Bang, bang for: I will never start to (love you)

Estación I (Existencia)

El día que Percy ingresó en la universidad, todo cambió en su vida. Desde su apariencia hasta el medio de transporte en el que viaja.

Sus padres, Sally y Paul Blofis, tenían un carro, desde luego, pero por desgracia la universidad de Percy queda muy alejada de su casa y Paul tenía un trabajo al cual ir. El carro no era una opción viable, en alguna ocasión Paul le ofreció a Percy el carro, pero era imposible que aceptará, de ninguna manera iba a dejar que Paul se fuera al trabajo en un transporte, y mucho menos caminando, no se lo merece.

Él ha dado todo para él y su madre, además de que es un adulto propenso a muchas enfermedades y esa clase de cosas. Por lo que decidió tomar el metro como su única opción, ya que un autobús común tardaría incluso más en llegar.

Simplemente tenía que esperar en una estación a cierta hora y entonces subiría, tan simple como eso.

El primer día se sentía todo tan torpe. En primer lugar: Sentarse en una de las bancas que estaban en la oscura estación del metro subterráneo, con uno que otro farol iluminando la penumbra; como si las compañías de luz se molestaran en tratar de acarrear más luz a un lugar que ya de por sí era poco transitado.

Percy se imaginaba otra cosa. Como por ejemplo: mucha gente esperando en aquella estación.

Estaba claro que era una idea incorrecta porque el máximo de personas que iba a su estación llegaban al número cinco.

A menudo veía a una chica de cabello oscuro con lentes y que curiosamente llevaba una boina con ella casi todos los días. En otras ocasiones a un muchacho más alto que él de cabello oscuro y ojos grises. Esos eran algunos ejemplos.

En segundo lugar no era agradable cuando el silencio se expandía por todo el lugar y ni siquiera sus audífonos podía utilizar. Hace unas semanas que sin querer se le cayeron en agua y ahora paga las consecuencias de sus descuidos.

Percy nunca fue una persona a la que le agradará el silencio o la calma, realmente era inquieto y le gustaba el ruido.

Ocurre que al sexto día fue cuando realmente algo importante pasó.

No importante ahora. Importante a la larga.

Percy se levantó como de costumbre, la alarma sonaba y sonaba y Percy respiró hondo y se levantó presumiendo al sol que una vez más se había despertado con una sonrisa brillante, hoy y hace cuatro años que el sol y la mañana no le han ganado a Percy. Siempre luce aquella sonrisa sin importar lo cansado o enfadado que se despierte en la mañana. Hoy ganó de nuevo. El sol pareció entender y los rayos que entraron por su ventana calentaron su cuerpo y habitación; «Es agradable» Percy pensaba.

Se vistió rápido y bajó las escaleras como si se tratara de una carrera con algún sujeto que odia.

Su madre, Sally, ya había servido el desayuno y Paul estaba sentado leyendo el periódico matutino.

Percy se sentó y comenzó a comer. Paul le miró de reojo y sonrío.

— ¿Qué? — Le cuestionó Percy temiendo que tenga algo en la cara o un grano del tamaño del universo.

— No sé cómo le haces para estar animado desde que despiertas — Paul suspiró pesadamente mientras sorbía un gran trago de café.

Percy instintivamente contestó.

— No es nada difícil en realidad, Paul. Es cuestión de pensar "Hoy no es ayer"— Levantó su dedo índice, como si fuera algo totalmente sabio. Paul contuvo una carcajada.

Percy jamás pudo acostumbrarse a llamar a Paul padre, Sally solía regañarlo por eso, pero Paul siempre dijo que estaba bien, siempre y cuando le siguiera considerando parte de su familia.

— Es una lógica... ¿buena?— Percy sólo se rió ante eso y siguió con su comida.

Las mañanas con su familia eran tan tranquilas y apacibles que casi se le antojaba quedarse charlando con ellos, en vez de ir a la universidad, la cual era caótica debido a su dislexia.

Llegó a la estación tres justo al momento en que el metro arribó.

