Disclaimer: Ni HDA ni sus personajes me pertenecen, al igual que algunas de las películas/personajes mencionados en este capitulo.

Solo digo que no hay razón que justifique mi demora, pero si les interesa saber porque soy tan incumplidi con ustedes, al final de este capitulo (de más de 18.000 palabras) me intentare explicar un poco.

Advertencias antes de empezar:

Creo que es el capitulo más ''ilogico'' que he escrito.

Dos personas van a tener relaciones *w*

En realidad no hay mucho Bubbline en este cap, puede que algunos piensen que simplemente fue un capitulo de relleno, pero si no contaba algunas cosas que pasan aquí no se podría entender el contexto de los siguientes capítulos

En fin, ¡disfruten la lectura!

Capitulo VIII: Una semana amistosa (es un titulo muy rebuscado :'c)

Estaba volando por encima de un mundo de dulce, de hecho estaba recostada en lo que parecía ser una nube de algodón de azúcar demasiado blanda y con un olor delicioso. No pude evitar hundir mi cabeza entre esa suave textura y llenar mis pulmones con ese exquisito aroma; era tan familiar y al mismo tiempo tan irreconocible. Sentí la necesidad de aferrarme a esta nube para seguir viajando por los cielos un par de minutos más, puede que incluso hayan sido horas.

— Bonnibel —escuché como una voz familiar empezaba a llamarme, pero no tenía idea de donde venía—. Oye, Bonnibel.

— ¿Eh?, ¿cómo sabes mi nombre? —pregunté una vez descifrara que la suave nube era la que me llamaba.

— Bonnibel, es hora de que despiertes —aseguró aquella nube empezando a balancearse de un lado a otro, no pude hacer más que aferrarme fuertemente a ella—. Bonnibel, sueltame, debo irme ya —dijo la nube moviendose rápidamente logrando perturbar mi sueño.

Segundos después mis ojos empezaron a abrirse lentamente solo para encontrarme con el estampado de la camisa de Marceline.

— Por fin despertaste —dijo ella—. Ahora, ¿podrías dejarme ir, por favor? —preguntó Marceline a lo que yo respondí con una confundida mirada—. Soy fanática de pasarme en la cama todo el día, pero tengo cosas que hacer.

Me percaté de la posición en la que estábamos las dos, o bueno, en la posición en la que yo me encontraba; estaba completamente aferrada a Marceline, la tenía abrazada incluso con las piernas, mi cabeza estaba recostada sobre su pecho y prácticamente Marceline no podía moverse gracias a mi.

— L-lo siento —me disculpé mientras la soltaba rápidamente y retrocedía un poco.

— No importa —respondió mientras se ponía de pie y se estiraba—. Gumball ha preparado el desayuno… otra vez —dijo entre un bostezo.

— Okey, ya voy para allá —respondí antes de que Marceline saliese por la puerta—. Glob… —suspiré exhausta para después salir de mi habitación.

— Oh hermanita, finalmente despertaste, pareciese que no hubieras dormido en dos días —dijo entre risas una vez entrara a la cocina—. He preparado el desayuno, en señal de disculpa por lo que hice ayer —¿De qué estamos hablando precisamente?—. No debí hacer trampa en la carrera, más que nada porque no la necesitaba ya que te pude haber ganado con los ojos cerrados, pero el karma existe hermanita, recuerda: Lo que haces se te devuelve —aseguró mientras me ponía un plato lleno de Wafles frente a mi.

Me sorprendió la actitud de Gumball, la verdad pensé que ni siquiera se atrevería a dirigirme la palabra, pero aparentemente dejo el orgullo a un lado. Siempre hay una primera vez para todo, supongo; y esta resultaba ser la primera vez que comería algo preparado por mi hermano, no se veían muy bien, pero según Marceline era delicioso, así que tomé el tenedor que estaba a mi lado y agarré un gran trozo de Wafle que se dirigió a mi boca. No estaba nada mal, aunque había un sabor que no podía descifrar, de hecho creo que… ¡Glob, esta asqueroso!

— ¿Y qué tal sabe, hermanita? —preguntó Gumball entusiasmado, con un brillo de ilusión en sus ojos.

— Están… —Horrible, insípido, sabe a vomito. No, en realidad sabe como si alguien se hubiera comido su propio vomito y después hubiera vomitado de nuevo sobre un montón de comida podrida—. Emm…

— ¿A donde vas a ir? —preguntó mi hermano al ver que Marceline se acercaba a la puerta con la típica chaqueta de cuero en su mano.

— … A la calle —respondió a secas al abrir la puerta—. Hablamos más tarde —dijo finalmente mientras se iba.

— Un poco misteriosa —dijo Gumball esperando algún tipo de repuesta por mi parte.

— Bueno, suele desaparecer todo el día y regresar sana y salva —aseguré intentando sonar natural—. No hay de que preocuparse.

— Ya veo, y yo que había preparado un par para ella, bueno más para nosotros —dijo sonriente mientras ponía otro par de Wafles en mi plato… ¡¿Por qué mundo cruel?!

— Emm… me gustaría, pero acabo de recordar que debo con verme con Fionna en su casa, así que… —mentí antes de pararme de la mesa. Bueno, no era del todo mentira, habíamos acordado vernos hoy para hablar, pero nunca dijimos ni la hora ni el lugar.

Probablemente Fionna golpearía la puerta de mi casa en cualquier momento y yo podría quedar como una vil mentirosa, pero no fue el caso. Antes de salir de casa acordé con Gumball en llegar antes de las 6PM para acompañarlo a tomar su tren de regreso al campus. Una vez fuera de la casa, me dirigí a mi querida estación de metro pero durante el camino, un sospechoso Mercedes color negro empezó a seguirme a baja velocidad, me asusté un poco en especial cuando este empezó a pitar solo para llamar mi atención, decidí voltear con cautela y me encontré con una sonriente Phoebe.

— ¿Quieres un aventón, Bonnibel? —preguntó ella mientras me acercaba a su ventana. Allí estaba Marceline con una malhumorada expresión.

— Emm no gracias, solo voy a tomar el metro —respondí sonriente, aunque un poco asustada de la reacción que tendría Phoebe.

— ¿A donde te diriges? —preguntó de nuevo, ignorando el ''no'' que le había dado de respuesta, que mujer tan persistente.

— A la casa de una amiga, pero no tienen porque llevarme hasta… —dije avergonzada alejandome un poco del carro.

— Anda, sube —demandó Phoebe mientras abría la puerta.

Yo me quede allí parada con una estúpida sonrisa en mi rostro. Me limité a mirar a Marceline quien apenas hizo contacto visual conmigo, aparentemente no estaba feliz con lo que estaba pasando, a continuación miré a Phoebe quien se veía un poco molesta por hacerla esperar… ¿Qué es lo que estoy a punto de hacer?

— Gracias —dije una vez me senté en la parte de atrás del automóvil.

— ¿Por qué eres tan necia? —empezó Marceline con un tono brusco dirigiendose a Phoebe quien simplemente sonrió y puso algún disco en el reproductor de su radio.

— No es para tanto—respondió ella a lo que Marceline se limitó a negar varias veces con la cabeza y a susurrar a lo bajo—. ¿A donde vamos?

— A la casa de Fionna, es un par de casas más allá de-

— Se perfectamente donde es —me interrumpió a secas dejando que el único ruido presente fuera el de la música que sonaba de fondo. La pregunta aquí es ¿cómo rayos sabe ella donde vive Fionna?—. ¿Qué te parece la canción? —me preguntó de repente—. ¿Todavía piensas que es una basura? —aclaró en vista de que no había entendido, a continuación le subió el volumen a su radio y aquella estrepitosa música empezó a sonar más fuerte.

— Si, supongo —dije restandole importancia mientras una sonrisa se formaba en el rostro de Phoebe.

— ¿Cómo que ''basura''? —preguntó esta vez Marceline quien no me había dirigido la palabra en todo el recorrido—. ¿Qué razones tienes para decir semejante estupidez?

— No es una estupidez, es mi opinión y es lo más cercano a la verdad —la sonrisa de Phoebe crecía cada vez más y más—. No entiendo como se puede clasificar un montón de ruido sin sentido en ''música''.

— Oh Glob… —musitó Marceline con el ceño fruncido, volteando hacía la ventana.

— Entonces… Bonnie, es así cómo tus amigos te llaman ¿no? —preguntó Phoebe con un tono burlón.

— Ya déjalo, Phoebe —sentenció Marceline con un enojado tono de voz.

— Tranquila Marcy, yo solo-

— No Phoebe, lo digo enserio, déjalo ya —ordenó ella con un semblante serio mientras empezaba a buscar entre sus bolsillos hasta que finalmente sacó una cajetilla de cigarrillos… Okey, esto es nuevo.

— Hey, ¿qué te dije de fumar en mi carro? —dijo Phoebe mientras intentaba quitarle la cajetilla a Marceline, sin quitar la mirada del camino.

— ¿Qué te dije de entretenernos en el camino? —respondió cortante refiriendose a mi. Fionna dijo que estaba exagerando las cosas la vez que me negué al subir al carro con ellas, pero puedo decir que no me equivocaba al decir que sería incomodo… muy incomodo.

— Por lo menos abre las ventanas —sugirió la pelirroja mientras apretaba el botón para bajar la ventana de su puerta, yo hice lo mismo a pesar de que estuviera a punto de bajarme.

Los pocos minutos de viaje que siguieron a continuación, fueron acompañados con el desordenado ritmo de la música y las voces de Phoebe y Marceline hablando en francés. Cuando finalmente llegué a casa de Fionna, no lo dude dos veces para abrir la puerta y salir rápidamente de aquel lugar, no sin antes agradecerles por el aventón y despedirme. Phoebe me sonrió con tranquilidad mientras que Marceline se inmutó a despedirse con su mano.

Una vez al frente de la casa de Fionna, golpeé un par de veces solo para que un adormilado Finn me abriera la puerta, quién al darse cuenta de mi presencia se recompuso rápidamente.

— ¡Hola Bonnibel! ¿qué haces aquí? —preguntó el chico mientras se hacía a un lado para que yo pudiese pasar.

— Vine a ver a Fionna, ¿está aquí? —respondí sonriente.

— Oh —musitó un poco desanimado—. Está en su habitación.

Agradecí y subí por las escaleras, no sin antes burlarme de la ropa interior de corazoncitos de Finn. La puerta de Fionna estaba cerrada así que golpeé para que me dejase entrar, pero solo obtuve una malhumorada Fionna gritándole a Finn que hoy no prepararía el desayuno.

— No soy Finn —dije entre risas.

— ¿Cómo puedo estar segura de eso? —bromeó Fionna al otro lado de la puerta.

— Vamos, abre la puerta y yo preparare su desayuno —propuse sabiendo que Fionna aceptaría.

— Sea usted bienvenida a mi humilde habitación —saludó Fionna mientras hacía una reverencia y abría la puerta—. ¿Qué haces aquí, por cierto?

— Pensé que teníamos algunos asuntos que arreglar.

— Pues si, pero nunca dije que vinieras a mi casa a estas horas de la mañana —alegó mientras se ponía uno de los arrugados pantalones que estaban en el suelo.

— ¿Mañana? Ya es medio día —dije entre risas, aunque debí habérmelo imaginado, este es el horario habitual de Finn y Fionna—. En todo caso quería una excusa para salir de casa y para no intoxicarme con la horrible comida de Gumball, así que en realidad es buena idea que yo prepare el desayuno/almuerzo o como le quieras llamar.

— ¿Entonces que esperas cocinera? Vamos a comprar algo con lo que puedas preparar algo más decente que un cereal con leche —ordenó mientras se ponía los zapatos y se dirigía hacia la puerta.

La casa de Fionna estaba en un lugar lo bastante comercial como para conseguir rápidamente lo que necesitábamos. Ya con bolsas llenas de comida, nos dirigimos de regreso a su casa; a mitad de camino me di cuenta que Fionna estaba muy distraída en sus pensamientos, pero aun así quería hablar con ella, no había venido hasta su casa solo para preparar algo de comer.

— Entonces… ¿no se supone que deberíamos estar hablando? —pregunté llamando la atención de Fionna.

— ¿Eh?, si —respondió a secas—. Deberíamos —dijo entre un susurro.

— ¿Y bien?

— … Te voy a hacer una pregunta, pero necesito que me respondas con sinceridad ¿de acuerdo? —preguntó a lo que yo asentí, ¿en qué momento esto se había vuelto tan serio?—. ¿Te gusta Marceline, o hay algo entre ustedes dos?

Narra Marceline

— ¿Y entonces que piensas hacer? —me preguntó Phoebe al entrar a su apartamento—. Sería la primera vez que fallaras con la tradición.

