LOS PERSONAJES DE NARUTO NO MEPERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA ES MÍA.
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Hola, chicas / os c:
Pues, nada, solo vine a dejar este capítulo con el que cerramos la historia, ¡finalmente! Es un capítulo casi doble dada su extensión (disculpen la parrafada, pero no le vi caso cortarlo en dos y demorarme más). Ojalá lo disfruten y tómense su tiempo. Gracias por estar aquí, y por haberme leído.
Sin más, he aquí:
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-49-
VIDA Y SANGRE
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Hinata no sabía por qué de pronto era más consciente del latir de su corazón. Hiashi no le ofreció sentarse y en cambio le dedicó una mirada apática, ante ésta, ella inspiró hondo y habló:
—¿Estás diciendo que el consejo ha decidido darle la espalda a Neji? No pueden hacerlo. ¿Por qué ahora? ¿Por qué a él que tanto ha trabajado?
El mayor asintió tosiendo y apoyó sus codos en el escritorio —Por miserables. Avalaron mi decisión de nombrarlo mi sucesor mientras él era realmente joven para tomar ese cargo. Hace un par de años, cuando Neji tuvo aptitud y despuntó como el mejor con el apellido, comenzaron a exigir más.
La mirada confundida de Hinata que nunca tomó asiento buscó la de su padre, pero éste evadía mirarla.
—Ante sus ojos, Neji no es digno.
—Es un absurdo. Que no esté en la línea de sucesión no le quita nada.
Hiashi sonrió y se echó para atrás en su silla —Hasta tú lo entiendes. Pero en realidad tienen un punto, uno fuerte.
—No logro verlo.
—Neji es solo un medio Hyuuga.
—¿Cómo?
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Después de darse una ducha, Neji bajó las escaleras ajustándose los puños de su camisa. Hanabi apareció corriendo y, con la boca llena, un pastelillo en una mano y su celular sonando en la otra, pretendió seguir su carrera.
—¡Y un carajo! ¡Neji! —soltó luego de reparar en él.
El joven se detuvo haciendo un esfuerzo por no corregirle el vocabulario. Volteó a verla.
—Hinata llegó. Está con papá en el despacho, casi olvido decírtelo —terminó de pasar su bocado y luego su atención fue a su móvil— ¡Ah, perdí la llamada! —se lamentó y volvió a subir, pero con menos prisa.
Neji la vio partir y dudó sobre presentarse ante ellos o volver a los asuntos jurídicos en la constructora. Cuando estuvo en la primera planta dio un par de pasos directo a la salida, pero finalmente se detuvo y giró al cambiar de opinión.
Sus pasos fueron firmes hasta llegar al despacho. Sus dedos doblados se detuvieron justo antes de golpearse contra la puerta para hacerse notar.
—Neji es solo medio Hyuuga.
—¿Cómo?
Él bajó su mano y se recargó en el muro a su lado.
—Lo que imaginas.
Neji apretó el puente de su nariz y cerró los ojos agotado mentalmente. El mayordomo se acercaba con un par de tazas y una jarra, pero él, con una seña de su mano, le pidió que no se acercara más. El hombre que por años había servido a la familia asintió profundamente con el rostro y se alejó.
Los sonidos de las voces en el interior del despacho perdieron fuerza.
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Hinata había escuchado muchas veces hablar de Hyuuga de linaje puro, de líneas de sucesión privilegiadas y, en menos ocasiones, de medios Hyuuga.
—Eso quiere decir que la madre de Neji no era alguien de la familia. Mi tío Hisashi…
—A mi hermano nunca le interesó la sucesión. En eso Neji se parece a él. Todo este tiempo me he preguntado si esa actitud era genuina o simplemente era por orgullo herido. Creer que es lo segundo me ha dolido siempre.
—Es por eso que quieres que Neji sea quien te suceda —mencionó Hinata, ella lograba entender eso, aunque aún no lograba conmoverse suficiente como para justificar que su padre siempre la hiciera sentir incompetente y rechazada.
—No solamente quiero que lo reconozcan como tal. Quiero que lo respeten incluso si nunca dejan de verlo como porquería.
—¿Porquería? —preguntó. Eso era lo más parecido a nobleza que ella llegó a ver en su padre.
—¿No lo entiendes? Por ser parido por una extraña él no vale nada para ellos, así sea lo mejor que tengamos. Será así para siempre. Él y su descendencia.
—¿Y a quién le interesa el apellido o sus absurdas creencias? —casi alzó la voz. Le fue imposible no ver a su futuro hijo reflejado en Neji.
—¡¿A quién?! ¡A mí! ¡Porque él lo merece! Hisashi también.
Hinata dejó pasar unos segundos centrándose únicamente en el caso de su primo, sin proyectarse.
—Te quieren a ti —volvió a hablar Hiashi.
—No asumiré esa responsabilidad. De hecho, papá, yo necesito decirte que…
—¡No te sientas halagada! —la interrumpió hastiado—. Ellos no te ven a ti como líder, solo quieren tu lugar en la línea. Ni tú, ni ninguna mujer en esta familia podría estar nunca al frente. Pretenden ascender a Toneri.
Si Hinata no hubiera quedado pasmada, hubiese podido reír indignada: otro matrimonio a la cuenta.
—No voy a casarme con nadie que no decida yo —sentenció secamente.
Hiashi dio un golpe en el escritorio y se puso de pie pareciendo ignorarla.
—¡Esos bastardos!
Hinata notó la forma como la mandíbula de su padre temblaba.
—¿Neji lo sabe? —preguntó sin pretender alterarlo más.
—¿Qué? ¿Lo de Toneri? —se burló—. Lo supo hace menos de dos meses.
Hinata quiso sentarse, pero permaneció de pie tras la silla frente al escritorio. Se sujetó con firmeza de ésta.
—Entonces, por esto, le dijiste que su madre…
—Eso lo descubrió mucho antes por casualidad. Seguro recuerdas su etapa de rebeldía antes de irse a la universidad.
—Claro —perdió el aliento.
—No tomé a ese chico de los brazos de su madre para que fuera despreciado.
—¿Tomar? ¿Lo robaste?
—No. Pero con certeza presioné a esa mujer a entregármelo.
—¿Y ella solo lo hizo? ¿Y mi tío?
—Hisashi no pudo hacer mucho, murió cuando Neji estaba por cumplir un año. Tu abuelo como el resto se dedicaron a asfixiarlo cerrándole puertas; falleció en un accidente laboral en un empleo sin futuro. Todos le dieron la espalda desde que conoció y se enamoró de esa española que fue su ruina. Nunca intentó pedirnos nada, ni siquiera a mí.
—Papá.
Hinata comprendió, como seguramente lo hacía su padre, que Hisashi Hyuuga quería algo mejor para su hijo que ser la sombra de la familia principal.
—Pisotearon a mi hermano incluso después de muerto —dijo viendo una fotografía suya y los tres niños. Recordó como nadie del clan había asistido a su funeral; solo él, Reina y un Neji demasiado pequeño como para recordarlo lo habían acompañado.
Imaginar a lo único que quedaba de su hermano a la deriva podía con él. En aquel entonces solo pretendía regresar a Neji a su camino y hacer lo mejor por la familia.
—Y a ti se te ocurrió que podría ser buena idea apartar a Neji de su madre. Entiendo perfectamente el por qué su cambio. Ni siquiera sé por qué te disculpó.
—Reina estaba prácticamente muriendo cuando me entregó a Neji —alegó él—. Era una mujer orgullosa, pero sensata. Hizo lo mejor por él. Neji lo entendió cuando me permitió explicarlo.
—¿Reina? —preguntó Hinata y entonces entendió. Él dijo «esa española» —. La madre de Neji, nosotros la conocimos.
Hiashi bajó el rostro. Para tener a Neji él había obligado a su cuñada a firmar el compromiso de que nunca se acercaría a él, a cambio, él la colocaría hasta arriba de la lista de espera de trasplante de riñón, los cuales estaban siendo atrofiados por el lupus que padecía.
Y había cumplido, ella también. Finalmente, que años después le permitiera estar cerca de su hijo al convertirla en su maestra de español, le había valido el agradecimiento de Neji cuando pudo contarle la verdad. Reina había muerto años después de un infarto debilitada por su enfermedad.
—Papá… nosotros ya éramos grandes cuando ella murió. ¿Te das cuenta que le robaste a Neji muchos años con su madre? ¿Cómo pudiste hacerle eso?
—No estoy orgulloso, pero no me arrepiento. Tenía que parecer que había cortado con su pasado de tajo para que él tuviera una oportunidad de ser aceptado. Es mi sobrino, mi hijo, mi sangre. Ningún miembro del clan debería hacerlo menos: Neji tenía derecho a tener lo que a mi hermano le correspondía. Si yo no hubiese estado ahí, ella habría muerto de cualquier forma y Neji terminado en un orfanato cualquiera.
Hinata cerró los ojos con pena al no poder debatirle mucho de lo dicho, creía entender cómo se sintió.
—Pero, hiciste todo lo que tu hermano no quería.
Hiashi golpeó el escritorio —Tomé a su hijo como mío y lo convertí en un hombre de bien. No pienso arrepentirme. Neji ahora sabe todo. Lo entiende. Lo acepta de verdad.
—¿Y estás conforme? Nunca lo has dejado decidir.
—Hinata —soltó casi con desprecio—, qué poco has entendido. ¿Cómo podría estarlo? No estaré conforme hasta que las cosas tomen su lugar original. ¡No me importó ir camino a la ignominia! ¡Por ti, por él!
—No pretendas culparnos.
—¡Hice lo que tenía que hacer! Se me presentó un panorama: o volvía Empresas Hyuuga en un referente oriental en la construcción, o te entregaba para un mujeriego cualquiera porque rechazarían a Neji como cabeza. Tomé mi decisión.
Se hizo un silencio en los que ambos se desconocieron —¿Hasta dónde vas a detenerte?
—Un viejo de mi edad suele ser terco, Hinata. Y más uno con nuevos propósitos.
—Yo no estoy dispuesta. ¡No voy a casarme por esta empresa!
—¡No es por la empresa, Hinata! —Hiashi se acercó firmemente y la señaló—. ¡Es por tu hermana, es por la sangre, es por ti! —finalizó con fuerza—. No tiraré su futuro entregándoles la empresa. ¿Crees que ustedes les importan un bledo? Los despojarán de todo cuando yo muera.
Los ojos de Hinata se mojaron al ver la frustración que la traición le provocaba a su padre, no alcanzaba a imaginar cómo estaba sintiéndose. Justo entonces él le pareció acorralado.
—¿Por qué no solo te rindes? —habló suavemente—. Ya ha sido demasiado. Mira esto, ¿reporteros en las puertas de la mansión? Tú mismo lo has dicho, a ellos no les importamos.
—No abandonaré nada de lo que creo. Es el trabajo de mi vida —respondió dándole la espalda. Se notó agitado, agotado.
—Y se ha arruinado, has ido más allá de lo permitido.
Él jadeó exasperado ignorando el dolor en su pecho —Y no me importa. Podré con esto y ustedes deben estar preparados.
—Estás a punto de no tener nada, ¿no lo ves?
—Lo arreglaré.
—Yo he dado mi última palabra.
—¡Mírame! —exigió Hiashi volteando a verla—. He dicho que lo arreglaré. Te casarás con Neji y asegurarás el futuro de Hanabi. Y lo harás porque ni yo ni él estamos dispuestos a verte convertida en la esposa de Toneri quien, cabe mencionar, tiene concubina desde hace años. Nadie va a convertir a mi hija en una mujer infeliz que tiene que guardar apariencias mientras su esposo le es infiel. Te casarás con Neji y por ley pueden hacer los cambios que les convengan en los estatutos de la empresa, él sabrá cómo acabar con esta porquería, con la empresa si quiere. Yo no pude hacerlo por ayudar a tu hermano, tenía las manos atadas. A ustedes nada puede impedírselos: darles a esos buitres lo que merecen.
Hinata estaba temblando en un intento de controlar sus lágrimas.
—Lo único en lo que he pensado por años —prosiguió él—, es en que ustedes estén bien. Ahora también quiero vengarme de esos miserables, porque no hay nadie antes de mí que valga la pena. Este desprecio hacia ti y hacia tu hermano es lo que no puedo tolerar. Ustedes son mi sangre, lo único que me importa.
Hinata tragó suavemente antes de hablar. Entendía la frustración de su padre y ahora podía verlo como humano. Uno humillado.
—No voy a hacerlo —dijo finalmente con la voz atorándose en la garganta—. Yo ya tengo una relación fuera de aquí.
A Hiashi le sobresalió una vena sobre su sien derecha. Estaba furioso y Hinata pudo adivinarlo.
—¿Qué estás diciendo?
Cuando él se volteó furioso la puerta se abrió.
—Lo que escuchó —Hinata apretó sus manos una con otra—. Desde hace bastante tiempo yo…
—Hiashi sama —Neji apareció y se acercó lo suficiente para ver como su tío abofeteaba a Hinata—. ¡Por favor! —volvió a decir al tomarlo sin mucha fuerza de la mano e interponerse entre ambos.
—Ni siquiera quiero escucharlo, ¿me comprendes? —Los ojos de Hiashi parecieron de pronto tornarse ligeramente rojos.
—Lo siento, papá. Yo tengo que…
—¡Guarda silencio!
—¡No!
—¡Hinata sama! —la voz dura de Neji hizo que sus ojos aguados se separaran de los coléricos de su padre—. Ha sido suficiente —Hinata negó con la cabeza y Neji endureció su mirada—. Salga de aquí.
Ella notó frustrada el deterioro en el semblante de su padre que luchaba por no irse contra ella nuevamente. Apretó sus puños y dio media vuelta.
—Terminarás con eso, Hinata, ¿escuchaste? Y no quiero una palabra más del tema —sentenció el mayor y ella detuvo sus pasos, después, sin voltear a verlo, terminó de salir.
Cuando la puerta se cerró detrás de ella, Hiashi finalmente se llevó una mano al pecho.
—¿Está bien?
Él empujó la mano de Neji que quiso sujetarlo y se apoyó en el escritorio para caminar directo a la silla tras éste.
—¿Puedes creerlo? ¿En qué punto esta niña…?
—Para ser sincero, era una posibilidad.
—¿Lo sabías?
—Intente descansar, Hiashi sama —aconsejó antes de girarse—. Hay cosas más importantes de las que ocuparse.
El mayor gruñó algo por lo bajo y Neji se permitió dejarlo solo tras varias recomendaciones. Le encargó al mayordomo un poco de té para su tío y que se mantuviera pendiente de él y, finalmente, se dirigió a la salida. Sus pasos no fueron tan decididos como momentos antes, pendiente de la figura de su prima que, si la conocía bien, no demoraría en aparecer.
—Neji —la voz de Hinata sonó inmediatamente después de que la puerta principal fue abierta.
—¿Qué creía que hacía al decir lo que dijo? —él siguió directo a su auto. No volteó a verla, pero la sintió seguirle los pasos.
—¿Qué fue lo que escuchaste? Era claro que no ibas llegando.
—Lo suficiente para darme cuenta que iba a hacer una estupidez.
—Estupidez lo que todos nosotros hacemos —dijo y se puso frente a él. El viento que comenzaba a ser helado pasó entre ellos.
Neji sonrió y retomó sus pasos —Solo intentamos hacer lo correcto.
Hinata lo tomó de la camisa haciéndolo detener— ¿Lo correcto para quién? Empresas Hyuuga está acabada. No hay forma en que no lo veas. No seas cobarde y no te atrevas a no aceptarlo. Papá tiene que entenderlo y nunca lo hará si sigues diciéndole que podría resultar.
—Ese hombre ha luchado mucho por lo que quiere —señaló al interior—, ¿cómo he de decirle que fracasó? —se soltó y caminó a su auto. Lo abrió.
—¿Entonces solamente hacemos lo que le plazca? Entiéndelo, Neji: no voy a hacerlo. Y tú tampoco deberías —Hinata siguió hablando mientras lo veía adentrarse al coche—. No solo es mi hijo el que viene, también el tuyo. Él debe enfrentarlo.
Él cerró el auto y Hinata tuvo que rodearlo para poder tomar asiento en el lado del copiloto.
—Baje. No tengo tiempo para esto ahora.
—No me voy a bajar, y si me obligas en este momento iré a contarle toda la verdad.
—Él no lo soportará, todos lo sabemos.
Ante el tono apesadumbrado de su primo Hinata se obligó a calmarse. Su vientre pareció de pronto de piedra, tan duro— Apóyame. Haz como tu padre.
—No se atreva a hablar de él.
—¿Y por qué no? Él haría lo que tú no te atreves. Le estás dando la espalda a tu hijo y al mío también. ¿No lo ves? Mi tío no quiso condicionar tu vida, se alejó de aquí. Yo, como él, no entregaría un hijo mío a la voluntad de una familia podrida. ¿Lo harías tú?
—No, por eso no reconoceré a ese niño.
Hinata se sintió profundamente decepcionada —¿Y a mi hijo sí?
—Ha sido usted quien se ha puesto en esta situación. Si se va, ellos ganan. ¿Cree que nos dejarán siquiera respirar fuera de esta familia? Van a aplastarnos. Saben cómo hacerlo, lo han hecho antes y lo harán ahora.
Les harían lo que en su momento le hicieron al padre de Neji, Hinata lo entendió con un nudo formándose en su garganta.
El sonido del motor fue lo único que se escuchó por segundos.
—No puedo quedarme —Hinata reconoció y un frío pareció recorrerla—. Toda esta gente me hastía, ve lo que les hicieron a tus padres.
—Le he dicho que no hable de ellos. Ambos hicieron lo correcto por la familia, cuando mi padre murió, mi tío lo hizo igual.
—¿Alejándote de tu madre? Te condenó a recordarla como una desconocida.
—¡Me permitió recordarla como haya sido! —cortó él luchando por mantener la templanza—. La mantuvo cerca mientras él me daba una familia.
—Pero, ¿cuál familia por amor a Dios? —Hinata arrastró su flequillo—. Esos sujetos…
—¡Ellos son quienes menos me importan! Por mí pueden irse al diablo, pero no dejaré solo a la única persona que vio por mí y por mi madre mientras moría. Es por lealtad. Él me enseñó, mi padre también lo hizo, que por la sangre se lucha.
Hinata bajó el rostro y sonrió incrédula.
—Dile eso a tu hijo —dijo y quiso bajarse.
—Solo espere —habló él mucho más serio que antes—. No voy a obligarla a nada, usted no ha dejado de gritarme en el rostro cuáles son sus deseos. Si pretende hundirse en la podredumbre, no seré yo quien lo impida. Hagamos esto hasta que su padre muera. Acabemos con esos ancianos, todos lo merecemos.
—¿Y mi hijo?
—Entréguelo a Sasuke. Vuelva con ellos cuando esto acabe.
—Por Dios —Hinata se recargó en el asiento—. No conviertas los deseos de mi padre en los tuyos —rogó—. Él debe entenderlo: no hay nada qué hacer. No voy a renunciar a lo que tengo… no lo hagas tú. Podremos con esto. Tienes que decírselo.
—No bajaré los brazos.
—Neji —la mirada incrédula de Hinata se fijó en la firme de él.
—No voy a darle la espalda ahora. Puede morir en cualquier instante, quiero… necesito que sepa que lo intenté.
—No tienes que hacerlo, ¿no lo ves? Te condenó, como a mí, a seguir sus deseos. ¿No recuerdas? En un principio tú ni siquiera deseabas esto.
—Créame, superé esa etapa hace tiempo.
Ella se quedó sin habla.
—Sí, aprendiste bien que la lealtad a la familia es lo primero. Pero tú ya tienes tu propia familia, Neji.
—No vaya por ahí.
—Avergonzarías a tu padre —no bajó la vista pese a la ferocidad en los otros ojos—. Tu lealtad a mi familia subyuga a la tuya, aunque la niegues. Estás condenando a tu hijo a ser el nuevo tú. Ese niño crecerá queriendo complacer a quien le hizo el favor de quererlo.
Hinata se bajó con un gusto amargo calándole en la garganta. Lo último que dijo le dolió incluso a ella. Para cuando cerró la puerta lágrimas de coraje y dolor se mostraron mezcladas con impotencia, pero se negó a soltarlas. Su vientre se puso aún más tenso y tuvo que detener sus pasos unos momentos para que caminar no le doliese.
Neji golpeó el volante al obligarse a mantenerse sereno, no podía permitirse perder tiempo corrigiendo la perspectiva de su prima. Pisó el acelerador y se alejó con prisa hasta cruzar las puertas de la mansión, pensando cómo resolver el siguiente problema.
•
O.O.O.O.O
•
—¡Que ya lo sé, mamá! —Sakura cerró la puerta de golpe y luego apretó los párpados haciendo gala de paciencia —. Puedo con esto. Puedo con esto.
Ino vio la forma como apretaba furiosa la camisa de un pijama.
—¿Segura? —preguntó sentada en el único sofá de la alcoba.
—Cierra la boca —ordenó y luego se forzó a respirar profundo. Exhaló ruidosamente.
Ino sonrió con nostalgia viendo las tres maletas a medio hacer en el suelo.
