Jelou pipol...

Aquí, trayendo otro OneShot mas a esta colección que espero crezca con el paso del tiempo. Reitero, no tienen una conexión en particular, pueden leerse como se guste y deseé, así que a lo que venimos.

Aclarando previamente esto, este escrito lo quiero dedicar, nuevamente, a mi K-Sister Leana Bodt: Lea, las noches fangirleando y hablando de tonteras contigo con la onda, muchas gracias por todo el apoyo a este ente~

Advertencias: Lime.

Disclaimer: Los personajes de Kuroko no basuke pertenecen a Tadatoshi Fujimaki.


En la azotea de la escuela

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Últimamente estaba enfadado. Sí, el jugador fantasma se encontraba muy molesto y sin embargo, nadie lo notaba por la cara tan insípida de emociones que acostumbraba tener. Tenía que entregar un libro que pidió prestado en la biblioteca unos días atrás; iba con paso lento, meditando y sobre todo, pensando en su novio…

Y en lo popular que se había vuelto últimamente.

Kagami sufrió un extraño ataque de popularidad que había comenzado a darse a notar desde que el equipo quedó campeón en el torneo de la Winter Cup. Muchas de las nuevas admiradoras del As de Seirin se juntaron para crear un club de fans, dedicado a hablar y alabar exclusivamente a Taiga "El tigre indomable" cómo lo apodaron.

Muy pocos sabían de la relación que tenía Kuroko con el afamado tigre, por no decir que los únicos enterados eran el Club de baloncesto y la generación de milagros; debido a esto, muchas creían que carecía de una novia y hacían el intento por declarase para poder tener el título de "La chica del mejor basquetbolista de Japón". Intereses demasiado superficiales, no como el chico celeste; no, él en realidad amaba a su novio por lo que era: un tipo que en el fondo es tímido y tan transparente con sus emociones… aunque sería un mentiroso si no admitía que su lado salvaje era el que más le gustaba.

Trató de despejar su mente de esos pensamientos que ofuscaban su día. Comenzó a caminar por el pasillo, se dirigía a entregar un libro en la biblioteca de su escuela. Al doblar la esquina a lo lejos, vio una cabellera de un color carmesí inconfundible. Sonrió diminutamente dispuesto a darle un susto al pelirrojo como tantas veces lo había hecho.

—Kaga-…

—K-kagami-kun, por favor ¡A-acepte ésta carta!

Escuchó decir a una melodiosa voz de mujer. Kuroko utilizó su arma secreta para pasar desapercibido y se asomó. Por la altura de su novio, cubría perfectamente el diminuto cuerpecito de esa chica pelinegra quien, temblándole las manos y todo, sostenía firmemente un sobre que estiraba frente a la quieta figura de Taiga.

—A-ah, v-verás. —La tartamudeante voz del pelirrojo hizo enfadar a Kuroko quien observaba todo recargado en la ventana sin interrumpir. El chico tosió un poco para reponer su diálogo y dijo firme —. No no puedo aceptarlo.

—P-por favor, piénsalo un poco —suplicó la chica estrellándole el papel en el torso del As de Seirin.

—De acuerdo —musitó un poco fastidiado Kagami para observar como los ojos verdes de la chica se iluminaban y salía corriendo después de robarle un beso en la comisura de los labios.

Tetsuya no daba crédito a lo que veía ¿Acaso le acababan de arrebatarle un beso a su novio? Se tranquilizó como pudo. Admitía que sentía celos debido a que el pelirrojo no le dejó en claro que no podía corresponder a sus sentimientos como ya le había dicho a muchas anteriormente ¿Y si ella era diferente? Un escalofrío inundó su cuerpo y trató de serenarse. Observó cómo su novio aún sostenía con fuerza la carta entre su puño y se acercó haciéndose notar.

—Kagami-kun, buenos días —dijo con su misma cara tranquila al momento de saludar a su amante. Desde que no compartían salón de clases, verse en la escuela era un trabajo de odisea debido a las nuevas mojabragas que el chico As tenía como séquito.

—¡K-kuroko bastardo! —Gritó realmente asustado Taiga. Intentó ocultar la carta para evitarse un disgusto con su pequeño novio— ¿Desde cuándo éstas aquí?

El celeste, al ver que el chico guardaba el sobre se enojó aún más, pero decidió mentirle y dijo:— Acabo de llegar ¿Cómo va el día?

—Ah, bien… ya quiero que llegue el periodo para el almuerzo —exclamó realmente aliviado. Kuroko no tenía por qué preocuparse, él arreglaría ese asunto de las nuevas confesiones.

—Yo también. —Comenzó a caminar hacia los salones—. ¿Quieres que comamos juntos?

—Claro, nos vemos en la azotea como siempre.

