Sword Art Online: We are back

Note: This chapter will be from Asuna's point of view, mainly. Since I'm not a girl, sorry if I do it wrong! I will try to give you guys a more private scene this time, with more fluff, not exactly a sexy one… Let me know what you think!

Asuna parpadeó en su cama, pensando en los acontecimientos recientes. Definitivamente extrañaría a Yuuki, y, mientras pensaba en ella, por raro que suene, no lloró.

Su amiga no querría que lo hiciera.

Ya se conocía de memoria su habitación, pero miró alrededor una vez más, mientras el silencio seguía presente allí. Sus padres no estaban en casa, se recordó a sí misma. Podía invitar a todos sus amigos y pasar el día todos juntos. Eran las diez a.m., pero conociéndolos, estarían todos despiertos, incluso siendo sábado por la mañana.

Se bajó de la cama y caminó unos pocos pasos hasta su guardarropa. Tomó una camiseta de mangas cortas, unos pantalones largos holgados, unas botas y se puso una chaqueta. Dentro de la casa podía estar caluroso, pero el invierno, afuera, se veía muy crudo.

Se pasó por el cuello también una bufanda y se puso un gorro negro en la cabeza. Tenía ese gorro apartado de los demás. Era especial. Por el simple hecho de que fuera negro, no hacía falta aclarar quién se lo había regalado, ¿no?

Bajó hasta el living, con su cuerpo casi sudando, y salió por la puerta principal. La gente que trabajaba en la cocina y limpiando tampoco estaba presente. Ella les había pedido que se tomaran el día libre.

De todos modos, no había nada que limpiar.

Iniciando las invitaciones, tomó su celular y escribió el mismo mensaje para todos excepto Kazuto:

Hey! Hola! Mis padres no están en casa.

He pensado que podrían venir todos y quedarse un día o dos.

Aprovechemos, ya que es fin de semana y el lunes no se trabaja ni se estudia.

Podríamos ver unas películas o jugar, y de paso estamos todos juntos =)

Espero tu respuesta.

Al mensaje de Agil le agregó que también invitaba a su esposa, si quería unírseles.

Respiró el frío aire invernal y cuando lo expulsó por la boca, se mantuvo unos segundos mirando su propio aliento blanco.

Por un momento, recordó la única vez que nevó en Aincrad. En aquellos días, había aparecido un evento. Trataba sobre un jefe del estilo de Santa Claus, que aparecía en un cierto pino, en el Forest of Wandering, del piso treinta y cinco. Nicholas the Renegade.

Ella misma y su clan se habían organizado para ir, y estaban caminando hacia allí cuando más o menos a medio camino, se cruzaron a Klein y su pequeño grupo, que les informaron de que un solo player, el ya conocido como el Kuro no Kenshi o, mejor aún, el primer beater de la lista, lo había matado.

Klein, sin embargo, no reveló que él tenía el drop de ese Boss.

Al final, tampoco importó, se dijo Asuna a sí misma. Quizás hubiera podido salvar a Godfrey si hubiera tenido el ítem, pero las cosas no habían pasado así.

"No importa", se dijo, "No puedo cambiar el pasado.".

Recibió la primera respuesta. Era Shino, diciendo que iría y podía quedarse mientras no fuera una molestia. Luego llegó la respuesta de Klein, con algo parecido. Agil respondió que iría durante las tardes hasta que todos los que se quedaran se fueran a dormir porque su mujer estaba enferma y, aunque podía cuidarse sola, quería estar cerca. Lisbeth respondió con un "Podría ir corriendo ahora mismo :B" y Sugu le dijo que Sílica estaba con ella y que irían en cuanto ella les avisara.

Minutos más tarde, An si-eun, o mejor conocida como Siune de los Sleeping Knights, respondió que ella iría encantada en representación de todos. Asuna le contestó disculpándose por no invitar a los demás, pero que harían una fiesta en ALO a modo de compensación durante la noche.

Luego, envió otro mensaje a todos pidiéndoles que traigan sus Amuspheres y diciéndoles que los esperaba a las 5 p.m.

Satisfecha con las respuestas del grupo, buscó a Kazuto entre sus contactos y tocó en videollamada.

Él atendió rápido, como siempre.

-¡Hola!-dijo con una sonrisa enorme.

-Asuna.-contestó desde el otro el muchacho, tan calmo como siempre.- ¿Cómo estás?-

-Bien.-respondió.- ¿Y tú?-

Lo vio bostezar y contó los segundos, riéndose por lo bajo. Doce en total. ¿Cómo podía ser tan…? ¿Cuál sería la palabra? No importaba.

-Bien.-respondió adormilado.- ¿Qué hay de nuevo?-

-Te llamaba para invitarte a algo que estoy organizando. Estoy invitando a todos nuestros amigos a casa para estar todos juntos uno o dos días, y quería preguntarte si querías venir.-

-Por supuesto.-respondió él instantáneamente.- Cuenta conmigo. ¿Necesitas ayuda? Puedo ir para allá.-

-Puede.-admitió Asuna.- Me vendría bien una mano. Iré a comprar las cosas, para cuando llegues ya las tendré en casa, puedes ayudarme a acomodarlas.-

-Excelente.-lo vio mirar su reloj de la mesita de noche.- En quince minutos a más tardar, estaré ahí.-

-Está bien.-lanzó un tímido beso a la pantalla.- Nos vemos.-

Cortó.

Deslizó sus manos en los bolsillos de la chaqueta y, dejando el celular con su mano derecha, caminó calle abajo hasta un súper mercado. Revisando las góndolas y los estantes, compró comida para un ejército y pensó en que estarían todos juntos una vez más.

Sonrió ante la idea, pero acabó por razonar que sólo había tres camas más aparte de la suya. La de su hermano, la de sus padres y la del cuarto de huéspedes.

Dos, se dijo, descontando la cama de sus padres.

Aunque si ella dormía ahí, entonces sí podía prestar la suya. Podía invitar a tres a quedarse, pensó, aunque ciertamente, si querían, otros tres podían dormir en los sofás.

O simplemente llevarse bolsas de dormir, seguramente todos tenían una. O ella podía prestarles. Listo, se convenció a sí misma, problema resuelto.

Pagó en la caja registradora y salió acarreando un sinnúmero de bolsas. Uno de los empleados se ofreció a ayudarla, a lo que Asuna aceptó de buena gana. Mantuvieron una conversación casual hasta que alcanzaron la casa de ella, donde el empleado se comportó como si quisiera cortejarla.

La chica sólo se rió y le dijo controlando su nerviosismo: "Lo siento, tengo novio."

Así que el muchacho sólo se disculpó incontables veces y, dejando las bolsas en su cocina, salió a paso ligero, saludando antes, y cuando alcanzaba la puerta, ella lo alcanzó.

-Espera.-le pidió, el muchacho se dio vuelta, Asuna se preguntó si tendría la edad de Klein.- Pienso invitar unos amigos esta noche.-le dijo.- Para eso es la comida. Yo no puedo salir contigo, pero quizás alguna de mis amigas sí.-explicó.- ¿Te gustaría venir?-

El chico lo dudó.

