Que me motivo a escribir este fic? No se, no estoy segura. Pero se que Jon y Arya se merecen mutuamente y tienen que encontrarse, al menos una última vez.

Me sentí tentada a cambiar la edad de los personajes - me incomoda más que Arya sea tan niñ que tenga la misma sangre que Jon. - pero si George Martin decide que estén juntos, a el seguro la edad no le importa nada.

Espero y disfruten esta historia.

P.d. Jon no esta muerto! -me negaré a aceptarlo hasta tener el prox. Libro en manos.

El Invierno se Acerca.

Antes de dormir, cerró los ojos y susurró las dos palabras: Te extraño.

Tal vez él podría oírla. Tal vez…

Estando tan lejos de casa, tan lejos, a veces su vida antes de que el desastre se desatara parecían solo sueños brumosos. Sus padres, Robb, Bran y Rickon… todos muertos. Probablemente Sansa también. O a lo mejor seguía viva, si es que había optado por agachar la cabeza y negarlos a ellos. Si, Sansa haría algo así. Arya odiaba pensar en eso. De hecho, eso que sentía por Sansa casi podía llegar al odio, pero a la vez… ojalá siguiera con vida. E Invernalia estaría allí, sin un Stark que protegiera sus tierras y su gente. Y Jon….

Te extraño, Jon. Ojalá él pudiera oírla. De entre todos, era él quien le hacía más falta. Su sonrisa, y la manera en que le acariciaba el pelo, la forma en que él la entendía; era Jon, su medio hermano, el único al que realmente sentía como si fuera parte de ella misma. Si él estuviera con ella no se sentiría tan sola, tan perdida. Vivía pensando que el día siguiente sería el día en que lo volviera a ver.

Si tan solo pudiera ver… entonces seria un poco más fácil. Se atrevería a ir al Norte, sin importar lo que pudiera cruzarse en el camino, y llegar hasta el muro. Si pudiera verlo tan sólo una vez.

Una silenciosa lágrima cayó por su mejilla. Sólo una. Arya nunca se permitía más que eso; y nunca la derramaba cuando alguien más podría verla. Acarició suavemente a Aguja, antes de guardarla bajo la desgastada y sucia manta que en esa calurosa noche le servía de almohada.

Aquella noche soñó. La peor pesadilla que había tenido hasta entonces, peor incluso que la sangrienta y cruel realidad que estaba viviendo. En su sueño estaba Jon, vestido de negro, y otras sombras se acercaba a él. Uno lo apuñaló. Una vez. Dos Veces. Tres…

- NO!- gritó ella.

Estaba sudando. Se aferró a aguja con fuerza, tanto que le sangraron las manos callosas. Era sólo un sueño. Debía serlo. Por un momento se sintió tentada a salir corriendo, subir a un barco y encaminarse hasta el muro, sólo para asegurarse de que así fuera. Pero el momento de locura pasó. Jon estaba bien, debía estarlo. Él sabía que debía vivir para reunirse con ella, y ser una familia una vez más.

"Para eso, debo seguir viva yo también"

Así fue como tomó una decisión. Caminaría hacia el Dios de Muchos Rostros.


Los meses pasaron. Y cada dia, se olvidaba un poco más del pasado. padre, madre, hermanos. Sólo se aferraba vagamente a Invernalia, y al recuerdo de Jon Snow, para sobrevivir. Para recordar que ella era Arya. Y así, aunque ella también era nadie, una chica sin rostro, podía tener un poco de sí misma.

Y tras todo, detrás de su aprendizaje, de los asesinatos y el silencio, su mayor deseo seguía intacto. Había recuperado la vista, había aprendido lo que debía aprender. Se acercaba el momento de partir.

Estás extraña últimamente, Mercy - notó el Hombre Bondadoso un día. - Distraida.

Maldición. Había sido descuidada. Por fortuna, sabía jugar bien al juego de las mentiras.

Sueños, Señor. Sueños, o tal vez premoniciones, y no son agradables. Trato de concentrarme en borrarlas de mi cabeza.

¿Segura que no has recibido noticias de Poniente últimamente?

Si así fuera, tal vez incluso podría sentirme feliz. pero ya no queda nada para mi e Poniente. De hecho, no queda nadie.

Desde aquel sueño, no había vuelto a soñar con Jon. Al menos no un sueño que fuera tan real. Y por eso, por la falta de sueños y noticias, sabía que era hora. Incluso si apenas tenía 12 años, incluso si ella no era más que una chica. Allí estaba, de hecho, su principal ventaja. Muchas veces la había subestimado por ser mujer, pero esta vez, sí que lo notara, ella comenzaría a aplastarlos uno a uno.

Debía regresar a Invernalia. Y entonces, el estandarte de la familia Stark volvería a alzarse alto sobre todo el Norte, y aquellos que mancillaron su hogar pagarían el precio de su ofensa.

La voz del Hombre Bondadoso rompió sus sueños de venganza.

- Puedes engañar a otros, Mercy, pero no a uno de nosotros. Piensas irte, pero has hecho un juramento. - le recordó.

Ambos guardaron silencio, y la tensión estaba latente en el aire.

- Sin embargo, hay algo que puedes hacer- le tendió un pergamino - La vida de una verdadera Reina es el único sacrificio que los Dioses sin Rostro aceptaran. Asesinarla a ella es tu última misión.

Arya leyó el nombre escrito en el pergamino. Daenerys Targaryen. Y lo acepto. Lo que sea que debiera hacer para cumplir sus objetivos.


Esa noche Arya cambió su rostro y sus ropas. ahora estaba vestida como una verdadera chica - una pobre, sí, pero una chica - y llevaba a aguja bien guardada bajo la falda.

En una bolsa pequeña guardó su plata y oro, y en silencio se escabulló hasta afuera de la Casa.

Se detuvo cuando estuvo lo suficientemente lejos, cerró los ojos, y vio a través de Nymeria. Buena chica, ella estaba mucho más cerca de casa que Arya misma.

Un grupo de hombres, el único que iba de negro, bebía en la helada noche, sentados alrededor del fuego.

Sigue desaparecido - dijo uno de ellos - Ambos. Luego de que Bowen lo apuñalara, aquel monstruo de animal que tenía se lo llevó, no sin antes arrancarle la mano con el puñal a Bowen.

Otro de los hombres rió.

Menudo recuerdo le quedará a Marsh de Lord Nieve.

A quién más da - dijo el de negro - de la forma en que Bowen lo acabó, no hay manera de que Jon Snow siguiera con vida.

Suficiente. Para Nymeria también fue suficiente. Pero incluso la loba podía sentirlo. En alguna parte, los latidos de Ghost eran fuertes como nunca. Así también debía ser con Jon.

Arya abrió sus ojos.

Bowen Marsh.

A partir de ese momento, el primero en su lista.