— Si, ya lo se —dije a secas mientras me sentaba pesadamente en su sofá—. Pero no tengo inspiración y realmente no quiero presentar lo primero que salga de mi mente.

— ¿Y por qué no intentas terminar una de las muchas canciones que has dejado a medias? —sugirió pasándome una copa de vino blanco.

— Podría ser una posibilidad —acepté para después tomar un poco de vino.

— Vaya Marceline, esa chica si que ha logrado lo que ninguna otra pudo ¿no? —dijo sentándose a mi lado.

— Supongo —respondí cortante mientras dejaba la pequeña caja envuelta en papel de regalo en la mesa que estaba frente a nosotras.

— ¿Y crees que le vaya a gustar? —preguntó la pelirroja intentando sacar algún tema de conversación, el problema es que lo que menos quiero hacer en este momento es hablar.

— Esa es la idea —contesté dejando que un gran silencio se hiciera presente.

— No se que te ha hecho esa niña, pero definitivamente no me gusta —confesó pesadamente antes de posarse en mi regazo y retirar la copa de vino de mis manos; a continuación se quitó su camisa y dejo que mi vista la recorriera sin ninguna intervención, tomó mis manos y las puso sobre sus pechos para después susurrar a mi oído—. Yo podría traer a la Marceline de antes… —aseguró mientras se acercaba con decisión hacia mi rostro solo para juntar mis labios con los suyos.

Mis manos no dudaron en recorrer su abdomen hasta llegar a su espalda en donde desabroché su sostén para poder besar sus pechos. Los gemidos de Phoebe se hicieron presentes lo cual era señal suficiente para pasar al siguiente nivel. Con suerte logramos llegar a la habitación de Phoebe, yo me ocupé de quitar su pantalón mientras ella se deshacía de mi camisa; lo siguiente fue empujar a Phoebe hacia su cama en donde me fue más fácil complacerla.

Sus manos recorrían mi cabello, su espalda se arqueaba ante cada movimiento de mi lengua, mi nombre retumbaba en cada rincón de la habitación gracias a ella pero ese sonido se perdió rápidamente ante aquel ultimo alarido que pegó, sabiendo que mi trabajo había finalizado. Regresé a su altura y me recosté a su lado para escuchar su agitada respiración mezclarse con la mía.

— Siempre lo consigues —afirmó mientras me pasaba un cigarrillo el cual no dude en encender—. Ni siquiera te quitaste la ropa.

— No había necesidad —respondí al expulsar una gran nube de humo.

— La próxima vez podrías hacerlo —sugirió recostandose en mi pecho y recorriendo mi abdomen con sus dedos—. También quiero tocarte. Podría hacerlo ahora mismo —dijo al bajar su mano peligrosamente hacia mi entrepierna y rozar sus dedos con mi ropa interior.

— Suena divertido —aseguré mientras tomaba su mano y la alejaba de aquella zona—. Pero ya debería irme.

— ¿Por qué tan pronto? No ha pasado ni media hora —gruñó frunciendo el ceño.

— El hermano de Bonnibel se va a ir y prometí acompañarlo a tomar el tren —contesté mientras intentaba ponerme de pie, pero Phoebe me detuvo.

— No puedes irte así sin más, no otra vez —por lo menos esta vez le estoy informando.

— ¿Entonces que propones? —le pregunté al sentarme en la cama con el cigarrillo en mi boca.

— Déjame llevarte —sugirió con energía—. Y así podríamos tener más tiempo para seguir jugando —añadió mientras empezaba a besar mi cuello y a desabrochar mi sostén—. ¿Qué dices? —preguntó sensualmente para después volver a dirigir su mano hacia mi entrepierna, a continuación me di media vuelta para volver a tomar a Phoebe quién no puso objeción. Por lo menos no iba a gastar dinero en transporte.

Narra Bonnibel.

— Creo que esto es todo —dijo Gumball cerrando su exageradamente grande maleta, quiero decir ¡solo se quedo dos días y tenía ropa para una semana entera!—. ¿Podrías bajar la maleta mientras voy al baño? —me preguntó con un tono de voz que en realidad sonaba como una orden.

— Vale —respondí tomando la pesada maleta para dirigirme a la puerta.

— Ten cuidado, no quiero que se rompa algo —¿qué se podría romper?, ¡¿sus colonias corporales?!

Mientras bajaba las escaleras me di cuenta de lo estúpido que había sido bajar esto sola ¡Marceline debería estar aquí ayudándome con esto!, por lo menos vivíamos en un tercer piso. En algún momento mi pie derecho se resbaló por la escalera haciendo que cayera con todo y maleta.

— Ay —musité con dolor mientras sobaba mi cabeza.

— ¿Estas bien? —preguntó Marceline subiendo con calma por las escaleras.

— Si, estoy perfectamente bien, me gusta tirarme en el piso con las colonias corporales de mi hermano —respondí malhumorada.

— Oh okey, entonces creo que te esperaré abajo —dijo mientras se daba la vuelta y empezaba a bajar las escaleras.

— Espera… —maldición—. En realidad sería bueno que me ayudaras —sugerí entre un susurro mientras me ponía de pie.

— ¿Me estas pidiendo que te ayude? —preguntó exagerando su reacción, como siempre.

— Olvidalo, puedo hacer esto sola —aseguré sintiendo como las lagrimas se iban haciendo presentes. ¡Glob!, en realidad si había sido un duro golpe.

Empece a recoger las cosas que estaban en el piso para meterlas nuevamente a la maleta, Marceline se acercó y empezó a hacer lo mismo que yo.

— Te has lastimado —dijo Marceline haciendo referencia a mi brazo derecho el cual tenía una raspadura para nada grave.

— Oh, no es nada —respondí mientras bajaba la manga de mi chaqueta.

— ¡Mis colonias corporales! —gritó Gumball exasperado mientras bajaba rápidamente las escaleras—. ¿Qué ha pasado? —preguntó con lagrimas en sus ojos

— Me he resbalado y la maleta se ha abierto —respondí al mismo tiempo que intentaba cerrar la maleta con ayuda de Marceline—. Pero ahora todo esta bien.

— Te dije que tuvieras cuidado —me recordó Gumball a lo que yo me quede callada.

— Tal vez si la hubieras ayudado a bajar la maleta esto no hubiera pasado —dijo Marceline con seriedad—. Quiero verte bajar esta maleta tu solo —ordenó mientras empezaba a bajar las escaleras no sin antes dirigirme una mirada con la intención de que la acompañara. No lo hice, quería hacerlo pero me limite a tomar la maleta de Gumball quien esta vez me ayudo a bajarla.

— ¿Y a ella que le pasa?, ¿esta enojada conmigo? —preguntó Gumball.

— No es eso, solo ha tenido un mal día —como siempre.

Una vez estábamos en el piso final, Marceline me dio indicaciones para ir hasta el lugar donde Phoebe creía que vivíamos ya que nos iba a llevar hasta la estación de tren. Una vez logré divisar el Mercedes negro de Phoebe, empece a escuchar a Gumball hablar sobre lo bella que se veía la pelirroja.

Después de dejar la maleta en la parte trasera del auto, Gumball y yo nos sentamos atrás mientras que Marceline iba en el asiento del copiloto. La mayoría del camino, Gumball hablo sobre la gran cantidad de cualidades que poseía solo para sorprender a la pelirroja; casi todas esas ''cualidades'' eran mentira, así que preferí que lo mejor era dejar de escuchar esa platica.

— ¿Te gusta Marceline, o hay algo entre ustedes dos? —preguntó Fionna logrando que me sorprendiera por aquella pregunta tan espontánea.

— Por supuesto que no —respondí segura—. Eso sería asqueroso y raro —dije exagerando la respuesta para que no hubiera la menor duda al respecto. No me gusta esa mujer.

— ¿Por qué lo dices? —en ningún momento me dirigió la mirada.

— Bueno… Empezando porque es una mujer y es amiga mía —dije entre risas solo para que Fionna se detuviera y no dijera nada—. ¿Qué pasa? —pregunté al no obtener ningún tipo de respuesta por parte de la castaña—. ¿Dije algo malo? —pregunté de nuevo retrocediendo unos pasos para estar junto a Fionna.

— Me gustan las mujeres —confesó Fionna con lagrimas en los ojos—. Entonces, según tu, el hecho de que me gusten las personas de mi mismo sexo es raro y asqueroso ¿no? —preguntó mientras empezaba a caminar rápidamente, dejándome atrás con un montón de debates mentales.

— Fionna espera —ordené al intentar igualar su paso—. ¿Estas hablando enserio?

— No Bonnibel, es una broma, la manera en la que me he sentido estos últimos meses no es más que una broma, una asquerosa broma —respondió sarcásticamente apretando las bolsas de comida.

— Lo siento, no es lo que quería decir.

— ¿Entonces que es? —preguntó deteniéndose para poder verme directamente. No fui capaz de contestar—. Realmente pensé que mi mejor amiga estaba pasando por mi misma situación y que las dos podríamos sobre llevar esto juntas, pero no podía estar más equivocada. Por favor no me sigas —ordenó antes de caminar hacia su casa.

Perfecto Bonnibel, lo has hecho de nuevo.

Una vez llegamos a la estación de trenes ayudé a Gumball a bajar la maleta del auto para que el registrara su ticket, Phoebe se despidió amablemente y se fue mientras que Marceline y yo acompañamos a mi hermano hasta la llegada del tren. La despedida fue rápida, más de lo que esperaba; aparentemente tanto Marceline como yo queríamos que Gumball se fuera pronto y es raro porque la mayoría de las veces en las que Gumball me visitaba las despedidas eran largas y tristes, sabiendo que pasaría mucho tiempo hasta que pudiera estar acompañada de mi hermano, pero esta vez fue todo lo contrarío.

— ¿Tomamos un taxi? —le pregunté a Marceline después de salir de la estación de trenes.

— Bueno —respondió la pelinegra a secas creando un incomodo ambiente.

— ¿Y qué tal tu día? —la interrogue con la intención de crear un tema de conversación mientras esperábamos algún taxi.

— Estuvo bien supongo —respondió alzandose de hombros—. ¿Y el tuyo?

— Pues… —me he peleado con mi mejor amiga por una estupidez, me caí con las sales de baño de mi hermano y creo que acabó de pisar caca de perro—. He tenido días mejores.

— ¿Te pasó algo?

— No, en realidad creo que son los típicos problemas adolescentes, ya sabes, las hormonas y todo eso.

— Oh ya veo, estas en tu periodo.

— ¿Qué? No —afirmé con cuidado—. ¿Cómo puedes decir eso en voz alta?

— ¿Qué cosa?, ¿qué estas en tu periodo? —preguntó mucho más fuerte que antes logrando llamar la atención de algunas personas.

— ¡Shhh! —Glob, dame paciencia—. ¿Quieres que todos te escuchen? —le pregunté mientras le cubría la boca, ella simplemente sostuvo mis manos y rió falsamente.

Siempre que lograba hacerme enfadar (ósea, todos los días) sonreía de medio lado o simplemente se echaba a reír pero esta no era la ocasión, algo andaba mal. Me quedé observándola detenidamente buscando algún tipo de señal pero su cara permanecía neutra.

— Será mejor empezar a caminar ¿no crees? —sugirió ella.

— Podríamos ir hasta una estación de metro, pero queda un poco lejos, y este lugar suele ser un poco peligroso de noche.

— Pero no ha pasado ningún taxi desde que estamos aquí paradas, y si nos quedamos esperando, cada vez va anochecer más —ella tenía un punto, pero la idea de arriesgarnos a que nos roben o algo mucho peor no sonaba muy bien. Al final termine accediendo así que nos pusimos en marcha.

La estación de metro quedaba relativamente cerca, nos hubiera tomado unos 15 minutos llegar allí de no ser por los atajos que tomamos para no pasar por callejones que no tenían buena pinta, sin embargo eso no evitó que unos hombres sentados en la acera empezaran a llamarnos y a molestarnos con la excusa de tener ''el mejor orgasmo de nuestras vidas'' o al menos eso es lo que prometían. Nosotras seguimos caminando con la intención de no prestarle atención a esos babosos, pero en algún punto empezaron a seguirnos por lo cual Marceline se acerco más a mi.

— Ey bebes, pero no se asusten, no las vamos a lastimar ni nada parecido —dicho esto, el chico más obeso puso su mano en mi hombro intentando de detenerme, inmediatamente Marceline se interpuso en su camino y tomó la muñeca de aquel hombre para alejarla de mi.

— No la toques —sentenció ella con la misma atemorizante mirada que me dirigió el primer día que peleamos.

