Disclaimer: Los personajes protagónicos aquí mencionados son propiedad de Naoko Takeuchi. Su uso en mis historias es con fines de entretenimiento libres de lucro.


¡Hola, mis queridos sailor lectores! Mucho tiempo sin vernos por acá, lo sé... ofrezco una disculpa por la demora, pero en compensación les entrego el que es, hasta ahora, el capítulo más largo de esta historia. De verdad espero que lo disfruten.


*´¨)

(¸.•´ (¸.•` ¤

Casi no podía respirar y no sabía exactamente a qué se debía. Bien pudo ser mi nerviosismo o el ceñido corsé que llevaba puesto. Nunca supe descifrarlo.

¿Qué habrá sido, Kunzite? ¿Sería tu llegada la razón?

Seguramente eso fue, eso y mucho más.

Luego de la gran fiesta que se llevó a cabo en las dependencias del castillo del Reino Dorado, en la cual se celebró el voto romántico entre la Princesa Serenity y el Príncipe Endymion, la alianza y comunión entre la Tierra y la Luna se hicieron válidas tal y como los monarcas de ambos mundos habían prometido con tanta solemnidad. No puedo recordar mayores días de felicidad excepto aquellos. Éramos uno solo y a la vez legión. Sin duda alguna fue la mejor época de nuestras existencias pasadas.

Frecuentábamos con plena tranquilidad y consentimiento aquella joya azulada de nuestro horizonte. Pudimos disfrutar de sus verdes prados, su cristalino cielo y fresca atmósfera sin los recelos o temores que anteriormente llevábamos a cuestas. Nuestros príncipes eran dichosos y nosotros, la escolta de Serenity y los guardianes de Endymion también. Gozábamos abiertamente de nuestra compañía al grado de convertirnos en un compenetrado grupo de amigos, donde muchas veces dejábamos las formalidades de lado para a cambio dedicarnos a compartir feliz y transparentemente. La confianza y cariño fluía entre todos de manera espontánea y auténtica. Fueron días idóneos para agradecer el milagro de vivir.

Algo similar ocurrió entre los demás habitantes de ambos reinos. Poco a poco la gente de la Tierra y la Luna se fueron conociendo, confiando y creyendo uno en el otro, en las distintas actividades de recreación que programábamos. Parte de los beneficios de ese renovado vínculo nos permitía organizar distintas ocasiones de encuentro y por supuesto, las aprovechamos. Claro está, tanto en el planeta vecino como en el nuestro, existían ciertas personas fuertemente arraigadas a las tradiciones de antaño que no veían con buenos ojos aquel lazo tan estrecho. No los juzgamos pues el cambio de las normas por siempre conocidas fue gigantesco. No obligamos a nadie a creer en este nuevo sueño y menos a colaborar fervientemente en su concreta realización, pero siempre, como un deseo oculto, fue mantener viva la ilusión de que, más temprano que tarde, absolutamente todos se harían parte del nuevo mañana.

Fue así como el tiempo pasó con desmesurada rapidez. En un abrir y cerrar de ojos los meses habían pasado y con ello un día especial llegó al fin: el cumpleaños de la Princesa Serenity.

El primer y poderoso recuerdo que tengo de aquella ocasión es el estar en la habitación de Jupiter, quien amablemente se había ofrecido a ayudarme en todo lo que comprendía mi preparación para lo que vendría después. Ciertamente mi destreza era inmensa si se trataba de ayudar a la Princesa, sin embargo, irónicamente a más no poder, cuando se trataba de mí misma no corría la misma suerte. Mis dedos se hacían un nudo, no podía siquiera atar bien mi cabello ni menos la vestimenta. Ni hablar del maquillaje o el uso de accesorios, eso era un desastre anunciado.

—¿Estás segura de que está bien ahí? —preguntó mi amiga, mientras tiraba suavemente las cintas de mis ropajes.

—Creo poder soportar un poco más. Adelante —expliqué al poner las manos en mi vientre y sentir cierta soltura en la prenda.

—No abuses —advirtió—, puede que más adelante te quedes sin respiración y no sería una buena idea que te desmayes a la mitad del baile. Recuerda que después tendré que ponerte el armazón, ¿habías considerado el peso extra y el esfuerzo que deberás hacer?

—Todo dolor tiene hoy justificación. Por mucho que sufra debo verme realmente bien —puntualicé vanidosamente.

—Pues bien, aquí voy —anunció y con ello la fuerza que ejerció en mí fue brutalmente fuerte.

—¡Ay! ¡Me lastimas!

—Te lo dije —fijó con simpática soberbia, Jupiter.

—Sigue apretando pero hazlo lento. No hay necesidad de matarme —bufé.

—¡Está bien, está bien! Así lo haré pero promete quedarte quieta —sonrió entre su respuesta.

Rodé los ojos y mantuve la boca cerrada. No necesitaba discutir con mi compañera con tal de dejarle en claro la suma importancia que tenía para mí el lucir realmente linda. Vería a mi novio, Kunzite, después de algunas semanas de mutua ausencia. Según me había comentado Zoisite, él había enfermado y por ello no pudo visitarme en aquel último tiempo, lo cual también se extendía al impedimento de que le fuese a ver por miedo a que yo también fuese aquejada por alguna enfermedad y por más que expliqué que la salud de los habitantes del Milenio de Plata era distinta a los de la Tierra, Zoisite y sus compañeros se mantuvieron firmes en la prohibición de acercarme a su líder. Lo extrañaba más de lo que mi paciencia y sentimientos soportaban. Me urgía estar a su lado, esa era la definición. Él ya me resultaba urgente, necesario o incluso vital para poder sentirme plena y feliz.

La ansiedad, como ya era costumbre, me carcomía hasta lo más hondo de la consciencia. Ni siquiera el punzante dolor en mis costillas me hacía olvidar el nerviosismo que traía conmigo, así que en un esfuerzo por dirigir mis pensamientos a otro punto de atención, tomé lo que creí un libro cualquiera que estaba sobre el tocador de Jupiter. Lo abrí sin cuidado alguno, elegí una página al azar y comencé a leer lo que allí estaba escrito.

En ese instante no fue el corsé lo que me dejó sin habla, sino que el contenido de lo que finalmente era el diario personal de mi compañera.

Había sobrepasado el límite y por ello, un exceso de información golpeó poderosamente mis retinas.

Lo correcto habría sido dejar aquel diario de lado y simular que nunca supe de su existencia, pero mi lado infantil y también el chismoso, los cuales hasta el día de hoy traigo conmigo, fueron lo suficientemente fuertes como para susurrarme que debía continuar leyendo y de ser posible, sin parar.

Lo hice.

«Incluso después de haber sabido toda la verdad, no entendía por qué Serenity y Venus habían escapado tantas veces del palacio con tal de ir al planeta Tierra, pero todo cambió cuando finalmente tuve que encarar mi verdad y aceptar que me había enamorado perdidamente de Nephrite. Fue así como entendí al fin esa imperiosa y rebelde necesidad, ese temerario impulso y secreto deseo…»

Oh mi Dios…

¿Por qué no me lo había dicho? ¿Era justo que ella ocultara esos sentimientos hacia Nephrite tras haberle confesado los míos por Kunzite?

Después le reclamaría ya que en ese instante, era más importante seguir husmeando en sus secretos.

«Hemos pasado semanas viéndonos en secreto al anochecer. No ha sido tarea fácil poder ir con sigilo para no ser descubierta, incluso me gustaría poder decirle a alguien todo lo que hago y pienso, tanto para ser comprendida como ayudada pues realmente no es sencillo huir del Milenio de Plata sin ser vista. Debo ser sincera y decir que no sé cómo Serenity pudo hacerlo por tanto tiempo. Siento un renovado respeto por su intrepidez y convicción»

¿Había leído bien? ¿Se iba al anochecer? ¿Qué quería decir eso?

Me enteraría solo si proseguía con la lectura.

«Mi parte del plan estaba hecha y deseé con toda mi alma que la de Nephrite también. Era nuestro secreto, nuestra más grande insolencia y a la vez la promesa más sublime dedicada a nuestro amor. Esa sería la noche, nuestra gran oportunidad para…»

—¡Qué estás haciendo, pequeña tramposa!

Su grito logró hacer saltar mi corazón y cuerpo. Giré horrorizada y avergonzada al saber que había hecho mal, pero no pude evitarlo… aunque bueno, tampoco hice un gran esfuerzo, pero era entendible, ¿no es verdad?

Solté su diario como si hubiera estado hecho de fuego. Jupiter dejó de lado las amarras del corsé y se abalanzó brutalmente sobre su pertenencia para recogerla. Le limpió como si mis manos hubieran sido sucias e infames garras, unas no dignas de tocarle y tras esto, la llevó a su pecho como si en él quisiera incrustarlo. Su mirada era una mezcla de horror, ofensa, desafío e ira sin igual. Temí que en cualquier momento dicho diario terminaría aterrizando sobre mi cabeza tras semejante invasión a la privacidad. De haber sucedido, no había objeción alguna que hacer por mi parte.

—¡Te juro que no sabía! ¡Te lo juro! —repetí temerosa, entrecerrando los ojos.

—¿Acaso no te diste cuenta que era mi diario tras leer el primer renglón? ¿Eso es lo que estás diciendo? —lanzó en mi cara sus dichos, ofuscada.

—¡Perdóname! —supliqué al borde del llanto nervioso—. Sé que soy una mala amiga, la peor de todas. No debí leer tus asuntos personales, ¡no debí hacerlo!

—¡Ya, ya…! Está bien —secundó ella con un dejo de consternación en su voz. Al parecer mi reacción le había sorprendido más allá de la cuenta.

—¡No, no está bien! —continué sollozante.

—Pues no, no lo está pero tampoco es para tanto, eso creo.

Siempre admiré esa capacidad que Jupiter tenía para ceder ante algo o perdonar a quien estimaba si le veía triste. Nunca fue soberbia ni malintencionada sino que todo lo contrario, incluso cuando su apariencia exterior señalase que se trataba de alguien sumamente inaccesible o incluso violento, su amabilidad y nobleza eran infinitas.