—Bien, yo voy a entregar esto a la biblioteca —musitó alzando su mano evidenciando el objeto—, nos vemos. —Y siguió su camino, no sin antes apretar el libro con una fuerza inhumana. Le cabreaba de sobre manera que su novio fuese un tanto inocente y no pudiese ver que la mayoría de las chicas de ahí, si por ellas fueran, abusarían de ese candente cuerpo que era suyo…

Y eso era algo que no podía permitir.

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—Kagami-kun está tardando demasiado —susurró mirando por enésima vez el celular. Faltaba poco para que terminara el periodo del almuerzo y su novio aun no llegaba con él. De pronto, se escuchó el azote de una puerta y se espantó; volteó su vista abriendo de par en par los ojos hacia la entrada a la azotea y observó quien era el que interrumpía su momento de paz—. ¿Kagami-kun? —Su mirada se perdió en el desajustado uniforme del pelirrojo; el chico no era de preocuparse de esas cosas, pero definitivamente estaba muy mal—. ¿Qué sucedió?

—Un grupo de locas me impedían llegar hasta aquí— dijo rascándose la cabeza apenado. Caminó hasta sentarse junto al celeste—. Mujeres —masculló con voz tediosa.

—Ya veo. —Con la mano que no tenía a la vista, tomo un pedazo de tela de su pantalón y lo apretó con enjundia. Se estaban saliendo de control esas mujeres, pero no por ellas tenía que amargarse el rato que pasaba con Taiga—. Bien, el periodo está a punto de terminar. Deberíamos de comer…

Kuroko detuvo su discurso al ver un una mancha roja en el pómulo del As de Seirin. Kagami seguía comiendo su gran baguette sin prestar atención a la mirada intrigada que le dirigía su novio ¿Qué era eso? Tetsuya dejó de lado su caja de Obento y se acercó lo más que pudo al pelirrojo.

—¿Por qué esa mirada? —Inquirió Kagami bastante confundido. De la nada, sintió como los orbes celestes de su amante lo veían sin demostrar nada más que un profundo sentimiento.

—¿Qué es esto, Kagami-kun? —devolvió como respuesta el bajito mientras estiraba su mano hasta acariciar con sus dedos la mejilla enrojecida y quitaba con un poco de fuerza la mancha que terminó por correrse por toda la zona.

Carmín; el pelirrojo estaba manchado de un labial color borgoña, muy similar al de su cabello.

Y fue ahí donde terminó por derramarse el vaso.

Tetsuya abrió los ojos a más no poder y su mirada irradiaba odio hacia la fémina que había osado besar el pómulo de su novio; sólo él podía poner sus labios sobre el cuerpo del pelirrojo. Todo Taiga le pertenecía a él.

—¿Kuroko? ¿Qué estás-…? —La pregunta de Kagami murió en su boca cuando observó como el menudo cuerpo del celeste se ponía de rodillas y abría con desesperación su pantalón, bajando lentamente el bóxer para liberar una significativa erección de su parte—. ¡¿Q-qué crees que haces?!

Pero la sombra de Seirin ya no escuchaba nada. Sus instintos le indicaban que debía de hacer eso para dejarle en claro a su luz que él era todo lo que necesitaba. Un extraño pensamiento de posesión afloró en sus acciones y no había vuelta atrás. Relamió sus labios extasiado con el grosor y el tamaño del falo del pelirrojo; era perfecto.

—Kagami-kun es sólo mío —musitó serio con un toque de lascivia en sus palabras—. Nadie puede tener a Kagami-kun más que yo.

Y con esas certeras palabras, engulló el pene de su novio, haciendo que toda su boca —al menos intentase— cubriera toda la extensión de carne. Su lengua no esperó demasiado después de ello, pues enseguida se encontraba caracoleando alrededor del falo para humedecerlo. Sintió con ese músculo tan sensible como las venas parecían saltar ante sus toques y tacto.

Sin embargo, pronto aquello no fue suficiente, él quería todo de Kagami. Y con eso en mente, comenzó a subir y a bajar su cabeza para sorber con sus labios el pene del otro, haciendo un efecto de bombeo con la presión de la boca y la lengua.

Por su parte, Kagami se encontraba en el cielo… literalmente. Veía como el cabello celeste de Kuroko subía y bajaba sobre su miembro de manera lenta y tortuosa; todas aquellas abrumadoras sensaciones le estaban desquiciando, sobre todo porque lo estaban haciendo en un lugar al aire libre, en donde la ligera brisa movía la cabellera de Kuroko contra su abdomen provocándole cosquillas y una sensación agradable. Ya había pasado tiempo desde que él y su novio habían tenido algo de tiempo íntimo y no pudo evitar sonrojarse ante todo lo que acontecía en ese momento.

Para no hacer escándalo y encontrarse en la penosa acción de ser descubiertos in fragantti, Kagami llevó una de sus manos a su boca para tapársela y así evitar que sonoros y guturales jadeos salieran de ella; pero al parecer pensó en ello un poco tarde y un inevitable gemido se coló desde sus pulmones hasta escapar por sus labios.