Sin pensarlo dos veces se metió y las puertas después de unos segundos se cerraron automáticamente. En el interior no había más que un solo pasajero, uno que estaba leyendo y parecía sumamente concentrado en lo que estaba haciendo.

Era una persona que jamás había visto en los cinco días de antes y no es raro que piense así, porque la mayoría de la gente que se subía en aquella estación era fácil de recordar y las veía casi a diario de todos modos. Este muchacho fue otra historia desde que Percy lo miró con misterio.

El libro era grueso y no parecía que fuera algo que alguien normalmente leyera.

La piel oliva, los ojos marrones intensos y el cabello negro, brillante y rizado. Su vestimenta era exageradamente negra, incluso de sus pantalones vaqueros colgaban dos delgadas cadenas plateadas. Se veía del tipo de persona que iba despreocupadamente por la vida, aunque podrías decirse lo mismo de él; ya sus amigos habían mencionado antes que si lo tuvieran que juzgar sin conocerlo lo catalogarían como una persona relajada y que llevaba la vida a la ligera.

Percy jugó por unos segundos con la idea de sentarse al lado del muchacho pero declinó cuando pensó que sería estúpidamente notorio que le causaba interés, ya que todo el tren iba vacío. No es como si fuera a pensar: "Oh, qué bien un extraño se sentó junto a mí cuando hay más de veinte lugares vacíos, es genial." Así que se sentó un lugar adelante de él.

Percy no podía creer lo muy gay que se estaba comportando, bien, él era gay, pero no al nivel colegiala enamorada.

Por supuesto aceptar que era homosexual no fue nada fácil. Él tenía una novia, más específicamente Annabeth Chase, una muchacha inteligente y cariñosa.

Ellos era amigos desde que tenían doce años y a los quince se convirtieron en novios, su relación era como cualquier otra. Se prolongó durante unos años, hasta que un hombre llamado Luke llegó a la vida de ambos, no era una sorpresa que Annabeth de inmediato se sintió atraída hacia él, pero lo que sí era una sorpresa fue que Percy también lo estaba.

El principio era toda una insufrible negación y esas cosas de mierda, estaba claro que no podía decirle a su novia que estaba flechado por Luke, y menos porque sabía que Annabeth también lo estaba. En ese momento su relación cambió de sentido en dirección a la farsa.

No era más que eso.

Ser novio de Annabeth y estar enamorado del mismo tipo del que estaba enamorada tu novia, debía ser la cosa más complicada del universo.

Cuando la situación se tornó insoportable el mismo Percy decidió terminar con ello, que fue la mejor idea que había tenido en dos meses de mentiras. Su ruptura fue limpia, nada de llantos y disculpas, era la mejor ruptura que podían haber pedido. Los dos se quedaron como mejores amigos y continuaron sus vidas, aunque ninguno obtuvo algo precisamente con Luke.

Percy aprendió a vivir con su orientación sexual y estaba feliz con ello. No es como si fuera el primer homosexual o el último.

De vez en cuando le trajo problemas. Como que los muchachos que le gustaban eran completamente heterosexuales.

Percy no tuvo una relación en mucho tiempo hasta que conoció a Octavio, y sin lugar a dudas fue el peor noviazgo que había tenido. Por lo que su relación no se extendió más allá de los dos meses y medio. Octavian era atractivo pero era un cretino y una persona demasiado ególatra.

Después de que terminaron nunca volvió a saber de él y era mejor así, de hecho no soportaba el nombre siquiera.

El metro abrió sus puertas en otra estación y nadie entró, Percy empezó a considerar seriamente si se trataba de un sueño a algo.

En el momento en el que las puertas se cerraron una voz un poco grave inundó los oídos de Percy con una canción que desconocía.

Percy giró la cabeza para encontrarse con que el muchacho de negro estaba cantando, se podía oír ligeramente el sonido de la música desde sus auriculares. El otro niño parecía absorto en lo que hacía, al parecer le encantaba la canción.

Él se preguntó si no le dolían los oídos por lo fuerte que estaba la música.

