojalá el mío fuera igual. No me toma mucho llegar a casa, y al llegar me topé con que las luces estaban encendidas. Abro la puerta, desganada y al entrar veo que efectivamente era mi mamá quien estaba dentro, luciendo un vestido rojo como en su juventud y sin quitarse su bata de hospital que tanto odio, sé que su labor es importante, pero a veces creo que tengo que lastimarme gravemente para que ella me preste atención.

―Al fin llegas― me dice en un tono que no es ni alegre ni de reprocho, simplemente un tono plano que no expresa nada, justo el mismo que usa con sus pacientes. ―Siéntate y en un momento te serviré la cena― agrega mientras vigila un guiso, que sabrá el cielo de qué es.

― Lo siento, pero ya cené― le digo y ella me mira sorprendida.

― ¿Y eso? ― me pregunta extrañada.

― Fui al Ichiraku y el tío Naruto me invitó a comer― nuevamente volví a decirle tío en vez de Hokage.

― Pues siendo así, me retiro, aun me quedó trabajo en el hospital―no sé ni para qué bien, si de todos modos se va a la media hora― volveré pronto, te amo― me dice antes de volver a largarse.

Una vez llegué a mi casa pude ver las luces encendidas, señal inequívoca de que mi familia había regresado. Con ánimos renovados abrí la puerta y me dirigí a la sala donde, pero no había nadie, por lo que mejor pase al comedor donde pude apreciar que estaban todos a la mesa. Al sentir mi presencia giraron a verme extrañados, ni una sola sonrisa de verme.

― ¿Naruto? ¿Qué haces aquí a esta hora? ― me pregunta Hinata.

―Pues salí temprano para cenar con mi familia― respondí sonriente, pero ellos seguían sin siquiera sorprenderse o decirme algo.

― Siéntate, te serviré en un momento― me dice Hinata mientras se pone de pie para ir a la cocina.

Me senté en mi lugar y contemplé a mis hijos por un corto rato. Bolt esta serio como siempre y ni siquiera me presta atención. Himawari por otro lado, solo ve la pantalla de ese objeto llamado celular, la verdad no entiendo cómo es que alguien puede pasar pegado a ese objeto tanto tiempo como ella.

― ¿Y cómo les fue en su día? ― les pregunté interesado.

―Estuve entrenando solo― respondió Bolt sin siquiera quitar su mirada del plato.

―Normal―me dice mi pequeña girasol aun sin quitar sus ojos del celular.

― Buen provecho― musitó Hinata poniendo un plato de ramen frente a mí, seguramente lo recalentó pensando en que no vendría temprano. Hinata se volvió a sentar en su silla y siguió comiendo.― Creí que vendrías tarde hoy también.

Suspiré cansado― Tenía mucho trabajo y puse a unos clones a hacerlo― respondí desganado. Y con esas palabras se volvió a instalar ese pesado silencio en la mesa.

Al final terminamos de comer y cada quien se fue a hacer lo suyo. Yo ni siquiera sé qué podría hacer para matar el tiempo, hace tanto que no tengo tiempo libre que ya ni recuerdo cómo divertirme con mi familia. Al final decidí ir a la habitación de Himawari, tal vez ella querría charlar como cuando era pequeña.

― ¿Se puede? ― pregunto tocando a la puerta.

― Pasa papá― me responde con esa voz monótona. Al entrar me la encuentro acostada en su cama con su celular en mano. Un día de estos terminaré por romper ese maldito aparato que le está succionando el cerebro.

― Hola hija― digo sonriendo. Ella ni me mira.

― ¿Qué necesitas? ― me pregunta mientras revisa sus mensajes. Dios, como odio la tecnología.

― Solo pasé para ver cómo estabas, ya sabes, para charlar un poco― respondí sentándome en su cama.

― ¿Y de qué quieres charlar? ―dice, sigue sin quitar la vista de esa cosa.

― Dime, ¿Cómo estuvo tu día? ― le pregunto con la esperanza de que siquiera me voltee a ver.

― Normal― me responde. Esta fue la gota que derramó el vaso. Sin ningún tacto le quito el celular de las manos e inmediatamente se queja.

― ¡Oye! ― dice indignada― ¡No tenías derecho! ― reclama indignada tratando de recuperar este maldito aparato.