—Siguen sin tomarlo bien, por lo que veo.
Sakura arrojó a una de las maletas la prenda que cargaba —Papá no deja de llorar y mamá, bueno —hizo una pausa viendo la puerta cerrada—, creo que comienza a acostumbrarse a la idea. No deja de decirme qué cosas cree que estoy olvidando.
—Sí, ya lo vi.
—Leer los documentos que me señalan como becaria ha disminuido su resistencia. Pero es la mudanza lo que juega con sus nervios.
Ino se rio —¿Qué le preocupa? No tienes qué cuidarte de nadie, la gente de Nagoya es la que se tendrá que cuidar de ti.
Sakura le lanzó un desodorante que encontró cerca y que terminó estrellándose en la mano de Ino al buscar protegerse.
—Está bien. Está bien.
La de pelo rosa se dejó caer sentada en su cama —Esto es un desastre.
—¿Y por qué te estresas? Demos un paseo.
—Son las diez de la noche.
—¿Y? Conocemos estas calles desde que nacimos. Anda, compremos un helado en el minisúper —invitó y vio el pequeño desastre en el suelo—. No tienes que hacer esto ahora, irás a Nagoya hasta pasado mañana.
Sakura hizo un puchero —Me gustaría tener todo en orden desde ahora.
Ino la abrazó tomándola del cuello y la hizo caminar a la puerta —Vamos, ambas sabemos que nada te sale como quieres a la primera. No harás nada.
—¡Oye!
—¡Excepto Nagoya! ¡La harás en grande en Nagoya! —la sonrisa de Ino se contagió de a poco a Sakura.
—¡Mamá, papá, saldré por un helado con Ino!
—¡Oh, Sakura, vamos a extrañarte tanto! —su madre apareció y la rodeó con un abrazo tan efusivo que incluso empujó a Ino.
—Pero solo vamos a la tienda.
—Lo sé, aun así.
Sakura estuvo a punto de perder la paciencia otra vez, pero logró controlarlo. El aire fresco de la noche que le enfrió la piel les había hecho falta a sus pulmones.
—Por un momento creí que no te soltaría jamás.
—No te burles —respondió Sakura menos molesta—. Puedo entenderla, me siento un poco como ella, pero no puedo dejarlo salir o nunca me iré de aquí.
—¡Oh, claro que te irías! Estás destinada a superar todo —Ino le dio un empujón y luego corrió tras hacerla tropezar. Sakura corrió tras ella molesta.
—¡Ino, idiota!
La rubia volteó a verla y luego giró en la esquina para tomar dirección al minisúper de veinticuatro horas. Se detuvo de golpe luego de unos metros. Sakura chocó con ella.
—¡Oye! ¿Qué demonios…?
—¡Shh! Y mira, hablando de superar —Ino musitó señalando al frente con el rostro.
La mirada jade de Sakura vio lo que ella y abrió los ojos con sorpresa. Varios metros adelante vio a una chica rubia despeinar el ya rebelde cabello amarillo de Naruto, mientras éste la besaba, de una forma nada decorosa, aprisionándola contra su auto.
—¿Esa chica no es algo mayor para Naruto? —susurró Ino sin moverse.
—Creo que solo unos años.
—¿Saludamos? —Ino volteó a ver a Sakura.
Cuando ambas volvieron su atención a la pareja, Naruto la guiaba al interior de su casa, mientras ella parecía resistirse.
—Ah, no, mejor dejémoslo terminar con eso —dijo ruborizada viendo como él logró hacerla entrar.
—Demonios —soltó Ino cuando por fin volvieron a caminar—, ¿no te resulta un poco desagradable ver a uno de tus mejores amigos e imaginar lo que están a punto de hacer ahí dentro?
—No, bueno, tú y Shikamaru lograron que todos nosotros nos acostumbráramos.
Ambas rieron.
—¿Sabías que Naruto seguía en contacto con Shion? —preguntó Ino luego de dejar atrás la casa convenientemente oscura del rubio.
Sakura se tensó por un segundo —Creo que le gusta mucho. El tonto llegó a culparla por ocultarle lo de Hinata y… Sasuke. Aunque, creo que al final entendió que ella nunca supo más, solo que tenían un romance secreto y no vio lo malo en ello.
—Entonces ella no sabe que…
—No hace falta —dijo e Ino volteó a verla con seriedad—. Ya somos demasiados los que lo sabemos.
—Sakura…
—Creo que no saberse engañado por esa chica le hizo bien a Naruto. Él necesita alguien en quien confiar; si ella los ve como algo normal, él, con el tiempo, tal vez pueda verlos igual. Aún debe apreciar mucho a Hinata —dedujo.
—Y a Sasuke —agregó Ino—. Es difícil no sentirse entre la espada y la pared cuando la pasa tan mal por ello.
Ella quiso decir lo primero que pensó de él, de ambos, pero se tomó unos segundos. A su mente llegaron las palabras de cierto sujeto con quien compartió un viaje en bus, y que, sutilmente, la hicieron sentir terriblemente hipócrita.
—Imagino que sí —respondió finalmente. Recordó que ella misma había puesto a Sasuke por encima de Hinata, así que, podría entender si Naruto algún día decidía que no lo odiaba demasiado.
Ino sonrió con mayor naturalidad —Anda. ¡La última invita!
—¡¿Qué?! ¡Ino!
•
O.O.O.O.O
•
La noche se tornó de pronto helada. Hinata se distraía leyendo la lista de útiles y libros para el siguiente semestre. Apenas media hora antes había cortado una llamada con Sasuke que se extendió por más de media hora. Se enteró que recuperó el proyecto de Fukuoka y eso la alegró realmente, aunque notó por su tono de voz que él parecía estresado. Al cuestionarle si estaba teniendo problemas para mantenerse limpio, demoró en responder que no. Él mentía. Y Hinata no sabía hasta qué punto se le dificultaba.
Sasuke había jurado que lo superaría y contaba con ello. Por eso prefirió omitir contarle lo ocurrido con su padre esa mañana, no quería preocuparlo y menos ahora que parecía retomar su vida. Hiashi aún no sabía quién era esa persona con la que salía y, para no darle importancia, estaba segura, tampoco pretendería indagar. Él había dado su última palabra y exigía se obedeciera.
Ella solo quería dejar pasar el tiempo hasta que las cosas se asentaran, de cualquier forma, no pensaba obedecer esta vez.
—El agua está deliciosa. Hasta el frío se me quitó —Hanabi apareció en la habitación vistiendo solo un camisón de manga larga.
—Aun así, deberías abrigarte más —Hinata dejó de leer al verla llegar.
La otra hizo una mueca —Oye, ¿ocurre algo entre Neji y tú?
—¿Por qué lo preguntas?
Hanabi rodó los ojos —Porque en la cena ninguno parecía interesado en mostrar que estaba vivo salvo yo. ¿Qué ocurre?
—Nada.
—Pelearon —dedujo la castaña—. ¿Por qué?
—La visita del médico nos mantiene en tensión. Es todo.
—Es cierto —Hanabi se sentó sobre la cama. Hinata estaba apoyada en su escritorio frente a ella—. Papá entrará a cirugía el fin de semana. ¿Qué tan complicado crees que sea?
—El médico nos explicó que el riesgo es intermedio por ser una cirugía abierta de válvula. Él ha mantenido a papá con restricciones todo este tiempo porque sus niveles de colesterol y presión son altos, así que ahora que parece estabilizarse, fue programado.
—Entonces eso es bueno, ¿no?
Hinata asintió con apenas una sonrisa.
—Una vez finalizada la cirugía y con un cambio riguroso en su estilo de vida y alimentación, él estará bien —le dijo para tranquilizarla—. Procura no molestarlo. El estrés no le hace bien.
—Hinata, Hiashi Hyuuga y estrés son sinónimos, ¿cómo le vamos a hacer?
La broma que le arrancó media sonrisa a Hinata no dejó de preocuparlas. La peli azul dejó su listado y se tendió en la cama agotada.
—¿Qué tal mi sobrino?
—Bien, eso creo —respondió llevando una mano a su vientre.
—¿Y el padre?
Hinata suspiró —En dos días saldrá de la ciudad por trabajo.
—Oh, y yo que creí que sería un irresponsable.
—¡Hanabi!
—¿Qué? Neji lo dice.
Hinata la vio con reproche.
—Ok, no, no lo dijo. Pero seguro lo ha pensado.
—Boba —ambas rieron.
•
O.O.O.O.O
•
Sasuke revisó su reloj. Faltaban veinticinco para las diez. La entrada principal al aeropuerto estaba saturada de personas recordándole por qué odiaba ese lugar. Su móvil vibró en el bolsillo de su pantalón, había recibido un mensaje.
«Lo siento, el taxi se atoró en el tráfico. Estoy llegando.»
Respondió un seco «Ok.» y devolvió su móvil al bolsillo preguntándose por qué la dejó ganar al verla ahí y no recogerla en su casa. Tomó la única maleta que lo acompañaba y buscó dirigirse al mirador en el segundo piso, donde al menos esperaba estar rodeado de menos personas. Estaba a punto de salir cuando un periódico amarillista llamó su atención. Se detuvo en el local y colocó un par de monedas para recibir el ejemplar; centró su atención en la cabellera roja y en una rubia de dos personas que se exhibían muertas sobre el pavimento.
Los ojos negros analizaron la nota. Un operativo en los barrios bajos de la ciudad se había salido de control desatándose un tiroteo entre policías antidrogas y delincuentes. Leyó los nombres: eran Yahiko y Deidara. El primero fue quien casi lo sumergió en aquél mundo del que tan difícil le estaba resultando salir. Ninguno de ellos era mucho mayor a Itachi y ahora estaban muertos.
Retomó sus pasos y depositó el periódico en el primer cesto de basura que encontró. Cada quien tenía su merecido, estuvo seguro. A él le tocaría cargar por dentro, para siempre, con su propia parte del infierno.
Cuando por fin salió al mirador, tuvo frente a él el enorme cielo gris que era navegado por un par de aviones que hacían un aterrizaje múltiple. Ni la postal impresionante lo distrajo de sus recuerdos. Casi pudo volver a aquella noche que lo cambió todo. Había sido justo Yahiko el que puso esa dosis en su mano. Sabía que él mismo estaba destinado al infierno y le hizo bien sentir que aquellos tipos ya lo esperaban allá. El mundo le parecía solo un poco mejor sin esos dos envenenando imbéciles.
Hinata le marcó minutos después avisándole su llegada. No cortó la llamada hasta no verla aparecer por la puerta. La Hyuuga distinguió ese hormigueo en el estómago cuando él le sonrió genuinamente.
—Siento…
—Sí, ya lo dijiste —él extendió su brazo y ella se dejó envolver cuando se pegó en su pecho —. Aún hay tiempo.
Hinata se abrazó a su espalda y acarició la piel de su chaqueta. Él le acarició el pelo despeinándola y ella tuvo tantas ganas de contarle que el tráfico no la había demorado, de hablarle de la crisis que tuvo su padre esa mañana motivo de su tardanza, de cómo no había querido verla y tuvo que esperar fuera de su alcoba hasta que el médico salió con noticias no tan favorables. Pero no lo hizo.
—¿Todo bien?
—Sí, ¿por qué?
Él la hizo verlo a los ojos —Estás rara.
Hinata ocultó su rostro en su pecho, olfateó su loción —Es solo que voy a extrañarte —mintió—. Apenas hemos podido vernos.
—Lo sé. Lamento eso, ¿quieres que me quede?
—No —lo vio a los ojos. Le sonrió—. La universidad está por comenzar, me mantendrá ocupada. Además, también he pensado en buscar un ginecólogo.
Sasuke frunció el ceño —¿Te has sentido mal?
Hinata soltó una risita —No —no fue del todo sincera—. Pero aún no tengo uno y creo que lo necesitaré para llevar un control.
Sasuke la vio con seriedad, había aprendido lo suficiente como para saber que había algo que no le estaba diciendo. Por eso omitió las ganas de pedirle que lo esperara los quince días que estaría fuera para ayudarla con eso.
—Elige al mejor —dijo y luego buscó su cartera. Le ofreció una de sus tarjetas—. Ten.
—Claro que no. Puedo hacerme cargo.
—Preferiría que no, también es mi hijo. Además, no quiero que tengas que explicar ningún cargo extraño a tu padre tu sola. Quiero estar presente cuando lo sepa.
Ella volvió a abrazarlo y él metió la tarjeta en el bolsillo trasero de los jeans de la peli azul —Me pone nerviosa solo pensarlo.
—Recuerda que si algo te molesta no tienes por qué soportarlo. Tienes las llaves de mi departamento, ve ahí si lo necesitas.
Hinata sonrió abiertamente fascinada por la calidez en su estómago —Tu preocupación me pone más nerviosa.
Él también sonrió y negó —Vayamos adentro —dijo, el frío comenzaba a notarse—. ¿Se te antoja algo?
—¿Tienes tiempo?
—Cerca de treinta minutos antes de pasar al check-in.
—Entonces, aquí cerca vi un local donde había unos roles que lucían deliciosos.
Ambos parecieron por primera vez olvidar lo que los atormentaba cuando Hinata lo tomó de la mano y lo hizo caminar con ella en busca de sus roles de canela.
—Entonces, Fukuoka —mencionó ella—. ¿Recuerdas cuando estuvimos ahí?
—Sí. Algunos recuerdos son mucho más placenteros que otros.
Ella sonrió y se avergonzó al saber a lo que se refería —¿Estarás bien solo?
Sasuke volteó a verla y reconoció su preocupación —Tengo demasiado trabajo acumulado como para pensar en tonterías —buscó tranquilizarla—. En realidad, estoy más preocupado por ti —añadió sin verla. Hinata lo notó tenso caminando a su lado.
—En casa todo está bien. Aunque —él volteó a verla—, papá será operado en días.
—¿Quieres que esté contigo?
—Mejor no. Papá no sabe nada y aunque Neji parece aceptarlo, prefiero no forzar las cosas — Hinata le sonrió y respondió que sí cuando Sasuke preguntó si estaba segura.
Minutos más tarde Sasuke arrastraba su maleta y caminaba con Hinata tomada de su mano, prefirieron pedir los bocadillos de Hinata para llevar y pasar un poco más de tiempo juntos al ir con calma hasta el punto donde tendrían que despedirse.
A solo pasos de llegar a las escaleras que él tenía que subir Hinata prestó atención a los alrededores, el aeropuerto estaba casi saturado al estar terminando el periodo vacacional. Despedirse de Sasuke no le gustaba y menos dadas las circunstancias.
—Ven —le jaló su mano haciéndola a un lado.
—¿Mm?
Él dejó su maleta a un lado de una banca metálica desocupada. La hizo sentarse. Cuando Hinata lo vio colocar una rodilla en el piso y ver al suelo, creyó que estaba por ajustarse las agujetas; pero cuando Sasuke se le quedó viendo con un semblante reservado, Hinata sintió cosquillas en el estómago al entender lo que estaba pasando.
Él le sostuvo sus manos con una sola de las suyas. Los ojos de ella fueron de ahí a la cara de Sasuke; después, fueron a la otra mano empuñada.
—¿Qué ocurre? —preguntó, ¿y si se equivocaba?
Él abrió su mano y ante la mirada de ambos quedó un pequeño anillo de una sola piedra blanca. La joya brillaba.
«Eso es…»
—Tengo muchas cosas qué decirte —habló por fin—. En estos días no he dejado de pensarlo. Sé que quiero casarme contigo y no sabía cómo pedirte que fueras mi esposa seriamente —añadió recordando las cursilerías que Suigetsu había sugerido—. Como ves, no se me ocurrió nada memorable, lamento eso.
—Oh, por Dios. No digas eso, yo…
Él apoyó su mano en las piernas de Hinata manteniéndola quieta cuando ella quiso bajar a él. Hinata guardó silencio.
—Este anillo perteneció a mi madre…
—¿Cómo? ¿Estás seguro de que puedo tomarlo?
Él sonrió, con eso último soltado ella había dado torpemente su respuesta, así que le tomó la mano izquierda. Muchas personas subieron y bajaron por las escaleras. Ambos vieron como ese anillo se encajaba en el dedo anular. Hinata tuvo que morder su labio para no sonreír demasiado.
—Aborrecí este anillo cuando mi madre me lo entregó. No me preguntes cómo es que ella supo que sería para ti, incluso antes de atreverme a aspirar a esto. Este anillo no ha tenido una buena historia, por eso lo pensé mucho antes de decidirme a dártelo.
—No tiene que ser igual, Sasuke —ella le acarició las manos.
Él asintió. Justo eso quería decirle.
—No lo será. Nosotros tampoco la tuvimos en su momento, ¿cierto? —ella asintió—. Te prometo que dejaremos atrás lo pasado, el de este anillo y el nuestro. Yo voy a hacerlo mucho mejor, Hinata.
Los ojos violáceos estaban mojados cuando asintió. Quiso deshacerse de un nudo en la garganta carraspeando y todavía no le daba tiempo a sonreír cuando Sasuke la abrazó y besó su frente.
Hinata siguió asintiendo suavemente al apoyar sus manos en el rostro perfecto de Sasuke. Su anillo brilló como recién sacado de joyería. Entendió que intentarían escribir una buena historia luego de pavorosos manchones. Para ella, si lograba conservar el amor de Sasuke y conseguía ser, aunque fuese la mitad de amada por su hijo, como Mikoto lo había sido por los suyos, entonces habría valido la pena.
Sasuke la tomó del mentón y luego sus labios fueron a los de ella. El tacto tibio de esos labios duros la hicieron cerrar sus ojos, no pudo estar más feliz cuando profundizaron el beso.
—Debo irme —susurró sin apartarse mucho de sus labios—, o no llegaré a tiempo.
—Sí, lo sé —Hinata se apartó de a poco. Sus mejillas dolían por contener su sonrisa. Ambos se pusieron de pie.
—Quince días.
—Quince días —repitió ella viéndolo subir. Alzó la mano para despedirse y no se movió hasta que no lo pudo ver más. Su sonrisa aminoró al recordar los problemas de casa. Suspiró y se obligó a caminar de vuelta a la salida, convenciéndose que problemas siempre los había tenido. Le faltaban unos pasitos más para terminar de salir de ellos, tenía que enfocarse.
• • •
—¡Demonios, llegaré tarde! —Sakura se quejó al bajar apenas del coche de Naruto. No estaba en el aeropuerto desde hacía ya varios años y no recordaba haber visto tanta gente en ese entonces.
Naruto bajó tras ella y se apresuró a bajar sus maletas mientras Ino y Shikamaru salían de los asientos traseros.
—¡Los veré luego! —gritó Sakura despidiéndose.
—¡Oye, idiota! ¿Cómo te irás sin maletas? —gritó Ino.
—¡Date prisa, Naruto!
—¡Oigan, ayúdenme! —pidió el rubio teniendo problema para arreglarse con las tres maletas de la pelirrosa.
—Déjame ir —dijo Shikamaru y soltó a su novia para regresar a ayudar al Uzumaki.
Sakura siguió su paso atravesando la plancha repleta de personas con su pasaje en mano. Revisó la hora y volteó a ver el reloj enorme de la entrada. Bien, no era tan tarde como pensó. Iba a regresar, pero vio a sus amigos comenzar a entrar. Naruto cargaba dos maletas y Shikamaru la otra; Ino había montado en la espalda del último poniéndolo en un verdadero aprieto para no dejarla caer. Ella reía abiertamente y su alegría fue contagiada a Sakura que optó por seguir adelante.
Cuando lo hizo, un rostro conocido avanzaba a la salida sin notarla. Hinata alzó su vista y la sonrisa que había mostrado disminuyó al verla. Sakura también perdió la suya y retomó su paso; ambas cruzaron su camino en un momento. La incomodidad fue tanta para ser dos personas que se apreciaron. Sakura cerró los ojos y se detuvo luego de varios pasos; había visto el anillo que Hinata había estado acariciando.
—¡Hinata! —volteó a verla, para su sorpresa, ella ya se había girado y casi parecía querer acercarse —. Yo…
—¿Cómo estás?
Sakura se sorprendió por un segundo. Se obligó a sonreír —Bien. Bien, yo, estoy saliendo rumbo a Nagoya… ¿Supiste que dejé la…?
Hinata asintió —Siento eso.
Sakura bajó la mirada preguntándose cuánto le gustaba sentirse como se había estado sintiendo. La respuesta había sido nada. Odiaba la forma como había estado siendo; por eso se obligaba a hablarle —. Sí, bueno, yo no —se sinceró.
—¡Hey, Hinata! ¿Qué hay? —Ino y el resto llegaron a ellas rompiendo un poco la tensión.
Hinata solo negó —Hola, Shikamaru… Naruto.
El rubio se quedó asombrado de verla ahí, pero terminó sonriendo —¿Cómo…?
Sakura carraspeó —Creo que debo irme.
—Te llevaremos tus cosas —intervino Ino y bajó de la espalda de su novio—. Vamos, chicos, la esperaremos adelante. ¿Nos esperas, Hinata?
—¿Eh? S-sí.
Sakura mordió su labio mientras sus amigos terminaban de irse.
—Supe que cambiarás de carrera. Te deseo suerte.
