Capítulo 4: Hermanos

Recargó los brazos en el barandal del balcón, en realidad no tenía paciencia para lidiar con las miradas curiosas de los invitados por lo que decidió salir a tomar un poco de aire fresco para tranquilizarse pero lejos de lograr su objetivo, sólo sintió deseos de romper algo en ese momento.

Se mordió el labio repetidas veces, sin saber cómo reaccionar a la situación. Nunca se le había pasado por la cabeza reencontrarse con Momoko: su primer amor.

- ¿Por qué? - susurró agitado, con la respiración irregular, y el rostro rojo de la rabia -. ¡No eres más que una mentirosa!

- Gracias - la escuchó a su lado -. No imaginé que te molestara mi presencia.

Soltó disimuladamente un largo suspiro, cansado. En realidad no quería que sus sentimientos se vieran reflejados ante ella, la mujer más despiadada que conocía, aunque eso no era del todo cierto. Si algo tenía que admitir de ella, es que no era del todo tan inhumana o al menos eso descubrió con el paso de los años.

- Lo siento - peinó su cabellera antes de girar a verla -. No hablaba de ti.

- Lo sé - esbozó una suave sonrisa y las comisuras de los labios reflejaron en ese momento el peso de los años-. Es esa chica, ¿cierto?

Él asintió, rendido. No podía engañarla tan fácilmente, era a la única que no lograba mentirle con tanto cinismo.

- Cariño - ella se le acercó para posar una mano en su mejilla derecha y lo miró amorosamente -. Ya te lo he dicho, esa chica no te conviene.

Cerró los ojos y frunció el ceño.

- Lo sé - posó su mano sobre la de ella, a veces necesitaba de su protección -, mamá.

Abrió los ojos y la observó curioso. Era muy raro cuando ella asistía a eventos de beneficencia, solía repudiar a Boomer por organizarlas, por lo tanto rechazaba las invitaciones de éste. A parte, no la había visto en casi dos años, después de una ligera discusión que ambos tuvieron en la que involucraba a una de las herederas de la familia Shirogane.

Era más pequeña que él pero siempre se vio asombrado de lo hermosa que se veía cuando usaba vestidos largos, justo como el dorado de tirantes que vestía elegantemente justo en ese momento. A pesar de los años, su madre seguía luciendo joven y se preguntó cómo seguía a lado de un viejo verde como su padre. No lo mal entiendan, era su padre pero tampoco es como que le tuviera tanto cariño.

Tomó un cairel pelirrojo entre sus dedos y sonrió sonrojado. Su madre Bellum, nombre que le quedaba a la perfección ya que en latín significaba guerra, era bastante sobreprotectora con él y hasta la fecha desconocía la razón de ello. Cuando era pequeño, había tenido una notoria preferencia por él hasta el punto de menospreciar a sus dos hermanos menores, lo que provocó fuertes discusiones entre Him y ella, llegando cierto día hasta los golpes, cosa que afectó a Boomer pero en especial a Butch, que lo culpaba de ser el causante de disolver la familia.

- Hijo, tienes que olvidarla - sonrió amablemente pero nunca se dejaría engañar, ella solía ser peligrosa -. No es mas que una muerta de hambre.

- ¿Nunca dejarás de ser tan cizañosa?

Ella se sonrojó inevitablemente, ella solía sentirse halagada ante comentarios así.

- No, querido, no - se tapó la boca al tiempo que soltaba una inocente sonrisa -. Sabes que eso jamás sucederá.

- Ya recuerdo porque me fui de casa.

- Por terco, me culpabas de todo lo que sucedió con esa chiquilla.

- ¿Quieres dejar el tema de lado? - gruñó.

- ¿Te sigue doliendo? - bajó la mirada al pecho del varón y acomodó su traje, instinto maternal -. Pensé que la etapa de negación ya habría sido superada.

- Sabes que es todo lo contrario, simplemente me repudia verla con los traidores de mis hermanos.