— Nena tranquilizate, hay suficiente para las dos —dijo ahora el compañero intentando acercarse a Marceline quien no lo dudo dos veces antes de propinarle un golpe a aquel chico haciendo que este retrocediera y cayera torpemente, en vista de eso, el chico que tenía la muñeca aprisionada por Marceline se soltó para ayudar a su compañero. Yo me limité a susurrarle a la pelinegra para que nos fuéramos rápido de allí aprovechando que ellos estaban distraídos, pero ella no se inmuto a moverse, se quedo parada mirando a los dos chicos.

— Marceline, vamos —susurré halando a esta mujer, quien aparentemente salió de su transe y empezó a correr junto a mi.

Poco a poco los gritos de los dos chicos se iban quedando atrás, y eran remplazados por los sonoros motores de carros y motocicletas anunciando que ya estábamos en un lugar más seguro y concurrido; a lo lejos pudimos ver la estación de metro y sin detenernos, seguimos corriendo hasta llegar allí. Una vez dentro de la estación, Marceline y yo nos miramos la una a la otra hasta que ella empezó a reír.

— ''Nena tranquilizate, hay suficiente para las dos'' —dijo Marceline intentando imitar la ''masculina'' voz de uno de los chicos, lo cual me hizo reír junto a ella.

— ''Ey bebes, pero no se asusten'' —dije yo logrando que la sonrisa de la pelinegra se ensanchara.

Esta sonrisa si era sincera, no como la de antes. No pude evitar observarla detenidamente, claramente se veía diferente a unos minutos atrás, se veía extrañamente bonita… De una manera… no romántica, quiero decir.

— Tienes algo en el cuello —informé al percatarme de que Marceline tenía lo que parecía ser un pequeño moretón en la parte alta del cuello—. ¿Te han golpeado? —al intentar acercar mi mano a su cuello, Marceline se alejo rápidamente.

— No fue un golpe exactamente —confesó un poco nerviosa y con algo de rubor en sus mejillas, pero su semblante serio permanecía presente.

— Oh… —musité al mismo tiempo en el que las puertas del metro se abrieron. Ese supuesto moretón era en realidad un chupetón—. Lo siento —me disculpe sin razón alguna entrando junto a ella en el vagón, a continuación ambas nos sentamos en silencio creando nuevamente ese incomodo ambiente—. ¿Con que eso fue lo que estuviste haciendo hoy? Ja, tu nunca cambias —dije en un tono burlón intentando reconfortar el ambiente pero no obtuve respuesta alguna de la pelinegra, ella se limitó a susurrar a lo bajo palabras sin ningún sentido para mi, a lo mejor ni siquiera era español.

Fueron placenteros los pocos segundos en los que Marceline estaba sonriendo, ahora me arrepiento de haber abierto mi boca… otra vez.

A medida que avanzábamos por la ciudad, se podía ver como esta se iba preparando para la noche encendiendo luces y anuncios para combatir con la oscuridad. En este punto de silencio e incomodidad es cuando anhelas tener cualquier cosa para distraerte, por ejemplo Marceline había recurrido a sus audífonos para evitar caer en el aburrimiento, mientras que yo estaba analizando las dimensiones del vagón de metro en el que estábamos; a lo mejor eso de tener un celular no es tan mala idea después de todo.

Cuando finalmente llegamos a nuestra parada, Marceline seguía con sus audífonos puestos por lo cual me fue imposible iniciar una conversación, igualmente no había mucho de que hablar ¿de la profundidad del vagón? Lo dudo.

— No fue lo único que hice hoy ¿sabes? —empezó seria haciéndome perder la cuenta de los pasos que hemos dado de la estación de metro hasta ahora… ¡Estoy aburrida! ¿okey?—. Tampoco es como si me hubiera despertado hoy con la intención de que Phoebe y yo-

— No es necesario que me expliques los detalles, de hecho no es necesario que me expliques nada —la interrumpí con razón, en realidad no había nada que hablar—. Somos amigas, pero no quiero hablar de tu vida sexual con mi maestra.

Con eso ultimo Marceline abrió sus ojos con impresión solo para que después bajara la mirada y apretara su mandíbula.

— ¿Amigas? ¿cómo puedes decir que ''somos amigas''? —preguntó con un enojado tono a medida que llegábamos a nuestro conjunto de apartamentos—. Ni siquiera sabemos que ha sido de la otra los últimos 10 años, por favor.

— Claro que sabemos cosas, no somos unas desconocidas —aseguré mientras empezábamos a subir las escaleras.

— ¿A si?, ¿cuál es mi libro, comida o película preferida?, ¿cuál es el nombre de mi mascota? —me cuestionó con rabia al mismo tiempo que yo buscaba rápidamente las llaves para continuar esta ''pequeña discusión'' dentro de casa—. O incluso una pregunta más básica ¿qué estudié estos últimos 3 años?

Ante esta ultima pregunta me quede quieta esperando a que siguiera hablando pero ella de verdad esperaba una respuesta por mi parte.

— No lo se, nunca hemos hablado de ello —respondí a secas logrando que una enojada sonrisa apareciera en el rostro de Marceline.

— ¡¿Lo ves?! —dijo exasperada mientras empezaba a caminar junto a mi por el pasillo. Realmente no quería tener esta conversación—. Y te aseguró que si tu me haces cualquier pregunta sobre tu vida, yo tampoco sabré responder. No podemos llamarle a esto una amistad, y lo sabes.

Marceline tenía razón, a pesar de que prometimos adelantarnos de lo que ha pasado estos años, realmente no hemos hecho ningún avance.

— Bueno, puede que tengas razón —acepté entrando a mi habitación seguida de la pelinegra, adiós de nuevo regla número 2—. Pero igual ¿qué vamos a hacer?, ¿sentarnos todo un día a hablar sobre nuestros últimos 10 años? Sabes perfectamente que eso no va a pasar.

— Tampoco pido que te sepas cada detalle de mi vida, al igual que yo no estoy dispuesta a escuchar sobre todas las ecuaciones que has despejado al paso de los años, ¿o acaso Fionna y tu se cuentan cada día de sus vidas?

— No —nunca lo hicimos, y aparentemente nunca lo vamos a hacer.

— ¿Qué se supone que sueles hacer con ella? —pelearnos por las estupideces que digo sobre su orientación sexual, aunque bueno, debería enfocarme en las cosas antes de la pelea… tal vez pegar estrellas fluorescentes en el techo de mi habitación, oh espera, eso fue a los 15 años, ¿qué se supone que hacía con Fionna para llamarla mi amiga (o algo así)?—. Son amigas ¿no? —preguntó en vista de que no obtuvo respuesta.

— Si, pero la verdad ella y yo no solemos hacer planes para salir o algo por el estilo.

— Entonces… ¿alguna idea?

Es muy rara la vez que no se me ocurría una solución a algún problema, y aparentemente esta es una de esas ocasiones. La cultura moderna suele buscar las respuestas a sus problemas por internet, no estoy %100 segura de su efectividad, pero si la gente lo sigue haciendo será por algo ¿no?

— Por favor dime que no vas a hacer lo que creo que vas a hacer —rogó Marceline en vista de que abría el ordenador para hacer mi búsqueda.

— ¿Alguna mejor idea? —pregunté mientras empezaba a teclear mi búsqueda, ella no dijo nada y simplemente se sentó resignada conmigo en la cama.

Entré a la primera pagina sugerida en el buscador, allí había un articulo titulado ''Lista de 10 cosas que hacer con tu mejor amiga''… ¿qué tan desesperada estoy?

— En esta lista podrás encontrar varías opciones para divertirte con tu mejor amiga. Horas y horas de diversión que garantizan una fuerte unión entre tu y tu BFF —Glob, perdonare—. Número uno: hacer manillas de la amistad —empece a leer solo para que tanto Marceline como yo negáramos con la cabeza—. Número dos: jugar a las escondidas —nuevamente nos negamos ante la idea—. Número tres: hacer deporte juntas, esta no suena tan mal.

— Preferiría no hacer esfuerzo físico.

— Tu preferirías quedarte inmóvil en el sofá y eso no va a pasar así que haremos esta. Número cuatro: salir a la playa.

— Esa parece divertida.

— Sip, el único problema es que la playa más cercana esta a más de 2 horas de aquí, así que esta también queda eliminada. Número cinco: hablar sobre los chicos que les gustan y las chicas que les caen mal —¿pero que clase de articulo es este?

— Podríamos hacer ese, el único problema es que la persona que me gusta es chica y la persona que me cae mal es chico. Siguiente.

— Número seis: ir a un centro comercial, ahora que lo pienso esto lo solía hacer con Fionna.

— Entonces esa también la haremos.

— Número siete: cocinar algo juntas —no pude evitar pensar en que si Fionna estuviera aquí, se quejaría de lo sexista que resultaba ser este articulo, pero tengo que admitir que este punto no suena mal.

— Eso ya lo hacemos.

— Una cosa es cocinar juntas y la otra es que yo cocine y tu solo te encargues de pasarme los platos, así que esta también la haremos. Número ocho: hacer un desfile de modas.

— ¡Claro que si! ¿por que mejor no nos maquillamos la una a la otra?

— En realidad ese es el punto siguiente.

— Sabes que eso no va a pasar.

— Número diez: utilicen su imaginación —gracias, es la razón principal por la que empecé a leer este articulo, pero nunca se me habría ocurrido analizar nuestras posibilidades dos veces.

— ¿Y qué se supone que vamos a hacer?

— Bueno, tenía pensado en hacer cada actividad esta semana, después de que llegará de estudiar, incluso podríamos hacer lo de la playa la siguiente semana que no tengo clases ¿qué dices?

— Estoy de acuerdo siempre y cuando esas horas de diversión mejoren nuestra unión, BFF — bromeó haciendo referencia a la cláusula que había al inició del articulo.

— Espero lo mismo —dicho esto dejé el ordenador en la cama y fui a la cocina a preparar la cena. Después de comer estudié un poco para el examen que tendría al día siguiente para finalmente ir a la cama.

Desperté temprano para estudiar un poco más, es mejor llevar una idea fresca sobre el tema. Antes de salir de casa le recordé a Marceline que hoy saldríamos a correr después de clase, así que era mejor que estuviera en casa cuando llegará de estudiar.

El examen resultó ser más fácil de lo que pensaba, o bueno, esa era mi opinión, Finn por su parte solo se quejó de lo imposible que era hacer un examen tan largo en tan poco tiempo.

— La idea es que estudies para el examen, no que me pidas que te de todas las respuestas cuando el profesor esta despistado —dije mientras Finn (quien se ofreció a acompañarme) y yo caminábamos a la estación de metro.

— Lo se, es solo que me dije a mi mismo que estudiaría antes de salir de casa, pero perdí tiempo al intentar que Fionna se alistara para venir a clase.

Fionna no había querido salir de su habitación desde ayer. Según Finn ella se encontraba muy enferma pero tengo la leve impresión de que es gracias a la estúpida pelea que tuvimos, en realidad espero que no porque conociendo a Fionna no saldrá de casa hasta que solucionemos esto. ¡¿Por qué pasa esto justo en la semana de exámenes?!

Después de despedirme de Finn no me demoré tanto en llegar a casa, hoy es uno de esos días en los que la estación no esta tan llena, por lo mismo es más fácil ingresar a los vagones del metro. Al llegar a casa me encontré a Marceline desempacando algunas cosas de su maleta, es gracioso porque ya se va a cumplir un mes desde que ella llegó aquí y hasta ahora esta haciendo eso. Me demoré algunos minutos en cambiarme de ropa y cuando finalmente estaba lista, tomamos nuestras botellas de agua y salimos de casa.

— ¿Y a dónde vamos? —preguntó Marceline en vista de que no tomábamos el típico camino fuera del conjunto de apartamentos.

— A un parque. Es lo suficientemente grande para que al darle un par de vueltas corriendo, queramos regresar a casa —bromeé con razón. El parque era tan grande que incluso solían hacer conciertos allí—. Antes de que mi hermano se fuera para la universidad, solíamos ir allí junto con mis amigos a jugar.

— ¿Tu, jugando? —dijo exagerando el tono de impresión.

— No seas boba —respondí entre risas—. Lo peor es que tienes razón, muy pocas veces jugaba con ellos, prefería subir hasta un punto alto y dibujar todo lo que pasaba frente a mi.

— No sabía que dibujaras.

— Bueno, no soy una experta, pero ya veras que el parque es tan bonito que en realidad lo amerita —y era verdad, el parque de verdad valía la pena.

Al llegar al allí Marceline me dio la razón sobre la apariencia del parqué, se veía tan bien, justo como lo recordaba.