La otra asintió —Me emociona mucho, con franqueza. Tsunade, la rectora, ha dicho que durante vacaciones podría unirme a la ONG a la que pertenece y partir a misiones humanitarias, salir del país y ayudar gente. Bueno, con lo poco que sepa, apenas…
—Me alegra por ti.
Hinata jugaba con sus dedos como cuando estaba nerviosa, Sakura pudo notarlo. También observó que ese anillo en su mano no era una argolla cualquiera.
—¿Has venido a despedir a Sasuke? —preguntó la pelirrosa raspándose la garganta. Sasuke finalmente había elegido a Hinata sobre cualquier otra chica. Y ella a él. No podía contar las noches enteras que había pasado horas y horas pensando qué sintió Hinata, cuánto pudieron pasar para que Sasuke diera tanto por ella y para que Hinata no lo soltara después de lo que vivieron.
Todavía se le apretaba el pecho al siquiera imaginarlo.
Hinata asintió a su pregunta viéndola a los ojos.
—¿Han resuelto todo?
—No, bueno… no del todo. Las cosas en casa están peor que nunca tras el asunto de papá.
Sakura asintió, todos en el país debían estar al tanto.
—¿Su bebé? —sonrió y sintió un escozor en los ojos al bajar su mirada al vientre plano.
—Bien…, también —respondió en voz baja al imaginar que eso podía dolerle.
El bullicio de la gente seguía rodeándolas y claramente la tensión volvía.
—Bien. Haré esto rápido.
—¿Qué? —Hinata no se dio cuenta, reaccionó hasta que sintió el cuerpo tibio de Sakura envolviéndola en un abrazo. La de ojos jade estaba nerviosa.
—Tal vez no podemos volver a ser amigas en mucho, mucho tiempo, porque tengo que limpiar muchas cosas en mí. Superar tanto. Y es justo por eso, que necesito sentir que quedamos bien —terminó de decir y la soltó.
Para su sorpresa, Hinata la abrazó fuerte.
—Lo siento, yo no quise que sufrieras —sus ojos se mojaron—. Lamento que las cosas pasaran así. Eres mejor persona que yo.
—No, no. No —Sakura se soltó y la tomó de los hombros para verla a la cara—. No sabes todas las cosas horribles que hice, dije y pensé. No soy mejor que nadie, créelo —sonrió y su sonrisa se apagó. Todavía, algo en el fondo -tal vez orgullo herido o inmadurez- traía a flote aquellos pensamientos y eso la avergonzaba. La hacía desconocerse, si bien nunca fue en extremo bondadosa, tampoco era así de pútrida. También por eso se alejaba, no quería convertirse en su peor versión.
—Te deseo mucho éxito.
La de pelo rosa le guiñó un ojo —Juro que lo tendré.
Sakura se giró sin permitirle decir nada más. Hinata se quedó ahí de pie viéndola correr; lejos, entre mucha gente, la vio subir las escaleras arrastrando a Naruto con un par de maletas.
El rubio bajó en seguida y pronto sus tres amigos llegaron con ella.
—Y, ¿qué haces aquí? —preguntó la chica recién llegada.
—Sasuke… él vuela a Fukuoka por trabajo —respondió ante la atenta mirada de Shikamaru que pronto dejó de verla. Naruto no dijo nada e Ino pretendió naturalidad.
—¿Vuelve al trabajo?
Hinata asintió.
—Oh. Por cierto, ¿Shion trabaja con él todavía? —cuestionó la rubia viendo disimuladamente a Naruto.
—Sí. Ella salió desde anoche hacia allá.
—¿Eso no te molesta, Naruto? —Shikamaru encendió un cigarrillo y sonrió al llevárselo a la boca, una vez fuera del aeropuerto.
Naruto se ruborizó y no tuvo tiempo de decir nada cuando Ino habló:
—Seguro se encargó muy bien de no permitirle olvidarlo en un buen tiempo. ¿No, cabeza hueca?
Los tres que la seguían la vieron con extrañez. Cuando la mirada verde se volvió pícara, Naruto se ruborizó más fuerte. Se rio nervioso y luego estalló en una carcajada que relajó el ambiente.
—¿Tú qué sabes? —Shikamaru le preguntó a su novia cuando la abrazó.
—¡Uy, ¿qué no sé?! —se burló—. ¿Traes coche, Hinata?
—Oh, no, tomaré un taxi.
—Vente con nosotros. Vayamos a comer algo como en los viejos tiempos.
Ella vio a los otros dos. Naruto la animó con la cabeza a ir a su coche que estaba estacionado adelante. Shikamaru parecía verla con normalidad. Ino le guiñó un ojo… él no sabía nada. Eso la hizo asentir y seguirlos.
Camino al centro Chouji se comunicó con el Nara, se auto invitó al almuerzo e incluso sugirió el lugar donde deberían comer. Naruto protestó, pero terminó conduciendo hasta ahí. No demorarían más de diez minutos en estacionar luego de localizar el restaurante. Una lluvia ligera comenzó a caer, lo que hizo a Ino correr. Chouji, que recién llegaba acompañado de Lee, los saludaba desde la entrada a varios metros y les avisaba a señas que iban a entrar.
Hinata caminaba retrasada con Naruto. El rubio la vio de reojo y la sintió un poco distante, por eso le pasó un brazo sobre los hombros, abrazándola mientras caminaban. Ella lo vio hacia arriba.
—¿Qué tal todo?
—Casi… bien —dijo viendo al frente.
Él le acarició el cabello —¿Estás segura de lo que haces?
—¿Eh?
—Me refiero a ese anillo en tu dedo.
Hinata sonrió, vio su sortija —Sí, lo estoy.
—Cielo santo —dijo él y sonrió—. Siempre puedes dejarlo, lo sabes, ¿sí?
Ella se apoyó en él, asintió sin siquiera considerarlo.
—Me alegra tanto verte fuera de ese departamento. No me gustaba verte así. Yo tuve la culpa, ¿verdad?
—No. Lo único que has hecho es intentar ayudar. Como te dije antes: todos nos merecemos un amigo como tú —ambos se detuvieron un momento. Hinata le sonrió más abiertamente—. Shion es alguien muy afortunada.
Naruto se rascó la cabeza y se avergonzó —¿Qué sabes de eso, Hinata? ¡Espera! ¡No! ¡No me digas qué sabes, mejor! —dijo y no la vio a los ojos recordando lo que pasó dos noches atrás en la sala de su casa.
El restaurante casi vacío era cálido. Los asientos que rodeaban la mesa redonda se ocuparon casi completamente con la llegada de Naruto y Hinata, la misma que caía en cuenta cuánto había echado eso de menos. Naruto e Ino fueron los causantes de los estallidos de carcajadas y también de las solicitudes de moderación que les fueron hechas. Kiba llegó al final.
Comieron entre risas poniéndose al tanto de los planes en puerta, las burlas cayeron en Kiba, ahí Hinata se enteró que el Inuzuka estaba saliendo con Matsuri quien finalmente había desistido de Gaara y por eso el castaño era nombrado segundón; Kiba los maldijo a todos sin importarle. El pelirrojo inconquistable seguiría un año más en la universidad y el equipo; Temari por su parte tomaría una especialidad antes de volver a su ciudad. Cuando la charla cayó en la rubia de Suna, la mirada verde de Ino se detuvo en su novio, éste casi detuvo el trago de agua en su garganta al recordar todos los problemas que aquella joven le causó sin siquiera haberse enterado. Ino sonrió y se avergonzó por eso.
Uno de los momentos incómodos fue cortesía del Inuzuka que no le perdonaba a Hinata su noviazgo con Sasuke. Para él era como un bombón cubierto de chocolate en medio de un charco de vómito: un desperdicio. Que él añadiera que una vez le juró al Uchiha que ella nunca le haría caso porque parecía enamorada de Naruto, también removió algo en el rubio. El castaño no pareció percatarse que tocaba temas sensibles cuando Ino cambió el tema.
—¡El cumpleaños de Naruto!
—¿Qué?
—Se aproxima, ¿no? ¿Qué tal otra reunión como esta? ¿Un poco más grande? —sugirió la rubia y pronto la extrañez de Kiba se volvió animosidad.
—¿Un poco? ¡Mejor más grande!
—¡Oigan, oigan! —Naruto quiso intervenir mientras Chouji se levantaba a pedir más comida.
—Me parece bien— secundó la rubia.
La mirada de Hinata iba de un Naruto incrédulo a los otros dos.
Kiba chasqueó los dedos —¡Es más! Aprovechando que Naruto ya es todo un hombre de negocios —dijo y Shikamaru sonrió ante la burla—. Propongo que haga una fiesta enorme. Ya saben, comida, bebida y música. Mucha música.
—Mucha comida —sonrió Chouji regresando.
—¡¿Qué?! ¡Por supuesto que no! —alegó Naruto que ya tenía planes solo con cierta chica.
—Anda, vamos, no seas tacaño.
—Más bien, tengo cosas más interesantes qué hacer, de verás —presumió.
—No fanfarronees. Todos sabemos que desde que Hinata pasó de ti pareces un perro sin dueño.
Hinata perdió el color. Naruto por el contrario coloreó sus mejillas ofendido.
—¿Pero qué diablos? —se levantó y señaló—. ¡Yo ya tengo con quien salir! ¡Y ella quiso salir conmigo porque le gusté, de verás, no porque no quedaba otro! ¡Segundón!
—Sí, sí. Ya has dicho eso —Kiba no se molestó—. Tanto escándalo por no querer gastar. Tacaño.
—Zángano.
—Oigan, chicos… —Hinata quiso intervenir cuando los empleados del restaurant volvieron a voltear a verlos.
—Roñoso
—Buitre.
—Miserable.
—Come cuando hay.
Kiba se quedó callado asimilando eso último y de pronto todos rieron. Volvieron a pedirles silencio. Salvo la camarera que se marchaba, todo parecía igual a uno de los muchos días en la cafetería en la universidad. De pronto daba la impresión que Sasuke estaba en silencio en cualquiera de las sillas y que Sakura no demoraría en llegar con todo su entusiasmo. Como si la familia Hyuuga estuviera muy lejos y todo estuviera bien. Hinata no recordaba haber reído tanto desde aquellos días con Sasuke en Fukuoka, a donde él volaba en esos momentos.
• • •
Después de mediodía Naruto había regresado a Hinata a la mansión con la promesa de verse después. Cuando el auto arrancó ella vio tras la larga reja de entrada esa casa enorme, fría. Todos sus problemas estaban ahí. Sin pensarlo mucho entró. La estancia estaba vacía, la sala y a juzgar porque en la mañana su padre estuvo indispuesto, adivinaba que el despacho también estaba vacío. Así que subió. El coche de Neji no estaba, solo Hanabi estaba presente, pasó primero a su habitación. No la encontró. Se dirigió a la alcoba de su padre con reticencia.
Tocó, pero no recibió respuesta por lo que abrió. Hiashi se encontraba recostado, dormido. Fue a su alcoba y encontró a su hermana frente a su computador.
—¿Dónde estabas?
—Te lo dije, fui a despedir a Sasuke —le dijo mientras se quitaba sus zapatillas—. Además, me encontré a los chicos y decidí almorzar con ellos.
Hanabi se encogió de hombros.
—¿Cómo sigue papá?
—No lo sé, pregúntale —se levantó dejando el computador y se tendió en la cama—. Me echó de su alcoba en cuanto Neji se fue. Creo que una persona enferma no debería ser tan gruñona, ¿no lo piensas tú?
Hinata sonrió y ahora fue ella la que tomó asiento frente a su escritorio.
—Oye, y —Hanabi se sentó a verla mientras su hermana sincronizaba su móvil al otro aparato—. ¿De verdad piensas casarte con ese chico?
Hinata terminó de guardar una fotografía que Ino le había compartido de momentos antes, donde estaban todos juntos en el restaurante. De camino a casa se la había enviado a Sasuke, para que la viera cuando aterrizara. Ella alzó su mano izquierda y Hanabi saltó de la cama.
—No me jo… —la menor detuvo sus palabras al ver la joya—. Para serte sincera, todavía desconfiaba de él. Digo, no lo conocemos.
—No lo conoces tú —aclaró Hinata—. Sasuke no se lavaría las manos… nunca— su voz se volvió seria al final.
—¿Te lo pidió hoy? —Hanabi le estiró la mano—. ¿Fue romántico?
Hinata mordió su labio y sonrió.
—Mejor no me digas.
—¿Cuándo se lo dirás a papá?
—Cuando comience a recuperarse —acarició el cabello de su hermana que estaba arrodillada en el suelo frente a ella. A Hinata le gustaría esperar más tiempo, pero con las circunstancias, no podía esperar mucho. Deseó no darle otro dolor de cabeza a su padre, pero no había forma de evitarlo —. ¿Tienes hambre?
—No. ¿Tú sí? ¿Ya comes por dos?
La mayor rio —No. Y no, tampoco tengo hambre, pero, ¿por qué no vamos a la cocina y vemos si preparamos nosotros la comida? ¿Qué te gustaría comer?
—No sé, pero ¡horneemos pastel!
—¿Pastel?
Hanabi la arrastró hasta la puerta y momentos después ambas estuvieron ocupando parte de la cocina. Al final Hinata terminó preparando el pastel mientras Hanabi se entretenía quitándole peso al frutero. La menor no quiso hablar de su regreso a la escuela cuando Hinata tocó el tema, así que optó por encender el pequeño televisor. El tema de Empresas Hyuuga seguía siendo noticia así que hizo zapping hasta detenerse en un canal anime. Eso era mejor que los carroñeros de las noticias. Hinata prefirió no mencionar el tema.
Para las tres de la tarde la comida estaba lista y el pastel enfriándose.
Hanabi pasó al baño antes de dirigirse al comedor. Hinata le sonrió al móvil cuando Sasuke respondió a su foto; él se alegraba por ella, porque sabía lo que le importaban sus amigos.
Natsu había subido la comida para Hiashi y cuando ésta bajó con la bandeja servida, Hinata la vio pasar, supuso que su padre se había negado a comer, quizá seguía delicado.
Neji ya había avisado sobre su ausencia a la hora de la comida por lo que ambas chicas se sentaron al comedor solas, una frente a la otra.
—Odio decirlo, pero sin la mirada de papá pendiente de todo mientras comemos, la comida sabe mejor —mencionó Hanabi y se burló.
—No digas eso. Él ni siquiera quiso comer.
—Hanabi —la voz de Hiashi hizo toser a la nombrada que había dado el primer bocado, y voltear a Hinata—. Prepara tus cosas, en la noche saldrás al instituto.
—¡¿Qué?! Pero si el fin de semana es tu operación —arrastró la silla al ponerse de pie abruptamente.
—¿Y tú estarás asistiendo en el quirófano?
—Bueno, no, pero…
—Papá, ella solo está preocupada.
—Su preocupación es inútil. En la noche sale tu vuelo. Tu presencia aquí solo entorpece tus estudios.
—Pero, papá…
Hiashi se dirigió al estudio ayudado de un bastón, éste y la bata de dormir seguían anunciando su desmejoramiento; pero su naturaleza dura permanecía en su semblante y actitud hosca.
—Siéntate, Hanabi —animó Hinata cuando el hombre desapareció.
—¿Puedes creerlo? Me pregunto si hacernos sentir estúpidas lo hace sentir bien o es de plano algo adherido a su esencia.
—En parte tiene razón —Hanabi protestó a eso—. ¿Cuánto tiempo tienes fuera? ¿Un mes? ¿Más? Me sorprende que te permitiera tanto tiempo.
—¿Y por eso me tiene que regresar días antes de su operación? Me preocupa, ni siquiera lograré concentrarme. Además, tú…
—Lo sé —Hinata se llevó una mano a sobar una de sus sienes—. No te preocupes por eso.
•
O.O.O.O.O
•
—El taxi no debe tardar en llegar —Izumi se impacientó al ver descender los números mientras bajaban por el elevador—. Y cielos, no recuerdo si empaqué la otra pañoleta.
Itachi le tomó la mano —Te vi hacerlo, lo hiciste. Y el taxi no se irá sin ti.
—Sí, lo sé. ¿Estarás bien solo?
—Tengo treinta, claro que lo estaré —aseguró al bajar con ella de la mano y cargando su maleta en la otra—. ¿Segura que quieres ir en taxi?
—Sí. No tiene caso que te demores en el tráfico. Además, tienes que ver a ese amigo tuyo.
—Kakashi puede esperar.
—Prefiero que no —dijo y volteó a ver justo cuando un taxi con intermitentes encendidas estacionaba enfrente—. Regresaré en quince días para el standby —lo tomó del rostro y lo besó durante unos segundos. Le sonrió al soltarlo—. No olvides mantenerte pendiente de Hinata como Sasuke te lo pidió.
—Dalo tú también por hecho —aseguró bajando con ella. El chofer tomó y guardó el equipaje dando tiempo a la pareja para un último beso. Itachi alzó la mano en despedida cuando el auto arrancó.
—Vaya, tanta melosidad enferma —una voz se burló a su espalda.
El de marcadas ojeras sonrió al saber quién era.
—Podrías intentarlo para variar.
—¿Y perder mi libertad? No, gracias.
Kakashi e Itachi se saludaron afectuosamente de mano.
—Gusto en verte.
El peliblanco se encogió de hombros —Una cortesía. Vengo a despedirme.
—¿Cómo? Creí que tomarías un año sabático.
—Bueno, sí, pero —se llevó una mano a la nuca e hizo tronar su cuello—, apareció algo.
—¿Y eso es?
—¿Por qué no vamos a comer algo en el restaurante de la esquina y hablamos?
—Claro.
—Seguiré a Tsunade, ¿la recuerdas?
—Seguro, la ex rectora de la universidad —dijo y sonrió al recordar que esa misma mujer, con gesto de fastidio, le permitió a Kakashi tomar el puesto provisional de entrenador de baloncesto cuando él pretendía tener bajo control a Sasuke.
—Bueno, pues se fue a Nagoya.
—¿Irás también?
—No por el momento. Tsunade es miembro de una ONG de ayuda humanitaria. Me ha recomendado para unírmeles, ayuda en logística internacional, ya sabes. Estaré fuera varios años.
—Será extraño no contar contigo.
—Será extraño trabajar todos esos años —devolvió con gesto resignado. Ambos rieron —. Como sea, fue bueno venir a ayudarte. Me hacía falta volver. Lo tienes ahora resuelto, ¿no?
—Sí, Sasuke ya no es problema.
—¿Qué hay de él?
—Trabaja conmigo. Justo hoy retomó un proyecto, me le uniré después.
Llegaron caminando al restaurante de hamburguesas y ordenaron en la barra antes de tomar asiento al lado de un ventanal.
—Entonces… humanismo —Itachi retomó el tema.
—¿Puedes creerlo?
—Podría ser lo tuyo.
Kakashi se rio —Sí, ¿quién necesita dinero?
Itachi también rio —Vamos, hombre, te irá bien, ¿no?
—Bueno, es un trabajo permanente. Tsunade y su grupo están planeando atender, para comenzar, la crisis de salud en las islas del sur y extenderse. El asunto apunta para grandes cosas.
—Bien, pues no me queda más que decir que cuentas con nuestro apoyo.
Kakashi agradeció y antes de cambiar el tema echó un vistazo por si acercaban su comida. Estaba por volver su atención a su acompañante cuando algo en el televisor sobre la barra, le resultó familiar.
—Hey, ¿aquél no es tu hermano?
Itachi volteó a ver el televisor. El volumen no era suficiente para escuchar de lo que se hablaba, pero las imágenes bastaron para hacerlo cerrar los ojos con pesar.
•
O.O.O.O.O
•
—Hanabi, el chofer nos está esperando —Hinata informó apenas se asomó a la alcoba de su hermana menor. A pesar de la prisa que tenía, su semblante se tornó compasivo al verla sentada en la cama—. ¿Aún no estás lista?
—Ni siquiera hay mucho que guardar. No entiendo por qué no puedo esperar un poco más, he estado regularizándome con lo que mi asesora me envía.
—Sí, lo entiendo, pero…
Hinata detuvo sus palabras cuando el móvil en su chaqueta sonó.
—Démonos prisa, ¿quieres? —pidió para leer el mensaje que Itachi acababa de enviarle. Hanabi murmuró una serie de cosas mientras recogía el par de maletas.
«¿Has visto esto?» Escribió Itachi y acompañó con un link. Cuando siguió el enlace Hinata se encontró con el título de una noticia que le hizo sentir que su sangre cayó lentamente a sus pies. Apretó la puerta de donde se había estado sujetando y se obligó a tomarlo con calma. Luego su atención fue hacia su molesta hermana.
—¡Señorita Hinata! —cuando Natsu la llamó apurada la peli azul no podía siquiera considerar responder al mensaje de Itachi o contarle algo a Hanabi—. Su padre la llama. Él luce molesto y enfermo.
—¿Qué? —Hanabi se acercó.
—Voy para allá.
—¡Espera! ¿Qué crees que pase?
Hinata le sonrió —No lo sé —mintió—, pero será mejor que termines de irte… sola. Si te ve aquí, se molestará más. Iré a ver qué quiere, ¿bien?
