Los personajes del anime/Manga InuYasha son propiedad de la grandiosa Mangaka Rumiko Takahashi. Yo solo los tomo prestados para hacer esta historia, que por lo demás sí es mía, un poquito más entretenida para las lectoras.

~De antemano disculpen la falta ortográfica~


Prohibida Tentación.

(Capítulo Dos)

« ¡Bankotsu! » Se oyó exclamar con emoción desde el interior. Kagome se giró con cierta sorpresa ante la actitud de su madre, y acumuló toda su rabia al presionar su mano fuertemente contra el pomo de la puerta, ignorando por completo al joven que yacía fuera de la misma.

Tsubaki se acercó rápidamente a la puerta de entrada, mientras secaba sus manos con un grueso paño de cocina.

—Kagome… —sonrió cínicamente la mujer mayor —¿qué modales son esos hija? Invítalo a pasar —dijo al jalar delicadamente la mano del moreno hacia el interior del hogar.

—¿Cómo estás? —saludó el joven con su varonil voz, posando un fugaz beso en la mejilla de Tsubaki. Ésta sonrió coquetamente.

La joven azabache frunció los labios evitando que alguna grosería se escapara de los mismos. ¡¿Pero qué pasaba con ella?! pensó mentalmente al rodar los ojos al ver la actitud de la mujer mayor. Cerrando la puerta de manera poco delicada para luego posar sus pupilas en Tsubaki.

—Kagome, él es Bankotsu… —lo presentó con el deseo de que su hija lo recibiera amablemente, o por lo menos tratara.

—No me interesa. —manifestó la joven de manera insolente, pasando por el lado de la, para ella, inapropiada pareja. Se encontraba demasiado enojada con su madre.

Kagome había logrado apreciar fácilmente la diferencia de edades que había entre ellos, negó en silencio y de la misma manera se dirigió a su habitación, dando un fuerte portazo tras ella en señal de molestia.

—Hmph… parece que no lo agradé. —comentó el joven ojiazul de manera desinteresada; quien había permanecido en silencio momentos atrás, con ambas manos en sus bolsillos.

—Kagome es una buena niña, solo… —habló al posar sus fríos ojos en la escalera e intentar justificar el comportamiento de su hija —está triste.

—Creo que es mejor que me marche. —sugirió con su voz seria. Ya pasaba bastante rabia en su agencia como para lidiar con esos tipos de berrinches y problemas ajenos.

—No Bankotsu, ¿cómo pretendes irte? —cuestionó la mujer de ojos oscuros al fruncir el ceño —He cocinado tu comida favorita. —informó con intenciones de persuadirlo. Éste sonrió de medio lado al ceder.

Tsubaki montaba el elegante comedor, se sentía plena el estar acompañada por el hombre al que realmente amaba, las circunstancias eran lo de menos, ella había decidido ser feliz y Kagome tarde o temprano tendría que aceptarlo.

El alto moreno se dedicaba a ver las diferentes fotografías que colgaban en distintas partes de la casa; fotos juntos en familia, otras de viajes y algunas sonriendo. Definitivamente aparentaban una felicidad que no existía… una muy falsa; pensó al rodar sus serios ojos azules.

Tsubaki le había comentado lo mal que se llevaba con su esposo desde años atrás, que Kagome era la única razón por la que seguía intentándolo una y otra vez… y a pesar de todo, vivía en un fracasado matrimonio. Pero todo eso cambió drásticamente al llegar el seguro ojiazul a su vida.

—Bankotsu… —el moreno se giró a ver a la mujer de largo cabello oscuro —el almuerzo está servido. Iré por Kagome, ¿está bien? —preguntó con intenciones de no hacerlo sentir incómodo, después de todo era su primera vez en esa casa. El nombrado solo se limitó a asentirle.

