Capítulo 9: Puesta en marcha

Cuando Kenshin abrió los ojos encontró a un muy nervioso Aoshi mirándolo fijamente. Había dejado de temer que quisiera atacarlo desde que había visto que aceptaba planes tan locos como los que Sanosuke había propuesto. Ese hombre estaba realmente enamorado de Misao y quería conseguirla aún cuando eso significara rechazar el título al más poderoso.

Se vistieron y recogieron el cuarto antes de ir hacía la cocina donde, extrañamente, ya estaban Misao y Kaoru cuchicheando mientras preparaban algo que olía verdaderamente mal.

-Habéis madrugado.

Este era Aoshi. Kenshin, en cambio, guardaba silencio. Le parecía sospechoso que esas dos mujeres estuvieran levantadas tan temprano, pero no dijo nada al respecto ya que no quería poner a Aoshi más nervioso.

Al desayuno se unieron Yahiko y Sanosuke y entre todos mantuvieron conversaciones animadas mientras se contaban anécdotas pasadas. Cuando llegó la hora de hablar sobre lo que harían durante el día, todos se veían bastante incómodos.

-Misao y yo pensamos quedar con Tae y Megumi hoy. Queremos ir de compras al centro. –Ambas miraron a Sanosuke y Yahiko. – Es una salida puramente de chicas, así que no estáis invitados. No nos sigáis, ni aparezcáis donde estemos nosotras y sobre todo, no queremos que montéis ningún escándalo cerca.

Las alarmas se encendieron en la cabeza de todos los hombres. ¡No podían llevarse a Tae!

Sanosuke se levantó como un resorte, tirando al suelo todas las asquerosas bolas de arroz que había preparado Kaoru y que sabiamente nadie había probado.

-¡Tae no puede ir!

Misao y Kaoru alzaron una ceja y Sanosuke supo que tendría que dar una explicación.

-Ha quedado conmigo. –Se inventó.

Todos lo miraron con recelo excepto Kaoru y Misao que lo miraban con suspicacia. ¿Sanosuke había quedado con Tae y esta no les había dicho nada? Se miraron ambas, quedando de acuerdo con eso en que tendrían que mantener una conversación de mujeres con Tae. Nunca se hubieran imaginado que su amiga pudiera haber estado interesada en Sanosuke, aunque, si Kaoru se ponía a pensar, Tae siempre le había dado comida gratis a Sano. Ella había creído que normalmente Sanosuke acudía al Akebeko solo por la comida, pero al parecer no era así.

-Está bien… pues iremos con Megumi solo.

Los hombres suspiraron de manera audible sin sospechar que en la mente de las mujeres se había abierto una nueva veda y que esta vez las victimas iban a ser Sanosuke y Tae.

-¿Y vosotros que tenéis pensado hacer?

Esta vez era Misao la que preguntaba mientras miraba embobada como Aoshi se llevaba los palillos de forma delicada a la boca y estos se deslizaban por sus labios. Esos labios…

-…y eso es lo que vamos a hacer. –Concluyó Kenshin y Misao se dio cuenta de que se había perdido toda la conversación. ¿Cuánto tiempo llevaba mirando a Aoshi? Carraspeó.

-Muy interesante.

Kaoru miró de reojo a Misao. ¿Qué podía tener de interesante sentarse en la orilla a dejar que pasaran las horas para conseguir un pez que no daría ni para medio bocado con todos los que eran? No dijo nada, en cambio, se levantó recogiendo el arroz sobrante mientras les dirigía miradas afiliadas a todos por no haberlo probado.

-Es la hora de que nos pongamos en marcha.

En eso estuvieron todos de acuerdo.

Cada uno tomó su camino; Kenshin y Aoshi hacia el río, Sanosuke y Yahijo hacia el Akebeko y misao y Kaoru a buscar a Megumi.


Cuando Sanosuke y Yahiko llegaron al Akebeko, el restaurante estaba a reventar. Tae y Tsubame corrían de un lado a otro, sirviendo y recogiendo mesas. Ellos no podían esperar tanto, necesitaban la ayuda de Tae para poder empezar con los preparativos de la cena romántica. Persiguieron a Tae y Tsubame por todo el local.

Tae ya estaba aburrida de tener al luchador callejero a sus espaldas. ¡Le espantaba la clientela!

-Necesito tu ayuda.

Tae frunció el ceño. ¿Para qué podía Sanosuke necesitar su ayuda si no era para comer gratis? Esta vez no iba a ceder de nuevo. ¡Iba a tener que ganarse la comida!

-Si quieres mi ayuda, primero tendrás que ayudarme a servir y después, si estoy de buen humor, tal vez te ayude.

A Sanosuke se le cayeron los pantalones al suelo al escucharla. ¿Tenía pinta de camarero a caso? Iba a decirle que se dejara de bromas cuando Tae plantó un delantal a conjunto con el resto del restaurante en sus manos como si fuera un bebé. Se resignó, si quería tener éxito en su parte del plan y no quedar como un imbécil ante el resto, tendría que ceder.

Se puso el femenino atuendo y pronto escuchó la risa de Yahiko que duró hasta que Tsubame le puso un delantal con volantes en la pechera en las manos e hizo que se pusiera también a trabajar.