-Bueno…-dijo, pensando en una excusa.- Es que… No conozco a nadie, je.-

-No pasa nada.-lo refutó ella.- Son muy amigables y simpáticas.-dijo alegremente.- Bueno, estás invitado.-terminó por decir.- Si no quieres venir, lo entenderé. Pero si te da por pasarte, al menos, a partir de las cinco p.m. estaremos aquí todos.-

-Está bien.-accedió el empleado.- Quizás me dé una vuelta.-

-Nos vemos.-lo saludó Asuna.- Suerte.-

-Adiós.-

Cerró la puerta y arrastró las bolsas a la cocina. Con algo de esfuerzo, empezó a subirlas a la mesada y justo entonces sonó el timbre.

Dejó las cosas allí y corrió, sabiendo que era él. Hacía días que no lo veía, alcanzó la manija y abrió de golpe.

Allí estaba, con… Con la misma ropa de siempre. Todo de negro.

-Hey, Asuna.-le dijo.

-Siempre vestido igual.-se quejó, cruzándose de brazos y frunciendo los labios.- Me parece que necesitas un cambio de look, Kirito-kun.-

-¿Eh?-él se miró.- ¿Por qué? A mí me gusta así.-la observó confundido.

-Siempre estás igual.-dijo haciendo un puchero.

Kazuto no pudo resistir a esa expresión en su cara.

-E-E-Está bien.-aceptó.- Haz lo que quieras conmigo.-

Asuna levantó una ceja.

-¿Que haga lo que quiera?-hizo una cara de picardía como las que hacía Lisbeth a veces.- ¿Estás seguro?-de pronto, entendiendo lo que acababa de decir por impulso, contuvo el aliento.

El silencio se adueñó de ellos. Ambos se miraron fijamente a los ojos, y lentamente, muy lentamente, se pusieron de color escarlata.

-Etto… Hagamos como que eso no sucedió.-sugirió ella, preguntándose de dónde había sacado el coraje para decir lo que había dicho.

Pero Kazuto no dejaría que semejante comentario a su orgullo cayera en el olvido. Se cobraría venganza en algún momento, ella lo sabía.

Él entro en la casa y cerró la puerta, sin pedir permiso, y cuando Asuna iba a quejarse en broma, sintió que sus manos la agarraban de los brazos y la besaba con fuerza, hambriento, se dijo.

Por un lado, le causaba sorpresa y por otro mucha vergüenza, pero también gusto. El gusto de saber que aún después de dos años juntos, seguía deseándola con tal desesperación. Le devolvió el beso, dejando que las manos de su novio le recorrieran la espalda y los costados, amenazando con deleitarse con su pecho, pero ella lo apartó en ese momento.

Él pareció volver en sí, viendo su cara de súplica y se movió un paso atrás.

-Lo… Lo siento.-dijo.

-No te preocupes.-Asuna tomó sus manos, roja como un tomate.

Kazuto asintió avergonzado.

-Te ayudo a acomodar, entonces.-

-Sí, vamos.-

Pasaron una hora guardando las provisiones, con él haciendo chistes sobre la irracional cantidad de comida que había comprado hasta que ella le dijo que "Todo era para hacer sándwiches".

Kirito no volvió a hacer una sola broma en todo el día. Sólo esperaba la hora de comer.

Cuando por fin se sentaron a almorzar, hablaron sobre qué películas podían ver, y él comentó que la noche anterior, en ALO, después de que ella se desconectara, habían estado hablando sobre una vieja serie de películas americanas, llamada Star Wars. Eran nueve en total, y la última no tenía más de siete años. Puede que los efectos de la segunda trilogía no fueran los mejores, pero todos se habían entusiasmado con los relatos que Kirito les había dado. Así que, y con la previa aceptación de Asuna, dejó las nueve películas descargándose.

-Iré a buscar unas cosas a casa.-avisó.

-¿No te sirven las que tengo yo aquí?-preguntó ella.

-No esta vez. Realmente necesito las que compré hace poco.-explicó.

-Está bien.-aceptó.- Te acompaño.-

Le sonrió.

-Vayamos, entonces.-Kirito buscó la llave de su moto en su bolsillo y la hizo girar en su dedo como todo un profesional.

Pasó a toda velocidad girando la menor cantidad posible de veces, violando el límite de velocidad más de una vez, y riéndose de la policía mientras lanzaba pulsos electromagnéticos desde su teléfono para interferir con los aparatos que registraban la velocidad de los vehículos. Asuna, mientras tanto, se quejaba de sus excesos y se apretaba más y más contra su espalda, haciendo tanta fuerza con los brazos que llegó a no dejarlo respirar.

Finalmente, llegaron a casa de Kirito y, al entrar, encontraron a Suguha y a Sílica jugando con la consola vieja de Kazuto en el living, de espaldas a ellos. No parecían haber oído la puerta.

-Oh, Leafa, ¡eso es injusto!-se quejaba la más pequeña de las dos.- No deberías poder gatillar un ataque definitivo así.-hizo un puchero.

-Vamos, Sílica, sólo intento enseñarte.-mintió descaradamente.

-Vaya, vaya, vaya.-dijo él adelantándose.- Pero qué cosa más loca. Mi hermana y mi amiga jugando con MI consola, que tiene más de cinco años.-

-¡Oh!-Suguha se volteó sobresaltada y tapándose la boca.- ¡Lo siento, sólo…!

-Es una antigüedad, hermanita. No se usa.-negó con el dedo.

-Anda, Kirito.-le dijo Asuna desde la puerta.- ¿Qué mal puede hacer?-

-Se rompen con facilidad.-explicó, cruzándose de brazos.- Además, es una gran etapa de mi vida que no quiero perder.-agregó.- Es mi infancia.-

-Creía que preferías los VR.-alegó Sílica.

-Por supuesto que sí.-afirmó el muchacho.- Pero es como si hubieras encontrado un fósil de un Tiranosaurio Rex. Sólo porque es viejo y famoso no significa que debas usarlo, ¿o sí?-preguntó retóricamente.

-¿Y qué hay de Jurassic Park? Esa película de hace muchos años.-comentó Sugu.

-Eso es una película, tal y como dijiste.-

-Pero los usaron.-

-Era un mosquito, no huesos de T-Rex.-

-Pero resucitaron a los dinosaurios, eso fue bueno.-

-Depende de por dónde lo mires.-sentenció Kazuto.

-Entonces también es tan bueno como malo que usemos tu consola.-dijo sonriendo con malicia.

Kirito suspiró en desacuerdo.

-Sólo no la rompan, ¿de acuerdo?-

-Lo prometo.-

Kazuto y Asuna subieron las escaleras, fueron hasta su habitación, él buscó en un rincón unos cuantos parlantes y varias cámaras y volvieron a casa de ella.

Ya eran las cuatro y media de la tarde para cuando Kirito terminó de acomodar todo y logró conectar a Yui.

-¿Puedes escuchar y ver?-

-Sí, papa. Los demás aún no llegan, por lo que veo.-

-Correcto.-dijo Asuna.- ¿Cómo estás, Yui-chan?-preguntó sonriéndole.

