Bueno, aquí va otra de mis viejas historias locas. A las que la recordéis espero que os volváis a reír igual y a los que no la hayáis leído, espero que os guste.

Capítulo 1: El consejo de Tae.

Era un día de mediados de verano. El calor se hacía insoportable. En el patio trasero de un dojo de las afueras de Tokio, se encontraba un joven pelirrojo lavando ropa, perdido en sus propios pensamientos.

"Ya hace un mes y medio y nada de nada. ¿Habré dejado de gustarle? Quizá no lo pasa bien conmigo… ¡no!, eso no puede ser, porque la cara que pone cuando está conmigo no es de decepción. Pero… ¿y si ha encontrado a otro?"

-¡Kenshiiinnn! Espabila hombre. ¿En qué demonios estas pensando que tienes esa cara de circunstancias? –. Sanosuke se acercó a Kenshin y le palmeo la espalda de tal manera que el joven pelirrojo fue directo a parar al balde de agua.

- ¿Orooo? Tú sí que sabes llamar la atención¿verdad, Sano¿No podrías hacerte notar de otra manera más…mmm…delicada?

-Oh, vamos Kenshin. Cualquiera diría que el quejica que está hablando es el mejor espadachín de Japón.

Kenshin se levantó y fue a buscar una toalla para poderse secar la cara, aunque tenía que admitir que el agua se sentía fresca en el rostro y con el calor que hacía le venía estupendamente. Al regresar se sentó al lado de Sanosuke, que en ese momento observaba divertido como dos hormigas peleaban por una migaja de comida.

-¿Y bien?¿Me vas a explicar que te ocurre? -. Sanosuke había dejado de prestar atención a las hormigas y su mirada estaba fija en la bronceada cara de Kenshin.

-Es personal Sano. No puedo explicártelo -. A decir verdad, se moría de ganas de explicárselo a alguien, pero… ¿a Sano? De eso ni hablar. Una cosa era que su secreto lo supiera una persona, y otra muy distinta era que se enterara todo Tokio y alrededores. No, Sano no era la mejor opción para hablar de tan delicado tema.

-¿Personal?¿De cuándo acá tus pensamientos son tan "personales" que no se los puedes explicar al gran Sanosuke Sagara, guerrero número uno de Tokio y alrededores?

Kenshin le dirigió a Sanosuke una mirada furibunda y resoplo. Ese Sano nunca cambiaría. –Para empezar, tú no eres un guerrero profesional. Eres un camorrista. Y para acabar, la palabra personal, significa eso mismo. Es decir, que es privado, personal e intransferible.

Sanosuke puso cara de enojo, pero en realidad se le estaban a punto de saltar las lágrimas. Ese comentario había dolido. ¿Camorrista él? Aunque…pensándolo mejor, quizá si lo fuera un poco.

Una vez pasado su enojo, decidió volver a la carga, y como sabía que con una simple pregunta no lograría sonsacarle nada a su amigo, decidió que le haría varias. –Vamos Kenshin, no puede ser tan terrible. A ver, déjame adivinar. ¿Le rompiste un kimono a Jou-chan ¿No te sientes bien, o no se siente bien Jou-chan ¿El dojo se cae a pedazos ¿Enishi ha vuelto a molestarte ¿Shishio ha regresado del infierno ¿Se te quemó el almuerzo ¿Perdiste tu espada ¿Jou-chan ya no te quiere…?

Kenshin se había mantenido impasible a las preguntas de Sanosuke hasta que había llegado el "Jou-chan ya no te quiere". Inmediatamente su cara se había desencajado por completo, se le había tensado la mandíbula, se había quedado pálido y sus ojos habían empezado a tomar un color ambarino.

-¿Así que es eso?¿Estas pensando que Jou-chan no te quiere? Sanosuke tenía una sonrisa maliciosa en el rostro. Era el mejor. Unas cuantas preguntillas de nada y resuelto el dilema. En ese momento de lo único que se tenía que preocupar, era de que no se le escapara la risa ante la preocupación tan absurda de su amigo. Se trataba de Kaoru. La persona que había ido a buscarlo cuando se presentó Gine, la misma que lo siguió a Kyoto y la que evitó que la venganza de Enishi se cumpliera. Era absurdo pensar que Jou-chan no le quería.

-¿Por qué crees eso, Kenshin? Es Jou-chan de quien hablamos. Ella no puede haber dejado de quererte de la noche a la mañana. Quizá hiciste algo que la enojó y por eso no te presta atención.

-No se trata de eso Sano -. Kenshin desistió de seguir guardándose sus quebraderos de cabeza. Sanosuke podía parecer burro, pero en realidad era bastante suspicaz. –Kaoru-dono sigue prestándome atención, se preocupa por mí y siempre me sonríe.

