¡Holaaaa, al fin!

Como me ha costado finalizar este capítulo... siento toooda la espera, y espero que haya merecido la pena y que el capítulo valga algo... al menos es kilométrico xD

En fin, mis amores, disfrutad de la lectura :D

Disclaimer: TODO lo que reconozcáis pertenece a JK Rowling.


Capítulo 8

El repicoteo de la ventana logró traerme de vuelta de mi estado de duermevela, me incorporé rápidamente en la cama, tenía un grueso volumen de Transformaciones sobre el pecho y las cortinas estaban cerradas, la luz que se colaba a través de la tela tenía un toque rojizo oscuro, debía de estar anocheciendo. Los toquecitos en la ventana seguían insistiendo y supuse que las chicas todavía no habían vuelto de la fiesta que se celebraba en la sala común por haber ganado la Copa de Quidditch. La ultima que podrían ganar. Quedaban muy pocos días para graduarse del colegio y emprender el futuro.

Abrí las cortinas sacando la cabeza fuera, efectivamente, ni un alma. El sonido contra e cristal era constante, pero suave. ¿Sería una lechuza? ¿A estas horas? Abrí completamente las cortinas y salí de la cama, acercándome cautelosamente a la ventana. Una tonta sonrisa se instaló en mis labios al ver lo que allí fuera me esperaba y sacudiendo la cabeza, abrí las puertas de la ventana apoyándome en el marco y arqueando una ceja.

- ¿Qué hace aquí, señor Malfoy? – le pregunté, estirando más mi sonrisa.

Draco estaba al otro lado del hueco de la ventana sobrevolando el aire, apoyado en su escoba como quien luce un coche en el mundo muggle. Sus ojos grises tenían un brillo juguetón y decidido, la traviesa y seductora sonrisa que sus labios componían podría haber hecho que mis piernas flaquearan, sino fuera porque seguía apoyada contra el marco de la ventana. Su pelo rubio caía desordenadamente sobre su frente, haciendo que su mirada pareciera todavía más intensa. Su corbata verde y plateada estaba medio desecha, al igual que los dos primeros botones de su camisa. Si le pusieras unas alas negras sería la viva imagen de un ángel caído. Tragué saliva cuando un suave cosquilleo se elevó en mi estómago expandiéndose lentamente hasta las extremidades de mi cuerpo.

- Sorprenderla, señorita Granger. – dijo arrastrando las palabras, inclinándose hacia adelante y clavando sus intensos ojos mercurio en los míos. Entonces, extendió una de sus manos hacia mí, en una muda invitación al tiempo que su sonrisa se volvía todavía más traviesa.

- Draco… yo, yo no… - empecé a ponerme nerviosa. ¿Realmente pretendía que me subiera ahí? Debía de estar tomándome el pelo.

- ¿Confías en mí? – dijo acercando todavía más su mano extendida hacia mí. Estaba jugando sucio, maldita serpiente.

- Sí, Draco, pero…

- ¿Confías en mí? – esta vez fue su cuerpo el que se acercó más, dejando sus labios a tan sólo milímetros de los míos, exhalando su aliento a libertad, demencia, sensualidad… era tan embriagador. Iría al infierno con él si me lo pedía de esa manera. Aspirando una última vez su aliento y sin dejar de mirarle a los ojos, agarré su mano y vi como componía su sonrisa marca registrada Malfoy. Maldita sea. Había vuelto a ganar.

Con una suavidad y gentileza inusitada me ayudó a posicionarme detrás de él. El corazón me retumbaba en el pecho como si fuera a explotar de un momento a otro y puede que lo hiciera si me atreviera a abrir los ojos y mirar hacia abajo. Sentía mis pies flotando en el aire y mis manos fuertemente aferradas al cuerpo de Draco, rodeándole como una boa constrictora, esperaba no aplastarle los pulmones. Tenía la cara firmemente presionada contra su espalda, podía notar sus vertebras y los músculos de sus hombros comprimiendo mis facciones y el resto del cuerpo acoplado a su espalda, como un adhesivo. Fue entonces cuando escuché una dificultosa carcajada de sus labios.

- Si no me dejas… respirar, sí que nos mataremos. – me dijo y aflojé un poco el agarré, no sin poca reticencia. Aunque seguía pegada a él como una mochila.

El gritito aterrado que solté en cuanto despegó me desacreditaba totalmente como alumna de Gryffindor. Podía sentir como el flujo de mi sangre se aceleraba, un sudor frío me recorría la espalda y sentía el estómago en la garganta, la adrenalina que estaba sintiendo en esos momentos estaba alterando mis sentidos. Sentía el aire golpear mí piel con demasiada fuerza y colarse por mis oídos dejando mi cerebro en una especie de intenso trance, el olor de Draco se colaba en mis fosas nasales alterando todo mi sistema nervioso y no pude evitar morderle un hombro por el cumulo de sensaciones que estaba experimentando mi cuerpo. Sin darme cuenta estaba jadeando, temblando, hipertensa. Debía estar segregando una cantidad exagerada de hormonas.

No sabía cuánto tiempo llevábamos volando sobre la escoba, a mí me parecieron siglos. Pero de un momento a otro sentí como descendíamos, ya que estuve a punto de echar el estómago por la boca. Mis pies volvieron a sentir suelo firme bajo ellos y mis músculos hasta ahora tensos consiguieron relajarse un poco. Pero el efecto de la adrenalina seguía controlando mi cuerpo. Finalmente, abrí los ojos.

Tiempo más tarde recordaría el momento apreciando el lugar al que me había traído, un claro en medio del bosque bañado por los colores de un casi extinto atardecer, pero en ese momento, sólo podía verle a él. Sujetando fuertemente el mango de su escoba, y repasándome de arriba abajo con los ojos, evaluando a su presa. Pero lo que no sabía era que ahí no había ninguna presa, éramos dos depredadores a la espera del mínimo movimiento por parte del otro para atacar. La adrenalina era una potente aliada, tenía que aprovecharla.

Le vi tragar saliva, vi como su deliciosa nuez de adán subía y bajaba lentamente por su cuello, tentándome. Ahí fue cuando ataqué. Acorté el metro que nos separaba de un firme paso, aferrando mis manos detrás de su cuello y hundiéndome en su boca, lamiendo todos los rincones, mordiendo sus carnosos labios, devorándolo como el más exquisito de los manjares. De un empujón lo tiré sobre el pasto y sin darle tiempo a sorprenderse me subí a horcajadas sobre sus caderas, sintiendo la poderosa excitación contra la ligera tela de mis cortos pantalones de pijamas y gemí suavemente moviendo mis caderas tentativamente, con las manos apoyadas en su firme pecho. Le escuché gemir de manera reprimida y eché la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y soltando una ronca carcajada, totalmente deleitada. Lo tenía a mi merced.

Sin embargo, cuando volví la cabeza al frente y abrí los ojos de nuevo, noté que las tornas habían cambiado. Sus pupilas estaban completamente dilatadas, sus ojos eran ahora tan oscuros y brillantes que parecían dos pozos sin fondo. Respiraba con dificultad, su pecho se apretaba contra mis manos en cada respiración y su sexo palpitaba hambriento contra el mío. Agarró mis muñecas con firmeza y de una sacudida él se había posicionado sobre mí, arrancándome el pantaloncito de un fuerte tirón, quedando totalmente expuesta ante él. Gruñó, desabrochándose los pantalones y se inclinó sobre mi monte de venus, aspirando la esencia que emanaba. Deslizó su boca por todo mi abdomen en un camino ascendente hasta mis labios, rozándolos etéreamente. Nuestros encendidos cuerpos, casi estaban fusionados.

- En cuanto salgamos de este estúpido colegio. – susurró contra mi boca, sacando la punta de la lengua y rozando mis labios – Vas a casarte conmigo, Hermione.

Y se introdujo en la húmeda cavidad de mi boca al tiempo que se hundía en mi interior sin darme tiempo de reacción.


- ¡Ahh! – me incorporé en la cama de un salto, chocándome con otra persona. Pansy. Abrí los ojos, sintiendo como mi respiración era errática y jadeante. El brillo esmeralda del dedo, esta vez, tenía un extraño resplandor rojizo, que llamó mi atención y allí anclé la mirada. ¿Casarme? Nunca me lo había planteado y mucho menos con…

Escuché un suave carraspeo de la persona que tenía al lado, quien también tenía la mirada fija en mi anillo. Enderecé un poco mi cuerpo, sintiéndome incomoda por ese despertar. Todavía tenía las sensaciones del sueño alterando mi sistema nervioso y despertar con una "desconocida" al lado no aligeraba el momento. Sus confundidos ojos verdes se desviaron del anillo a los míos, medio asustados.

- He visto un anillo como ese antes. – dijo, con voz impersonal. La chica destrozada de la noche anterior había desaparecido, volviendo a dejar la cascara que era Pansy Parkinson. Bajé la mirada, avergonzada por mi situación y entristecida por la de ella – Puede que sus efectos a corto plazo sean… seductores, pero a largo plazo te aseguro que no los son. El color del brillo ya está cambiando. Te recomiendo que te deshagas de él cuanto antes.

- Yo… - quería explicarme, pero no sabía cómo. Empecé retorcer nerviosamente el anillo en mi dedo, buscando las palabras adecuadas – Yo…

- No, Granger. No creas que me debes algo por lo de anoche. – dijo Pansy, cortándome y posando una de sus manos sobre las mías, deteniendo mi frenético movimiento – Yo quería disculparme y agradecerte el incomprensible apoyo que me brindaste.

- ¿Incomprensible?

- Vamos, Granger. No somos amigas y nunca hemos cruzado más que insultos entre nosotras. Y después de mí arrebato de anoche es más incomprensible todavía.

- Pansy, creo que después de haber pasado una temporada en el infierno, podemos dejar atrás las rencillas infantiles generadas por inútiles prejuicios. – bien, ese tema podía controlarlo. Ya podía volver a respirar con tranquilidad y a coordinar más de dos palabras seguidas – Siento muchísimo, lo que has pasado. Hay gente que vive muchos más años que tú y no sufrirá ni una tercera parte. Comprendo y acepto tu estallido de ayer por la noche. Nadie debería soportar una carga tan pesada en su interior, debías soltarlo. No debes disculparte por nada.

Vi como bajaba la miraba, su oscuro pelo cayó hacia adelante ocultando su rostro, pero no me pasó desapercibida la lagrima que se deslizó por su mejilla y acabó fundiéndose con el edredón de la cama. Sin pensármelo, atraje su cuerpo hacia el mío atrapándola en un reconfortante abrazo. Al principio se tensó, como la noche anterior, pero lentamente se fue relajando hasta envolver sus brazos a mí alrededor correspondiendo el gesto.

- Gracias. Hermione. – susurró, contra el hueco de mi cuelo. Yo simplemente la estreché con más fuerza. Y así nos quedamos durante un largo momento.

El camino hacia el Gran Comedor fue silencioso, pero no incómodo. Habíamos establecido una especie de mutua confianza al compartir semejante noche y despertar. Íbamos un poco retrasadas lo cual era fabuloso, porque ya casi no quedaba ningún alumno en los pasillos y transitar por ellos sin evitar miradas especulativas fue sencillo. En unos pocos minutos llegamos a las puertas dobles del comedor y me detuve, frente a todo el mundo que se había girado a mirar la particular escena de una Gryffindor y una Slytherin interactuando "cordialmente". Sin prestar atención a la masa hambrienta de chismes, me giré hacia Pansy y le dije:

- ¿Querrías venir a la mesa de…

- No, no te preocupes. – me interrumpió apresuradamente, lanzándole una mirada a la mesa de las serpientes y rodando los ojos – Estoy segura de que Draco no ha podido mantener la boca cerrada y Blaise estará ansioso por saber que ha pasado. Por no hablar de Theo…

Alcé la mirada hacia donde estaba el grupo de chicos y vi a Zabini haciéndole exagerados gestos para que se acercara y yo también rodé los ojos con una sonrisa burlona en los labios. Malfoy estaba mirando hacia nosotras con una expresión seria y el recuerdo del episodio de ayer en la biblioteca, sumado al sueño de hacia un rato me produjo un intenso escalofrió que recorrió mi espina dorsal. Nott estaba charlando con las hermanas Greengrass. Rápidamente aparté la mirada de allí volviéndola a fijar en Pansy, quien ahora tenía una ceja arqueada en mi dirección. Supuse que por mi repentino cambio de actitud.