-¡Muy bien, mama!-le respondió.- Y mejor aún ahora que estamos los tres juntos.-

-Por cierto, Asuna.-la llamó Kirito.- Tengo una sorpresa.-

Ella rememoró la última vez que la sorprendió. No había derretido su corazón, lo había fundido. Le había costado mucho recuperarse de ese golpe emocional tan grande, tan profundo, que había hecho que lo amara incluso más que antes, si eso era posible.

Y luego estuvo la noche apasionada.

Se sonrojó ante el recuerdo y apartó las imágenes de su cabeza.

-Bueno… Muéstramela.-aceptó con timidez.

Él tomó su mano, agarró el control remoto que Asuna no sabía que había sacado de su habitación y presionó un solo botón.

-Bien.-dijo.- Cierra los ojos, y por favor, no los abras.-ella le hizo caso.

Lo oyó susurrar algo y Yui le contestó que sí. Entonces oyó que su novio cerraba las cortinas, sumiendo la habitación en la oscuridad. Escuchó sus pasos yendo de la puerta hasta frente a ella y luego se detuvo.

-Bien.-le dijo.- Ya puedes abrirlos.-

Despegó sus párpados y, en cuanto lo hizo, no logró evitar que se le cayeran unas cuantas lágrimas.

Allí, frente a ella, parada delante de Kirito, que tenía sus manos "en sus hombros", estaba un holograma de Yui.

A pesar de ser un holograma, y no algo totalmente real, era un sueño hecho realidad.

-Llevo desarrollando esto desde que salimos de SAO.-admitió Kirito.- Yui me ayudó, mucho. Entre los dos, lo logramos.-alargó las manos y tomó las de Asuna, la acercó a ellos.- Por fin estamos los tres juntos en el mundo real.-dijo con los ojos brillosos.

-Kirito…-Asuna quería llorar, se aguantó como pudo y le dio un breve beso antes de agacharse y quedarse de rodillas para mirar a su hija.- Yui…-alargó la mano y "acarició" su cara, cuidando de pasar su mano a través de su cara.

-Qué bueno estar con ustedes, mama, papa.-dijo la niña.-Aunque aquí no los puedo tocar.-se lamentó.

"Eso sí que costará solucionarlo.", pensó Kirito, "Posiblemente, cuando haya terminado mis estudios, pueda hacerlo en un par de meses. Aunque tendríamos que llevar la máquina receptora con nosotros todo el tiempo, y debería estar conectada de alguna manera con los cinco sentidos, es decir, el cerebro, y… Ya me preocuparé cuando llegue el momento."

-Kirito, yo…-Asuna lo miró con los ojos bañados en lágrimas, al borde del colapso.- De verdad, esto… Te amo tanto…-él se arrodilló también y se unió al abrazo.- LOS amo tanto… A los dos…-rompió a llorar silenciosamente contra su hombro.

Sonó el timbre.

Las primeras en llegar fueron Suguha y Sílica. Poco después, Lisbeth llamó a la puerta y, por algún motivo, había venido con Klein. Por último, cuando le abrieron a Sinon, Siune venía caminando justo detrás y entraron juntas.

Kirito conectó una de las cámaras a la computadora de Asuna y proyectó la película contra una de las paredes, que no tenía nada sobre ella, para que pudieran verla como en el cine.

Las primeras seis horas las dedicaron a ver las primeras tres películas. Todos estaban esperando que Anakin Skywalker, en realidad no se uniera al Lado Oscuro, pero cuando lo vieron volverse loco despacio, manipulado por el Emperador, convirtiéndose en el responsable de la muerte de Padme de alguna manera, no lo soportaron. Todas las chicas lloraron un poco y pidieron un descanso. Para ese momento eran ya las 11:45 p.m. Agil había llegado justo cuando finalizaba la primera de las películas, a las 7:15 p.m., y para cuando acabó la tercera, decidió volver al bar.

-No esperaba que ese tipo se volviera el principal enemigo.-comentó Klein.

-Para nada.-admitió Lisbeth.

-Yo no resistí y lo busqué en internet.-dijo Yui.- Al final, él...-

-No lo digas, Yui.-la frenó Kirito.- Sólo dime, ¿te gusta el final de la sexta?-

-Bastante.-admitió.- Aunque admito que no me lo esperaba. Después de tanto tiempo, reaccionar así… Debe haber sufrido mucho.-

-¡Spoilers!-gritó Suguha tapándose los oídos.

Todos rieron ante su reacción espontánea y luego Sílica agregó.

-¿Y aún hay seis más? ¿Este Vader estará hasta la novena?-

-Responder eso sería spoiler.-Kirito entrelazó sus dedos detrás de su nuca, Asuna descansaba su cabeza contra su pecho cómodamente.

-Oh, vamos.-se quejó Siune.- ¡Quiero saber!-

-Tenemos toda la noche para ver las demás.-Klein se levantó enérgicamente y mirando a Asuna preguntó.- ¿Podemos hacer algo de comer? Estoy muriendo de hambre.-

De pronto, fue como si todos recordaran que tenían que llenarse el estómago.

Hicieron palomitas saladas y dulces, llenaron varios vasos con refrescos, jugo principalmente, y volvieron a sentarse en los sofás, preparándose para otras cinco horas de Star Wars.

Esta vez, cuando Obi-Wan Kenobi falleció entregándose a la fuerza, sin permitirle a Darth Vader matarlo, todos, excepto Kirito y Yui, derramaron al menos una lágrima. Ahora, sin duda alguna, sólo quedaba Luke. Luego, durante la siguiente película, se alegraron mucho de ver al Maestro Yoda vivo, refugiado, a la espera de que llegara la última esperanza del universo. Y finalmente, se sintieron tristes al ver a Luke desesperarse al saber que Vader era su padre.

El final de la sexta, los conmovió. Darth Vader dejó de ser un Sith, y, en sus últimos momentos, fue un héroe, asesinando al Emperador Sith, cumpliendo así su destino: equilibrar la Fuerza.

-Hombre.-dijo Klein.- No esperaba que hiciera eso. Se veía tan… Corrompido, tan malo.-

-Le pudo el amor por su hijo.-dijo Sugu en tono soñador, agarrándose las manos.- Quiero que el padre de mis hijos sea así.-

-Morirías.-comentó Yui.- ¿Por qué querrías eso, tía Leafa?-

-No, Yui, se refiere a sólo la parte final.-se rió Asuna.- No a todo lo demás.

-Oh.-la pixie dijo con sorpresa.- Vaya, aún tengo mucho que aprender.-echó una suave risita.

-¿Qué hará Luke ahora, Kirito?-preguntó el samurái, entusiasmado.- ¿Fundará una academia?-

-Si quieres enterarte, mira la próxima película.-

Las últimas tres, dejaron a todos en shock. Los mantuvieron tan inconscientes, tan entretenidos, que no se dieron cuenta de que el sol ya había vuelto a salir. Era algo muy inusual pasar la noche despiertos. Aunque Kirito, sin embargo, se había dormido con su cabeza descansando sobre la de Asuna, que también se había dormido, contra su pecho.