Percy se descubrió con el inconveniente de no poder apartar la mirada del muchacho. Entonces el otro levantó la vista de su libro para chocar miradas con los ojos verdes espumoso de Percy. Percy se quedó estático mientras el otro le dio una sonrisa socarrona y volvió a concentrarse en su libro.

Oh, dios, Percy quería morir. La sonrisa de ese sujeto era sublime. Le encantaría poder repetir aquel instante, pero él no era Cronos para hacer que eso sucediera.

El corazón le zumbaba en las orejas. Se tuvo que colocar la mano en el pecho para evitar que se saliera de su lugar. Se la pasó todo el camino mirando embobado a la ventana.

No cabía en su cabeza el hecho de que una persona a la cual nunca había visto en su jodida vida le hiciera tan feliz, o lo hiciera sentir borracho.

Su encanto le duró poco porque a la décimo tercera estación el otro se bajó. Su suerte era tan mala porque él se bajaba sólo dos estaciones después de él.

Suspiró con decepción mirando el asiento vacío que había dejado el otro. Por alguna extraña razón el lugar era más desolado, pese a que había como cinco pasajeros ahora.

Al día siguiente el muchacho de negro estaba de regreso, en el mismo lugar de antes, esta vez había más pasajeros en el metro, pero nadie sentado cerca del chico, como si irradiara un aura maligna que hacía que nadie se le acercara. Percy pensó que era muy estúpido así que se sentó junto al otro quien pareció haberse sorprendido. El muchacho lo miró fijamente por unos instantes antes de volver su mirada a su regazo y jugar con sus dedos en silencio. Esa vez no traía un libro consigo por lo que se limitó a no mirar a Percy.

La música seguía escuchándose alta y Percy pudo distinguir la banda. Gorillaz. Era una de las bandas favoritas de Percy ¿cómo no poder reconocerla?

Estaba contento, si por lo menos no podía escuchar su música porque sus audífonos no servían, era mejor escucharla de los auriculares del muchacho que le gusta. Su cabeza se balanceaba de un lado al otro en el agrado de Feel good Inc., una de sus canciones favoritas también.

Como tenía cerrados los ojos no vio la sonrisa formada en el rostro del muchacho al parecer menor, es decir, sí, era guapo pero su estatura no era la promedio de una chico de universidad, a lo que Percy dedujo que debía ser un preparatoriano y eso no lo hizo sentir mejor con su enamoramiento. Él ya era un adulto de veinte años y el muchacho parecía tener a penas los dieciséis.

Cuando la canción iba a terminar el muchacho le cambió a otra que nuevamente Percy no podía reconocer.

Abrió los ojos de golpe, molesto y miró al muchacho a la cara encontrándose con una sonrisa pícara. Lo había hecho a propósito, era la única explicación que Percy encontraba. Una risita confirmó sus sospechas pero él no se inmutó y siguió meneando la cabeza con aprecio como para fastidiar al otro muchacho, quién de nuevo cambió de canción y el juego continúo así hasta que el menor parecía derrotado y cedió a poner de nuevo Feel good Inc. Percy sonrío para sus adentros.

La canción estaba nuevamente por terminar cuando el muchacho se levantó y salió por la puerta del metro en la décimo tercera estación. Percy gruñó porque alcanzó a ver un guiño burlón por parte del otro.

Nunca en su vida le había encantado tanto que lo fastidiaran, es más, siempre había visto a la gente burlona como desagradable, pero para su fortuna eso no era nada desagradable, era por el contrario, fue divertido y toda la cosa. No podía quejarse de ello y decir que era aburrido porque sencillamente no lo era. Sentarse al lado del muchacho fue la mejor idea del día.

Era la primera vez que no prestaba atención a sus clases de biología, en vez de ello estaba pensando en el niño menor, en el ruido de su risita. Fue la primera vez que fue sordo a los problemas de sus amigos.

Grover entendió a la perfección que Percy estaba enamorado. Pidió a sus amigos no molestarlo y dejarlo pensando en quién quiera que sea la persona a la que Percy le guarda tanto cariño.