- Bien. Nos veremos en clase. – y apresuradamente me marché hacia la mesa de Gryffindor, sentándome junto a Ginny y frente a Neville, sin dedicar ni una mirada a la mesa de Slytherin.

- ¿Qué ha sido eso? – preguntó Ginny, abriendo exageradamente los ojos, refriéndose claramente a lo de Pansy.

- Ya te contaré. – le contesté evasivamente, no creía que tuviera el derecho de contar algo así y menos sin permiso expreso de la afectada - ¿Dónde está Harry? – pregunté cambiando de tema. Harry había sido el único de nosotros que había presenciado lo de Pansy, tenía que advertirle que no fuera divulgándolo, no sería de buen gusto.

- Desde ayer por la noche no lo he visto, ¿vosotros? – dijo Ron, quien estaba al otro lado de Ginny, comiéndose un generoso pedazo de tarta de manzana.

- No, tampoco lo he visto. – dijo Neville, pelando una naranja.

- No, ni yo. Pero Hermione, ¿por qué… - empezó a preguntar Ginny, pero fue silenciada por el ulular de un centenar de lechuzas que anunciaban la llegada del correo. Estaba untando una tostada con mantequilla cuando una copia del Profeta cayó justo frente a mí, dejándome completamente congelada.

"Los Parkinson: Trágico y Oscuro Legado"

Rezaba el titular, acompañado de una fotografía de quien supuse era la madre de Pansy junto a la cornisa de una gran mansión, otra de un hombre con una máscara de mortífago conjurando un Mosmorde sobre una casita de presumiblemente clase media y finalmente otra de Pansy el día de su juicio mientras se la llevaban apresada a una olvidada celda de Azkaban. Las simples imágenes eran perturbadoras. ¿Quién podría ser el bicho sin escrúpulos que…? Entonces vi la respuesta a esa pregunta. Rita Skeeter.

- ¡Pans! ¡Espera! – esa era la voz de Zabini. Alcé la mirada y vi como Pansy arrancaba a correr de la mesa de Slytherin huyendo apresuradamente saliendo del Comedor.

- ¿Sabes algo de esto, Hermione? – me preguntó Ginny con el ceño fruncido.

Pero haciendo caso omiso a su pregunta, un impulsó me hizo levantarme y salir corriendo detrás de ella, no debía estar sola en estos momentos. ¿Por qué no levantaban el culo sus propios amigos? ¿Y dónde estaba Malfoy? Al pasar las puertas del Gran Comedor algo – o mejor dicho alguien - me succionó hasta detrás de una de las enormes columnas ocultándonos de miradas indiscretas. Y un cálido cuerpo se amoldó al mío. Ese olor…

- ¿Malfoy? – dije en un susurró, nervioso. No estaba preparada para enfrentarle, no en estos momentos – Tenemos que ir a por Pans…

- No, déjala. Ahora quiere estar sola. – dijo separándose un poco de mi cuerpo, con una mirada tensa en sus grises ojos – Lo único que conseguirás es que te grite.

- Pero, no… - empecé a insistir gesticulando exageradamente, cuando sus manos aprisionaron mis muñecas y su frente se pegó a la mía.

- Shh. – tenía los ojos cerrados, pero de repente los abrió, dejándome sin aliento. Esos ojos podían robarte el alma - ¿Por qué huiste ayer? – susurró sin apartar su frente de la mía. Empecé a titubear.

- Yo no, no… - estaba balbuceando como una estúpida, ¿por qué tenía que abordar ahora ese tema?, cuando ni yo misma podía llegar a pensar si lo que sentía por él era real o provocado por mi prisión nocturna – Yo, tengo ir a buscar a Ginny para ir a clase… - dije sin mirarle a los ojos. Aunque pude sentir como se tensaba.

- ¿A qué le temes tanto? – sentí como acariciaba el interior de mis muñecas con sus pulgares, alcé la mirada con los ojos vidriosos clavándola en los suyos, supuse con una expresión triste y temerosa. Él tenía el ceño fruncido.

- Ahora no, Malfoy… - dije con una voz más lastimera de lo que había pretendido, parecía un ratoncito asustado por una gran serpiente – por favor…

Malfoy dio un paso atrás con las manos alzadas y con el ceño aún más fruncido. Dándome vía libre para, una vez más, huir de él. Y eso hice, sin volver la mirada hacia sus los ojos y con un profundo suspiro me marché de allí en busca de Ginny, un puerto seguro. Ahora no podía pensar en mis sentimientos, ¿Qué era real y qué no? Realmente podía llegar a sentir algo por el chico que me había atormentado durante todos los años de colegio, y si era así, ¿tendría algún problema mental? Y aunque él hubiera dicho que estaba enamorado de mí desde tiempos inmemoriales, ¿qué manera era esa de demostrarlo?

Vi a Ginny y Luna charlando cerca de la mesa de Ravenclaw y fui a buscarlas para encaminarnos a nuestra primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Necesitaba centrarme en algo académico, olvidarme un momento de mis caóticos pensamientos, sentimientos y emociones.


Harry había pasado una mala noche. Después de lo que había presenciado la noche anterior en la habitación de Hermione, era lo más normal. Nunca se había parado a pensar en el otro lado de la guerra, había dado por supuesto que ellos habían elegido estar allí y que cubiertos de glorias y riquezas luchaban por una causa que ellos creían justa. Nunca se había parado a pensar en que, realmente, Voldemort era un despiadado psicópata sin ningún tipo de sentimientos, empatía o cualidad humana. ¿Y si lo que le había pasado a Parkinson era simplemente la punta del iceberg?

Puede que hubieran acabado con el problema, pero en esa guerra no había vencedores, todos habían perdido muchas cosas, cosas valiosas, en el camino. Salir del infierno, no era fácil, para nadie.

Caminaba por los pasillos de Hogwarts como un espectro, no había pegado ojo en toda la noche y esa mañana no había tenido ganas de bajar a desayunar. ¿Cómo, en algún momento, se había alegrado de que apresaran a Malfoy y sus amigos?

Llegó al pasillo del segundo piso, donde estaba el baño de Myrtle y allí escuchó unos sonidos que llamaron su atención; unos gritos ahogados, unos papeles rompiéndose y un desgarrador llanto. ¿Sería Myrtle? Pero lo que vio en cuanto traspasó la puerta fue algo muy distinto, algo que le dejó una sensación desoladora. Parkinson estaba en una esquina del baño, con las rodillas recogidas sobre su pecho y con las manos estirándose el pelo, mientras soltaba el llanto más roto que el Gryffindor hubiera escuchado nunca. Había un periódico destrozado y esparcido por todo el baño. La imagen más sobrecogedora que había visto desde la batalla de Hogwarts.

Al verla allí, tan frágil, tan débil y rota en mil pedazos, algo dentro de Harry también se quebró. Y con un nudo en la garganta se acercó a ella, posando con la mayor delicadeza que pudo reunir una mano sobre su hombro, con la esperanza de no asustarla. Al sentir su toque, la chica levantó la cabeza como un resorte, con los ojos desorbitados y asustados hasta que clavó sus ojos verdes en los de él.

- ¿Parkinson, estás… - no pudo terminar la pregunta, la chica se lanzó a sus brazos, ocultándose en su pecho y sollozando como una niña pequeña que ha perdido su tesoro más importante. Harry en un claro estado de shock, a lo único que atinó fue a rodearla con los brazos, torpemente.

- Sácame de aquí. – le susurró Pansy, sobre el oído. Y Harry la alzó en brazos, arropándola como algo delicado que debía cuidar. Se marchó de ese baño que había sido testigo de cómo una persona se desmoronaba anímicamente, intentando desprenderse de sus malos recuerdos.

La llevó a un aula que sabía estaría vacía y con suma suavidad la posó sobre una de las sillas. Se apartó de ella, dejándole un espacio vital para recuperarse, no creía que ahora quisiera que la atosigaran y simplemente se sentó a dos sillas de distancia, en completo silencio y mirándola de reojo. Y así estuvieron unos largos minutos, el único sonido que se escuchaba era el llanto remitente de Pansy y su errática respiración.

- Lo… lo siento, Potter. – dijo la chica sin mirar en su dirección, con la barbilla apoyada en las rodillas y mirando al frente, al vacío – Yo…

- Eh, Parkinson. – la interrumpió – No hay nada por lo que disculparse, todos hemos perdido en esa guerra. Algunos más que otros. Pero recuerda que no estás sola, la familia no sólo la elige la genética, tú también puedes elegirá. Esas personas, siempre te van a apoyar, en los buenos y malos momentos. El dolor y sufrimiento se atenúa un poco rodeado de ese calor familiar.

Harry había perdido a toda su familia en esa guerra, pero seguía teniendo a la familia que él había elegido y nunca, jamás, se había sentido solo desde entonces. Hermione, Ron, los Weasley, Neville, Luna… sabía que nunca dejarían de apoyarle, que siempre contaría con su apoyo, con su aliento. Parkinson también tenía su propia familia, había visto como los Slytherin la protegían, la cuidaban y se preocupaban por ella; no debía dejar que esos recuerdos la hundieran en soledad cuando tenía a tantas personas preocupadas por ella, que realmente la querían como a una familia.

- Gracias Potter. – susurró, dos minutos más tarde, cuando finalmente se hubo calmado, girando la cabeza y clavando sus ojos en los esmeraldas de él.

- No tienes que darlas. – dijo Harry levantándose de la silla y caminando hasta ella – Llegamos tarde a clase. – le dijo con una media sonrisa, tendiéndole la mano. Con un sonoro suspiro la chica la tomó y se puso en pie. Encaminándose juntos y en silencio hacia el aula de Defensa que había comenzado hacia unos cinco minutos.


Al entrar en la clase de Defensa, Ginny y yo nos sentamos en unos de los pupitres principales, ella estaba evitando a Zabini en su mayor medida hasta que fuera inevitable acudir a la "cita" que habían acordado el día anterior y yo intentaba evitar a Malfoy por todos los medios, no nos resultó difícil; ambos se sentaron juntos en uno de los pupitres del final del aula. Luna como venía siendo costumbre se sentó junto a Nott, a nadie le sorprendía a estas a alturas. Ron se sentó junto a Neville, ya que Harry seguía sin aparecer por ningún sitio. Y las hermanas Greengrass también estaban juntas, a Pansy tampoco se la veía por ningún lado, deseaba con todas mis fuerzas que estuviera bien y que no volviera a encerrarse en sí misma.

En ese momento apareció Charlie Weasley desde la puerta de su despacho. Con una sonrisa radiante, los ojos azules brillantes de emoción y su pelo rojizo alborotado. Estaba deslumbrante y su sonrisa era contagiosa.

- Buenos días, chicos. – dijo entusiasmado, barriendo con la mirada todos los pupitres – Me complace anunciaros que este año esta asignatura será algo diferente. – todos los alumnos intercambiamos miradas con el ceño fruncido y confusas, ¿diferente? ¿Eso que significaba? Estaba segura que el recuerdo de cierta mujer con cara de sapo atravesó las mentes de todos nosotros. La sonrisa de Charlie se amplió – Este año combinaremos la Defensa Contra las Artes Oscuras con la Defensa Personal. ¿Señor Weasley, podría decirnos cuál es el concepto de Defensa Personal? – Ron quien había estado cuchicheando con Neville, al escuchar su nombre pegó un brinquito en su asiento, mirando a su hermano con cara de pasmado.

- Ehh… ¿defenderse personalmente?

- Demasiado obvio, - dijo Charlie, levantando la vista hacia el resto de la clase - ¿Alguien podría ser más concreto? – rápidamente alcé la mano y vi como la sonrisa de Charlie se ensanchaba un poco más – ¿Sí, señorita Granger?

- Es un conjunto de técnicas que persigue el objetivo de detener o repeler una acción ofensiva llevada a cabo contra una persona, sin causarle daños graves, el propósito de esta técnica es la defensa no el ataque. Está basada en técnicas deportivas o Artes marciales.

- Muy bien, diez puntos para Gryffindor. – dijo con orgullo, logrando que me sonrojara y bajara la mirada – Como ha dicho la señorita Granger la finalidad de este sistema de defensa muggle es la de defenderse contra la ofensiva de otra persona, intentando dejar al oponente fuera de combate sin causarle daños fatales. En defensa personal, se utilizan técnicas sencillas, intentan evitarse los movimientos complejos. Se utilizan golpes, patadas, bloqueos, retenciones y palancas de modo para reducir al adversario lo más rápido posible y acortando los tiempos de combate para evitar riesgos y reducir las diferencias físicas o mágicas. La habilidad que tengáis con vuestro cuerpo podría marcar la diferencia entre vivir o morir. Sé que esto os habría sido muy útil hace un par de años, pero siempre es mejor tarde que nunca, ¿no creéis? – esta vez su mirada se había endurecido y tenía tensa a mandíbula, seguramente pensando en todas las víctimas de la Batalla Final, victimas que no habían podido defenderse como era debido. Todos guardamos silencio, perdidos en nuestros propios demonios – Cuando un mago os está apuntando con su varita a tan sólo dos metros de vosotros a punto de lanzaros un hechizo ofensivo, ¿qué es lo primero que debéis hacer?

