Y empezamos la semana Korrasami! A disfrutarla y felices vacaciones a todos.
Procuraré entregar un fic por día, pero no puedo asegurarlo, ya que tengo algunos temas en blanco y otros ya terminados. Así que unos seran un poco mas extensos que otros. Bueno, ¡comencemos!

Cabe mencionar que, exeptuando el día 4 [Spice], todos los fics serán clasificacion T.

Fecha: Día 1 (Marzo 30)

Tema: PRIMER BESO

Titulo: Fruta espiritual.

El resplandor de lo que podía considerarse el amanecer del Mundo Espiritual le pegó de lleno en el rostro. Asami se despertó bostezando y, por primera vez en cuatro días, con calma. Los primeros habían sido difíciles, puesto que esas vacaciones parecían un sueño sacado de un cuento de hadas, así que cada despertar podía ser abrumador hasta que su cerebro por fin se acostumbró. Junto con Korra, su guía y mejor amiga, habían explorado tantos sitios que la ingeniero debió anotarlos en su diario por temor de olvidar el más mínimo detalle.

Pero las cosas no habían resultado del todo perfectas en cuanto a su relación personal. Cuando Korra la invitó a tomarse esas vacaciones no dudó en pedirle conocer ese lugar que siempre la evadía, deseando tiempo a solas con ella en un sitio que podría considerarse inalcanzable de otra manera. Cuando entraron al portal, cuando se vieron a los ojos mientras sus dedos se entrelazaban por largos minutos... Creyó que por fin Korra había notado que la joven heredera sentía por ella algo más que simple amistad. Por un segundo pensó que esa barrera que las separaba se había venido abajo y por fin sus vidas se habrían entrelazado.

Pero al parecer entendió mal las señales.

Su compañera de viaje estaba recostada a su lado, dándole la espalda y descansando el rostro en el dorso de sus manos en una posición que le hacía recordar un bebé. Inspiraba tanta ternura que con cuidado le acarició el cabello antes de levantarse, conteniéndose de besarle esas mejillas de caramelo. Notó mientras se ponía su chaqueta de piel que en medio de ellas había una mochila que seguramente Korra había colocado en la noche para evitarse invadir el espacio personal de la otra chica. Eso se debía a que los dos días anteriores había despertado abrazando a la pelinegra por la espalda. A Asami no le molestaba, por el contrario, se sentía bien, protegida y amada. Pero Korra no parecía compartir los mismos sentimientos.

Mejor se sujeto el cabello en una coleta y se aplicó un poco de maquillaje antes de reanimar los restos de la fogata de la noche anterior. Tomó una pequeña tetera de metal, apenas lo suficientemente grande para procesar el té de dos personas. Viajaban ligeras y las raciones de alimento vitaminado las combinaban con frutos del mundo espiritual, era lo necesario para sentirse satisfechas. A pesar de que Korra aseguraba que podían prescindir de cualquier tipo de comida, Asami no quiso arriesgarse. Además ninguna de las dos podía empezar la mañana sin una humeante taza de té caliente. Se alejó del lugar, bajando con cuidado por una colina, escoltada por un grupo de pequeños espíritus que parecían seguirle a todas partes, sintiendo curiosidad natural por la humana, pero guardando silencio y conformándose con observar. La chica colocó el recipiente en las corrientes del rio, mirando con nostalgia las hierbas y juncos de colores brillantes que adornaban las orillas. No notó el trascurso del tiempo, tan embebida en sus pensamientos estaba, aun intentando descifrar si el sentimiento que abrigaba por Korra sería alguna vez correspondido.

-¿Asami, todo bien?

La voz de Korra la sobresaltó y tetera estuvo a punto de caer al agua. La sujetó en último momento y la llenó casi en sus totalidad con las cristalinas aguas del río antes de ponerse de pie.

-Todo perfecto. Solo me perdí un momento apreciando el paisaje. -Sonrió notando como su amiga aun no despertaba del todo. Tenía su corto cabello algo revuelto y los ojos entrecerrados, aun sacudiéndose la pereza. La pelinegra suspiró hondo moviendo la cabeza de un lado a otro al tiempo que avanzaba hacia ella.- Ven, dormilona. Hoy preparare el té.

El avatar extendió su mano hacia la otra chica, quien la tomó para conducirla de regreso al improvisado campamento. Varios espíritus escudriñaban entre sus sacos de dormir y mochilas, sin realmente tomar nada. Korra había dejado bien en claro lo que les pasaría a los que sorprendiera tomando cosas prestadas sin permiso. Asami dejó que Korra tomara asiento sobre la revoltura de mantas donde había pasado la noche para que terminaba de despertarse, apurándose después a colocar la tetera encima del fuego. Habían permanecido gran parte de la noche despiertas conversando sobre todo y nada a la vez. No habían tocado temas escabrosos, como el fallecimiento de Hiroshi o qué pasaría con Kuvira una vez que fuera llevada a juicio. Ya tendrían tiempo de sobra al regresar.

