Según lo prometido.
Gracias a todos por todo y besotes.
EPÍLOGO
Su mujer iba a enfadarse. Y mucho…
Llegaba tarde a su cena de aniversario, y encima no venía solo. Ella se le había acercado en el aparcamiento, y le había perseguido hasta el coche. Cuando abrió la puerta y le dio la espalda, ella aprovechó para subirse al coche y él no había podido convencerla para que se bajara. Se quedó allí sentada, mirándolo con sus hermosos ojos negros, y él no tuvo corazón para obligarla más. Así que se fue con ella…
Kyoko lo iba a matar…
Hacía poco que se habían mudado a una casa con jardín, quizás un poco grande para ellos dos, pero Kuon confiaba en que eso solo sería una cuestión de tiempo. Pero ahora tendría suerte si Kyoko le volvía a dirigir la palabra…
La encontró en el salón, con la mesa hermosamente dispuesta, y las velas encendidas mostrando que ya llevaban un tiempo así…
- Kyoko…
- Kuon…
Podía sentir el aire helado moviéndose por la habitación. Pero todo estaba cerrado. No había ventanas ni puertas abiertas...
- Perdona el retraso…
- Ya me dirás tú…
- Kyoko… Escúchame, por favor. No vengo solo.
- ¿Cómo?
- Ella… Ella subió al coche, y yo simplemente no pude dejarla ir… Algo dentro de mí me lo impidió…
- ¿Kuon? ¿De qué estás hablando?
- Por favor, amor mío, no te enojes ¿sí?
- ¿¡Qué!?
- Está esperándonos en el coche.
- Pero Kuon ¿cómo se te ha ocurrido? ¿Estás loco?
- Kyoko, no… Ven conmigo. Yo…, yo quiero que vivamos los tres aquí.
- ¡Kuon!
- Por favor, quiero que la conozcas…
- ¡Pero Kuon! ¡Ni loca! Dios mío, no puedo creer que tú…
Y entonces la vio. Las palabras que estaba a punto de pronunciar murieron en sus labios cuando sus ojos se encontraron con los suyos. Flechazo. Sí, señor, eso fue un flechazo…
- Kuon… Es… es preciosa…
- ¿Verdad que sí?
- Sí…
Por sus ojos se deslizaba una lágrima furtiva.
- Entonces ¿puede vivir con nosotros?
Kyoko le suelta un manotazo en el brazo.
- Auch…
- Pues claro que sí, Kuon. Cómo se te ocurre que voy a dejarla marchar…
- Eso duele… Kyoko, tenemos que trabajar en tus formas de expresión…
- Pues bien que anoche no tenías queja de mis formas de expresión…
- Hmm, no… Tienes razón… Te expresaste muy muy bien… Te expresas perfectamente…
Kyoko chasquea los dedos un par de veces delante de la cara de su marido.
- Kuon, vuelve… Te necesito aquí.
- Bueno, primero tendremos que bañarla y desparasitarla.
- Y ponerle nombre. Y darle de comer. Y llevarla al veterinario, y ponerle el chip, vacunarla, hacerle la cartilla, conseguirle una correa…
- Kyoko, cariño, para… Baja la velocidad. Iremos paso a paso. Ahora haremos las presentaciones…
- Sí, sí… Tienes razón. Es que… siempre quise tener perro, Kuon… Siempre… Y yo…, yo quiero que mi hijo se críe con ella…
- Pues claro que sí, amor.
Kyoko calla y espera, "Uno, dos…, y tres… Ya".
- ¡¿QUÉ HAS DICHO?!
- Hmm… ¿Que siempre quise un perro?
- ¡No, Kyoko, lo otro! ¡LO OTRO!
- Ah, eso… Sí, Kuon, pues verás, la familia va a aumentar…
Kuon suelta una carcajada y la alza para dar vueltas con ella en sus brazos. Cuando por fin el vértigo se detiene, se lanza a su boca. Y solamente cuando considera que ya ha expresado apropiadamente la emoción que siente, se separa de sus labios.
- ¿Te he dicho lo feliz que me haces?
- Hmm, desde esta mañana no…
- Feliz aniversario, amor mío…
- Feliz aniversario, cariño…
- Ahora... -deja salir de su pecho un largo y profundo suspiro de felicidad-. Ahora encarguémonos de esta linda señorita y después vamos a ver esas formas tuyas de expresión… Hmm, aunque yo empezaría por ver tus formas al natural, sin ropas que estorbasen…
- ¡Kuon!