Bellum se encogió de hombros - Boomer siempre ha sido débil de carácter y Butch... - pensó bien la palabra - Butch siempre fue el más rebelde de los tres y el más difícil de controlar, no es sorpresa para mí que haya cedido ante los encantos de una Utonium.

Miró sobre su hombro derecho, atenta a sus dos hijos menores que se encontraban saludando a los invitados.

- Siempre fuiste más inteligente que ellos - halagó -, hasta que la conociste y casi arruinas tu vida.

- Basta - amenazó -. No quiero hablar al respecto.

La alejó con delicadeza y se acomodó el traje de vestir.

- ¿Te vas?

Sonrió ladino - No, tal vez hoy me divierta un poco.

Y sin despedirse, dejó a su madre detrás para luego ingresar al salón.

- Querido hijo mío - habló para si misma -, no me hagas el trabajo más difícil.


Butch terminó de contar un chiste y todos a su alrededor rieron sin contenerse. Él solía destacar entre las fiestas por su galantería, buen humor y picardía, por eso siempre se encontraba rodeado de personas así como también socializaba lo suficiente como para forjar contactos que le pudieran servir en la vida o a sus hermanos, en caso de que lo necesitaran.

- ¡No me arrepiento de nada! - expresó animado, para finalizar una anécdota graciosa -. Si tuviera que repetirlo, lo haría.

- ¿Hablas de tu viaje a New York? - Brick se metió en la plática, llamando la atención del grupo de personas que lo rodeaban -. Sin duda no vuelvo a pagar tu fianza.

- Hola, hermano mayor - saludó agrio pero sin dejar la simpatía de lado que tanto lo caracterizaba -. Oh, no, no, no, no... Les platico de la vez que viajamos a África y te dio diarrea en medio de la nada.

Brick sonrió burlón, captando lo que intentaba hacer su hermanito.

- Cierto, en ese viaje te robaron la ropa por andar de curioso con unas cuantas fulanas - bebió de la copa de champagne -. Uff... ¡Que tiempos! Tuviste que correr desnudo por todo el hotel porque los guardias creyeron que eras un prisionero que se había escapado.

Se encogió de hombros, divertido - Me confundieron - explicó a sus acompañantes -, he de admitir que yo le gano en hombría.

Ambos se sonrieron.

- ¿Cómo has estado? - le extendió la mano a Brick quien la tomó para luego jalarse mutuamente y pegarse pecho a pecho -. Maldito pelirrojo escurridizo.

Los espectadores se retiraron uno a uno al entender que con eso había acabado el momento grato que Butch solía regalarles.

- Bien, querido hermanito - Butch odiaba que le hablara de esa manera -. ¿Y tú?

- Excelente - sonrió abiertamente -. Escuché que has estado algo ocupado con cierta persona, ¿cuándo formalizarás con Himeko?

Maldito, pensó Brick. Butch sabía claramente que aquél tema estaba prohibido porque claramente era una invitación de guerra.

- ¿Y tú? - Butch pareció no entender -. ¿Para cuándo das el siguiente paso con la hermana zorra de las Utonium?

Butch apretó la mandíbula sin borrar la sonrisa arrogante del rostro, desvió la mirada hacia la puerta que daba al balcón y cruzó mirada con la azulada de su querida madre. Al final entendió, la maldita había envenenado a Brick, como siempre.

Regresó la mirada a la carmesí, le hizo una señal para que lo siguiera y Brick obedeció. Obviamente llamaron la atención de los invitados, en especial porque todo mundo sabía de la mala relación que había entre ellos. No era secreto que los dos mayores de los hermanos Him vivían en constantes peleas, después de todo habían sido tema de conversación por una semana, luego de que ambos salieron en los periódicos por una disputa que llegó a los golpes en casa de Butch un año atrás. Aceptaba que tenía algo de culpa luego de asistir a la fiesta de cumpleaños de Butch a la que no había sido invitado pero no quería perder la oportunidad de pasar un rato entre hermanos en tan especial ocasión.

Bellum los esperó en la puerta que daba hacia su destino y cuando pasó junto a ella, Butch no dudó en seguir de paso.