Casi todos las manos se alzaron hacia arriba y el tenso ambiente de hacia un momento se había disipado tan rápido como había aparecido. Charlie volvía a tener su eterna sonrisa en sus labios y todos los estudiantes parecían sumamente interesados en lo que estaba explicando. Señaló a Jeremy Miller un chico de Hufflepuff, sentado en la primera fila.

- Prepararte para crear un escudo. – dijo el chico rubio con poca seguridad.

- No está mal, después de todo lograrías defenderte, pero tu posición seguiría siendo la misma y le darías a tu oponente la oportunidad de seguir arremetiendo contra ti y tu escudo y mientras tu varita siga creando dicho escudo no vas a poder hacer más que aguantar la acometida, hasta que alguien te ayude o… - dejó en suspenso el final de esa frase, con una sonrisa burlona - ¿alguna idea más, chicos?

- Atacar primero. – dijo la voz de Blaise Zabini desde el fondo del aula.

- Bien, suelen decir que la mejor defensa es un buen ataque, pero, ¿qué pasaría si tu oponente tuviera una mejor defensa? ¿Si con un ágil movimiento esquivara tu chorro de luz y en dos rápidos pasos se posicionara frente a ti, lanzándote un hechizo aturdidor en tus sorprendidas narices? – finalizó jocosamente, mirando al Slytherin.

- Que estaría jodido. – dijo Zabini, con una irónica mueca, guiñando un ojo en dirección a Ginny, que a mi lado, se estremeció visiblemente. Algunos alumnos soltaron una risita

- Exacto. Eso es lo que queremos que piensen nuestros oponentes. – dijo Charlie. Todo lo que iba diciendo se escribía directamente en la pizarra, para que en cualquier momento pudiéramos repasar y tomar las notas necesarias. El pelirrojo parecía que estaba en su ambiente, estaba disfrutando de impartir esa lección y se le notaba a la hora de transmitir el mensaje, todos estábamos especialmente atentos e interesados – Los movimientos de esquiva es uno de los principios básicos de la Defensa Personal: eluden un ataque y proporcionan una ventaja de posición, de movimiento y un mayor tiempo de reacción, por la sorpresa y el despiste causado en el oponente. Un movimiento que tiene que automatizarse. Durante el siguiente mes, practicaremos movimientos de esquiva combinados con movimientos de ataque. – dejó un momento de pausa y con una nueva sonrisa, finalmente preguntó - ¿Voluntarios?

Justo en ese momento la puerta del aula se abrió, dejándonos a todos momentáneamente atónitos ante las dos personas que aparecieron juntas por ella. Muy juntas. El silencio se había adueñado del lugar y los ojos sorprendidos de todos estaban fijos en la puerta.

- Que oportunos, señor Potter, señorita Parkinson. – dijo Charlie, arqueando las cejas – Por ser el primer día no os restaré puntos, pero que sirva como advertencia. Pasad, situaros aquí, frente al resto.

Harry y Pansy con la cabeza gacha y un leve rubor en sus mejillas caminaron hasta posicionarse junto a Charlie. Todos los estudiantes seguíamos en silencio observando a la extraña pareja; Ron tenía una expresión desencajada en su rostro, Neville simplemente estaba en silencio mirando al frente, las hermanas Greengrass componían muecas de asco en dirección a Harry al tiempo que cuchicheaban entre ellas, Zabini y Malfoy tenían el ceño fruncido y las mandíbulas apretadas, fulminando a Harry con la mirada, Nott arqueaba las cejas mientras que Luna tenía una cálida sonrisa en sus labios, Ginny parecía impactada, el resto esperaban que la clase continuara y yo estaba buscando una respuesta a esa situación en los ojos de cualquiera de los dos protagonistas del momento, pero ambos parecían estar más confundidos por lo que se suponía hacían allí delante de todos que por la impresión que habían causado en el resto.

- Bien, como acabamos de explicar los movimientos de esquiva son casi de lo más útil para defenderse además de proporcionarte una mejor posición y mayor tiempo de reacción para atacar, así qué, aquí tenéis unas varitas modificadas para practicar este tipo de situaciones sin sufrir ningún daño y haced exactamente lo que os diga. – les entregó a los dos una varita de color blanco, que miraron con desconfianza, Harry me lanzó una mirada de pánico y simplemente me encogí de hombros en su dirección, no podía hacer nada por él – Posicionaros a dos metros el uno del otro. – Pansy y Harry intercambiaron una mirada y sin pronunciar palabra lo hicieron. – El movimiento es de lo más sencillo si se practica a la perfección. Nunca debemos dejar de mirar la varita del oponente, ella te dará la señal para ejecutar el movimiento, la punta se encenderá un segundo antes de lanzar el chorro de energía, segundo en el que deberéis prepararos, separad las piernas un poco a la altura de los hombros – tanto Harry como Pansy separaron las piernas como les indicaba Charlie - y en cuanto el chorro de luz se disparé deberéis flexionar las rodillas, hasta quedar en una posición sentada – los dos hicieron los que les indicaba quedando en una posición bastante ridícula, levantando las carcajadas del resto del aula, logrando que el rubor se intensificara en sus mejillas – Bien, ya basta, tened en cuenta que el movimiento es cuestión de un segundo. Desde esa posición agachada podréis esquivar el hechizo, ahora si echáis el hombro derecho hacia adelante veréis como vuestro cuerpo os acompaña y con un movimiento fluido de la pierna hacia adelante lograreis adelantaros un buen paso hacia adelante, posicionándoos muy cerca del rival y desde una posición ventajosa. – en cuanto completaron el movimiento Harry y Pansy quedaron a pocos centímetros uno del otro, mirándose fijamente – Bien, ahora uno ataca y el otro esquiva. No os preocupéis esas varitas sólo lanzan chorros de luz. Señor Potter, usted ataca primero.

Dicho esto Charlie se echó a un lado y los dos volvieron a sus posiciones iniciales. Todos los pasos se habían escrito en la pizarra ilustrados con dibujos, le lanzaron una mirada a la tabla asegurándose de los movimientos adecuados y se prepararon. Toda la clase estaba expectante, mientras Pansy se posicionaba con las piernas semi-abiertas, la varita en la mano derecha y la mirada fija en la varita de su oponente, Harry ya había alzado la varita apuntando en dirección a la Slytherin. Vimos como de la varita de Harry salía un potente rayo de luz dirigirse directamente hacia Pansy quien en su intento por agacharse apresuradamente y adelantarse un paso, se tropezó y al desestabilizarse el chorro de luz le golpeó el hombro, logrando que trastabillara unos pasos hacia atrás, lanzándole una agresiva mirada a Harry, que acaba de componer una sonrisita victoriosa.

- Bien, no está nada mal, ahora señorita Parkinson en vez de apresurarse en ejecutar el movimiento, fluya con él. – le instruyó Charlie. Pansy con una actitud resuelta y fulminando a Harry con la mirada volvió a su posición inicial, preparándose de nuevo.

Esta vez el chorro de luz de la varita de Harry se estampó contra la pared de atrás, Pansy en un movimiento fluido lo había esquivado y se había adelantado un gran paso posicionándose a la izquierda de Harry a un metro de distancia, su movimiento me había recordado a lo que hacía un jugador de hockey profesional deslizándose sobre el hielo. Pillando a Harry totalmente desprevenido y con una gran sonrisa burlona en sus labios Pansy le lanzó su ataque golpeándolo justo en la cara, dejando a Harry momentáneamente ciego.

- Estupendo, señorita Parkinson, con un poco de práctica llegará a ser buena. – la felicitó Charlie aplaudiendo a su alumna, el resto de los alumnos hicimos lo propio, la Slytherin nos dedicó una pequeña reverencia y volviéndose hacia su oponente le sacó la lengua juguetonamente, quien lo recibió con el ceño fruncido y un ligero rubor en sus mejillas. En ese momento la campana sonó, dando por finalizada la clase – Bien, practicaremos este movimiento en la próxima clase. Por cierto, - dijo, deteniendo todo nuestro movimiento – junto a la profesora Walls, os acompañaré al mundo muggle en todas las salidas. Que tengáis un buen día. – y con un gesto de sus manos, desapareció por la puerta de su despacho.

En una perfecta sincronización, Zabini y Malfoy arrastraron con ellos a Theo y a grandes y firmes zancadas se llevaron de allí a Pansy, enviando afiladas dagas con los ojos a Harry, seguidos muy de cerca por las hermanas Greengrass, quienes también le enviaban algunas miradas hostiles a mi amigo, dejándole momentáneamente confuso lanzándonos una mirada de genuina incomprensión.

- ¿Qué he hech… - nos empezó a preguntar, acercándose hacia nosotros.

- ¿Qué ha sido eso, Harry? – le interrumpió Ron con la mirada desencajada. Yo rodé los ojos, Ginny soltó una sonrisita burlona y Luna y Neville se habían enfrascado en una conversación sobre plantas curativas.

- ¿Qué ha sido qué? – preguntó Harry cada vez más confuso, buscando en la cara de Ginny o en la mía una respuesta a lo que estaba pasando, pero las dos nos encogimos al mismo tiempo de hombros con una sonrisa. Iba a tener que dar explicaciones si quería librarse de Ron.

- Tú. Parkinson. Juntos. Muy juntos. En la puerta. ¿Por qué? – el apresurado balbuceo de Ron fue casi ininteligible, pero la compresión pareció llegar al cerebro de Harry, porque sus labios formaron una perfecta "o", sus ojos se ensancharon y un ligero rubor se instaló en sus mejillas. Ginny y yo intercambiamos una mirada arqueando las cejas y una sonrisita irónica en los labios.

- Oh, eso… ehh, me la encontré y yo… bueno, ella estaba… y entonces, llegábamos tarde y… vinimos juntos. – explicó Harry, gesticulando exageradamente con las manos, el rubor se había adueñado de todas su facciones, y todos nos habíamos quedado con la boca abierta, incluso Luna y Neville que no estaban particularmente interesados. ¿Qué clase de explicación era esa? ¿Habría pasado algo más entre esos dos? Harry nos miró a todos, sabiendo que no había hecho más que empeorar la situación y suspirando pesadamente, revolviéndose el pelo con las manos añadió – Parecía una muñeca rota, yo sólo… no quería que se sintiera sola. – finalizó mirándonos a todos con un triste reflejo en sus ojos esmeralda. Todos bajamos la mirada con comprensión – Vamos o llegaremos tarde a Herbología.

El día pasó en una relativa calma, parecía que Malfoy ahora me estaba evitando, ya se habría cansado del juego que se había auto-impuesto. Aunque no podía evitar un sutil, pero intenso sentimiento de rabia cada vez que lo veía por un pasillo y hacía como si mi presencia no existiera, como el aire, totalmente invisible para él. Eso me había dejado en un estado de ánimo un tanto bipolar, intercalando la rabia y el alivio. Había llegado a herir mi amor propio, pero también pensaba que si realmente Malfoy se había cansado de rondar a mí alrededor podría ayudarme a drenar su veneno de mi cuerpo, porque no podía llamar a lo que me pasaba otra cosa que envenenamiento. De vez en cuando fulminaba al anillo que tenía en el dedo índice, culpándolo de todos mis problemas, mis pesadillas, mi adicción a sus efectos, mis temores, pero, ¿sería capaz de desprenderme de él?

Ginny también había pasado el día en un incremento de nervios considerable, a medida que se iba acercando la hora de la cena había empezado a palidecer y a retorcer sus manos compulsivamente, no paraba de balbucear incoherencias y si le hablabas parecía que no escuchaba. La comprendía, exponerse a una conversación de ese tipo con el que es tu mayor dolor de cabeza en esos momentos no tenía que ser fácil, no quería ni imaginarme que a Malfoy le diera por orquestar esa especie de "cita" para "charlar" de lo que había pasado entre los dos… con el mero hecho de pensarlo me estremecía.