De momento solo querían disfrutar de las experiencias que el ofrecía el Mundo Espiritual, que a diario les traía una nueva sorpresa. El viaje había sido un éxito que les había hecho olvidar los problemas del Mundo Físico y Asami estaba profundamente agradecida con Korra por esta única oportunidad.

Pero también estaba un poco molesta y lo acababa de notar mientras alimentaba el fuego con algunas ramitas secas. ¿Exactamente que estaba ocurriendo con ellas dos? Cuando entraron al portal todo parecía perfecto. Pero una vez del otro lado Korra se distanció notablemente. Dormían juntas, pero hasta en el lecho parecían evitarse. Nuevamente recordó el primer día que Asami había despertado en los brazos de Korra: la incomodidad del Avatar podía palparse hasta en el ambiente, lo que ocasionó que la ingeniera mantuviera su distancia por bien del mismísimo Mundo Espiritual. Ahora hasta temía perturbarla.

-¡Gracias, cosita bonita! -Las mejillas de Asami se ruborizaron con la voz de Korra a su espalda. Ese cumplido había sido demasiado directo y en general se sintió extraño. Hasta el coraje se le había desaparecido de súbito.

-De... de nada, Korra... yo... -Giró su cuerpo para encontrarse con la morena cargando en brazos un espíritu no muy grande, de color verde, con seis extremidades sin dedos visibles y unas hojitas en la cabeza que aparentaban ser orejas. Un silencio sepulcral cayó en medio de las chicas al notar el incómodo momento. Era más que obvio que ese halago no era para la ingeniero.

-Este... es el espíritu del que te conté... El que me llevó a Toph y... ¡Mira! ¡Nos trajo un durazno lunar crecido en este mundo! -El Avatar al fin recuperó el habla, aunque de manera torpe, mostrando el fruto colocado sobre las mantas. No era como los que se producían en el Mundo Físico. Este era mucho más grande y fragante, su cascara era de apariencia tersa y de varios tonos rosados. El espíritu bajo de un saltito del regazo del Avatar, claramente no entendiendo el porqué el ambiente se había vuelto pesado. Tomó la fruta y torpemente avanzó hacia la pelinegra, quien le permitió acomodarse en sus piernas. Levantó con un poco de dificultad el durazno, ofreciéndolo a Asami.

-Gracias... Eso fue muy amable de tu parte. -Recibió el alimento con ambas manos, sonriéndole al pequeño nerviosamente. Realmente era una cosita muy linda. Después su atención se volvió totalmente al objeto en sus manos, girándolo y acariciándolo con sus dedos desnudos: era simplemente un fruto único. Korra aun apenada por el incidente que acaba de ocurrir gateo el par de metros que las separaban para sentarse a su lado, atenta a la manera que tenía la pelinegra para observar cada detalle.

-Pruébalo, el me contó que es el mejor alimento de este mundo. -Le indicó a su amiga pensando que en cualquier momento se pondría de pie para buscar su diario para tomar notas.

-¿El pequeño te lo dijo? -El espíritu afirmó moviendo la cabeza. -¿Cuándo? No te escuche hablar cuando llegó.

-Oh, porque eso fue anoche mientras te bañabas en el río. -De hecho el Avatar se había quedado tirada en su saco de dormir luchando contra la ansiedad de ir a ver porque Asami tardaba tanto cuando en realidad solo tenía curiosidad por verla. Estuvo a punto de ponerse de pie pensando en que lo mejor sería gritarle si todo estaba bien o si no ocupaba algo, pero su verde amigo se presentó, neutralizando cualquier plan.

-El Avatar Korra se veía muy triste y le prometí traer algo para las dos. -El pequeño estaba expectante de las acciones de las chicas, casi parecía ansioso para que comenzaran a comer. Asami observó al Avatar con consternación.

-¿Porqué estabas triste, Korra? -Preguntó al fin. Se notaba desanimo en su voz, aunque lo trataba cubrir con una pequeña sonrisa.

-¡No estaba triste! ¡Estaba inquieta! -Frunció el ceño jugando con sus dedos, bajando la cabeza para evadir la mirada de esos dos. -Tardaste en regresar y... admito que pensé en asomarme a ver si no ocupabas ayuda con algo.