La universidad se sentía más ligera.

— Hombre, debes estar muy mal— Le dijo Grover en un descanso.

—Es la primera vez que me pasa— Contestó con el ceño fruncido. Grover lo miró expectante.

—No sé como describirlo— Percy arrastró una mano hasta su nuca. — Simplemente me gusta y no sé la razón ¿es eso normal? no creo que sea normal, porque ni siquiera sé su nombre, o qué edad tiene o qué le gusta, de acuerdo, sé que tiene una extraña fascinación por el negro y que le gusta Gorillaz y le gusta burlarse de mí, pero aparte de eso no sé más, oh claro, también sé que se baja en la estación trece. Eso es todo. Lo peor es que no tengo idea de cuál es su orientación sexual. No me importaría perder el tiempo intentándolo con él pero…— Percy se desinfló como un globo y Grover entendió su frustración. Le dio unas palmaditas reconfortantes en la espalda y le sonrío.

Su almuerzo fue olvidado en las mesas.

—Tranquilo, hombre. Sólo trata de ser su amigo. — Percy lo miro irritado. Como si el hablarle se tratara de dibujar una raya.

"Sólo trata de ser su amigo"

Esa frase resonaba todo el tiempo en su cabeza de camino a la estación tres. Se subió para nuevamente encontrar al muchacho sentado en su esquina habitual, de nuevo nadie se sentaba a su alrededor. Percy suspiró de felicidad y tomó asiento a su lado. No hubo música sonando en los auriculares del niño, pero sí un nuevo libro y más grande que el anterior. Eso era nuevo.

La única persona que conocía que le gustaba tanto leer y devorar los libros era a Annabeth y ni siquiera ella terminaba un libro tan rápido como aquel hombre lo hizo.

Era extraño "conocer" a alguien así y más a un niño de su edad, que tenga tal afición por los libros como parecía tenerla. Por un momento pasó por su cabeza el hilo de pensamiento de querer tratar de conversar sobre libros y autores, pero después no pareció tan buen idea cuando cayó en el defecto de su poco conocimiento sobre eso.

Percy bostezó como tratando de llamar la atención del muchacho, fue un intento vano.

Su cabeza quería explotar, nada, nada se le podía ocurrir para hablarle, él, la persona más sociable de la universidad, no puede pronunciar palabra frente a este sujeto. Por primera vez el habla se le había congelado, como si tuviera una incapacidad o algo.

Apretó los puños al sentirse plenamente inútil. Extrañaba su música en momentos como estos.

Sus pies comenzaron a hacer 'tap' en el piso del metro, después de un rato los 'tap' se convirtieron en una rítmica melodía, que hacía premisa con la canción de 505 de Artic Monkeys, una canción que de una u otra forma lo deprimía hasta los huesos. No es que fuera masoquista ni nada, pero le gustaba aunque la canción le trajera vividos recuerdos de una infancia muerta, pues solía ponerla mucho cuando tenía como once.

El solo recordar la cara asquerosa de Smelly Gabe le provocaba nauseas.

La forma en la que una vez sacó sangre a su madre de la boca y buscaba más, le hizo hervir la sangre de furia. Deseó poder encontrarlo de nuevo y partirle la cara, o poder haber hecho algo útil para su madre, sin embargo, no era ese un peso que tenían que sostener sus manos, no al menos en ese tiempo, cuando era un pequeño debilucho y sin músculo alguno. Pero, no, sin duda la policía era la que tenía que tomar cartas en el asunto y no permitirle a Percy la dicha de estrujar un poco su sonrisa de triunfador, porque ambos sabían que para Ugliano era peor ser golpeado por Percy que caer en la cárcel. Era según él: Lo más humillante a lo que se le podía condenar; ya que odia a Percy y sabe lo mucho que Percy maldijo el momento en que se lo llevaron en una patrulla y éste no pudo siquiera sorrajare la cachetada bien merecida que se tenía por los años de tortura.

Gabe había ganado, Percy sabe y sin embargo no espetó al hecho de que era mejor así.