La mujer mayor subió rápidamente las escaleras, dirigiéndose directamente a la habitación de su única hija. Tsubaki golpeó de manera insistente al no recibir respuesta de parte de la resentida azabache, «Kagome abre…» pidió desde el exterior pero ésta no daba respuesta. «Kagome abre ahora mismo.» exigió la madre de la joven con un poco de fastidio, y al cabo de un par de minutos la perilla se giró, enseñando a la joven adolescente con un rojizo rostro.

—¿Qué…? —preguntó Kagome con su ceño fruncido. Optó por hacerse la molesta cuando realmente había estado llorando en el interior, ¿por qué su Tsubaki no la comprendía?. Decidió que lo mejor sería bloquear sus verdaderas emociones. Pues creía que su madre jamás compartiría su tristeza.

—Baja a almorzar. —ordenó de manera autoritaria.

—No lo haré mamá… —Kagome negó molesta —prefiero morir de hambre antes que sentarme en la misma mesa que ese tipejo. —dijo tajante.

—Lo harás —ordenó nuevamente Tsubaki—. Lo harás, ¿y sabes por qué? —cuestionó Tsubaki con una mirada desafiante, pero Kagome no quiso responder —Porque si no obedeces mis reglas te despides de todo lo que realmente te importa —comenzó a nombrar al alzar cada dedo de su delgada mano—, InuYasha, tus tarjetas de crédito, tus amistades, la carrera de enfermería que tanto te apasiona… todo. —amenazó de manera descarada.

El difunto había dejado ciertos bienes materiales y cuentas de ahorros al nombre de su única hija, pero bajo la tutela de Tsubaki, al menos, hasta que ésta finalizara su profesión y fuera realmente responsable para administrar su dinero. Onigumo jamás imaginó que algo así pudiese pasar, puesto que siempre confió en su esposa, por eso todo lo relacionado a Kagome lo manejaba ella… siempre fue así.

Kagome no le discutió nada, solo la observó con decepción.

—Y así dices llamarte mi madre. —dijo en voz baja al mismo tiempo que pasaba por su lado y bajaba las escaleras.

Tsubaki sonrió triunfante al verla obedecer sin replica alguna, siguiéndola segundos después.

El almuerzo comenzó realmente incómodo. Kagome mantenía su mirada fija en el obscuro plato de comida mientras oía las coquetas risas que su madre le regalaba al odioso sujeto. No soportó más e interrumpió la conversación de esos dos.

—¿Y tú a qué te dedicas? —preguntó con curiosidad. Bankotsu posó sus serios ojos en ella, limpiando sus formados labios con la gruesa servilleta de género, para luego responder.

—Soy modelo —respondió con altanería—. Un modelo demasiado reconocido, en especial para las exclusivas y costosas marcas del mercado. —alardeó al sonreír con arrogancia.

—Y el más cotizado —añadió Tsubaki entre risas—. Bankotsu es un modelo demasiado cotizado en el rubro, en especial en el extranjero —explicó la mujer—. Las marcas prácticamente se lo pelean, ya sean de exclusivas tiendas de ropas, costosos perfumes e incluso lujosos vehículos. —respondió de manera completa a la sencilla pregunta de su hija.

—Ah ya veo… —musitó Kagome en un débil suspiro —o sea que hace un tiempo que engañabas a papá ¿no? —dijo armando su mental rompecabezas —porque tú eres modelo —posó sus ojos en el ojiazul —y tú una muy buena publicista. La mejor. —fijó sus ojos ahora en su madre, comenzando a comprender todo.

Tsubaki llevaba bastante tiempo trabajando con una reconocida agencia de modelaje, obviamente si él era modelo lo más probable era que ahí se hubiesen conocido ¡Por Dios, su madre era una completa descarada! Ahora entendía esas llegadas tan tarde. Las constantes peleas con su padre. Y muchos de los viajes inesperados que hacia su progenitora. Posó sus analíticos ojos en el serio ojiazul, él era el culpable de todo.