-Sí, eso es verdad. Yo la vi caminar hacia el río y... -Korra tomo al pequeño y le colocó la mano en la boca, evitando que hablara de mas.

-¡Hahahaaaa... es como un niño! -Asami levantó una ceja mirándola acusadoramente. Korra bajó la mirada sentando al espíritu de nuevo en su regazo. Sus mejillas estaban muy rojas. -Perdón, no lo vuelvo a hacer...

Nuevamente silencio. Korra sentía que la ingeniero estaba molesta por el atrevimiento y Asami se preguntaba por qué rayos simplemente no le había pedido bañarse juntas. Jugó con el fruto entre sus manos y terminó levantándolo con una mano hacia Korra.

-Muerde. -Asami sin verla al rostro le acerca el durazno a los labios. Korra se sorprende y traga saliva. Afirma con un ligero movimiento de su cabeza y sujeta la mano de la pelinegra con las propias para poder hundir sus dientes en la tersa piel del fruto. El sabor era incomparable y la textura de la piel, la carne... simplemente era delicioso. Tomó un trozo demasiado grande de un solo mordisco, así que masticó lentamente alejándose unos centímetros, cubriéndose apenada la boca con ambas manos. Confundida vio como el espíritu verde sonreía y aplaudía, lo cual llamo la atención de ambas.

-Está muy entusiasmado solo por una fruta, pero si que esta rico. -Korra sonrió limpiándose con un dedo la miel que alcanzó a gotear hasta su barbilla después de haber dado cuenta del bocado. -Anda, Asami, pruébalo.

-¡Ah... si! ¡Claro! -Estaba tan empapada observando la miel deslizarse por la piel de la morena, que sólo los espíritus saben porque no se le arrojó encima para probar el néctar directamente de sus mejillas.

-¡No es una fruta cualquiera! -Dio más saltos de alegría cuando la pelinegra probó el fruto, aunque a diferencia de Korra, daba mordiscos más pequeños y cuidadosos, casi analizando cada partícula.

-Bueno, el sabor es delicioso, así que no lo voy a negar. -Tímidamente le extendió de nuevo el durazno a Korra, deseando que no se lo quitara de las manos. Se acababa de dar cuenta lo mucho que le gustaba que el Avatar lo comiera de sus manos. -Es algo único... ven, come más.

-¡Claro que es especial! ¡Es el Fruto de los Amantes! -El espíritu levanta las manitas triunfalmente al ver que las dos chicas han comido. Ambas se quedan paralizadas. Asami siente un nudo pasar por su garganta y sus manos tiemblan. Korra las sujeta, evitando que el fruto termine en el suelo. El pequeño con voz de experto baja al suelo, tosiendo para aclarar la voz antes de recitar una frase que aprendió de memoria. -Es bien conocido en el mundo espiritual que... "Cuando dos seres que se aman y están destinados a estar juntos por el resto de su existencia comen del mismo fruto, su semilla se convertirá en una piedra preciosa que reflejará el alma de los amantes." ¡Estoy seguro que será la piedra más hermosa de todas!

-¿E... eso es solo una leyenda... no? -Asami seguía temblando. Ahora no estaba segura de lo que estaba ocurriendo. En sus manos tenía la respuesta a todas sus dudas, pero no sabía si quería responderlas. Las manos morenas que le sujetaban las propias apretaron un poco. Levantó la mirada y sus orbes de jade se encontraron con los zafiros del Avatar.

-Nada cuesta comprobarlo. -Sonrió tiernamente y se inclinó para comer más del fruto sin quitar la vista de los ojos de la ingeniero. Asami hizo lo propio, comiendo despacio y no atreviéndose a romper el lazo de su mirada, deseando que el fruto desapareciera para probar los labios de Korra. De repente se detuvo cuando su lengua rozó una superficie sólida en el interior del durazno. Korra sabiendo que ocurría no deseo esperar a terminarlo de comer para usar sus pulgares y separar la pulpa, derramando miel sobre las manos expectantes de Asami.

Los rostros de ambas se volvieron sombríos cuando el objeto cayó en las palmas de la ingeniero. Era una semilla normal, un poco más grande de lo habitual, pero común y corriente, de textura gruesa y arrugada. El espíritu se vio consternado al darse cuenta de lo sucedido, tomándola para examinarla por todas partes.

-¿Tal vez tenían que comerse todo? ¿Tal vez hay que dejarlo al sol? -Asami les dio la espalda para quitar la tetera del fuego, notando que ya se había consumido más de la mitad del agua.