Fue por la vida siendo petulante hasta con sus maestros por miedo a toparse a alguien que le viera como ingenuo y fácil de aplastar, era lo último que buscaba a partir de su padrastro de mierda, que una vez borracho trató de abusar de él sexualmente y por gracia divina su madre entró a la casa, así que Smelly les dio una gran bofetada a ambos y se fue enojado a su cuarto.

El tema fue abandonado.

El auto encubrimiento prosiguió algún tiempo más hasta que entendió que no iba a dejar de ser él solamente por una persona cutre que ocupó un periodo en su vida, para eso no era la experiencia y era ciertamente más inteligente que eso. Las quejas de los maestros e incluso de algunos alumnos se desvanecieron por el aire.

Percy podía sentir como su cabeza hacía conjeturas de lo que debía estar sufriendo ese cerdo ahora mismo, su cara se sentía caliente como muestra de su odio.

En eso sintió un ligero peso en el hombro. Agachó la cabeza y por ende la mirada para encontrarse con el adorable muchacho durmiendo pacíficamente en su hombro.

El libro olvidado en el regazo contiguo.

Como el niño tenía ojeras (nada nuevo) Percy adivinó que había tenido una mala noche de sueño, se mantuvo mirando culpable al muchacho.

«Maldición, me quedé pensado en ese gusano de Gabe, y me olvidé completamente de él» No entendía el por qué de su culpabilidad ya que no era absolutamente nada del niño pero aún así se sentía mal, tal vez era porque en lugar de intentar hablar con él, su atención se centró en un ser despreciable.

Tenía la tentación de pedir disculpas. No lo hizo.

El que el muchacho estuviera durmiendo en su hombro le había bajado el enojo por los suelos. Lo tranquilizó como nadie nunca lo había hecho con solo recargarse en él. Se podría pensar que no era sano que un desconocido tuviera tal grado de influencia sobre él, pero le hizo sentir por una vez que aquello tenía futuro.

No tenía intención de irrumpir en el momento de descanso del chico pero estaban en la novena estación y estaba consciente de que la siguiente era la parada del otro. Suspiró y se relajo en el toque. Después de unos minutos volvió a suspirar pero ahora con desgano.

Cerró sus ojos y simuló estar dormido. Con cuidado deslizó su mano en el regazo del niño y toco con la yema de sus dedos el lomo de cuero del libro y lo tiró con estruendo, la mano volvió inmediatamente a su lugar después de eso. El otro dio un ligero saltó que casi hizo que Percy abriera los ojos para ver su expresión, pero se contuvo.

Sintió como con sutileza y al parecer cuidado de no "despertarlo" el muchacho de negro retiró su cabeza del hombro y con incierto cuidado de hacer el menor ruido posible reajustó su mochila de un tirante y se levanto sin brusquedad, como lo había hecho en el pasado.

El tren paró en lo que era la décimo tercera estación y Percy abrió los ojos cuando supuso que el otro se había bajado, pero sus cálculos no fueron los más fiables; De pie en la salida el otro lo miraba con una ceja enarcada, en unos segundos la expresión de «¿Qué demonios?» se cambió por una de vergüenza. Las mejillas se le enrojecieron. El niño agarró la capucha de su chamarra y se la puso tan abajo que nada más se le veían los labios y parte de los pómulos.

Cuando la luz roja que indicaba que quedaban diez segundos para bajar empezó a titilar el muchacho no perdió tiempo y salió del metro caminado presurosamente.

Percy se hundió más en su asiento y sonrío para sus adentros. «Estúpidas hormonas» pensó mientras se puso a hacer 'tap' en el suelo en la formación de otra canción.

Fue como una rutina el enseñar indirectamente nuevas canciones.

Casi todos los días el otro fingía ignorar la existencia de Percy y cada vez entendía más que tal vez sea cosa buena que "trate de ignorarlo".

Un día en particular Percy estaba decidido a usar su día para aprender sobre el muchacho que tanta conmoción le causó.

No tenía clases porque el profesor cayó enfermo de catarro, y bueno, esa era la excusa perfecta.