Pero el inevitable momento había llegado, estábamos sentadas en la mesa de Gryffindor y aunque Ginny pretendiera alargar la cena todo lo que pudiera revolviendo la comida en el plato, eso no le iba a funcionar eternamente, en algún momento la echarían del Gran Comedor, y estaba segura de que Zabini iba a esperar lo que hiciera falta. Vi como ella levantaba la vista del plato, que prácticamente no había tocado más que para destrozar la comida, dirigiéndola hacia la mesa de Slytherin, allí vi como Zabini ya tenía la mirada en nuestra dirección y como arqueaba una ceja en dirección a Ginny, que se tensó visiblemente a mi lado, agarrándome el brazo por debajo de la mesa. Vimos como cogía una servilleta sin dejar de mirar a mi amiga, como se limpiaba sugerentemente los labios y como sin ninguna prisa se levantaba elegantemente, dándole una palmada en el hombro a Nott y se dirigió hacia las puertas sin mirar atrás, dando por hecho que Ginny iba a salir detrás de él. Maldito arrogante.

Ginny aumentó la presión en mi brazo y parecía que hiperventilaba, Harry y los demás nos miraban con interrogantes dibujados en sus rostros, pero no parecía que Ginny estuviera allí para prestarles atención y yo simplemente me encogí de hombros con una mueca.

- ¿Y si no voy? – me susurró, volviendo la cabeza en mi dirección, con los ojos completamente anegados.

- Vamos, Ginny, tranquila. – le susurré de vuelta, acariciando suavemente su brazo, para intentar calmarla – Eres una Gryffindor, saca tus garras y a por él. – le dije con una sonrisa intentando suavizar el momento, pero ella me devolvió una mueca indescifrable – Estaré esperándote en la sala común y si sale mal, dormiré abrazada a ti toda la noche para que te desahogues y mañana será otro día.

- Bien, vale. – dijo, respirando profundamente adoptando una aparente actitud calmada – Gracias, Hermione. – me dijo, dándome un cálido abrazo, logrando sacarme una tierna sonrisa. A paso inseguro se dirigió hacia las puertas del comedor, la seguí con la mirada hasta verla desaparecer, deseando que todo le saliera como ella esperaba. Sentí como los chicos me miraban con el ceño fruncido, pero sin prestarles atención agarré mis cosas y me marché hacia la sala común.


Caminaba temblorosamente por los pasillos de Hogwarts, sentía un fuerte nudo en su garganta que casi le impedía respirar, los ojos los tenía brillantes y el corazón bombeaba de una manera desenfrenada sangre caliente por todas sus arterias, aturdiéndola, sentía todas las terminaciones de su piel encrespadas, percibiendo el más mínimo cambio de temperatura. Después de tantos meses, iba a volver a encontrarse a solas con él en la misma sala perdida donde habían encontrado paz y resguardo en mitad del infierno que fue el séptimo año de ese colegio antes de la fatídica Batalla Final.

Recordaba ese día como si fuera ayer, cuando vio el cadáver de Fred allí tirado, frío, inmóvil, en mitad de las ruinas del Gran Comedor, rodeado de más y más cadáveres, en lo único que pudo pensar fue en refugiarse en los brazos de Blaise, donde se sentía en casa, a salvo. Ni siquiera con Harry, con quien había compartido la mitad de su vida se sentía en casa, en el lugar correcto. Se había lanzado a sus brazos, a sus labios, queriendo borrar la imagen de su hermano muerto con sus besos, con sus expertas manos. Sabía que había sido egoísta, que seguía siendo egoísta al querer apartarlo de ella por miedo al rechazo, pero el egoísmo era una cualidad inherente al ser humano y eso aunque fuera un consuelo para muchos a ella no la hacía sentir mejor.

Sin saber cómo ya estaba parada frente a la maldita puerta, ¿cómo había llegado tan rápido? ¿El universo conspiraba en su contra? No tenía ni la más remota idea de lo que le depararía cruzar esa puerta, pero tenía miedo, mucho miedo. Observó el picaporte como si estuviera encendido en llamas y respiró profundamente, unas cinco veces, antes de finalmente darse el coraje suficiente mentalmente como para agarrarlo y abrir la puerta.

La oscuridad y el silencio reinaban allí dentro y un escalofrío la recorrió de arriba abajo instalándose detrás de su nunca como un molesto recordatorio de sus temores, esa no era una buena señal. Cerró los ojos, para intentar calmarse y respirando profundamente se adentró en la penumbra. Sin abrir los ojos escuchó el ruido de la puerta al cerrarse, ya no tenía escapatoria.

Dejó escapar un gritito entre sorprendido y nervioso, al sentir un cuerpo cálido y firme tremendamente familiar amoldarse al suyo, apretándola contra la puerta. Sintió la nariz de Blaise aspirar detrás de su oreja, como siempre hacía, extasiándose con su esencia. Lo escuchó jadear y sisear de placer al tiempo que acariciaba el cuello de la pelirroja con la punta de su nariz. Ginny comenzó a respirar superficialmente, esas caricias tan familiares le parecían muy lejanas en sus recuerdos, sintiendo que un abismo los separaba desde entonces. Sintió las manos de Blaise recorrer sus costados hasta posarse en la parte de atrás de los muslos y levantándola del suelo hizo que rodeara sus caderas con las piernas, logrando que su potente excitación se rozara con la suave tela de sus braguitas. La chica no pudo reprimir un ronco gemido salido de los más profundo de su garganta, momento que Blaise aprovechó para atacar su boca. Introdujo la lengua desesperadamente en su interior, como un hambriento buscando alimento después de días sin probar ni un mísero bocado, repasaba cada recoveco del interior de la cavidad de su boca con ferocidad, sus lenguas se habían enzarzado en un tórrido y húmedo baile, reconociéndose, dándose la más placentera de las acogidas. Blaise empujaba sus caderas cada cinco segundos contra su pelvis, completamente fuera de control, queriendo sentir la humedad que sentía a través de la fina tela de la ropa interior de Ginny en su sensible piel, al tiempo que soltaba pequeños gemidos enriquecidos dentro de su boca. De repente, sintió un salado sabor en sus papilas gustativas e impactado abrió lentamente los ojos, encontrándose a Ginny desbordada, con unas enormes y cristalinas gotas de agua salada cayendo de su mejilla hasta estallar contra suelo. El cúmulo de sentimientos y emociones encontrados había hecho que finalmente colapsara, soltando las lágrimas que había retenido desde que lo había vuelto a ver en el andén 9¾.

- Hey, hey… shh, tranquila. – susurró Blaise, arropando su rostro entre sus manos y posando su frente contra la de ella.

- Yo… tengo miedo, Blaise. – murmuró Ginny, abriendo los ojos que había mantenido cerrados durante todo el rato, dejando escapar dos nuevas lágrimas, que los pulgares de Blaise barrieron – Yo… siento cosas que jamás… que… yo…

- Shh, - la interrumpió Blaise posando el dedo incide sobre sus labios, la intensidad de sus ojos achocolatados la atravesaban, pero no podía apartar la mirada de ellos – Vuelve a cerrar los ojos y olvida lo que has visto, lo que hay en tu interior. – Ginny vacilante lo hizo y sintió como el Slytherin le agarraba las manos suavemente, posando una de ellas sobre su pecho, justo en su corazón - ¿Qué sientes?

El desenfrenado latido del corazón de Blaise golpeaba fuertemente contra la palma de su mano y la apretó en ese punto queriendo intensificar esa sensación.

- Tu corazón. – susurró ella con una voz casi inexistente. Estaba embaucada por ese errático ritmo. Sintió como Blaise posaba su otra mano ahora sobre su propio corazón, el cual funcionaba casi en una perfecta sintonía con el de él.

- ¿Y ahora?

- Nuestros corazones. – dijo abriendo los ojos y encontrándose con los del Slytherin que no habían dejado de mirarla ni un momento.

- Funcionan al mismo ritmo, no podemos desperdiciar lo que nos están gritando. No hemos podido hacer las cosas como es debido, no en ese infierno del que nos hemos librado, pero… déjame hacerlo a mi manera, seducirte, conquistarte… y después podrás decidir si ese miedo era infundado. – le dijo sin apartar las manos de sus corazones, y acariciando suavemente sus muñecas.

- Blaise, eso no es necesar… yo… - pero volvió a posar el dedo índice en su boca, silenciándola de nuevo.

- No vas a librarte tan fácilmente de mí. – dijo Blaise, separándose finalmente un paso de ella y con una floritura exagerada de su varita hizo aparecer una rosa roja en sus manos, haciéndola flotar hasta Ginny – No te arrepentirás, pelirroja.

Y con un tierno beso sobre su frente abandonó esa aula de encuentros clandestinos para perderse por el Castillo, intentando calmar el ritmo de su acelerado corazón y la potente excitación que le había provocado esa bruja que tantos dolores de cabeza le había ocasionado, pero que se había colado bajo su piel como una marca imborrable. Al salir del aula dejó escapar un fuerte suspiro y bufando se internó en la oscuridad de los pasillos.

Ginny se había quedado estática, agarró la rosa que todavía flotaba frente ella y la olió, quedándose sorprendida ante esa fragancia que invadió completamente su sistema nervioso, olía a él. A frescor, chocolate, placer… cerró los ojos para sentir profundamente la esencia y allí se quedó unos minutos más, sin darse cuenta que sus labios componían una cálida sonrisa.


Estaba sentada en uno de los mullidos sillones de la sala común leyendo un libro de pociones, esperando a que Ginny volviera. Era una buena excusa, realmente estaba haciendo tiempo para retrasar lo inevitable, sumergirme en el mundo de los sueños donde Malfoy… ¿casarnos? Dios, la sola idea era totalmente ridícula, pero Hermione Malfoy no sonaba del todo mal, incluso podría decir que imponente.

Sacudí la cabeza ante esos estúpidos pensamientos frutos de horas sin desviar la vista de la minúscula letra de ese libro, intentando buscar alguna solución, por muy asquerosa que fuera, a mi maldito problema onírico. Pero si hubiera habido una solución tan obvia Malfoy la habría encontrado y por ende yo también, pero no quería rendirme sólo por si acaso.

En ese momento el hueco de entrada se abrió apareciendo por el Ginny con la mirada perdida, una rosa roja entre sus manos y una estúpida sonrisa en sus labios. No pude evitar sonreír al ver como no se daba cuenta de mi presencia y continuaba hacia el pasillo de su dormitorio sin apartar la nariz de la flor.

- ¿Ginny? – dije sin poder dejar de sonreír. Ella pegó un brinquito sorprendiéndose ante la presencia de otro ser humano en su idílico mundo y me observó con los ojos ensanchados – Parece que ha salido… ¿bien?

- Yo… ehh… yo… - balbuceó Ginny, interrumpiéndose a sí misma con un fuerte suspiro al tiempo que sacudía la cabeza - ¿Por qué cuando se trata de él parezco un ratoncito asustado? – preguntó acercándose hasta mí, pasándome la rosa que presumiblemente le había regalado Zabini.

Al olerla me paralicé y todo el bello de mis brazos se erizó al tiempo que me recorría un escalofrió por toda la columna vertebral. Olía a menta, a limpio, a…

- Huele a…

- Sí, lo sé, a él. – dijo Ginny con una sonrisa dejándome totalmente confundida – Es un estúpido arrogante.

Amortentia. Maldita y rastrera serpiente, pensé con una enorme sonrisa. Estaba segura que había rociado la rosa con algunas gotas de Amortentia y le había puesto algún hechizo para que no se marchitara y dejar a Ginny suspirando por él, recordándole su presencia constantemente.

- Me voy a ir a acostar, estoy mentalmente agotada. – dijo Ginny finalmente, dejándome momentáneamente conmocionada. Había esperado que esto se alargara por lo menos una o dos horas más antes de tener que enfrentarme a él.

- Sí, claro… dormir… - dije con turbación, pero parecía que Ginny estaba demasiado metida en su mundo como para percatarse de ello. Así que cada una se marchó por uno de los pasillos que conducía a nuestras habitaciones.

Entré sigilosamente en la habitación, sabía que Pansy estaba allí porque la había visto entrar. Esperaba que esa vez si que se quedara y pudiera dormir tranquila toda la noche, sabiendo que no estaba sola y que podía contar con mi apoyo cuando lo necesitara.

Me introduje entre las mantas, apoyando la cabeza en la almohada y con los ojos como los de una lechuza mirando el oscuro techo. Estaba casi segura que me iba a ser completamente imposible conciliar el sueño voluntariamente, cada sueño o pesadilla a la que me enfrentaba cada noche implicaba cada vez más y más cosas, dejándome un sentimiento totalmente desolador al despertar, ya no sabía si quería seguir con eso, pero arrancarme el anillo del dedo había quedado como una opción descartada.