— ¿Entonces como vamos a hacer esto? —preguntó Marceline mientras estirábamos—. ¿Cuantas vueltas o qué?

— Estaba pensando en empezar con 5 vueltas trotando y a partir de eso vemos si hacemos más, nos vamos o aceleramos el paso ¿qué te parece?

— Suena bien —dicho esto, Marceline aprovecho mi posición y me pegó una nalgada para que después empezara a correr mientras se reía.

— ¡Marceline! —grité enojada.

— ¡Alcanzame si puedes! —respondió entre risas con una gran ventaja respecto a nuestras distancias. No me lo pensé dos veces antes de salir corriendo para matar a esa mujer.

Me gustaría decir que en un punto alcancé a Marceline, pero siempre iba pisando sus talones. En algún momento ella empezó a detenerse y sacó su celular de de uno de los bolsillos de su chaqueta, porque claramente incluso para correr necesita ese aparato, pero en fin, no había olvidado mi venganza así que al momento de estar lo suficientemente cerca de ella alcé mi mano para propinarle una golpiza; pero ella al momento de percatarse de mi presencia se alejó un poco y me hizo una señal con su mano para que no hiciera nada.

— (…) Te estoy escuchando —empezó Marceline al contestar su teléfono—. Lo se pero he intent- (…) No puedo hacer eso —afirmó con un tono serio y frunció su ceño—. ¿Entonces qué quieres que haga? (…) No es tan fácil como parece —durante la conversación Marceline solía rodar sus ojos y suspirar con fastidio. Aparentemente esa llamada no era nada buena—. (…) Esta bien, lo voy a llamar.

— ¿Pasó algo malo? —pregunté después de que ella colgara su celular.

— Nada que no se pueda arreglar, supongo —dijo con rabia en su voz—. Necesito volver rápido a casa, así que acabemos con esto de una vez.

— Okey —respondí desanimada, así no es como imaginaba nuestra ''tarde de BFF''—. Deberías dejar eso a un lado, no querrás caerte —sugerí en vista de que Marceline seguía concentrada en su celular.

— Puedo hacer dos cosas al mismo tiempo —dicho esto ella se adelantó un poco sin quitarle la vista a su celular y como era de esperarse, Marceline se tropezó probablemente con alguna comisura del desgastado camino.

Todo pasó en cámara lenta, el celular cayendo, Marceline insultando al darse cuenta de su proximidad con el suelo, las personas volteando a ver la caída, el como Marceline dejaba un rastro desde el punto donde se cayo hasta el punto en el que se detuvo. Fue divertido en realidad.

— No quiero oír una sola palabra —sentenció la pelinegra al momento en el que me acerque para ver como estaba.

— Por lo menos podrías pararte —sugerí en vista de que ella no se inmutaba a moverse del suelo.

— ¿Para qué?, ¿para que te rías de mi?, ¿para darme cuenta de que mi celular se ha estropeado?, ¿para verle la cara a las personas que están empezando a llegar? —Glob, esta mujer es el drama en persona. Me puse de pie para buscar su celular y por suerte estaba en perfectas condiciones.

— No me voy a reír de ti y tu celular está en perfectas condiciones —dije mientras le pasaba el celular.

— ¿Y las personas ya se fueron?

— Solo estamos tu y yo —dicho esto Marceline se sentó y revisó su rodilla la cual estaba lastimada al igual que su barbilla—. ¿Te duele?

— No, se siente de maravilla —rodeé mis ojos y le extendí la mano para ayudarla a parar.

— Creo que es mejor que vayamos a casa —Marceline tomó mi mano y se puso de pie, no pudo evitar hacer un gesto de dolor al hacerlo—. ¿Puedes caminar? —ella asintió.

El camino a casa fue lento y molesto para ambas. A ella le costaba más subir y bajar escaleras y yo no era tan fuerte como para soportar su peso, pero cuando finalmente llegamos a casa las dos caímos pesadamente en el sillón.

— Glob, eso fue agotador —empecé después de tomar unos segundos para reconfortarme. En seguida me puse de pie y me dirigí al baño para buscar el agua oxigenada y el algodón, debíamos desinfectar esas heridas.

— Lo arruiné todo —dijo Marceline mientras yo dejaba las cosas en la pequeña mesa de la sala—. Lo siento.

— No seas boba, no arruinaste nada —afirmé al mismo tiempo que destapaba la botella y empezaba a remojar el algodón—. En todo caso a la segunda vuelta ya me quería devolver —confesé entre risas, al mismo tiempo que me ponía en cuclillas hacia Marceline para poder tener una mejor vista de su rodilla.

— Pero igualmente hubiéramos seguido corriendo si te hubiera hecho caso.

— Ya déjalo Marceline, no fue gran cosa. Incluso podríamos volver a repetirlo algún día, sin celulares y sin nalgadas —sugerí sonriendo para igualmente recibir una sonrisa por parte de ella, fue una lastima que esa sonrisa durara tan poco, ya que al momento en el que puse el algodón sobre la pierna de Marceline, esta abrió los ojos e intentó apartar mis manos.

— Glob, esto es horrible Bonnie —confesó sosteniendo mis muñecas—. Por favor no lo hagas.

— Eso no va a pasar —recordé liberando mis muñecas de su agarre—. Si no te mueves, a lo mejor no sea tan horrible.

— ¿Por qué mejor no me matas directamente?

— Vamos, no seas tan chillona —sentencié antes de volver a poner el algodón en su rodilla, nuevamente Marceline abrió sus ojos pero en esta ocasión no puso resistencia simplemente apretó su mandíbula y se limitó a decir groserías en voz baja. Al final terminé soplando su rodilla para que no tuviera que pasarlo tan mal.

— … ¿Qué estas haciendo? —preguntó Marceline un poco nerviosa.

— Así es más refrescante ¿no? —dije sin obtener ningún tipo de respuesta por parte de la pelinegra. En algún momento levanté mi mirada solo para encontrarme con una sonrojada Marceline mordiendo su labio inferior… ¿cómo debería interpretar esto?

— Creo que ya hemos terminado —logró decir con un quebradizo tono de voz mientras se apartaba un poco.

— Falta tu barbilla —recordé al mismo tiempo que intentaba acercar el algodón a su rostro, pero ella se negó.

— Para serte sincera, no voy a responder por lo que llegue a pasar si me vuelves a tocar —aseguró seria sin perder el color de las mejillas—. Más bien ve a preparar algo de comer.

— Como ordene, ama —bromeé tomando la botella de agua para dejarla en el baño, después me dirigí a la cocina para preparar la comida… no porque Marceline me hubiera dicho, en realidad yo también empezaba a tener hambre.

En la cocina empecé a revisar las alacenas, pero antes de que siquiera pudiera pensar en que cocinar, me encontré con lo que parecía ser un plato envuelto con papel aluminio junto con una nota que decía ''No estaré presente para la cena, pero aún así quiero que se deleiten con este manjar, lo he preparado yo mismo. ~~Gumball \(^3^)/ 3''… Oh Glob, no. Al quitar el papel aluminio me encontré con dos hamburguesas con muy buena pinta, pero no hay que juzgar a un libro por su portada, en especial si estamos hablando de comida preparada por mi hermano.

— Vaya, eso fue rápido Bonnie —dijo la pelinegra entrando a la cocina cojeando.

— No las preparé yo… fue Gumball —afirmé con miedo en mi voz solo para recibir una aterrorizante mirada por parte de Marceline—. No entiendo esa actitud, según tu la comida de Gumball era deliciosa, o por lo menos sus wafles.

— Bueno, la verdad mentí para que no tuvieras que pasar por el mismo mártir que yo ¡Me comí tus wafles por lo mismo! —exageró esto ultimo con una cara de asco… aunque bueno, a lo mejor yo hubiera hecho la misma expresión—. Pero en fin… ¿quién las va a probar primero?

— No pueden estar tan mal —respondí tomando una de las hamburguesas en mis manos. Miré a la pelinegra antes de dar el primer (y tal vez único) mordisco, ella se limitó a mirarme con compasión, respiré profundo y probé rápidamente la hamburguesa… Bueno, en realidad no estaban tan mal… No estaban para nada mal, ¡Estaban deliciosas!— Glob, esto esta muy bueno.

— Supongo que el hecho de que Gumball no las haya preparado tendrá algo que ver —afirmó Marceline al tiempo que levantaba un pequeño papel de ''Capitán Pizza'' en donde se facturaban 3 hamburguesas y una gaseosa pequeña.

— … Gumball suele ser un poco estúpido en algunas ocasiones —aseguré antes de darle otro mordisco a la hamburguesa.

— Creo que es algo de familia —bromeó mientras tomaba su hamburguesa y la probaba para después asentir dando a entender que efectivamente estaba delicioso.

— ¿Podrías prestarme tu celular? —pregunté mientras caminábamos hacia la sala.

— Eh… ¿Por qué? —dijo con cautela mientras buscaba su celular.

— Necesito llamar a Fionna —respondí con sinceridad.

Marceline lo pensó un poco pero al final terminó accediendo, sin embargo no separó la vista de la pantalla en ningún momento, como si tuviera escondido el prohibido secreto del universo en su celular y yo quisiera verlo.

Por suerte me sabía el número de Fionna de memoria, ya que cada vez que necesitaba un número de celular para llenar algún formulario o alguna cosa por el estilo, utilizaba el de ella, con su permiso claro esta. El celular sonó varias veces hasta que finalmente contestaron del otro lado.

¿Si? —respondió Fionna con neutralidad mientras a mi se me ponían los pelos de punta, realmente no sabía que decirle.

— Hola Fionna, soy yo, Bonnib- —intenté decir pero antes de que siquiera pudiera terminar, la chica al otro lado de la linea ya había colgado… Era de verse venir.

— ¿Qué pasó? —preguntó Marceline mientras le pasaba el celular—. ¿Te ha colgado?

— Sip —dije intentando convencerme de lo contrario.

— ¿Por qué? —cuestiono interesada—. ¿Se han peleado?

— Se podría decir que si, yo no estoy enojada ni nada por el estilo, pero pareciera que ella me quisiera borrar de su vida.

— Algo habrás hecho mal —respondió mientras se cruzaba de piernas y se acomodaba, esperando a que yo le contara la historia—. ¿Y bien?, ¿no piensas contarme?

— La verdad es que preferiría que no te metieras en esto.

— No es como si fuera a ir a la casa de Fionna a pedirle que te disculpe. A lo mejor te pueda dar un consejo, ya sabes, esa clase de cosas que hacen las amigas —ella tenía un punto.

— Bueno pues últimamente Fionna se había estado comportando un poco raro ¿sabes? Y el día de ayer fui a su casa para hablar sobre el tema, entonces Finn me abrió la puerta vistiendo una pantaloneta de corazoncitos, luego salí con Fionna de su casa para ir a comprar unas cosas para el desayuno y en el camino ella me hizo una pregunta sobre un tema que no era de mi agrado, por decirlo de alguna manera, entonces yo exageré mi respuesta para que ella no dudara en lo que dije, después se enojó, salió del armario y no hemos hablado desde entonces —conté con rapidez mientras veía como Marceline se iba confundiendo mas y mas.

— Espera, espera, espera —ordenó al agitar sus manos—. ¿Finn utiliza ropa interior de corazoncitos?

— ¡Esa no es la parte fundamental de la historia! —dije exasperada mientras Marceline sonreía de medio lado—. Pero si, utiliza ropa interior de corazoncitos.

— Interesante —respondió Marceline al pasar su mano por su barbilla—. ¿Qué pregunta te hizo Fionna en todo caso?, ¿y tu que respondiste?

— Ehm… bueno, digamos que en pocas palabras me preguntó si tu y yo… ya sabes… estábamos saliendo o algo parecido, y yo obviamente le dije que no, que sería algo raro y asqueroso.

— … No soy tan mala pareja como para que digas eso.

— Ya lo se, osea… no estoy diciendo que salir contigo sea algo malo —dije a la ligera mientras la sonrisa de Marceline se ensanchaba cada vez mas—. Aunque tampoco estoy diciendo que sea lo mejor del mundo —aclaré para evitar malentendidos—. Pero el hecho de que tu seas mi amiga de la infancia lo hace ser raro de alguna manera —justifiqué sin obtener alguna respuesta por parte de la pelinegra—. Pero bueno, como dije antes simplemente exageré mi respuesta para que no quedara ninguna sospecha sobre mi heterosexualidad.

— Bonnibel, ni siquiera sabes lo que estas diciendo, tu misma te estas contradiciendo. Normal que Fionna se ofendiera de esa manera, yo también lo estaría si al ''salir del armario'' mi mejor amiga me dijera eso.