No dio aviso ni a su madre ni a Paul del evento, y pretendió dirigirse a la escuela.

Metiendo pocos útiles en la mochila, levantándose temprano, desayunando como si se le hiciera tarde y regalándole un rápido beso en la mejilla a Sally, y un apretón de manos a Paul.

Percy salió y caminó a la estación, esperando con ansias que el metro llegara. Por una vez en un mes y medio, mucha gente estaba aguardando para ser recogidos por el tren. El cual llegó en ocho minutos. La gente subió tratando de contener la respiración porque dentro la máquina rebosaba de gente. Percy logró subirse a duras penas.

Buscando con la mirada por todo el lugar un muchacho en particular.

Resultaba gracioso porque era la única cabeza que se movía de un lado a otro. Su búsqueda terminó cuando encontró una mata de cabello familiar, pero como era de esperarse no podía verle el rostro ya que la corta estatura del otro no lo permitía.

«Tienes que estar bromeando. ¡Esto es tan injusto!»

El mar de gente se arremolinaba entre ellos. Percy se sentía aún peor porque el muchacho no tenía idea de que él estaba ahí.

Su mirada estaba fija en él, como si temiera que se fuera a desvanecer de la nada.

En la siguiente estación se bajaron unas cinco personas, permitiendo por lo menos que sus extremidades se estiraran un poco, sin embargo aún tenía que contraer un poco su diafragma para no ser lastimado por la gente que se aglomeraba al rededor.

La buena noticia era que tuvo una mejor visión del muchacho, que vestía un chaleco negro con rombos en diferentes tonos de gris, una chaqueta negro-verdosa de aviador encima y unos pantalones vaqueros agujerados en ambas rodillas y uno pequeño en el muslo izquierdo. La piel era incluso más blanca ahí ¿es posible?, su rostro fue todo un lujo para la vista, pues era de tez pálida como el papel pero, parecía que las piernas no habían sido expuestas al sol en un muy laaargo tiempo, casi en blanco transparente.

Percy se sentía tentado a ver más para ver si las venas son más visibles allí.

Sus manos cubiertas por unos guantes negros de piel sintética. Luce irregularmente formal, a comparación de los demás días que lo ha vislumbrado con ropa mucho más informal. Lo que le hizo pensar que tenía una novia ¿tal vez? O va a confesársele. La idea provocó que se estremeciera de cierta forma, no porque estuviera celoso o algo, sino porque no parecía el tipo de persona cursi que le pediría a una persona ser su novia con un cambio de ropa formal, porque sería como, iniciar una relación con mentiras y falsedad de imagen. Definitivamente no tenía ese aspecto, pero ¿quién es Percy para dar conclusiones precipitadas?

No quisiera que fuera a pasar como con Octavian. Es lindo y nadie lo niega hasta que abre la boca y la magia se esfuma.

Más gente salió en la quinta estación, y al fin pudo chocar miradas con él.

El otro cambia la dirección de su blanco de vista, Percy no se inmutó y no apartó la vista de él, no le importaba lo acosador que se veía en ese momento.

Alrededor de diez minutos más tarde se decidió por rendirse y apartar la mirada vacilante.

Reconoció que puede que tal vez no tiene sentido todo esto de seguirlo, probablemente vaya a salir decepcionado al descubrir que tiene una novia o algo por el estilo.

La doceava parada llegó y Percy seguía sin poder acercarse debido al puñado de gente todavía se mantenía entre ellos. En eso suena su celular.

"Annabeth Chase" Decía en su pantalla.

Percy contesta.

—Sesos de alga — Dijo en forma de saludo. Con su habitual voz de asombro (más o menos).

—Beth ¿qué hay? — Le contestó enviando una mirada de soslayo al muchacho. Sonríe al encontrar que lo miraba cuando creyó que no prestaba atención. «Esto puede ser divertido» Se dijo.

—Nada realmente, conque estrenando día libre— Percy rueda los ojos sabiendo que Annabeth no lo podía ver.