Después de lo que me parecieron siglos revolcándome en la cama sin querer pegar ojo, me levante con un suspiro frustrado, con la intención de salir a la sala común y despejarme para no despertar a Pansy con mis estúpidas tonterías. Al mirar el reloj de mi mesita comprobé que ya era medianoche. Todavía quedaba mucho rato para que amaneciera.

Dando vueltas frenéticamente por la sala común me di cuenta de que eso no iba a servir para nada, tenía los nervios demasiado crispados, por el conocimiento de que en cualquier momento sucumbiría al sueño, adentrándome en esos profundos sentimientos que me hacían sentir esos penetrantes ojos plateados, perderme entre sus expertas caricias que me elevaban a las estrellas para que, al despertar, cayera en caída libre estampándome de frente con la realidad. Pero entonces sus palabras resonaron en mi mente: "Te recomiendo cantidades ingentes de alcohol…" ¿Alcohol, eh? Conocía bastante bien a esas serpientes y estaba segura que debían haber escondido alguna botella de whisky de fuego desde el primer día de colegio en algún rincón de esa sala.

Situaciones desesperadas requerían medidas desesperadas, así que con un quedó "Accio Whisky de Fuego" vi como desde detrás de una de las estanterías salía una botella llena de ese fuerte liquido ámbar en mi dirección. Mirándola recelosamente en mi mano izquierda, dejé escapar un ruidito de frustración y apartando la mirada de la botella la abrí, dándole un fuerte trago que arrasó con mi garganta, reduciendo mi capacidad para emitir cualquier sonido, por lo que mis cuerdas vocales compusieron un ruido ronco y grave totalmente desconocido para mí. Y dirigiéndome hacia uno de los sofás me dispuse a dejar que los efectos de ese intoxicante elixir fluyeran dentro de mí.

Podían haber pasado horas o minutos, pero a medida que el alcohol iba influyendo en mí cuerpo, el concepto del tiempo se iba volviendo más abstracto. Un delicioso cosquilleo invadía mis extremidades y si incorporaba la cabeza el mundo empezaba a dar tumbos. Cada tanto rato se escuchaba el ulular de una cercana lechuza que hacía que soltara una estúpida risita, sin ningún tipo de coherencia. La tapicería del sofá en el que estaba tirada me parecía fascinante, con su relieve y sus intrincados bordados, tenía la cara casi pegada al respaldo del sofá y con el dedo indicie iba repasando los dibujos de la tela, completamente absorta.

Tan abstraída estaba que no escuché acercarse a nadie hasta que una mano se posó en mi hombro, haciendo que pegara un salto del sofá quedando cara al intruso que había interrumpido mi concentración, casi había acabado de repasar uno de los bordados. Unos ojos plateados me dieron la bienvenida a pocos centímetros de mi cara en cuanto me volteé, atrapándome en ellos, logrando que soltara un suspiro sobre su rostro un poco confuso. Alcé la mano y repasé la línea de su mandíbula con el dedo índice tal y como había estado haciendo con el sofá, pero él era mucho más fascinante y suave.

- Finalmente, me he quedado dormida… - susurré sin apartar mis ojos de los suyos, ahora acariciando su ceño fruncido.

- Granger, hueles a… - pero no le dejé terminar de hablar, en un repentino impulso me lancé a sus labios, pillándolo totalmente desprevenido y con la boca abierta, está vez el sueño lo iba a conducir yo. Necesitaba beber, impregnarme, llenarme de él. Parecía enfebrecida, una leona a punto de engullir a su presa. Mañana al despertar ya lo lamentaría, pero ahora… nada iba a detenerme.

Con un gruñido me separé de sus labios, tirando de él hasta sentarlo en el sofá y subiéndome a horcajadas sobre su regazo sin darle opción a ningún tipo de réplica, pasé mis manos por detrás de su cuello, entrelazando los dedos entre el suave cabello de su nuca y le miré a los ojos con una sonrisa perversa. La luz del crepitar de la chimenea se reflejaba en sus dilatadas y oscuras pupilas fijas en mí, tenía el ceño fruncido, la mandíbula apretada y las manos a unos costados apretadas en puños. Esto era extraño, nunca le había visto esa actitud en los sueños, pero recordaba que Pansy había dicho que estaban a punto de cambiar, ¿se refería a esto? Ahora mismo me importaba más bien poco, sólo podía centrarme en esos labios cerrados en una fina línea. Me incline hasta que mi boca quedó a un centímetro de la suya y sacando la lengua repasé sus labios que con mi roce poco a poco se fueron relajando.

- ¿Qué pasa señor Malfoy? Está usted un poco nervioso, ¿no? – susurré sobre su boca, sin dejar de acariciar sutilmente su nuca – Voy a tener que relajarle… - le mordí sutilmente el labio inferior, logrando que emitiera un débil gemido, hecho que aproveché para introducirme dentro, entrelazando su lengua con la mía.

Sabía deliciosamente, tenía un toque amargo, pero a la vez dulce, estaba extasiada, su lengua bailaba contra la mía vacilante, sumisa, dándome todo el control del sofocante beso, logrando que el flujo sanguíneo que corría a gran velocidad por mis arterias se espesara, se calentara, magma líquido fluyendo por mi cuerpo. Deslicé mis manos por dentro del cuello de su camisa, rasgando suavemente con mis uñas sus omoplatos y empecé a dejar un húmedo camino de besos y mordiscos por su mandíbula, labios y cuello. Malfoy tenía la cabeza echada a un lado dándome libre acceso a él, totalmente mío. Incliné la cabeza hacia atrás, completamente deleitada, dejando escapar un gemido desde lo más profundo de mi garganta y moviendo inconscientemente mis caderas contra las suyas.

- Granger, no… no soy de piedra. – dijo dificultosamente con los ojos cerrados y sus manos en mis caderas, deteniendo mi movimiento, pero aumentando la fricción entre los dos.

- Pues a mí me lo pareces. – susurré con un tono de voz ronco, mordiéndole la barbilla y empezando un suave y tentador vaivén de caderas, sintiendo la dureza de su erección contra la sensible piel de mi centro totalmente empapado.

- Joder… - susurró, con un gemido desesperado, aumentando el ritmo de mis movimientos con sus manos. Con un brillo depredador en sus ojos se abalanzó sobre mi yugular clavando sus dientes en la carótida, provocándome un imponente cosquilleo en la parte baja de mi vientre al tiempo que soltaba un gutural jadeo, entrelazando mis manos en su cabeza, estirándole con fuerza desmedida del pelo rubio.

Había liberado al dragón…

- ¡HERMIONE! ¡Apártate de eso, ahora mismo! - ¿Ron? Nunca nadie había interrumpido los sueños… ¿Qué diablos?

Del susto por el espantoso grito me lancé hacia atrás cayendo del regazo de Malfoy y aterrizando con muy poca elegancia contra el suelo. Mi aterrada mirada se dirigió hacia la fuente del sonido, ratificando que, efectivamente, Ron estaba en pie frente al pasillo de su habitación con un pijama ridículo, con la cara totalmente roja y boqueando como un pez fuera del agua. Justo en el momento que las neuronas de Ron parecieron hacer sinapsis de lo que había pasado y se lanzaba con el puño alzado hacia Malfoy, quien estaba con el ceño fruncido una vez más y los puños apretados sobre sus piernas mirándome fijamente con una expresión indescifrable, otra de las puertas se abrió apareciendo por ella Daphne Greengrass, quien rápidamente ató cabos y al darse cuenta de la situación corrió hacia mi amigo, llevándoselo a empujones de allí mientras Ron empezaba a despotricar contra Malfoy.

- Ese hijo de... ¡te vas a enterar, Malfoy!

Mi mirada se había perdido por donde ellos se habían marchado, sentía un importante mareo y mi cabeza estaba totalmente entumecida. Dirigí la vista hacia Malfoy repentinamente, logrando que el movimiento de cabeza me dejara más mareada de lo que ya estaba. No se había movido ni un milímetro, parecía una escultura. Realmente lo que acababa de pasar no había sido un sueño… un nudo se instaló en mi garganta y unas gruesas lágrimas se escaparon inconscientemente de mis ojos.

¿Qué había hecho?

Una potente arcada provocada por el nerviosísimo y la gran cantidad de alcohol que mi estómago soportaba, hizo que echara la cabeza a un lado, vomitando todo lo que había bebido y parte de la cena. Por el rabillo del ojo vi como Malfoy salía de su estado de parálisis y se precipitaba a mi lado, apartándome el pelo de la cara para que no se manchara. Quería apartarlo, pero las fuerzas se habían marchado de mi cuerpo junto a los efectos del alcohol y todo el contenido de mi estómago.

- Vamos, Granger, te llevaré a tu habitación. – murmuró con un tono distante, pasando uno de sus brazos por debajo de mis rodillas y el otro por mi espalda, alzándome del suelo con una suavidad inusitada, sobre todo para su actual estado de ánimo.

Sin oponer resistencia, me acurruqué contra su pecho, suspirando y llenándome de su esencia sin poder evitarlo. Por el rabillo del ojo vi como con un sutil movimiento de varita limpiaba el suelo de la sala común. Caminaba a un ritmo lento, sin dificultad abrió el pomo de la puerta de la habitación que compartía con Pansy y sin hacer ningún ruido me posó sobre la cama. Estaba a punto de darse la vuelta para marcharse sin decir ni una palabra. Le agarré de la muñeca suavemente, pero eso bastó para detenerlo más no para que se volteara a mirarme.

- Gracias, Draco. – susurré casi sin voz, soltándole la muñeca después de acariciársela.

- Duerme, Granger. – dijo impersonalmente y se marchó de allí tan silenciosamente como había entrado, dejándome totalmente a oscuras y con el sabor amargo de haber hecho mal las cosas.

Mi corazón todavía latía a un ritmo acelerado, sentía como la cabeza me daba vueltas y tenía el estómago totalmente revuelto. Estirándome de espaldas en la cama, me quedé mirando el techo. Sus labios, su piel, sus roces, su… ¿todo eso había sido real? ¿Cómo podía haber confundido la realidad con un sueño? ¿Cómo era tan estúpida? O irremediablemente me estaba volviendo loca… ¿Acabaría como Bellatrix?

Un tétrico estremecimiento me recorrió la espalda de arriba abajo, por el simple pensamiento y con firmeza, decidí que mañana encontraría la manera de deshacerme de ese anillo, aunque tuviera que mantenerme despierta a base de Cruciatus. Tenía muy claro que esa noche ya me iba a ser imposible conciliar el más mínimo sueño y mirando el reloj de mi mesita de noche comprobé que eran más de las tres de la madrugada, sólo quedaban cuatro horas para empezar un nuevo día, esperaba que la humillación y la culpa no se despertaran con el nuevo amanecer.

Seguía con la mirada fija en el techo, aunque lo observaba sin verlo. Sus ojos se aparecían frente a mí como una reflejo fantasmal, su mandíbula tensa y sus puños apretados sobre sus piernas. La suavidad con la que me había apartado el pelo de la cara cuando había vomitado, la extremada delicadeza con la me había alzado del suelo para llevarme cual princesa borracha hasta mi habitación. Y aunque su postura y sus gestos eran tensos y medidos, no podía negar que se había comportado como un auténtico caballero, después de haberme lanzado a por él como si fuera Ron en el banquete de Halloween. Sentí como un fuerte rubor se instalaba en mis mejillas y como mis ojos se aguaban.

¿Qué había hecho? ¿Cómo iba a volver a mirarlo a la cara? La noche anterior en la biblioteca ya me había humillado suficiente al darle a entender inconscientemente que era él el dueño de mis sueños, pero ahora le había ofrecido una actuación muy explícita de lo que hacíamos en ellos. Solté un gritito frustrado, escondiéndome bajo las mantas, llevando las rodillas hasta mi pecho y me quedé allí acurrucada, sintiendo los latidos de mi corazón rebotando estruendosamente contra mi caja torácica. ¿Qué iba a hacer ahora? Lo que sentía, fuera real o producto de los efectos del maldito anillo, podría ser un principio de…

No. Ahora no podía ponerle palabras a eso. Ahora debía pensar en cómo deshacerme de ese vacío existencial en el que te sumías si te quitabas el anillo. Si las pociones para dormir sin sueños no funcionaban, una para no dormir debería servir, ¿no? Sabía que los efectos secundarios de ese tipo de brebajes eran nefastos, pero necesitaba usarlas durante un periodo de tiempo para poder encontrar algún remedio en los millones de libros de la biblioteca, de la sección prohibida y si hacía falta le pediría permiso a Kingsley para revisar los archivos del ministerio. No podía seguir así, se me estaba yendo de las manos. ¿Qué sería lo siguiente violarlo en medio del Gran Comedor? Ante ese pensamiento compuse una sonrisa perversa, pero inmediatamente sacudí la cabeza, con los ojos abiertos como platos. Definitivamente o estaba muy borracha o finalmente estaba perdiendo la cabeza.