—Kagome… —la mujer mayor intentó llamar su atención.

—¿O sea que no tienes ningún tipo de interés en los bienes de mi familia? —preguntó la joven, observando el rostro de indignación que se empezaba a formar en el moreno.

—¿Pero qué mier…? —quiso cuestionar Bankotsu al soltar molesto el plateado cubierto, siendo interrumpido por su madura pareja.

Tsubaki interfirió rápidamente en la batalla de miradas que estos dos se daban, si seguían así las cosas no terminarían para nada bien. El serio ojiazul frunció el ceño, ¿quién demonios se creía esa maldita mocosa para hablarle de esa manera? Deseó aclararle las cosas a su manera pero guardó silencio al oír la alzada voz de Tsubaki.

—¡Basta Kagome, debes ubicarte un poco! —dijo en un alterado tono al salir en defensa de su joven novio.

—¡¿Qué me ubique yo?! —preguntó la joven completamente indignada —¡Si la que se ha estado desubicando constantemente eres tú! —la azabache se encontraba sumamente molesta —Quizás hace cuanto que engañabas a mi padre. —comentó lo último con su voz débilmente quebrada.

—Las cosas no fueron tan así Kagome. —trató de explicar Tsubaki.

—Sí claro… —musitó con su vista fija en la superficie de fina madera del comedor.

—Si trataras de comprender todo sería más sencillo Kag —habló la madre de ésta, con su voz un poco más serena. Intentó tomar la mano de su hija pero ésta esquivó el agarre.

—¿Cuántos años tienes? —ignoró por completo a su madre al dirigir la pregunta nuevamente hacia el joven ojiazul.

—veinticuatro años, ¿qué hay con eso? —preguntó él al fruncir el ceño. No le agradaba para nada esa chiquilla mimada, además aún seguía molesto.

—No puedo creerlo —comentó Kagome al negar y sonreír con ironía, posando sus ojos en su madre—, estás con alguien casi veinte años menor que tú.

—Para el amor no hay edad. —discutió la mujer mayor.

—¡Por Dios! —la azabache posó su mano en su frente —¡No puedes creer en esa estupidez a los cuarenta y tres años! —corrigió con soberbia.

—Kagome… —la señaló Tsubaki con reproche en su tono de voz —te estás sobrepasando más de la cuenta.

—Si claro… —rodó los ojos con fastidio— él podría ser tu hijo. Deberías darte cuenta. —dijo al pararse de la mesa.

Bankotsu posó su fría y molesta mirada en la escandalosa chiquilla, la cual ahora se retiraba de la sala del comedor, ¿quién diablos se creía que era? odiaba a la gente altanera, aunque también se podría decir que tenía un poco de tejado de vidrio, ya que él muchas veces solía actuar así. Pero no toleraba a la gente que se inmiscuía en asuntos ajenos. Además, el problema con la edad no era de su incumbencia.

—Lo siento mucho Bankotsu —se disculpó Tsubaki al tomarle la mano, la verdad que ella era la más avergonzada con toda esa situación.

Bankotsu asintió con su rostro serio, le haría la guerra a la maldita chiquilla.

Una semana después…

—Lo odio tanto Sango —comentó con rabia la delgada azabache a su única y verdadera amiga, con quien charlaban cada cierto tiempo a través de las redes sociales que acortaban la distancia entre ellas. Esta vez hablaban a través de webcam.

—¿Y va todos los días a tu casa? —preguntó con sorpresa la castaña.

—Sí —asintió Kagome al recargarse sobre su escritorio—. Es como si viviera acá, llega temprano y se va súper tarde. —contó con fastidio.

—¿E InuYasha sabe de esto? —preguntó con interés la joven de hermosos ojos avellanas, recibiendo un asentimiento de parte de su amiga—¿Y qué te dice?

—Que no haga caso, que los evite. —respondió al encogerse de hombros.