-Pobre muchacho…-

-Pobre de su hermana, querrás decir.-

-¿Ninguno de ustedes piensa en Han Solo y Leia? ¡Se habrán sentido muy mal!-

-Odié a ese Sith.-

-Qué buena saga. Yo quiero uno de esos sables láser.-Klein se puso en pie y comenzó a hacer poses Jedi.- Para patear traseros por todas partes.-

Shino, que había permanecido en silencio todo el rato, habló.

-En GGO existen.-

-¡¿De verdad?!-chillaron todos al mismo tiempo, despertando a los tórtolos.- ¡Quiero uno!-gritaron.

-Cuestan ciento cincuenta mil créditos.-avisó.

El "Ow" de decepción fue general también.

-Parece que es momento de irnos todos a dormir.-sugirió Asuna somnolienta.

Por un momento, todos la miraron parpadeando.

-Oh, son las 10:15 a.m.-dijo Siune sorprendida.- No puedo creer que estuve despierta tanto tiempo.-

-Vaya.-dijeron todos.- Kirito, esta saga sí que es adictiva.-

Ya sólo quedaban Asuna y él despiertos. Habían mandado a los demás a los cuartos donde debían dormir. Llegó hasta la puerta del dormitorio de sus padres con su novio, y aquí fue donde ella se encontró con algo en lo que no había pensado realmente.

-Tenemos que… ¿Dormir juntos?-susurró, tan bajo que él sólo oyó un murmullo.

-¿Dijiste algo?-le preguntó Kazuto amablemente.

-Eh, no, ¡no!-negó con sus mejillas coloreándose, pero, ¿qué sentido tenía no decirle nada?- Sólo que… Queda únicamente la cama de mis padres…-deseó hundir su cara entre sus manos para ocultar su vergüenza.

La verdad es que Asuna no entendía por qué seguía comportándose así con él después de dos años saliendo y haberse acostado juntos muchas veces, incluso después de habían hecho el amor varias veces también.

Pero, eso era dentro del juego. No aquí en el mundo real.

-Ey.-Kirito tomó una de sus manos y se la apretó con fuerza.- Tranquila, Asuna.-era muy leve, pero ella sabía que su voz flaqueaba de a momentos; estaba tan sobrecargado como ella.- No… Tenemos que hacer nada, simplemente… Acostarnos a dormir.-

Hizo lo que pudo por asentir con la cabeza y se aferró a su mano más fuerte.

Intentaron comportarse con la mayor normalidad posible, pero no fue sencillo. Se quitaron los pantalones en rincones opuestos de la habitación, cuidando de no dejar la ropa de uno a la vista del otro, y se acostaron silenciosamente en ambos lados de la cama, lanzándose miradas de reojo hasta que Asuna decidió acercarse un poco y él, viendo su intención, también se movió y la dejó recostarse contra su pecho. Comenzó a acariciarle la cabeza despacio, mirando hacia el techo, simplemente disfrutando de su calor.

-Etto…-ella jugó con sus dedos.- Kirito-kun.-él la miró.- Yo, me preguntaba… ¿Qué nos depara el futuro?-

-¿Qué quieres decir?-

Ella lo meditó un momento.

-Me refiero a qué harás. Este año terminamos la secundaria que nos están haciendo cursar, y… Supongo que tendrás planes.-

Kazuto hizo una mueca de dolor por un momento.

-La verdad, no de momento.-tomó el cabello de ella y jugó con él girándolo entre sus dedos.- Pero si algo sé, es que no dejaré que eso nos separe, ¿sí?-

Asuna le sonrió.

-No tengo ninguna duda sobre eso. Sólo para que lo sepas: si hace falta vivir como vagabundos, que así sea.-

Kirito alzó las cejas velozmente.

-¡No! En cualquier caso, no quiero que vivas así sólo por mí.-

-Eh.-Asuna dijo suavemente, tocándole la nariz con un dedo.-Lo prometimos, ¿recuerdas? Una vez cada uno.-susurró.

-Bueno.-replicó él abrazándola y subiéndola a él, sentándola en su cintura.- Todavía no llegó mi turno. Y yo iba primero, ¿recuerdas?-

-Pero…-

Antes de que llegara a quejarse, acercó su cara hasta apoyar sus frentes y, mientras ambos podían sentir la respiración del otro calentarle la boca, en un muy leve susurro, Kazuto habló.

-Me importas demasiado, Asuna.-

Ella supo que en su boca se había dibujado una sonrisa absurdamente tonta. Puso sus manos en el pecho de él, se encontró con que era más firme de lo que creía. ¿Había estado haciendo pesas?

De todos modos eso le importaba un comino.

-Cuando quieres, eres todo un galán, Kirito-kun.-susurró en respuesta.

Él se rió por lo bajo y rozó sus narices, sonriendo como estúpido también. Pocas veces él se dejaba ver así. "Es adorable cuando se pone así", pensó Asuna. Y por algún motivo, esta vez, y nunca más en toda su vida, Kazuto dijo algo que ella jamás esperó que dijera.

-Asuna… De verdad tengo la necesidad de explicarte algo.-ahora se veía serio.

Más serio, incluso, que cuando iba a las reuniones para derrotar a los Bosses en Aincrad. Más serio que cuando había peleado mano a mano contra The Gleam Eyes.

Más serio que cuando se enfrentó solo a Kayaba. Sus ojos parecían dos témpanos de hielo, un par de icebergs enormes. Y ya saben cómo es un iceberg. Si lo que está por encima del agua es enorme, lo que está debajo es al menos tres veces su tamaño.

-N-No me a-asustes… Por favor.-ella se alejó un poco, casi sentándose.

Él desvió la mirada.

-Lo siento.-se disculpó.- Quizás no debería… Pero si no lo hago ahora, nunca lo haré.-se dijo a sí mismo.-

Reunió fuerzas y se sentó en la cama, con las manos de ella en sus hombros, mirándolo con infinita preocupación.

-No… No me digas que quieres… Terminar…-

Kazuto reaccionó como un rayo, alzando los ojos hasta los de Asuna y acariciándole las mejillas.

-No, por favor.-dijo apaciblemente.- Jamás terminaría contigo, Asuna. Eres la cosa más preciada que tengo.-

"¿Qué acaba de decir?", pensó ella, aturdida.

Él debió haber notado su expresión y comenzó a hablar.