La castaña asintió y vio a su hermana marcharse —¡Natsu! —detuvo a la joven que también se disponía a bajar—. Será mejor que tengas cerca las pastillas de papá, las buscaré. Por favor, si no las necesita devuélvelas a su buró —pidió preocupada antes de dirigirse a la alcoba de su padre.
• • •
—¿Papá? —Hinata habló luego de tocar dos veces.
—¡Entra!
—¿Me mandaste llamar?
—Cierra la puerta. Entra. Acércate —ella notó los papeles arrugados sobre el escritorio antes de reparar en la mirada colérica de su padre que parecía incluso temblar.
—¿Qué…?
—¡Que te acerques te dije!
Pese a mantenerse firme no evitó el sobresalto que el nuevo grito le provocó.
—Voltea —ordenó el mayor que todavía portaba su bata de dormir. Señaló el televisor al quitar el silencio que la misma tenía.
Hinata no mostró mayor sorpresa cuando vio en la pantalla la misma noticia que Itachi acababa de mostrarle.
—¿Qué significa eso? —alzó la voz y la tomó del brazo haciéndola girar con brusquedad a enfrentar su mirada. En ese momento ni el bastón le era necesario al hombre con ojos inyectados de sangre.
—Te dije que tenía una relación —Hinata enfrentó su mirada manteniendo la compostura.
Hiashi levantó su mano y no le permitió siquiera reaccionar cuando hizo voltear su rostro de un golpe. Toda la mejilla y parte de la boca de Hinata ardieron. Sus ojos se humedecieron mientras se obligaba a no llorar.
—Sabías perfectamente que en menos de dos años tenía planeada tu boda —no alzó la voz, pero era tan gruesa que se adivinaba la rabia contenida—. ¿Cómo te atreviste? ¡Y más con esa maldita familia!
Varios golpes se escucharon en la puerta.
—¡Lárguense! —gritó Hiashi y luego volvió a ver a su hija mayor.
—No fue algo que haya planeado —Hinata logró no llorar y mirarlo a los ojos.
—¡Escúchate, Hinata! ¿Cómo demonios no pudiste darte cuenta?
—Te dije que no fue planeado. No lo hice por molestarte. Y también te dije que no pienso dejarlo.
Él volvió a amenazar con golpearla, ella, por reflejo, ladeó su rostro protegiéndose. La puerta se abrió dejando a Hanabi, píldoras en mano, ante tal escena.
—¿Qué… qué ocurre?
Hiashi sujetó a Hinata del rostro y la hizo ver la pantalla, alarmando a la menor en el acto.
—Mira eso.
Ante la mirada de los tres aparecían las imágenes de Hinata y Sasuke besándose en la universidad, varios roces corporales poco decorosos. Cuando la siguiente escena apareció y con ella Fugaku Uchiha, Hiashi la soltó con brusquedad.
—¡No somos cualquier maldita familia barriobajera! —habló colérico alejándose unos pasos, los mismos que Hanabi avanzó para posarse junto a su hermana—. ¡Nunca! ¡Nunca en la historia se nos ha humillado de esta manera!
Hinata quiso discrepar, pero le enfrentó la mirada sin hacerlo.
—¿No te parece que nuestro apellido se ha enlodado ya lo suficiente? ¡Y ahora vienes tú a exhibirte con esa gente! ¡Nuestros nombres y apellidos están pasando de una lengua viperina a otra en medios faranduleros, inoculando veneno que no necesitamos! ¡Es lo único que nos faltaba!
Hinata tomó aire mientras el despacho era llenado por risitas de los comentaristas de un programa dedicado a la propagación de noticias de espectáculos y sociales, y en el cual se especulaba sobre la relación de los dos jóvenes herederos de un par de familias importantes del país, una de las cuales tenía al medio financiero de cabeza. Especulaban sobre la posibilidad de un matrimonio que ocultaría el escándalo con otro más grato, pero igual de polémico.
—No es lo único que nos faltaba —aclaró ella viendo como su padre volteaba con menos paciencia a verla.
—Hinata —susurró Hanabi y la apretó al tomarla de los dos brazos.
—Voy a casarme con él —apretó sus puños mientras hablaba y la mirada de Hiashi cayó en cierto anillo.
La rabia que lo recorrió entumió sus brazos.
—No voy a casarme con mi hermano y esto —señaló el televisor— no sería noticia si la familia no estuviera en el ojo de un huracán. He intentado complacerte en todo, intenté resignarme a esa idea, ¡pero con sinceridad no puedo!
Hiashi dio dos pasos más y Hanabi se puso en medio, pero su padre batalló para dar un tercer paso.
—Ni siquiera quiero pensar que… que…
—¿Papá? —Hanabi se acercó preocupada cuando lo vio apoyarse en el escritorio, empujando sin querer un tintero que terminó cayendo cuando la mano resbaló. El semblante de Hiashi pasó de colérico al de sufrimiento cuando se llevó su mano libre al centro del pecho— ¡Papá!
—¡Papá! —Hinata lo sujetó también porque Hanabi batallaba en hacerlo— ¿Qué sientes?
—Hinata, las pastillas —Hanabi regresó varios pasos para recogerlas donde las había dejado tiradas, mientras Hinata ayudaba a su padre a sentarse en el suelo —¡Toma, toma, papá!
Cuando el hombre que había colocado una píldora bajo su lengua siguió quejándose, los ojos llorosos de Hanabi buscaron a su hermana.
—¿Qué hacemos, Hinata?
—Llamaré a una ambulancia —dijo y tomó el teléfono, luego corrió a la puerta— ¡Natsu! ¡Natsu, por favor llama a Neji, dile que papá se ha puesto delicado! —pidió mientras marcaba al número de emergencias.
Cuando Hiashi perdió el conocimiento Hanabi casi entró en pánico —Hinata, por favor, llevémoslo al hospital nosotros. ¡Míralo!
El mayordomo llegó apresurado luego de escuchar los gritos y ayudó a Hanabi a desajustar la bata y a colocarlo en una posición menos incómoda mientras Hinata explicaba apresurada a la persona del otro lado del teléfono.
—El joven Neji no me contesta, pero dejé un recado con su secretaria.
Hinata subió corriendo las escaleras en busca de su móvil una vez que revisó el estado de su padre; Hanabi no dejaba de llorar, aunque Hiashi ya no parecía quejarse demasiado. Encontró su teléfono y le marcó al médico de su padre, le atendió de inmediato y le dio indicaciones, para cuando recogió los medicamentos que su padre tomaba y bajó, ya se escuchaba la sirena de la ambulancia.
Ambas hermanas permanecieron abrazadas a un costado del escritorio mientras los paramédicos colocaban a Hiashi en la camilla. Hanabi había dejado de llorar, pero temblaba.
—Mírame —pidió Hinata—. Intenta comunicarte tú con Neji, dile… —una inhalación que anunciaba llanto la interrumpió—, dile que hablé con el médico de papá y pidió que lo trasladaran al…
—¿Quién vendrá en la ambulancia? —preguntó un paramédico mientras sacaban la camilla.
—Yo.
Hanabi detuvo a Hinata —¿A dónde?
—Al Catholic, él no se encuentra, pero ha dado indicaciones ya —dijo y corrió.
Hinata subió a la ambulancia por la puerta lateral, vio como a su padre le habían descubierto el pecho y le habían colocado cables en él, también tenía una mascarilla para oxígeno, se percató que le inyectaron algo.
—¿A dónde? —preguntó quien conducía.
—Al St. Luke —respondió el paramédico revisando los signos que arrojaba el electro en la pantalla.
—¡No! Ya lo esperan en el Catholic —Hinata interrumpió y se sorprendió cuando el otro paramédico le entregó en una bolsa sellada las pertenencias de valor que su padre había portado. Eso le dejó una sensación fatal. Sus ojos se mojaron.
—No llegaremos.
—¿Qué?
—Incluso aquí es complicado. Su padre presenta un cuadro severo.
—Pero…
—¿Está tomando algo para su condición?
—S-sí —ella estiró su mano con la bolsita y le fue arrebatada. De pronto se sintió estorbar mientras los dos paramédicos atendían a su padre.
—Llame a su médico y notifíquele, su padre no puede esperar a llegar.
Hinata asintió y temblando sacó su móvil, la ambulancia incrementó su velocidad y el aparato se le fue de las manos. Ella quiso ir por él, pero no alcanzó, entonces lloró.
—Tome, tranquilícese —uno de los paramédicos le sonrió al darle el móvil—. Su familia la necesitará fuerte. Haga las llamadas que tenga que hacer.
La peli azul tapó su rostro mientras controlaba su llanto y asintió. Buscó hacerse chiquita en su lugar para no estorbar y digitó el número del médico nuevamente.
—¿Doctor?
Para cuando la ambulancia se detuvo ella ya había enviado un mensaje a Hanabi avisándole de los cambios, las puertas se abrieron y todo pasó tan rápido. Tropezó y casi cayó siguiendo a su padre, pero fue detenida por varias enfermeras que le prohibían el paso en urgencias. Los paramédicos se retiraron ya con calma y ella se quedó de pie en medio de esa sala llena de gente.
Hinata no supo cuánto tiempo estuvo llorando sentada a la espera de noticias, pero la sala comenzaba a vaciarse mientras más entraba la noche. Hanabi llegó y tras ella el chofer de la casa.
—¡Hinata! ¿Qué… qué te dijeron?
La mayor se levantó —Nada. Las personas entran y salen y no dicen nada —quiso controlar su llanto, pero perdió.
Neji apareció cuando el chofer se retiraba —Hinata… Hanabi, ¿qué…?
—No sabemos nada —respondió la menor mientras la peli azul solo podía verlo con tristeza y culpa.
Él se giró y detuvo a la primera enfermera que salió, tras no haber nadie en el módulo de atención. Hiashi estaba en observación, la emergencia había pasado pero su estado no era mucho mejor. El médico que lo atendía ya se había reportado y dado indicaciones precisas, ahora estaban esperando por él.
Cuando el castaño regresó con las noticias Hinata estaba muy necesitada de un abrazo, pero fue Hanabi quien ganó el pecho de su primo. Ella estaba todavía más asustada. Los ojos serios de Neji cayeron en Hinata y ella sintió los suyos arder, permaneció en silencio. Él se acercó y la rodeó con un brazo.
—Lo hizo muy bien —acarició su hombro.
Ante esas palabras ella ya no pudo controlar su llanto.
—Lo siento tanto, no quería que…
—Su padre ya se encontraba delicado, ni siquiera debió de haber salido de su habitación tras lo ocurrido en la mañana.
• • •
Momentos más tarde ambas hermanas estaban sentadas una lejos de la otra, cada una con la misma preocupación.
«¿Estás bien? No contestaste mi última llamada.»
«Sí. Todo bien. Hanabi se marcha pronto así que he estado con ella.»
Los ojos llorosos de Hinata distorsionaron las letras en su móvil. Sasuke le respondió que la dejaría aprovechar el tiempo con ella, le comentó la carga de trabajo que tenía y se despidió prometiendo marcar después. Hinata no soltó el móvil mientras con la otra mano apretaba sus ojos.
—Vayamos arriba, acabo de firmar su ingreso —la voz de Neji la hizo voltear a verlo.
Hanabi se levantó como en automático y ella se limitó a seguirlos. La menor preguntó si su padre sería trasladado al hospital de especialidades cuando los tres estuvieron en el elevador.
—No por el momento —informó Neji.
Estando arriba, un Hiashi inconsciente fue cambiado a la que sería su cama. La habitación era grande, tenía baño privado y, además de los aparatos médicos necesarios, también contaba con dos sofás aparentemente cómodos. Hanabi se había quedado dormida sobre uno, sin importarle haber perdido su vuelo y la molestia que eso ocasionaría a su padre al despertar. Hinata salió dejándolos solos, Neji estaba recargado en la pared afuera, revisaba su móvil, sus rasgos parecían menos duros, pero seguía luciendo preocupado.
Ella se giró para ir al baño de ese piso, necesitaba estar sola.
—¿Saldrá?
Negó —Volveré enseguida.
Neji la dejó avanzar unos pasos antes de volver a hablar —Así que lo dijo.
—Él lo vio en la tele.
—Creí decir que debía ser precavida.
—Lo sé. Lo siento.
Él se acercó a su lado y la animó a caminar, se detendrían en un pasillo que tenía vista a los pisos de abajo y a toda esa gente que entraba y salía.
—Le pedí su ayuda, pero veo que tomó su decisión.
Hinata apoyó sus manos en el barandal y acarició su anillo —Te lo dije a su tiempo.
Él recargó su espalda también en el barandal y apretó el puente de su nariz.
—Él no sabe que será abuelo, Neji.
—Eso lo hubiera matado.
Hinata se llevó las manos a los ojos y el nudo en su garganta quemó… no quería cargar con eso en su conciencia.
—Francamente no deseo que muera sabiendo que ha perdido todo —habló él.
—Ni yo… va a ser abuelo y creo con firmeza que tiene mucho qué dar —él sonrió sin ganas, ninguno pensaba que realmente fuera a lograrlo—. No solo con mi hijo.
El castaño negó en silencio, lo había arruinado dos veces con Naori que podía entender por qué se había marchado lejos.
—Neji —Hinata volvió a hablar luego de unos segundos—, necesito disculparme por lo que te dije la última vez que hablamos. No quise…
—Déjelo —la interrumpió—. Al final, parece que no está tan equivocada —él se apartó descolocándola—. Regresaré, el doctor no demorará en llegar. Sea cuidadosa.
Conforme él se alejaba dejándola sola, Hinata volvió a ser presa de la angustia, amaba a su padre tanto como le era posible y no quería que nada malo le ocurriese, menos, si ella tenía que ver en ello. Además, no quería ver el sufrimiento de su hermana. Luego de refrescar su rostro en los lavabos del baño y conseguir un vaso de café, Hinata regresó; acarició su vientre mientras lo hacía al sentir tensión en su abdomen tras cada paso.
Ignoró esto y se apresuró al reconocer que el médico de su padre se retiraba.
—¿Se va? —le preguntó a Neji que salió al pasillo a despedirlo.
—Volverá temprano —informó, y tras notarla angustiada prosiguió—: La operación se adelantará un día, pero no más.
—¿Por qué?
—Hiashi sama no lo resistirá en su estado —dijo. Sus palabras se sintieron como un enorme peso cayendo sobre Hinata—. Será mejor que tanto usted como Hanabi regresen a casa, aquí no hay nada que puedan hacer.
—Me quedaré.
—En su estado…
—Neji, no voy a ir a ningún lado.
Cuando Hanabi fue despertada también se negó a irse, pero esta fue casi obligada a irse con Neji, él se daría un baño y volvería para pasar el resto de la noche.
Hiashi no despertó y Hinata fue vencida por el cansancio; se quedó dormida en el mismo sofá donde Hanabi había permanecido. Cerca de las tres de la mañana Neji regresó y consiguió un cobertor para protegerla del frío. Los ojos secos y cansados de Hiashi se abrieron para verlo.
—¿Por qué? —la voz ronca de Hiashi detuvo la mano de Neji cuando, con cuidado, le quitaba a Hinata un mechón de cabello del rostro.
—Despertó —el castaño sonrió al escucharlo. Hiashi había fingido dormir y casi le creyó, de no ser porque, a través de la puerta mal cerrada, lo había visto observar a Hinata cuando ambos estaban solos.
—Sabes lo que hizo —él siguió viéndola incluso cuando Neji se acercó a su cama. Hiashi no reparó en él al cerrar sus ojos—. Eligió al hijo de mi enemigo.
Neji sonrió sin poder evitarlo —¿Quién iba a decirlo?
Hiashi apretó los puños.
—No se desgaste. Necesita reunir fuerza, su operación…
—¿Por qué parece no importarte?
—No es así.
—Siempre creí que la amabas. Eso me tranquilizaba mucho.
Neji no lo culpaba, alguna vez creyó que podía hacerlo… intentó más que eso y ahora se avergonzaba.
—¿Por qué se empeña en hundirnos más en la ruina? —los ojos violáceos del mayor lucían agotados, mojados, sin fuerza, aun así, de verdad buscaron una respuesta en Neji.
Él tuvo que pasar saliva —No creo que lo haga a propósito.
—Haz que se vaya.
—Ya lo intenté. Descanse.
—No quiero verla al amanecer —dejó claro Hiashi antes de cerrar los ojos.
Neji cubrió mejor el cuerpo de su prima y después regresó su atención a su tío. Lo notó empañar la mascarilla de oxígeno y lo vio dormir. Era difícil ver a ese hombre tan mal… era como ver a su padre al ser su gemelo. Pero este hombre tenía el doble de mérito porque, sin ser su padre biológico, hasta la fecha procuraba por él. Hiashi estaba cargando con las consecuencias de sus actos, pero éstos fueron motivados por proteger siempre a la gente que quería. Él entre ellos. Eso lo hacía sentirse más comprometido.
Si iba a verlo morir, quería que lo hiciera orgulloso, no deseaba mucho más.
Sus ojos fueron entonces a Hinata que dormía hecha un ovillo.
• • •
Para cuando Hiashi despertó en la mañana Hinata se aseguró de no estar frente a él para no alterarlo, Neji le había pedido espacio y se lo daría. Tendrían que bastarle las bancas duras del pasillo o los sofás de la sala de espera a varios metros de esa habitación, pero no desaparecería como él deseaba. Neji no podía encargarse de todo, era injusto.
Todavía no era mediodía cuando el médico indicó la hora de la cirugía el día siguiente incrementando la tensión. Para antes de las tres el consejo Hyuuga había hecho acto de presencia y, aunque Neji no había permitido su ingreso a su habitación, se tomó su tiempo en discutir con ellos en el pasillo, dando por enterados a más de uno en el sector. Hinata vio a su primo hacerles frente a esos a quienes su padre catalogaba como buitres y, nunca como en ese momento, le parecieron tales. Se dio cuenta cuánto le faltaba para estar a la altura de Neji.
—¿No tienes hambre? —Hanabi le preguntó a Hinata cuando ésta apenas tocó su comida. El restaurante del hospital estaba medianamente lleno.
—No, no me apetece.
—¿Te sientes bien? Porque no te ves muy bien.
Hinata negó —Sí… no. La verdad es que no me he sentido muy bien.
Hanabi frunció los labios con pena —Vuelve a casa, Hinata, no puedes volver a dormir en el sofá, además, no me gusta cómo te ignora papá.
Hinata sonrió para disimular sus ojos mojados —Estaré bien.
—Sí, después de descansar, mañana papá entra a cirugía, ve y duerme, yo me quedaré pendiente. Ven mañana.
—¿Cómo podría dejarte hacer eso?
—Bueno, no soy yo la que está embarazada. No luces bien.
El desmejoramiento de Hinata mantuvo su cuerpo con una temperatura menor a la normal, necesitaba descanso. Terminó aceptando cuando reconoció que no había diferencia si se quedaba o no. Antes de irse buscó en el mapa de ubicación del lugar el sector de ginecología, el día siguiente agendaría su cita.
• • •
Luego de una noche que no resultó tan reparadora, por haber charlado por video llamada con Sasuke, Hinata salió de su casa a tiempo para estar antes de que su padre fuese llevado a quirófano. Su optimismo había mejorado, era increíble cuánta ilusión le daba ese hijo en su vientre y los planes a futuro que Sasuke puso ante ella.
Llegó al hospital sosteniendo su optimismo con dificultad.
—¡Hinata! ¡Hey, Hinata, aquí!
La peli azul se sorprendió al encontrarse a Hanabi con Itachi al pasar por la sala de espera.
La menor mostró un gesto extraño —Bueno, él vino a buscarte —le dijo y luego volteó a ver a Itachi—. Ahora seremos algo así como parientes, ¿no? Diablos —fingió un escalofrío—. ¿Cómo debo tratar a un Uchiha que es de la familia?
—¡Hanabi!
—Cierto, el que será de la familia será el otro Uchiha —Itachi rio—. Lo siento, hermana, éste me cae mejor —finalizó y se despidió moviendo la mano mientras se iba.
—Discúlpala.
—Descuida, es espontanea.
Hinata no supo qué más decir al respecto —Y…
—Estoy aquí por Sasuke.
—No es necesario.
—No me molesta, además, eso lo tendrá tranquilo. ¿Estás bien?
—Sí, aunque no demorarán en trasladarlo a quirófano.
—Entonces, vamos.
—Itachi, la verdad es que no quisiera que alguien te hiciera una verdadera grosería.
Él le guiñó un ojo mientras la hacía avanzar por donde Hanabi se había ido —A mí no me molesta quien quiere.
Hinata sonrió y agradeció el gesto. Conforme se acercaron la sonrisa fue disminuyendo; afuera de la habitación estaba parte del consejo. Cuando ella se percató que el médico entró, se apresuró a hablar:
—Entraré un momento, ¿está bien?
—Esperaré aquí.
Itachi vio por unos segundos a los hombres que lo notaron llegar y prosiguió a ignorarlos al mandarle un texto a Sasuke. Adentro, el médico le aseguraba a Hiashi que lo vería al despertar de la anestesia y después de tener todo listo se adelantó a quirófano.
—¿Los viste? Esperan como buitres. Si muero quedarán al frente.