Kaoru tocó con los nudillos a la puerta cerrada del centro médico del Doctor Genzai. Megumi tardó unos minutos en abrir y cuando lo hizo frunció el ceño al ver a Kaoru y Misao allí plantadas con cara de haber degollado a un perro.

-Necesitamos tu ayuda, Megumi.

A Misao le zumbaron todas las alarmas como si se trataran de moscas en sus oídos. ¿Le pasaba algo al bebé de Kaoru? ¿Kenshin estaba enfermo? ¿Sanosuke había vuelto a pelearse por perder a los dados y le habían dado una lección al fin?

-Necesitamos que vengas de compras con nosotras y nos aconsejes. Compras de mujeres… ya sabes.

Megumi suspiró aliviada y se puso tiesa, echando de manera presumida su larga cabellera hacia atrás con un simple movimiento de muñeca.

-Bueno, me parece que al fin os habéis dado cuenta de que mi estilo personal llama más la atención de los hombres que el vuestro.

Con ganas la hubieran dejado allí después de dedicarle un gesto para nada amistoso después de escuchar ese comentario, pero ella tenía razón. Era mucho más femenina y sabia muchísimo mejor como hacer que un hombre se fijara en ella.

-¿Entonces? ¿Nos vas a ayudar?

Pasaron lo que parecieron horas antes de que Megumi al fin accediera a ayudarlas. Entró un segundo a coger sus cosas y las tres se pusieron en camino hacia el centro de Tokio.

Cuando llegaron, las tiendas les dieron la bienvenida en todo su apogeo. Cientos de vendedores ambulantes mostraban ricos aperitivos para los turistas y mientras evitaban a los furtivos ladrones. Pasaron por toda la calle centras y se dirigieron directamente a un conjunto de tiendas que solo vendían cosas occidentales. Cuando entraron, una chica las saludó de forma cortés.

-¿Qué desean?

Megumi volvió a echar su cabello hacía atrás. –Queremos algo realmente sexy, matador, que haga que un hombre se caiga de espaldas.

La mujer sonrió con picardía y empezó a enseñar modelos de pequeños trozos de ropa que apenas les cubriría nada, con detallados intrincados cosidos, sedas y tejidos nunca vistos antes. Era todo precioso.

-¿Así que pensáis hacer que con esto Aoshi y Kenshin caigan rendidos? Nunca hubiera pensado que vosotras pudierais llegar a poneros algo así. – Dijo Megumi mientras se colocaba bien un par de trozos de tela unidos por una fina cuerda en el medio sobre sus voluptuosos pechos y se miraba de lado a lado, viendo como resaltaba el color verde mar con su piel.

-Sí, y la lástima ha sido que Tae no haya venido con nosotras- Dijo Kaoru.

-Sí –esta era Misao- Podría haber comprado uno de estos. Seguro que Sanosuke hubiera babeado de verdad con eso.

Megumi frunció un poco el ceño y miró a Misao con renovado interés.

-¿Qué tiene que ver Sanosuke en esto?

Kaoru río por lo bajo, mirando a Megumi, que se veía molesta de reojo.

-¿No lo sabías? Nosotras nos hemos enterado hoy… Nos lo ha dicho el propio Sanosuke en persona. Tae y él tienen una relación.

A Megumi se le cayó la tela al suelo, dejándola completamente desnuda.


Kenshin llevaba rato escuchando a Aoshi balbucear en voz baja, aburrido, mientras intentaba pescar aunque fuera un simple cangrejo, pero no picaba nada, de la misma forma que a Aoshi no le salía nada y él no era un experto en poemas tampoco, por lo que difícilmente podía ayudarlo en algo.

Miró de reojo al hombre mayor que se sentaba a su lado, echando también la caña. Bien, perfecto, si antes no había pescado nada, en ese momento aun pescaría menos si tenía competencia.

El hombre le sonrió de forma amigable, enseñando un par de dientes roídos y él no pudo echarlo ya. Le devolvió la sonrisa.

-Su amigo se ve muy interesado en conquistar a alguien. ¿Me equivoco?

Kenshin negó con la cabeza, indicándole que no se equivocaba para nada. El hombre hizo un asentimiento y guardó silencio durante un buen rato hasta que, harto también de escuchar balbucear a Aoshi, dijo:

-Soy viejo, pero experto. Os voy a ayudar o a este paso ni conseguiréis pescado, ni conseguiréis mujer.

Aoshi y Kenshin miraron al hombre, de pronto, con interés.

CONTINUARÁ

El siguiente capítulo ya será la gran "fiesta" y se descubrirán todos los secretos que se guardan entre ellos. ¿Les saldrá bien? No… no lo creo.

AGRADECIMIENTOS A:

Lica: Pues como ves ahora también se mete en el lio una Megumi celosa jajaja

Pajaritoazul: Quiero ver como intentas quitárselo a Misao jajaj

Le chat et le abeille: Muchas gracias por escribir en todos los capítulos!

HeavenlyEve: Ves al baño mujer jajaja

yukiyo jouchan: Que razón tienes jajaja va a salir fatal