El Análisis antes de una Muerte.

Los días en el castillo parecían pasar en esa eterna sucesión que no augura nada nuevo, las estaciones y el tapiz de los escenarios conocidos estaba inalterable. Los primeros días los pasamos en la carga de las clases, sin que en realidad se alterara la paz consensuada entre nosotros. Apenas nos dábamos cuenta de que éste era el primer año desde que entramos, en el que no conocíamos una estricta vigilancia sobre nosotros propiamente, un momento en donde todas las cartas habían sido echadas y cada quien podía comportarse como mejor quisiera.

Lo tomábamos de diferentes maneras. Vi a Theo y Victoria pasear por los Terrenos del Colegio en compañía mutua, como si su matrimonio los hubiera salvado finalmente de esconder a todos el lazo que evidentemente los unía, sin sorprendernos demasiado; puede que ellos no pareciesen demasiado cercanos en los años anteriores, pero, al menos nosotros, los chicos, siempre supimos la velada predilección que tenía él por ella, la manera en que solía guardarnos secretos acerca de quien era la que le robaba los pensamientos o el humor cuando estaba en ese furor frío que habíamos aprendido a evitar. Les tomé el pelo acerca de ello cuando estaban en la Sala Común pero, al darme cuenta que se limitaban a sonreír o a devolverme las bromas, comprendí que estaban todo lo felices que podían ser.

Pansy estaba muy ocupada siguiendo los chismes y las tendencias del momento, acercándose mucho a Anne y se les podía ver a ambas riéndose de cosas que sólo ellas entendían. Como siempre, la mirada de Gregory estaba puesta sobre la primera, las manazas estrujadas en la angustia propia de alguien que sabe que ama pero no encuentra la manera de expresarlo. Yo, que sabía bien el secreto que guardaba Goyle, lo animaba para acercarse y observaba la simpática y a la vez patética manera en que su vacilante cerebro urdía formas de llamar su atención. Hasta cierto punto, a mí me molestaba la actitud de Pansy, ya que ella sabía tan bien como yo que él estaba muy enamorado, y sólo la parte retorcida de su carácter podía hacer que le diera alas en el modo en el que le sonreía o bajaba las pestañas, no seriamente, sólo jugando. Tal vez sea sorprendente que a mí me interese algo como eso, pues los que me conocen saben que no soy una persona sentimental o respetuosa de las emociones de otras personas, pero a veces la actitud de ella me recordaba a Draco y aquella herida era demasiado grande para ser soportada.

Llegados a este punto, al menos parecía que el rubio que me robaba los pensamientos estaba más tranquilo. Su misión, aceptada de buen grado, le revelaba ahora sus dificultades y podíamos ver a Draco en su habitación o en la Sala Común mirando al fuego, pensando en todas las variables en las que él podía llevarla a cabo. El problema no era el torrente de ideas, sino la dificultad de llevarlas a la práctica y, con frecuencia, también podíamos ver como Draco arrojaba cosas o gritaba, enfurecido, porque no lograba lo que tan arduamente necesitaba. A excepción de Crabbe y Goyle, a veces, no nos inmutamos: porque conocíamos a Draco desde hacía seis años y sabíamos que se le pasaría en cuanto necesitara algo o se le proporcionara una actitud alternativa. A veces era Astoria Greengrass, su flamante novia, la que lo hacía sonreír, pero como eso me ponía de tan malhumor como Theodore cuando veía a Victoria con otros muchachos, evité mirar las evoluciones de su romance.

Daphne estaba al corriente de mi zozobra. Desde que compartimos la cama en la noche de navidad del cuarto año, poco a poco había ido ganándose mi confianza y, aunque no éramos tan cercanos como Theo y yo o Draco y yo, cierto es que podía contarle algunas cosas con más libertad de la que me permitía normalmente. Mi madre me enseñó que debía ser reservado en la exposición de mis sentimientos más profundos, ya que la gente suele utilizarlos en tu contra para lastimarte y era una lección demasiado bien aprendida, pero Daphne no era muy buena con las intrigas, al contrario que las otras chicas de Slytherin y de su cariño por Draco podía comprenderme, pues los celos la asatearon también por el mismo motivo cuando estuvo prendada de mi mejor amigo. En cierto modo, el que habláramos de ello resultaba un gran alivio, no sólo por la comprensión que nos teníamos, sino porque ella era capaz de ser ecuánime y objetiva allí donde mi sentimiento no me permitía analizar las cosas correctamente, además de que nunca evitaba mi continua vuelta al punto, postura que Theodore siempre tomaba y que me exasperaba continuamente.