Teniendo todo el derecho de reprochar mi actuar, terminó consolándome y prestando su apoyo al ver mi real arrepentimiento.

—Al menos dime que no leíste más de la cuenta —pidió con un aire de seriedad entremezclada con picardía.

—No alcance, ¡digo!, o sea… no leí algo mayormente comprometedor —yo y mi gran habilidad de enredarme con las palabras.

—Si es así, como castigo no te contaré nada de lo que pensaba decirte un día de estos. Es lo más justo, ¿no te parece?

—¿O sea hay algo que contar? —indagué sin deseo de evitarlo.

—Pues la verdad es que… Nephrite y yo nos reunimos a solas un par de veces.

—¿Y qué pasó? —inquirí ilusionada por saber los detalles.

—Hice lo que hace mucho tiempo deseaba, ¿sabes?

—¿Qué fue eso?

—Quejarme de ti con alguien por chismosa e impertinente.

—¡No seas así! —exclamé entre risas ofendidas. Jupiter se había burlado de mi inteligencia. Ella simplemente lo hizo por haber sido la ganadora en la conversación.

Resignada me di vuelta a la vez en que negué de lado a lado tras haber sido víctima de la astucia de mi querida amiga. No tenía derecho a quejarme. Su jugada fue, algo cruel quizás, pero merecida.

—Prometo no volver a hacer tonterías —le susurré tras algunos segundos.

—Y yo prometo que pondré un candado en mi diario. Y no, claro que no te daré una llave.

—Por supuesto que lo sé —me reí a fin de cuentas tras su particular aclaración.

—Si el ánimo me cambia, tal vez te termine de contar sea cual sea el relato que hayas iniciado por leer. No prometo nada, pero lo pensaré seriamente —agregó entre sonrojos, los cuales pude advertir por el reflejo del espejo que estaba frente a las dos.

—Lo dejo a tu criterio —respondí todavía algo apenada.

—Ahora cambiando el tema, debo anunciar con orgullo que tu corsé ya está listo, ¿sigo con lo que resta o…?

—No, habíamos dicho que tras esto yo te ayudaría con el tuyo. Después vemos cómo nos las arreglamos para ponernos los armazones. Quizás necesitemos colaboración extra.

—Se supone que Mars vendría pronto y también Mercury, ¿qué habrá pasado? —preguntó.

—Deben estar con Serenity, al menos eso creo —contesté veloz.

—Lo dudo —enfatizó—. Tenía entendido que a ella la ayudaría personalmente la Reina junto a un par de chicas, un par o más.

—Entonces deben estar viendo los detalles de la decoración del salón principal.

—Pero tú ya habías resuelto todo eso, ¿no era así? —inquirió dubitativa.

—Lo hice, pero considerando que Mars tendrá un rol bastante protagónico es normal que esté supervisando ciertos detalles personalmente.

—¡Es cierto! —exclamó Jupiter, contenta al recordar el por qué—. Debe de estar muy ansiosa por mostrar su regalo y dar a entender el gran significado de este.

—Y eso me recuerda que aún debo envolver el mío así que manos a la obra, no hay tiempo que perder.

Dejamos así las bromas al margen y nos adentramos de lleno a nuestras tareas. Si bien nuestro esquema estaba avanzando dentro de plazos razonables, no debíamos darnos el lujo de quemar un segundo en vano. Todas habíamos puesto mucho esfuerzo, corazón e ilusión en que la fiesta fuera un éxito y seguiríamos con tal ideal hasta el final.

*´¨)

(¸.•´ (¸.•` ¤

Jupiter había tenido tanta razón…

El corsé me estaba matando y el peso del resto de mi vestimenta no ayudaba a sentirme mejor. Mi cuerpo comenzaba a doler incluso antes de que los invitados llegasen al palacio, sin embargo podía sentirme satisfecha al saber que lucía tal y como había esperado.

Recuerdo con mucho cariño que mi amada Reina Serenity no escatimaba en atenciones o detalles si se trataba de mí o mis compañeras. El trato que ella sostenía con nosotras no difería demasiado del que tenía con su propia hija pues muchas veces expresó que tenía un cariño similar por todas, siendo esto algo que no solo relucía en palabras sino que también en hechos.

Con su acostumbrada dulzura y sabiduría, supo que la velada no solo sería importante para la Princesa como tal sino que también para quienes fuéramos su escolta, por ello mandó a elaborar hermosos vestidos para cada una, pero lo que los convirtió en un tesoro fue que ella, con sus propias manos, esfuerzo y dedicación, confeccionaría los detalles de joyería de dichas prendas. El resultado fue alucinante. El cariño que profesaba por todas podía palparse y apreciar con profunda devoción.

Mi vestido era inmenso, el más grande que tuve jamás. Su color era el vivo retrato del atardecer terrestre y la pedrería en él imitaba el dorado del astro rey. Las eternas capas de tela que caían bajo mis caderas eran suaves y ostentosas mientras que la parte superior, más sencilla en comparación, era ceñida y vanidosa al dejar descubiertos mis hombros y parte de mi pecho. No cabía duda de que mi figura adolescente comenzaba a sufrir un cambio para así ir en camino a convertirse en el de una mujer. Tras haber apreciado por primera vez en el espejo la innegable acentuación de mis curvas entendí que el tiempo no pasaba en vano, que poco quedaba ya de aquella primera etapa juvenil y que no faltaba mucho para llegar al día en que finalmente podría presentarme ante el mundo como una completa adulta.

Después de haber dejado mi obsequio para Serenity en la mesa que estaba dedicada a tal fin y tras sentirme solitaria al haber permanecido tanto tiempo apoyándome en uno de los pilares del salón, busqué a mis amigas. No fue fácil dar con alguna pues las ansias también habían provocado estragos en ellas, especialmente en Mars, quien tenía algo muy importante por llevar a cabo.

Cuando encontré a Mercury, entendí la ausencia de la guardiana de Marte.

—¿Está muy mal? —consulté preocupada.

—Hiperventilando como no lo hacía hace mucho —me contestó ella, entre susurros.

No era la idea evidenciar el nerviosismo de nuestra amiga.

—Está en su habitación, ¿no es verdad?

—Prefirió ir a tomar aire fresco al jardín trasero. Jupiter está con ella.

Sin tener que proponérselo, ambas corrimos raudamente a través de los pasajes del palacio con tal de llegar a su exterior. Allí nos encontramos con las dos, siendo una socorrida por la otra. Velozmente llegamos a su lado para intentar ayudar.

—¡Denle espacio! —gritó la poderosa sailorde la tormenta—, casi no puede respirar.

—¿De verdad es todo esto tan grave? —consultó Mercury, con una entremezcla de extrañeza y empatía.

—¡Cómo no va a serlo! —bufó furiosa, Mars—. Todos estarán mirándome al mismo tiempo y por si no recuerdan estará Jadeite, ¿acaso no es eso motivo para estar estresada?

—No deberías preocuparte tanto, lo has hecho anteriormente un sinfín de oportunidades —agregué con suavidad en mi voz—. Debes confiar en tu talento y saber que harás algo maravilloso. Prometo que todo saldrá bien.

—No sé —respondió con dificultad—. Temo que no tuve el tiempo suficiente para ensayar, pero principalmente me aterra que algo salga mal estando Jadeite frente a mí. No puedo prestarme para la burla pública, sencillamente no puedo.

—Venus tiene razón —acoté Jupiter—, no vale la pena que estés tan nerviosa por algo que sabes que saldrá bien. Tu regalo será motivo de ovación, ¡ya verás!

—Nosotras estaremos en primera fila aplaudiéndote —añadió Mercury, segura y sonriente.

—¿Ves? No hay nada por lo cual estar mal, amiga —sumé a todo lo anteriormente dicho, tomando la temblorosa mano de aquella nerviosa Mars.

—Se los agradezco —contestó tras algunos segundos tomados con tal de conseguir algo de calma—. Aunque yo sabía que era una mala idea generar un lazo de amistad con un chico ya que son causal de diversas molestias e inquietudes. Nunca debí hacerles caso, fue un error acompañarlas al planeta Tierra, bien me podría haber quedado aquí en santa paz sin molestar ni ser molestada —punzó con cómica altanería.

—Pues no te vi precisamente enojada la última vez que fuimos en grupo —satirizó Jupiter.

—Y tampoco estarías tan contrariada por la presencia de Jadeite si consideraras tu lazo con él solo uno de amistad —dijo entonces Mercury, con insólita soltura.

Mi instinto dijo que debía huir antes de que el fuego de Marte me carbonizara por estar cerca de su guardiana, mas mi vestimenta impidió un escape exitoso.

Solo pude cerrar los ojos y esperar lo peor.

Uno, dos, ¡tres!

¿Cuatro? ¿Cinco?

¡¿Silencio?!

Lenta y temerosamente, los abrí.

Inmenso fue mi asombro al ver los labios de Mars absolutamente sellados. Sus profundos ojos violáceos estaban abiertos a totalidad, absolutamente sorprendidos, y por algunos segundos apenas me pareció verla respirar.

—Jupiter, Mercury, qué hicieron… —comenté mientras sostenía mi frente.

—Bromeábamos —contestaron al unísono.

—Parece que a ella no le hizo mucha gracia, ¿no creen? —añadí, apuntando a la aludida, la cual aún se mantenía silente.

—¿Mars? ¿Sigues aquí? —consultó Jupiter, pasando su mano frente a la cara de nuestra compañera.

—¿Se habrá descompensado? —inquirió Mercury, lo cual me causó una mezcla de indignación y risa.

—Nada de eso. Háganse a un lado —pedí—. Muy bien, amiga, hazlo, sabes que lo quieres y necesitas —dije al llegar a su diestra.

Tomé su mano una vez más y esperé aquello que tenía que pasar.

Y sucedió.

