La verdad es mi primer fic, así que no sean crueles, por las faltas de ortografía etc pido disculpas
-Sin más Frozen no me pertenece solo a Disneey y sus asociados
Recuentro
La luz del alba comenzaba a mostrarse dando paso a un amanecer que anuncia el comienzo de un nuevo día; una pequeña ráfaga de melancolía que daba paso a un sentimiento de incertidumbre, a cierta pelirroja que miraba el horizonte, desde el tejado de aquel castillo que tantos recuerdos contenía. Con el corazón palpitando lentamente, ella contemplaba aquel amanecer, las olas subían y bajaban, conforme se acercaban a la tierra, y provocaban ondas que se confundían entre sí, dando el aspecto de pequeños círculos quebrándose en diferentes partes en formas de 'C'. Un pequeño suspiro escapaba de los labios de aquella chica, de ojos color azul-aqua, mientras se encogía de hombros y, en posición fetal, abrazaba sus piernas.
-¿Y si hacemos un muñeco?- cantaba la joven junto a un suspiro y una voz quebrada. Aumentando la presión de su auto-abrazo, cerraba los ojos evitando derramar esas lágrimas que tanto había contenido. ''¿Dónde estás?'' esa pregunta era la razón de sus penas.
Habían pasado dos semanas desde que aquella rubia había abandonado sus aposentos, para investigar los extraños sucesos que se estaban presentando a las afueras de su reino; esa era lo que mantenía a esa chica, en el tejado, acojonada y abatida en la espera de noticias sobre su querida hermana.
-No t-tiene que ser un mu-muñeco…- con la voz completamente ahogada en sollozos continuaba con la interpretación de aquella canción, que tanto le recordaba a la rubia platinada que se adueñaba de sus pensamientos.
Una pequeña lagrima, cargada de tristezas, comenzaba a recorrer su mejilla. Con los ojos cristalinos, por las lágrimas contenidas, mantenía la vista sobre aquel mar, esperando una señal que le dijese que su hermana estaba de vuelta o, al menos, trajera noticias de ella.
-Y-ya me voy- con un gran respiro, y conteniendo aquellas lágrimas que amenazaban con desbordarse a la mínima muestra de flaqueza, termino la última nota de su canto.
Escondiendo la cabeza dentro de sus piernas y apretando la mandíbula, se dispuso a dar una última mirada a aquel mar ondeante, que hacia juego con sus pensamientos, y a dirigirse a sus aposentos para vestirse adecuadamente para el día que acababa de comenzar; desde la ausencia de la rubia ella había quedado a cargo de los asuntos del reino, siendo la princesa y segunda heredera al trono, título que no deseaba en lo más mínimo.
Con el dorso de su mano comenzó a limpiarse aquellas las lágrimas que se habían escapado a los esfuerzos, casi inhumanos, de ella por evitar que salieran; tenía que ser fuerte, debía ser seria, tenía que soportarlo, por ella.
Con el ánimo algo nublado y un poco cabizbajo se propuso a rendir el día con todo el esfuerzo y energía que pudiera deparar en ese momento; tenía que dar frutos y conseguir un avance para cuando ella llegara, le demostraría que ella podía ser tan responsable como cualquier otro al mando, e incluso más. Se detuvo en seco, contemplando la luz del sol que se filtraba por la ventana, y dio un sonoro suspiro. No entendía, trataba de comprenderlo, noches antes lo había analizado en su cama, hasta que el sueño la invadía y la hacía perder el conocimiento, pero la misma pregunta la seguía carcomiendo todos los días ''¿Desde cuándo buscaba la aprobación de su hermana? ''. No es como si antes no la hubiera buscado, en realidad desde que sus padres fallecieron y la dejaron a cargo del reino, pero en ese entonces no era como ahora. Antes solía buscarla con la intención de poder escuchar unas palabras de su hermana a través de esos centímetros de madera que las separaban, aprendió lo básico sobre finanzas, arte, arquitectura, sociedad, solo lo esencial para poder ejercer un reinado justo y burocrático hasta que su hermana fuera coronada o decidiese salir, lo que ocurriera primero; pero ¿Por qué ahora su mente le jugaba tales bromas? Solo atino a pones una mano sobre su frente y dar un segundo suspiro, cargado de pesadez y duda, igual no tenía el tiempo, ni era el lugar exacto para ponerse a pensar en sus dilemas existenciales, en sus ratos libres podría amargarse su existencia con sus dudas, pero por ahora un reino la llamaba y tenía que responder como era debido; firme, serena, fría, calculadora, pero a la vez cálida y amigable, cada vez admiraba más aquella rubia que tenía mil facetas y mil deberes que seguía sin rechistar. Exhalando una gran cantidad de aire se dispuso a poner su mejor sonrisa, fingida desde que cierta rubia desapareció, y con paso firme recorrió aquel pasillo. Frente a una gran puerta, de madera tallada en un color rojo suave-brillante, ella extendió la mano y, tomando la manivela, dio un pequeño empujón que, por inercia, dejo al descubierto el comedor y a una pelirroja totalmente sorprendida y boquiabierta.
-¿Elsa?-
Una rubia platina estaba parada frente a ella, con los brazos caídos a ambos lados y una sonrisa dibujada en sus labios, dando ese aire de seriedad y dulzura que siempre caracterizaban a la elegante chica.
-Tardaste bastante, pensé que tal vez te habías vu…-
-¡ELSA!-
Ante la mirada atónita de una rubia, la pelirroja salto sobre esta en un efusivo abrazo. Lágrimas corrían por el rostro de la menor, lagrimas que había contenido desde que había visto partir a aquella rubia que se había vuelto la dueña de sus pensamientos, emociones y anhelos. La rubia solo pudo abrazarla y acariciar la espalda de la efusiva pelirroja que lloraba en sus brazos, no podía creer que la echara tanto de menos, no es que ella no la hubiera echado de menos, es más aquella pelirroja se adueñaba de su pensar cada vez que ella cerraba los ojos. Tanto llego a pensarla que hasta en sus sueños había aparecido, hasta el punto de preguntarse cómo es que anhelaba tanto la compañía de la menor si no había compartido tanto tiempo con ella, desde los deberes del castillo, hasta las salidas no programadas o las sorpresivas visitas, que tanto le molestan; por algo había un mensajero, para que avisaran con antelación la hora y fecha de su visita; pero eso ya no importaba, al fin y al cabo, se encontraba al lado de aquella chica que tanto había estado ansiando ver, en este momento la tenía en sus brazos y ella le demostraba que se sentía igual o peor que ella en el corto periodo en el que estuvieron separadas.
-También te extrañe-
Espero que les haya gustado, se que es algo corto, pero solo era el prólogo, sin más agradezco su tiempo en leer mis tonteras y recuerden que sus opiniones son importantes (para buscarlos y asesinarlos :P)