— Mi intención no era dañar sus sentimientos, ademas ¿cómo se supone que yo iba a saber que iba a salir del armario?, yo solo quería desayunar algo decente. Mi única intención era dejar claro que a mi no me gustan las mujeres, eso es todo.

— Nadie te esta diciendo lo contrario, es solo que ante una pregunta como ''¿estas saliendo con esta mujer?'' un simple ''no'' es suficiente —dijo con rabia en su voz. Que bien.

— ¿Estas enojada?, por favor dime que no, lo único que falta es que tu también me odies.

— En realidad no, si fueras otra persona ya me hubiera encargado de que cerraras la boca, pero tienes ese algo que hace que las personas no se enojen contigo. Eso no quiere decir que lo que hiciste no esta mal ¿lo sabes, no?

— Si…

— Igualmente no hay necesidad de querer recalcar tu heterosexualidad —sugirió con una especie de sonrisa antes de darle el ultimo mordisco a su hamburguesa—. De alguna manera ya lo haces muy notorio —dijo un tanto sarcástica antes de pararse con dificultad del sillón para después dirigirse a la mesa en donde había dejado su portátil—. En fin, voy a utilizarlo un rato —informó mientras empezaba a caminar hacia su habitación.

— Espera, se supone que me darías algún consejo, no te puedes ir y dejarme aquí sola sabiendo que soy la peor amiga del mundo.

— No te preocupes por lo de Fionna, como te dije antes; tienes ese algo que hace que la gente no se pueda enojar contigo, aunque claramente le debes una disculpa a Fionna. Igualmente, se supone que ella y tu son mejores amigas ¿no es así? No deberían dejar que su amistad se termine por una pelea como esta —aseguró sonriente haciéndome sentir un poco mejor.

Bueno, creo que las dos concordamos en lo mismo. Definitivamente le debo una disculpa a Fionna, el problema es que ella no quiere verme ni en pintura; tal vez si voy directamente a su casa… quiero decir, dudo que me vaya a cerrar la puerta en la cara, pero bueno, eso es algo de lo que se preocupara la Bonnibel del futuro, por ahora debería estudiar para el examen de mañana.

— No puedo creer que hayan terminado tan rápido —comenté mientras salíamos del salón.

— Las mentes brillantes actúan con rapidez —justificó Finn chocando los cinco con Jake. Aparentemente habían terminado el examen 10 minutos después de que lo entregaran, lo cual sorprendió a todos.

— Agotador fue el texto trasero del examen —dijo Lady—. Me vi en la obligación de leerlo al rededor de tres veces para analizarlo correctamente.

— … ¿Texto trasero del examen? —preguntó Jake mientras volteaba a ver a Finn con una destrozada mirada.

— No me lo puedo creer —dije yo al tiempo que Finn y Jake empezaban a retroceder y a correr de regreso hacía el salón—. De verdad no respondieron la mitad del examen.

— ¡Hola chicaaas! —saludó Lumpy interponiendose en nuestro camino—. Necesito a Fionna, encontré unos zapatos que se verían DI-VI-NOS en ella.

— Fionna no ha asistido al recinto el día de hoy —informó Lady—. En realidad dudo que se presente esta semana.

— ¿Por qué? —pregunte con interés.

— Finn ha dicho que su hermana no se encuentra en las mejores condiciones físicas como para asistir esta semana.

— ¿Cómo es que va a faltar esta semana?, esa chica no tiene idea de lo que esta haciendo.

— Tengo entendido que esta enferma, no hay nada que ella pueda hacer —¿Enferma?, yo diría que no quiere verme la cara y por eso no ha venido.

— ¡Que terrible!, deberían ir a ver como esta nuestra amiga. Yo lo haría, pero no se imaginan que bombón tiene una cita esta noche… así es, ¡Yo! —afirmó Lumpy con vanidad.

— Lo lamento, yo no puedo ir hoy, le he prometido a Jake que lo ayudaría a preparase ara el examen de mañana —dicho esto tanto Lady como Lumpy me miraron esperando a que yo me ofreciera.

— Mañana es el examen de historia, y saben que no me ha ido muy bien últimamente, en pocas palabras tampoco puedo ir hoy. Mañana… tal vez.

— ¡Oye chica, que gran idea!, mañana yo estoy libre, vamos las dos —sugirió Lumpy.

— Dije tal vez.

— Es imposible que te niegues a salir conmigo, mañana vamos las dos y punto.

— Bonnibel, ¿aquella humana no es Marceline? —preguntó Lady mientras señalaba a la pelinegra, efectivamente era Marceline… ¿pero que demonios hace ella aquí?

— ¿La prima de Bonnibel? — preguntó Lumpy.

— Amiga de Bonnibel —la corregí aun sabiendo que no me estaba prestando atención.

— Glob, necesito saber donde consiguió esa chaqueta de cuero —afirmó antes de empezar a llamarla agitando su mano—. Hola Marcee~, ¿te molesta que te diga así o prefieres un sobrenombre más acorde a tu personalidad? ¿qué tal ''Marceline bad-ass''? jajaja —empezó a reír con exageración mientras Marceline nos miraba extrañada—. Solo bromeaba, necesito un favor E-NOR-ME: Quiero verme igual de cool que tu. Ahora las chaquetas de cuero y los tatuajes están de moda, y yo no me puedo quedar atrás ¿sabes? Ademas quiero que cuando Brad me vea diga ''¡Wou!, lo que deje perder''¿Qué te parece si tu me ayudas con eso y de recompensa yo te ayudo a mantener hidratado tu pelo? Entiendo que ahora la moda es llevarlo sucio y desarreglado como tu, pero chica~ tienes que cuidar tus raíces si no quieres empezar a perder el pelo a los 30 años —dijo esto ultimo con voz chillona para después extenderle la mano a Marceline—. ¿Qué dices?

— … —la pelinegra la miro con gracia, después miró a Lady y por ultimo a mi—. ¿Vamos? —preguntó sin quitarme la mirada, yo me despedí de Lady y me acerque a Marceline para dar media vuelta y empezar a caminar—. Nos vemos después.

— ¿A donde vamos? —pregunté mientras escuchaba a lo lejos como Lumpy se quejaba de lo grosera que era Marceline.

— ¿Eso es todo?, ¿ningún ''Hola Marceline ¿qué tal tu día?, ¿cómo esta tu rodilla?, gracias por venir a recogerme''? —exageró ofendida mientras caminábamos.

— Hola Marceline, supongo que tu día se limito a estar encerrada en tu cuarto, comiendo en mi cocina o dañando tu retina estando a menos de un metro del televisor. Me arriesgaría a decir que tu rodilla sigue fatal, pero fuiste capaz de llegar hasta aquí así que a lo mejor no esta tan mal. No había necesidad de recogerme, pero igual gracias… Ahora si, ¿a donde vamos precisamente?

— Vamos a ir al centro comercial ¿no?

— Pensé que no iríamos hoy… por lo de tu rodilla y todo eso, ademas pensaba en estudiar para el examen d-

— Espera, ¿me estas diciendo que no vamos a salir hoy? —me interrumpió deteniéndose une momento para mirarme fijamente.

— Pues…

— ¡No me puedes decir eso! —exclamó para después continuar con nuestro camino—. ¿Sabes lo que tuve que hacer para llegar hasta aquí? Primero me perdí un torneo de lucha libre, luego tuve que bajar los 124 escalones sola… ¡Incluso los conté!, en el metro me tocó cederle mi puesto a una anciana ya que nadie más se ofreció, a pesar de que tenga la rodilla súper adolorada, ¿la quieres ver? —preguntó mientras se empezaba a quitar el cinturón.

— ¡Ni lo pienses! —ordené al mismo tiempo que ponía mis manos en su cinturón para abrocharlo de nuevo—. Podría pasar cualquier maestro y te aseguró que no van a estar feliz al verte bajar los pantalones —aunque bueno, Phoebe no estaría enojada del todo—. No hagas eso aquí.

— ¿Entonces donde debería hacerlo? —preguntó con una sonrisa en su rostro.

— No vayas a empezar, por favor —dije para empezar a caminar—. Aun estamos en una zona en donde las personas me reconocen, y por supuesto no dudaran en decir que Bonnibel estaba junto a una mujer que se bajó los pantalones.

— Me detendré solo si vamos al centro comercial —ofreció con una sonrisa en su rostro.

— Mmh… —musité con fastidio—. ¿Y qué se supone que vamos a hacer allí?

— Estaba pensando en ir a comprar tu regalo de cumpleaños. Gumball me dio algo de dinero para que yo te comprara un regalo o algo así, porque según el te conozco lo suficiente como para comprar algo de tu gusto, pero creo que es mejor que lo escojas tu misma.

— ¿Hablas enserio?

— Sip.

— … De acuerdo —suspiré con un poco de pesadez, en realidad no tenía energía para aquello, pero Marceline se veía tan entusiasmada que me fue difícil decir que no.

Con la intención de que no tuviéramos que caminar mucho, le ofrecí a la pelinegra que tomáramos un taxi hasta el centro comercial a pesar de que quedara considerablemente cerca, sin embargo ella objeto diciendo que podría aguantar la caminata. Durante el recorrido Marceline se burló de mi diciendo que el día que dormimos juntas me la pasé toda la noche hablando dormida sobre un reino de color rosado o algo así ¿De dónde pudo haber sacado tan ridícula idea?…

— Te dije que tomáramos un taxi ¿no? —le recordé mientras se sentaba en el borde de la gran fuente que aguardaba fuera del centro comercial.

— No pensé que esto se me fuera a salir de las manos —se excusó intentando arremangar su pantalón para ver su rodilla—. ¡Malditos pantalones entubados! —gritó con la bota del pantalón un poco más arriba de su tobillo.

— Sabes perfectamente que eso no va a funcionar.

— Tienes razón —dijo para después ponerse de pie y desabrochar su cinturón.

— ¡Espera! —grité poniendo mis manos en su cinturón para abrocharlo de nuevo—. ¿Qué te dije respecto a bajar tus pantalones en publico? —pregunté mientras tomaba su mano para empezar a halarla hacia el centro comercial—. Vamos a buscar un baño en donde te puedas bajar los pantalones con tranquilidad —sentencié solo para recibir la impactante mirada de una gorda mujer que caminaba al lado de los nosotros—. ¿Necesita algo? —le pregunté a la mujer quien no dudó en dedicarme una odiosa mirada para después regresar donde un señor igual de gordo a ella la esperaba con un par de helados en las manos, diremos que era su marido.

— Calmate princesa carisma —bromeó Marceline mientras cojeaba detrás mío.

Una vez dentro del centro comercial empezamos a buscar un baño pero para nuestra suerte había una fila enorme para utilizarlos; la mujer con los pantalones más entubados del mundo dijo que ella podría esperar, pero recordé la existencia de un baño que casi siempre permanecía solo así que no dude en llevar a Marceline hasta allí. Como si el universo estuviera en nuestra contra, la señora gorda de hace algunos minutos atrás también sabía de la existencia de ese baño, así que nos encontramos frente a frente con la premisa de ''quien llegara primero al baño se lo quedaba''; la mujer corrió tan rápido como pudo mientras que yo literalmente arrastraba a Marceline; lastimosamente la copia de Jabba The Hutt logró entrar primero al baño no sin antes alzarnos el dedo del medio a las dos quienes simplemente nos quedamos sorprendidas de la actitud de la mujer.

— No voy a entrar allí Bonnibel —dijo la pelinegra con una mirada de suplica.

— No te preocupes, yo no te voy a obligar —respondí solo para después guardar silencio y reconsiderar nuestras opciones… ¿cuales opciones?

Empecé a mirar a nuestro alrededor para reconocer en que zona del centro comercial nos encontrábamos, y como si Glob estuviera arrepentido de lo que nos había hecho pasar estos últimos minutos, al frente de nosotras se encontraba un Choose Goose, mi tienda de ropa preferida y sinónimo de una oportunidad para que Marceline se baje los pantalones… Acabó de darme cuentea de lo ridículo que suena todo esto, a lo mejor Jabba The Hutt no estaba tan mal después de todo.

— ¡Bonnibel, hace mucho tiempo que no venías! —empezaron a saludar sonrientes algunos de los trabajadores mientras caminábamos hacia los probadores que estaban al fondo de la tienda—. ¿Necesitas ayuda?

— Por ahora no, estamos bien así —respondí sonrientemente mientras abría la puerta del probador dejando que Marceline entrara—. De acuerdo, quítate los pantalones —dije recostandome en la puerta.

— Primero deberíamos tener por lo menos una cita antes de que me propongas eso —bromeó solo para que yo guardara silencio. Ella es la comedia en persona—. Okey… no es gracioso, ya entendí —aceptó en vista de mi neutralidad. Después de un incomodo silencio Marceline empezó a reír.