Aquí quisiera desviarme un poco para compararlos. Siempre he tenido esa manía de analizar a las personas que están a mi alrededor, no para tener un perfil psicológico ni porque me preocupe excesivamente por las personas, sino porque esa es la arma principal de un slytherin. Un gryffindor puede ganar por un golpe arriesgado (o perderlo todo estúpidamente) un ravenclaw resolverá un acertijo por la sola fuerza de su intelecto y Hufflepuff se tardará más en su esfuerzo pero perserverá y lo conseguirá, pero una persona que se precie de estar en la casa verde siempre utilizará la astucia que lo caracteriza para salir de situaciones escabrosas. Es por eso que a nosotros se nos da mejor las actividades de espía y estrategia mejor que otras más onerosas y menos complejas: todos estamos acostumbrados, en mayor o menor medida, a manejar los hilos de la telaraña social que se teje a nuestro alrededor.

Pero volvamos a Theo y Daphne. Desde que tenía cinco años, a los que mi memoria se remonta, siempre encuentro a mi lado al presumido y hasta cierto punto encantador Draco Malfoy y al callado pero extremadamente inteligente y ligeramente cínico, Theodore Nott. Nuestros padres se conocían de muchos años en la misma forma en que nosotros nos fuimos conociendo, pero siempre supe que mis amigos tenían sus pros y sus contras y servían para esto mejor que para lo otro, por decir algo, y yo debía estar extremadamente consciente de sus puntos altos y bajos para el día en que ocupáramos un lugar en el séquito del señor Tenebroso.

Cierto, mi madre no estaba de acuerdo en que yo siguiera estos pasos, pues nunca ha sido partidaria de ninguna terrible fidelidad, pero Draco ya tenía planeado que hiciéramos un equipo para ganar en cualquier esfera en la que nos desenvolviéramos y nos atrajo a ambos, dispares de carácter de por sí, para hacer el grupo con todo lo que eso conlleva, de lo que nos jactamos en público y en privado.

Hay muchas cosas que en la aristocracia mágica, por carecer de otro título, se comentan en voz baja. Antiguamente se decía que todos tenían una función específica ligada a sus funciones y personalidad y Draco dice que el mejor para dilucidar ese tipo de cuestiones era su propio padre, el agudo y oportunista Lucius Malfoy. Un día, lo recuerdo bien, cuando yo todavía era un niño y estaba de visita en la mansión del señor Nott, el padre de Draco y el de Theo estaban hablando. Ninguno de mis amigos les prestó atención, pues uno estaba admirando su nueva escoba y el otro leyendo atentamente un libro, pero yo estaba esperándolos para jugar y como no tenía nada qué hacer, escuché.

El señor Malfoy estaba hablando precisamente de Theo y mis curiosas orejas agudizaron su alcance, interesadas. El señor Nott estaba profundamente molesto por la pasiva actitud de su hijo: él no parecía interesado en las artes de la guerra ni en manipular como títeres a los que estaban a su alrededor y esa actitud al señor Nott no le agradaba ni se le antojaba correcta. Supe de inmediato que mi pobre amigo sería muy pronto castigado, probablemente físicamente y suspiré para mis adentros, convencido de mi suerte. Mi madre podía desinteresarse por mí a un punto en que ni siquiera notaba mi presencia a veces, pero nunca me puso la mano encima, ni hizo nada por violentarme. Al contrario, me enseñó a cuidar mi apariencia casi hasta el exceso y aunque nunca me regañaba, me castigaba con su desdén y desprecio si veía que yo descendía en niveles. En cambio, el padre de Theo solía recurrir a los castigos corporales en su hijo y más de una vez lo vimos con un labio partido o sin poder salir a jugar por culpa de esa conducta. Pero, la verdad, yo no podía comprender de qué se quejaba su padre, porque jamás he conocido a nadie que se controle como Theo. Pero al señor Nott nada le parecía suficiente y me disgusté, porque cuando jugabas sin las agudas intervenciones verbales de Theo, las cosas se ponían aburridas.