—Kag… ¿y cómo van las cosas con tu madre? —sentía lastima por la situación que estaba pasando su mejor amiga. Sango deseó acompañar a la joven azabache en esos difíciles momentos, pero había bajado sus calificaciones y tenía que someterse a ciertos exámenes para aprobar el año. La azabache negó tristemente a su pregunta.

—Apenas nos hablamos —dijo refiriéndose a la relación madre e hija—, estoy muy decepcionada de ella y prefiero que las cosas sigan así. —comentó decidida.

—¿Y el chico es guapo? —Sango tenía cierta curiosidad en saber del odioso pretendiente que tanto atacaba Kagome.

—Es un inservible modelo… —respondió con fastidio al sentarse correctamente —¿no te lo había contado? —la castaña negó —Se llama Bankotsu y dice ser muy famoso, es un tonto de lo peor. —comentó al empuñar sus manos a la altura de su rostro al recordar la cara del moreno.

—¿B-Bankotsu Ebina? —preguntó, e involuntariamente una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de la castaña al recibir un asentimiento de parte de su amiga.

—¿Qué te pone tan feliz? —Kagome preguntó desentendida al fruncir el ceño. ¿Por qué sentía un escalofrió al verle el rostro a la castaña?

—Es que ese hombre es el sueño de toda mujer —respondió al enseñarle un poster de él colgado en la pared de su habitación—. Mírale esos ojos, esa blanca sonrisa, ese hermoso cuerpo… es perfecto. —comentó muy animada. Mientras movía el portátil de arriba a abajo, enseñando, para ella, semejante hermoso y perfecto cuerpo tallado por Dioses.

—¡Basta Sango! —pidió la azabache —quita la cámara web de ahí o cancelaré el chat. —amenazó con sus ojos cubiertos por las pequeñas palmas de su mano.

—Está bien, está bien —dijo la castaña al volver a tomar asiento en su escritorio—. Pero dime, ¿es guapo o no es guapo? —preguntó al señalar el poster tras ella.

—Sango... —Kagome suspiró profundamente —por favor.

—Pero mírale ese cuerpo perfecto. —insistió solo para fastidiar a su joven amiga.

—Photoshop seguramente. —discutió Kagome al cruzarse de brazos.

—¡Ay Kagome! —dijo Sango sonriendo pícaramente —tienes a un bombón deseado por las féminas de la mitad del mundo y no te interesa. Por lo menos reconoce que es guapo. —habló la castaña al mover insistentemente sus cejas.

—Pero si ni siquiera sabía quién es. —Kagome comentó desinteresada.

—Claro que no… —habló aun sonriente su fiel amiga —si con tu aversión a la moda me imagino que ni siquiera lo reconociste cuando lo viste por primera vez.

—¡Que no me interesa Sango! —aclaró una vez más, esta vez con algo de fastidio.

—Está bien Kag… —contuvo su sonrisa para comprender el estado de ánimo su amiga —Solo has caso a lo que te dice InuYasha, e ignóralo.

—Sí, tal vez eso sea lo mejor… hacer como si ninguno de los dos existiera. —habló cabizbaja. Con el engreído muchacho sería sencillo pero con su madre… eso sería bastante duro para ella.

—Bueno Kagome, me tengo que ir… —habló mientras se ponía de pie —tengo un examen en quince minutos y aun debo ordenar las cosas que necesito.

—Está bien Sango —dijo sonriendo la azabache.

—¡Por fin te ríes mujer! —comentó sonriente al ver el rostro de su apreciada amiga.

—Siempre lo hago, es solo que ese tonto ha opacado mi vida. —dijo la azabache al fruncir los labios.

—Quizás si cambiaras tu armario el chico sería un poco menos creído —aconsejó entre risas. Kagome negó al poner sus ojos en blanco—, y de una vez por todas te deshaces de todas esas ropas anchas y renuévate, que tienes una figura envidiable. —le recordó.