—¡¿Cómo se les ocurre jugar con algo así?! —dejó escapar convirtiendo su furia en un solo grito—. ¿Así se hacen llamar amigas? ¿En serio? ¡¿Qué clase de personas son?! ¡Ya quisiera que ambas estuvieran en mi lugar para así burlarme de ustedes a más no poder! Son lo peor… ¡Lo peor!

Dispuesta a abandonar el lugar con una inmensa indignación decorando sus pasos, Mars se puso de pie, batió sus largos y negros cabellos con desdén y se retiró con la cabeza en alto.

—Ya saben cuál es la segunda parte de todo esto. Soluciónenlo —les dije a mis restantes compañeras, las cuales asintieron con dejos de risa, arrepentimiento y temor.

Resultó obvio saber qué pasaría a continuación: Mars iría en dirección a su alcoba y en el recorrido las chicas buscarían impedirlo, después de eso ella les regañaría un poco más y a la larga terminaría por ceder. Era muy típico pues aunque su personalidad fuese en extremo fuerte, el cariño que había entre todas siempre terminaba venciendo aquellos desencuentros pasajeros. Siempre fue así y recordarlo aún me provoca una entremezcla de suma nostalgia, suavidad y tristeza. Éramos tan distintas y a la vez tan iguales al día de hoy…

Tras el impasse entre mis compañeras regresé al salón central para confirmar que todo estuviese listo y dispuesto ya que no faltaba demasiado para que los invitados acudieran al festejo de la Princesa Lunar. Fue increíblemente satisfactorio ver con mis propios ojos que finalmente el cumpleaños de mi querida Serenity lucía tal y como ella pudo soñar alguna vez. Largos telares de color plata se aliaban a algunos dorados haciendo una interpretación mágica de su figura en las murallas internas y externas del palacio. Las flores habían sido exquisitamente elegidas y ordenadas por doquier y cientos de velas ya se encontraban encendidas. El entorno resultó onírico y fascinante, pero nada se comparó hasta que ella, la joya más valiosa del Milenio de Plata, apareció al fin.

Serenity bajaba acompañada de su madre, la cual también lucía despampanante incluso cuando optase por un atuendo mayormente modesto en comparación al de su primogénita y el nuestro. Ambas descendieron a través de las gigantescas escaleras y las esperé sin poder quitarles los ojos de encima. La preciosura y elegancia que emanaban no pudieron pasar desapercibidas ante mí.

—Venus, ya es hora —anunció la monarca.

Haciéndoles reverencia, les mostré mis respetos.

—Como usted diga, Reina Serenity.

Tras esto, con formalidad me aparté de su camino. Ellas acudirían al balcón principal del palacio para saludar a las personas que, con ansiedad y devoción, esperaban poder observar a la festejada antes de la recepción que se llevaría a cabo. Era una tradición que se cumplía sagradamente en cada cumpleaños de la Princesa, la cual inició el mismo día en que ella abrió sus ojos ante la vida, lo cual fue y siempre sería motivo de orgullo y alegría para todo el reino.

Madre e hija emprendieron rumbo hacia el lugar mencionado y eso me dio a mí una última oportunidad para colaborar. Tan rápido como pude subí para ir a buscar a Mars a sus aposentos, donde ilusamente creí que se encontraba junto a Mercury y Jupiter. La sorpresa que me llevé al saberme equivocada fue inmensa, por lo tanto velozmente fui de puerta en puerta con tal de dar con ellas y decirles que ya era momento de bajar pues la fiesta comenzaría en breves instantes, sin embargo lo que no sabía es que mis compañeras se encontraban en mi recámara, último lugar que imaginé, y que por ende me provocó gran estupor.

—¿Qué hacen? —interrogué en cuanto les observé.

—¡Yo no quería! —dijo Mercury, alimentando todavía más mis dudas.

—Siempre con eso —bufó Mars, satírica.

—Buscaba algún par de pendientes que pudieras prestarle a Mercury, eso es todo —respondió Jupiter, saltando en un acto reflejo.

—Permíteme no creerte —contesté de manera innata.

—¿Serenity y su madre ya fueron al balcón? —inquirió Mars.

—Sí y por eso las estaba buscando —dije sin demora.

—Entonces haré de esta historia una corta: Jupiter dijo que habías leído su diario y estaba buscando algo para poder vengarse de ti más adelante. Encontró en tu closet un retrato de Kunzite y antes de poder hacer mayor comentario llegaste. Ahora bajemos y antes de que digas algo, querida amiga, fue un gusto. Ya después veré qué hago contigo, Mercury, porque no crean que olvidaré sus burlas tan fácilmente. Con permiso.

Y sin más, Mars se retiró de mi recámara con aires victoriosos. Mercury la siguió suplicante y avergonzada mientras que Jupiter, esa Jupiter…

—Venganza es una palabra bastante fuerte. Dejémosla en justicia, ¿te parece?

—No te preocupes —dije, con desenfado—, una pintura dedicada a quien amas no es nada en comparación a las trémulas y pasionales palabras que le dedicaste al tuyo en aquel diario. Te espero abajo.

Volteé triunfante y sonriente, quizás un tanto humillada, sí, pero no por eso triste.

Entre risas, más regaños y algunas burlas, todas terminamos encontrándonos en el salón. Mars ya había dado orden de iniciar al grupo de músicos que había instruido para la velada, la cual en esa ocasión, a diferencia de las anteriores, se trataba de una mezcla entre mujeres de nuestro reino y hombres del planeta vecino, lo cual se dio gracias a la participación y maniobra de los reyes de la Tierra.

Jupiter reenfocó su atención y se acercó a quienes tenían por labor cuidar exhaustivamente todo lo que tratase sobre el banquete de la fiesta. Una vez más les dijo a qué hora y en qué orden debían salir los platillos y cuáles debían ya estar disponibles para los invitados. Por otro lado Mercury hacía una revisión general en el perímetro íntimo de seguridad. Pocos sabían, pues la Reina nunca permitió que muchos manejasen tal información, que en cada uno de los cumpleaños de su hija había un grupo de doncellas especialmente dedicadas a velar por el orden además de nosotras. Estas lucían ante todos los demás como cualquier otro invitado, ya que al igual que estos, ellas podían bailar, comer y disfrutar, todo esto con el fin de pasar mayormente desapercibidas pues en este aparente bajo perfil, estaban facultadas para prestar su ayuda extra en caso de percibir alguna anormalidad, que en caso de existir, inmediatamente nos era notificada con la mayor discreción posible.

Siempre lo dije, la Reina era una gran estratega. Ni siquiera la Princesa contaba con tal información y nosotras, su escolta, mantuvimos siempre el secreto al imaginar que sería lo mejor para su bien.

Tras escuchar la cúspide la algarabía exterior, tanto doncellas como guardianas hicimos formación en la entrada del palacio. Con respeto y formal cordialidad ofrecimos reverencia y aplausos a la festejada, quien venía acompañada por su orgullosa madre, como así también a los distinguidos invitados que hacían ingreso a las dependencias reales. Hecho esto la reina Serenity, dulce e imponente como era su costumbre, se ubicó por delante de los demás y pronunció algunas breves palabras:

—Una vez más quiero agradecer vuestra presencia en esta ocasión tan especial. Por favor, siéntanse a gusto y disfruten la celebración.

Los aplausos nuevamente se dejaron escuchar mientras que mis compañeras y yo dábamos las señales pertinentes para que, en definitiva, el festejo iniciara. Los armoniosos acordes musicales emprendieron marcha siento estos la antesala de lo que vendría después. La gente comenzó a acomodar los presentes dedicados a la princesa en el área dispuesta para ello, siendo todos analizados a grandes rasgos por mí. A cada uno, en nombre de la celebrada, le agradecí los obsequios para después invitarlos a degustar parte del banquete inicial. Prontamente los aperitivos fueron saboreados por todos y las copas llegaban en fila para acompañar. Hasta el momento todo parecía estar en orden, lo cual permitió que me acercase a Serenity, quien aún feliz, parecía algo contrariada.

—¿No vendrán? —me consultó en cuanto estuve a su lado.

—Lo harán. No des espacio a las dudas —dije en busca de su alivio.

—¿Antes del baile? No quiero que eso parta en su ausencia —agregó.

—Mira —pedí tras haber echado un vistazo a la entrada del palacio.

Al fin estaban aquí.

Con una mezcla de recelo y alegría a la vez, con curiosidad por sobre todo, los presentes observaban el ingreso de los reyes del planeta Tierra, quienes eran acompañados por su hijo, el príncipe Endymion, y su escolta.

La dicha rebosó en mi corazón.

Los elegantes visitantes ofrecieron su respeto a la heredera lunar a través de suaves gestos de cariño. En un acto tan sencillo como ese podía percibirse aquel fuerte lazo y respeto entre las partes. Fue sumamente conmovedor.

—Muchas felicidades por tu cumpleaños, princesa Serenity —pronunció el rey Etlio.

—Lamentamos la demora —acotó la reina Cálice—. Nos fue imposible venir antes debido a… ciertos asuntos.

Su frase pudo sonar alarmante, pero no pasó de ser un guiño hacia su hijo, el cual fue víctima de la implacable y juguetona mirada entregada por su madre.

—No se diga que la vanidad es solo cosa de mujeres —bromeó el rey—. Sacar a Endymion de su habitación fue todo un desafío.

—Así sucede cuando los jóvenes están enamorados —dijo la reina Serenity en cuanto se hizo parte de la conversación—, mi hija estaba igualmente ansiosa por lucir bien en este día —reveló.

—Princesa… feliz cumpleaños —dijo tímidamente Endymion, sabiéndose observado por todos—. Ten, este es nuestro regalo para ti.

—No debieron darse la molestia —respondió ella, con modestia.

Me observó extraña y no pude evitar reír. Aquel obsequio debía estar junto a los demás pues así lo habíamos organizado, pero al tratarse este de uno proveniente de su enamorado, tomar otra decisión fue bastante sencillo.

—Ábrelo, pero hazlo discretamente —apunté.

Sencillo fue también para ella acatar mi petición.