Pero, en realidad, no tuve nada que temer. El señor Malfoy, que, como dije, estaba mirándonos, se acomodó elegantemente en su silla y con una copa de vino élfico en su mano, comentó:

- Creo que subestimas a tu hijo, amigo mío. Si Draco tuviera siquiera la mitad de disciplina que él, ¡Que no podría hacer con su talento! Y su inteligencia es prodigiosa. La última vez que estuvo hablando con Narcissa y conmigo, salió a colación un tema particularmente importante acerca del ministro. No sé por qué eso atrajo la atención de Theo, pero su intervención fue muy brillante. Si yo fuera tú estaría orgulloso, estoy seguro que te dará muchos motivos de alegría en años siguientes.

A esto el señor Nott bufó, restándole importancia a los logros de mi amigo y ensalzando al hijo de los Malfoy y la conversación continuó. Pero yo miré hacía donde Theo estaba leyendo, una mano debajo de la mejilla y los rizos oscuros y por primera vez en mi corta vida puse en marcha los mecanismos que me permitían juzgar a los demás con rapidez. Por supuesto, esa no fue la única vez que lo hice, pero si quizá la más prominente, por ser la objetiva mirada de alguien que no estaba involucrado.

El señor Malfoy tenía razón. Había cualidades en Theodore que ni Draco ni yo poseíamos. Yo lo sabía bien, porque cada cosa en que destacábamos era lo que nos hacía elegir ciertas actividades por encima de las demás. Draco, por ejemplo, tenía la iniciativa que lo hacía ser líder en cualquier lugar al que fuera, incluso si su opinión era equivocada. Era rápido e impaciente, captaba la menor insinuación y poseía un peculiar don para encontrar el ingenio de la situación, lo que llevaba a un halago muy dulce o un insulto demasiado hiriente. Sabía de inmediato quiénes eran los fuertes y los débiles en una habitación, no toleraba debilidad alguna y poseía el tacto suficiente (cuando quería) con el que sabía qué decir para agradar. El lado malo de esto es que era terriblemente arrogante y su constante necesidad de aprobación lo hacía desairar todos los esfuerzos de los demás si empezabas a competir con él. Pero le gustaba hacer planes y podía encandilarte con ellos, de tal fuerza que Theo y yo le perdonábamos sus fallos y tolerábamos sus flaquezas, al igual que él hacía con nosotros. Otra cosa que pocos conocían de Draco era su admirable lealtad para aquellos que admiraba, era capaz de hacer casi cualquier cosa por seguir a personas que, mal que bien, se habían ganado reputación. Por supuesto que admiraba la gloria y le habían enseñado a establecer una jerarquía de valores muy marcada pero Theo y yo sabíamos que Draco preferiría morir que decepcionar a su padre o traerle sinsabores a su madre. Y nos confiaba cosas a nosotros que nadie más tenía el privilegio de conocer. Yo sabía, interiormente, que si un día tenía que recurrir a alguien a pesar de tener que morderme los puños, Draco no me abandonaría.

En cuanto a mí y a diferencia de algunas personas, me conozco bien, también. Esto no me lo enseñó mi madre, siempre el propio Theo y eso sólo ya demuestra la clase de persona que él es. Sé que me gusta aparentar que soy altanero e inalcanzable y soy pícaro y descarado con chicos y chicas para conseguir lo que me gusta. No me cuesta nada entender las cosas, aunque entiendo un poco más lento y más profundo que Draco y no me gusta precipitarme, pero me aburro fácilmente. Soy tan arrogante como el que más y tengo estándares muy altos de cómo deben ser las cosas en todos los sentidos, lo que, en consecuencia, hace que sea muy selectivo. No tengo reparos en señalar que discrimino muy fácilmente a la gente a mi alrededor si no cumple con lo que yo considero esencial para sostener una conversación, pero me agrada conocer de todo un poco, estar bien informado y tener la respuesta precisa en la punta de la lengua. No me gusta que me sorprendan y mis méritos más aguzados están en la crítica. Al contrario que Draco, yo no lidero, más bien señalo los puntos débiles de los planes ya trazados y por eso hacemos tan buen equipo, nos complementamos. Él propone, yo corrijo. Mis puntos flacos son la vanidad, el no saber cuándo detenerme y aceptar una batalla perdida aunque pueda ganar la guerra más adelante y la desconfianza. Pasarán años antes de que yo acepte tu amistad y aún así te probaré para saber hasta dónde puedo llegar contigo. Y no, no diría que soy inofensivo. Pero si independiente.