—¡Oye, ¿qué te pasa?! —preguntó fingiendo molestia —Mi ropa no es para nada vieja, es a la moda —corrigió—, solo es más ancha que las que usan comúnmente las chicas, pero es mucho más cómoda. —comentó con seguridad al defender sus atuendos.

—Bien, cada uno con sus gustos ¿no? —dijo resignada la castaña.

Se despidieron rápidamente y una vez finalizada la conversación, Kagome bajó la pantalla al cerrar su computadora portátil. Dio un enorme bostezo y se encaminó cansada hacia su amplia cama, se dejó caer sobre la misma de manera confiada, cerró sus ojos y se dejó vencer por el sueño.

Abrió sus achocolatados ojos gracias al débil rugido de su estómago, se estiró cuanto más pudo sobre el blando colchón, posó su mirada en el reloj del velador junto a su cama. Seis y veinte. Se sentó correctamente y rascó sus pesados parpados con cuidado, dio un pequeño bostezo y se puso de pie al dirigirse por algo de comer a la cocina.

Se sentía anímicamente tranquila al no toparse con ninguna de las desagradables presencias que le opacaban el genio. Pero este se hizo abruptamente presente al oír las risas de los amantes provenientes del cuarto de jacuzzi.

« Malditos asquerosos » fue lo primero que se pasó por su cabeza al imaginarse las "cosas" que debían de estar haciendo en ese lugar.

Se sentó en el amplio y cómodo sofá en forma de "L", encendió el amplio televisor de pantalla plana colgado en la resistente muralla, presionó los botones del control remoto, topándose con un canal de reportajes médicos. Esos eran sus favoritos. Los acompañó de unas fieles y deliciosas papas fritas y una helada Coca-Cola, para ella, era sencillamente lo mejor, con eso lograría disipar toda su molestia. A pesar de ser estudiante de enfermería la comida chatarra era algo que un no podía dejar del todo.

Su molestia e irritación volvieron a hacerse presente al oír los débiles ruidos de los escalones, creyó que sería su madre pero se equivocó rotundamente al ver a la persona que aparecía.

« ¡Pero es que éste hombre es un confianzudo de lo peor! » pensó con indignación al verlo bajar solo con una toalla amarrada a su cintura, todo su torso iba completamente desnudo, humedecido por las pequeñas gotas de agua que se deslizaban de su cabello, el cual iba amarrado de manera desordenada.

Se giró enojada, decidida a ignorar su presencia y posar su vista nuevamente en el televisor.

Bankotsu bajó las escaleras directo a la cocina, se dirigía por un champagne que Tsubaki le había pedido; pensó que estaban solos ya que no había oído a la antipática chiquilla. Sus azules ojos vieron fugazmente a la joven sentada sola en el sofá de esa enorme sala.

Kagome trató de posar sus cinco sentidos en ese programa de televisión y su "comida", si es que a eso se le podía llamar así. No quería volver a pasar rabia por ellos, mucho menos deprimirse por algo que ya no estaba en sus manos.

« Ese es un muy buen programa…» ¿Qué había oído? Sus ojos se posaron serios sobre la presencia de aquel moreno quien había llegado a su casa a amargarle la existencia. No entendió por qué hablaba con ella, si ella no lo hacía en lo más mínimo con él. Decidió que lo mejor sería ignorarlo, así que siguió alimentándose de su comida chatarra, esta vez, haciendo ruido al masticar su nada saludable alimento.

—Veo que tu mamá tiene razón… —siguió hablando aunque ella no le prestara atención —eres una niña maleducada.

Kagome sintió como toda su sangre hervía en su interior. Ya tenía suficiente con escuchar a su madre como para que ahora él viniera a decirle eso, ¿quién se creía? El deseo de ignorarlo se fue al mismísimo demonio en ese preciso instante.

