Hola personas.
Que gusto compartir todo esto con ustedes. Como última parte ya de esta historia les dejo este pequeño epílogo, que como les digo, no es muy grande pero igual espero lo disfruten mucho.
Pasen una bonita vida. Hasta pronto.
Epílogo.
─Les traemos ante ustedes la historia de cómo se conocieron Marceline Abadeer y el gran amor de su vida, Bonnibel Glum, contada por la mismísima cantante.
Marceline: Yo conocí a Bonnie en una fiesta a la cual ella no quería asistir, debo agradecer a Keila que fue quien la obligó a ir, estuvimos hablando y empezamos a vernos porque ella dijo que tocaba el piano, y bueno, creo que todo mundo sabe que amo la música. Fue unos meses después cuando me di cuenta que me había enamorado y honestamente pensaba que ella también de mí pero para mí mala suerte ella tenía pareja y yo no quise intervenir ni ella quiso que lo hiciera. El tiempo pasó y Fionna, quien estaba en el hospital, salió al fin solo para dar paso al horrible accidente que dejo a Bonnie con amnesia y en el cual falleció su pequeño hermano Gumball. La verdad es que se recuperó bastante rápido y comenzó a recordarlo todo pero otra tragedia llego a su vida cuando Fionna falleció pues al parecer no se encontraba bien como nos había hecho creer; entre unas cosas y otras Bonnibel se enteró que le había estado ocultando la muerte de su hermanito por lo que no quiso ni verme en ese tiempo. Estaba muy mal por eso por más que ella me quisiera lejos no pude dejarla sola y después de prácticamente obligarla a escucharme, me perdono. Tiempo después conocimos a una niña, ella no quería quedarse con su hijo porque era muy chica y pensaba algo como "mi mamá va a matarme" así que Bonnie y yo tomamos la mejor decisión de nuestras vidas y terminamos adoptándolo. Creo que no he tomado ninguna otra decisión tan buena en mi vida como esa.
En-Entre-Entrevistador: Todo lo que vivieron para llegar a la felicidad que tienen ahora fueron grandes proezas, Marceline, cuéntame ¿Ustedes escogieron el nombre del pequeño?
Marceline: Sí, decidimos ponerle Gumball en honor al hermano, que en paz descanse, de mi esposa.
Entrevistador: Muchas gracias por la entrevista. Ha sido un honor que hayas decidido contárnosla a nosotros.
Esta historia es un ejemplo de que cualquier obstáculo puede ser superado si hay amor.─ leía un pequeño pelinegro.
El niño se encontraba sentado en el sofá con las piernas flexionadas y una revista sobre ellas. Estaba muy emocionado con la lectura hasta que termino de leer la nota sobre las personas que más quería en el mundo. Una vez hubo terminado se levantó del sillón y corrió a la mesa donde se encontraba la pelinegra con una taza de café en la mano.
Los shorts negros y flojos que siempre llevaba, el niño, para dormir y su camiseta blanca con notas musicales le daban el aspecto perfecto como hijo de las dos protagonistas; sin contar que siempre iba descalzo mientras estuviera en casa, al igual que Marceline, cosas por las que de vez en cuando se ganaba una buena regañada por parte de la pianista.
─ ¡Mira, mamá! Sales en esta revista.─ le informó mostrándole la hoja de la nota.
─ ¿Leíste todo lo que decía?─ preguntó acariciándole el cabello.
─Sí, lo leí todo.─ se mofó el niño.
─Que inteligente niño tenemos ¿No crees, Bonnie?─ le preguntó a su pareja quien venía saliendo de la cocina con la comida.
─Por supuesto que sí. Ahora siéntate, Gumball, vamos a comer.
─Sí, mami.
El pelinegro de ojos azules de apenas seis años de edad se trepo como pudo en uno de los altos banquitos, que normalmente usaban para cuando comían en la barra del comedor, y se acomodó sonriente con los pies colgando y la revista en la mesa a un lado de su plato.
Cada vez que lo veían las chicas no podían negar que habían hecho la mejor elección al haberlo adoptado. Ese pequeño era lo más maravilloso que tenían y era lo único que lograba darle sentido a sus vidas. Además también los padres de la pelirrosa se habían encariñado mucho con él.
Sonó el timbre de la casa, y antes de que alguna de las dos pudiera levantarse, Gumball ya estaba abriendo la puerta.
─ ¡Abuelitos!─ gritó el pequeño lanzándose a los brazos de la señora mayor quien lo recibió con gusto.
─Mamé, creí que no vendrían hasta mañana.─ se sorprendió Bonnibel llegando con ellos.
─Bueno, ya teníamos muchas ganas de ver a nuestro nieto.─ explicó un hombre canoso y mayor entrando a la casa.
─Es un gusto verlos de nuevo, suegritos.─ saludó la cantante.
Un ligero gruñido hizo que todos voltearan a ver al niño que seguía en los brazos de su abuelo, el cual al verse observado por todos ni siquiera se inmutó y preguntó.
─ ¿Podemos ir a comer ya?
Todos rieron por el comentario y obedecieron la petición del pequeño. Se respiraba un hermoso aire familiar en la mesa y la rockera no dejaba de pensar que nada en el mundo, ni siquiera cuando en sus conciertos la aclamaban todos sus fans, podía ser mejor que estos momentos. Lo más dulce del día era saber que podía estar en casa acompañada de su hijo y de su esposa ¿Y por qué no? También de sus suegros.