En medio de todo esto, está Theodore. Y su personalidad siempre me ha llamado la atención porque no es lo que hace o dice, si no lo que no hace o calla lo más interesante. Con frecuencia he visto a Theo seguir un acontecimiento con suma atención y luego sonreír de ese modo torcido que tiene, porque ya había predicho lo que iba a suceder.

Siempre he pensado, cuando miro sus ojos, que hay dos Theo. Y así como nadie debe acercarse cuando Draco empieza a gritar y despotricar y cuando yo pongo cara de morros, tienes que tener cuidado cuando la otra cara de Theodore amenaza con desbordarse. Normalmente, cuando Nott está tranquilo, es una persona terriblemente racional, que tiene que pesar y medir todo hasta el exceso, que nunca se deja llevar por sus emociones y que siempre tiene una perspectiva tan clara y objetiva de las cosas que te sorprende, por supuesto, porque tú estás en el calor del momento. Es capaz de notar cosas que ni siquiera se me habían pasado por la mente y de notar las intenciones más escondidas de casi cualquier persona. También tiene la irritante costumbre de conocer detalles que tú no tuviste oportunidad de memorizar y es tan abierto de mente que estoy seguro, sabe sobre temas que nos han prohibido de pequeños, dícese temas muggle y otras tonterías. Pero a Theodore nunca lo han detenido mucho las prohiciones y no cumple expectativas que no sean las suyas, por lo que nunca sentirá ninguna devoción como la que Draco siente por su padre o yo por el propio Draco, aunque me repatee admitirlo. Draco siempre está al acecho de lo que piense su familia y lo que digan de su apellido pero tengo que reconocer que yo soy incapaz de romper el molde que tiene Draco sobre de mí y si eso pasara, me moriría de vergüenza. Eso tampoco lo sabe mucha gente, pero Theo se dio cuenta de mi bisexualidad primero que nadie, incluso el propio Draco, así que... Bueno, todo esto, en general, sólo muestra una mente hábil, como dijo el señor Malfoy, una persona que sabe discernir hondamente en las cosas, pero cuando la otra parte de Nott surge, es cuando puedes advertir cosas inquietantes. A él lo entrenaron (no veo otra forma de decirlo) para utilizar su mente como un arma de manipulación maquiavélica que sólo sustente su propio beneficio o planes tan retorcidos y sin sentido que ni yo, que a veces los comparto, entiendo la pauta. Y eso le trae muchos problemas a Theo, porque hay una parte masoquista suya que retuerce las cosas hasta su punto máximo, independientemente de las consecuencias. Además, si lo que pierde a Draco es la necesidad de aprobación y en mí la absoluta soberbia, lo que pierde a Theo es la rabia. Si alguien me ha asustado...

Y es precisamente lo que no se comprende de Theodore. Porque puede llegar a ser tan especialmente explosivo y a pesar de ello, resultar terriblemente frío. Yo le puedo llegar a contar casi cualquier cosa y él es capaz de ayudarme de esas ingeniosas y sutiles maneras que advierto cuando ya es tarde, pero es una persona que no resulta muy adecuada cuando necesitas desahogar el corazón. No es que carezca de sentimientos es que eso nunca ha hecho que él deje de hacer lo que tiene que hacer.

Y allí es donde entra la comparación con Daphne. Draco a veces es muy insensible con los sentimientos de las personas porque todavía no ha aprendido cuánto puede llegar a lastimar con su don de la palabra (nunca golpes y esas cosas, la violencia no va con lo suyo y prueba de ello es que no supo cómo reaccionar cuando Granger lo agredió en el tercer año) y además no puedo decirle algo que tiene que ver con él mismo y Theodore es tan implacable en sus razonamientos que hablarle de algo que ya tiene entendido no lo impaciente, sino que lo pone a maquinar cosas que prefiero no saber. Además, me lo ha dicho, no será mi consejero sentimental.