—¡A-ahmp…!

Aquel sonido ahogado fue como música para los oídos de Kuroko, quien con la punta de su lengua y con mayor fervor, trazaba líneas imaginarias alrededor del pene de Kagami. Este, ante esas caricias no pudo evitar expulsar ese gemido como si su vida dependiese de ello. La lengua escurridiza de Kuroko era caliente, húmeda y realizaba acompasados movimientos alrededor de su miembro que podía percibir el poco raciocinio que le quedaba, abandonaba su mente de manera pausada y lenta. No había más, no existía en su mundo algo que no fuera aquel buen blowjob que su novio ejecutaba de manera esplendorosa entre sus piernas.

El celeste se encontraba absorto en su labor, no quería que nadie le quitara a su novio, Kagami debía de ser sólo suyo. Cuando el otro expulsó un nuevo gemido ahogado, se tentó demasiado como para no abrir sus ojos y contemplar a imagen celestial ante él: Kagami mordía con fiereza su camisa del uniforme mientras el amplio abdomen sufría ligeros espasmos por el placer que con rapidez se acumulaba en esa zona. Además, la relativa oscuridad y privacidad que otorgaba estar a la sombra de una pared, eso sólo ayudaba a que todo fuese más excitante.

Kagami sabía que pronto terminaría, ya no había vuelta de hoja, necesitaba liberar aquella abrumadora sensación que le causaba placer en cada parte de su cuerpo. Jamás había estado en esa situación, se sentía demasiado pasivo dentro de todo aquello, pero no le importó y muy por el contrario, decidió disfrutarlo con demasía. De esa manera, entrelazó sus dedos en aquella mata celeste que subía y bajaba constantemente, provocándole goce, haciendo que perdiese el sentido.

No tardó en llegar aquel preludio de éxtasis que le avisó a todo su cuerpo que estaba listo para correrse. Y no pasó tanto tiempo cuando sintió como de su pene salía semen que quedaba atrapado en la boca de Kuroko, pues este no estuvo dispuesto a separarse de aquel trozo de carne. Kuroko estaba tragando lentamente lo más que pudo de todo aquel líquido viscoso y blancuzco. No sabía mal, pero tampoco tenía un sabor agradable… pero por ser de Kagami, y por demostrar que todo lo que venía de él lo recibía con gusto, no se detuvo hasta quedar con simples residuos en su paladar. Con el antebrazo de su chaqueta del uniforme, se limpió los labios y mostró una diminuta sonrisa ante la expectante mirada que le dirigía el pelirrojo.

—¿Qué mierda fue eso? —Kagami inquirió entre respiraciones mientras intentaba burdamente acomodarse el bóxer y el pantalón.

—Simplemente quería todo de ti Kagami-kun. —La respuesta escueta, pero directa de Kuroko hizo enrojecer al pelirrojo. Si, se sintió un poco culpable por sus acciones tan abruptas y se acercó a gatas nuevamente con Kagami hasta sentarse encima de él—. No me gusta que todos quieran estar contigo… sólo yo puedo estarlo, ¿entiendes?

Kagami se asombró por la frase explícita y la palabra implícita que conllevaba aquello que Kuroko confesó. Posesión, monopolización… aunque ya había leído algo sobre el amor y que este debía de ser libre, en realidad sabía por experiencia propia que también tenía su dosis de egoísmo, su lado oscuro que muy pocas personas comprendían y aceptaban de ello. Claro, estaba consciente que hay límites para ello, que existe una franja de la cual no puede ir más allá… pero si el celeste estaba ahí, desnudando esa clase de pensamientos ante él, sabía que sentían lo mismo.

Pertenencia. Mío y tuyo… no puede existir alguien más aquí.

Sonrió de lado de manera perversa mostrando esos sensuales hoyuelos. No tenía idea que esa clase de cosas pasaran por la mente de Kuroko, pero no estaba mal, y contrario a ello, le daba gusto ver que hasta en eso concordaban y se complementaban.

—Opino lo mismo —dijo el pelirrojo. Acercó sus dientes hasta la oreja de Kuroko y dio un leve tirón; enseguida de ello, lamió con descaro la zona mordida. Kagami frotó su entrepierna con la de su novio y soltó un jadeo ante la dureza de ambas erecciones; con descaro, susurró: — Ahora me toca a mí aceptar todo de ti…

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Bien... ¿Qué tal? Hay que festejar que el paro ha concluido y ahora serán muchas lecturas por montones.

Gracias a: Annie Thompson, Megane Michiru-chan, Leana Bodt (corazón), AXJ y a Setsuna por sus sensuales reviews. Y también a aquellos que dieron follow y favoritos.

¿Próximo lugar en donde estos polluelos tengan su demostración de amors? Tal vez en el cine, pero se aceptan sugerencias a ello~

Besos de Mora azul.

Cadiie Mustang.