Sanosuke puso cara de estar pensando y a continuación prosiguió con el interrogatorio. -¿Entonces por qué estas tan preocupado?¿Por qué crees que no te quiere?

-Yo no he dicho que no me quiera, solo que…

-Pero lo piensas-. Cortó Sanosuke.

-Bueno…si, no, bueno… no sé…es que…

-¿No sabes?-. Cortó de nuevo Sanosuke.

-¿Me vas a dejar terminar la frase, Sano?-. A Kenshin no le resultaba fácil tener que explicar cosas tan íntimas, y si a eso le sumamos que el maldito de Sanosuke no lo dejaba terminar la frase, pues la cosa se ponía aún peor.

- Lo siento-. Sanosuke dirigió la mirada hacía el suelo y puso cara de corderito degollado.

Kenshin resopló. No soportaba cuando Sanosuke hacía ese gesto con la cara. Se le ablandaba el corazón.

-Está bien, Sano, te lo contaré. Pero por lo que más quieras, no se lo digas a nadie.

Sanosuke recuperó la sonrisa de inmediato, cruzó las piernas, apoyó los codos en ellas y se agarró el mentón con las manos. Ya estaba preparado para escuchar.

-Lo que ocurre es que…bueno, que…quehaceunmesymedioquenotengorelacionesconKaoru-dono-. Kenshin lo soltó todo de sopetón y con los dientes fuertemente apretados, con lo cual, Sanosuke se había enterado de muy poco, por no decir de nada.

-¿Podrías volverlo a repetir desde "lo que ocurre es que…"? Y si puede ser te pediría que lo dijeras despacito. La zorra me llena el cerebro de insultos, y lo poco que me queda de él no me llega para entender lo que has dicho.

A Kenshin empezaban a palpitarle las sienes, pero se recordó que Sano solo estaba intentando ayudarlo. Era un gran amigo y se preocupaba por él. Contó hasta diez para recuperar la compostura. Un vez calmado, lo intentó de nuevo. Esta vez muy despacio.

-Lo que ocurre, es, que hace un mes y medio que no tengo relaciones con Kaoru-dono-. Ya lo había dicho. Ahora solo quedaba esperar la reacción de Sanosuke. Kenshin levantó la mirada poco a poco y observó el rostro de su amigo.

Sanosuke se acercó arrastrándose hasta Kenshin y le puso la mano en el hombro a modo de consuelo. –Entiendo. Es decir, que Jou-chan está enfadada contigo porque no funcionas.

Kenshin miró a Sanosuke examinando a profundidad todos los gestos de su cara para encontrar algún signo de que lo que había dicho era broma. Pero no, no lo encontró. Hablaba completamente en serio.

-Sano, ¿a caso me ves cara de no funcionar? El problema es todo lo contrario. Funciono demasiado pero mi mujer no quiere aprovecharlo.

¿Qué Jou-chan no quería aprovecharlo? Eso era imposible de creer. Tenía que haber alguna otra explicación. –¿Estás seguro que no has hecho nada que la haya podido molestar?

Kenshin pensó durante unos instantes, pero no encontró ningún posible motivo por el cual su Kaoru pudiera estar molesta con él. Es más, todo lo contrario, había estado más atento con ella que nunca, haber si caía la breva y podían intimar, pero nada de nada. Ella no lo rechazaba pero en el momento en el que él se acercaba o se acordaba de algo que había dejado pendiente, o se hacía la dormida. Puso cara de resignación y dirigió la mirada al suelo.

-No, Sano. Estos últimos días incluso la he mimado más. Ella no parece estar enfadada en absoluto, su comportamiento es normal. Normal, hasta que me acerco a ella con intenciones "de", que entonces le entra la prisa por ir a hacer tareas, o simplemente se hace la dormida, como anoche.

Vaya, vaya, eso sí era un problema. Normalmente Jou-chan no rechazaría a Kenshin así como así. Quizá estaba enferma. Ese enigma solo lo podía resolver una persona, y esa persona era Tae. Si había alguna persona en quien Kaoru confiaba para contarle sus problemas, esa era Tae.

-¿Sabes, Kenshin? Lo mejor que podemos hacer es ir a ver a Tae y explicarle tu problema. Seguro que ella sabe lo que le sucede a Jou-chan.

Kenshin se reprendió mentalmente. ¿Cómo no se le había ocurrido a él eso?¿Desde cuándo Sanosuke pensaba más que él? Se levantó como un resorte y salió corriendo como alma que lleva el diablo hacía el Akabeko.

Sanosuke quedó estático por un momento, "Vaya, realmente si está apurado. Me pregunto cómo estaría antes de casarse, si con un mes y medio ya está así…" No se iba a quedar allí intentando averiguarlo, así que salió corriendo detrás de él.