Sin demora abrió la cajita de terciopelo plateado y sin decir una palabra, abrió sus ojos con sorpresa.

Innatamente la duda se apoderó de mí y quise saber de qué trataba el interior, mas no podía cometer la imprudencia de abalanzarme sobre ella para husmear. De igual manera mi curiosidad fue aplacada rápidamente gracias a la reina Cálice.

—Es un juego de joyería. La plata representa a tu reino y el oro al nuestro, como así los diamantes blancos y los azules, respectivamente.

—Fue idea de nuestro hijo, lo dejo en claro para que no sea mi esposa quien se jacte del mérito —pronunció el rey, haciéndonos reír.

—Espero que sea de tu agrado —sumó Endymion, sonriente.

—¿Puedo? —preguntó Serenity a su madre.

—Claro que sí —le contestó con dulzura y mimos—. Reyes, príncipe, todos en general, muchísimas gracias por el obsequio. Es sencillamente adorable —les dijo.

—Fue solo un detalle, lo mínimo que podíamos traer para tan gran acontecimiento —respondió el rey.

—Por favor, síganme. Quisiera conducirlos hacia donde se encuentran los aperitivos, bebidas y licores, igualmente me gustaría poder presentarlos como corresponde ante quienes aún no tengan el placer de conocerlos. ¿Me acompañarían?

—Por supuesto, reina Serenity. Le quedamos agradecidos —respondió en nombre suyo y en el de su esposo, Cálice.

Así los tres marcharon, entre solemnidad y complicidad pues el propósito era claro: dejar solo a los príncipes.

Observé con gran complacencia como Endymion ayudaba a Serenity, siendo él quien acomodaba el hermoso collar alrededor de su cuello mientras ella, algo ansiosa, se ponía los aretes con velocidad. Fue lindo mirarles de esa manera hasta que mis ojos fueron reclamados por alguien más, ese alguien que, sin necesidad de tener que estar frente a mí, podía sentir cerca de todas maneras.

—Te ves hermosa, Venus —fue su frase.

—Igualmente tú, Kunzite —dije sin pensar—. ¡Quiero decir que…! ¡No! Hermosa no pues eres un hombre, más bien era…

—Que luzco atractivo, gracias, aunque fuese algo que ya sabía de antemano —añadió con simpática soberbia.

—No hay caso contigo —comenté entre risas y rubor.

—Es bueno poder verlas con otro atuendo que no sea sus uniformes militares. En lo que respecta a ti puedo decir que el tuyo te hace justicia, pero el vestido que usas en este instante es… inspirador.

—La reina nos lo regaló para este día —expliqué mientras acaricia mi pomposa vestimenta—. A mí también me da gusto poder lucir diferente para ti.

—Sea como sea que luzcas, siempre serás la más bella ante mis ojos.

Derretimiento, eso sentí al escucharle hablar.

—¿Trajiste todo? —le consulté.

—Sí. Ya me dirás tú cuándo ocuparlo.

—Dentro de poco, lo más probable —acoté—. Según mis cálculos ya todos los invitados se encuentran aquí, por ende no debe faltar mucho para que inicie el baile.

—¿Y tú? —preguntó.

—¿Ves ese mesón?, el que está ubicado a la derecha juntos a los obsequios —apunté—. Ahí está lo mío, el de mis amigas e incluso de Serenity, también dejamos más para quienes no trajeran lo suyo.

—¿Hace falta todo eso? —dijo entonces, con divertido fastidio.

—Es una fiesta de máscaras, ¿qué crees tú? —pregunté de manera retórica.

Cómica fue su mueca de aceptación.

Tal vez no lo entendía, pero para esa ocasión quisimos hacer algo temático y diferente. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que organizamos una celebración parecida y la actual, obviamente, lo ameritaba.

Prendada de su brazo, Kunzite y yo recorrimos el salón donde se llevaba a cabo la fiesta. Pronto nos reunimos con los demás y terminamos formando el grupo que ya nos resultaba costumbre componer. Compartimos así varios minutos entre conversación, halagos, bromas y demás. Cada cierto tiempo vigilábamos a los príncipes, quienes se encontraban solos a lo lejos, luciendo lo suficientemente cómodos como para no importunarlos.

Ya había pasado algo así como media hora, o más, desde que la fiesta había iniciado. Los presentes charlaban a gusto pero de todas maneras ya se podía percibir cierto ánimo estancado. Mis compañeras y yo sabíamos que era hora de concretar los demás puntos en la lista, también la reina Serenity, quien se nos acercó oportunamente al imaginar lo mismo que nosotras.

—¿Ya saben el orden de lo que sigue? —consultó.

—Sí —respondí—. Serán dos bloques de baile, el primero más breve que el segundo, pues se trata de algo puntual y no queremos que se pierda ese enfoque.

—Entonces son cinco piezas antes de que la demás comida sea servida, me parece bien —asintió.

—Exacto —le dije, concentrada.

—Haré el anuncio —concretó la reina—. Mars, ¿estás lista?

—Por supuesto —le contestó. Como pudo intento disimular su nerviosismo.

—¿Qué harás? —preguntó entonces Jadeite, con entusiasmo.

—Ya verás —pronunció la guardiana de Marte antes de darle un guiño.

—¡Las máscaras! —exclamó Jupiter.

—Vamos a buscarlas —agregó Mercury.

Todo el mundo, al ver correr al par de adolescentes, advirtieron que algo estaba pasando, prestando así su atención. Al estar ambas en el mesón donde las máscaras estaban a la espera de ser recogidas, las doncellas del palacio se acercaron y sacaron las que les tocaban, igual caso la Princesa y más de alguien que olvidara traer la suya. Fue un alivio poder prever que algo así pasaría y ante la duda, dar una ocurrente solución.

Mercury y Jupiter regresaron con lo necesitado, repartiéndolo a quien le correspondiese.

—¿Y bien? —le dije a Kunzite mientras acomodaba mi máscara en el rostro.

—Pues… —titubeó a la par en que hizo lo mismo con la suya—. Y no te rías.

—¿Por qué lo haría? —cuestioné—. Te ves encantador.

—No sé si tomar como halago u ofensa el insinuar que me veo mejor con parte del rostro cubierto —soltó satírico.

—Era lo primero —aclaré—, aunque si quieres pensar que se trataba de lo segundo nada puedo hacer yo —finalicé juguetona.

Me quería contestar, lo pude notar con rapidez, pero tras un sutil carraspeo proveniente de la Reina Serenity todos guardamos silencio en espera que los demás hicieran lo mismo. Habiendo capturado la atención de todos, nuevamente habló.

—Como muchos de ustedes saben, mis queridas niñas, quienes conforman la escolta de mi hija Serenity, son seres dotados de belleza y virtudes infinitas. Para dar comienzo a la primera etapa del baile, Mars nos deleitará con dos piezas de piano creadas por ella. Los detalles se los dará a continuación.

—Muchas gracias, Reina —pronunció mi compañera tras ofrecer una reverencia—. Primero quisiera saludar a todos los invitados junto con agradecer la atención que me regalan. Quiero contarles que el primer vals va dedicado a la Princesa Serenity en su cumpleaños, con la particularidad de ser también ofrecido para su pareja, el Príncipe de la Tierra, Endymion, esto con el deseo de no solo celebrar un año en la vida de mi amiga y protegida, sino que igualmente alabar la grandeza de los sentimientos que profesa a su enamorado. La segunda pieza fue creada bajo la inspiración en todos nosotros, seres lunares y terrestres en comunión, como podemos ver, sentir y disfrutar en esta gloriosa velada. Es mi más sincero deseo el que las disfruten.

Los aplausos fueron ensordecedores. Mars nuevamente se había lucido con desplante y hermosura. Me sentí profundamente orgullosa y mis manos no dejaban de chocar entre sí mientras le observaba tomar posición en el piano.

Con soberbia destreza mi compañera se ubicó frente al instrumento de su predilección. Fue inevitable notar que Jadeite, fascinado, le observaba al borde de la locura. Conmovida me sentí al poder apreciar cuán grandes eran los sentimientos hacia ella, quien, sea dicho de paso, advirtió lo mismo que yo. Lo entendí al verle sonreír de manera cómplice a su amigo, quien era algo más, todos lo sabíamos, pero que ella, fuere por lo que fuere, se resistía a reconocer. Ese día marcó un antes y un después, he de decir también, pues gracias a la música Mars pudo expresar las cálidas emociones que su boca había preferido callar.

Mi amiga miró a sus acompañantes y tras darles un gesto, comenzaron a tocar al unísono.

El primer vals se llamó "susurros de medianoche", haciendo alusión a todas esas madrugadas en las que Serenity observaba desde lejos al planeta Tierra, añorando encontrarse nuevamente con su amor y rezando por su perpetuo bienestar.

Fue hermoso, magnífico e inmortal el instante en que Endymion, enfundado en su máscara, tomó la mano de la Princesa invitándola a bailar. Mi alma se sobrecogió al verlos felices, ajenos del mundo, hechos uno solo.

Como un flash relampagueando en mis recuerdos, miré en lo más profundo de los días de antaño. Por fin, y a vista de todos, ambos se podían amar y corresponder sin miedos o tabúes. Por fin su relación ya no era un imposible y menos una insolencia. Por fin podían ser Serenity y Endymion, almas gemelas que se habían encontrado para no separarse jamás.

Acaricié el brazo de Kunzite para saber que el milagro de nuestros protegidos también recaía en nosotros. Tan real como ellos y su libertad, era nuestro amor.

La mirada que me dio, esa tan suya, tan particular y extraordinaria, me dijo lo mismo en su resplandor.

Dichosa a plenitud me permití también observar a los demás. Los reyes de la Tierra lucían encantados, por otra parte, la monarca lunar se encontraba emocionada, casi al borde de las lágrimas, al ver a su hija tan, pero tan feliz.