Entre la tela de las mantas pude ver como la oscuridad iba cediendo ante la luz y poco a poco desaparecía del todo. Con la llegada de los primeros rayos de sol llegaron los primeros nervios para afrontar el día. Iba a tener que ingeniármelas como fuera para evitar a Malfoy el mayor tiempo posible. Sabía que no podía ser eternamente, pero cuanto más tiempo lo retrasara más preparada se suponía que debía estar. La humillación todavía era demasiado reciente. ¿Qué iba a decirle? Que me estaba volviendo loca y que ya no distinguía la realidad de los sueños. Acabaría en San Mungo, como eso fuera de conocimiento público.

Y Ron… me había olvidado completamente de Ron. No, ni hablar. Hoy no iba a bajar a desayunar no quería enfrentarme al enfurecido pelirrojo por haber visto… lo que había visto. Hundí la cabeza más entre mis rodillas, mordiéndome la piel intentando controlar un grito ahogado para deshacerme de esa sensación de estupidez que se había instalado en mí. Estaba segura que decirle "no era lo que parecía, Ron" no iba a ser muy productivo. Estaba con el agua hasta el cuello. Harry lo sabría, Ginny lo sabría, todo el maldito mundo lo sabría.

Escuché como Pansy empezaba a despertarse e intenté quedarme los más quieta y silenciosa posible. En esos momentos me sentía a salvo en mi refugio improvisado y todavía no tenía valor para enfrentar a nadie ni nada.

- Granger, ¿estás despierta? – escuché que preguntaba con un bostezo, mientras se vestía, porque escuchaba el roce de la tela – Como sigas ahí mucho tiempo más llegaras tarde a desayunar, no querrás eso, ¿verdad? – dijo dándome un golpe en la cabera – Bueno, yo me marcho. Tengo que ir con Blaise al despacho de la Directora, ya sabes, fichar como una vulgar delincuente… - al decir eso su voz sonó con un poco de rabia y poco después escuché sus pasos hacia la puerta y como esta se cerraba detrás de ella.

Esperé cinco minutos más, sólo por si acaso y después salí de debajo de las mantas, aunque de manera vacilante. Tenía miedo de ver a Malfoy o a Ron en cualquier momento y en cualquier lugar. Me vestí apresuradamente, decidiendo que el primer lugar al que iría sería a la enfermería y si tenía muchísima suerte y la señora Pomfrey no estaba a la vista podría hacerme con un buen suministro de pociones, pero si estaba sólo podría pedirle una botellita como mucho y soltándole un centenar de excusas. Pero gracias a todas las deidades, la enfermería estaba completamente vacía y sigilosamente me hice con unos cuatro frasquitos de poción.

Y así empezó el transcurso de una semana extraña, complicada y completamente insufrible. Atiborrándome de pociones para no dormir y enfrascándome en las páginas de tomos polvorientos y olvidados de la biblioteca, sin encontrar absolutamente nada relevante. Lo extraño de toda esa situación, fue el insólito y singular comportamiento de Ron, desde el primer momento que lo vi después del fatídico "accidente" con Malfoy, me evitaba tanto o más que yo a él, dejándome completamente descolocada y confusa. Cada vez que nuestras miradas se cruzaban un intenso rubor cubría sus mejillas y desviaba la mirada apresuradamente. Ni Harry, ni Ginny, ni Neville tenían la más remota idea de lo que podía pasarle y eso significaba dos cosas: la primera, que no había dicho absolutamente nada de lo que había visto y segunda, algo le había pasado en ese momento que le impedía contar lo que había presenciado. Lo único que se me ocurría era que Daphne Greengrass tenía mucho que ver en ello, pero acercarme a otra serpiente que no fuera Pansy significaba llamar la atención de las demás serpientes y no me convenía, sobretodo de una serpiente en especial.

Lo que más me estaba costando sobrellevar era evitar a Malfoy. De alguna manera tenía constantemente clara su presencia, sentía su mirada atravesar mi nuca en cada clase, pero por más que mi cuerpo intentara responder a esa insistente llamada, mi razonable cabeza se aferraba con fuerza a la idea de permanecer estática y sin reacción alguna. Todo eso había sido más "fácil" gracias a la inestimable ayuda de Pansy.

Nuestra relación se había afianzado hasta límites insondables. La segunda noche después del "accidente", sobre las cuatro de la mañana Pansy se había despertado inesperadamente a causa de una de sus Pesadillas y me había atrapado con las manos en la masa, más bien en un gigantesco tomo de antiguos y poderosos objetos mágicos. Y después de ver el frasco de poción sobre la mesita de noche había empezado un exhaustivo interrogatorio sobre mi persona. Me había sometido al tercer grado y sin remedio había devuelto todo lo que llevaba dentro. Me había desahogado con ella como no lo había hecho con nadie, ni con Ginny. Le había contado incluso lo de Bellatrix, lo de las iniciales FL, de las cuales no tenía ni idea, y sobre el temor que tenia de acabar como ella. Me había escuchado pacientemente, haciendo sólo las preguntas que creía convenientes, había sollozado sobre su hombro como ella hizo sobre el mío y habíamos acabado aferradas la una a la otra en silencio, pero brindándonos apoyo mutuo. Desde esa noche me ayudaba con la investigación sobre los anillos y sobre todo a evitar a Malfoy, abordándome al final de las clases y sacándome de allí apresuradamente dejando a Malfoy con el ceño fuertemente fruncido, commo venía siendo una constante en él.

Pero hasta entonces lo había logrado.

Ginny y Zabini habían salido un par de veces en esa semana por los terrenos del castillo. En una de esas citas habían ido a volar juntos al campo de Quidditch y cuando Ginny volvió a la sala común con su sempiterna sonrisa estúpida y aunque ella lo negara enamorada, tenía entre sus manos una figurita de una escoba en miniatura hecha a mano por él, o eso iba presumiendo, que en el mango tenía grabado en letra cursiva: "Orgullo de Leona". Porque según Ginny no se había dejado ganar en una carrera. No podía evitar sonreír por la cara que ponía Ginny al explicar sus salidas con Zabini, parecía una chica enamorada y feliz, alejada de esa sombría chica que en la que se convirtió después de la guerra.

Y el día de la primera salida al mundo muggle llegó con mucha menos emoción de la que habría esperado cuando orquesté todo eso. Ginny y yo caminábamos por los pasillos después del almuerzo, iba contándome una de las muchas anécdotas de Zabini, ¿realmente no se daba cuenta de que estaba totalmente pillada por él? No había ni un tema de conversación que no acabara derivando a esa insoportable serpiente. Ya sabía hasta que numero de calzado usaba… información totalmente innecesaria.

- Por cierto, - intervine para cambiar de tema - ¿dónde está Luna?

- Pues no la he visto desde esta mañana… - dijo Ginny, detenido su perorata sobre Zabini – Estará buscando Nargles. Vayamos a buscarla, dentro de veinte minutos tenemos que estar en el aula de Estudios Muggles.


Los tenues rayos del sol se reflejaban en la superficie del lago creando innumerables destellos de luz. Luna estaba fascinada por ellos, aunque no tanto como con su compañía. Theo. Se había convertido en una constante en su vida y se le hacía difícil recordar cómo era la vida sin su presencia en ella. Debía de ser tremendamente aburrida, pensaba la chica, desviando la mirada hacia su derecha donde Theo también estaba embelesado con los reflejos de luz sobre el agua. Su pecho se inflaba y su corazón se aceleraba con tan sólo dedicarle una mirada, un pensamiento. Creía que eso era lo que su madre le había descrito como amor y aunque le daba un poco de miedo, sentía que no arriesgarse a ello era peor que intentarlo. Su padre siempre decía: "Si no te arriesgas quizás no pierdas ni ganes nada, pero puede que te encuentres preguntándote '¿qué hubiera pasado si me hubiera arriesgado?'" No le gustaría acabar preguntándose eso en su lecho de muerte.

Theo sintió la mirada de Luna clavada en él y lentamente volvió la cabeza, quedándose atrapado por esos enormes ojos tan azules como las aguas del mar. Era perfecta. Su tierna sonrisa siempre dedicada a él. Nunca hubiera esperado alguna luz en su oscuridad y de repente estaba deslumbrado, no veía oscuridad por ningún rincón acechándole, los malos recuerdos de su vida iban quedando opacados por el espectacular brillo que Luna aportaba a su vida.

- Luna, yo… - susurró Theo sin dejar de mirar sus ojos, pero la chica posó uno de sus dedos en sus labios, silenciándolo.

- ¿Me dejarías intentar algo? – le dijo sin apartar el dedo de sus labios.

Theo asintió expectante y sin moverse, vio como Luna inclinaba la cabeza hacia adelante y sustituía el dedo por sus labios, presionando suavemente esa boca que tantas ganas había tenido de besar desde su primer encuentro en San Mungo. Después de la impresión que le causó a Theo sentir el tacto de sus labios sobre los suyos empezó lentamente a moverlos en un ritmo lento y cómodo. Sintió como las manos de Luna enmarcaban su cara, deslizando suavemente los pulgares por sus mejillas.


Después de una intensa búsqueda por todos los rincones del castillo donde generalmente podíamos haber encontrado a Luna, aun no habíamos dado con ella. Ahora estamos en las puertas del castillo y caminábamos en dirección al lago, el único lugar que nos quedaba por buscar. Y como si un rayo me atravesara recordé algo, sintiéndome más estúpida de lo que ya me sentía en esta horrible semana.

- Que estúpidas somos, - dije deteniéndome justo en la ladera de la colina desde la que se divisaba la cabaña de Hagrid y la orilla del lago – le enviaré un mensaje con el móvil. Que completa pérdida de tiempo… - murmuré al tiempo que empezaba a rebuscar el aparato entre los bolsillos de mi túnica.

Ginny soltó una risita burlona al ver las dificultades que estaba teniendo en encontrarlo y desvió la vista hasta el lago, carraspeando incómodamente, con una mueca… ¿incómoda?

- No hará falta, Hermione… - dijo Ginny señalando hacia el lago.

Me giré hacia donde apuntaba, provocando que mi boca se abriera exageradamente. Allí bajo la sombra de un gran árbol a la orilla del Lago se encontraban Theodore Nott y Luna Lovegood compartiendo un tierno beso. La imagen me chocó de una manera que no supe expresar.

- Eh… bueno… ya… marchémonos de aquí. – dije totalmente exaltada, agarrando a Ginny de la muñeca y llevándomela de allí, en dirección directa hacia el aula de estudios muggles. Estaba segura que Luna y Nott sabrían que tenían que estar allí dentro de poco.

El camino hacia el aula fue silencioso, Ginny me lanzaba miradas especulativas, pero guardaba un estratégico silencio sabiendo que no era el momento de indagar en el tema. La imagen de Luna con Nott me había dejado hundida, pero no por no querer que estuviera con él, sino por mí. Un enfado conmigo misma se había instalado en mi pecho, dejándome afligida. ¿Era la única que temía lo que podía pasar si me arriesgaba? Era una cobarde… tenía ganas de llorar y golpearme.

Llegamos al aula de Estudios Muggles sin darme cuenta y al entrar comprobamos que la mayoría de la gente ya estaba allí, vestidos completamente muggles, parecía que todos habían acertado a la hora de vestir, al menos no había nadie haciendo exageradamente el ridículo, Luna era la única que lucía colores extravagantes, pero Ginny y yo habíamos descartado las prendas de ropa que no se considerarían apropiadas así que tampoco era nada exagerado. Pansy me dedicó una intensa mirada al tiempo que arqueaba una ceja y arrastrando a Ginny conmigo me posicioné junto a ella, con una mirada entendió que se lo contaría por la noche. Y en ese momento sentí la esencia de Malfoy justo detrás de mí y un escalofrió me recorrió la columna. Giré la cabeza un poco encontrándome con sus plateados ojos fijos en mí, tan duros como el acero. Y esa vez el estremecimiento fue completamente visible, ya que tanto Pansy como Ginny, volvieron la cabeza hacia atrás, comprendiendo al instante mi turbación y Pansy lo fulminó.