—Hasta que alguna de sus hijas pueda hacerse cargo —le recordó Neji—. Pero ahora no les preste atención.
—Inhale profundo y relájese —pidió una enfermera al colocarle una mascarilla—. Cuente de diez a uno en voz alta. Cuando despierte todo habrá pasado.
Neji salió antes de que su tío comenzara la cuenta, pensaba deshacerse de esos ancianos, pero se encontró de frente con Itachi.
—¿Qué haces aquí?
—Estoy aquí por ella —respondió el pelinegro con aire despreocupado.
Neji endureció su mirada y se acercó lo suficiente para que lo escuchara claramente sin alzar la voz.
—Espero que comprendas que tolerarte aquí no cambia en nada lo que pienso de tu hermano. Es un desgraciado.
—Por fortuna no me interesa en absoluto —volteó a verlo de medio lado—. No me iré salvo que ella me lo pida.
Neji sonrió soberbio —Deben traer la desfachatez en la sangre —terminó diciendo cuando ambos notaron que sacaban a Hiashi. Hinata y Hanabi siguieron la camilla varios metros.
—Te lo dije una vez: Sasuke es mi familia, siempre estaré de su lado —lo vio a los ojos y añadió antes de que Neji hablara—: Está intentando levantarse de donde cayó y no será mi mano la que no lo ayude. Si Hinata está bien con él, estaré con ellos. Tú mismo sabes lo importante que es la familia.
—Es tu hermano, puedo entenderlo. Ella, en cambio…
—Va a darle un hijo —lo interrumpió—. No has visto como yo lo que ambos tienen; he notado la fuerza con la que ella lo defiende, ambos la hemos visto sufrir. Y no hay nada en esta vida que a él le importe más; Sasuke rompería cada hueso de su cuerpo antes de volverla a dañar. Yo mismo se los rompería si lo intentara. Sencillamente, me niego a creer que ese acto les haya destruido la vida para siempre.
—Si fue tan ruin como para violarla, podría ser capaz perfectamente de manipularla. ¿No te das cuenta?
—Creo que subestimas a Hinata; no se puede ser una víctima por siempre. Y si lo fuese, quienes estamos afuera podríamos ver lo que ella no es capaz. Presta atención y sé sincero contigo. Vas a darte cuenta, si es que no lo has hecho ya.
—Patrañas.
Itachi suspiró y se alejó unos pasos, Neji era necio. Una carcajada los hizo a ambos voltear. A varios metros seguían cuatro de los socios de Hiashi Hyuuga y no parecían preocupados.
—¿Mandaron llamar a la caballería? —preguntó irónicamente Itachi atrayendo la mirada del castaño—. ¿Es el consejo?
Neji asintió sosteniéndole una mirada endurecida al anciano que más problemas les estaba dando.
—Lo quieren todo, ¿no? —Itachi también se les quedó viendo, pronto, el grupo de ancianos se retiró—. Viles oportunistas. He lidiado con gente así.
—No como estos —aseguró Neji mientras los veía partir—. Se matarían entre ellos por unos billetes —soltó antes de ser consciente, demasiado cansado mentalmente como para no hablar con nadie.
—Bueno, eso pasa cuando se han mantenido a centímetros del poder. Ambicionan más —Neji volteó a verlo—. Me pregunto, ¿qué harían si lo alcanzaran?
El castaño se burló y luego vio a sus primas regresar, cruzándose de camino con los ancianos.
—Si lo alcanzaran… están destinados al fracaso —aseguró. Eran hombres maravillados viendo multiplicar su dinero, menos de la mitad sabían cómo funcionaban las cosas y dudaba que alguno hubiese podido tener las agallas de su tío para llegar hasta donde llegó.
Itachi mantuvo su mirada interesada en Neji —Siempre me pareció curiosa la forma que tenían los Hyuuga por trabajar unos pocos para el resto. ¿Qué tiene eso de privilegio? No veo a esos hombres más preocupados por el prestigio de la empresa que por la vida de tu tío.
—¿Qué podrías entender tú? —Neji se molestó al tener enfrente el cuestionamiento que él mismo se había hecho. Era el trabajo de la vida de su tío y parte de la de él como para simplemente dejarlo.
—Solo digo lo que veo. A ellos solo les importa una cosa.
—Es la empresa lo que quieren.
—¿Y por qué no dársela?
Neji sonrió hastiado de él.
—Piénsalo —agregó Itachi—. Aprenderán a tener cuidado con lo que desean. ¿Cuánto crees que Empresas Hyuuga sobreviva en sus manos? Incluso en las tuyas, dado el panorama.
Neji lo vio suspicaz —¿Pretendes quitarte de encima la competencia? —preguntó sin querer enterarlo del temor de su tío: si Hiashi perdía, sus primas serían despojadas de todo.
—¿Todavía lo son?
Neji no perdió su aire altivo, pero bajó la guardia un momento —No puedo permitirme perder esto.
—¿Y qué tienes que ganar? Acéptalo, los arrinconaron. No se trata de quién soporta más; en su situación, es sobre quién daña más a quién.
Antes de que el pragmático castaño pudiera responderle algo, Hinata y Hanabi llegaron con ellos. Los sagaces ojos negros y violáceos dejaron de verse para atenderlas.
—La enfermera dice que la operación durará de cuatro a seis horas.
Itachi le sonrió mientras Neji conservó un aire formal.
—Eso es mucho tiempo, ¿qué dicen? ¿Quieren comer mientras esperamos? Seguro todo saldrá bien —ofreció el pelinegro.
Hanabi aceptó solo para olvidar que su padre estaba a punto de ser abierto del pecho para intentar corregir su válvula mitral. Hinata estuvo a punto de decir que no cuando Neji se negó, pero él la convenció de ir. Segundos después el castaño observaba con interés al pelinegro mientras se marchaban.
Absolutamente todo lo que habló con él se mantendría en su cabeza.
• • •
—Su corazón se debilitó durante la cirugía, si continuábamos nos enfrentábamos a la amenaza de un paro cardiorrespiratorio y un posible coma. Tuvimos que estabilizarlo un par de veces. Aun así, logramos terminar el procedimiento. Está débil, pero estable.
Hinata soltó el aliento que había estado conteniendo y agradeció a quien sea que haya escuchado sus oraciones. Neji dio un apretón de manos al médico y preguntó cuándo podían verlo.
—Aún es pronto, sigue inconsciente. Estará en terapia intensiva para monitoreo constante, pero podrán entrar uno a uno por unos minutos cuando sus signos vitales se estabilicen.
—Muchas gracias —los ojos de Hinata brillaron al ver al médico mientras se iba. Itachi sonrió y le acarició la cabeza en un gesto fraternal ante la atenta mirada de Neji. Hinata lo abrazó y soltó luego de un momento —. Gracias también por haber estado.
—Sasuke me mata si no.
El castaño sintió un malestar ante la sola mención y por la sonrisa que esa frase arrancó de Hinata.
• • •
El lunes siguiente todo fue más complicado, Hanabi se había marchado al instituto bajo protesta y Hinata había retomado sus estudios en la universidad. Absolutamente todo se sentía distinto, aunque vio a Ino, el resto del grupo seguía faltando. Sus clases comenzaron a asfixiarla desde las primeras horas, e incluso, había sido echada por un profesor cuando se le ocurrió responder a un mensaje de texto de Sasuke en medio de la clase. Tuvo que esperar veinte minutos para tomar la siguiente asignatura. Sus horarios y los de Ino no eran tan compatibles y tenían muy pocos descansos juntas; Kiba mantenía a Matsuri ocupada la mayor parte del tiempo y se temía que la soledad iba a ser su nueva mejor amiga. Aunque no podía quejarse del todo, tendría más tiempo para avanzar sus deberes.
Los tres primeros días de vuelta a la universidad apenas había dormido bien. Su padre había sido trasladado a terapia intermedia y Neji y ella se dividían el tiempo para hacerle compañía. Cuando Hiashi abrió los ojos y la vio con él, la echó, pero Hinata decidió que podía molestarse cuanto quisiera, ella iba a estar ahí hasta que no fuera necesaria; si algo le había heredado, era cierta terquedad.
Sus días comenzaban a las cinco de la mañana cuando se levantaba a ducharse y preparar su propio almuerzo, luego de la universidad se dirigía de inmediato al hospital donde comía. Dividía su tarde entre tareas y ayudando a su padre con las primeras deambulaciones mientras Neji se hacía cargo de los temas legales que lo tenían consumido. Para cuando pasó una semana, ella estaba segura que había perdido algunos kilos.
Hiashi abrió los ojos cuando los analgésicos dejaron de hacer efecto. Cuando volteó en busca de alguien se encontró con Hinata durmiendo en el sofá. La mochila de la peli azul estaba en el suelo y el móvil resbalando de entre sus manos. Esa escena se había repetido en varias ocasiones y todavía tenía presentes sus actos, su última discusión.
Neji entró luego de apenas golpear la puerta. Vio a Hinata y suspiró.
—¿Cómo se encuentra?
—Podría estar mejor. Sácala de aquí.
Neji regresó su atención a su prima —Se irá pronto de cualquier manera.
—Dime, ¿seguimos siendo una burla? —preguntó más serio.
—No se preocupe por nada que no sea su recuperación.
—Contéstame.
El castaño dejó escapar el aliento —Más que una burla, preocupación —aceptó finalmente.
Hiashi negó y volteó a ver a su hija cuando se movió en el sofá. Neji se acercó a ella y buscó despertarla acariciándole la cabeza. La aparente debilidad de Hinata era algo que lo hastiaba, era un rasgo que nunca le permitiría estar preparada para el mundo. Por eso, recordar que la única vez que fue valiente había sido para enfrentarlo, lo hacía sentir humillado. Despreciado. Eso generaba un sentimiento idéntico de vuelta a ella.
—Qué raro —mencionó Neji.
Hinata se despertó y se levantó de golpe cuando se dio cuenta que ambos la miraban.
—¿Qué hora es?
—Tarde —respondió Neji—. Vaya a casa y descanse, yo me haré cargo desde ahora.
—Ve también. No harán nada diferente que una enfermera pueda hacer.
Hinata sonrió, el mal genio de su padre tenía que ser una señal de que ya no se sentía tan mal.
—¿Seguro?
Hiashi solo dejó de verlos. Luego de despedirse, Hiashi vio a su sobrino llevarse a Hinata.
—¿Se siente bien? —preguntó Neji mientras esperaban el elevador.
—Sí, ¿por qué?
Él la examinó —Me dio la impresión de que tiene fiebre hace un momento.
Hinata se llevó una mano a la frente —Parece que sí. Debe ser agotamiento.
—¿A qué hora y qué comió por última vez?
—Un emparedado y ensalada cuando llegué —lo escuchó resoplar y notó como apretaba el puente de su nariz—. Tomaré una píldora al llegar a casa y dormiré.
—¿Puede hacer eso?
Hinata evitó que viera que sonrió —Un paracetamol no dañará a nadie —Neji ya no dijo más. Ella notó la incomodidad al preguntarle eso último, no quería entrar en detalles con él, pero hacía días había asistido ya con la que sería su ginecóloga y entre otras cosas le había recomendado cierto reposo y buena alimentación. Estaba fallando en esas dos cosas, pero tomaba todas las vitaminas que le recetó. Cuando por fin estuvieron en el coche de Neji, notó un dolor de cabeza y que la fiebre aumentó.
Durante el camino a casa Hanabi se enlazó en una llamada por teléfono; su voz llenó el auto cuando activaron el altavoz y eso hizo que el tiempo de vuelta pareciera menos. Ya en casa ambos prefirieron hacerle compañía a Natsu al cenar con ella en la cocina, los dos estaban hambrientos y ninguno tenía humor para otra formalidad más. Neji fue el primero en retirarse para darse un baño.
—Gracias, Natsu, de verdad moría de hambre —Hinata abrazó a la joven y se despidió de prisa cuando su móvil sonó. Era Sasuke, por eso salió corriendo para encerrarse en su alcoba.
Él lucía mejor que ella y eso pareció molestarlo.
—No deberías darle tanta importancia al anciano. Ni que se lo mereciera.
Hinata rogó por paciencia —Es mi padre, Sasuke —le dijo. Hiashi ya no parecía tan malvado después de lo que sabía, solo necio. Mucho. Pero el chico del otro lado de la pantalla del celular no estaba enterado y tampoco quería preocuparlo.
El pelinegro maldijo del otro lado y se puso de pie. Hinata lo vio llevarse las manos al pelo frustrado; terminó volviendo a sentarse frente a su portátil —Estás embarazada, al menos eso debería importarte.
Hinata apretó sus sienes, el dolor de cabeza era menos tolerable —Me ofende que creas que no me importa.
—No lo parece mucho.
—Tengo sueño. Me daré una ducha rápida y…
—Sí, igual yo. Hablamos después.
Cuando la pantalla se apagó Hinata hizo acopio de paciencia, detestaba pelear con Sasuke, pero él era igual de necio que los hombres de su familia y en ese momento no tenía ánimo de convencerlo de nada. Tomó sus vitaminas antes de meterse a la ducha y también un analgésico.
Su baño se extendió por casi veinte minutos, mientras se vestía su molestia con Sasuke pasó, él tenía parte de razón. No podía culparlo por preocuparse, aunque sí lo hiciera por la forma de expresarlo. Se colocó un pijama de short y blusa, sonrió al decidir que le enviaría al menos un mensaje para no pasar la noche molestos el uno con el otro. Estaba por salir cuando un dolor punzante molestó su abdomen, su rostro se contrajo y aguardó apoyada en la puerta. Cuando sus piernas flaquearon salió. Hinata caminó a apoyarse en el tocador creyendo que como otras veces esa molestia terminaría por pasar.
—Oh —se quejó—… cielos —el dolor aumentó.
Hinata jadeó y cuando sintió algo tibio manando de ella se alarmó.
—No, por favor —rogó suavemente. Su mano tembló cuando la deslizó bajo sus bragas. Se sintió mojada y sus ojos picaron.
—¡Neji! —alzó la voz cuando sus dedos salieron tintados de rojo—. ¡Neji!
Hinata batalló para salir de su alcoba. Golpeó la puerta y no esperó a tener respuesta —. Neji.
—¿Qué ocurre? —frunció el ceño cuando la luz del pasillo lo molestó, había estado recostado escuchando música mientras su cabello terminaba de secarse.
Hinata ya no pudo sostenerse y cayó sentada pese a sujetarse.
—¡Hinata!
—Neji… yo…
—¿Qué demonios…? —notó el pijama rosa manchada—. ¿Qué ocurrió?
—Yo… no lo sé —Hinata no soportó el llanto cuando Neji la cargó.
Hinata apretó sus ojos cuando el dolor se agudizó.
—¡Natsu! —Neji bajó corriendo con Hinata en brazos.
La joven apareció apurada ante sus gritos —¿Si?
—Ábreme la puerta y haz lo mismo con la de mi auto. ¡Date prisa! —La joven obedeció casi tropezando.
Cuando la colocó en el asiento de copiloto con cuidado, Hinata levantó su mirada asustada a él, estaba llorando. Sus dedos estaban manchados de sangre y también uno de sus muslos.
—Neji —estaba temblando cuando le habló—… ¿esto es…? Yo no quiero…
—Tranquilícese, llegaremos al hospital de inmediato.
—Sí.
—¿Puedo hacer algo más? —intervino Natsu.
—No. Y por favor, ni una palabra de esto a nadie —ordenó antes de entrar al coche.
El auto arrancó de inmediato y Neji tuvo que tocar el claxon cuando la puerta no le fue abierta de inmediato.
—No… no quiero perderlo, Neji —mencionó cuando terminaron de salir. Ella ya no controló las lágrimas cuando sintió la humedad aumentar—. No quiero, por Dios, juro que no quiero. Que no pase, no a mí, por favor.
Él aceleró viéndola de reojo, cuidando el camino. Sus ojos prestaron atención a la mano ensangrentada y luego a los ojos violáceos llenos de lágrimas. Hinata se movía pretendiendo apartarse de la sangre como si eso cambiara algo.
—Sujétese —dejó de verla y volvió a acelerar.
Cuando estuvieron en el hospital, el olor a sangre entró por su nariz cuando volvió a cargarla. El coche quedó abierto y mal estacionado. La joven fue arrancada de sus brazos y casi le cerraron la puerta en la cara cuando quiso ir con ella. Una de sus manos fue a su pelo.
—Joven, necesitaremos que mueva su coche, las ambulancias llegan todo el tiempo —la voz de una enfermera lo volvió en sí.
Neji solo asintió —¿Ella estará bien? —volteó y preguntó luego de unos segundos.
La enfermera le sonrió sin ánimo, él esperó que fuera por cansancio, iba a ser media noche.
—Me temo que tendrá que esperar por una respuesta.
Neji se encerró en su coche instantes después, permaneció en silencio asimilando lo que estaba pasando. Su lado sesudo le dijo que era lo mejor, pero incluso ese pensamiento no le quitó el sabor amargo de la garganta. El sonido de unas sirenas lo hicieron llevar sus ojos al retrovisor. Terminó moviendo su auto y estacionándolo más adelante. Cuando su mirada cayó en la mancha de sangre en el asiento de al lado, los ojos llorosos de Hinata volvieron a su memoria. Había olvidado cuántas veces la había visto llorar… y nunca lo había hecho así.
Pasaron tres horas para que la volviera a ver. Estaba dormida en el interior de una habitación idéntica a la de su padre, de hecho, a varios metros de la de él.
Neji le acarició la frente y estaba fresca. Habían limpiado la sangre de su cuerpo y cambiado su ropa. La mano de Hinata, donde todavía lucía un anillo se apretó suavemente sobre su vientre. Ella se quejó sin lograr despertar. La mirada de Neji volvió a su rostro delicado.
«No quiero perderlo, Neji. Que no pase, no a mí, por favor.»
Hinata volvió a quejarse y mostró un gesto compungido.
Neji apoyó su frente en la barandilla de la cama, sujetándole la mano. Toda la tensión que había venido acumulando pareció desaparecer entera, reduciéndose todo a ella. Hinata aún no cumplía veinte años y ya había pasado por tantas cosas.
¿Qué estaban haciéndole?
Odió más que nunca a Sasuke por ser el gran culpable. Hinata estaba bien hasta que él apareció.
Neji apretó fuerte sus párpados y, cuando se permitió calmarse, se dio cuenta que él no era mucho mejor. Hinata había tenido razón. Todo parecía tan claro. Cansadamente claro.
No podía culpar a otros, él tenía su porción de culpa para tenerla así. Había quebrado la esperanza de Hinata cuando ella le rogaba comprensión. Y se quebró él, cuando cruzó esa fina línea que desde siempre los separó como hermanos. Había necesitado convencerse que verla como mujer estaba bien si podía protegerla. De Sasuke y de Toneri. Hinata no era su hermana, pudo tocarla como mujer, no había sido difícil, aunque ahora se asqueaba y no lograba deshacerse de la sensación de haber hecho algo tremendamente mal.
Pasó saliva lentamente.
Y después de esa mezquindad, ella seguía confiando en él. Momentos antes no dudó en que la ayudaría al necesitarlo.
Cuando el agotamiento pudo con él, Neji terminó dejándose caer en el sofá cercano. Tapó sus ojos. Cuando regresó a verla el perfil de Hinata se transformó en el de otra chica… una pelinegra.
Neji extrajo su móvil de uno de los bolsillos de su pantalón y volvió a marcar en número de Naori. Sonó cinco veces y enlazó al buzón. Dejó pasar segundos sin hablar y luego colgó.
¿Qué estaba haciendo?
Volvió a ver a Hinata. Ella estaba bien, su hijo también pese a todo. De Naori no sabía nada. Solo que estaba sola y si algo así llegaba a pasarle él no estaría ahí. Cuando la garganta pareció cerrársele se dio cuenta que el hijo que ella llevaba en su vientre era motivo de su preocupación.
Localizó y marcó otro número. Atendieron luego de tres tonos.
—Lamento la hora, pero, ¿se pudo hacer algo?
La voz cansada del otro lado habló por varios minutos. El semblante de Neji no cambió en absoluto al escuchar con atención, solo cerró los ojos y asintió.
—Bien. Seré yo quien le diga. Gracias por todo —finalizó la llamada.
• • •
En la mañana siguiente el sonido de voces lo despertó. Hinata hablaba con la doctora que, acompañada de una enfermera, habían entrado a la habitación.
La peli azul sonreía pese a su apariencia descolorida.
—Bien, ya no hay sangrado. Preferiría que descansaras aquí al menos dos días para monitorearte —dijo la doctora—. Este episodio no es bueno, tuviste una amenaza de aborto, te sugiero tranquilizarte y descansar.
—¿La sangre…?
La mujer de bata blanca negó —Son hematomas intrauterinos supra cervicales, este tipo no suelen dar problemas, pero se combinaron con un cuadro de estrés, niveles bajos de progesterona y una infección que te está molestando. A eso se debía tu fiebre.
—¿Está segura que todo está bien?
—Va a ofenderla si sigue insistiendo —Neji se acercó a su lado. Hinata sonrió con cansancio.