Ella y Endymion, distinguidos y encantadores, continuaron danzando al compás de las melodías lideradas por Mars. Nadie quedó ajeno ante el imponente cariño entre los príncipes, quienes seguían siendo contemplados sin que a ellos les pareciese importar.

El momento era solo para los dos, lo supieron y aprovecharon al límite. Ese instante se convertiría en un precioso recuerdo, uno de los mejores, por toda la eternidad.

Al haber finalizado el primer vals la ovación fue instantánea. Mars se puso de pie y agradeció brevemente a quienes le daban su aplauso. Tras esto, notablemente más tranquila y segura de sí, anunció el nombre de la segunda pieza: Comunión.

Dicho esto cada asistente buscó pareja. Yo ya tenía a la mía y, aunque no opuso mayor resistencia, de igual manera arrastré hacia la pista de baile solo en caso de que no accediera fácilmente. Vi también a Zoisite tomar la mano de Mercury como Nephrite la de Jupiter. Jadeite por otro lado no pareció siquiera mínimamente incómodo al no tener con quien bailar o más bien, no tener a disposición con quien realmente quisiera hacerlo. Bien aprovechó la soltura del momento para acercarse al piano y desde ahí idolatrar a quien se había hecho dueña de sus fantasías. Fue lindísimo notar como Mars, al saberlo ahí por ella, parecía acompañarlo en la metafórica danza a través de los suaves movimientos que hacía con sus hombros y cabeza. Él le suspiro, una y otra vez.

Ya junto a Kunzite, deslizándonos con gracia en medio de la multitud, exhalé profundamente apegándome a su pecho. Nuestro ritmo fue más calmo a diferencia del que sostenían los demás, haciendo parecer que el vals solo era nuestra excusa para poder acariciarnos y disfrutar un cómplice instante. Fue enorme el descanso que sentí, mientras soñé que volaba entre sus brazos. Cerré mis ojos y me perdí en ese mundo onírico hasta que la profunda voz de mi enamorado me atrajo a la realidad.

—¿No es lindo? Mira, el Rey Etlio está bailando con la Reina Serenity.

—¿De verdad? —consulté, buscándoles sin demora.

—No me es sorpresa, siéndote completamente sincero —agregó Kunzite—. Lo más probable es que, tras escuchar el propósito que Mars explicó con respecto a su composición, la propia Reina Cálice le dijera a su esposo que, en un gesto que lo expresara también, él acompañara a la Reina Serenity en esta pieza. Es muy significativo saber tu compañera se tomó el tiempo para crear un vals en honor al renovado lazo entre tu reino y el mío.

—Y es que, por muchas cosas, lo que ahora es nuestra realidad es sumamente importante para todos —agregué—. No solo el amor de Endymion y Serenity es libre de ser, sino que también el de nosotros, el que se dio entre los guardianes de los príncipes. Igualmente las bondades de esta nueva alianza brinda sus frutos a los demás y crea un reluciente futuro para las generaciones venideras.

—Hay quienes todavía no lo entienden, pero son la minoría, nada por lo cual hay que preocuparse —acotó—. Más temprano que tarde todos nos embarcaremos a la nueva era prometida.

Él solía estar en lo correcto, pero, hasta ese entonces, no sabía cuán equivocado estaba en ese punto…

—Por supuesto —respondí, reconociéndome ahora ilusa—. Solo nos quedan días de inmensa felicidad por delante.

—Así será, mi amada y hermosa Venus.

No pude evitarlo.

Fue fugaz y diminuto, pero gigantesco de igual manera.

Besé sus labios por solo un segundo y supo a gloria y dulzor, más al sentir el gesto correspondido, tierna y fervientemente a la vez.

Mi cuerpo siguió siendo conducido por el de Kunzite en el íntimo baile. Nunca antes había experimentado el impetuoso deseo de acercarlo hacia mí tanto como me fuera permitido. Comprendí entonces que nunca, jamás, quería tenerlo lejos. Verlo ir era un fuerte golpe en mi corazón y extrañarlo un verdadero suplicio. Así entendí la inmensidad de mi amor hacia él, más que nunca y como siempre.

No supe cuánto terminó el vals con exactitud hasta que mi enamorado detuvo los pasos y aplaudió con entusiasmo a Mars. Algo atolondrada hice lo mismo, cayendo pesadamente al momento en sí. Él se dio cuenta, lo noté en la burla que se lució en su rostro. Me avergonzó, pero a diferencia de otras oportunidades, no me molestó mostrar mi torpeza.

—¿Quieres ir a beber algo? —me consultó.

—Sí, me siento algo sofocada —revelé.

—¿Por qué? —inquirió Kunzite, preocupado.

—Este vestido… —susurré.

—¿Qué hay con él? —añadió a la par en que sostuvo fuertemente una de mis manos.

—Es precioso, pero muy difícil de usar. El armazón me está matando —expliqué antes de dejar escapar un gemido de dolor.

—¿Es solo eso? —prosiguió.

Todavía recuerdo la particularidad de la expresión reinante en su semblante.

—¿A qué te refieres? —pregunté aun creyendo saber el motivo de la insinuación.

—No sé, dime tú —sonrió.

—¿Acaso quieres escuchar que también estoy abatida y sofocada debido a la enormidad de emociones que me provoca el estar junto a ti?

—Justamente —afirmó victorioso.

—Eres un vanidoso. Vamos —respondí entre risas.

—Pero con cuidado —advirtió—. No quiero que te lastimes.

Guiada por él y su atención, ambos nos retiramos de la pista de baile para acercarnos al lugar donde podríamos buscar algo para beber. Él cogió una copa de vino y empapó sus labios con el licor sin mayores preocupaciones hasta que captó mi extrañeza.

—¿Qué? —preguntó con cierto aire de insolencia.

—No sabía que tenían permitido consumir alcohol mientras estuvieran a cargo de Endymion —puntualicé sin poder ocultar el rol de guardiana que brotó en mi voz.

—Él es un niño grande y créeme, yo también lo soy —contestó con sátira—, por lo demás no veo que necesite ser protegido mientras baila con su novia.

—No me hagas sentir tonta —supliqué un tanto apenada.

—No es mi deseo —puntualizó—, pero bueno, respondiendo a tu pregunta, sí tengo permitida una copa de licor en ocasiones como estas, que se llaman fiestas, por si no te habías dado cuenta aún.

—Te pedí que no me hicieras…

—¡Estoy bromeando! —exclamó absolutamente juguetón—. Sé que ustedes no pueden consumir lo mismo que nosotros debido a varios factores, los principales es que son jovencitas que deben procurar cuidar su reputación y, además, estar al cuidado de la Princesa cuando está rodeada de visitas. No eres tonta al acatar las órdenes que te solicitan cumplir.

—¿Sabes? Prométeme que la primera copa de licor que beba será junto a ti. No sé cuándo pueda, tampoco lo deseo pronto, pero sí en algún momento —propuse.

—¿Eso quiere decir que ves lo nuestro como algo a largo plazo? Mira tú, yo, ni enterado.

—Hoy andas increíblemente suspicaz y engreído, ¿no te parece? —reclamé.

—Y tú demasiado sensible —uso como contrargumento.

—Tienes razón —aseguré—. Te extrañé demasiado como para no estarlo. Estos días sin verte fueron horribles y apenas pude soportarlos con cordura.

—No creas que para mí fue fácil —dijo ya más solemne.

—Pues pareciera —solté de un momento a otro—. No me gusta que gastemos nuestro tiempo en un sinfín de jugarretas.

—¿Te enojaste? —consultó, bajando su cabeza para quedar alineada a mi rostro.

—Puede que sí, un poco —confesé mientras asentí.

—Tienes algo… —dijo mientras golpeaba la comisura de su labio con el dedo índice.

—¿Qué cosa? —pregunté alarmada.

¿Sería comida? Imposible al no haber degustado plato alguno.

¿Y si se trataba de mi maquillaje? Tal vez estaba algo corrido.

De pronto Kunzite me tomó por la cintura y me volteó haciendo que su espalda quedara hacia los presentes. Su gran figura me eclipsó, me sentí pequeña y vulnerable, pero por sobre todo confundida.

¿Era tan grave lo que había sucedido en mi rostro?

No, no fue eso sino otra de las jugadas de él, la que en vez de hacerme molestar me sacó una de mis más grandes sonrisas.

Kunzite se convirtió en ladrón al robar uno de mis besos. Fue profundo y rebelde, amplio y particular. Sus labios aun sabiendo agrios a causa del vino, me parecieron refrescantes.

El contacto duró varios segundos. A ninguno de los dos le importó ser visto.

Al separarse de mí, satisfecho, Kunzite acarició el contorno de mi mejilla. Lo miré con dificultad antes de pestañear varias veces consecutivas sin saber qué decirle. Debí toser para ver si así me salía el habla. Costó pero pude.

—Así que se trataba de… —susurre, siendo después interrumpida.

—Sí, tenías un beso en tus labios, uno mío y que me vi obligado a reclamar.

Súbitamente un profuso calor me recorrió de pies a cabeza. Mi pecho se movía rítmicamente en un esfuerzo por capturar más aire.

Esa sensación fue nueva y exuberante. Nunca antes me había sentido igual.

Sin poder asimilarlo con rapidez ni actuar como si nada hubiera pasado, me mantuve en silencio por algunos segundos. Kunzite ya para ese instante se había acomodado a mi lado junto a su copa de vino, disponiéndose a observar todo lo que acontecía en la fiesta.

Qué sencillo fue para él…

—¿Ya me puedo sacar esta cosa? —preguntó, refiriéndose a su máscara.

—Sí, sí, claro… —respondí en cuanto pude.

—Prometo que si volvemos a bailar, me la pondré —mencionó cordial.

—Lo mismo digo —comenté mientras retiraba la mía.

Hubiera lucido algo mal de haberla mantenido en mi rostro mientras mi pareja estaba a cara descubierta.

—¿Ya no te duele tanto?

—¿Qué cosa?

—El asunto del vestido —esclareció.

—Por un instante se me olvidó pero ahora que lo mencionas, sí, todavía me duele, en especial las caderas y los hombros. Esto es muy complicado de usar.