— ¿Qué pasa?

— Creo que… —siguió riendo con más fuerzas—. Creo que es la primera vez que me bajo los pantalones sin tener algún resultado sexual —logró decir entre risas… Glob, ¿qué hice yo para merecer esto?

— Creo que es la primera vez que tengo ganas de matar a una persona —en realidad no la es; desde que esta mujer llegó he tenido ganas de acabar con su vida… o con la mía, la idea es estar lejos de ella.

— Lo siento, lo siento —dijo riéndose cada vez menos—. No quiero hacerlo, siento que los pantalones y mi cicatriz se han vuelto uno solo.

— Digamos que utilizar pantalones entubados hoy no ha sido la mejor idea de todas ¿sabes?

— Yo solo quería venir aquí contigo —recalcó con un tono de seriedad para después volver a caer en un gran silencio.

— … ¿Quieres que te ayude? —pregunté solo para volver a hablar de alguna manera.

— … ¿Quieres verme sin pantalones? —cuestionó ella mientras se asomaba por la puerta, solo para que yo voltease los ojos con fastidio. A continuación miré a mi al rededor para comprobar que no había nadie mirando, enseguida entré al probador junto a ella quien abrió los ojos con impresión—. Tomare eso como un si.

— Hagamos esto rápido —aseguré para después acuclillareme al lado de Marceline para tomar la bota de su pantalón—. A la cuentea de tres ¿vale?

— No, no, no, no, Bonnibel espera.

— ¡Uno!

— ¡No, detente!

— ¡Dos!

— ¡Bonnie, Bonnie, Bonnie!, yo lo hago sola.

— ¿Esta todo bien allí dentro? —preguntó uno de los empleados de Choose Goosemientras golpeaba la puerta algunas veces, logrando que la pelinegra y yo nos detuviéramos.

— Ehm —musité para después salir por la puerta—. No, en realidad necesito ayuda para encontrar… un… ¿vestido? —inventé con la intención de que nos alejáramos de allí.

— Glob Bonnibel, tengo algo perfecto para ti —dijo el empleado mientras caminaba con un excelente movimiento de cadera—. Cuando nos llegó esta colección la semana pasada, todos pensamos inmediatamente en ti, y ya veras porque —confesó antes de rebuscar entre algunos vestidos para finalmente sacar la dichosa prenda de vestir.

— Oh —alcance a decir con impresión al ver el vestido más increíble del mundo. Era realmente sencillo, pero yo no necesitaba más: Tenía encaje y mezclaba perfectamente todas las tonalidades que se acercaban al rosado (que por cierto es mi color preferido)—. Tengo que probarlo ahora —dije mientras tomaba el suave vestido en mis manos y corría rápidamente hacia los probadores.

Rápidamente me quité el uniforme para empezar a ponerme dicho vestido. No es por alardear pero se veía perfecto en mi, tanto los colores como la forma hacían una mezcla muy buena conmigo.

— ¿Bonnie? —me llamó Marceline desde el probador de al lado. Casi olvidaba que la pelinegra estaba aquí—. Creo que deberías ver esto.

— ¿Qué pasa? —pregunté mientras entraba a su probador solo para encontrarme con una impactada Marceline.

— ¿Y ese vestido? —logró decir después de quedarse en silencio por un gran rato.

— Es lo que me voy a comprar, ¿qué te parece?

— Te ves… —se detuvo para mirarme de nuevo—. Te ves muy bonita —respondió casi entre un susurro haciendo que inconscientemente me sonrojara. No tengo idea de porque su comentario me afecto tanto, pero fue difícil concentrarme en la razón por la que estaba allí, de no ser porque la pelinegra señaló su rodilla la cual estaba ardiendo y tenía un color para nada agradable—. ¿Y cuál es el veredicto final? —preguntó con una especie de sonrisa en su rostro a lo que yo la miré despavorida.

— Eres muy tonta, solo a ti se te ocurre utilizar estos pantalones sin dejar que la herida se sane un poco.

— ¿Qué quieres que te diga?, solo quería verme bien para nuestra cita —confesó haciendo que yo rodase los ojos para después salir del probador—. Espera ¿a donde vas?

— A comprarte un pantalón, es imposible que te vuelvas a poner esto —dije refiriéndome a la entubada prenda de vestir.

— Pero toda la ropa aquí es rosada.

— ¿Y cuál es el problema? —pregunté con un tanto de enojo ya que estábamos hablando de mi color preferido. Marceline se limitó a retroceder sin decir nada.

Al momento de salir de la zona de probadores, el empleado que me estaba ayudando con el tema del vestido gritó con felicidad y se acercó a mi solo para decirme lo bello que se veía el vestido en mi, curiosamente me dijo lo mismo que la pelinegra, pero sus palabras no tuvieron ni la mitad del impacto que tuvieron las de Marceline.

Por más que hubiera querido llevarme el vestido rosado, no teníamos dinero suficiente como para comprar el pantalón y el vestido de una vez, así que opté por llevar el primero. Me facturaron el pantalón y se lo llevé a aquella mujer quién arrugó un poco el rostro al ver el rosado pantalón que le llegaba un poco más abajo de la rodilla; yo entré al probador de al lado y con mucho pesar me quite el vestido solo para ponerme nuevamente mi uniforme.

— Tengo que decir que no te ves para nada mal —confesé a medida que salíamos de la tienda. Y era verdad, se veía raro el contraste de su apariencia ruda con un color tan ''puro'' como el rosa, pero de alguna manera a Marceline le quedaba bien.

— Puedes decir lo que quieras, pero este color no hace justicia conmigo.

— Hace algunos días Phoebe me mostró una portada de un disco de rock en el que una chica vestida de rosado estaba en una habitación decorada con un estilo muy ''tuyo'', por decirlo de alguna manera. Me pareció muy curiosa la imagen, y se me acaba de venir eso a la mente, ahora que estamos hablando de esto. De seguro sabes de que portada te estoy hablando.

— ¿Por qué crees que debería saber sobre ese disco? —preguntó con cautela y algo de seriedad mientras caminábamos hacia la zona de comidas; irónicamente nos sobró algo de dinero con lo del pantalón, lo suficiente como para comprar algo de comer.

— No lo se, a ti te gusta esa clase de música ¿no?

— Ah, claro que me gusta —respondió un poco más relajada—. Pero la verdad no se de que disco me estas hablando.

Después de esa pequeña platica, entramos a un restaurante con temática italiana en donde nos brotó la originalidad y pedimos una pizza napolitana. Mientras esperábamos a que nos trajeran la comida, empezamos a hablas sobre temas muy banales hasta que una chica con el pelo tinturado de verde se acerco a nuestra mesa y dudo un par de veces antes de empezar a hablar.

— Ehm… hola, ¿tu eres Marceline Abadeer? —preguntó la chica con un poco de nervios.

— Así es como me llaman todos, si —respondió la pelinegra con buena actitud.

La chica al escuchar la respuesta de aquella mujer empezó a llorar llamando la atención de algunas personas… ¿Qué demonios estaba pasando aquí?

— ¡Glob!, no lo puedo creer, casi no te reconozco con esos horribles pantalones rosados —logró decir con dificultad. ¿Horribles? —. ¿Qué haces aquí?, pensé que estabas en Francia.

— Estoy tomando unas cortas vacaciones.

— Oh ya veo, de verdad es un descanso muy merecido, pero ¿esta listo lo del sábado?

— Por supuesto que si —aseguró sonriente Marceline intentando sonar relajada, pero podía se notar que estaba un poco incomoda.

— De verdad que me alegro mucho, las canciones de la tradición son las más bonitas —¿Canciones?, ¿tradición? Estoy intentando entender que esta pasando, pero cada vez me confundo más—. ¿Y ella quién es?

— ¿Ella? —preguntó nerviosa la pelinegra mientras me señalaba, a lo que la chica asintió. Era la única persona presente en la mesa ¿de quién más podría estar hablando?—. Ella es… Bonnibel… una amiga —contestó insegura.

— Uff, menos mal, pensé que era tu novia —¿Novia?… ¿Quién es esta chica?—. Mucho gusto —me saludó mientras extendía su celular—. ¿Podrías tomarnos una foto?

— Claro —dije finalmente logrando ser parte de esta extraña conversación. Marceline sonrió de medio lado e hizo el mismo símbolo con las manos que Spider-Man hace cuando va a soltar una telaraña… Ahhh, lo siento, es el símbolo que hacen los rockeros; por su parte la chica de pelo verde no dudo dos veces antes de besar a la pelinegra en la mejilla (por no decir boca) y abrazarla con demasiada confianza… ¿Quién demonios es esta chica?

Al terminar la foto, la chica de pelo verde tomó su celular y nos agradeció a las dos para después irse, no sin antes abrazar nuevamente a Marceline e intentar besarla directamente en la boca, de no ser porque la pelinegra se apartó lo suficiente… ¡¿Quién demonios se cree esta chica, y porque quiere besar a Marceline?!

— … ¿Entonces vamos a simular que nada de esto acaba de pasar? —pregunté en vista de que esta mujer no se atrevía a decir nada.

— Oh mira, aquí viene la pizza —aseguró intentando cambiar el tema, aunque evidentemente la comida había llegado.

— ¿Quién era es chica, Marceline? —pregunté de nuevo ya que ella se había puesto a comer, ignorandome por completo.

— Glob, esta pizza esta deliciosa —… sigue pasando de mi—. ¿A donde vas? —dijo ella en vista de que me paraba de la mesa.

— A algún lugar donde si quieran hablar conmigo —respondí seria para finalmente alejarme hacia una mesa que estaba ocupada por dos chicos con los que tenía algunas clases juntas.

Salude a los dos amigos y les pedí si me podría sentar con ellos a lo que aceptaron gustosamente; empezamos a hablar sobre algunas de las muchas caídas que Lumpy ha tenido solo en este mes y me fue imposible contener la risa. Eran unos chicos muy agradables, pero no duró mucho antes de que Marceline llegara a la mesa con el ceño fruncido y la mandíbula apretada.

— De acuerdo, tu ganas —aseguró ella logrando que yo me parara y me despidiera de los chicos para caminar de regreso a nuestra mesa, no sin antes ver como la pelinegra les regalaba una mirada de odio a cada uno—. ¿Quienes eran esos tipos? —preguntó celosa.

— Creo que la que tiene que hacer las preguntas aquí soy yo.

— … Solo 3 preguntas.

— No necesito más que eso —dije con seguridad para finalmente tomar un trozo de pizza—. ¿Quién era ella?, lo quiero saber todo, con lujos de detalles.

— Es una amiga de la universidad, hace rato no nos veíamos.

— ¿Ah si?, ¿y cómo se llama?

— Bridget… Jones.

— Ese es el nombre de una película.

— Te juro que se llama así. Cuando estábamos en la universidad bromeábamos con eso.

— Okey, suponiendo que se llama Bridget Jones y las dos estudiaron juntas en la universidad, no veo razón por la que se haya puesto a llorar al verte.

— Bueno… —hizo una larga pausa sin dirigirme la mirada—. Ella y yo fuimos novias, y pues ¿nunca superó nuestra ruptura? —dijo esto ultimo con un poco de confusión en su voz.

— ¿Me lo estas preguntando?

— No, es una afirmación —bueno, eso explica el hecho de que la haya intentado besar en dos ocasiones.

— De acuerdo, ¿y qué me tienes que decir sobre eso de las canciones de la tradición?

— Ehm… eso tiene que ver con el hecho de que las dos estábamos en el grupo de filarmónica de la universidad y este sábado da la casualidad que se cumplen 50 años desde que el grupo fue creado y… toca celebrarlo… con una canción.

— No te creo nada —aseguré mientras le daba el ultimo mordisco a mi pizza.

— ¿Por qué no? Te digo que es verdad.

— No lo se, hay algo que no me cuadra —suponiendo que lo que dijo Marceline es verdad, siento que ella actuó muy diferente frente a la supuesta Bridget, como si nunca antes la hubiera conocido.

— Bueno no importa, es una persona que nunca más vas a ver y no influirá para nada en tu vida, ahora… ¿quienes eran esos dos chicos?

— No importa, son personas que nunca más vas a ver.

Al terminar de comer, decidimos irnos por metro, ya que no teníamos dinero para pagar el taxi. El lado malo del asunto fue que a esa hora el metro estaba llenó de gente que salía del trabajo, lo bueno fue que alcanzamos a conseguirle un asiento a Marceline.

— Si quieres puedes sentarte aquí —ofreció ella mientras le daba golpes a su regazo con su palma de la mano.

— No gracias, más bien llévame la maleta —dije solo para pasarle la mochila a esa mujer, quien me miró con amargura.