-Yo… Sé que no soy el mejor novio del mundo. Y probablemente nunca lo seré. Sólo… Estoy diciendo esto porque…-su voz tembló.- Lo he pensado mucho, y creo que si vamos a estar juntos por toda nuestra vida, deberías saberlo.-

-Kirito, me estás asustando, mucho.-deslizó sus manos a su cuello.- ¿Qué te sucede?-

-Quiero contarte mi pasado.-confesó.- No… Esperes nada muy oscuro ni nada por el estilo, sólo… Es patético.-declaró, Asuna lo observó en silencio, directo a los ojos; Kazuto respiró hondo, mantuvo el aire en sus pulmones un buen rato y luego lo dejó ir.- Todo esto comenzó cuando tenía siete años. Aunque no lo creas, así es. Desde que empecé la primaria, mi abuelo…-tragó saliva y sintió que ella pasaba su pulgar por su mejilla y levantó la mano izquierda para agarrarla por la muñeca cariñosamente.- Mi abuelo me obligaba a ir a kendo, y si me negaba a ir, bueno…-dejó escapar un bufido.- Me pegaba. Co-Co-Con la espada de madera de kendo.-bajó la cabeza.- A eso, añádela que tenía que ser bueno, o me darían duro en las prácticas y en los torneos. Hasta los once, esa fue mi vida. Bueno, eso y que en la escuela no era exactamente popular. Más bien, era el objetivo de las burlas. Un día me cansé.-levantó la mirada.- En una clase de práctica de kendo, que era en la escuela, me vengué de todos. Les di a todos y cada uno de ellos una buena paliza.-Asuna se rió de esto, divertida.

-Imagino que aprendieron la lección.-comentó.

-Oh, lo hicieron.-afirmó él.- Pero otro tuvo que ocupar mi lugar. Era un chico rubio de ojos verdes, lo recuerdo. Y no era nada bueno en el kendo. Lo apaleaban como si fuera uno de los maniquíes de práctica. Seguí con las prácticas un año más y luego las dejé. Mi abuelo me dio una paliza mucho peor de la que me dio The Gleam Eyes.-

Asuna tuvo el impulso de reír ante el comentario, pero se contuvo. Seguramente sería contraproducente para él. En lugar de eso, hizo una mueca de dolor y le dio un pequeño beso en los labios.

-Relájate.-le pidió, al notarlo respirar agitado.- Tómate tu tiempo.-

-Me quebró una costilla.-dijo, y ella contuvo la respiración.

-Se asustó cuando supo lo que había hecho. Paró de pegarme, empezó a disculparse como loco, me cargó en brazos y corrió hasta el hospital. No teníamos coche en aquellos días. Mientras me revisaban, oí que mi madre llegaba enojadísima y comenzaba a gritarle muchas cosas, tan rápido que no logré entenderlo. Suguha estaba ahí, había visto todo y en ese momento hizo algo que no esperaba que hiciera por mí. En cuanto el médico terminó de darme unas pastillas y decirme un montón de cosas que no recuerdo, los hizo entrar a los tres y se puso a hablar con mamá. Después, de vuelta en casa, comenzaron a gritarse de nuevo, y Sugu se puso entre ellos con una mirada asesina y sólo gritó una cosa. "¡Si el problema es que los dos tenemos que hacer kendo, entonces yo haré el doble de kendo y cubriré el lugar de ambos!" El abuelo tuvo que aceptar. Midori, mi madre, se negó rotundamente a dejarme seguir, por suerte, y el abuelo tuvo que conformarse con Suguha.-suspiró y repentinamente se quitó la camiseta.- ¿Ves esto?-se señaló el costado derecho, a la altura de la última costilla.- Préstame tu mano.-Asuna alargó los dedos y él guió su toque hasta el lugar.

-Oh.-Asuna hizo un puchero.- ¿Te recuperaste mal?-preguntó preocupada.

Podía sentir, a través de sus dedos, cómo la caja torácica de Kazuto se hundía más de dos centímetros en esa zona y luego se acomodaba.

-Sí.-admitió.- Tenían que operarme para acomodarla, pero cuando me preguntaron si estaba dispuesto, pregunté si era necesario, si esa… Deformación, afectaría a mi desarrollo. Dijeron que no, que era sólo estética. Así que me negué a operarme.-dio otro suspiro tembloroso.- Unos meses más tarde, cuando ya estaba recuperado, estaba caminando por la escuela y me encontré a tres de los peores idiotas de la escuela molestando a este que era el nuevo bufón, el que te dije que había tomado mi lugar, ¿recuerdas?-

-Ajá.-dijo Asuna acariciándole el pecho y los costados delicadamente.

-Estaban pegándole mucho. No tenía moretones a la vista, pero sabía que si seguían dándole así acabarían mandándolo al hospital. Así que, pensando que era mi deber solucionar eso, corrí, robé una espada de madera de kendo del gimnasio y los molí a golpes. No es que fuera violento, pero… Quiero, tú me entiendes, ¿no?-

-Sí.-dijo Asuna de verdad.- Comprendo tu sentimiento de justicia, Kirito-kun. Me pasó muchas veces, sólo que… Nunca tuve el coraje de inmiscuirme.-cerró los ojos, y poco después sintió la mano de él subir por su cara.

En silencio, ella agradeció el simple gesto.

-Gracias, Asuna.-le dijo.- El caso es, que casi me expulsan. Mi madre me gritó mucho, tuvo que ir a buscarme aquel día. Mi abuelo, por otro lado, casi se mostraba orgulloso. Creo que estaba un poco… Loco, me atrevería a decir. Pero eso no importa. La cuestión no terminó ahí. El primer año de secundaria fue insufrible. No me relacionaba con nadie, todos me evitaban. No había hecho lo correcto al defender a aquel chico. No lo correcto para mi reputación, al menos. Todos me veían como un verdadero matón. Al cabo de un tiempo, este chico rubio se animó a hablarme. Fuimos amigos un tiempo, y luego se cambió de escuela. Fue entonces que me di cuenta de que él sabía mi nombre pero yo no sabía el suyo. Fue raro. Nos llamábamos por apodos. De ahí viene el nombre de mis personajes en los MMO. Kirito. Él lo inventó.-

Asuna se tapó la boca con las manos.

-Lo siento...-se disculpó.- Yo me la paso llamándote así, perdón, no sabía…-decía entre sollozos.

Kazuto la abrazó con fuerza y le susurró al oído.

-Calma.-le besó la frente.- Me gusta cuando tú lo dices.-le dijo.

-Kirito-kun…-repitió ella en una vocecita.

Despacio, se besaron por unos segundos, disfrutando del contacto simple y sincero que hacía días que no tenían. Asuna se acurrucó más contra él e hizo que se apoyara contra el respaldo de la cama.

-¿Qué más sucedió?-preguntó la chica, deseando que él le cuente todo.

Lo oyó suspirar.

-En paralelo a eso, tuve varios problemas. Descubrí que mi madre no era sino mi tía, que mi hermana en realidad era mi prima, y que mis padres estaban muertos. Por un estúpido choque. Se lo dije a mi tía y ella se sorprendió de que lo hubiera averiguado, pero aceptó mis quejas y me explicó todo.-se le enjuagaron los ojos.- Por culpa de eso, pensé que toda mi vida había vivido una mentira. Di por hecho, erróneamente, que toda la gente era falsa. Que las cosas que decían, eran sólo por conveniencia propia, o por alguna razón momentánea.-respiró temblorosamente.- Así que decidí darle la espalda al mundo real. Me sumergí en el mundo de los juegos, con el único propósito de olvidarme del dolor de descubrir que nadie decía la verdad. A eso, súmale que la gente primero dice una cosa y luego la contraria, pero las dos cosas son ciertas. Se me hizo un embrollo de ideas, casi todas negativas, y comencé a creer que sería mejor no relacionarme con nadie. Vaya que tenía problemas.-soltó una risita nerviosa.- Así que para relacionarme, decidí comportarme de manera súper fría y súper directa. Esto sólo me trajo más problemas, más disgustos y más peleas con el resto de la gente. Pero, sin embargo, en los juegos…-temblaba de dolor, y ella lo abrazó y pasó su mano por su espalda.