En cambio Daphne... es tan diferente. Es inteligente, algo que siempre hemos sabido, pero no tiene la menor veta de maldad, a veces pienso que hubiera quedado mejor en Ravenclaw, de no ser por la tremenda ambición personal de su alma. Es paciente y, como dije, comprensiva. Su punto de vista femenino es mesurado y sencillo, contrasta con nuestras opiniones, más rimbombantes y, por tanto, a veces salidas de los límites. En vista de esto no comprendo cómo pudo fijarse en alguien como Draco, cuando las partes más interesantes de él se encuentran fuera de los focos de su bullente imagen pública, pero bueno, tampoco dije que fuera a desentrañar completamente a esta chica. Muy probablemente, quien lo sepa es el propio Theo, pero es demasiado utilitario para resultar sensato y yo quiero proteger, en la medida de lo posible, a esta nueva chica. No sé, no es ingenua, pero creo que si se le puede engañar, si se le conoce la manera. Y yo creo que su punto débil es la vanidad, un tipo de presunción muy distinta a la mía. Porque yo pongo el listón alto para casi todo, desde la apariencia, el dinero, la inteligencia, las amistades, el estatus social y mágico, los dones otorgados por la naturaleza... muchas cosas. Así que procuro desempeñarme en lo que realmente me importa y me exijo porque mi vanidad no puede soportar menos. En el caso de Daphne, supongo que puedes halagarla diciéndole, como a todas, que es muy bonita, pero eso no hará que se deslumbre o que haga algo por ti. Sin embargo, si tú halagas su intelecto y su capacidad para hacer las cosas por su cuenta, encontrarás oro.

Allí no pude evitar preguntarle a Theodore. Soy bueno encontrando errores, pero a veces me pierdo tanto en mis propias eculubraciones que olvido discernir por qué se producen. Como para corregir no necesitas tanto saber las fuentes, sino en qué falla una cuestión, a veces esas cosas no me hacen falta. Pero Theo no tiene ese problema y resulta obvio que leyó a Daphne mucho antes de que a mí me interesara un pepino la cuestión.

Por supuesto, hacer que Nott suelte pepitas de ese metal es bastante complicado. Para empezar, me preguntó para qué quería saber (totalmente diferente a la propia muchacha, que me diría las cosas y después preguntaría el motivo). No le expliqué, no del todo, pero tras esfuerzos deliberados, conseguí la información que necesitaba, por si a alguien le interesa.

La razón de que Daphne aprecie tanto su intelecto se encuentra en su núcleo familiar. Toda su vida ha crecido entre algodones, siempre con la pauta por delante, todas las comodidades pero además, todo el camino marcado, nada de tomarse libertades. Así, si ella quisiera viajar a algún sitio, se le proporcionaría todos los recursos para hacerlo, pero la ruta sería definida por alguien más, así como el momento de irse y de regresar, dónde comer, cuándo hacerlo casi... En definitiva, el control parece ser la medida de su vida. Es una niña mimada, el tesoro de sus padres envuelto en telas exquisitas. Claro, se le permite pensar, pues sería una ignominia tener una hija estúpida, pero, ¿De qué sirve pensar si no puedes llevar a cabo tus proyectos? He hallado que Daphne es tan dada a hacer planes como Draco, con mucho menor éxito realizándolos. Así que en esencia, el hecho de decirle que puede ser independiente y que es exitosa siguiendo su propio rumbo, en esas deliciosas e inútiles rebeldías que tiene para contrariar a sus padres sin decirles que no, es la mejor manera de llegar al corazón de la chica.

Dichas así las cosas, parezco tan manipulador como Theodore, ¿Verdad? Pero no llego a sus extremos. La razón por la que necesito saber lo más esencial de todos es protegerme. Cualquier diría que estoy paranoico respecto a eso, ¿No? Pero difícilmente puede culpárseme. Mi madre es el perfecto ejemplo de como una persona calculadora y fría desbarata exitosamente hasta lo más cuidadosamente estudiado y en este mundo hay demasiados peligros para arriesgarse a ellos imprudentemente. Yo no soy un gryffindor ni ningún héroe y no me veo en la necesidad de demostrar con idioteces mi habilidad. Yo prefiero ganar sin aspavientos (pero ganar de cualquier manera) que cometer un montón de errores para obtener un éxito con laureles que, al final, me terminarán robando.

Digamos que, de algún modo, no puedo aceptar a personas como Pansy, tan deseosas de la aprobación social en todo su esplendor que olvidan la diferencia entre apariencia y realidad. Una de las razones por las que Parkinson es tan encantadora es porque conoce su lugar y cómo explotar sus virtudes y las de los demás. Una de las razones por las que resulta tan insoportable es que, se precie de lo que sea, es una advenediza e intenta manejar el látigo para controlarte y manipularte o destruirte, lo que mejor le parezca. Sus intentos de superioridad a veces resultan algo molestos pero pueden ser útiles. Después de todo, he visto como Theodore maneja sus debilidades en más de una ocasión.