—Todo estará bien, tus niveles de progesterona me preocupan, pero los sobrellevaremos con medicación. Descansa hoy, mañana podrás comenzar a deambular y veremos si al tercer día te damos el alta. ¿Dudas?
Ambos negaron.
—Volveré por la tarde, pero te quedas en buenas manos —le dijo y le sonrió a la enfermera que terminaba de inyectar una solución a la intravenosa colocada en su muñeca.
Neji se entretuvo revisando su móvil mientras la joven enfermera le daba a su prima la información que requeriría para su comodidad, la misma que ambos conocían tras haberlo escuchado cuando Hiashi había sido internado. Reinaron segundos de silencio cuando ambos se quedaron a solas.
—Neji —él volteó a verla—. Gracias por todo.
—No lo diga —Hinata quiso decir algo, pero prefirió guardar silencio—. ¿Le duele alguna parte?
Ella le sonrió con los ojos mojados —No.
Se formó un silencio que sintieron incómodo —¿Necesita algo? Pasaré a la casa a ducharme, pero puedo traer algo si lo necesita.
—Ah, no. Tal vez, solo… no, está bien.
Neji se sintió incómodo —¿No avisará a nadie?
Hinata negó.
—¿Ocurre algo? —preguntó, hasta ahora caía en cuenta que Sasuke no se había aparecido; por un momento creyó que, por prudencia o cobardía, pero ahora ya lo dudaba.
—Nada. Por favor, no le digas a nadie que estoy aquí, lo haré yo.
—Su padre notará su ausencia, pasaba con él todos los días.
—Sí… iré con él cuando me lo permitan —dijo recordando que el reposo no sería absoluto.
—Debo irme, ¿estará bien? —habló luego de un par de segundos sin estar muy convencido de marcharse.
Hinata asintió —Gracias por todo.
Él exhaló y negó —Intentaré volver temprano.
•
O.O.O.O.O
•
Neji subió de prisa las escaleras una vez en la mansión. Estaba por dirigirse a su alcoba cuando se percató que la habitación de Hinata estaba abierta.
Entró cuando escuchó a Natsu.
—Joven, buenos días.
—Buenos días. ¿Novedades?
Natsu negó —El celular de la señorita ha estado sonando —dijo sin saber si eso le importaba. Neji jadeó y fue por él—. Disculpe que me entrometa, pero, ¿ella está bien?
—Lo está, no te preocupes. Me quedaré con esto.
Revisó con la pantalla bloqueada y se dio cuenta que quien había estado intentando comunicarse con ella era Sasuke.
Luego de una ducha rápida se dirigió a su trabajo. Allí ya lo esperaba el abogado encargado del departamento legal de la empresa. El anciano le sonrió al verlo entrar.
—No te ves bien.
—No dormí bien —respondió dejando su portafolio a un costado del escritorio. Lo saludó de mano inmediatamente después—. ¿Trajo todo?
Cuando el hombre abrió su portafolio y comenzó a extraer diferentes carpetas Neji se dirigió al teléfono para pedirle a la secretaria que no le pasaran llamadas. El móvil de Hinata lo distrajo cuando vibró, así que lo dejó en el primer cajón del escritorio y volvió su atención al abogado.
—Las cosas en Shanxi están por complicarse todavía más como te informé hace horas.
Neji apretó el puente de su nariz al dejarse caer en su asiento.
—El gobierno chino amenaza con presentar una denuncia formal si su tío no acepta responsabilidad y la penalización económica tras dimitir a los contratos ya ganados, para calmar los ánimos allá. Cabe mencionar que también se les prohibirá participación durante diez años en cualquier proyecto de la nación.
—Eso no es justo. Hay obras ya comenzadas.
—No podría ser de otra forma siendo tan claros los conflictos de intereses que señalan. Es un escándalo con grandes repercusiones.
Neji asintió.
—Eso no es todo —los ojos serios violáceos volvieron a verlo—. Recibí la notificación sobre una investigación que nos llevan a cabo para revisar el pago de impuestos en aquella filial.
—Déjeme ver —Neji estiró su mano y analizó los papeles que le fueron entregados—. Esto es un absurdo, una arbitrariedad. Yo mismo he estado pendiente.
—Desafortunadamente el empresario con el que su tío hizo tratos incurrió en omisiones de impuestos maliciosas. Es normal que…
—No permitiré esto. Hoy mismo hablaré con contabilidad y ganaré.
El abogado asintió.
—China ya no me preocupa, confío en ti —dijo—, la solución conveniente recae en afrontar las consecuencias. Un pleito legal además de estéril, será perjudicial.
Neji lanzó los papeles al escritorio —Mi tío está convaleciente. Yo daré la cara.
El otro asintió —Debe decírselo.
El castaño apenas afirmó.
—Sobre… el consejo.
—¿Qué con ellos?
Neji escuchó atento lo que le dijo el abogado ya entrado en años. Mientras más oía casi podía ver la sonrisa de aquellos que integraban el consejo. Una rabia ardiente le quemó las entrañas y tomó la parte de la culpa que le pertenecía.
• • •
Apenas había tenido tiempo de comer algo tras pasar el día entero con los grupos legales y contables de la empresa. Quien encabezaba el grupo legal le había sugerido emitir ya un comunicado oficial que marcara la postura que tomarían, para frenar las especulaciones que los venían golpeando.
Neji pensó en esto cuando vio a su tío. Hiashi seguía luciendo débil como para tomar una decisión, así que tuvo que hacerlo él. Para su fortuna o no, no necesitó hablar con él ni con Hinata al encontrarlos dormidos; pasaban de las diez de la noche cuando salió de la empresa y no era antes de las once cuando pudo presentarse al hospital.
El día siguiente tuvo que enfrentarse al consejo y fueron ellos quienes dieron el visto bueno al comunicado y las disculpas públicas que serían enviados al gobierno chino. Antes del anochecer la noticia se esparcía por ambas naciones.
La enorme pantalla colocada en la sala de juntas de la constructora estaba encendida. El noticiero de la noche informaba sobre las posturas de los principales actores de uno de los más grandes escándalos del país.
Los ojos de todos permanecían atentos a las imágenes del procurador chino que era entrevistado al salir de las instalaciones de su trabajo. Empresas Hyuuga quedaría absuelta de un juicio al haberse declarado culpables y aceptar las penalizaciones correspondientes. El reportero, mordazmente comentaba sobre lo convenientemente bien librados que los poderosos de otro país habían salido. A nadie ahí le importó más.
—Entonces, con esto, nos limitaremos al país. Confiamos en ti para terminar de limpiar el desastre que Hiashi nos dejó —el tercero con mayor participación se puso de pie.
Neji lo vio pretender partir seguido de los otros cinco que lo acompañaban.
—¿Dónde está el señor Tatsumi? Era él uno de los más interesados en todo esto.
El anciano pareció burlarse cuando dejó pasar a quienes lo seguían.
—Estoy seguro que tanto él como Hiashi estuvieron atentos a esto. No te preocupes.
—¿Qué? —el anciano de gafas se burló y Neji fue tras él—. Escúcheme bien, si siguen con sus dobles juegos, yo mismo me encargaré de hundirlos todavía más hondo.
—No te exaltes muchacho. Mejor permítele a Hiashi estar al tanto, ya mucho has dado la cara por él.
—Malditos sean.
Una mano en el hombro de Neji le dio un par de palmadas —Así están las cosas, Neji. Déjalo por hoy.
—Iré al hospital. No quiero pensar en lo que pudieron haberle dicho —dijo regresando por sus cosas antes de terminar de salir.
• • •
En otro sector de la ciudad Itachi terminaba de servirse una taza de té para comenzar a cenar. Sin Izumi en casa, el televisor le hacía compañía.
Ni siquiera le sorprendía por qué razón el tema era la situación de la empresa que le representaba su mayor competencia. Mordió un poco de pan tostado mientras pensaba cuál sería la forma en que finalmente se terminaría ese asunto. Su móvil vibró sonando escandalosamente sobre la mesa.
—¿Qué hay? ¿Cómo están las cosas?
Era Sasuke.
—Todo bien. No llamo por eso —le respondieron del otro lado. Por el tono de voz, lo notó preocupado—. ¿Has visto a Hinata?
Itachi sonrió —Vamos, hombre, permítele respirar.
—No estoy bromeando, Itachi. ¿La has visto? ¿Hablado con ella?
—Sí, bueno, no en las últimas horas. ¿Ocurre algo?
—No estoy seguro. No atiende mis llamadas.
—¿Y eso es raro?
Escuchó a su hermano resoplar.
Sasuke, en la habitación que alquilaba en Fukuoka, apoyó su frente en el cristal de la ventana. Cerró los ojos sin querer ver la ciudad oscurecida.
—Escucha, la última vez que hablamos discutimos, pero… Hinata siempre atiende mis llamadas. ¿Quieres revisarlo por mí?
—De acuerdo, aunque tal vez solo esté ocupada. ¿Has visto las noticias?
Sasuke asintió como si pudiese verlo.
—Aun así, me sentiría más tranquilo, ¿podrías?
—Pierde cuidado.
Luego de un seco «gracias» cortó la comunicación.
El mayor permaneció viendo la tele segundos más y luego revisó la agenda del móvil que no soltó.
• • •
Neji iba de camino al hospital cuando su móvil, anclado al tablero del auto, sonó. Era Itachi y podía adivinar qué era lo que quería. Él maldijo y decidió que no tenía tiempo ni ganas de hablar con él. Estacionó su coche en uno de los pocos lugares disponibles y subió directo a la habitación de su tío. Hinata estaba ahí, sentada en silencio en el sofá.
—¿Qué ocurrió? ¿Dónde está Hiashi sama? —su voz se tintó de preocupación.
—Parece que papá tuvo una crisis —informó Hinata con los ojos aguados poniéndose de pie. Neji era la primera persona que llegaba después de media hora.
—¿Qué tipo de crisis? —preguntó viéndola vestir la bata hospitalaria.
—El señor Tatsumi estaba con él. Lo vi pasar por mi habitación y luego las enfermeras comenzaron a correr por aquí. Cuando me acerqué se lo estaban llevando.
«Ese infeliz.»
—¿A dónde?
—A quirófano, Neji. Una enfermera volvió solo para decir que la incisión se había abierto y volverían a saturar. Dijo que… no sería grave.
—De acuerdo, vuelva a su habitación. ¿Está bien usted? —Hinata asintió y se dejó guiar al cuarto cercano—. Descanse, yo estaré aquí y le avisaré cuando lo traigan.
Hinata se recostó viéndolo en silencio cuando él prefirió salir a hacer una llamada. Neji demoró varios minutos en regresar y la encontró durmiendo. Hiashi fue regresado inconsciente y permaneció con él hasta que poco a poco recobró la consciencia, aunque estaba demasiado débil para permanecer despierto.
Estaba por ser medianoche cuando Hinata salió descalza y a pasos lentos de la habitación. Neji estaba casi dormido cuando decidió que buscaría algo de café.
—¿Qué hace levantada? —le preguntó a Hinata. Estaba por girar rumbo a la cafetería cuando la vio salir de su cuarto.
—¿Él está bien?
—Lo está, vamos, vuelva a su cama.
—No. No te ves bien, ve y duerme un rato, yo puedo quedarme con él.
—Qué absurdo. Está convaleciente.
—Puedo hacer esto —aseguró cuando él la tomó del brazo y la hizo regresar.
—O cualquier enfermera en dado caso. Quédese aquí.
—¿Qué fue lo que ocurrió? —Hinata se sentó en su cama. Neji se sentó a su lado claramente agotado.
—Su padre quiso golpear a Tatsumi —dijo y frotó sus párpados—. No digo que no lo mereciera, pero fue una verdadera imprudencia.
—¿Por qué?
—No tiene importancia. No ahora.
Hinata se abrazó las piernas mientras pensaba en su papá, se preguntó cuánto podía importarle lo que sea que ese hombre le haya dicho como para saltar de la cama e intentar golpearlo, abriéndose nuevamente la incisión de la cirugía. Sintió luego algo de calor sobre sus hombros. Neji le había puesto su saco encima.
—Iré por un café y algo que comer. ¿Tiene hambre?
Le sonrió —Un té me caería bien.
Él quiso sonreírle en reciprocidad, pero apenas consiguió esbozar una mueca antes de partir. La cafetería estaba casi vacía a esa hora y en menos de diez minutos estaba de vuelta. Entró a la habitación encontrando a su prima de semblante cansado, pero despierta. Transcurrieron cerca de dos horas antes de que Hinata pudiera dormir después de que Neji le dijera que tenía que marcharse a descansar un poco, prometiendo volver temprano. Él la había puesto al tanto de lo acontecido con la empresa en las últimas horas y lo que sería lo siguiente en venir.
Antes de dejar la habitación con Hinata dormida, Neji volteó a verla. Hinata tosió y se hizo un ovillo dándole la espalda. Sabía bien que ella no descansaría mucho si no se le exigía, estaría más pendiente de la salud de su padre ahora que su ginecóloga le había permitido deambular. Todavía no estaba mucho mejor y se estaba dejando como su segunda prioridad.
—Maldición.
Meditó lo que estaba a punto de hacer y luego de acomodar las cosas por orden de importancia, terminó sacando su móvil. Se enlazó de una llamada pese a la hora.
—Itachi, soy Neji.
—Joder, hombre. Te he estado marcando, intento localizar a Hinata. Pasé hace un rato al hospital, pero no había nadie, ¿sabes dónde está?
—… Sí.
• • •
La mansión estaba en completo silencio, los ojos de Neji que ya ardían por la falta de sueño lo hicieron más al ver la pantalla de su móvil. Faltaban dieciséis minutos para las cuatro esa madrugada cuando se llevó el teléfono al oído.
—¿Hola? —Neji tragó pesado cuando escuchó aquella voz somnolienta—. ¿Neji?
—Pensé que no me contestarías nunca.
Naori, en un país distinto, guardó silencio sintiendo que su corazón dolía.
—Todo está hecho un caos, ¿eh?
Él no respondió.
—¿Para qué llamaste?
—Para saber que hago lo correcto.
Algo se apretó dentro del pecho de la chica de ojos negros ante la voz ronca y agotada del otro lado.
—Naori… —Neji no dejó de hablar provocándole un nudo en la garganta a la chica que desde hacía años era una de las personas que más le importaban. En algún punto los ojos violáceos del orgulloso joven se mojaron y sonrió sintiendo que perdía y pidió perdón.
• • •
La mañana no fue mejor que el día anterior. Neji se enteró por un programa de radio noticioso, que al mediodía se desplegaría un comunicado de la empresa que él encabezaba por el momento. Esto no hizo más que acrecentar la molestia que ya tenía con los miembros del consejo. Continuó manejando directo al hospital antes de dirigirse a la empresa para ver de lo que se trataría el dichoso comunicado.
Llegó primero a la habitación de Hiashi, que era la más próxima en ese pasillo. Su tío estaba dormido en la cama y Hinata hacia lo mismo en el sofá… Neji negó en silencio y no pudo culparla, su padre tenía menos de doce horas de haber salido de quirófano por segunda vez y estaba preocupada. Pero también agotada pues se habían despedido muy entrada la madrugada.
Permitió que la enfermera terminara de tomar su registro antes de entrar. Se dirigía a la cafetería antes de volver por Hinata para acompañarla a su habitación cuando a lo lejos se percató de la figura de cierto pelinegro que lo veía fríamente molesto. Neji detuvo sus pasos a medio pasillo permitiéndole llegar.
—¿Dónde está?
—Bonitos modales.
—Escúchame, imbécil —Sasuke soltó brusco y lo tomó del traje—, si tuviste algo que ver en que ella esté aquí, date por muerto.
Neji sonrió de medio lado —De no ser por mí, ni siquiera sabrías dónde encontrarla. Así que muestra agradecimiento.
Sasuke tuvo que apretar en puños sus manos y endurecer su semblante cuando se obligó a soltarlo, haciendo un esfuerzo grande por –como decía su psicólogo- dominar su ira. Aun así, cuando ambos volvieron a verse, la mirada de Sasuke era furiosa, y la de Neji fría con un rastro de dureza.
—Con franqueza, no entiendo por qué a Hinata le importan tanto —dijo recordando que la discusión que tuvieron días antes, fue por el aprecio que ella mostraba por la familia que tan injustamente la había tratado—, por mí, podrían irse todos al infierno.
Neji esbozó una pequeña sonrisa —Créeme, eres completamente correspondido. Y, aun así, permití que te enteraras de cómo y dónde estaba. No es por mí que estás aquí, es por ella… me guste o no.
Ambos varones reconocieron en el de enfrente, y para su molestia, a una persona muy importante en el corazón de cierta peli azul.
—No voy a agradecértelo.
—No pretendo que lo hagas. No espero nada bueno de ti —soltó girando su cuerpo y pretendió irse con las manos en los bolsillos.
Sasuke demoró unos segundos en entender lo que eso significaba.
—No hay forma en que pueda convencerte con palabras de que quiero a Hinata de verdad —alzó la voz y aunque Neji no volteó, si detuvo sus pasos—. Tampoco soy tan elocuente para intentarlo. La única forma es que veas con tus propios ojos que la hago feliz. Hinata no volverá a sufrir si puedo impedirlo —aseguró y mientras se iba añadió—: Ojalá puedas decir lo mismo.
—¡Sasuke!
El pelinegro volteó y Neji pasó su lengua entre sus dientes, antes de agregar:
—Si vuelves a tocarla, aunque sea una sola vez, de una forma que ella no desee, voy a matarte.
El otro sonrió soberbio y asintió. No esperaba menos.
—Habitación décimo cuarta. Ella está ahí, con su padre— soltó Neji mientras se iba.
El Uchiha asintió una vez y Neji no volteó más.
Sasuke buscó calmar su mal humor en los metros siguientes, dudaba lograrlo si se encontraba con una Hinata reducida ante el mal genio de su padre, pero, para su fortuna, no fue así. Hiashi parecía dormir en la cama y Hinata… su ansiedad y molestia desapareció al verla acurrucada en una esquina del sofá, también dormida.
Apoyó una rodilla en el suelo solo para acercarse y comprobar su temperatura corporal, luego resopló y negó. Cargó a Hinata como si no pesara nada para llevarla a la habitación que en recepción le habían dado.
—Sasuke… ¿Cómo…?
—Solo guarda silencio, Hinata. ¿Estás bien?
Ella asintió y llevó una de sus manos a sujetarse de uno de sus hombros. Los ojos de Hiashi que se habían abierto segundos antes permanecieron pendientes de ambos mientras él se la llevaba.
—Lamento no haberlo dicho —Hinata se hizo a un lado en la cama permitiéndole sentarse también—. Sabía que estabas esforzándote mucho en el trabajo y, además… tenías razón, debí cuidarme más. No quería…
—Ya. Olvídalo.
—Lo siento.
—No ha pasado nada, no tienes por qué sentirlo.
Hinata sintió la calidez de la mano de Sasuke cuando esta acarició su mejilla.
—Itachi me contó todo, debiste decirme. No tenías que hacerlo sola. Yo…
Ella vio el anillo de compromiso que él le acariciaba con la mano libre.
—Todo está bien —mintió y sonrió.
—Aún no, pero lo estará.
Hinata se acercó a él, se dejó envolver por un abrazo y sonrió al sentirlo cerca.
—Itachi… ¿cómo lo supo? —alzó su rostro a verlo.
—Tu primo —respondió antes de besarla.
Hinata se sorprendió por un segundo, luego, se permitió envolverse en ese beso, sonriendo por dentro, segura de que el Neji de siempre había vuelto.
• • •
Antes de entrar a ver a su tío, el mirar de Neji había estado en dirección a la habitación que Hinata debería estar ocupando hasta esa tarde, antes de ser dada de alta. Cuando terminó de entrar, se encontró a Hiashi consciente.
Neji sonrió con sinceridad —¿Cómo se siente? Supe que estuvo a punto de obligar a Tatsumi a ocupar otra de las habitaciones.
—Llama al abogado.
—¿Para qué? —se acercó sin borrar su sonrisa—. Sabe que me he estado haciendo cargo.
—Aceptaste todas y cada una de las condiciones en China sin pelear —Hiashi regresó su vista endurecida a él.
—Dimos la cara. Y negamos categóricamente que estuviéramos evadiendo al fisco como especularon. Demandaremos por eso.
—El imbécil de Tatsumi dijo que perdimos China. ¿Qué tan cierto es?
—No creo que convenga hablar de eso en su estado.
—¡Contéstame! —ordenó y se agitó al hacerlo. Neji observó su precario estado, Hiashi lucía más que agotado, seco. Sus ojos lucían sin brillo y el orgullo era lo único de lo que parecía sujetarse.
—Completamente cierto. Lo perdimos todo durante diez años.
El hombre en cama apretó sus puños y Neji no estuvo muy convencido de seguir hablando.
—Evitamos un juicio solo porque el señor Liu, con el que trató, es un hombre con influencias. Todo se llevará con extrema discreción. En pocos años esto se olvidará, téngalo por seguro.
Los ojos violáceos del mayor ahora estaban mojados. El móvil de Neji sonó.
—Maldición.
—¿Quién es?
—El abogado.
—Pon el altavoz.
El menor quiso objetar, pero ante la severidad de la otra mirada obedeció.