—Ahora entiendo por qué la Reina Cálice tiene varias damas a su servicio para cuando debe ponerse prendas parecidas a la tuya. Parece ser que es todo bastante aparatoso —comentó.

—Demasiado —afirmé mientras suspiraba—. De por sí tanta tela tiene su peso, pero si sumas el tema del armazón y la asfixia que provoca el corsé, pedir que el cuerpo no duela es casi un chiste.

—Al menos hoy no debes cargar con tu espada, eso ya haría todo insoportable.

—Por lo menos las dagas no pesan tanto —confesé.

—¿Qué? —preguntó Kunzite, sorprendido.

—No deberías saberlo, pero en mi muslo derecho hay una daga sujeta a un pequeño cinturón que está sobre la parte superior de mi media. Lo hago así pues no es suficiente con el liguero.

—Impresionante… —susurró a ronca voz.

—No es para tanto —desestimé entre risas.

—Lo es —impuso—. Primero saber que eres una chica peligrosa te hace, y discúlpame el atrevimiento, ser todavía más sensual. Lo del liguero ya solo vendría a reafirmarlo.

Mi comentario no tuvo por propósito sonar de tal manera, pero conociendo cómo lo había tomado él, me causó una extraña mezcla de nerviosismo y vanidad a la vez. Me sentí hermosa y fuerte, lo cual repercutió directamente en mi autoestima.

—Las mujeres de la Luna somos hermosas y peligrosas a la vez. Nunca deben de jugar con nosotras —dije desafiante y presumida.

Cautivos de nuestras miradas, Kunzite y yo continuamos pasando tiempo juntos. A ratos nos tornábamos infantiles, después cómplices y coquetos, hasta que sin haber tomado real consciencia del correr de los minutos tuvimos que volver a ser parte del todo.

La Reina Serenity había dado por terminada la primera fase del baile e invitaba a todos a degustar el banquete principal.

Velozmente conduje a Kunzite hacia donde estaríamos ubicados. Una mesa estaba dispuesta para nosotros y los demás guardianes de los príncipes, mientras que ellos se sentarían junto a sus padres en la principal.

Reuniéndonos con nuestros amigos ya todo lo que prosiguió fue un inmenso y colectivo disfrute. Todos felicitamos a Mars por el maravilloso regalo que le había dado a la Princesa y, como era de esperar, Jadeite fue el más entusiasta al enfatizar su talento musical. Claramente las burlas llegaron después, proviniendo esencialmente de Nephrite, quien lo acusó de meloso y sobrexpuesto, sin embargo a él no pareció importarle y continuó alabando a la guardiana de Marte sin pudores.

Mercury por otro lugar, considerablemente menos tímida que en oportunidades anteriores, charlaba a gusto con Zoisite sobre asuntos que, la verdad, no pude escuchar debido a los murmullos que compartían entre ambos. Fue muy tierno ver al par de introvertidos poder llevarse de esa forma.

Caso muy distinto el de Jupiter, quien con elocuencia suspiraba ante la cercanía con Nephrite, y este, aun siendo menos explícito que ella, de igual manera dejaba entrever lo mucho que disfrutaba de su compañía mientras le era ofrecido ir a ver las nuevas flores que mi amiga había plantado en los jardines del palacio. Él aceptó gustoso, eso sí, con la condición de poder llevarse una para recordarla en cuanto volviera a su hogar. Jupiter aceptó diciendo que solo sería una cada vez, pues siempre tendrían nuevas ocasiones para estar juntos.

Indudablemente pensé en aquellos párrafos de su diario de vida y solamente bebiendo algo de jugo de frutas pude disimular la risa que se me escapó.

Así los minutos se convirtieron en horas de suma diversión para todos. Los músicos volvieron a interpretar bellas piezas y, por supuesto, debíamos disfrutarlas al volver a danzar al compás. Todo mundo se animó tras disfrutar el delicioso banquete brindado, llenándose así rápidamente la pista de baile. El salón se vistió nuevamente con máscaras y alegría. La velada fue maravillosa y sin dudas honró a quien estaba siendo celebrada.

Lamentablemente con el correr del tiempo mi alegre espíritu no concordaba con lo fatigado que se hallaba mi cuerpo. El dolor era cada vez más punzante y con mucha dificultad seguí disfrutando de la música junto a Kunzite. Hice el mejor de mis esfuerzos por no demostrar lo que sentía, pero hubo un momento en que ya simplemente no pude ocultarlo.

—Tal vez necesite ir a sentarme otra vez —le comenté, hecha un susurro.

—¿Tan mal te sientes? —inquirió.

—No mal, solo cansada —dije para aminorar su preocupación.

—Permíteme la última pieza, Venus, ya que pronto hemos de volver a la Tierra.

—¿Tan pronto? —interrogué con asombro.

—Ya muchas personas se están retirando, observa como la Reina Serenity se despide de ellos en la entrada. Lo más probable es que los reyes quieran regresar dentro de poco ya que nunca les ha parecido de buen gusto quedarse hasta el final de una celebración.

Nada de eso me importó excepto el punto en donde Kunzite se viera involucrado. No podía ser posible, no quería creer que ya tantas horas habían pasado si las había sentido como cosa de minutos. La verdad me entristeció y él lo supo, por eso silente y compasivo, entendiendo mi pesar, me abrazó fuertemente y me cargó en sus brazos. Yo rodeé su cuello y en él anidé mi rostro. En su hombro deposité una muda lágrima de despedida.

—Nos volveremos a ver pronto, por favor, confía en mi palabra —susurró en mi oído.

—No quiero que te vayas —confesé con rota voz.

—Ni yo quiero irme —agregó suavemente—. Preciosa mía, te lo ruego, no sigas llorando.

—Pides mucho, mi amado Kunzite.

Nuestro abrazo se estrechó todavía más. Imantados uno al otro, nos negábamos ante lo que debía seguir: el adiós.

Sequé las lágrimas de mi rostro en cuanto advertí que alguien se acercaba a nosotros. Eran los tres reyes, acompañados por sus hijos.

—Ha sido una memorable celebración, sin embargo ya es momento oportuno para retirarnos —anunció el Rey Etlio—. Kunzite, por favor da el aviso a los demás.

—Sí —acató él, tomando postura firme antes de llevar a cabo lo que le fue pedido.

—Pobrecita —dijo la Reina Cálice, acercándose a mí—. Lo quieres mucho, ¿no es así?

Asentí en silencio al no poder pronunciar palabra alguna.

—Vengan todas la próxima semana al palacio del Reino Dorado —propuso sin demora—. Les diré a los chicos que organicen algún tipo de actividad para que todos puedan compartir, algo solo para ustedes.

—¿Lo aprobaría, Reina Serenity? —consultó el monarca terrestre.

—Por supuesto —dijo ella, sonriente—, es solo cosa de que ellas acepten.

—¡Claro que iremos! —exclamó la Princesa, respondiendo por todas—. Podríamos tener un… un… ¿cómo se llamaba, Endymion?

—Día de campo —aclaró el muchacho—. Precisamente hace instantes atrás le dije a Serenity si le gustaría salir a pasear por las áreas agrícolas de nuestro planeta. Hay mucho por ver y disfrutar ahí.

—¿Vamos? —preguntó mi protegida, con los ojos desbordantes en ilusión.

—Obviamente —respondí con renovados bríos.

Solo serían siete días de distancia entre Kunzite y yo, lo cual me hizo muy feliz.

Reluciendo su hermosa sonrisa, Serenity observó a Endymion con dicha y satisfacción. El joven la abrazó con cariño mientras tanto sus guardianes se acercaban. Pronto ellos y mis compañeras lo hicieron.

—Nos divertimos enormemente. Muchísimas gracias a todas —dijo Nephrite.

—Todo fue maravilloso, absolutamente todo —acotó Jadeite, con coquetería hacia Mars.

—Esperamos volver a verlas muy pronto —sumó Zoisite.

—Y así será —añadió Endymion—. En una semana más estas bellas damas nos visitarán. Prometo que idearemos algo entretenido para ese entonces.

—Entonces esto no es un adiós sino que un hasta pronto —pronunció Kunzite, mirándome directamente a los ojos.

—Lo es —le respondí—. Solo un hasta pronto.

Dichas estas palabras se acercó, tomó mi mano y depositó en ella un cálido y amoroso beso. Contuve mis lágrimas al priorizar la idea de que pronto le vería otra vez, solo eso me hizo fuerte.

Endymion, sus padres y guardianes, la Reina Serenity y también su hija, caminaron juntos hacia la entrada del palacio. No pude acompañarlos, o quería despedirme tan explícitamente, no lo hubiera soportado.

Esperaba las bromas, los comentarios que lindasen con lo inoportuno o bien las críticas, pero en cambio solo recibí apoyo por parte de mis compañeras.

—No estés triste —dijo Mars, poniendo su mano sobre mi cabeza—. La fiesta aún no termina, debemos seguir luciendo bien ante los demás.

—Por mucho que cueste así debe ser —reafirmó Jupiter.

—Chicas, tal vez lo mejor es que… —susurró Mercury, sin terminar la frase.

Por alguna razón nos mantuvimos en silencio, muy probablemente al demostrar con mi rostro el imperioso deseo de no pronunciar frase alguna. Momentos después la Reina y la Princesa llegaron hacia donde nosotras nos encontrábamos, miraron panorámicamente lo que seguía aconteciendo en el palacio y fue entonces cuando nuestra líder habló.

—Ya la mayoría se está marchando, pero mientras siga alguien aquí debe ser bien atendido. Yo seguiré despidiéndome de quienes opten por retirarse, entre tanto Mars, Jupiter, Mercury, por favor, supervisen que todo marche en orden. Serenity, lo mismo para ti. Venus, a ti te pediré que vayas a descansar ya que luces mucho más fatigada que las demás.

—Muchísimas gracias, Reina —dije sumamente gratificada—. Chicas, discúlpenme pero yo ya no…

—Tranquila, vete a tu recámara sin preocuparte por nada ni nadie que no seas tú —irrumpió la Princesa Lunar.