Ya que parece que me he puesto a despepitar todo lo que sé de mi casa, será mejor que lo haga bien y exponga mis argumentos con habilidad, antes de ir a lo realmente importante, utilizar esas armas para hacer lo que tengo que hacer en nombre de Lord Voldemort.

¿Quién me falta? Anne, Gregory, Vincent, Millicent y Victoria. Veamos...

Anne. La dulce, chismosa y encandalosa Sally. Siempre manteniendo un perfil bajo en las clases, con su habilidad para pasar mensajes de pupitre en pupitre para divertirse y con su capacidad para saber sobre acontecimientos más o menos secretos sin que los demás sepan como se entera. Que puede estarse mirando las uñas, aburridísima, mientras los otros debatimos un asunto en particular y de repente salir con un comentario certero y mordaz con el que zanja la discusión. Tan rápida e impaciente como Draco pero sin sus sueños de gloria y grandeza, hasta cierto punto creo que es la mejor juzga la realidad, sin ponerle adornos ni restarle matices. Tiene un estilo más fresco y honesto que el mío a la hora de pedir compañías, pero creo que en el fondo tiene miedo de enamorarse. Sin duda Theo podría hacerte una disección completa y más profunda sobre su carácter, si le interesa, pero no estás hablando con él, me estás escuchando a mí.

Gregory... No sé, junto con Vincent, es uno de los que solemos discriminar, incluso sin quererlo. No tiene mucha capacidad intelectual, ni tampoco necesidad de emprender planes que Draco puede elaborar y guiar mucho mejor por su cuenta, pero a veces creo que nos hace falta un poco de su sensatez sencilla, su capacidad para mantenerse lejos de las complicaciones. Vive su vida de forma más tranquila, sin tantas necesidades y ambiciones como el resto de nosotros. Su gran valor se halla en su absoluta fidelidad, es el perfecto soldado. Y supongo que podría resultar un buen cocinero, con lo mucho que sabe de comida, pero yo no les otorgo atención a esas cosas. Cocinar es para elfos domésticos, muchas gracias. O para gente que no sabe cómo no pasar hambre. En fin.

Vincent. Si no fuera uno de los guardaespaldas de Draco, probablemente no me preocuparía por él. Es mucho más burdo que Gregory y más brutal. No sé, posee una vena de crueldad y una incompetencia que, unidas, resultan una peligrosa combinación. Presiento que nos dará problemas en un futuro, pero ahora sigue las reglas y se mantiene al margen. Realmente no tengo mucho más margen, sus comentarios son, en su mayoría, desacertados. Gregory a veces me divierte, un poco. Vincent, no.

Milicent. Debo confesar que siento cierto aprecio por esta huraña, hostil chica. Por Merlín que sé que no la querría de enemiga, con sus problemas de agresividad y esa mirada hosca que siempre tiene, pero en realidad tiene potencial, más del que piensa o se atreverá a demostrar. No sé si es su familia, ella misma por su tamaño o su no muy visible belleza, pero creo que no se valora lo suficiente. Igual tiene que ver con el hecho de que es lesbiana y lo considera una total debilidad, pero he platicado con ella y me he dado cuenta, que, en el fondo, no es mala. Tiene sentimientos como todos nosotros y creo que en el fondo la impacientamos, porque le damos demasiadas vueltas a los asuntos, pero trata de tolerarnos y nos respeta, cada uno a su manera. Me tiene más aprecio a mí que a Draco, eso está claro y a Theo le tiene miedo, una actitud sensata que me hace pensar que es como un perro, instintiva, en su mundo, cálida con quienes le prodigamos cuidado y afecto pero agresiva con los que considera intrusos. No se lo digas, pero casi la oigo ladrar.