— ¿En donde esta el vestido, por cierto? —preguntó después de poner la mochila en su regazo.

— No lo compré —respondí relajada.

— ¿Por qué hiciste eso?, estos pantalones horribles no merecen la pena.

— No teníamos suficiente dinero.

— ¿Y?, pude haberme puesto los pantalones entubados por un par de minutos más hasta que llegáramos a casa. Quiero decir: es la única vez que voy a utilizar esto —declaró señalando a los rosados pantalones.

— Da igual, yo utilizare esos pantalones después, ademas puedo ir por ese vestido cualquier otro día, no hay porque alterarse.

— Mañana vamos a comprarlo.

— Mañana no puedo.

Le expliqué a Marceline que iría con Lumpy a visitar a Fionna y no tenía tiempo para hacer ambas cosas, incluso cancelamos la ''cita'' de mañana porque prefería estudiar, ademas eso podríamos hacerlo cualquier día.

Creo que el hecho de haber dormido poco, por no decir nada, la noche anterior por estudiar para el examen de Phoebe valió la pena, no estoy diciendo que ya aprobé el examen pero comparando la cara de mis compañeros en el examen con la mía, puedo asegurar que me fue mejor que la medía, y eso es suficiente para mi.

— Chica~, ¿estas listaaa? —preguntó Lumpy mientras caminaba con un cansado Finn hacia mi dirección, a lo que yo asentí.

— Tengo que advertirles que Fionna esta un poco… ¿cómo decirlo?, ¿extraña? —informó Finn.

— Por supuesto que esta extraña chico, ¿cómo esperas que este? Ayer hablé con ella por teléfono y sonaba FA-TAL.

— No me refiero a eso, esta muy sensible.

— Finn, querido, cada mes las mujeres pasamos por una horrible etapa en la que nuestras traicioneras hormonas nos hacen creer que todo esta bien solo para que después cualquier mínima cosa nos deprima, ya deberías saberlo. Pobre Fionna, deberíamos llevarle algo.

— ¿Cómo que? —pregunté yo con el mismo entusiasmo de Finn.

— Creo que los tres estamos pensando en lo mismo —aseguró Lumpy mientras nos tomaba da las manos—. Digamoslo a la cuenta de tres… 1… 2… 3 ¡Helado! —gritó ella para después empezar a reír—. Chicos, los mejores amigos nos leemos la mente —creo ni siquiera se dio cuenta que ninguno de los dos abrió la boca.

Haciendole caso a Lumpy, nos detuvimos en un local cerca de la casa de Finn para comprar los helados preferidos de Fionna, después de eso seguimos nuestro camino hasta finalmente llegar a nuestro destino. Cuando el chico rubio giró la perilla de la puerta nos encontramos con una desarreglada Fionna buscando entre las alacenas de la cocina por algo de comida.

— Finn, ¿donde demonios están las bolsas de papas fritas? —preguntó ella sin siquiera notar la presencia de otros dos entes.

— Ehm… Fionna —dijo el chico intentando captar la atención de su hermana quien al darse cuenta da nuestra presencia soltó algunas de las bolsas de frituras que tenía en sus manos.

— ¡Hola chicaaa~! —saludó Lumpy mientras se acercaba cuidadosamente a ella con un par de guantes y un tapabocas puesto—. Estaba asustada de que te vieras igual de mal de lo que sonabas anoche, pero creo que ya estas mucho mejor —confesó ella mientras se retiraba el tapabocas y le ofrecía la bolsa con helados a Fionna—. Te hemos traído estos.

— ¡Muchas gracias! —agradeció Fionna con una sonrisa en su rostro.

— Y estos —dije yo pasándole algunos mis apuntes de las clases a las que ella había faltado.

— … Esos pueden irse, al igual que la propietaria —afirmó ella entre un susurro que rápidamente fue silenciado por el grito de Finn.

— Glob, nos estamos perdiendo del capitulo nuevo de El Enchiridion.

— ¿Ustedes ven eso? —preguntó Lumpy mientras tomaba el control de las manos del rubio—. A estas horas están dando mi show preferido, y esta semana es la recta final, así que…

Dicho esto, la arrogante chica cambió el canal y escondió el control entre sus pechos sacándole algunas lagrimas a Finn. Por nuestra parte, Fionna y yo nos quedamos en silencio por algunos segundos hasta que ella se dio media vuelta para empezar a subir las escaleras a lo que yo la seguí.

— Fionna —empecé a llamarla con la intención de que se detuviera, pero ella se limitó a ignorarme—. No podrás huir de mi toda tu vida.

— Mirame —me desafió mientras cerraba la puerta de su habitación en mi cara.

— Okey… —musité con calma para darme la vuelta y no molestarme en arreglar las cosas con Fionna, de no ser porque me acordé de lo que dijo Marceline hace un par de noches atrás. Es verdad, no puedo finalizar mi amistad con Fionna solo por esto—. Escucha: Estas en todo tu derecho de estar enojada conmigo, fue muy tonto lo que dije y entiendo que me quieras lejos de tu vida por tacharte de rara y asquerosa cuando necesitabas a una amiga que te comprendiera, pero… No quiero que pienses que te odio por ser como eres, me da igual que te gusten las mujeres, de la misma manera que me daría igual que te gustaran los hombres, lo importante es que tu seas feliz. Eres mi mejor amiga y si no me equivoco cuando hicimos aquel estúpido pacto de amistad cuando éramos pequeñas prometimos que lo único que nos iba a separar era si la otra perdía el brazalete de la amistad que hicimos en clase de manualidades, y yo se que tu lo perdiste en la excursión que tuvimos al zoológico hace un par de años y has estado utilizando otro, pero eso no evitó que nuestra amistad terminara.

— … ¿Cómo sabes eso? —preguntó ella desde el otro lado de la puerta.

— Porque después de que lo perdieras Finn me dijo que te alteraste mucho e intentaste hacer otros parecidos para que yo no me diera cuenta, pero todos te salieron tan mal que te pusiste a llorar y al final acordamos con Finn en cambiar los brazaletes, tu te quedaste con el mío y yo tengo puesto uno de los que habías hecho, lo curioso es que nunca te diste cuenta.

— Maldito traidor.

— A lo que quiero llegar con esto Fionna es que si quieres estar enojada conmigo eres libre de hacerlo, pero no voy a convertir esto en una pelea… A menos que mañana faltes de nuevo al instituto, así que mañana vas a ir a hablar con los maestros que tuvieron sus evaluaciones estos días y les vas a pedir que te dejen presentarlas el viernes, y yo te voy a ayuda a estudiar, porque no voy a dejar que por esta pelea vayas a perder todas las materias ¿me escuchaste?

— … Si —respondió resignada para después abrir la puerta de su habitación—. ¿Sabes que es lo peor? En realidad si estoy enferma, ese día intenté preparar el desayuno que supuestamente ibas a hacer tu y al final me indigeste —confesó ella haciéndome reír.

— ¿Y esperas mejorarte comiendo frituras?

— Glob ya había olvidado lo gruñona que eras —dijo ella solo para después abalanzare y abrazarme, claramente correspondí ese abrazó, duramos así algunos segundos hasta que me percaté que ella había empezado a llorar—. ¿De verdad piensas que soy rara y asquerosa?

— Ya te dije que no, de ninguna manera.

— ¿Y si los demás piensan eso?

— Los raros y asquerosos serán ellos.

Al final las dos terminamos llorando y esa clase de cosas sentimentales. Cuando ya nos calmamos un poco le ofrecí preparar la cena a lo que ella aceptó, los cuatro cenamos de una vez y nos sobró suficiente comida como para llevarle a Marceline, quien comió gustosa.

El lado bueno de todo esto es que mi amistad con Fionna dejó de correr peligro, lo malo fue que estuve ayudándola a practicar para los exámenes en muy poco tiempo. Nos quedamos estudiando en casa de Fionna hasta la madrugada del viernes, por lo mismo tuve que aplazar nuevamente la ''cita'' con la pelinegra a pesar de que ella objetara sobre lo horrible que se sentía con su dolor de rodilla, y lo cruel que era de mi parte dejarla sola en esa situación. Por suerte Fionna logró presentar los exámenes restantes sin ningún problema la tarde del viernes, para después salir a celebrar el inicio de las vacaciones con una ida a cine con los demás, yo decidí no ir porque ya tenía un compromiso pendiente con Marceline en mi cama… quiero decir ''con Marceline y mi cama''… sigue sonando mal… con la pelinegra prepararía la cena y en mi cama YO dormiría lo máximo posible, esta semana había sido agotadora.

— Ya estoy en casa —me anuncié en la puerta, descargué la maleta y me quité los zapatos—. ¿Marceline? —pregunté su nombre en vista de que no había obtenido respuesta a lo primero, aunque eso no cambiara nada, pareciera que ella no estuviera en casa.

En vista de que la pelinegra no estaba, decidí ir a mi cama directamente, estaba demasiada agotada como para seguir despierta un segundo más; sin embargo me detuve en la mitad del pasillo al ver como la luz de la habitación de Marceline se reflejaba por debajo de su puerta y una pesada melodía se hacia presente, efectivamente esa mujer estaba en casa. Abrí la puerta con la intención de… bueno, no tenía alguna intención de por medio, simplemente quería verla… como cuando un amigo quiere ver a otro amigo, obviamente. Una vez dentro de la habitación me encontré con una concentrada Marceline tocando la guitarra y cantando sin percatarse de mi presencia, sentada en su cama. La habitación tenía algunas partituras regadas por el suelo, y en un improvisado trípode había una cámara de video grabándola a ella… Esto es algo que no se ve todos los días.

— (…) How can anyone relate to me (¿cómo puede alguien relacionarse conmigo?). When they cannot see what I see? (cuando ellos no pueden ver lo que yo veo) —cantaba ella con un visible sentimiento en su voz—. My vampire eyes see only blood... red... skies (Mis ojos de vampiro solo ven sangrerojoscielos);Blood red skies make tears inside that I always hide (Sangrientos cielos rojos crean lagrimas dentro de mi que siempre oculto)—en este punto el ritmo de la música fue llendo cada vez más lento, de alguna manera anunciaba que la canción estaba a punto de terminar—. So, I walk aloneIn mymental home… (Así que camino solaenmihogar mental)—este ultimo verso se repitió algunas veces hasta que la guitarra dejo de sonar y lo único que se hizo presente fue la voz de Marceline repitiendo una ultima vez ''I walk alone''. Dando finalizada la canción, la pelinegra se puso de pie y apagó la cámara y no fue hasta ese momento que se dio cuenta que estaba allí, por lo cual se quedó inmóvil y con los ojos abiertos esperando a que yo dijera algo, el problema es que no se como iniciar esta conversación.

— Ya llegué —… Que bueno que haya aclarado ese punto—. Ehm… ¿Tu escribiste esa canción?

— No, por supuesto que no —respondió rápidamente mientras empezaba a guardar su guitarra—. Es de una banda que me gusta y pues la estaba tocando… porque… quería practicar —dijo esto ultimo un poco insegura—. ¿Te gustó? —preguntó mirándome directamente a los ojos.

— Lo poco que alcancé a escuchar, si —dije con sinceridad—. Es raro porque no me gusta esta clase de música, lo sabes, pero no me molestaría escucharla de nuevo.

— Entonces la volveré a tocar —aseguró a lo que yo no pude evitar mi cara de disgusto. Con ''escucharla de nuevo'' me refería a un futuro muy lejano—. Es broma. ¿Lista para cocinar?

— Tengo un poco de sueño y-

— No aceptaré una respuesta negativa —dijo mientras salía de la habitación—. Ya compré todo lo que necesitamos, vamos a hacer tu pastel de cumpleaños —informó entrando a la cocina con mucha energía.

— ¿Hablas enserio? —pregunté con un poco de gracia, Marceline se veía demasiado emocionada con esto así que me causó gracia porque nunca antes la había visto tan activa.

— Por supuesto que si, yo nunca bromeo con la comida —respondió seria—. Y para que veas lo comprometida que estoy con esto, me he comprado mi propio delantal —informó orgullosa mientras se ponía esos típicos delantales con la inscripción de ''Kiss the Cook'', lo cual me causo mucha más gracia que todo lo anterior, así que me acerque a ella y besé su mejilla, tal y como lo demandaba su delantal.

— De acuerdo, hagamos esto —dije sonriente.