-Korra, no alcanzara para las dos. ¿Puedes traer un poco más mientras hago la infusión? -Asami le sonrió a la morena, quien se puso de pie fingiendo que nada había ocurrido. Tomó su cantimplora de piel de entre sus cosas.

-¡Claro! No tardo nada. -Y se apresuró trotando hacia el río, dejando solos al espíritu y Asami.

-¡No lo entiendo! Algo salió mal... -El pequeño se había sentado al lado del fuego aun examinando el objeto en sus manitas, girándolo tratando de notar algo.

-Déjalo así, pequeño. Seguramente se necesita que las dos personas sientan amor... no solo una. -Colocó una bolsita de hierbas dentro de la tetera mordiéndose el labio inferior, pero las lagrimas la traicionaron.

-¿No amas al Avatar Korra? -Preguntó el espíritu colocando una manita en la rodilla de la ingeniero, tratando de reconfortarla.

-La amo más de lo que jamás eh amado a alguien en toda mi vida... -se limpió los ojos con el dorso de su mano.- Pero supongo que ella no siente lo mismo... En fin, ya estoy acostumbrada a esto.

-Pero no puede ser... El Avatar Korra dijo que sentía algo por ti.

-El cariño de amigas no es lo mismo que el amor de pareja. Pero gracias por intentarlo... -le acarició la cabeza y tomó la semilla que aun sostenía el pequeño en su mano. La observó largo rato con dolor y sin pensarlo la arrojó a las brasas. Apoyando sus brazos en las rodillas en silencio solo se dedicó a observar las llamaradas danzar en la fogata, tratando de hacerse a la idea de que el destino se empeñaba a negarle un poco de amor. La mañana hasta esos momentos había sido agradable, la brisa fresca y el cielo lucía limpio y de un color azul tan hermoso como los ojos de Korra. Pero ahora, nubes oscuras comenzaban a formarse en sus cabezas, tiñendo de tonos lúgubres los alrededores. Hasta el diminuto ente que la acompañaba pareció temblar de miedo. Asami se puso de pie, sabiendo que esto era causa de Korra. Asami lo tomó en brazos para colocarlo en una bolsa de dormir, buscando protegerlo de alguna manera. -Quédate aquí. Buscaré al Avatar.


Korra había llegado corriendo a la orilla del río y se dejó caer de rodillas sujetándose el rostro con las manos. Estaba equivocada. Pensó que la pelinegra sentía algo más. Que los años habían forjado, a pesar de la distancia, algo más fuerte que una amistad. Ella misma se lo había confesado al pequeño espíritu la noche anterior, deseando compartir con alguien eso que le estrujaba el pecho: El amor que profesaba por Asami y el sentir que no era correspondida.

Dejó a un lado la cantimplora, sentándose para abrazar sus rodillas, incapaz de controlar el llanto. La oscuridad comenzó a rodearle y por más que intentaba no caer en la tristeza, era imposible. Lo mejor sería empacar todo y regresar al Mundo Físico antes de provocar una tragedia.

Unas manos se apoyaron en sus fornidos hombros, logrando arrancar un estremecimiento en sus músculos. Ocultó el rostro para evitar que su amiga viera el estado en el que se encontraba.

-Korra... tranquila. -La voz de Asami era suave, logrando calmarle lo suficiente para asomar la mirada.

-Perdona, Asami... creo que arruinare las vacaciones por una estúpida leyenda... -Se limpia los ojos con el antebrazo, pero las lagrimas se niegan a dejar de fluir. La otra chica le abraza por los hombros, sentándose junto con ella. Ese contacto era tan doloroso. Era tener tan cerca a la persona por la que se puede dar hasta la vida, sabiendo que jamás llegara a sentir lo mismo.

-Korra, no me importan las leyendas... o las tradiciones... solo tu... -El Avatar levanto la mirada. Ahí estaba a escasos centímetros de ella el rostro de su mejor amiga. Sus ojos de jade reflejaban tanto dolor como el que ella misma sentía en su corazón. Una mano de marfil le acarició la mejilla sonrojada por el llanto, limpiando sus lagrimas. -Siento no ser la persona que deseas.

Separó los labios deseando explicarle que por el contrario, era ella la única persona con la que deseaba pasar el resto de sus días. Pero se vio impedida a hablar. Los labios de Asami se colocaron delicadamente sobre los propios de manera temblorosa. El contacto fue de un par de segundos y cuando Korra sintió que estaban a punto de separarse, la siguió intensificando el beso al tiempo que entrelazaba sus dedos. Los labios comenzaron a moverse, haciendo recíproco el momento por instantes que les parecieron placenteramente eternos. Podían probar aun el sabor de la miel del fruto que por un momento les causó a ambas tanto dolor y que ahora no les importaba. Solo deseaban permanecer así, unidas hasta que el aire les faltó.