― ¿Es que es mucho pedir que siquiera me veas cuando te hablo? ― demando saber. Ya estoy harto de este comportamiento, sé que lo he descuidado bastante, pero siempre trato de pasar tiempo con ellos, al parecer son ellos los que ya no quieren pasar tiempo conmigo.

Ella frunce el ceño antes de volver a hablar, ojalá no lo hubiera hecho― Vete a molestar a Bolt y a mi déjame en paz― espetó furiosa.

A eso se ha reducido mi presencia en sus vidas, ¿A una molestia? Apenas y puedo reprimir la tristeza que me aborda. Ya no soy su héroe sino una molestia.

― Lo siento― digo antes de devolverle el celular y marcharme a la puerta.

―Papá, perdóname, no quise decir eso― me dice arrepentida. Solo hice un gesto de la mano restándole importancia y luego me fui.

Fui directo a mi habitación. Ni siquiera me molesté en pasar por la habitación de Bolt, seguramente no recibiría un mejor trato que con Himawari. Al entrar a mi cuarto veo que Hinata ya esta cambiada y descansando. Yo también me quito mi ropa y me recuesto a su lado.

Hinata es hermosa, pienso, pero la verdad es que ya no es como antes, todavía recuerdo lo tímida que era o las veces que se desmayaba cuando me acercaba demasiado a ella. Ahora mi Hinata se ha vuelto fría y seria. Pero no es momento de pensar en eso, la verdad hace un tiempo que no hacemos el amor y creo que hoy sería una buena oportunidad aprovechando que llegué temprano.

Sin perder pongo una mano en su muslo y…― Por favor Naruto, estoy muy cansada hoy― me dice.

Al parecer ya ni mi propia esposa me desea, es mi culpa por dedicarme más al trabajo que a ella, solo estoy sembrando lo que cosecho. Quito mi mano de su muslo y la abrazo pegándome a su cuerpo.

― Buenas noches― le digo besando su cabeza.

― Buenas noches― me responde de forma forzada.

Mientras estoy acostado, no puedo evitar recordar el buen rato que pasé con Sarada-chan, hacía mucho que no charlaba con alguien de algo que no fueran mis problemas. Qué bien se sintió hablar con ella, fue casi como si fuera mi propia hija, ya que al parecer sus mensajes son más importantes. Alejé esos pensamientos y mejor me dediqué a conciliar el sueño, no sin antes volver a pensar en el buen rato que pasé en el Ichiraku.

Duermo sola en casa nuevamente. No puedo evitar pensar en la mala suerte que tengo con los padres que me tocaron, entre un idiota que busca redención y una solitaria obsesionada con su trabajo, no sé si puede haber algo peor, aunque tampoco me importa. ¿Qué estará haciendo el tío Naruto? Desde que llegué del Ichiraku no puedo sacarme de la mente el rato tan agradable que pasé con él, ojalá se repitiera mañana, el tío Naruto siempre me hace reír con sus ocurrencias. Mi padre por otro lado, solo piensa en castigarse por algo que ya quedó en el pasado, lo dije y lo sostengo, es un idiota. Lo mejor será dormir ya, mañana tal vez nos asignen una misión y no quiero llegar tarde o Bolt me soltará uno de sus absurdos discursos de la puntualidad. Mientras voy cerrando los ojos, mi último pensamiento se reduce a la imagen del tío Naruto sonriendo contento, me recuerda a un niño.

¡Hasta aquí!

Bueno, espero que les haya gustado el cap, me quedo bastante largo en comparación con los primeros caps de mis otros fics. Como dije solo me basé en una idea de una posible relación entre Naruto y Sarada, ya saben, la típica relación de una menor y un hombre maduro. A la trama le voy a ir sumando varios giros que no los ven venir. Como vieron en este cap, tanto Naruto como Sarada se sienten muy solos y hay una buena razón como vieron, no crean que solo fue por hacerlos solitarios. Para Sarada fue que su padre se fue a buscar su redención y Sakura se obsesiona con su trabajo. Para Naruto fue que su trabajo poco a poco fue matando su relación con su familia y ahora ya ni atención le prestan. En fin, espero les haya gustado este primer cap. Solo una advertencia, la relación entre Naruto y Sarada no se va a dar de la noche. Adiós y cuídense mucho. Y recuerden, no odien a su escritor favorito, que quizás no sea yo, que como ya les he dicho muchas veces, si una idea se cruza por mi mente, me atormenta hasta que la escribo, que bueno que no pasa demasiado seguido.