—Si soy o no una maleducada… —frunció su ceño al posar su molesta mirada en él —¿a ti qué te importa? —preguntó con fastidio.

—Que ahora eres como una hija para mí… —le recordó cínicamente al sonreír de manera arrogante —y de verdad que comienzas a avergonzarme. —comentó solo con intención de hacerla enojar. Comenzaba a entender cómo sacarla de quicio, dar en su punto débil… su padre.

—¡¿Qué…?! —deseó cuestionar pero la impotencia se adueñó de ella. Se sentía completamente indignada —jamás te vería de esa manera, es más, podrías ser mi hermano mayor… estúpido. —lo ofendió agresivamente con rabia.

« ¿Estúpido…? » Ahora fue él quien frunció el ceño al creer oír mal. Nunca nadie se había atrevido a faltarle el respeto u ofenderlo de esa manera, admitió que momentos atrás sintió cierta lástima por la chica al verla tan sola… pero no, ella era una orgullosa maleducada. Ahora actuaría de otra manera, y eso significaría la guerra definitiva entre ella y él.

—No te preocupes —dijo al encogerse de hombros—, que si tuviera una hija no sería tan fea como tú. —mencionó al sonreír de manera burlesca al dirigirse lentamente a las escaleras.

« ¿Fea…? ¿El muy maldito me dijo fea? » se cuestionó Kagome de manera interna al presionar de manera disimulada el envase de plástico de las papas fritas.

—Ah… —habló el moreno parado desde el tercer escalón —y por favor no subas que con tu madre estaremos haciendo cosas de grandes —dijo sonriendo de medio lado—. Suelo ser muy escandaloso. —fue lo último que dijo al desaparecer de la vista de la joven.

La azabache mordió el envase de plástico con todas sus fuerzas, intentando contener un enorme grito de frustración, o insulto hacia él. Enredó sus manos en su cabello, presionándolo levemente.

« ¡Ah! Maldito engreído…» dijo un poco más tranquila al dar un profundo suspiro « No necesitaba tantos asquerosos detalles » reconoció cabizbaja. Su padre no llevaba ni medio mes fallecido y su madre ya se revolcaba con otro, y peor aún, en su propia casa y en la cama que solía compartir con su amado progenitor.

« Es una maldita degenerada…» Mañana muy temprano hablaría seriamente con su madre, antes de que ésta se fuera al trabajo aclararían detalles respecto a su nuevo "noviecito". Aceptaría la relación de ellos, pero de la puerta hacia afuera, no lo quería volver a ver dentro de la casa.

Al otro día…

—¡Kagome el desayuno está servido! —gritó Tsubaki desde el primer piso —¡Baja ahora!

La azabache dio un pequeño brinco desde su cama al ver la hora del reloj. Nueve quince. Frunció el ceño algo extrañada de que su madre aun estuviera en casa, ya que por lo general, ésta siempre salía de la misma alrededor de las siete de la mañana.

Bajó rápidamente con su pijama de dos piezas color amarillo y bordes rosados. Vestía el atuendo abotonado hasta el cuello.

Al cruzar el amplio umbral que daba a la sala del comedor abrió sus ojos con sorpresa. Ahí, precisamente ahí estaba sentado el joven culpable de su constante mal genio.

Tsubaki se giró a verla y Bankotsu casi devuelve el té que había tragado anteriormente.

« ¿Pero en qué siglo vive ésta chica? » se preguntó al fijar sus ojos en el patético pijama que vestía. Tosió un par de veces al golpear su torso e intentar contener sus ganas de burlarse.

—¿Banky estás bien? —preguntó la mujer mayor. Éste asintió con una sonrisa de medio lado al carraspear su garganta.

—Como si tuviéramos tanta buena suerte como para que se muriera por culpa de una simple tos. —musitó Kagome para ella misma.

—Kagome… —dijo Tsubaki, atrayendo su atención —¿qué haces vestida así?

