Forzar una sonrisa siempre era una tortura para ella, tener que sonreír y ser gentil para los clientes era aún peor.

Estaba estresada por toda la tarea que le habían dejado en la universidad, nadie la ayudaba para poder terminarla, por otra parte tenía que trabajar en el café que había logrado abrir con Yomo, los dos juntos habían creado una vida que no tenía nada que ver con la que era hace dos años. El solo recordar le dolía hasta el alma, nadie de sus amigos de Anteiku había sobrevivido, ni si quiera Kaneki.

"Ese idiota" pensó débilmente, sacudió la cabeza un par de veces porque siempre que pensaba en el dolor terminaba llorando como una niña de cinco años, ella tenía 20 años y tenía que pensar con la mente en blanco, todavía había esperanzas, necesitaba tenerlas.

Pero tenía que tener que habían pasado dos años desde que todo paso, no tuvieron noticia de algún sobreviviente y hasta el mejor amigo de el idiota de Kaneki estaba perdido, si un hermoso final para ella, se dijo con amargura.

– ¿Touka? –Se giró a mirar a Yomo –ve a atender a los clientes.

–No me lo tienes que recordar –gruño –más trabajadores seria de mucha ayuda.

–Sabes que sería peligroso.

No respondió y salió como siempre, sonrisas fingidas y atenta amabilidad era lo que tenía que hacer por unas cuantas horas para después irse a estudiar o hacer alguna cosa más interesante. Yomo estaba preocupándose de más con eso de contratar a personas que no fueran ghoul, ellos eran capaz de pasar como humanos comunes y corrientes.

–Estas de mal humor –le dijo Yomo cuando ella tomo unas tazas de café que tenía que entregar.

–Estrés –dijo –lo de siempre.

Y salió sin esperar respuesta, entrego su orden sin ningún problema.

Miro a todos lados para Temblar levemente, había un olor que le llamaba la atención, tenían que ser solo cosas de su cabeza. Se giró a ver la cara de Yomo, lo conocía lo bastante bien para saber que estaba sorprendido y parecía ingenuo.

Él se percató de su mirada en él y le frunció el ceño.

– ¡Oye! ¿Cuántas veces te he dicho que?... –Yomo empezó, pero ella sabía como terminaría la frase así que lo interrumpió.

–Debes darle la bienvenida a los clientes –dijo apareciendo con otra sonrisa falsa.

Se quedó de piedra y la respiración le fallo, un chico estaba delante de ella y la miraba atentamente, su cabello era negro en algunas partes y blanco en otras y su cara.

Su cara era idéntica a la de Kaneki, de repente todos los buenos modales o estudiar si quiera se le olvidó de su mente.

–Por favor síganme –forzó su voz, nunca antes en la vida le había costado demasiado esfuerzo.

–Claro señorita –el chico sonrió cortésmente, era su voz.

Tenía que salir de ahí, si no, sus recuerdos del pasado llegarían mil veces más fuertes que de costumbre, se fue rápidamente a esconderse en la cocina para calmar sus nervios después de haberlos acomodado en su mesa.

No, no, repetía mentalmente, él no podía ser su Kaneki. Estaba diferente y parecía mucho más feliz de la última vez que lo vio hace casi tres años. Miro por la venta y observo que Yomo estaba sentado en su mesa, él también se percató del gran parecido, luego se levantó y camino en dirección a donde estaban sentados los tres chicos. Sintió una punzada de celos al ver a aquel chico tan parecido a Kaneki rodeado de otras personas, parecía tan cercano a ellos.

–Se lo que piensas –le dijo Yomo cuando entro –yo también lo hago, se parecen demasiado.

–Pero no parece acordarse –murmuro –es como si no supiera quienes somos, es como si Kaneki no existiera, además solo puede ser alguien que se parece a él.

–No sabemos que paso con él, no supimos y ni siquiera nos atrevimos a buscarlo, pero si el chico de aquí es Kaneki tuvo que pasar algo para que no nos recordara.

– ¿Qué pidieron? –dijo antes de que su cabeza explotara.

–Tres tazas de café –contesto con aparente seriedad.

Touka respiro profundamente y observo como Yomo preparaba el café, era la primera vez que hacia café para alguien más que no fueran ellos y Hinami, coloco las tres tazas y se preparó para su encuentro.

–Aquí tiene –volvió a sonreír –espero que les guste y siento hacerlos esperar.

–Gracias –dijo un chico que tenía un parche en el ojo –huele delicioso.

–Receta de la casa –contesto en un susurro –cualquier cosa avísenme.

Se marchó no sin antes mirar de reojo al chico, miraba profundamente el café como si fuera algo que tuviera que recordar eso solo la hiso atormentarse más. Se quedó callada y escuchaba atentamente la plática de los tres chicos, parecían diferentes.

–La nariz de Kagune de Sassan no es poca cosa. ¿Cierto? –se quedó muda de la impresión, ¿acaso eran Ghouls?

–Si esta sabroso –murmuro el que debía ser su Kaneki – ¿Eh?

Miro de nuevo la mesa donde estaban cuidando de no ser descubierta, el estaba llorando, no supo porque lo hacía pero no le importo, tomo un pañuelo y de nuevo se dirigió a la mesa.

–Sassan ¡Exageras! ¿Es un tipo de broma? –el que había hablado era el chico rubio.

–No sé qué me pasa –le tendió el pañuelo he intento que su mano no temblara, el chico lo tomo y comenzó a limpiarse las lágrimas, se parecía tanto a Kaneki y tenía su esencia.

–Ah lo siento, realmente esta delicioso –le dijo después de unos segundos.

Como respuesta sonrió, sabía que su sonrisa era triste y era lo que sentía en el fondo en estos momentos

–Realmente gracias –respondió y se dio media vuelta.

Ese día no durmió, no paro de pensar. ¿Podría ser acaso que al fin lo habían encontrado?