—Deberías dormir un par de horas. Si te sientes dispuesta, baja después —propuso Jupiter.

—Y si no lo haces no hay cuidado. Nadie irá a molestarte por hoy —dijo Mars, con seguridad.

—Anda, te lo mereces. Por hoy ya hiciste muchas cosas —comentó Mercury con calidez.

Sin hablar, volví a asentir. Les ofrecí una reverencia a todas debido a la inmensa consideración que tuvieron para conmigo. Agradecida y exhausta me retiré con lentitud. El camino hacia mi habitación fue pesaroso, pero ya en ella pude sentir una suerte de segundo aire, uno fresco y revitalizador, el cual me permitió recobrar algunas energías que pensé marchitas.

Moví mi cuello de lado a lado en un intento por aminorar la presión en él, después puse las manos sobre mi espalda, la cual recorrí entera en busca del punto exacto de dolor que la aquejaba. La parte inferior de las costillas estaba sumamente resentida, lo cual me alarmó ligeramente.

Acudí al espejo en busca de una confirmación visual de mis dolencias. Observé mis hombros enrojecidos, mas no era algo grave. Bien sabía que ese era el precio a pagar al usar vestimentas tan exigentes como las de ese día. Opté por soltar un poco las cintas que se ceñían alrededor de mi cuerpo para así liberar tensión.

Arrastré después los pasos hacia el atril de madera ubicado junto a mi ventana. Busqué el retrato en el cual había trabajado por semanas al querer capturar el rostro de mi adorado y acaricié el bastidor que tensaba el lienzo como si así le tocase a él mismo. Pasé largos minutos, horas quizás, observándole, queriéndole infinitamente, mientras silente supliqué que los días que nos separarían se extinguieran en un abrir y cerrar de ojos.

Mi deseo, de alguna manera, fue concebido.

Imaginé que se trataba de alguna de las chicas, fue así como, sin mayores pudores ni preocupación, acudí hacia mi puerta al sentir que alguien había golpeado. Debido al cansancio de mis pies no pude caminar tan rápido como en mi mente lo había creído poder hacer, lo cual hizo que mi ansioso visitante entrase ya sin querer esperar más.

Inmóvil y boquiabierta lo contemplé.

Era Kunzite.

De pronto ese descuido con el cual me comporté se convirtió en vergüenza y estupor. Nunca antes un hombre se había asomado a mis aposentos, menos uno con el cual sostuviera interés romántico.

—¡¿Qué haces aquí?! —pregunté consternada.

—Yo… ¿molesto? —inquirió.

—No, claro que no pero, en serio, ¿qué haces acá?

—Olvidé darte un regalo que traje para ti. Quizás debí esperar tu visita a la Tierra para entregártelo pero me pareció mejor volver y entregártelo, claro, si no te es problema.

—¿Es en serio? ¿Tienes un regalo para mí?

—No es mucho, no si lo comparas con el regalo que recibió Serenity por parte de Endymion, de igual manera espero que te guste. Con permiso.

Diciendo esto, Kunzite ingresó totalmente a mi habitación. Sin ser capaz de dar un solo paso, adelante o atrás, permanecí en el mismo punto donde había quedado detenida en un comienzo. Él extendió mi mano y dejo caer en ella una pequeña caja, una muy linda, que abrí en cuanto pude dominar nuevamente mi cuerpo.

—Es una kunzita que pedí forjar en este colgante de oro. Como te digo, no es demasiado, pero al ser esta la gema que me representa y siendo el oro el color de tu cabello, creí que sería un bonito gesto, no sé, no soy bueno para estas cosas.

—Es… ¡Es bellísimo! —grité sin pensar—. Muchísimas gracias, ¡me fascinó!

—Me alegra —dijo él, con sonriente humildad.

Sin plazos me acerqué nuevamente al espejo. Súbitamente una ola de energía me recorrió por completo y así, viva y dichosa, coloqué en mi cuello tan lindo obsequio. Luego de haber podido tranquilizarme un poco aprisioné la gema con ambas manos, como si de esta manera pudiese sentir el amor depositado en ella fluir a través de mis dedos. Por poco me puse a llorar otra vez, pero la ronca voz de mi enamorado me hizo abrir los ojos.

—Yo… debería irme ya.

Tal vez debió hacerlo, era lo correcto, pero no dejé que decidirlo fuera fácil.

—¿Quién te vio entrar?

—¿Eh?

—Quién te vio entrar… y quién te dijo que era esta mi habitación —recalqué.

—Pues, la verdad… ya no quedaba mucha gente en el salón, de hecho solo estaban tus compañeras junto a Serenity, y ella fue la que me dijo que aquí estarías.

—¿Y la Reina?

—Ella se había marchado ya a su recámara, al menos eso fue lo que me dijo Jupiter.

—Ya veo…

¿Casualidad? ¿Destino? Sí, el destino debía ser.

«Vete a tu recámara sin preocuparte por nada ni nadie que no seas tú» fue lo que escuché en mi mente. La despedida que me había dado la Princesa Serenity tomaba un nuevo sentido en ese segundo.

Sin preocuparte por nada ni por nadie que no fuera yo…

—Me retiro —dijo Kunzite, evidentemente nervioso—. Muy buenas noches. Nos vemos la próxima semana.

—Espera —le ordené—. Quiero que veas esto.

Me acerqué al caballete y apunté su retrato para que así lo conociera. Él quedó sorprendido, gesticuló con sus labios cosas que, sinceramente, no pude entender, pero su rostro me decía que debían ser algo bueno, algo lindo, quizás tanto como él.

—No creo lucir así de bien. Me has hecho un favor —bromeó al ver la obra dedicada a su estampa.

—Así lo haces para mí y es más, por días sentí que el pincel no era capaz de expresar a ciencia cierta cómo te observan los ojos de mi alma. Hice lo mejor que pude, aunque no creo haber podido lograrlo.

—¿Bromeas? —objetó—. Venus, esta pintura es asombrosa, la mejor que he visto en mucho tiempo, y ser yo quien la inspiró me conmueve profundamente.

No mentía. Sus ojos estaban cristalizados debido a la emoción.

Mientras él seguía contemplando el que en algún momento sería su obsequio, me aproximé a la puerta de la habitación y, secretamente, la cerré con llave.

Fue un impulso, el más loco hasta ese entonces. Tal vez después iba a mortificarme entre juicios y críticas, pero no, no en ese instante.

No tenía idea qué pasaría, nada estaba planeado. Por primera vez me permití ser guiada por lo que tuviera que suceder y nada más.

—¿Debes marcharte? —le pregunté mientras me aproximaba a su encuentro.

La expresión de Kunzite cambió. Se tornó serio y misterioso.

Fascinante.

—¿Cuándo debería hacerlo?

Pensé mucho la respuesta que le daría, pero nada se comparó a lo que finalmente mi corazón quiso decir.

—Quizás… cuando quiebre el alba.

Lenta y tiernamente fui rodeada por los fuertes brazos de quien había robado cada uno de mis suspiros. Sus ojos impactaron en los míos, en ellos volví a perderme antes de sentir el suave roce de aquellos labios eternamente añorados. Impetuosas vibraciones se hicieron parte de mí, de los dos.

—Mi amada y hermosa Venus… —susurró en nuestro beso.

—Tuya, esta vida y todas las que vendrán, mi amado Kunzite.

Mágica noche de trémula complicidad. Mágico juramento de eterno amor.


*´¨)

(¸.•´ (¸.•` ¤

¿Qué les pareció?

Yo quedé enamorada a más no poder de este capítulo. Siento que hubo de todo un poco pero en especial, que es lo que me gusta, más desarrollo en lo que comprende las relaciones Inners/Shitennou, sin dejar de lado, claro está, el romance de Serenity y Endymion, el cual nuevamente pasó a segundo plano en lo que va de la historia x'D

Como dije al inicio, sé que demoré bastante para entregar este capítulo. No es mi idea venir y excusarme, pero a modo de comentario diré que este fic exige demasiado cuidado debido al estilo narrativo que propuse en un comienzo. A veces esto me complica ya que en "Mi segunda primera vez", historia que actualizo relativamente seguido, el estilo es completamente diferente. Ese es más relajado, satírico, casual y gracioso, en cambio "EDUAM" es un constante intento de literatura de clásico romanticismo, sin embargo me encanta "matizar mi pluma" y así poder entregar diferentes formas de trabajo en este sitio. Nuevamente espero que les haya gustado.

¿Qué más decir? Bueno, sobre el final, quise dejarlo relativamente abierto para que cada cual decida qué pasó después de ese privado beso entre Venus y Kunzite. Los tintes íntimos están entregados, pero solo ustedes optarán por imaginar hasta qué punto se desenvolvió esa escena. Espero que me cuenten qué pensaron al respecto.

:D

Ahora responderé sus cálidos reviews :3

*´¨)

(¸.•´ (¸.•` ¤

Usagi13chiba: Todos odiamos a Beryl pero todavía falta para que lo hagamos con todas nuestras energías xD por ahora hay que seguir deleitándonos con todo lo que pasa entre las parejas del fic. Venus y Kunzite se roban la obra y me agrada, creo que es lindo poder ver una idea desarrollada sobre lo que pudo haber pasado entre los dos. Te mando muchos besitos *3*

TsukihimePrincess: Sí, Mars y Jadeite son muy similares y por eso hacen una espléndida pareja. Morí con tu "Beril fastidiosa y entrometida desde el principio de los tiempos" jajajaja, tienes toda la razón, pero ya sabemos cómo terminó así que puaj, adiós con su cuerpo x'D Muchísimas gracias por tu review. Te envío un fuerte abrazo.