—¿Él durmió aquí? —ignoró por completo la pregunta de su madre al hacer la de ella. Bankotsu sonrió de manera burlesca.

—S-sí —dijo Tsubaki un poco indecisa en responder—. Ayer se le hizo muy tarde.

—Pero él tiene auto. —la joven azabache discutió tajante.

—Yo le pedí que se quedara. — Tsubaki justificó rápidamente.

—Eso cambia todas las cosas —habló la azabache con su rostro ensombrecido en decepción.

—Kagome… —la nombró su madre al ponerse de pie, dándole la espalda al moreno quien solo se dedicaba a oír —Hoy en la noche saldré de viaje.

« Luna de miel querrás decir…» pensó Kagome al rodar los ojos.

—La empresa se ganó un proyecto muy importante y necesitan que su mejor publicista viaje a los Estados Unidos —contó entusiasmada—. Es una oportunidad única y muy importante para mí. —dijo pidiendo su comprensión.

Kagome la observó con apatía, ojala su madre fuese igual con ella al entender sus emociones.

—Bien —dijo la azabache al encogerse de hombros—. Ve. —mencionó con intenciones de salir de ese cuarto. Pero tanto sus pasos como respiración fueron detenidos abruptamente al oír lo que su madre informaba. Sintió su sangre hervir en su interior.

« Bankotsu se quedará aquí el tiempo que yo este afuera… él cuidara de ti. »


Notita: Wooou! es que esta mujer si que es una completa descarada :/ ¿Que tal les pareció? pues espero que les haya gustado tanto como a mí escribirlo. Bankotsu y Kagome en este fanfic serán muy impulsivos y la agresividad será un factor muy importante entre ellos, debido a que se odian y harán lo posible por joderle la vida al otro. Del odio al amor hay un solo paso dicen por ahí jajajajaja.

Ok, quiero pedir una inmensa disculpa a las personas que comenzaron conmigo y este fanfic debido a que por problemas personales demore tanto en actualizar. De verdad lo siento muchísimo.

...

Agradezco comentarios a:

Rogue85: Si hasta yo estoy nerviosa porque los quiero crear bien impulsivos. Es algo muy nuevo para mí y la verdad espero que no se quede atrás ya que será un fic cortito. Gracias Pao!

Aidee Gv: Mi Aide :) ojala ya que igual es como algo raro ¿no? jajaja me refiero a la trama XD. Gracias por todo mi bela amiga.

Yuli: Mi Yuli! jajaja muchas gracias por pasarte por aquí. Vamos a ver que tal le va a este fic.

Mari-ibs: Siento la demora pero por problemas personales no pude actualizar. Ahora ya comenzare a actualizar más seguido.

Miko Kaoru-sama: Jajajaja es que morí con tu rw. Cuando lo leí y vi "Yeguaaaaaaaaa!" yo quede así o.O W-T-F! ¿por qué me dice eso? jajaja después me reía sola XD que loca yo :) Yo tampoco le tengo mucha fe a InuLindo pero baaaah veremos que tal va. No hermana, Kag y Bank se odiaran pero con todo. Aunque no en tantos capítulos ya que el fanfic será bien cortito comparado con "C.O" espero que te guste :) Saludos y circulo mercenario 4ever jajajaja

Sweet . Ale 13: Hola hermana, pues sí, y esperemos que tenga un buen recibimiento :/ aunque mi retraso también juega en contra. Saludos!

Chicas muchísimas gracias por el apoyo demostrado en rw, eso se agradece un montón.

...

Bueno, espero que el capítulo haya sido de su completo agrado, ¿sugerencias? pues claro que sí. ¿Alguna broma pesada para Bank o para Kag? XD para que se las hagan entre ellos, ya que ahora estarán solo y comenzará la guerra jajajaj se los agradecería un montón.

~Gracias y abrazos peligrosamente mercenarios para todas~

CIRCULO MERCENARIO