Mía

En una situación como aquella decir que estaba furioso, era nada.

Imaginarse atrapado en un nido en tierras enemigas, sin apoyo alguno, era tener suerte en comparación con la furia que le recorría las venas aquella mañana. Si miles de veces, le había comentado que su impuntualidad le molestaba infinitamente ¿Por qué había faltado al entrenamiento, aquella mañana?

Ignorando todo saludo se dirigió a su oficina, empujando la puerta, atravesó la pequeña habitación, solo para dejarse caer sobre su asiento, se quitó el sombrero de Kasekague y el atuendo, para mostrar sus habituales ropas. Se pasó las manos por los mechones rojizos; tomo un pergamino y se dispuso a firmarlo, eran las 8 de la mañana, y las oficinas ya empezaban a abarrotarse, provocando que el intenso calor de la mañana recién iniciada fuese asfixiante y el bullicio casi intolerable. Con su arena empujo la ventana a sus espalda esperando que una briza le refrescara, pero fue caso perdido porque el desértico aire caliente le azoto la nuca sin piedad. Cerró la ventana el clima de la oficina tendría que bastarle.

Unas risas entre todo aquel ruido fuera de su oficina, atrajeron su atención, era ella. Reconocía esa manera tan infantil y atolondrada de reír, aunque ya no la escuchara tan seguido… para él. Se acomodó en el asiento y recargo los codos sobre la mesa, listo para escucharla tocar a la puerta, sin duda alguna esa costumbre no se la quitaría jamás, lo primero que hacia al llegar era ir directo a su oficina para alertarle de su llegada.

Los débiles toquecitos fueron su señal.

—Pase— soltó aumentando el volumen solo lo necesario para que le escuchara.

Sus risas se apagaron y una estoica mirada se cernió sobre él, fue como si hubiese visto no más que el mismo reflejo de sus propios ojos en aquella mujer.

—Gaara-sama, buen día. Ya estoy aquí por si algo se le ofrece— murmuro y giro sin más hacia la puerta, no planeaba excusarse con él por no haber llegado al entrenamiento de la mañana.

—Sí. Se me ofrece algo justo ahora— su voz salió de su garganta secamente, en un sonido gutural que lleva demasiada fuerza y se apagó en la oficina deteniéndola en umbral de la puerta.

Giro enteramente el cuerpo, colocándose las manos entrelazadas frente a su falda.

—Usted dirá…

Con la arena cerro de un portazo tras de ella y señalo el asiento frente al escritorio, Ella declino la invitación a sentare permaneciendo alerta tras el asiento con las manos tras su espalda.

—Deja las niñerías, Matsuri… ¿Por qué no fuiste al entrenamiento esta mañana? — el habitual tono gélido, no lo hacía sonar sino más molesto.

—No asistí, porque ocupe mi mañana en esto— extendió frente a él, un papel con el cello de la embajada y la firma inconfundible de su hermana, Temari.

Escudriño el papel por unos instantes antes de tomarlo mientras ella lo mantenía extendido, finalmente lo tomo y lo repaso con la vista.

Se extiende de la manera más atenta y como una invitación ante usted, la siguiente convocatoria para la capacitación medica que se realizara el próximo mes del año en curso, en Konoha.

La capacitación medica será gratuita con una beca de alimenticio y hospedaje en casa de los más antiguos clanes de la aldea.

El lapso será corto y no se requerirá de mucho personal. Son trece lugares en total. La invitación está dirigida a dos naciones permitiendo así la estancia seis ninjas por aldea, y un lugar que recibirá el curso completo de tres años con la especial guía de la líder de la aldea de la hoja, la Hokague: Senju Tsunade. Claro está que la capacitación solo será cedida a un ninja que será el especial recomendado del líder en cuestión, con la firma del requisito y una carta de recomendación será extenderá el permiso para la permanencia.

En cuanto a los seis ninjas restantes, se les darán permisos expirables, solo para la duración de los seis meses que extienda la capacitación.

—Me gustaría obtener el permiso de permanecer en Konoha como estudiante de Tsunade-sama, por ese lapso de tres años, Gaara-sama— murmuro entre dientes.

No supo porque, pero la sangre le hirvió casi hasta el punto de alterar su tranquila faz. Algo dentro de él exploto al darse cuenta que había pasado toda la mañana en este ridículo intento de huir de él y que su hermana se había prestado a todo aquello, ya que encontraba con singular molestia, su firma involucrada en todo esto.

—No— soltó frívolamente arrugando el papel entre sus dedos.

Ella miro el papel con anhelo como si estuviese lastimando a un ser vivo entre sus manos, puesto que le había costado toda la mañana conseguir aquella firma.

—¿Señor? — murmuro de forma interrogante pero con desdén.

Lo vio levantarse de la mesa con exasperación y pasarse una mano por el cabello mientras arrojaba el papel al cesto de la basura.

—Matsuri…—Murmuro con rabia— ¡Maldita sea! ¡No puedes huir de esto!

—Señor, me temo que no entiendo su negativa, soy su protegida y es mi voluntad asistir a ese curso— Matsuri levanto el mentón conteniendo la las lágrimas, ella sabía perfectamente que la medicina le interesaba un reverendo comino, pero si esa era la única manera de alejarse de él, lo haría.