- Buenos días chicos. – dijo la voz de la profesora Walls, saliendo de su despacho. En ese momento aparecieron por la puerta Luna y Nott, cogidos de la mano y con una enorme sonrisa en sus labios y desvié la mirada hacia la profesora de nuevo, sintiendo rabia de mi misma – Os haré una breve explicación de la salida. En breves momentos se activaran esos dos trasladores, - dijo señalando dos volantes de coche viejos y desgastados – que nos llevaran directos a una zona privada y reservada de la estación de Kings Cross, desde la cual nos desplazaremos a un autobús que hemos alquilado y que nos llevara a un cine especial en tres dimensiones en el que veremos una película titulada: "Caminando entre dinosaurios" – al decir eso murmullos especulativos se elevaron por todo el salón y olvidando un poco mi agitación sonreí de manera perversa, iba a disfrutar eso quisiera o no. En ese momento la puerta del aula se abrió apareciendo por ella Charlie Weasley, que se situó junto a la profesora dedicándole una breve sonrisa – El profesor Weasley nos acompañará, tenéis tanto su número de teléfono como el mío en la agenda de vuestros dispositivos móviles, también tenéis un número que está en el despacho de la Directora, por si acaso. Recordad que la magia está prohibida en estás salidas y que se os descontaran puntos si la empleáis. Dicho eso, espero que disfrutéis y que encontréis interesante la tecnología muggle. Situaros en dos grupos de diez y colocaros junto a uno de los dos trasladores. En un minuto salimos.

Malfoy rápidamente arrastró con él a Pansy hacia uno de los trasladores y empezó a susurrarle algo en la oreja. Sin soltar el agarré de la muñeca de Ginny y con el ceño fuertemente fruncido sin dejar de mirar a esas dos serpientes, me dirigí a paso firme al otro Traslador. Giré la cara hacia mi izquierda topándome de frente con Theodore Nott con una enorme sonrisa entre sus labios, mirándome. Arqueé las cejas.

- ¿Qué tiene tanta gracia? – le pregunté con sorna.

- Vuestro espectáculo. – me contestó Nott sin dejar de sonreír.

- ¿Te parezco un bufón? – espeté está vez con molestia y con el ceño de nuevo fruncido.

- Más bien sois una tragicomedia. – dijo, ensanchando todavía más su sonrisa y desviando la mirada hacia el otro Traslador donde ahora Pansy estaba susurrándole algo a Malfoy con el ceño fruncido y los puños apretados. Resoplé de manera despectiva y volví la vista hacia el desgastado volante de coche, que estaba a punto de activarse.

Charlie se había situado en nuestro grupo y lo tenía frente a mí, al otro lado de Nott estaba Luna. Harry, Ron y Neville estaban al lado izquierdo de Charlie llegando hasta Ginny y al lado derecho estaban Jeremy Miller y Kiara Thompson de Hufflepuff y Alissa Simmons de Ravenclaw. En el otro Traslador estaba el resto, plagado de serpientes. ¿Cómo podía sentirse tan cómodo Nott rodeado de gente hostil a su casa? Agh, estos Slytherins me sacaban de mis casillas.

- Sujetaos todos y no os soltéis hasta que hayamos llegado. – escuché que decía la voz de la profesora en alto.

Todos nos sujetamos al raído volante, expectantes. De repente, sentimos el conocido tirón desde detrás del ombligo que nos succionaba y después de lo que parecieron miles de vueltas aterrizamos en una gran sala de espera de una estación rodeada de cristales tintados de negros haciendo imposible la visión desde fuera, pero nosotros podíamos ver a los viandantes caminar apresurados hacía, presumiblemente, sus puestos de trabajo.

Nos incorporamos después del agitado viaje y nos miramos unos a otros, a la mayoría de estudiantes se les veía nerviosos, desconfiados, a punto de adentrarse en un mundo completamente desconocido, sonreí para mis adentros. Vi como Pansy se dirigía en mi dirección y arqueé una ceja, a lo que ella se encogió de hombros restándole importancia y se situó junto a mí.

- Bien, chicos. – llamó la atención la profesora Walls situándose frente al grupo – Desde aquí viajaremos en un transporte muggle para llegar a nuestro destino, serán sólo veinte minutos. Los que hayan viajado en el Autobús Noctambulo sabrán más o menos lo que es un Autobús muggle normal, pero sin ser tan… exagerado. – terminó con una mueca, supongo que recordando alguna mala experiencia – Lo primero que debéis tener en cuenta en el mundo muggle es a tener mucho cuidado con el tráfico, está por todas partes y puede ser peligroso. Las señales luminosas que habrá en cada cruce son las que nos dan el paso. Pero bueno, ahora todo eso es demasiado complicado, con que no os separéis del grupo y vayamos todos juntos, no creo que haya ningún problema. – dijo dando una palmada con sus manos – Bien, pongámonos en marcha.

Harry se acercó a mí, inclinando la cabeza.

- Como en el jardín de infancia, ¿recuerdas? – me susurró, confidencialmente, con tono burlón – Sólo nos falta la cuerda para que no nos separemos del grupo. – ante eso, no pude reprimir una carcajada y los dos nos echamos a reír, intentando disimularlo. Ginny y Pansy nos miraban con las cejas arqueadas. Y Malfoy con el ceño fruncido.

Sacudiendo la cabeza, me giré para seguir a la profesora que ya estaba casi saliendo de la sala y apresuradamente empezamos a seguirla. Charlie cerraba la comitiva. La zona muggle de la estación de Kings Cross estaba abarrotada, parecía el Atrio del Ministerio en hora punta, exceptuando alguna que otra mirada hacia un grupo tan grande de personas, casi absolutamente nadie nos prestaba atención, la mayoría con un teléfono móvil pegado a la oreja y caminando apresuradamente de aquí para allá. Nuestro grupo era grande, pero íbamos juntos, estaba segura que estaban bastante atemorizados, por todo el ajetreo con el que se vivía en el mundo muggle comparándolo con el tranquilo mundo mágico, pero miraban a su alrededor con los ojos como platos capturando cada desconocido detalle que captaban. Malfoy se había situado unos pasos delante de mí con Nott y Zabini, este último parecía el más entusiasmado de todos, cada pocos metros señalaba algo que le parecía interesante dándole un codazo a Malfoy quien le fruncía el ceño, pero aunque intentará ocultarlo bajo su fachada de indiferencia se giraba hacia donde le señalaba con interés mal disimulado y Nott sonreía dedicándole una mirada a Luna de vez en cuando quien estaba con Ginny y conmigo detrás de ellos. Harry, Ron y Neville estaban más adelantados, y detrás de ellos iban Pansy y las hermanas Greengrass.

Al salir de la estación nos encontramos en una enorme avenida llena de taxis y autobuses y gente, mucha gente. El día estaba prácticamente nublado y los rayos del sol eran más bien débiles, estaba segura que al final del día llovería. Unos metros a la izquierda de nuestro grupo había un pequeño autobús, de esos que se alquilaban para excursiones privadas que era hacia donde nos dirigíamos. Al entrar por la estrecha puerta de entrada y llegar al interior del autobús un cuerpo se interpuso entre Ginny y yo, diciendo:

- Tú te vienes conmigo, pelirroja. – y Zabini la arrastró hacia uno de los asientos vacíos al tiempo que me sacaba la lengua y Ginny me lanzaba una mirada de disculpa.

Fruncí el ceño, vi que Luna y Nott también se habían sentado juntos, echando una mirada al fondo vi dos hileras de tres asientos donde estaban en una; Ron, Harry y Neville y en la otra; las hermanas Greengrass y Malfoy. Desviando la mirada hacia la izquierda sin mucha cortesía vi como Pansy me hacía señas para que fuera a sentarme junto a ella. La Slytherin miraba por la ventana, observando el ajetreo de la ciudad.

- Bueno chicos, el viaje durará unos veinte minutos, así que poneos cómodos y disfrutad de las vistas. – dijo la profesora Walls sentada junto a Charlie en uno de los asientos delanteros junto al conductor, quien les estaba dando algunas indicaciones.

- ¿Cómo puede haber orden entre tanto caos? – preguntó Pansy, sin dejar de mirar por la ventana en cuanto el autobús había arrancado y se internaba en las carreteras londinenses.

- Ellos no ven caos. Supongo que es cuestión de perspectiva. – dije con una sonrisa, mirando la multitud de gente caminando por las aceras, los enormes edificios, los coches en las carreteras, los aviones en el cielo y ruidos y más ruidos. Me volteé para mirar al resto, que señalaban por las ventanas observando una cosa u otra – Estoy segura que dentro de poco, estarás muy integrada dentro de ese supuesto caos. No te quiero ni imaginar en la Quinta Avenida de Nueva York o en hoteles de lujo. – finalicé con una burlona sonrisa, cuando se giró para mirarme con un interrogante en los ojos.

- Hermione, ¿qué es lo que vamos hacer allí dónde vamos?

- Bueno, los muggles han desarrollado varios sistemas de entretenimiento para sobrevivir a ese aparente caos que ves ahí fuera. Vamos a probar uno de ellos. La tecnología muggle es tan impresionante que han logrado simular la visión tridimensional humana real. – le dije con una sonrisa misteriosa, logrando que su confusión se acrecentara aún más, pero guardó silencio volviendo a centrar su atención en la ventana.

Ya llevaríamos unos quince minutos en las carreteras, estábamos a punto de cruzar por un puente el río Támesis lleno de embarcaciones, donde justo a nuestra derecha podíamos ver el London Eye, la magnífica noria, una reciente construcción finalizada el año pasado, la mayor del mundo hasta la fecha. En cinco minutos más llegamos a nuestro destino. Delante de nosotros se encontraba el nuevo IMAX en 3D de Londres, otra de las nuevas construcciones más recientes de la ciudad. Un enorme edificio circular de cristal que ahora mismo reflejaba las inmensas nubes grises que adornaban el cielo ese día. Dándole un brillo plateado, como los ojos de Malfoy. Sacudí la cabeza ante ese pensamiento, había llegado el punto de que hasta cosas insignificantes me hacían evocar su imagen.

- Bien chicos, hemos llegado. – anunció Catherine Walls poniéndose en pie y empezando a salir del autobús después de darle las gracias al conductor. Todos la seguimos en fila y nos aglomeramos a los pies de la imponente estructura de cristal, a unos metros de la puerta de entrada – Ahora cuando entremos iremos directamente a la sala donde proyectaran la película. Nos situaremos en dos filas de once, donde nos indiquen, ¿entendido? – se escuchó un generalizado "sí" y la profesora sonrió – Estupendo, vamos allá.

Cruzamos las puertas de entrada en un apretado grupo, quedándonos impresionados por el interior del edificio, una enorme recepción circular nos recibió, el suelo estaba cubierto con una moqueta roja resaltando el inmaculado blanco de las paredes y columnas que rodeaban el lugar. El techo estaba plagado de pequeñas lucecitas que parecían estrellas y que iluminaban delicadamente la sala. La profesora parecía saber perfectamente a donde dirigirse y todos la seguíamos como los patitos seguían a mamá pato; confiados, sin cuestionamientos y fascinados por el nuevo mundo al que se estaban enfrentando. Llegamos a un pasillo recto con diferentes puertas a los lados y seguimos caminando hasta detenernos en la puerta más alejada.

Dos chicas aparecieron desde uno de los laterales y empezaron a repartir las lentes especiales para percibir las imágenes en 3D a todo el grupo. Murmullos de agradecimiento se elevaron por todo el lugar y las miradas confusas a dichas gafas no se hicieron esperar.

- Creía que Potter era el único miope del grupo. – se escuchó la voz burlona de Zabini desde la parte delantera del grupo, alzando sus gafas al aire. Vi como Harry resoplaba despectivamente e ignoraba deliberadamente el comentario jocoso.

- Muy gracioso, señor Zabini, pero estás son unas lentes especiales que permiten al ojo humano captar las imágenes en tres dimensiones. Si no se las pone, no podrá ver nada o casi nada. – le contestó la profesora con una sonrisita y abriendo las puertas de la sala de proyección.

- ¿En serio? – preguntó Zabini a Nott, que situado junto a él se encogió de hombros y agarrando a Luna de la mano se adentró por las puertas abiertas. Así que Zabini también tomó a Ginny de la mano y se encaminaron hacia dentro dejándonos a Pansy y a mí atrás, pues los demás ya estaban entrando.