-En los juegos no era así.-terminó Asuna por él.

-Exacto.-le oyó susurrar.- En los juegos, todos son sinceros, saben lo que quieren, no dicen dos cosas contrarias y las sostienen, sólo dicen una. Y cuando dos ideas chocan, se matan a golpes, luego el que murió resucita y todo está bien.-se le escapó una lágrima.- Y cuando empezaba a pensar que el errado era yo, salió a la venta el NerveGear. Y luego la Beta de SAO. Era mi salvación. Allí podía ser quien realmente era. Nada de problemas, no. Sólo diversión y una historia épica detrás de mí.-tragó saliva pesadamente.- Durante la Beta, conocí a un jugador que, al igual que yo, usaba sólo una espada. No le presté atención, pero él me frecuentaba, a veces cazaba en el mismo lugar que yo, compraba en los mismos herreros y restaurantes que yo… Comenzó a ser una molestia. Así que, un día, harto de esto, lo desafié a duelo.-

-¿Y quién ganó?-preguntó Asuna sonriendo, sabiendo la respuesta.

-Era igual de fuerte que yo. Tenía mi nivel, equipos parecidos, incluso la misma arma. Al final, sé que si gané fue porque él lo quiso. Bajó la guardia adrede. Le grité que no fuera imbécil, que peleara en serio. Y le envié otra solicitud de duelo. La rechazó. Oh, se me olvidaba aclarar algo. En la Beta, a veces, por unos errores del sistema, no aparecían los nombres de los jugadores. Bueno, lo que sucedió fue que me agregó a su lista de amigos, me pidió que lo acepte, y dijo que en cuanto el juego completo fuera lanzado y finalizado por los jugadores, entonces pelearíamos a nuestro máximo potencial.-

Esta vez fue Asuna la que tragó saliva.

-¿Lo conocí?-

-No.-negó Kirito.- Fue de los doscientos trece que murieron porque intentaron desconectarlos del juego.-

-Oh…-ella se despegó de él y lo miró a los ojos, con sus manos en sus hombros de nuevo.- Discúlpame.-

-No pasa nada.-dijo su novio, pero evidentemente estaba haciendo un gran esfuerzo por contarle todo esto.- Fue… Mi primer y único amigo durante muchos años y…-ya sin ningún esfuerzo, rompió a llorar, y Asuna se sorprendió.- Lo siento…-sollozó.- Yo no… No quiero dar… Lástima, es que…-

Ella clavó sus uñas en sus hombros y le dio una mirada firme, transmitiéndole la firmeza que él necesitaba en este preciso instante.

-Kirigaya Kazuto.-le dijo, esperando causar impacto con eso.- No pienses por un segundo, que porque te muestras así delante de mí, algo entre nosotros va a cambiar.-le sonrió con ternura.- Porque yo no puedo dejar de amarte, pase lo que pase.-

Kirito aspiró fuertemente por la nariz.

-¿Aunque sea una basura?-preguntó con voz temblorosa.

-No eres ninguna basura.-negó acariciándole la mejilla.- Si lo fueras, no hubieras venido a buscarme a ALO.-

-¿Aunque sea un miedoso?-cuestionó un poco mejor.

-¿Miedoso?-inquirió Asuna.- Kirito-kun, enfrentaste a Kayaba Akihiko, tú solo. Un usuario normal, contra un Dios. Y ganaste.-

Kazuto de a poco se fue calmando, y muy lentamente recuperó la compostura. Luego, con su tono monótono de siempre, empezó a murmurar.

-Muchas gracias.-terminó de decirlo con lágrimas en los ojos.

-Tú, -empezó Asuna.- estuviste ahí para mí cuando mis fuerzas flaquearon.-le limpió los ojos con los dedos lentamente, como en una caricia.- Tú, no te fuiste cuando me comporté como una tonta en lugar de serte directa.-deslizó un dedo por sus labios y lo miró a los ojos.- Tampoco lo hiciste cuando más te necesité.-añadió.- Pero esto no se trata de que yo te esté pagando esos favores. Son favores, no se pagan. Lo que hago, escucharte y tranquilizarte, lo hago porque te amo.-depositó un beso suave en su boca y rozó sus labios con los de él; luego, dijo contra su boca.- Te amo, y estaré siempre aquí para ti. En la vida real, en los juegos, en todas partes. Y donde tú vayas…-Asuna le mantuvo al mirada con firmeza al decir esto.- Yo iré. Salvo que… Tú no quieras.-agregó, preocupada.

Sintió que él sonreía contra sus labios.

-¿Cómo no voy a querer?-

Ella pudo sentir sus labios separarse más y no dudó en acortar los milímetros que quedaban entre ellos. Su aliento mezclándose con el suyo, las manos de ambos enredándose en el cabello del otro, sumergiéndolos más y más en el beso, desconectándolos de cualquier otra sensación.

Momentáneamente se separaron por aire antes de entrar en contacto de nuevo, buscando dejar claro allí lo que sentían el uno por el otro, puesto que las palabras sencillamente no eran suficientes.

Asuna pensó que podría intentar decirle que lo amaba todo el día, sin detenerse a respirar, pero, aun así, no sería suficiente para darle a entender con qué locura estaba enamorada de él.

Una frase muy empalagosa pasó por su cabeza y quiso decírsela, pero no se atrevió a romper el beso que estaban compartiendo tan amorosamente, y, además, ella estaba segura, él no sabría qué responderle.

Simplemente, él era así. Escueto. Un tanto frío.

Pero lo amaba así.

No importaba que no fuera muy romántico, a excepción de los momentos en que quería disculparse.

Pero ahora estaba siéndolo, se dijo. Estaba siendo muy romántico, en realidad. En los cinco minutos que llevaban así, no había hecho ni el menor signo de hacer nada más que besarla. Y ella tampoco.

Notó que algo en su interior se agitaba, quería más de su parte, empezaba a desear explorar su cuerpo como había hecho más de una vez en el juego.

Decidió que quería dar un paso adelante en su relación aquí en la realidad. Qué más daba si los demás estaban en la casa, todos estarían dormidos para este momento. Además, como la luz estaba apagada y en el cuarto de sus padres no había ventanas, la habitación estaba a oscuras.

Se enderezó, separándose de él y, mirándolo a los ojos, aprovechó que la estaba mirando para cruzar las manos sobre su cuerpo, tomar su camiseta por el borde y levantarla lentamente sobre su abdomen y luego más allá de su pecho antes de pasársela por la cabeza y dejarla resbalar de sus dedos a un costado de la cama.

-Asuna…-empezó él, pero ella sólo puso un dedo en sus labios, se acercó y le susurró.