Un minuto y medio después:

Tae estaba limpiando unas mesas de unos clientes que acababan de marcharse, cuando de pronto se abrió la puerta y vio una mancha fucsia y roja que se acercaba a ella a toda velocidad y la jalaba hacia el interior de la cocina.

-Tae-dono, disculpe mis malos modales, yo no suelo actuar así, pero es que…

-¿Ken-san?¿Pero qué…¿Podrías dejarme ya en el suelo?

-Oh, lo siento-. Kenshin puso cara de arrepentimiento mientras su cara se tornaba del color de su cabello. –Lo que ocurre es que…bueno… yo viene a hacerle una pregunta de…

-¿Y para hacerme una pregunta has de entrar en mi restaurante como un loco y jalarme hasta la cocina como un secuestrador? -. Tae no comprendía que era lo que le sucedía al joven espadachín. Normalmente era muy educado y no le gustaba llamar la atención en público.

-Bueno, yo…lo siento, pero es que la pregunta es muy importante y…

-¡Ah, te alcancé! Saliste corriendo y me dejaste allí hablando con los pájaros , Kenshin. ¿En que estabas pensando? -. Sanosuke respiraba agitadamente por la ardua carrera y miraba a Kenshin con el ceño fruncido.

-Bueno, yo…lo siento, Sano, es que quería…

-Podrías haberme esperado al menos, ¿no? -. La respiración de Sanosuke se iba normalizando y con ella se iba disipando su mal humor. -¿Ya le has contado a Tae?

-Bueno, ahora mismo iba a…

-No me ha contado nada, simplemente ha entrado aquí como un psicópata y me ha traído en brazos hasta la cocina. ¿Qué pensarán mis clientes?¿Y si Kaoru se entera?

Sanosuke lo miraba con el ceño fruncido, Tae lo miraba con el ceño fruncido, y hasta el cocinero lo estaba mirando ya con el ceño fruncido.

Intentó hablar de nuevo. –Vera Tae-dono el asunto es que…

-Sí, Ken-san mejor me das una buena explicación -. Te estaba empezando a impacientarse.

-Si, Kenshin, explícale lo que…

-¡Demonios!¿Pero me van a dejar terminar una sola frase?

Tae y Sanosuke quedaron petrificados. ¿Dónde estaba el Kenshin bueno y cariñoso que ellos conocían?

Kenshin estaba preocupado por su "pequeño problema" y ese par de locos no lo dejaban ni hablar.

Tae se acercó a Kenshin, y con cuidado lo agarró de los hombros guiándolo hasta una silla para que se sentara. –Siéntate Ken-san y cálmate un poco. Así podrás explicarme con más calma.

-Se lo agradezco Tae-dono, pero no me siento cómodo en las sillas, prefiero estar de pie.

Tae asintió con la cabeza y se retiró hasta llegar al lado de Sanosuke. En esos momentos creía que era más seguro estar al lado del busca pleitos del cabeza de pollo, antes que al lado del espadachín.

Kenshin al ver que se mantenían en silencio, empezó a hablar caminando de lado a lado de la cocina. –Vera, el problema es que Kaoru-dono está muy rara. Y me preguntaba si usted sabría el motivo.

Tae sonrió. Estaba claro que Kenshin estaba actuando así porque estaba preocupado por Kaoru. -¿Cómo de rara está, Ken-san?¿A qué te refieres cuando dices "rara"?

-Bueno, pues me refiero a que…pues k no quiere, bueno, no es que no quiera, si no que…

- Ahhhhhh ¡Al diablo! Lo que ocurre es que Jou-chan y él llevan un mes y medio que no intiman. Ella no lo rechaza pero busca excusas y él está desesperadito. ¿Me he olvidado algo, Kenshin?

Kenshin miró a Sanosuke que sonreía tanto como si hubiera ganado una batalla contra el mismísimo Saito. –No, Sano, eso es todo. ¿Pero, la próxima vez podrías ser menos metiche y dejar que explique yo las cosas?

Sanosuke desvió la mirada hacía el cocinero e hizo ver que estaba muy pendiente de la tarea culinaria que llevaba entre manos.

Kenshin resopló resignado. –En fin, la pregunta que yo quería hacerle, Tae-dono, es si usted sabe si le pasa algo a Kaoru-dono. ¿Se siente enferma?¿O le ha dicho algo de mí?

Tae hizo memoria durante un momento. No recordaba que Kaoru le hubiera contado nada. Hasta donde ella sabía la kendoka estaba muy contenta con su matrimonio, y pinta de enferma no tenía. –Pues no, no me ha comentado nada, yo la veo igual que siempre. Pero dices que el problema lo tiene a la hora de intimar, ¿cierto?

Kenshin asintió con la cabeza y la miro expectante. "Por favor que me dé una solución". Pensó.

