Habitación 219

Por Katou Yuu

ADVERTENCIAS: yullen, AU, shota-ai (¿?), kawaiiosidad y final.

DISCLAIMER: D. Gray –man pertenece a Katsura Hoshino.


Unos días después, le quitaron el yeso de la pierna a Kanda y el vendaje del ojo a Allen.

Kanda vio como Allen ponía las manos en la cara y corría al baño. Cross tenía cara de extrañeza pero decidió no preguntar, sólo salió con el doctor para charlar.

Kanda caminó hasta el baño y tocó la puerta.

-soy Kanda - pero no hubo respuesta.

- ¿qué tal se ve? - preguntó.

- Vete - fue la respuesta que recibió. Kanda alzó una ceja, suponía que no debía estar tan bien,

- Abre, no te puedes quedar allí todo el día.

- ¡Si puedo! No voy a salir, es horrible. - escuchó la voz casi al borde del llanto.

- No puede estar tan mal.

La puerta se abrió dejando ver al pequeño albino algunos cabellos en su rostro, la herida comenzaba a cicatrizar pasaba por su ojo hasta su mejilla, la puerta se cerró de nuevo en su cara antes de que pudiera decir algo.

- te ves como un guerrero

- ¿qué?

- sí, como si hubieras tenido una batalla con un buen oponente y aunque no te venció, te dejó una cicatriz.

Allen abrió la puerta lentamente, con la mano cubriendo la cicatriz.

- no me quieras engañar... - advirtió molesto

- bueno... ¿un abrazo? - ofreció Kanda con las mejillas rojas.

Allen se lanzó a sus brazos y escondió el rostro en el pecho de Kanda.

Kanda le envolvió en sus brazos, se comenzaba a acostumbrar a tener al menor así, Allen no levantaba la mirada, solo escondía su rostro en su pecho.

- Oye levanta el rostro y mírame - exigió separándole un poco.

El albino lentamente subió la mirada, Kanda pudo apreciar detenidamente la cicatriz en su rostro.

- Ves no tiene nada de malo, así que no bajes la mirada.

- Está bien - dijo casi no muy convencido, no estaba muy orgulloso de tener eso en el rostro.

Kanda miró su yeso del brazo, pronto se lo quitarían también y entonces, no tendría razón para seguir ahí. Hasta ese momento no lo había pensado, los días habían pasado muy rápido y ahora se preguntaba qué tan difícil podría ser volver a ver al moyashi de nuevo. ¿El moyashi estaría bien? ¿Y si volvía a esconderse en el baño y a llorar por las noches?

Yuu había hecho un amigo y ahora tenía que dejarlo. No podía pedirle su teléfono o dirección, su destino con el señor pelirrojo era incierto.

Era situación tan complicada para él, se había querido ir los primeros días del hospital y ahora no quería, casi le provocaba romperse algo más, pero solo sería un capricho que su padre reprendería y de seguro el moyashi no estaría contento con eso.

El día que se temía llegó y entonces tendría que volver a casa.

- ¿Te vas? - Allen se encogió en la camilla viendo que ya tenía una maleta lista con sus cosas.

- Si, pero aun debo seguir viniendo para hacerme algunos chequeos, puedo visitarte.

- ¿Vendrás a visitarme?

- Claro que si ¿cuándo te van a dar el alta?

- No lo sé, Cross no me ha dicho nada - dijo con desagrado aquel nombre.

- Te irás con él ¿no?

- no tengo otra opción - dijo Allen abrazando a Kanda

- toma, mi dirección, ven a visitarme cuando puedas - dijo Kanda y sacó un papel del bolsillo de su pantalón y se lo entregó.

-¡sí! - se quedaron así hasta que el padre de Kanda llegó por él.

Kanda se despidió con un "Nos vemos pronto"

Sin embargo, cuando Kanda y su padre visitaron el hospital, Allen ya había sido dado de alta. Tampoco lo visitó.

No supo de Allen, casi siempre estaba pendiente por la ventana de que el niño le viniera a visitar pero con el tiempo se dio cuenta de que Allen no vendría, quizás no le volvería a ver más, Alma solo le daba palmaditas a veces, con el tiempo había perdonado a Allen por lo que había ocurrido esa tarde.

Kanda ya había crecido y era todo un estudiante de preparatoria, encajaba en ese perfil de chico callado y genial, algunas chicas solo se dedicaban a observarle en silencio, no solía hablar mucho con la gente, más bien solía infundir miedo en ellos, de vez en cuando buscar algún pleito después de todo eran sus contendientes quienes quedaban adoloridos, aun así Alma no se había apartado de él, era mucho más fuerte que el odio el y su desagradable mayonesa.

Después de la ceremonia de apertura, Alma y él fueron a su salón. Otro día aburrido, el último año que tendría que soportar la escuela. Tomó una silla y se apoyó en el respaldo mirando el éxtasis de sus compañeros al volver a clase. El maestro entró y comenzó con su presentación, todos corrieron a sus lugares.

En la fila de al lado, pero un lugar más adelante, un chico de cabello blanco se sentó.


NOTAS:

Llegamos al final de esta historia. Sé que no lo anticipé, pero me pareció que esta era una buena forma de terminarla, con una pequeña promesa de que esa pequeña amistad podría revivirse.

Agradezco sus lecturas y el entusiasmo que pusieron en cada comentario para que este fic continuara hasta el día de hoy. Espero que lo disfrutaran, aunque no hubiera ninguna escena subida de tono jejeje. Abrazos a todos y espero contar con ustedes para que le den oportunidad a mi siguiente proyecto.

Por cierto, una nota aclaratoria para Guest y Nikona. Yo encontré la enfermedad de Kanda como "Insensibilidad congénita al dolor" y de ahí partí para la historia, lo busqué y, en efecto, también se llama Analgesia congénita. Desconozco si hay alguna diferencia en el uso de los términos, al menos en lo que a síntomas se refiere, pero tienen la misma base: no se siente dolor. Bien investigado ;D.