-Está bien.-besó su mejilla.- Sólo quiero que sepas realmente, cuánto te amo.-

No dijo la frase que tenía en mente, pero aun así, él hizo lo que ella esperaba. No dijo nada. Únicamente la miraba sorprendido.

No permitiría que arruinara todo pensando en algo, y en realidad tampoco tenía que decir nada, pero él no lo sabía.

Se inclinó de nuevo sobre su novio, y esta vez puso sus manos en el abdomen apenas marcado de Kazuto y las deslizó hacia arriba, arrastrando con ellas su prenda.

Él no se quejó, pero alzó los ojos y le dijo en un susurro.

-Asuna… Yo… Quiero hacer esto, pero… Este… No es como el juego… No tengo…-

Ella intuyó de inmediato lo que él quería decir al ver su mirada de preocupación y sus mejillas levemente coloreadas. Ella misma se ruborizó al explicarle.

-Mi… Padre me dijo… Desde que sabe que salimos… Que tome… Bueno, tú sólo… No te preocupes, ¿está bien?-intentó sonreírle acariciándole el pecho de arriba hacia abajo y viceversa con delicadeza.- ¿Puedes confiar en mí en esto?-preguntó.

Notó que él tragaba saliva, probablemente le había entendido.

-Claro.-fue todo lo que logró articular.

-Bien.-Asuna hizo lo que pudo por tragarse su propio bochorno.

Siempre era él el que empezaba estas situaciones. Esta vez sería ella. Era la mayor, después de todo.

"¿Yo estoy pensando eso?", se preguntó a sí misma, "Debo estar realmente perdida en este momento."

¿Perdida cómo? Era una respuesta que no tenía. Quizás deseaba complacerlo como él la complacía en el juego de vez en cuando, en los momentos en que la situación permitía que hicieran este tipo de cosas. O quizás sólo… Quería sacarlo de su ensimismamiento, alegrarlo, dejarle conocer de verdad la infinita sensación de hormigueo que le provocaba verlo, o a lo mejor simplemente… Hacía mucho que quería esto, pero no encontraba el momento.

Sin decidirse del todo sobre el motivo, sabía algo a ciencia cierta. Si quería hacer esto con él de verdad desde hacía mucho, y quería, su amor por él era real.

Era momento de ver si él se sentía igual.

Movió sus piernas y, arrodillada sobre él, terminó de quitarle la ropa, dejándolo sólo con una prenda, de la que se ocuparía luego.

"Sin ninguna prisa.", pensó mientras se sentaba nuevamente sobre su ingle.

Sintió las manos de él tocándole las plantas de los pies. Era un toque diferente al que usaba dentro del juego. Este era tímido, mientras el otro era totalmente pasional. Por algún motivo, el actual le resultaba más querido, aunque no es que le molestara el otro.

Contuvo el aliento, con la boca abierta, mientras el toque de su amado subía hasta sus rodillas muy despacio y luego alcanzaba su cintura. Dejó ir el aire lentamente, disfrutando cada momento.

Se recordó a sí misma diciendo "La reconocería si fuera tu mano.", allá en el Palacio Imperial. Era cierto. Este contacto... En verdad eran parecidos, pero esto… Tan sólo era mejor.

Lo besó de nuevo, ya sin ver nada más que oscuridad, y esta vez no contuvo su lengua. En seguida supo que él tampoco.

Sintió las manos de Kazuto detenerse bajo su cintura y, ante esto, movió la cadera, provocando que sus intimidades rozaran.

No pudo contener un pequeño gemido, tan bajo que él sólo pudo escucharlo porque se le escapó contra su boca.

Sus mejillas ardieron con violencia mientras su novio aplicaba un poco de fuerza allí, sólo un poco, y luego seguía recorriendo su espalda, sus costados, su abdomen y por último hacia arriba, donde detuvo sus manos a escasos milímetros de sus pechos antes de desviarlas repentinamente a sus hombros y después a su cuello.

A cada momento que pasaba, Asuna sentía su cuerpo relajándose más y, por otro lado, cada vez se encontraba más tensa. Su toque era tan gentil, tan poco hambriento, que la hacía desesperarse, y era esta desesperación que la tensaba.

Usualmente dejaría que él hiciera esto, pero quiso hacerlo ella esta vez. Presionando sus manos contra su pecho, lo besó con pasión y luego comenzó a hacer un camino de besos con sus labios desde la boca de Kirito hasta su cuello, donde se ocupó de hacerle leves cosquillas, presionar sus labios levemente e, incluso, sólo una vez o dos, se atrevió a tocarle la piel con la lengua.

Notó que él se tensaba y dejó esto último. Quizás estuviera excediéndose. En su lugar, deslizó las manos por todo su pecho y exploró sus músculos, apenas marcados en su piel. No era para nada un chico de músculos grandes, pero poco le importaba eso a Asuna. No le importaba ni un poco, en realidad.

Volvió a mover su cintura un poco mientras desplazaba sus manos por su abdomen, rozándolo más.

Kazuto estaba petrificado mientras sentía una oleada de calor y emociones recorrerle todo el cuerpo. Sabía que si se quedaba quieto todo el rato, probablemente ella acabaría rindiéndose y él quedaría en ridículo. Tenía que moverse.

Pero sencillamente no sabía qué hacer. Era como si toda esa experiencia acumulada en el juego teniendo relaciones con ella simplemente no le sirviera. Era ridículo. Era capaz de pelear con Suguha con las katanas de madera, pero era incapaz de hacer feliz a Asuna en la cama en el mundo real.

Cerró los ojos e imaginó que todo estaba sucediendo en ALO. Que estaban en su casa en la copa de Yggdrasil, haciendo esto. Y logró que sus manos comenzaran a moverse de nuevo.

Oyó que ella contenía la respiración otra vez y la soltaba con agitación cuando él finalmente, después de varios acercamientos, se animó a tocar sus pechos.

De nuevo, su toque la levantaba hasta el cielo. Asuna se sentía volando mientras los dedos y las palmas de él le daban un masaje casi perfecto.

Contrajo su abdomen involuntariamente, disfrutando mucho la sensación.

"Quiero más…" pensó confundida.

Puso sus propias manos sobre las de Kirito, y con los ojos cerrados, las guió hasta la unión de su sujetador, en su espalda.

En un solo y agraciado movimiento, él lo desabrochó y ella se ocupó de quitárselo de encima. La ropa, en este instante, era sólo una molestia. Una molestia que debía ser eliminada.

Dejó caer el sostén a un costado de la cama y lo miró a los ojos, pero vio que él los tenía cerrados. Sonrió ante lo que creyó que era temor y le besó la comisura de los labios antes de apretarse contra él de a poco. Con la cabeza hundida en su cuello, se sorprendió cuando él la abrazó y giró, posicionándose sobre ella.

Sintió que le besaba la mejilla, el siguiente contacto fue en el mentón, luego justo en medio del cuello y después recibió unas cosquillas en la clavícula, ante las cuales se retorció sonriente debajo de él.