—Algo así, pero ya sabes, mi vida no tiene descanso— Percy se carcajeó y un sujeto lo miró con disgusto. Se da la vuelta y sigue con su plática.

— ¡No eres el único!— Replicó exaltada. —No tienes idea de lo que es cuidar a Malcolm. Papá no debió saber lo que hacía cuando no utilizó condón— El comentario robó otra carcajada de Percy.

—Tienes razón. Tyson era muy poco problemático— Percy le comentó con sinceridad. Su hermano menor no había sido un niño del que se recibieran quejas.

—Hablando de él ¿Dónde está?

—Estudiando fuera... un intercambio a Irlanda o algo así.

—Vaya, ¡eso es grandioso, Percy! Sally debe estar muy feliz y orgullosa de él.

—Sí lo está— Percy volvió a echar una mirada al muchacho.

Estaba balanceándose de un lado a otro por el ajetreo del tren en movimiento.

Percy sonrió.

—Bueno, sesos de alga, te hablé porque necesito un favor.

—Sí. Lo que sea— Respondió absorto en los movimientos del otro.

—Necesito que cuides a Malcolm mañana.

—Claro. Espera... ¿Qué?— Los ojos de Percy se abrieron en la cuenta de lo que estaba aceptando. Sus manos titubearon causando que casi cayera al suelo. Apretó sus manos en el tubo de acero para mantener el equilibrio.

—Es que, bueno— La voz de Annabeth tenía un hito de nerviosismo. Percy puede imaginar lo mucho que Annabeth debe estar revolviéndose los rizos con los dedos —Voy a salir con Piper y Reyna... tu sabes... cosas de chicas— Annabeth soltó una carcajada en la última frase.

Percy sabía que Annabeth necesitaba un respiro de todos los exámenes y pruebas que había estado presentando en las últimas semanas y un tiempo de chicas, como ella le llamó, era no del todo una mal idea.

Ella no se solía dedicarse tiempo para sí misma ni para la diversión, fue por eso que admiraba a Percy, dándose tiempo para amigos, familia, escuela y estudios.

No se podía decir que se les daba a todos.

Annabeth durante mucho tiempo reprimió su vida social por estudios pero más que nada para complacer a su padre que era un diplomático obsesionado por las buenas calificaciones y reconocimientos que Annabeth traía.

—Es que no creo…

— ¡Por favor, Percy!— Pidió y Percy podía literalmente ver a Annabeth haciendo ojos de niña triste. —Tu profesor está enfermo y son sólo como tres horas... tal vez cuatro, pero ¡Percy!— Percy suspiró derrotado. No era muy propenso a contestar no, cuando uno de sus amigos necesitaba ayuda.

—Bien, Beth.

El tren iba a arribar en la décimo tercera parada.

— ¡Muchas gracias!— Gritó emocionada. — Mañana a las seis.

—Claro, claro, sí... Beth, te quiero pero necesito colgar— Percy le dijo al momento que los pasajeros se acercaban a las puertas para salir rápidamente una vez que el metro se detuviera, y uno de esos era el muchacho.

—Entiendo. Guiño— Ríe burlonamente mientras pronuncia la palabra "guiño".

—También te quiero, sesos de alga.

—Nos vemos, Annabeth— Percy colgó el teléfono y se acercó al niño disimuladamente. El otro varón ni se molestó en tratar de intercambiar contacto visual.

El tren se detuvo y la gente empezó a salir. Percy procuraba salir unos pasos detrás de él para simular que no lo seguía.

Si el muchacho lo estaba ignorando estaba haciendo un muy buen trabajo, porque no parecía tener idea de que Percy iba unos metros tras él.

Las calles que atravesaron en su mayoría eran calles muy estrechas, donde las casas se juntaban y estaban un metro lejos de la otra. No podía imaginarse el martirio de que debería ser para esas personas cuando traían su despensa o iban en grupo, incluso pasar por ahí le hizo pensar tontamente que podría ser claustrofóbico.

El otro caminaba sin trabas, era obvio que conocía el lugar y era más pequeño y delgado que él.