—¿Qué ocurre?
—Joven Neji, esto no es bueno. ¿Tiene un televisor cerca?
—¿Por?
—Sintonice Tv Tokyo.
Neji volteó a ver a su tío y éste no dudo en encender el televisor y hacer lo que el abogado pedía.
—Ellos dijeron que darían un comunicado a mediodía —informó el abogado.
—Me enteré de ello.
—Y como ve, esto está lejos de ser un mero comunicado.
En la pantalla se podía ver una mesa redonda donde tres de los miembros del consejo Hyuuga estaban sentados, acompañados de un conductor de noticias. El banner citaba la destitución del por años cabeza de la empresa y su equipo de confianza. Se presentaba formalmente al nuevo al frente.
—¿Cómo demonios? —los ojos de Hiashi se tintaron de sangre al ver a Tatsumi junto a su hijo ser presentados como los siguientes a cargo, cayendo muy por debajo del mínimo protocolario. Autonombrándose.
Neji dejó el móvil sobre la cama y se apoyó en el buró cercano.
—Prescindieron de mis servicios, pero antes de eso se tuvo que reformar el acta constitutiva. Como sabías, Neji, tras las penalizaciones y la absorción de la multa en China por parte de Hiashi Sama, se perdió la mayoría.
Neji volteó a ver a su tío y él seguía pendiente del televisor, pero sin duda escuchaba todo.
—Y contrario a lo que dicen en televisión, te mantuvieron con tu porcentaje en la empresa. Te nombraron segundo a cargo.
—Qué basura.
Hiashi volteó a verlo.
—Estarás por debajo de Toneri —agregó el abogado.
Nadie dijo nada por un rato, permitiendo que siguieran sonando las voces de la tele, quienes se burlaban de un raquítico ex presidente de empresas Hyuuga. El nuevo grupo al mando aseguró al periodista que lo ocurrido pasaría a la historia como el fin de tiempos malaventurados y conservadores, para dar pie al verdadero progreso.
Con cada palabra Hiashi batallaba para mantenerse en control.
—Verdadero progreso… conservadores. Y una mierda —susurró y Neji exhaló despacio pensando en todo lo que eso significaba.
—Antes de irme —volvió a hablar el abogado—, no me gustaría que te tomaran desprevenido. Quiero que sepas en quién confiar y en quién no. Te enviaré una copia con el nuevo orden, también una relación que llevé a cabo de la votación que autorizó esto. Aún hay gente fiel a ustedes ahí dentro, pero son los menos. Mucha suerte.
—Gracias por todo.
Luego de un «de nada», la llamada terminó. Neji apagó el televisor sin permiso de su tío.
—¿Por qué hiciste eso?
—No se lo haga más. No tiene caso. Ya no.
—¿Por qué demonios? —Hiashi permanecía recostado, apoyado en sus almohadas. Sus ojos rojos estaban mojados y una profunda rabia podía adivinarse tras ellos —. Dejé todo en tus manos y me pagas así. ¡Dijiste que podías!
—Hice lo que pude —lo vio a los ojos—, por semanas enteras. He estado a su lado todo este tiempo. He intentado corregir este asunto en el que no debimos caer.
—Sabes bien mis motivos. No debieron ceder en China, yo no lo habría hecho. Pudieron pagar, mucho, y callar las bocas y conciencias que fueran necesarias.
—¿Y qué pasaría después? ¿Cree que lo hubieran apoyado? Ellos no pondrían un centavo para eso. Véalo, sin necesidad de hacerlo perdió la mayoría. De haberlo hecho…
—¡¿Y qué más daba?! ¡Perdimos igual!… Todo el trabajo. Dime dónde deja parado esto a mis hijas. Ninguna podrá salir a la calle sin que la vergüenza las salude.
—Hiashi sama…
—Vete.
—¿Estará bien?
—Que te largues, Neji. ¡No quiero verte!
Él asintió caminando a la salida, tomó su móvil —Como guste —dijo y salió. Con la puerta cerrada, solo le quedaba una cosa por hacer.
• • •
Horas más tarde Hinata terminó de colocarse el coqueto vestido que Sasuke le había comprado para salir.
—Por mi parte es todo, ¿dudas? —preguntó la ginecóloga cuando una enfermera llegó con el medicamento que continuaría tomando. Sasuke lo tomó.
—Ninguna.
—En teoría puedes realizar tus actividades normalmente, pero no te esfuerces. No uses tacones por seguridad y no camines demasiado, ni cargues peso. Sigue tomando tus medicamentos, sobretodo la progesterona. Cuiden a ese bebé.
—Delo por hecho —Sasuke estrechó la mano de la mujer y salieron cuando les cedió el paso antes de ir por direcciones distintas.
—Iré a ver a mi padre —dijo Hinata y volteó a verlo cuando él no la soltó—. Iré yo sola.
—No esta vez —él le pasó el brazo por los hombros y caminaron a la habitación marcada con el número catorce.
Antes de tocar, una enfermera salió y apagó las luces.
—¿Podemos entrar?
—Me temo que no —respondió la amable muchacha que llevaba una tabla porta notas en las manos—. El señor ha pedido que nadie la moleste, hace relativamente poco acaba de quedarse dormido. No ha tenido un buen día.
—Pero…
—Ella es su hija.
—Lo entiendo, y aunque se lo permitiera, él está dormido —les sonrió en disculpa.
—Es que…
—Entendemos. ¿Puede asomarse siquiera para que esté tranquila?
—Que sea rápido —cedió y se alejó.
La luz del pasillo llegó a los pies de la cama cuando Hinata abrió la puerta. El pelo largo de su padre parecía más canoso que antes y su piel más seca, aun así, dormía tranquilo con sus manos laxas sobre la sabana.
Sasuke le apretó un hombro —Vámonos.
Hinata cerró la puerta y lo siguió —Seguro a Natsu le dará gusto verme de vuelta.
—No sé quién sea Natsu, pero si es alguien en tu casa, su emoción no será hoy. Vamos a mi departamento.
—¿Qué? No, yo debo volver.
—Con tu padre aquí internado no veo el por qué. Si es por tu primo, dudo que le importe.
—Sasuke.
—No viajé malditas ocho horas en tren para ir a dejarte a tu casa.
—¿En tren?
—De haber esperado el avión, aun estaría en el aire.
—Lo siento.
—Yo no. Shion se hará cargo.
—Itachi te despedirá.
Sasuke sonrió mientras bajaban por el elevador.
• • •
—¿Cuántos reporteros crees que nos hayan visto?
Hinata sonrió mientras tomados de la mano subían las escaleras del edificio donde Sasuke vivía —Ninguno. Creo que una vez que dejamos de ser novedad, ya no resultamos interesantes para nadie.
—¿En serio? —él la detuvo y la abrazó—. ¿Y si te equivocas? ¿Por qué no damos otra vez un nuevo espectáculo…? ¿Cómo era? ¿Poco decoroso? —se burló y metió su lengua dentro de la boca de Hinata cuando la besó.
Las manos de ella buscaron su pecho.
—No es gracioso, Sasuke.
—Sí lo es si lo analizas, Hinata —dio un pequeño beso y no se alejó mucho de sus labios—. Te esforzaste mucho por guardar el secreto, y al final, hasta salimos en televisión.
Él se burló al continuar su camino, y ella casi hace lo mismo de no ser porque dicho asunto terminó con su padre en el hospital.
—Es gracioso —dijo él.
—No lo es —él volteó a verla de medio lado—. Bueno, sí, un poco.
Ambos sonreían cuando llegaron al departamento. Gato comenzó a maullar desde que escuchó las llaves encajarse en la cerradura.
—¡Por Dios, lo dejaste solo! —Hinata cargó al felino que se frotó en su rostro.
—Suigetsu pasa a darle de comer y cambiar la arena, ¿qué tiene de malo? Él está acostumbrado.
Hinata vio el despachador de comida servido y agua suficiente —¿Seguro?
Sasuke se acercó a ella.
—Ese cabrón.
Hinata se alejó con Gato en brazos mientras Sasuke limpiaba el arenero que parecía descuidado por días, y maldecía por ello.
—Debiste dejarlo conmigo —ella se acostó en el sofá y dejó al felino en su vientre.
—Se perdería.
Ella sonrió —¿Viste? Si le importas —le susurró al animal.
—Sigue con vida porque es un regalo de mi madre —aclaró provocándole una risa—. Y en dado caso, debiste quedarte aquí —respondió él botando la bolsa y después se dispuso a lavarse y secarse las manos.
Hinata todavía sonreía cuando él llegó a sentarse a su lado. El pelinegro tomó a Gato y lo lanzó al sofá cercano, éste cayó sobre el control del televisor y lo encendió en un canal de deportes. Ninguno le dio importancia.
—Sube aquí —Sasuke señaló sus muslos.
Ella mordió su labio y le sonrió.
—Hinata, si no te subes, me subiré yo encima de ti y eso no es bueno.
La peli azul terminó riendo cuando él le jaló una pierna. Sus muslos se posaron a cada lado de las caderas de Sasuke. Él abrazó su cintura y Hinata buscó verlo a los ojos. Cuando hicieron contacto, la sonrisa desapareció.
—¿Cómo estás?
Ella frunció el ceño y entendió que esa pregunta iba más allá de un simple estado físico.
Demoró unos segundos en responder —Bien. ¿Y tú?
—Me las arreglo.
Cuando él le acarició el rostro, ella volvió a sonreír. Se maravilló al volverlo a sentir cerca y ser consciente de todo eso que se aglomeraba y revolvía en su pecho por él.
—Te extrañé mucho.
Él sonrió ladinamente —¿Del modo interesante?
—Por Dios.
Cuando él le besó el cuello la sonrisa de Hinata desapareció y se tensó controlando un gemido. Las manos rudas de Sasuke fueron a sus senos y las de ella arrugaron su camisa.
—Demonios, Hinata —habló sobre su cuello mientras buscaba abrirse camino directo a sus senos. Su pene se endureció—. Esto será una tortura.
—Por eso te dije que era buena idea quedarme en mi casa —se burló cuando esas manos firmes se encajaron en su cadera y la apretaron contra su erección.
Sasuke se masajeó con Hinata varias veces más. Ella estaba ruborizada pese a saber que nada podía ocurrir. Él volteó abajo, justo a su vientre.
—Ojalá algún día agradezcas esto —le dijo a su hijo.
Hinata se rio una vez y luego lo hizo más cuando Sasuke le reprochó con la mirada.
—No te burles. No es algo que le vaya a decir algún día, pero… él no tiene idea de las ganas que tengo de hacerte el amor.
Hinata lo abrazó sin dejar de reír y él supo que a ella le pasaba algo igual, solo que no iba a decirlo.
—¿Quieres comer algo? —Sasuke se escabulló de en medio de sus piernas por el bien de su hijo y se dirigió al refrigerador. Cuando lo abrió, Suigetsu volvió a ser el dueño de sus maldiciones… el muy cabrón no podía venir seguido a atender al gato, pero sí a desaparecer su comida—. Salir a comer, quiero decir.
. . .
Sasuke no sabía cuánto tiempo tenía Hinata sin dormir bien, luego de regresar de cenar y tomar una ducha, ella se había quedado dormida mientras veían una película. Ahora estaba descansando sobre su cama mientras él la veía apoyado en su ventana, deseando un cigarrillo con fuerza.
«Pediré su mano formalmente.» Mandó un texto luego de decidirlo.
Era media noche, pero recibió respuesta a los minutos.
«¿Te volviste loco? Su padre sigue internado, lo matarás.»
Sasuke se revolvió el cabello.
«Pues lo decidí. Lo haré en cuanto salga.»
«Duérmete, Sasuke.»
—Maldito seas, Itachi.
Sasuke lanzó su móvil al sofá de la esquina y volvió a la cama. Giró a Hinata dejándola boca arriba. Ella balbuceó algo y siguió dormida. La descobijó y se recostó sobre sus muslos; bajó solo un poco las braguitas y acarició el vientre todavía plano. Apoyó suavemente su oreja buscando escuchar algo. Ese niño podía quedar huérfano de padre cuando fuese a visitar a Hiashi, pero lo valía. Inhaló el aroma de Hinata y pegó sus labios bajo su ombligo.
—Crece fuerte… se lo debes a ella que ha aguantado tanto —susurró y le sonrió. Luego se colocó al lado de Hinata y la hizo darle la espalda. Ella siguió durmiendo pegada a su pecho y Sasuke no demoró mucho para también dormir luego de eso.
•
O.O.O.O.O
•
Neji apretó el puente de su nariz y resintió un poco de dolor.
—¿Alguien le ha revisado esos golpes? —le preguntó una enfermera preocupada.
—Sí, ya, no se preocupe —mintió para que lo dejara en paz.
—Bueno, como le dije, su tío no quiere recibir a nadie. No insista.
—Esta no es una oficina, es un hospital… él no puede decidir que sencillamente no quiere ver a nadie.
—Oh, créame que puede.
—Y un demonio —dijo Neji y la hizo a un lado para abrir la puerta.
—¡Oiga, joven! ¿Cómo se atreve? ¡Ya le he dicho que…!
—¿Qué haces aquí?
—He venido a verle.
—Lo siento, señor. Puedo llamar a seguridad si gusta —dijo la joven ganándose una mirada molesta de Neji.
—Déjelo —hizo una seña para que se fuera mientras veía el rostro golpeado de su sobrino—. ¿Quién te dejó así?
—Quiénes querrá decir. Lo único que puedo decirle es que Toneri no luce mucho mejor. Dudo que vuelva a asomar la cara en al menos quince días por la televisión.
Hiashi conservó su semblante endurecido.
—Renuncié a la empresa.
—Lo que faltaba.
—Conserva un treintaicinco por ciento. Puedo conseguirle ciertas alianzas, como escuchó del abogado…
—¡Y qué importa ya!
—¿Y por qué no? Es su trabajo.
—Todo mi esfuerzo ha sido negado al destituirme. Me han reducido a una raquítica tercera parte inservible.
—Con esa tercera parte puede complicarles la vida como lo hicieron con nosotros.
Hiashi vio a Neji con un profundo vacío en sus ojos —¿Y qué ganaríamos con ello? ¿Desde cuándo meternos el pie ha sido honorable?
—No hable de honor con ellos. Nunca fueron respetables. No digo que gane nada, pero… no los deje quedarse con su esfuerzo.
—Ya no vale la pena.
Neji lo desconoció —¿De qué habla? Nunca se ha rendido ni me ha permitido hacerlo, ¿cómo que no vale la pena?
—No es como si firmando lo que ellos querían no te hubieses rendido ya.
—Si lo dice por China sabe que era lo conveniente —Hiashi ladeó su rostro. Ver derrota y frustración en sus ojos molestó a Neji.
—Fracasamos.
—Solo si se rinde.
—Dime algo.
Él jadeó —¿Qué cosa?
—¿Hinata está embarazada? —él volteó a verlo a tiempo para verlo sorprenderse por primera vez—. No te atrevas a mentir.
—Lo está.
Hiashi tembló de coraje y demoró varios segundos en hablar —¿Cómo te atreves a decir entonces que no todo está perdido? ¿Con qué cara sabiendo mis planes? ¡Creí que la amabas!
—Hinata sama es una persona completamente individual. No podíamos…
—¡Cierra la boca y lárgate!
—Esta vez no pienso hacerle caso —Neji cerró la puerta y lo vio—. Ayer lo consideré dado a su condición, pero hoy va a escucharme.
—No voy a escuchar a un vil traidor —Hiashi se incorporó sobre la cama y lo señaló—. ¡Sabías perfectamente el lugar que quería darte! ¡Iba a entregarte a mi hija sin considerarla para que la familia estuviera junta! Corregir el error de tu padre.
Neji se tomó un segundo antes de responder —No me culpe a mí. Lo de Hinata ocurrió sin que ni usted ni yo lo sospecháramos.
—¿En serio?
Neji asintió aun sabiendo que mentía —Y sobre lo otro, yo nunca le pedí nada. ¡Y no! No me tache de malagradecido, porque no lo soy. Le agradezco todo, solo le pido una cosa: no sea un mentiroso.
—Cómo te atreves —Hiashi arrastró despacio, pero con rabia.
—No quiero ofenderlo, me disculpo si eso pareció —dijo viéndolo apenas disminuir su coraje—. Pero toda su vida ha mentido. A mí, a Hinata, a todos.
—¿Qué insinúas?
—Digo —le corrigió—, que ha construido su vida asegurándose que la familia es lo único que importa. Nos ha guiado en ese sendero. Nos ha pretendido inculcar una devoción al famoso clan. Y ahora, difícilmente puede verlos.
—Sabes por qué.
—No es por eso. Usted no los aprecia. Valoró y quiso seguir los pasos de su padre… pero no lo hizo tal cual debía hacerlo al acogerme a mí.
—Por favor —Hiashi volvió a recostarse sin querer verlo.
—Si fuera tan leal a la familia como mucho tiempo se jactó, me hubiese dejado morir junto a mi madre.
—¡Eres el hijo de mi hermano! ¡Qué estupidez!
Neji sonrió —Fue contra ellos por mí. Se contradijo completamente.
—Deberías agradecerlo.
—Y lo hago. Profundamente.
—…
—Es usted la persona que más respeto, pero puedo ver su doble moral —Hiashi casi hierve en rabia, pero Neji siguió hablando—: siempre predicó una cosa, pero se aprende más de los actos que de las palabras. Y déjeme decirle algo: las más grandes lecciones de vida me las ha dejado usted.
Los ojos del mayor temblaron al ablandarse.
—Yo no soy un Hyuuga digno de su familia, sin embargo, usted estuvo dispuesto a amarme… porque la sangre es lo verdaderamente importante.
—Nadie iba a venir a decirme quién es o no parte de mi familia —debatió el mayor.
—Entonces manténgase ecuánime. Hinata va a darle un nieto y, confío en que, si no pudo abandonar a un sobrino, tampoco lo hará con un nieto.
La mandíbula del mayor tembló y sus ojos se mojaron.
—Es momento de bajar los brazos, Hiashi sama. Ha hecho más del o que pudo y llegó tan alto como nadie lo hará. Hizo un gran trabajo. Permítase dar un paso a un lado.
—Hinata embarazada.
Neji sonrió al reconocer la voz rota de su tío —Tampoco me emociona.
—Embarazada de un Uchiha.
Él otro alzó ambas cejas… no tenía mucho qué decir. Luego su semblante se volvió serio… Hiashi no tenía por qué saber toda la historia, no tenía caso, ya no, después de todo él estaría ahí para velar por Hinata.
—Estoy seguro que llegará a ser una gran madre. Después de todo, tiene… una capacidad de amar que me resulta tan extraña.
Hiashi no dijo nada por un rato, aun no terminaba de digerir la derrota que le representaba perder su empresa, como para ahora enfrentarse a esta noticia.
—La sangre… no se puede negar, ¿eh?
Neji sonrió sin ánimo —Sé que no es mi padre, pero hay algo que me gustaría que supiera.
—¿Qué?
—No solo será ese niño. Seré padre también.
Hiashi negó —¿En qué momento ambos…?
—Aunque… espero poder arreglar el desastre que he cometido con ella.
El mayor sonrió apenas y reconoció en los ojos del hombre frente a él, el orgullo que se tiene ante la paternidad.
—Si muestras la mitad de la tenacidad que has mostrado todo este tiempo, lo harás —Neji sonrió sin ánimo—. ¿Y quién es la madre?
—Ah… sí, ya la conocerá… Espero —sonrió un poco más. Prefirió omitir el apellido en consideración a su salud.
La tensión inicial había disminuido considerablemente para cuando Neji salió. De camino a su auto se encontró con la enfermera que intentó impedirle el paso, supo que no estaba más en su gracia y prefirió fingir que no la veía.
Todavía sintiendo que el estómago se le retorcía, le envió un texto a Sasuke dirigido para su prima: su padre estaba mejor, ya sabía todo… y lo mejor era no aparecerse pronto.
• • •
Los días siguientes fueron relativamente menos complicados. Hinata volvió a la universidad al siguiente día de su alta pese a las protestas de Sasuke que también tuvo que volver a Fukuoka luego de tres días.
Ino se había vuelto confidente casi íntima de Hinata; sin Sakura, solo estaban una para la otra. La cafetería estaba llena esa media tarde a principios de octubre y ambas permanecían en una de las mesas cercanas al ventanal.
—No puedo creer que todo eso haya pasado y yo sin saber. Te juro que parece de novela.
—¿Qué alma perversa escribiría tal cosa? Por favor.
Ino rio —Lo siento. ¿Y Sasuke? ¿Volverá pronto?
—Dentro de diez días, quizás antes.
—¿Y tu padre?
—Según el médico, será dado de alta en cinco días, aunque él está necio en volver ya.
—¿Tienes miedo?
Hinata vio a los ojos verdes de Ino al momento de negar y sonreír —Ya no. Después de todo lo ocurrido, ya no.
—Me alegra… y si algún día lo sientes, puedes hablarme, a la hora que sea.
Ino se cambió al asiento de enfrente, a un lado de Hinata y la abrazó.
—Y este niño, ¿han pensado cómo lo llamarán?
—Ah, bueno… no, en realidad, aún ni siquiera sé su sexo.