Tarma Jones: Muchísimas gracias por tu apreciación. Sí requiere tiempo y esfuerzo elaborar algo de calidad, pero cuando se ve el resultado y notas que los demás también lo captaron es sencillamente maravilloso. Por otro punto, Mars/Jadeite no es "el hit" para algunos, y siendo tu caso, aprecio más todavía tu interés por leer la historia. ¡Cariños!

princessqueen: Gracias, gracias y gracias por leer cada una de mis ocurrencias y siempre darme tu apoyo. Eres una de mis sailor lectoras favoritas :3 ahora sobre el review, claro, Serenity y Endymion tienen permiso para darse besitos xD ¡y vaya que lo aprovechan! pero para nada se quedan atrás las demás y, puntualmente en el caso de Venus y Kunzite, eso queda hoy más que claro. Beryl ya apareció pero no molestará -tanto- por el momento. Tengo una idea general sobre cómo desarrollar todo hasta el momento en que lo eche todo a perder y, te confieso, me genera mucha ansiedad y temor no quedar a la altura de las expectativas. El capítulo de la batalla en el Milenio de Plata ya va tomando forma, pero puedo asegurar que me tomaré muchísimo tiempo antes de publicarlo pues hasta ahora no me siento para nada satisfecha. Espero seguir contando con tus ánimos y lectura hasta ese entonces. Montones de besos y abrazos para ti.

Minako992: Espero que no te haya escandalizado el final de este capítulo considerando que ahora Kunzite fue quien entró a la habitación de Venus xD al igual como pasó en la entrega anterior, el lemon me resultó innecesario en la actual, pero no pude evitar entregar algunas señales que pudiesen interpretarse como premisa. No sé, señorita inspiración se mandó sola xD sobre lo otro, para llegar al presente todavía faltan dos o tres capítulos más, no sé, pero eso está considerado para los dos últimos según yo. Ahí decidirá Srta. Inspiración jajajaja, ¡gracias por tu lectura! besitos lunares para ti.

Leidy RC: A mí me encantan, me fascinan y conmueven tus reviews. Te agradezco de corazón todo el tiempo invertido para dejármelos. En honor a toda esa atención que depositas, como también el cariño que expresas hacia la historia, decidí incluir tu sugerencia sobre Mars/Jadeite con respecto a lo que podría pasar en una eventual fiesta en el palacio lunar. Efectivamente ella tocó el piano y Jadeite, ensimismado, se dejó encantar. Espero haber llegado, aunque sea a una fracción, de lo que hubieses esperado a leer en una situación como tal. Ahora sobre tu pareja favorita, Jupiter/Nephrite, también quise entregar algo y por eso hice que Venus, siendo esta también una sugerencia, leyera el diario de su amiga. Fue la mejor forma en que creí poder narrar detalles más "jugosos" sobre esa relación. Se lo merecían al tener a más de una fan de su romance xD lo de Zoisite y Mercury, muy probablemente, quedará como la arista más inocente e introvertida dentro del desarrollo de las parejas en la historia. No quiero que se pierda eso o más bien, no puedo, tras haber visto cómo se llevaban en el musical "La Reconquista" jajaja sobre Beryl, sí, hay que odiarla con toda el alma, pero mientras pueda retrasaré su fatal aparición protagónica para que podamos seguir disfrutando de las mieles del amor de los tiempos de antaño. De verdad no tengo palabras para expresar la gratitud hacia tu lectura y comentarios, me supera, así que lo resumiré en otro sincero y profundo "gracias", esperando que este capítulo también fuera de tu agrado. Un abrazo inmenso con toda la magia lunar para ti.

denaxheavenly: ¡Deseo concedido, diario de vida leído! jajajaja x'D lo de hacer muecas no solo te pasa a ti, a mí igual mientras escribo y es más, cuando a veces hago que Venus y Kunzite se besen, yo también estiro el hocico hasta que reacciono y me doy cuenta de que estoy forever alone :c x'D esa es la magia de la lectura 3 ahora, debo decirlo, por lo de Nephrite y Jupiter quiero otros mil jumbitos jajaja, ¿me los das la próxima vez que nos veamos? me bastaría con un abrazo y un "asghdafhsgdas" en todo caso, como ese que me dijiste cuando hablamos sobre Andrew de "MSPV", todavía me acuerdo y me da risa xD ¿y qué más? ¡Ah, Beryl! vieja fea no le quiero prestar atención y por eso omití su existencia en este capítulo puajpuajpuaj xD abrazos y besos para ti también, Denita :3

Lizzie Love Aino: Qué review más hermoso el tuyo :3 muchísimas gracias 3 que digas que hago magia, que eres mi admiradora y amiga, eso en especial, me conmovió muchito :3 me encanta compartir contigo, creo que ya te lo he dicho, pero nunca sobra repetirlo 3 así que poder entregar otro capítulo más en esta historia es también mi forma de expresar aquellos sentimientos de amistad y gratitud hacia ti y a quienes son tan amables al leer mis locas ocurrencias. Ahora sobre cómo imaginaste cosas en la parte donde Venus entró a la habitación de Kunzite, me gustaría saber qué pasó ahora que los roles se invirtieron y hay datos más explícitos sobre cosas rikolinas entre ellos jajaja. Te mando un abrazo de oso bien, bien grande. Gracias por tu simpatía y cariño :')

Maca Mars: Nunca me dejaste review, yegua del mal, pero igual te meto aquí porque eres shuer vip y no estoy ni ahí con omitir tu existencia x'D ¡te quiero so very mucho!

Jennifer Lopez: Constantemente agradezco lo maravillosamente linda que eres conmigo. Eres una personita muy especial, Jenny, y agradezco toda esa amabilidad que has tenido conmigo desde que te aventuraste a hablarme. Atiendo todo lo que me dices, como ahora en tu review, y me siento muy contenta al saber esa bonita opinión que tienes sobre mí tanto como persona y escritora. Espero que sigas soñando y divirtiéndote con este fic, en este y en los demás. Contar con tu lectura y apoyo es muy significativo para mí :3 ¡besos y abrazos!

Vivisp: ¡Holi! Gracias por tus palabritas :3 no actualicé pronto pero sí quiero imaginar que la espera ha valido la pena. Cuéntame qué te pareció este capítulo, ¿sí? besitos por montones *3*

dinas'moon353: Agradezco mucho el esfuerzo y tiempo que te tomas para dejarme reviews n_n respondiendo al tuyo, la verdad es que tuve como primera idea mostrar la charla entre los reyes en la reunión en cuestión. Como nunca me convenció del todo opté por mostrar otro enfoque de esa situación y fue solo así como pude actualizar. Quizás en algún lugar, tal vez por facebook, mostraré los fragmentos de esas ideas que quedaron en el aire. Sobre Serenity y Endymion hoy tuvimos más, no en comparación a Venus y Kunzite, pero ya pronto volverán a tomar un rol protagónico. Muchos cariños para ti :3

Guest: Asdsadasdas, me mata cuando los reviews quedan sin nombre, ¿cuál es el tuyo? para poder dirigirme a ti con mayor seguridad, por fis :3 ya pasando al review, muchísimas gracias 3 es probable que de alguna forma busque hablar sobre los sentimientos de Beryl hacia Endymion. Por el momento no se me ocurre algo, pero tal vez Srta. Inspiración saldrá con una sorpresa en algún momento. Cuéntame si te gustó este capítulo, ¿bueno? te mando muchos cariños n_n

jessy tu yekito: ¡Holaaa! Lo mismo espero, que la paz dure mucho antes de que llegue el caos, pero eso sí, hay que tener presente que en algún momento llegará y no podré hacer nada para evitarlo T_T gracias por tu constante apoyo, lectura, review y simpatía =3 ojalá disfrutes de este capítulo así como pasó con los anteriores. Abrazos apretaditos para ti.

Harumi-Hyuga: ¡Hi! Muchas gracias por tan lindo review. Yo también amo SMC por ese hermoso guiño que hicieron hacia las relaciones Inners/Shitennou, fue esa mi inspiración primordial a la hora de hacer el fic, después de eso el musical "la reconquista" y también el manga. Todo es hermoso, Sailor Moon lo es xD espero que, aunque me demorara, pudieras disfrutar de esta nueva entrega. Agradezco de antemano un nuevo review de tu parte como así también el tiempo invertido en leer esta historia. Besitos =3

Guest (2): Y aquí está, mi queridísima/o lector/a. Si gustas puedes dejar tu nickname para así referirme a ti de una manera más cercana, de igual manera te invito a dejar el detalle de tus apreciaciones sobre las nuevas entregas. Toda opinión la leo con atención y la valoro muchísimo. ¡Abrazo!

Jenny835: Lo seguí y lo seguiré haciendo por mucho tiempo más porque aunque me demore, no imagino dejar esta historia sin su merecido final. Gracias por tu lectura y comentario, ¡cariños!

*´¨)

(¸.•´ (¸.•` ¤

Gracias, infinitas gracias a todos por sus comentarios. Gracias por su apoyo, por ser parte esencial de la inspiración y fuerza para continuar. Este trabajo, hobby, pasión, pasatiempo o como quieran llamarlo, no sería nada sin ustedes. Es precioso ver la aceptación que hallo en cada uno al compartir parte de mi imaginación hecha letras. Espero poder seguir dándoles mucha más alegría y entretenimiento a través de este espacio. Cuento con su apoyo, ánimos, comentarios y sugerencias para lograrlo.

No puedo prometer una actualización rápida ya que depende de varios factores, pero sí empeño mi palabra al decirles que EDUAM es un fic que amo de tal manera en que jamás se me pasaría por la mente dejarlo incompleto. Aunque demore, estaré aquí entregándoles un nuevo capítulo.

Lo más probable es que nos volvamos a ver en "Mi segunda primera vez". A las lectoras de esa historia les aviso que quiero actualizar de aquí al 30 de junio así que espero sus reviews 3 de igual manera a quienes no hayan pasado por ahí les extiendo la invitación.

Y muy bien, sería todo por acá.

Nuevamente, muchas gracias a todos y no olviden...

¡Nunca dejemos de soñar!

¡Nos leemos, sayo!

Usagi Brouillard.-

*´¨)

(¸.•´ (¸.•` ¤