Los charcos eran un problema, no quería que ruido que hacían sus tenis con el agua fuera a convertirse en sospecha y que el otro volteara a mirarlo sólo para descubrir que no es nadie más que él y entonces la palabra "acosador" estaría más cerca de convertirse en realidad.

No quería eso, dioses, de verdad, no deseaba nada de eso. Sería un golpe brutal.

Después de unos seis lugares igualmente estrechos por fin salieron a una gran calle que tenía un montón de edificios blancos, de vidrio sintético y de tapiz de madera. Una gran plaza se acentuaba en el frente de todos esos edificios que tenían nombres ya sea con letras de metal dorado o plateado.

Una imponente fuente de dos pisos con varios chorritos de agua en la planta baja apuntando a su propia planta alta, la parte superior tenía dos chorros que apuntaban a sus costados, era hermoso y sencillo a la vez.

En todos los años que llevaba viviendo allí, nunca se percató de que un lugar como ese existiera.

Por los dioses, no sabía como regresar, pero puso eso en segundo plano y lo programó para más tarde, seguir a ese sujeto era la prioridad ahora, aunque no quisiera no tenía otra opción ya que estaba aquí ¿no?, más bien era una excusa tonta.

El muchacho continuó caminando. De repente se detuvo y Percy también lo hizo (detrás de un árbol, pero bueno).

Un muchacho fornido en bicicleta, con piel lechosa brillante y electrizantes ojos azules, con una peculiar cicatriz cruzando sus labios se detuvo justo delante del muchacho de negro.

Se quitó la gorra que traía para dejar salir a jugar con el aire sus mechones besados por el sol.

Le sonrío al sujeto y como estaba de espaldas Percy no podía ver la cara que hizo.

El rubio se rió de seguro por algo que el otro dijo. Se quedaron charlando un tiempo y después el rubio le hizo una seña para que se subiera en la parte trasera la de bicicleta.

El niño negó con la cabeza y el rubio tarareó una carcajada demasiado alta mientras se encogía de hombros.

El rubio pedaleaba apenas medio metro delante del otro, el muchacho de negro le seguía por detrás mientras se colocaba sus auriculares y mueve su cabeza al ritmo de la música. Los dos muchachos se dirigían al mismo lugar. ¿Compañeros de clase? Percy quería pensar.

Percy caminó con más cautela está vez. Procurando ser invisible para ellos dos y tratando de ignorar las miradas de la gente.

Los dos muchachos se detuvieron en frente de un gran edificio que decía con grandes letras de metal plateado "Instituto Universitario de Mecatrónica y Robótica" la boca de Percy se abrió al instante... ese pequeño individuo, tenía cerca de dieciocho años o más... Al momento siguiente los dos entraron dejando a un Percy perplejo. Honestamente Percy pensaba en algo que tuviera la palabra "preparatoria" implicada.

Percy decidió no entrar, ya que en la recepción te tienes que registrar si no eres un estudiante, no, no quería eso en absoluto.

Percy giró sobre sus talones y se dirige a quién sabe dónde, todo conmocionado. El muchacho va en universidad, no en la preparatoria y estudia mecatrónica o robótica.

Su celular comenzó a vibrar con la canción "I will never (be your friend) de Irish Stew of Sindidun", es su tono de mensajes.

"Te veré de nuevo y voy a jugar mucho."

El número del remitente era desconocido y Percy asumió que era equivocado, uno de esos mensajes por error que de vez en cuando llegan.

Lo ignoró y lo borró de inmediato.


Me encantaron todos los comentarios que dejaron en la 'Promo' que hice, por lo que pienso que vale la pena continuar publicándola aquí.

Este es el capítulo uno completo y espero que les guste.

Es muy diferente a las otras historias que he hecho. Por cierto, si usted desea que en cualquier capítulo aparezca una canción que le guste sólo tiene que comentar el nombre de la canción y la banda y yo la acoplaré en un capítulo. Esa es la idea.

Gracias por leer mi trabajo y el de mi hermano.

Oh, sí, los comentarios ayudan a la hora de escribir.