¿Quién me faltaba? Ah sí. Victoria. No la nombré antes no porque no le tenga afecto, sino porque a veces no sé qué pensar. Junto con Theo, creo que es la más reservada de todos nosotros y al principio no pude llegar a ella, todo por culpa del estúpido libro que Draco se precipitó en arrojarle en primer año. Pero cielos, a veces no sé si admirarla o compadecerla. Que tiene carácter e iniciativa nadie lo duda, inteligencia y estilo tampoco le faltan, pero siempre camina en la tablita. Me refiero, no es sólo el hecho de que la hayamos puesto en duda porque tiene un familiar en el otro bando, sino que a veces sus propias actitudes denotan que se guarda muchas de sus opiniones y que no es totalmente honesta con lo que hace, aunque es verdad que nunca la he atrapado en una mentira. Por lo que he notado, en el fondo no le molesta romper las reglas, pero hasta hace poco no era muy adicta a nosotros y aunque puedo comprender sus razones, quizá en otro tiempo se lo habría reprochado. ¿Por qué la compadezco? Por Theo, claro. La admiro porque es probablemente una de las pocas personas que puede comprender y aceptar la oscuridad interna de mi amigo y las dificultades que ha enfrentado, pero, por otro lado, no la considero tan hábil para escapar de los hilos que teje Theodore. Porque yo lo conozco y por eso sé decir que la ama, pero también sé lo cerca que puedes estar de ser herido por él cuando más te tiene aprecio. Lo vi jugar con su afecto (sin quererlo del todo, no lo dudo) el año pasado y siempre me he preguntado por qué Theodore se calló eso tanto tiempo y ahora parece desesperado por amarrarla a él de todas las formas posibles, incluyendo el matrimonio (Locura, por favor, que yo no caiga en eso ni siquiera por Draco). Sí bueno, quitando eso Vasiliki me resulta muy agradable compañía y hasta una confidente bastante más segura que Daphne, si no fuera por su ambigüedad, de la que, por cierto, últimamente parece haberse curado. Pero sé a ciencia cierta que sería una de las personas a las que protegería por ser algo así como mi cuñada (Sé que suena raro considerar a Theo Y Draco mis hermanos cuando estoy enamorado de Draco pero que va, me convienen los pecados y el incesto sería... estoy desvariando) así como sé que la única razón por la que tiene una marca tenebrosa en su brazo es porque Theodore la (¿obligó?) convenció.

Y acabando con los estudiantes de mi curso y ahora que ando locuaz... pues finalmente ha llegado la hora de llegar a lo realmente importante, a lo que llevo rehuyendo desde que Draco hizo ese bastante burdo intento de hacer llegar a Albus Dumbledore un collar maldito.

Me ha llegado una carta esta mañana, diciendo que debo mover ficha. Que, aunque no sepa por qué raptar a Ginny Weasley es tan importante, debo hacerlo ahora y sin tanta dilación ni duda.

Pero, aunque ya concebí el plan e hice lo que mis amigos consideraron mejor para hacer esto más fácilmente (y que consideré una locura, Theo puede ser un genio pero está loco también), vale la pena repasar mentalmente de lo que sé de la Weasley antes de que me embarque en esto.

La verdad es que casi no me he fijado en los Gryffindor. No es por nada, pero Potter, que es el que siempre sale a relucir cuando hablamos de esta casa, me parece patético con toda esa tendencia casi enfermiza a aparecer en todos los espectaculares y luego quedar como la perfecta víctima (y yo pensaba que Draco era un maestro en llamar la atención), Granger es tan aburrida y ligeramente exasperante en su obsesión por alzarse de puntillas para que le hagan caso y destacar su intelecto por su extrema inseguridad y el hermano de la Weasley fue fácilmente aplastado por su canción favorita...

No sé, estoy consciente de que hay más gente en Gryffindor, pero ninguna me interesa y apenas sé los nombres. Así que resulta un poco sorprendente que me haya fijado en esa muchachita pelirroja, hasta hace un año, ni siquiera la había oído mencionar.

Pero resulta que conozco a Michael Corner, que me parece un perfecto imbécil con rostro más o menos agradable y Theo y yo nos hemos divertido un par de veces guiándolo a callejones sin salida, además de que de vez en cuando ha participado en juegos de carta clandestinos cuando no hay nadie más, así que una vez, en una velada en que decidimos emborrachar a ravenclaw´s con absenta por jugar. Para no hacer más largo el cuento, aquella noche conseguimos nuestro propósito y ya saben lo que dicen, el alcohol es ideal para soltar la lengua, así que nos divertimos bastante pescando pequeños secretitos sucios que luego podíamos ventilar o amenazar con hacerlo, si nos convenía (nunca dije que jugara limpio, ¿De acuerdo? Pero a veces algunas cosas son útiles y sí, no tengo demasiados escrúpulos en utilizarlas). El caso es que Michael Corner empezó a ufanarse de haber visto desnuda a la Weasley y empezó a ensalzar sus virtudes de tal modo que, si Draco, Theo y yo hubiéramos sido mojigatos, nos habríamos sonrojado. En fin. Draco rodó los ojos y comentó que antes se tiraría a un jabalí que a una comadreja, Theo ni se inmutó (No sé dónde diablos tiene la libido o si es de esos fósiles que se consagra a una sola mujer, en cuyo caso Vasiliki ya lo tiene bien aferrado) y yo... pues que va, consiguió este chico llamar mi atención.