—¡Ojalá sea niña… tan tierna y adorable! —Hinata rio. La sonrisa espontanea de Ino desapareció—. Porque si fuera un mini Sasuke... Un pequeño Grinch.
Hinata rio aún más —Por Dios.
—¡Bromeo, lo juro!
—Lo sé. Debo irme, tengo clase.
—Saldré también.
•
O.O.O.O.O
•
—¡Oye, oye, oye! No te acerques a la ventana —Hinata corrió tras Gato cuando lo vio correr —. Si te me pierdes Sasuke se molestará conmigo. Vamos a portarnos bien, ¿sí?
—¿Hablando con un gato?
—Neji… —ella lo ocultó.
—Todos aquí saben que lo tiene, salvo su padre que no tolera las mascotas.
—Sí, bueno. No había quien cuidara –decentemente- de él.
—Que no lo vea.
Ella asintió y lo colocó en su cama luego de cerrar la ventana. El gato se tendió a sus anchas en el edredón blando. Neji negó en silencio por la sinvergonzonería mostrada: igual a Sasuke.
—¿Qué harás? —preguntó ella.
—Vine a despedirme.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Sé que Naori está en Francia. Iré por ella.
—Oh, me alegra mucho.
—Todavía no lo haga. No estoy seguro que me acepte de vuelta… No es la primera vez que lo arruino con ella. De cualquier forma, no sé si merezca a ese hijo.
—Un día te dije que un hombre que es capaz de abandonar un hijo no merecía uno. Pues tú no eres de esos hombres. Claro que lo mereces… y ese niño te merece a ti. Eres una gran persona.
Hinata se abrazó a su pecho y él le acarició el pelo experimentando una vieja calidez.
—Le deseo suerte. Si Naori me acepta, espero estar regresando pronto.
Hinata asintió mientras se separaban.
—Cuídate mucho.
—Igualmente —Neji alzó la mano a modo de despedida al abrir la puerta. Gato volteó a verlo—. Y suerte con lo de esta noche —soltó y cerró antes de que el endemoniado gato saltara al pasillo.
—¿Lo de esta noche?
El gato sacó sus garras por debajo de la puerta y Hinata sonrió… ¿Neji sabría algo que ella no respecto a la llegada de Sasuke? La inquietó pensar que sí; aun con eso, había cierta emoción revoloteando en su estómago.
•
O.O.O.O.O
•
Sasuke sonrió al ver a Itachi esperándolo en una de las salidas del aeropuerto.
—Quita esa ridícula sonrisa. Pareces mi mamá.
El mayor le palmeó la espalda —No puedo evitarlo. No todos los días mi hermanito pide la mano de la que será su mujer —se burló y le causó más gracia verlo duchado y, aparentemente, presentable—. Si es tu último día con vida, no puedo perdérmelo.
—Jódete.
—Vamos, hombre —animó a caminar y le tomó su maleta—. Conduce tú, te sabes mejor el camino, el coche está en el estacionamiento.
—Tienes suerte, tú no tienes que pasar por esto con sus padres muertos.
—Eso fue grosero. Pero no es tan genial como crees, algún día tendremos hijos y necesitarán abuelos.
—Y papá es todo menos alguien que algún niño necesite.
Itachi solo volteó a verlo de medio lado, siguió en su teléfono y no dijo nada. Las luces de los postes de la avenida pasaban rápido sobre el parabrisas al ir avanzando en silencio.
—Y entonces, ¿Hinata no sabe nada?
—Preferí que no. No creo que sus nervios pudieran con esto.
—Al final Neji resultó ser una especie de aliado… ¿quién iba a decirlo?
Sasuke no dijo nada, estaba seguro que Neji todavía intentaría cortarle las bolas a la menor provocación. Pero ahora se estaban tolerando bien. Condujo a velocidad constante hasta estar en el sector residencial donde vivía Hinata.
«¿Ese no es…?»
Sasuke se orilló antes de llegar a la puerta.
—¿Qué mierda hace él aquí?
—Es nuestro padre, te guste o no.
—¿Tú le dijiste?
—Sí, ¿quieres hacer esto en serio o no? Decídelo.
—Que te jodan, Itachi. Nunca estuvo, no lo necesito ahora —dijo y salió del coche. Cuando Fugaku se percató que su hijo caminaba a su auto, él también bajó.
Itachi dejó escapar el aliento al verlos desde su coche.
—¿Qué quieres aquí?
—Apuesto que puedes adivinarlo. Entra, te seguiré, nos están esperando.
—¿Nos?
—¿Tienes alguna especie de retraso?
—No te hagas el gracioso. Lárgate. Puedo hacer esto solo.
—Todos por aquí sabemos lo que puedes hacer sin ayuda de nadie —alzó la voz deteniéndolo cuando regresaba—. Pero esto no es un juego.
—No me digas lo obvio.
—Entonces, compórtate. Avergonzarías a tu madre si hicieras esto solo.
—No la metas.
—Entonces, hazlo bien —ordenó el otro y se acercó los pasos que su hijo se había alejado. Lo vio a los ojos—. No vienes a pedir caramelos. Vienes a hacer una petición formal. Y aquí entro yo.
—Por favor.
—¿Quieren terminar de entrar? —Itachi se acercó—. Y si se van a golpear, traten de no ensuciar sus ropas, me avergonzaría que no estuvieran presentables.
—Cierra la boca, Itachi.
—Escucha, Sasuke, eres el único que cree que alguien como Hiashi Hyuuga puede tomarte en serio. Será una ofensa que te presentes solo a pedir —hizo una pausa— o a exigir, la mano de su hija, ve tú a saber —Sasuke se molestó por la ironía—. No voy a permitir que ofrezcas a Hinata algo menos de lo que merece. Si estás decidido a hacer esto, lo haremos bien; ese hombre ya está humillado por lo que le ha ocurrido, no permitiré que lo arruines más.
Sasuke volteó a ver a Itachi y éste se encogió de hombros y sonrió.
—Sé que no estás orgulloso ni mucho menos de mí —volvió a hablar Fugaku—, pero aceptarás que haga mi parte. Tú harás lo difícil al no arruinarlo de aquí en adelante y hacerla feliz.
Sasuke maldijo por lo bajo.
—¡Ah! —Fugaku detuvo sus pasos cuando regresaba a su coche. Le lanzó unas llaves que Sasuke recibió en sus manos—. Son las llaves de la casa. Ahora eres el dueño.
—No la quiero.
—No la uses entonces. Pero tu madre siempre dijo que esa casa le pertenecería al primero de sus hijos en hacerla abuela… así que, no tengo más que decir.
—¿En serio? —dijo Itachi—. ¡Diablos!
Sasuke lo vio fastidiado.
—Bromeo, hombre.
—Terminen de entrar —ordenó Fugaku y a los otros dos no les quedó más que obedecer—. Y Sasuke, debiste usar saco.
El menor de sus hijos rodó los ojos y vio disimuladamente si su chaqueta de piel tenía algo de mal.
• • •
Hinata, que ya estaba extrañada al ver a su padre formalmente vestido bajar a su despacho, -luego de que le ordenara arreglarse- lo hizo todavía más cuando le fue anunciada la llegada de Sasuke y su familia.
Bajó con cierta prisa las escaleras a tiempo para ver a los tres varones altamente parecidos de pie en el recibidor. El semblante de los dos menores se suavizó al verla, pero los ojos de Hinata estaban puestos en Sasuke.
—¿Qué es esto? —susurró y saludó con un movimiento informal de cabeza a Fugaku.
—El señor Hiashi lo espera —el mayordomo apareció indicándole a Fugaku que lo siguiera.
—Espera… ¿qué?
—Formalidades, Sasuke —habló su padre dejándole una mirada menos severa. Se ajustó el saco mientras se iba.
—¿Sasuke?
—Quería…
—Pedir tu mano, Hinata —Itachi se adelantó a hablar—. De hecho, mi padre eso hará. No te has arrepentido, ¿verdad?
Ella sonrió nerviosa. Negó —Pero…
—Pueden esperar en la sala, señorita, Natsu vendrá con bocadillos.
—Oh, por Dios. ¿En serio? —Hinata perdió el aliento al ver que todos sabían—. Era por eso que Neji dijo…
Itachi rascó su cuello y entró disimuladamente a la sala cuando vio que Sasuke besó a Hinata en los labios. Cuando la intensidad del beso se volvió inapropiada, tuvo que carraspear.
—Enorme casa, por cierto —ambos voltearon a verlo.
—Sí, verdad.
—¿No te gustaría mejor vivir aquí, Sasuke? Yo podría quedarme con la otra casa.
Por la cara que puso Sasuke, Itachi pudo jurar que deseó hacerle cualquier seña obscena. El mayor se rio rompiendo un poco la tensión cuando Hinata lo imitó sin terminar de entenderlos.
• • •
Cuando el mayordomo cerró la puerta tras Fugaku, luego de anunciarlo, éste observó a Hiashi de pie tras el enorme ventanal con vista a un jardín perfectamente iluminado. Todo el despacho hablaba de ostentosidad trabajada por generaciones enteras, lo dedujo por la mansión ridículamente grande.
—Quién iba a decirlo. A pesar de los giros que ha dado la vida, la última persona con la que esperé reunirme eras tú, Fugaku.
—Sí, bueno, me pasó algo similar cuando me vi en medio de esto —confesó al acercarse. Hiashi volteó a verlo—. ¿Puedo?
—Por favor —pidió indicándole tomar asiento. Se encaminó al escritorio. La última vez que estuvo ahí casi muere por la rabia acumulada, y ahora… exhaló pesadamente.
Claramente ambos pertenecían a la misma generación, pero los años parecían cobrarle facturas más pesadas al anfitrión.
—Espero no ser inoportuno.
—Dudo que haya momento oportuno para esto. Tantos años luchando contra tu compañía para que vengan estos mocosos a emparentarnos.
El otro sonrió.
—¿Confías en tu hijo? —esa pregunta tomó por sorpresa a Fugaku. Su semblante cambió al asentir.
—Sí. Sé que ha cometido errores, pero sé que está listo para no fallar más.
Hiashi asintió —Eso espero, porque Hinata nunca había ido contra mis órdenes hasta que él apareció.
—Lo entiendo. Por eso vengo en mi papel de padre y jefe de familia para pedirla para mi hijo menor. Veré por ellos personalmente.
—Seremos abuelos, ¿hace esto falta?
—Para un par de tradicionalistas, sería una ofensa que no— dijo el Uchiha poniéndose de pie. El otro aceptó con cansancio—. Siento que Sasuke… que ambos…
—Debemos cubrir ese pequeño detalle.
—Pensé lo mismo. Una ceremonia pequeña. Quizás por lo civil por lo pronto. No es como si a alguien le tomara por sorpresa.
Hiashi volteó a verlo —Hasta hace relativamente poco, me tomaba a mí. ¿Desde cuándo lo sabes?
—Un año.
El otro negó —¿Cómo lo permitiste?
Fugaku sonrió —Me halaga que creas que iban escucharme.
Hiashi fijó su cansada mirada en el retrato sobre su escritorio, al lado derecho. Una foto de él con sus tres hijos.
—Supongo que no hay más qué decir. Que se encarguen de todo, lo correcto sería que nos encargáramos de los gastos.
Fugaku se acercó —¿Puedo?
El otro indicó con la mano que lo hiciera. Fugaku tomó el retrato.
—Lo tenías todo planeado, ¿no? Debió ser duro.
El varón Hyuuga no dijo nada y mientras lo veía pensó si disfrutaba poner el dedo en la llaga.
—Pues ya sabes lo que dicen: si quieres hacer reír a Dios…
Fugaku sonrió al dejar el retrato en su lugar.
—Te ofrezco un trato —soltó haciéndose de la atención del viejo Hyuuga—. Toma mi empresa.
—¿Qué absurdo dices?
—Ningún absurdo —dijo y volvió al frente del escritorio—. Míralo como… una dote a la inversa. Como compensación a la ofensa de no haber esperado al matrimonio.
Hiashi sonrió por primera vez —No.
—Tú como yo, has trabajado toda la vida para tus hijos. Sé lo que les pasó y sé por qué les pasó. Toma mi empresa o buena parte de ella; mi hijo mayor aún conserva un porcentaje accionario luego de venderme una parte para forjar su propia compañía. Sasuke y yo somos los dueños de la otra parte… pero a él no le interesa. Me lo ha gritado hasta el cansancio. Y la verdad, tampoco quiero ponérsela fácil.
—¿Y qué sugieres?
—Llegar hasta donde deseamos, por supuesto. Fusionemos las empresas.
—Lo que queda de la mía, querrás decir.
—Todos sabemos que tu porcentaje en Empresas Hyuuga sigue siendo nada despreciable. Declárate financieramente independiente y unámonos. Puedes estar al frente tú o tu sobrino. No quiero a Sasuke enfrente, necesito que se forje camino ahí o donde le plazca, pero mi trabajo tiene que ser de él y de su hijo después de él.
—Mi nombre está enlodado, sería una carga.
—Entonces hazte a un lado y permítele a Neji demostrar por qué le llaman genio. ¿No te gustaría ver caer a quienes te derrumbaron?
—Propones que vaya contra lo que ayudé a crecer.
—¿Por qué no?
Hiashi negó.
—Nunca es tarde para comenzar a vivir la vida que queremos —añadió Fugaku—. Envejecemos y es hora de dejar el camino a la siguiente generación. Voy a retirarme y si no aceptas, conformaré un consejo que se encargue de la empresa hasta que Sasuke lo merezca. Aunque francamente, estaría más tranquilo si aceptaras. Deberías seguir mi ejemplo.
—No obligaré a Neji a nada. Él está siguiendo su propio camino.
—Sugiéreselo. Es inteligente y sabrá que le conviene… no sería un empleado, sería un socio. Piénsenlo.
—Lo haré.
—Entonces, ¿que pasen para hacerlo formal?
Hiashi asintió.
—¿Los hacemos sufrir?
—¿Por qué no?
•
O.O.O.O.O
•
Semanas después.
Hinata bajó del auto de Sasuke y observó con atención el lugar que ya antes había visitado. Sasuke salió tras ella y rodeó el auto para abrazarla desde la espalda.
—Todavía puedes cambiar de opinión —susurró y le besó el cuello.
Hinata sonrió y le acarició la mano con la que le acariciaba el abdomen.
—Me encantará vivir donde creciste, ya te lo dije.
Sasuke se evitó el comentario de los malos recuerdos. Decidió que podía lidiar con ellos desde que consideró esa casa como posible hogar para ambos.
—Entonces vayamos adentro —le tomó la mano para caminar a la puerta. Entró rodeándole los hombros —. Le hice algunos cambios.
—¿En serio?
—Justo en la mañana me la entregaron —informó. Desde que su padre dejó la casa, el mismo día que pidieron la mano de Hinata, había quedado a su disposición y no demoro mucho en planteársela como una opción. Cuando ella dijo que sí, comenzó a realizar los cambios.
Las paredes seguían impecables y los cuadros en las paredes parecían ser los mismos. Él la guio al patio trasero.
—Los cambios no son tan decorativos, son más estructurales.
—Oh.
—Mira, para empezar, todas las puertas tienen seguro contra niños.
Hinata rio —No queremos que nadie se casi ahogue en la alberca como Itachi.
—¿Le ocurrió a Itachi?
Sasuke asintió. En realidad, había sido él, pero le apenaba reconocerlo.
Salieron al patio, el sol del atardecer golpeó sus ojos al estar ocultándose tras el monte Fuji a lo lejos.
—Sasuke… —ella no pudo evitar sonreír. Casi a un costado de la enorme piscina, había un chapoteadero y podía apreciar distintos chorros de agua sin encender —. Es muy bonito.
—Vayamos arriba —le dijo y se saltó mostrarle la adecuación que le había hecho al despacho para que pudiera estudiar y vigilar a su hija si así le apetecía, acomodando un área de juego. Algo excesivo, según Itachi, pero a él no le importó.
—¿Dónde dormiremos? ¿En tu habitación? Por favor dime que será en tu habitación.
—Si así prefieres, podemos intentar dormir ahí.
Ella jadeó avergonzada y él la llevó a la que había sido la habitación de Mikoto, la principal de esa casa. Había cambiado los muebles y cambiado el color.
—Había pensado que podíamos dormir aquí, es la mejor en cuanto a vista. Además —caminó con ella—, agregué una puerta. Nuestro hijo puede dormir ahí en cuanto lo creas conveniente.
Hinata asintió emocionada. Abrió la puerta y se encontró con una alcoba casi vacía salvo una cuna y una mecedora con taburete sobre una alfombra blanca.
—Podemos ir cuando quieras a comprar lo que falta.
—Sí —respondió y volteó a ver al tiempo que el sol terminaba de ocultarse y las luces se encendían en automático. El reflejo del agua golpeó sus paredes.
—Luce hermoso.
—Seguro —Sasuke la atrajo cuando Hinata quiso ir a ver. Sonrió cuando estuvo sobre ella en la cama—. Esta es mi vieja cama, espero que no te moleste.
Ella sonrió entre sus besos provocadores.
—Será interesante imaginar al Sasuke adolescente… ese está más en mi rango de edad.
Él le mordió el cuello celoso mientras se empujaba en su contra.
—No conocía ese lado perverso tuyo —ella rio—. Aun así, tienes prohibido imaginar a cualquiera que no sea yo.
—Bueno, en teoría…
—Este yo —aclaró embistiendo en su contra, completamente duro.
Hinata apenas pudo sonreír cuando Sasuke le besó los labios apretándola contra el colchón. Las manos masculinas volvieron a buscar desnudar sus senos y ambos ardieron de adentro hacia afuera.
—Deberíamos esperar.
—¿Por qué? Mañana serás mi esposa.
—Justo por eso.
Él la vio a los ojos jadeante —¿Me vas a decir que la Hinata que se atreve a imaginar que lo hace con mi yo adolescente respetará la abstinencia?
—Mientes. No dije que lo haría con tu yo adolescente.
—¿Segura? Yo más bien creo que aun tienes facetas que no termino de descubrir —volvió a besarle el cuello.
Ella le rodeó la espalda y le hizo espacio —Eso espero… no quiero que te arrepientas después.
—¿De qué hablas?
Ella se puso seria —Tienes veinticinco años, conocerás mucha gente… ¿quién dice que, luego de varios años, no pienses de otra manera?
—¿Piensas eso? —preguntó él con verdadera curiosidad.
—Les ha pasado a otros. Somos jóvenes y con un hijo por venir… tal vez no sea tan emocionante para ti como hasta ahora.
—Joder, Hinata. Estás demente —se rio con ganas.
—¡Oye!
Cuando él volvió a verla, su semblante cambió —Solo hay una cosa de la que me voy a arrepentir el resto de mi vida. Y esa es, no haberte descubierto a tiempo. Nunca me perdonaré no conquistarte como merecías. Lidiaré con las consecuencias de eso para siempre.
Ella le acarició el rostro —Creo que exageras.
—¿Te has puesto a pensar que tendremos que mentirle a nuestro hijo cuando nos pregunte cómo nos enamoramos? ¿Cuándo te besé por primera vez?
—Un beso robado —respondió y le sonrió.
—¿Y cómo ocultarás la tristeza cuando recuerdes qué ocurrió exactamente después?
—No lo sé, Sasuke, tendremos que inventar algo.
—Justo ese es el punto. Te convertí en alguien que tiene que mentir el resto de su vida. No voy a perdonarme por eso.
Hinata lo acarició su pelo cuando él volvió a besarle el cuello —Entonces, lidiaremos con ello juntos. Toda la vida.
Ella lo hizo verla.
—Pero tienes que jurar que estarás para toda la vida.
—¿A dónde más iría?
Hinata extendió su sonrisa —Bien. Y, entonces… ¿cierro mis ojos, Sasuke adolescente?
Él le azotó una nalga —Sin bromas, Hinata.
—Qué aburrido —dijo y abrió su boca para recibir los besos y lengua de Sasuke. Cuando lo sintió entrar en su cuerpo todo fue la maravillosa electricidad que calentaba hasta su corazón. Sasuke tenía razón… lidiarían con ello siempre. Pero ahí, y como cada vez que lo veía a los ojos, volvía a comprobar que lo importante era que había dejado de doler. Era momento de trabajar, rearmar lo que quedara de escombro y construir.
Con él.
Por ambos.
Para el hijo que venía.
—Te amo.
—Y yo a ti, Sasuke.
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Fin.
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¡Hola!
Cielos, no saben lo gratificante que ha sido cerrar finalmente esta historia que tanto trabajo me costó. Como les dije arriba, ha sido un capítulo gigantesco, casi doble, así que me limitaré simplemente a dar las gracias por haberme acompañado hasta aquí. A todas, a las que leyeron en silencio, a las mismas de siempre que dejaban su valiosa opinión, y a quienes solo venían a recordarme que ya me estaba tardando xD
Las quiero, chicas c: ¡Y chicos! Porque también hay.
Espero que esto les haya gustado, con franqueza, no es el final que pensé hace casi cinco años cuando inicié a escribirlo, pero me gustó.
Esperen un epílogo en las siguientes semanas, solo para complementar.
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Con mucho cariño, Angeel O.