-¡Como intimáis normalmente?

La pregunta de Tae lo dejó helado. Nunca se había planteado la manera en la que intimaban, simplemente lo hacían y ya está. Y a decir verdad, tampoco se había planteado nunca tenerle que explicar a nadie como llevaba a cabo según qué actos, y menos a Tae.

-Pues, bueno, como todo el mundo. Ella abre las piernas y entonces yo…

-No, Ken-san, bruto, eso no. Me refiero a que si hacéis cosas distintas a parte del aquí te pillo aquí te mato -. A Tae se le empezaba a marcar la venita de la sien.

-¿Orooo? No, no la mato. La dejo un poco cansada, pero no llego a matarla.

Sanosuke tenía ya un tic en el ojo por culpa de la estupidez de su amigo y Tae tenía la cara más morada que las uvas Italianas Esta vez fue Sanosuke quien lo intentó. –Lo que te está preguntando es que si siempre lo hacéis igual, o diferente cada vez.

-Oh, eso. Bueno, pues normalmente siempre solemos hacerlo diferente.

Tae se agarró el mentón con la mano y empezó a darse golpecitos con el dedo índice en los labios. –Pues, en ese caso, no sé. Quizá haya que darle algún incentivo. ¿Pero qué?

Kenshin y Sanosuke imitaron el gesto de Tae.

Pensamientos de Kenshin: Quizá si hiciera algo romántico…pero no, definitivamente no, porque luego me ciego y me sale el lado bruto y el romanticismo se va al traste. Mmmm…pues entonces…

Pensamientos de Sanosuke: Lo que Jou-chan necesita es acción. Seguro que le van los hombres brutos. Ya sé, le conseguiré unas cuerdas a Kenshin para que la ate. Seguro que funciona. Aunque… ¿y si no le gusta? Kenshin me echara la culpa a mí y Jou-chan se liara a darme golpes con su bokken. Mi cabeza aguanta a la zorra a duras penas, pero…zorra más Jou-chan, igual a explosión. No, definitivamente eso no. Mmmm…pues entonces…

Pensamientos de Tae: Quizá si le confeccionara algo de ropa interior sexy, a Kaoru le gustaría. Aunque ella siempre dice que Ken-san gana muchísimo más sin ropa, así que eso no. Mmm…entonces… ¡ya se!

-¿Ken-san?¿Tú…eres muy…mmm…peludo?

¿Oroo?¿Peludo? Mmm…bueno, pues un poco. ¿Pero y eso qué?

-Pues veras, a las mujeres, a veces, nos gusta que un hombre se cuide su cuerpo. Es decir, que se depile.

Sanosuke se había adelantado hasta llegar al lado de Kenshin y miraba a Tae con los ojos entornados. –Tonterías. A las mujeres lo que les gusta es un buen macho. Peludo y bruto. ¿Qué pretendes que Jou-chan piense que tiene por marido a una nenaza?

Tae miró a Sanosuke con rabia contenida. Ese hombre no sabía nada de mujeres. -¿Con cuantas mujeres has estado, Sanosuke? Porque las que yo conozco piensan igual que yo.

-¿A Kaoru-dono también le gusta eso? -. A Kenshin no le importaban el resto de las mujeres, le importaba su Kaoru.

-Si Ken-san, a ella también.

-Pues en ese caso, dígame que es lo que tengo que hacer Tae-dono. Por mi Kaoru-dono lo que sea.

Tae sonrió. Qué suerte tenía Kaoru de tener un hombre dispuesto a dar el cielo por ella.

-Bien, pues los pasos a seguir son los siguientes: Primero has de cortar los pelos más largos un poco.

-Bien, eso es fácil. Aseguró Kenshin. Tae asintió y prosiguió.

-Seguidamente, has de aplicarte un poco de jabón sobre la zona que deseas depilar, para que no se te escame la piel.

-Bien, jabón. ¿Qué más?

-Luego te pasas la navaja hasta que la zona quede sin pelo. Ha de quedar suave. Nunca te la pases a contrapelo. Eso es muy importante.

-¿A contra pelo¿Eso es hacia arriba o hacia abajo? Kenshin tenía cara de interrogación.

-Depende de tu pelo Ken-san-. Kenshin asintió y Tae prosiguió.

-Y para terminar te echas aceite para hidratar la piel.

-¿Aceite?¿Del de cocinar?

No, Ken-san, aceite hidratante. Lo encontraras entre las cosas de aseo de Kaoru.

-Sí, entiendo, no puede ser tan complicado. De acuerdo, manos a la obra pues.

Con toda la decisión de alguien que sabe lo que hace, Kenshin salió del Akabeko en dirección al dojo.

Esa noche Kaoru caería rendida a sus pies.

CONTINUARA