Ya que estoy comentando mis secretos o los de los demás, vaya, lo cierto es que Draco y yo tenemos una especie de competencia (que mantuve más que nada para tenerlo entretenido y no se diera cuenta de lo muy colado y estúpido que estaba por él) en la que cada mes anotábamos el número de conquistas, la casa a la que pertenecían y qué habíamos conseguido. Por respeto a las damas, nunca aireamos esta información a nadie más ni tampoco alardeábamos de ella en público (Draco podía decir que era un casanova, pero no con quién había estado, vaya) y también anotábamos perfiles de los retos a perseguir. Y sí, confieso que yo barajé el nombre de Ginny Weasley porque no lo vamos a negar, la chica es hermosa y es afilada de lengua, además de que su pelo rojo te hace pensar en fuego. Así que cuando supe que Michael Corner era tan estúpido para difamarla con nosotros, me vi más interesado, por así decirlo.

Así que esperé mi turno, claro. Yo no creía ni por un minuto que Michael Corner hubiera hecho nada con la Weasley, no tanto porque creyera que Ginny es una perfecta santa, sino porque el chico era demasiado estúpido para lograr algo sin que lo cortaran definitivamente. Así pues, me divertí provocando a la chica con una actitud entre cortesana y desdeñosa (ayuda mucho con las chicas orgullosas, porque por un lado saben que estás interesado, pero les molesta que sus encantos no funcionen) y me senté a cosechar mis loables acciones.

Al principio ella pensó que la estaba fastidiando (y puede que sí, un poco) pero le doré la píldora y la zaherí con su enamoramiento con Potter, que Draco me había informado antes muy oportunamente. Se enfadó, claro que sí, quiso atacarme y de pronto, explotó y acabó besándome. Admito que los primeros encuentros fueron muy apasionados y que de haber sido más tonto me habría quedado prendado pero soy digno hijo de mi madre (por mal que suene eso). Otra de sus sabias lecciones es "Nunca permites que tengan poder sobre de ti" y enseguida noté que Ginny es una de esas muchachas que les encanta tener predominancia sobre de ti, aunque lo nieguen y eso no me gustó. Le dije a Victoria para conservar mi reputación que Ginny era aburrida, pero no lo es. Es divertida, es sangre limpia, hasta tiene cierta inteligencia y destreza mágica pero es demasiado gryffindor y se molestó mucho conmigo por no poder obtener lo que quería. La dejé, me dejó, fin del asunto.

Y probablemente no hubiera vuelto a pensar en ella de no ser porque "mi señor" la mencionó. Afortunadamente, ella sigue enojada conmigo, lo que significa que todavía le importa o le importó y eso es importante porque debo atraerla al Bosque Prohibido o por lo menos a la cabaña del semigigante para que pueda cumplir mi misión.

Deséenme un poco de suerte, ¿De acuerdo? Uno debe hacer lo que tiene que hacer.

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Una charla con Batilda Baghshot

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La Casa de las Serpientes.

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Sesenta Preguntas o las que alcancen

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Vuelo y Pequeños Secretos

Cosas que no concuerdan y cosas felices

Serpientes en la Noche

La Maldición.

Magia Curativa.

Un farsante, un secreto y dos amigos.

Sobre Curaciones y Voces que nadie oye.

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El Reencuentro de los Diez

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Escobas y Revelaciones.

En la Enfermería

Conversaciones Nocturnas

Contrastando con Gryffindor

Una Visita a Hogsmeade.

Primer Contacto

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El Torneo

Navidad

Otros Bailes

Mañanas Complicadas

Playing Games

Difícil, Difícil

En Grimmauld Place.

Extrañas Vacaciones

Amor y Verdad.

Chapter 54

Sirius Black

El Juramento de Sangre.

Argumentando

Al descubierto

Elección

El Pasado es una Serpiente Enroscada

No Será Igual Nunca Más

De vuelta a Hogwarts

Chapter 63

El Análisis antes de una Muerte.

La Luz de Sus Ojos

El Principio que todo lo Rige

Caída.

El Cansancio de los Otros

Se Llamará Lawrence

¿Amnesia?

No pueden probar nada

Epílogo

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