Nos encaminamos juntas hacia la sala quedando impresionadas por la alucinantemente grande pantalla que nos dio la bienvenida. Según había leído en alguna revista, esa era la pantalla más grande del Reino Unido con unas dimensiones de 26 metros de ancho por 20 de alto haciendo un tamaño total de la pantalla de 540m².

Guau.

La sala estaba iluminada tenuemente con una luz azul eléctrico, dándole un aspecto irreal, como si hubiéramos acabado en alguna especie de nave espacial extraterrestre y estaba vacía, a excepción de nuestro grupo. Se escuchaban murmullos asombrados de la mayoría de estudiantes, podía ver la cabeza rubia de Malfoy con un resplandor azul muy gracioso y no pude reprimir una risita, logrando que Pansy se girara hacia mí arqueando una ceja. Sacudí la cabeza sin borrar la sonrisa de mis labios y agarrando su muñeca nos encaminé hacia más o menos la mitad de la sala donde la primera fila ya estaba completa, así que nos colocamos en la de arriba. En frente tenía a Ginny y Zabini y a Luna y Nott.

Las luces azules se fueron apagando lentamente, dando la señal de que estaba a punto de empezar la proyección. En ese momento vi como Malfoy se situaba justo al lado de Pansy, dedicándola una mirada firme y un sutil movimiento de cabeza.

- ¿Qué? Draco, no… - empezó Pansy, al tiempo que Charlie Weasley la mandaba callar con un sutil movimiento de manos. Así que dedicándome una mirada de disculpa, se levantó de allí enviándole dagas a Malfoy con los ojos que sonreía triunfante y se situó en un asiento más hacia la izquierda, dejándole su sitio a él.

Me tensé visiblemente, seguramente con una expresión lo suficientemente elocuente como para que compusiera una sonrisa de miedo lado, burlándose de mí y sentándose a mi lado. Decidí ignorarlo y hacer como si fuera Pansy la que seguía sentada a mi lado y continué centrando mi atención en la enorme pantalla de delante de nosotros que se acababa de iluminar indicándonos que ese era el momento de colocarse las lentes 3D para poder visualizar correctamente la película.

Lo hice observando como los demás también lo hacían y de repente, sentí una mano trepar cual araña por mi muslo. Giré un poco la vista para ver a Malfoy que seguía con su atención fija al frente, pero con una sonrisa traviesa en sus labios. Me removí inquieta intentando desprenderme de su toque con mis manos, pero sólo logré que entrelazara la suya con la mía, mientras seguía acariciando mi muslo, esta vez con mi mano atrapada entre la suya. En la pantalla habían aparecido ya las primeras imágenes aunque todavía nada impresionante, yo sólo podía centrarme en mi mano atrapada bajo la calidez de la de Malfoy al tiempo que me proporcionaba suaves caricias circulares a través de la fina dela del pantalón muy cerca de la ingle. Dios, esperaba con todas mis fuerzas que la tecnología muggle obrara su magia sobre Malfoy dejándolo hipnotizado, sino no sabía cómo iba a acabar eso. Un conocido cosquilleo se expandía desde donde el Slytherin ejercía su contacto, nublando mis sentidos, hacia demasiado tiempo que no soñaba con él, que no hablaba con él, maldita sea, ni siquiera habíamos cruzado la mirada en toda la semana y todo ese acercamiento tan inesperado como secretamente anhelado me estaba desestabilizando completamente.

Respiré profundamente centrándome en la pantalla donde un grupo de exploradores se había adentrado en una selva en la cual se supone había dinosaurios o algo así, realmente no me estaba entrando casi de nada, pero de repente, un desprendimiento de rocas se derrumbó sobre nosotros, la sensación fue tan real que tuve que cerrar los ojos y Malfoy me apretó fuertemente la mano, completamente asustado. Varios gritos se escucharon de entre los estudiantes y un "¡Joder!" muy claro de Zabini. Malfoy todavía seguía apretando mi mano completamente estático, había dejado las caricias. Volteé sutilmente la cabeza en su dirección viendo que con la otra mano también se agarraba con fuerza al reposabrazos y no pude evitar sonreír burlonamente, pero tenía toda su atención puesta en la pantalla.

La tecnología muggle lo había atrapado, como la miel a las moscas, como un niño en su primera vez en el cine. Las caricias habían cesado y aunque nuestras manos siguieran entrelazadas sobre mi pierna, eso podía manejarlo, es más, hasta me… gustaba.

La película pasó a una velocidad insólita, literalmente viajamos entre dinosaurios, podíamos ver ante nuestros estupefactos ojos como Diplodocus, Triceratops, Brontosaurios y un sinfín de especies de dinosaurios herbívoros paseaban justo por encima de nosotros sin inmutarse, casi parecía que pudiéramos tocarlos. Sobrevolamos la selva a lomos de un Pterodáctilo, atravesamos árboles gigantes, cruzamos inmensos lagos a pocos centímetros del agua donde podíamos ver extrañas criaturas sumergidas en las profundidades. Estuvimos casi a punto de ser engullidos por las enormes y afiladas fauces de un Tiranosaurio Rex.

Gritos sorprendidos y carcajadas perdidas se escuchaban por todo el lugar, Malfoy y yo no nos habíamos soltado las manos, de hecho, había acabado acariciando su piel con el pulgar para calmar sus nervios cada vez que algo aparecía en la pantalla que le tensaba, consiguiendo relajarlo aparentemente y de vez en cuando me dedicaba una mirada a través de esas enormes gafas, pero no podía distinguirla y simplemente le respondía con una sonrisa. El miedo que había sentido durante toda esa semana se había ido disipando en esa hora y media. No había sido tan terrible estar con él, podía manejarlo, controlar la situación, ser yo misma. Y estaba feliz por ello, iba siendo hora de enfrentarlo. Basta de huir.

Aparecieron los créditos en la pantalla y las luces de la sala se encendieron de repente, dando por finalizada la sesión. Todos parpadeamos adaptándonos a la nueva claridad. Casi inmediatamente empezaron murmullos entusiasmados, impresionados por la experiencia vivida. Casi no me dio tiempo de lanzar una mirada panorámica para observar las reacciones de la gente, porque Pansy apareció repentinamente con el rostro ruborizado y agarrándome la muñeca me sacó a rastras de allí, hacia donde la profesora estaba reuniendo a los alumnos para ir de vuelta hacia el autobús. Lancé una mirada hacia atrás para ver qué era lo que tanto había perturbado a la Slytherin y vi que justo al otro lado de donde se había sentado Pansy estaba Harry con otro ligero rubor en sus mejillas, totalmente absorto mirando hacia el frente mientras Ron le hacía gestos para espabilarlo. ¿Qué había pasado ahí?

Parecía que Pansy ahora mismo no estaba para ponerse a dar explicaciones, sino que estaba haciendo todo lo posible por salir de allí cuanto antes. El camino de vuelta por el pasillo del cine fue mucho más ameno, menos desconfiado, se escuchaban alegres conversaciones esparciéndose a nuestro paso. Al salir a de nuevo a las calles londinenses el tiempo se había enfriado bastante y pequeñas gotas de agua helada empezaban a caer de las gruesas y grises nubes. Un escalofrío general nos recorrió y vi como varios estudiantes sacaban bufandas y gorros de sus bolsillos y bolsos para cubrirse un poco de ese cambio brusco de temperatura, pero uno llamó mi especial atención. Me quedé sin aliento. Neville estaba sacando una bufanda de color rojo con unas familiares iniciales bordadas. FL.

No, no, no, no…

- Ne… Neville, ¿esa bufanda, esas… - le dije intentando controlar mi angustia, aunque creía que era imposible. La creciente sospecha que se había instalado en mi ser casi no me dejaba respirar.

- Era de mi padre.


¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado como he introducido otras escenas en tercera persona o lo preferiríais de otra manera? Estoy abierta a sugerencias y también ideas de donde queréis ver a nuestros personajes. Esta primera salida ha sido muy light, un primer contacto y la he explicado más o menos como viví yo esa primera experiencia en el IMAX sólo que el de Barcelona y cuando tenía 11 años o así xD

Por cierto, recordad que está historia está basada en el año 2001 y que por lo tanto el London Eye, la noria de Londres estaba ya construida porque se abrió al publico en marzo del 2000 y bueno el IMAX al que van no se abrió hasta 2002, pero podemos hacer una excepción, ¿verdad? ;)

Confío que os haya gustado y espero vuestros reviews :D

¡Mil besotes!

Contestación a los reviews sin cuenta:

SALESIA: Mil gracias por tus apalabras cielOOO, esperaba que lo de Pansy no fuera demasiado, pero me alegra mucho que os haya gustado esa parte, poco a poco profundizaremos más en su pasado y como le ha afectado, pero poco a poco, es una chica que creo que tiende a guardárselo todo para ella, adoptando una máscara, pero lentamente se irá abriendo ;) JAJAJAJA Bueno creo que malinterpretaste las miradas asesinas que le mandaron a Draco, no fue por dejarles el "bulto" sino por molestar a Pansy xD pero bueno, obviamente puede dar lugar a interpretaciones diferentes jajaja y que te ha parecido la escena Harry/Pansy? y las demás? Espero que la larga espera haya merecido la pena y espero que comprendas el porque se me ha hecho tan complicado este cap, entrelazar tantas escenas y los sentimientos de Hermione que ahora mismo son un completo caos, es difícil, pero espero que hayas disfrutado del cap :D El próximo habrá sorpresas, lo que puede que también tarde... ya sabes; siempre nos quedarán las traducciones ;) Mil gracias princesa por tu eterno apoyo y por tus palabras que me tocan la patata de una maneraaaaa... xD te adorooooo (L)

Guest: Me alegra muchsisismo que disfrutaras del capítulo anterior, espero que este también te haya gustado y que la espera haya merecido la pena :D Besotes y gracias por el review!

Angel: Muchsisimas por tus palabras cielOOO, awww sois tan adorables. Al ser la primer historia que escribo tan larga y seriamente me siento super insegura, pero joder, vuestras palabras animarían a un muertoo, sois geniales! Me alegra que la escena de Pansy te pareciera adecuada, tenia mucho miedo de esa escena a veces soy demasiado dramática... xD y bueno que te ha parecido las escenas desde una tercera persona de otras parejas? ¿Lo preferirías de otra manera? Cuéntame y déjame todas las sugerencias que quieras :D En fin espero que la espera haya merecido la pena y un enorme PICASSO!

Monii Lee: Bienvenidaaa :D Me alegra mucho que te haya gustado la historia, es un gustazo recinir tantos comentarios positivos... me dejáis enamorá JAJAJ xD Y bueno, sé que tardo mucho en actualizar y todo eso, pero te aseguro que no voy a abandonar la historia, es complicado hacer una historia tan larga en poco tiempo, además con las traducciones y todo me es imposible, pero aunque tarde muchsisismo nunca la abandonaré es mi primera historia, mi bebé, no podria hacer esooo. jajaj así que no te preocupes :D Espero que la espera haya merecido la pena un poco ;) Besotesss!

Jennifer: Wooow muchas gracias por tus palabras, te como la caraaa ;D Espero que la espera haya merecido un poco la pena con el capítulo kilométrico... xD me ha costado muchooo, en fin disfrútalo y muchas gracias de nuevoo, mil besotes!

Zarahy: Woow, gracias a ti por haber gastado un poco de tu tiempo en comentar la historia, y más si nunca antes lo habías hecho... joder, me siento especialmente especial :D awwww, te comooo (L) Con respecto a la escena de Pansy, no estaba muy segura del impacto que iba a causar... pero me alegro que a todo el mundo le haya gustado, es un alivio jajaja ¿Que te han parecido la introducción de las otras escenas? ¿Lo prefieres de otra manera? Estoy abierta a sugerencias y ideas :D Mil gracias una vez más y millones de besos!

AliceTedy-chan: Bienvenida cielOO! Me alegra muchisismo que te gusta tanto la historia, ya que es la primera que escribo tan larga y es como mi bebé :D Así que muchisimas gracias por tus palabras y te aseguro que aunque tarde en actualizar no abandonaré la historia, espero que la espera haya merecido la pena un poco y que hayas disfrutado del cap :D Mil besotesss!

Karla: Claroo que seguiré con esta historia, pero es complicado armar estos capítulos mi cabeza se anda por las ramas de una manera increible y encima soy muy cabezona tengo que hacerlo como lo tengo planeado sino no me sirve... xD Así que te aseguro que aunque tarde en actualizar no abandonaré este historia, espero que la espera haya merecido un poco la pena y hayas disfrutado del cap, mil besotes!