- Mi querido hijo Butch - sonrió soberbia y fue cuidadosa de que Brick no la escuchara -. ¿Sigues buscando el cariño de papá?

Claramente el alcohol ya estaba haciendo efecto pero él no cayó en la provocación, de hacerlo lo pagaría muy caro. Bellum al entender que aquello no le concernía, aceptó la oferta de un invitado de bailar una pieza y Brick negó con la cabeza casi imperceptiblemente, a veces parecía su hermana y no su madre.

Ambos se detuvieron, uno a lado del otro, sin dirigirse la mirada. Butch sabía el motivo de la rabieta de su hermano mayor pero poco le importaba, Brick era un maldito hipócrita, haciéndose la víctima de una situación que no ameritaba exagerarse de la manera en la que él lo hizo.

- ¿Qué dijiste antes? - rompió el incómodo silencio.

Brick sonrió, orgulloso de haber logrado picarle en un punto sensible.

- Dije - despacio y calmado, estaba seguro de que con ello lograría que Butch reaccionara - "¿Para cuándo das el siguiente paso con la hermana zorra de las Utonium?" - recalcó la descripción despectiva.

Butch, en un movimiento rápido y ágil, lo tomó del cuello de la camisa y lo miró directamente a los ojos, furioso pero sin perder la calma.

- Maldito imbécil - Brick pudo percibir el olor a alcohol que emanaba el aliento de su hermano -, vuelves a dirigirte de esa manera a Kaoru y te juro...

- Me juras qué - lo apartó con un empujón y se arregló la ropa bajo la atenta mirada del otro -. Te recuerdo que sólo eres su juguete del momento, ¿o acaso ya olvidaste quién es ella?

- No me tientes - amenazó sereno -, que a ti te gusten las cualquieras no es mi culpa.

- Cierto, me gustan las mujerzuelas - desvió la mirada al cielo y sonrió arrogante -. Tal vez por eso me la tiré en segundo semestre...

- No la juzgo - alzó ambos hombros, despreocupado -. Nadie es santo en esta vida - sonrió -. Sucedió cuando aún no probaba lo que en verdad significa ser un hombre - dio media vuelta con superioridad logrando que Brick apretara los puños, conteniéndose de regalarse un hermoso golpe en su rostro de mono.

Vanaglorió la reciente madurez de Butch, conocía la poca mecha que tenía para encenderse y lanzarse como perro rabioso sobre él. Es decir, ninguno de los dos se soportaba y hacían hasta lo imposible para encontrar una excusa que los hiciera acabar entre sangre y algunos huesos rotos, sin embargo Butch ganaba la mayoría de veces. Por su puesto que si, el cuerpo corpulento de su hermano era una desventaja bien marcada entre ambos y a pesar de ello, se enfrentaba a él por orgullo. No obstante, el último comentario le había llegado en el orgullo sin entender muy bien por qué, pero no hizo nada por dar rienda a la conversación, estaba muy claro que Butch no cedería a sus bajos impulsos salvajes esa noche.

- ¿Butch? - una voz femenina lo llamó desde la puerta. Era Kaoru, la chica con la que lo vio al llegar -. Butch, ya es hora... Oh - la joven se tapó la boca para reír como tonta, el alcohol solía causar ese efecto en ella -. Disculpa, no sabía que estabas ocupado... ¿Negocios?

- No - le sonrió amable -, sólo lidiaba con un poco de basura.

Dicho eso, sin despedirse de Brick, caminó hacia Kaoru quien lo recibió con un suave y apasionado beso en los labios, le ofreció su brazo y ella aceptó encantada la silenciosa invitación, caminaron de regreso a la fiesta y desaparecieron entre la multitud. Y Brick se quedó varios minutos parado en su lugar, analizando si debía irse un tiempo del país, ya extrañaba Rusia.


Miyako parpadeó un par de veces después de ver a Butch y a Brick retirarse juntos en dirección al balcón. Supuso que algo no andaba bien entre ellos y muy probablemente involucraba a Boomer y a ella. Era consciente de lo que su compromiso significaría para Brick y muy probablemente para Momoko, su hermana mayor.