Las nubes comenzaron a desvanecerse, nuevamente la luz las bañó y un gentil viento sacudió sus cabellos. Ambas apoyaron sus frentes mientras los colores retornaban a su alrededor y de varios escondites, los espíritus regresaban a curiosear el, para ellos, extraño comportamiento del Avatar y la No Maestro.

-Te amo, Asami... -Los labios de la morena apenas y se despegaron de la pelinegra mientras pronunciaba esas palabras que tanto tiempo se había guardado.- Con leyendas y sin ellas... y aunque el destino se niegue... juro por mis predecesores que, aunque no me ames como yo a ti, te haré la mujer más feliz del mundo.

-Korra... -La miró a los ojos, limpiando después sus lagrimas con pequeños besos.- Con solo escucharte decir eso, ya me has hecho la mujer más feliz. Te amo.


El pequeño espíritu se mantuvo sentado dentro del saco de dormir, aun pensando que había salido mal. El cielo se despejó, así que con tranquilidad renovada se puso de pie notando que la luz era aun más brillante que hace unos minutos. Un pequeño destello proveniente de la fogata le hizo apresurarse hacia las llamaradas que ya se habían extinguido, dándose cuenta que el reflejo provenía de la semilla que la ingeniero había arrojado al fuego. Le costó trabajo pero con ayuda de una varita logró retirarla de entre los rescoldos. La cáscara se había carbonizado y una parte se había desintegrado, dejando al descubierto algo en su interior. Con prisa la colocó dentro de una taza de metal, corriendo luego a tropezones por la pradera hasta encontrar a las chicas.

La observó a la distancia. Ambas compartían caricias y besos tiernos, incluso algunas risas a pesar de tener los ojos rojos por el llanto pasado. Korra avergonzada explicaba su comportamiento de esos días, atribuyéndolo a los nervios. Asami por su parte se disculpó al haberse distanciado cuando notaba ese nerviosismo.

-Es que ese primer día que despertaste abrazándome... pensé que el cielo se iba a incendiar. ¡Todo se puso tan rojo! -Reía y depositaba un beso en la nariz de la morena.

-Lo... lo sé, hasta yo me asusté un poco. -Se rasca la mejilla avergonzada.- Pero no respondo si vuelve a pasar... es decir, si no te molesta, desearía dormir sin la mochila en medio.

-Cariño... si vuelves a colocar algo en medio de nosotros esta noche, yo misma seré la que ocasione una catástrofe. -Lo dice con una sonrisa pícara y Korra, incapaz de aguantar esa expresión vuelve a besarla con intensidad. Asami se recuesta en el pasto recibiendo el afecto de la otra chica, sintiendo como sus labios ahora pasan a su barbilla, obligándola a voltear el rostro, topándose con una carita verde que les observa con una taza de metal en las manos. -Ko... Korra... tenemos compañía...

El Avatar suelta a Asami, permitiéndole sentarse nuevamente. Se limpia el labial que ahora le mancha la boca notando que al parecer tendrá que advertir a su amiguito, de la misma manera que lo hizo en cuanto a tomar sus pertenencias sin permiso, sobre no interrumpirlas mientras hacían algo que no estaba segura de cómo explicarle. Pero el pequeño no estaba ahí para recibir explicaciones que de todas maneras no comprendía gracias a la emoción. Colocó el contenido de su taza en las manos de Korra, quien por un momento no estaba segura de lo que debía hacer hasta notar el brillo en una grieta del objeto.

-Es... ¡Es verdad! Que torpe soy... -Korra retiró los restos de cáscara carbonizada, aun calientes y su rostro se iluminó. Muy tarde recordó una de las muchas cosas que había aprendido con los monjes de Tenzin cuando los veía cultivar en la Isla del Templo de Aire sus alimentos. Extendió la mano hacia Asami colocando algo cálido en su palma. -La verdadera semilla está protegida por una cascara... nos faltó buscar el verdadero tesoro en el interior.

-Korra... -Una piedra preciosa ovalada yacía en su mano, como un trozo perfecto de cristal obscuro. En su interior remolinos de rojos carmesí y azules celestes se entrelazaban como si se tratara de una galaxia en miniatura. Fascinada y con la alegría desbordando su corazón la levanta y la detiene justo a la altura del cuello de la morena, quien le sonreía de igual manera. -Será un hermoso collar matrimonial para mi hermosa esposa.

-Asami... -Las mejillas de Korra se encendieron y tomándole la mano con la que sostenía la piedra, unió nuevamente sus labios aceptandola.