-Asuna.-la llamó, ella abrió los ojos.- No soy del tipo que dice cosas amorosas, pero…-alzó la cabeza, trabaron miradas y Kazuto le acarició el cuello con una mano.- No me alcanzaría ni la tinta ni el papel, ni tampoco todo el almacenamiento digital del mundo…-tragó saliva como por centésima vez en el día.- Para dejarte en claro cuánto te amo… Cuánto te anhelo cerca… Cuánto te adoro.-

Esa… Esa era la frase que ella había pensado decirle antes. Sorprendida en exceso de que él conociera esas palabras que a Asuna tanto le habían llegado al corazón cuando las oyó en una telenovela extranjera, sintió que, tal y como la vez que se habían reconciliado, su corazón se fundía.

-Eres… Tan tierno.-lo atrajo hacia ella y lo besó apasionadamente.

De nuevo, él duró poco en sus labios, antes de partir con los suyos por el cuello de su novia, pero esta vez bajó más.

Sumando sus manos a la acción, la besó entre los pechos.

La respiración de Asuna se aceleró mucho. Pocas veces en el juego él había hecho esto. Pero… La verdad sea dicha, le gustaba que lo hiciera.

Arqueó su espalda involuntariamente cuando, mientras le hacía eso, lo sintió mover la cintura también.

Era demasiada provocación, se dijo a sí misma. Ya no lo soportaba, quería ser uno con él por primera vez en este mundo, pero se contuvo, lo hizo porque no quería que el momento terminara nunca. Quería seguir, más, mucho más, y de no ser por que los demás estaban en la casa, lo prolongaría todo el día. O, al menos, eso pensaba en ese momento.

Justo entonces, él se atrevió a besar la zona más sensible de lo que tenía entre sus manos, y Asuna no pudo por ningún medio evitar gemir un poco más alto. Por suerte, la habitación era casi hermética.

Reclinó la cabeza con fuerza contra la almohada y volvió a gemir, el calor estaba tomando su cuerpo, el deseo nublando su mente, ya no era consciente de sí misma, y sabía que a él le pasaba exactamente lo mismo.

Enredó sus manos en los cabellos de su novio y rogó en silencio, sólo para ella misma, que nada lo detuviera.

Nunca se le había ocurrido que le gustaría tanto algo como esto, y justo cuando pensaba que se estaba acostumbrado al placer que le proporcionaba, una de las manos de Kirito, que ya hacía minutos que estaba comportándose tan pícaro como el juego, bajó por su abdomen, haciéndole unas leves cosquillas, hasta su ingle y la tocó en aquel lugar que nunca nadie más que ella había tocado hasta el momento.

Se mordió el labio y hundió más la cabeza en la almohada, mientras reprimía muchos gemidos y otros se le escapaban, por culpa del masaje delicado pero marcado que le daba.

Se arqueó más y Kazuto se atrevió a succionar la cosa más sensible de sus pechos, arrancándole un grito ahogado.

-Detente…-logró decir entre suspiros, entrecortadamente.- Por…-otro gemido se le fue sin querer.- Favor…-uno más.

"¿Tres metros sobre el cielo?", pensó ella, "¡Qué mal novio era el protagonista!". Había visto hacía poco una película de hacía dieciséis años con ese título en internet. Era una romántica. Le había gustado, pero, en serio, ¿tres metros?

Ella estaba a más de un millón de kilómetros arriba del cielo en este preciso momento.

Ya no lo soportaba más.

-Kirito-kun…-quiso apartarlo, pero él se zafó de ella y se afianzó donde estaba, momentáneamente haciendo las cosas más desesperado.

Entonces lo sintió deslizar la mano bajo su ropa interior e intentó apretar las piernas para forzarlo a retroceder, pero se encontró con su cuerpo. Estaba tan inconsciente, tan sumergida en su propio placer que apenas si podía razonar en este punto.

Luchó por recobrar la conciencia y logró pasar el dedo gordo de su pie derecho a través de la última prenda que le quedaba a él. Despiadadamente, se la bajó hasta las rodillas, desconcentrándolo por un momento, suficiente para quitárselo de encima un poco y recuperar el control.

El aturdimiento sólo le duró un segundo, pero fue más de lo que Asuna necesitaba.

Acomodó la almohada para apoyar su espalda en ella y juntó sus piernas, mientras él, arrodillado delante de ella, admiraba su cuerpo.

Sabiendo lo que tenía que hacer, Kazuto terminó de quitarse aquella prenda molesta y, sin sonrojarse ni ocultar lo que lo hacía hombre fisonómicamente, puso una mano en cada una de las rodillas de la chica y, sosteniéndole la mirada, arrastró sus dedos por su hermosa y suave piel, ida y vuelta, una vez, dos veces, luego una tercera y finalmente fue hasta su cintura, donde agarró la prenda que lo separaba de ella y comenzó a retirarla.

Asuna tragó saliva como pudo, con los brazos a los costados, apoyados en sus codos, con el pecho expuesto a él y ya prácticamente desnuda. Levantó las piernas y dejó que terminara de desvestirla.

Como si estuviera intentando provocarlo, puso sus pies en su pecho y él los tomó en sus manos.

Cerró los ojos y disfrutó de su masaje en las plantas de sus pies. No tenía idea de cómo era que sabía masajear, pero tampoco le importó. Sólo valía que sabía hacerlo.

Dejó que su toque, ahora apasionado e incluso provocador, la relajara, presionando su piel con suavidad, y que delicadamente, con mucha lentitud, comenzara a recorrerla hasta que eventualmente hizo que separara sus piernas y le permitiera entrar en ella.

Tal y como la última vez, lo recibió con una pequeña sonrisa, abrazándolo, pero esta vez también hizo una mueca.

En el juego, nunca había dolor. Pero en esta ocasión, se le escapó un quejido.

Él buscó sus ojos, captó su mirada segura, y simplemente prosiguió con cuidado, esperando toparse con algo que lo detuviera.

No tardó mucho.

Asuna se aferró a él con más fuerza y levantó un poco la cadera para sentirlo mejor, sabiendo que lo próximo sólo sería por unos momentos y por nunca más.

Tras unos momentos incómodos, lo sintió retroceder un poco y luego volver con algo de fuerza.

Contuvo un pequeño grito como pudo y relajó la cabeza. Despacio, la de él se le acercó y compartieron un leve beso mientras Kazuto comenzaba a mover su cintura.

Ella acompañó su vaivén con uno propio, negándose a quedarse quieta, y mientras lo sentía besarle el cuello apasionadamente, dejó caer su cabeza contra el respaldo de la cama y se entregó a él.

So, people, just to let you know… Originalmente, esto no iba a continuar, pero vi que les gustó lo que escribí, así que decidí darles otro punto de vista esta vez y otra situación no tan sexy, sino más privada… Eso intenté, al menos. Díganme si me salió bien o es un completo fracaso :P

Sepan que amo escribir para este fandom y espero que siga creciendo. Kawahara-sensei must be honored (?

No, eso era una broma xD

Por favor, ¡háganme saber si les gustó o no! Y también díganme si quieren otro capítulo, pero les advierto: lo que tengo en mente es muy fuerte.

¡Ustedes sabrán!

Digan que sí (?

Lo diré por tercera vez y ya me voy yendo:

Si quieren más… Háganmelo saber