—¡No Matsuri! ¡No! Y es mi última palabra— su tono se había ido incrementando como pocas veces lo hacía pero al distinguir el salado olor del llanto, se moderó.

—Pero ¿¡Por qué no!? — Grito ella cuan niña a punto de quebrarse, después de todo, eso era… solo una niña.

—¡Porque eres mi esposa, Maldita sea! — Grito con autoridad.

La joven rompió a llorar inconscientemente, tratando de arrancar con su brazo las lágrimas. No se permitiría llorar frente a él ¿Por qué le había hecho algo así? Si ella confiaba ciegamente en él, a sus diecinueve años no comprendía aún muchas cosas de la vida.

—Me queda claro que no porque fuese su decisión— Musito ella débilmente encaminándose a la puerta.

—Te equivocas…— soltó él con seguridad cruzándose de brazos— Yo te elegí a ti.

Se detuvo en seco bajo el umbral sintiendo como la rabia la consumía.

—¿Me eligió a mí? ¿Eligio? ¡Como si fuese un traje, una corbata o un reloj! — hizo una pausa porque sentía que el llanto le picaba en la garganta al verlo tan prepotentemente seguro de si— Discúlpeme si me ofendo ¿Pero dónde diablos quedo yo en todo esto?... el matrimonio es por amor— se tragó el nudo en su garganta cuando vio un atisbo de culpa en sus ojos color mar— no un estúpido acuerdo de negocios.

—Si hay amor…— murmuro pero lo bajo.

—Dígame donde que no lo veo.

—Tú me amabas, cuando nos casamos; me lo dijiste ¿lo recuerdas?

Una sonrisa irónica atravesó el rostro de Matsuri.

—Hace dos meces, no sabía que había formado parte de un acuerdo— pauso— Hágame un favor… me lo debe. Saque ese papel de sesto y fírmelo.

—No puedo enviar a mi esposa tres años lejos de aquí… eso sería sospechoso— acoto Gaara.

—Solo deme un motivo para quedarme y no lo molestare más— ella sabía que se había vuelto el adorno de todo Tsuna y que todos se reían a sus espalda de lo estúpida e ilusa que había sido, por creer que aquel hombre la amaba.

Un silencio se prolongó, Gaara supo que lo mejor era dejar las cosas como estaban pero lo que salió de su boca estuvo fuera de su control.

—Porque…—los ojos castaños lo miraron con asombro como si no esperancen realmente una respuesta— Porque eres mía.

El jamás se atrevería a hacerle daño, Matsuri era la única persona que lo había aceptado desde un principio tal cual era. En un momento pensó que aquel matrimonio seria benéfico también para ella, se había equivocado, pero eso no impediría que él cuidase de ella, de su imagen como señora… aunque fuese relativamente jóvenes; Gaara jamás permitiría que se burlaran de ella aun y si eso le costase pelear con ella por mantener la fachada.

Todo aquello había sido una sucia treta de los consejos, de Tsuna y de otras aldea, no les convenía su estancia en el poder y quisieron detenerlo con un matrimonio, siendo el más joven de todos los Kagues ¿él era el único que tenía como requisito el matrimonio? El único apoyo que recibió fue por parte de la godaime de Konoha, pero penosamente eso no sería suficiente.

Se vio obligado a contraer nupcias hacia casi dos meses a sus veintidós años. Engaño a la única persona que en realidad lo había amado.

Matsuri se mordió los labios y un reflejo salado de tristeza se desbordo… así la veía, como un objeto; ya no quedaba nada más por decir, solo quería largarse de ahí y alejarse de él lo más lejos posible.

—Matsuri… antes de que te vayas— regreso tras su escritorio con la más estoica mirada.

Ella giro solo un poco su cabeza para que supiera que tenía su atención.

—Faltaste al entrenamiento de esta mañana… así que tendremos que reponerlo. Te espero a las cinco en el cuarto campo; no llegues tarde— finalizo volviendo a sus a papeles, no sin antes verla asentir con resignación.

Escucho el portazo y se reclino en la silla.


¡Hola, Hola! aquí Persae.

¡Ay! no sé cómo empezar. *w*

De entrada les quiero dar mil gracias si están leyendo esto, eso me da la esperanza de que quizá sea porque leyeron el primer capítulo de mi Fic.
Como soy nueva aun no entiendo muy bien cómo funciona la página así que les ruego me disculpen si meto la pata jeje

Estoy muy abierta a las críticas y me gustaría mucho que me dijeran que les parece la historia que me den su punto de vista, o que me abucheen si es necesario.
Les dejare el primer capi, para ver qué tanta aceptación tiene, si tiene aunque sea un poco de éxito, el siguiente capítulo será un poquito más largo, no planeo hacerlo tan extenso porque no quiero que sea difícil de leer, a menos que ustedes lo pidan ¬w¬

Bueno creo que de mi parte es todo, nuevamente muchas gracias por leerlo.

Y no está demás decir que ni los personajes ni el anime me pertenecen, son de Kishi :3