- ¿Qué sucede? - Boomer le robó un dulce beso al notar que su ánimo había cambiado drásticamente -. ¿Todo bien?

Ella asintió.

- ¿Crees que sea correcto?

Ambos se miraron directamente a los ojos y Boomer al final entendió a lo que se refería. Desvió la mirada ligeramente irritado. Odiaba que el pasado les tuviera que afectar de tal manera aunque ni siquiera tenían nada que ver con ello, no entendía por qué su hermano mayor se había aferrado a la idea de que todo mundo le quería hacer daño.

- Aquí - señaló su pecho y luego el de ella -. Aquí si es correcto - la agarró del mentón suavemente y le sonrió -. Lo que piensen los demás no importa, no te dejaré de nuevo por un capricho de Brick.

Recordó cuando tuvo que irse del país para vivir un tiempo en el extranjero, lo más lejos posible de Miyako, bajo órdenes de su madre y por capricho de Brick. A pesar de que comprendía la razón detrás de todo eso y nunca se lo había reprochado, comenzaba a sentir cierto resentimiento por el mayor. No porque él no sea feliz ni quiera dar vuelta a la página, significaba que todos debían reprimirse de la felicidad.

- Sabes que él la pasó muy mal.

- Lo sé - no era indiferente al pasado y sin embargo, siempre terminaba concluyendo lo mismo: no era su asunto -, pero no quiere ver la realidad...

- Miyako - Kaoru la abrazó al llegar junto a ellos -, mi pequeña... - la voz melosa delató el nivel de ebriedad en la que se encontraba -. ¿No sabes dónde está el idiota de tu hermano? - esta vez se dirigió a Boomer.

Él negó.

- Me pareció que se fue al balcón - Miyako miró de reojo sobre su hombro para asegurarse.

- Entonces iré a visitarlo - soltó una suave risa aniñada -. Butchy... - susurró.

Boomer y Miyako la observaron alejarse, así como llegó se fue.

- Es incómodo verla así - Miyako lo miró mal -. ¿Qué?

- Está feliz, eso es todo - explicó.

- ¿Ella? - burló - ¿Feliz?

Ambos rieron, cómplices.

- Si, por mucho que te cueste creer - miró de nuevo por donde se había ido su hermana mayor - ella está feliz por nosotros.

La tomó de ambas manos y las besó amoroso, siempre había sido consciente de los callos que se le formaban cada vez que diseñaba algo nuevo para su pequeña empresa de vestidos de gala, pero no dejaban de ser delicadas y femeninas.

- Saldré de viaje en unos días.

- ¿Me avisas o me pides permiso?

Boomer rió divertido, su novia solía hacerse la graciosa con respecto a las salidas. No era celosa pero jugaba a serlo porque sabía que a él le gustaba ver ese lado de ella en particular. Miyako era madura y siempre lo había reflejado pero lo que más destacaba de su persona era la seguridad con la que iba por la vida.

- Tonta - le regaló un beso fugaz -. No necesito de tu permiso.

- ¿Ah si? - amenazó -. Entonces alguien tendrá que dormir en el sofá al llegar a casa.

- ¿Qué? - abrió los ojos sorprendido -. ¿Por qué?

- Tú sabrás por qué.

Miyako dio media vuelta y le instó a seguirla a un lugar más íntimo. Por eso le gustaba cuando actuaba como celosa, porque al final tenía un poco de diversión en la cama y la hacía suya de todas las maneras existentes. Tal vez esa noche tendría más pasión de lo normal, algo le decía que su novia estaba necesitada de un poco de atención y no era tan estúpido como para dejar escapar tan espléndida oportunidad.


Gracias a Yin-princesa-del-olvido, pato262, Ali-chan1234, Ana-Asato02, Yui Hatsune x3, sombra 02, mika hikorito, Lihraz, BrickxBloss-Reds, Darrkness26, google. ppgzrrbz, Lenka387, Sarpiza y Momoko Hiim.

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