A medida que el tiempo avanzaba, las ganas de dormir pasaron a segundo plano. Fue divertido ver a la pelinegra estropear su querido delantal con harina y fondant, así que puedo asegurar que valió la pena quedarme en casa con ella antes que salir con mis amigos, más que nada porque por primera vez en semanas logramos pasar más de 1 hora sin discutir (hasta que alguien pensó que sería buena idea no precalentar el horno y meter el pastel de una vez… No quiero decir nombres) Por un lado el sabor era delicioso, pero la consistencia horrible, aunque tengo que aceptar que pensé que lo haríamos peor, para ser nuestra primera vez cocinando juntas no nos fue tan mal.

El pastel lo dejamos en el frigorífico y acordamos que intentaríamos comerlo mañana, pues independiente de todo yo estaba demasiado cansada como para seguir de pie, así que después de despedirme de la pelinegra, entré a mi habitación y caí rendida a la cama; dormí como si nunca antes lo hubiera hecho, como si Morfeo me recompensara de alguna manera por la agotadora semana que había acabado de pasar.

A la mañana siguiente me desperté gracias a Marceline, quién me llevó una ''rebanada'' de pastel con leche para el desayuno. No creo que sea muy saludable comer esto por las mañanas… Oh fuck it, es mi cumpleaños; hoy incluso puedo decir palabrotas. Cuando terminé de comer alisté mi ropa y me fui a bañar ya que la pelinegra me había pedido que la acompañara a hacer una de sus misteriosas salidas que duraban todo el día, ¿y cómo le iba a decir no a eso?, por fin sabré que demonios hace cuando no esta en casa.

— Ehm… Marceline —la llamé después de que yo saliera del baño—. ¿Donde esta mi ropa? —pregunté a la sonriente chica en vista de que mi camisa y mi pantalón no estaban donde los había dejado. Por suerte había tomado la costumbre de llevar mi ropa interior al baño, después de algunos inconvenientes que tuve con la pelinegra la semana pasada.

— Bonnie —empezó a medida que entraba a mi habitación—. Hoy es tu cumpleaños, y no puedes vestirte como lo haría yo, así que deberías ponerte algo que este hecho especialmente para ti —dijo finalmente pasándome una bolsa con el logotipo de Choose Goose. Yo la miré con confusión y ella simplemente sonrió.

— No puede ser —alcancé a decir mientras sacaba lo que había dentro de la bolsa. ''Contra todo pronostico'' era el vestido que no habíamos comprado el miércoles por haber comprado el pantalón para Marceline. Debo admitir que fue una sorpresa muy agradable, por lo mismo no pude evitar abrazar a la pelinegra y decir ''gracias'' repetidas veces.

— Tranquila —dijo entre risas y me regresó el abrazo—. Solo tengo que decir dos cosas, primero: No olvides que sigues en ropa interior, pero no hay nada de que apenarse, no es como si no te hubiera visto así antes —recalcó haciéndome caer en cuenta de mi desafortunada posición, por lo cual me separé rápido y me cubrí con el vestido. Glob, no puedo tener un minuto de felicidad extrema si esta mujer esta presente—. Segundo: Recuerda que fue Gumball quién te lo regaló, a el deberías agradecérselo.

— Pero si con el dinero de Gumball compramos el pantalón rosado, ¿qué hiciste?

— Yo devolví el pantalón y lo cambié por el vestido —respondió segura.

— ¿Te dejaron cambiar el pantalón?, allí no hacen devoluciones de ese tipo —aseguré con sinceridad. Conocía a Choose Goose lo suficientemente bien como para saber que esa clase de devoluciones no era respaldada por la empresa.

— Olvidalo Bonnibel —gruñó mientras rodaba los ojos—. Lo importante es que ahora te pertenece, así que pontelo de una vez o vamos a llegar tarde —demandó haciendo que la que rodara los ojos esta vez fuera yo.

Haciendole caso a la pelinegra, me puse el vestido pero justo al final tuve un pequeño inconveniente con la cremallera por lo que Marceline se acercó y me ayudó con el cierre. Al momento de que sus frías manos hicieron contacto con mi desnuda espalda, pude sentir como se me ponía la piel de gallina ademas de ese intrigante cosquilleo que pasaba por toda mi espalda, no pude evitar morder mis labios y entrecerrar los ojos hasta que esta tortura acabara; pero para mi mala suerte la pelinegra se tomó su tiempo, incluso después de haber terminado con la cremallera, se quedó unos segundos mirando nuestro reflejo en el espejo solo para que después pasara sus manos por mi cuello y se apoyara en mis hombros… Quiero morir.

— Te ves muy bonita —… quiero morir ¡Ahora mismo!—. Pero me parece que tu cuello se ve muy desnudo ¿no crees? —preguntó a lo que yo simplemente asentí con la cabeza. La verdad ni siquiera sabía de que estábamos hablando—. Tengo la solución perfecta —aseguró sonriente para después dirigirse a su habitación de donde trajo una de las cadenas que siempre solía utilizar, esta era negra con un colgante de un murciélago que, de alguna extraña manera, se parecía a ella.

— ¿No crees que es una combinación un poco rara? —pregunté un poco más relajada.

— Créeme que se verá bien —dijo con seguridad para después ponerme aquella cadena y claramente, tocar mi desnudo cuello con sus frías manos… Y hasta allí duraron los pocos segundos de tranquilidad—. ¿Lo ves?

Odio decirlo, pero la pelinegra tenía razón, se veía lo suficientemente bien como para quererlo utilizar siempre. Irónicamente la imagen de aquel disco que Phoebe me había mostrado hace unos días regresó nuevamente a mi cabeza, el contraste entre lo rosado y lo negro bla, bla, bla… curioso cuento menos.

— Date prisa o vamos a llegar tarde —me recordó por centésima vez la pelinegra mientras salíamos de la estación del metro.

— No fue mi culpa que alguien se demorara 10 minutos tomándome fotos por toda la casa para ''recordar el momento'' —objeté solo para que la pelinegra me callara y sacara su teléfono del bolsillo para después contestar.

— ¿Si? —empezó a hablar mientras caminábamos hacia lo que parecía ser un parque—. Oh si, ella esta aquí —aseguró refiriendose a mi a lo que yo le dirigí una confundida mirada—. Toma —dijo ella ofreciéndome el celular solo para que yo me negara—. Es tu tío Gumbald —me informó finalmente para que después yo tomara el celular.

— Hola tío Gumbald —contesté con algo de emoción, ¿cómo más podría actuar siendo la primera vez que me llamaba este año?

Al final esa emoción se terminó convirtiendo en aburrimiento por tener la típica conversación de ''¿cómo estas?, ¿qué tal va el colegio?,¿ya tienes novio?'' y esa clase de cosas, aunque esta vez hubo un pregunta bonus de tipo ''¿cuantos años estas cumpliendo?, ¿16 años?''… por lo menos se había acordado de mi cumpleaños, supongo.

Cuando finalmente terminé de hablar con el, me di cuenta que la pelinegra no estaba por ningún lado, ¡Que bien! Empecé a caminar sin ninguna dirección en especifico llamando a esa mujer sin obtener respuesta. Después de buscarla algunos minutos, me di por vencida y decidí regresar a casa… ¿para qué me invita a salir con ella si al final se va a desaparecer?

Mientras regresaba a la estación pude sentir algunos pasos detrás míos y justo al momento en que me di la vuelta me encontré con algunas personas utilizando unas mascaras de aquella película V de Vendetta, me limité a mirarlos confundidos solo para después sentir como algunos brazos me abatieron, me pusieron una de esas mascaras y me empezaron a halar con ellos; todo paso tan rápido que lo único que se me ocurrió hacer fue gritar el nombre de esa mujer. Cuando finalmente se terminó el forcejeo por parte de ellos, pude sentir como me quitaban la mascara para que yo pudiera ver lo que sea que estaba pasando.

— ¡Sorpresa! —gritaron mis amigos sentados todos al rededor mío en el parque después de que yo abriera los ojos.

— Glob… —logré decir entre risas y lagrimas—. ¡Pensé que hasta allí había llegado mi vida, tontos! —grité con emoción a lo que todos se rieron.

— Perdón, pero teníamos que hacerte venir de alguna manera —justificó Jake sin parar de reír.

— Y la manera más fácil de hacerlo era secuestrarme, obviamente —dije con más tranquilidad.

— Todo fue culpa de Finn y Marceline —informó Fionna.

— Siempre he querido secuestrar a alguien —dijo la pelinegra con seriedad pero todos se lo tomaron de broma… Menos yo, con lo loca que es esta mujer, es clase de cosas serían ''normal'' en ella.

— Bueno~ muy gracioso todo, pero creo que es hora de partir el pastel —opinó Lumpy mientras encendía las velas del pastel y empezaba la típica canción del cumpleaños, cuando terminó la canción pedí mi deseo (un microscopio Kyowa y varios lentes) para que después todos comiéramos pastel, evidentemente estaba mucho mejor que el que Marceline y yo habíamos hecho la noche anterior.

Después de la comida me dispuse a abrir los regalos. Lady me regaló un portarretratos con una fotografía de nosotras dos cuando éramos pequeñas, ademas de muchos MUCHOS dulces. Lumpy fue más allá que Lady y me regaló una fotografía solo de ella, autografiada para que cuando ella saltase a la fama la pudiera vender a sus fanáticos, ademas de eso me dio maquillaje y el número de un abogado por si necesitaba alguno ahora que podría ir a la cárcel… Así es Lumpy. Finn y Jake me dieron las primeras 2 temporadas de una serie sobre científicos que combatían una invasión zombie, debo admitir que es mi serie preferida, y es el único programa que nos gusta ver a los tres, a mi por la ciencia y a ellos por los zombies. El ultimo regalo fue de Fionna quien renovó los brazaletes de la amistad para que ninguna de las dos tuviera una copia, ademas de eso me dio un paquete de estrellitas fluorescentes para pegar en mi habitación, y una carta que leería al llegar a casa. Marceline prometió que me daría su regalo en casa, ya que supuestamente se le había olvidado.

El resto de la tarde nos la pasamos jugando Twister, y el hecho de que tuviera vestido no impidió que llevara la delantera, hasta que llagara el turno de Marceline, Lumpy y yo; ¡Hubiera ganado de no ser por que la pelinegra es una maldita tramposa!, bueno… ella no hizo nada que estuviera fuera de las reglas, pero casualmente nuestros colores siempre eran los mismos, por lo que en algún momento yo terminé demasiado cerca de ella, me puse nerviosa y de algún modo golpeé su rodilla lastimada por lo que ella cayó encima mío, haciendo que Lumpy fuera la ultima en pie.

Ya era demasiado tarde cuando decidimos irnos a casa, Marceline, Lumpy y yo nos fuimos a la estación del metro ya que Finn y Fionna vivían cerca, mientras que Lady y Jake tomaron un taxi, al final Lumpy decidió hacer lo mismo que los dos últimos porque la estación estaba demasiado llena y no podría resistir estar cerca mucha gente tan sudorosa. Nosotras esperamos al rededor de 10 minutos hasta que nuestro metro llegará, durante ese tiempo Marceline me prestó su chaqueta ya que yo no había llevado algo para cubrirme, no había pensado que nos demoraríamos tanto fuera de cae. Por suerte nuestro metro no estaba tan lleno y nos pudimos ir con facilidad, durante el recorrido la pelinegra bromeó sobre la cara que hice cuando ''me secuestraron'', últimamente estaba muy alegre esta mujer, y la verdad no me molesta.

Por suerte nuestro metro no estaba tan lleno y nos pudimos ir con facilidad. Cuando llegamos a nuestra estación ella me empezó a contar como es que habían planeado todo sin que yo me diera cuenta, pero a mitad de la historia recibió una llamada que la hizo detenerse.

— ¿Aló? —respondió con energía mientras caminábamos hacia nuestro conjunto de apartamentos—. Ah, hola ¿cómo estas? —a partir de este punto la actitud de la pelinegra cambió de sobremanera—. Bueno, gracias por avisarme —finalizó para después volver a guardar su teléfono.

— ¿Qué pasó? —pregunté en vista de que ella no se inmutó a decir nada—. ¿Estas bien?

— Claro que estoy bien, ¿por qué preguntas? —aseguró con una de esas típicas sonrisas falsas.

— No lo se, de un momento a otro te perdiste.

— No es nada, simplemente me acordé que tenía que enviar algo a Francia, pero igualmente lo puedo hacer mañana —intentó mentir pero claramente no le creí. Decidí no insistirle más, si no me quería decir que había pasado no la iba a obligar—. En fin, como te venía diciendo fue muy bueno que te arreglaras con Fionna porque no sabíamos si invitarla o no…

— Te juro que voy a comprar un carro para evitar toda esa caminata —aseguró la pelinegra mientras se recargaba con pesadez en el sillón.

— La estación no esta tan lejos como para que digas eso, el problema es que para ti, ir de la cocina a mi cuarto ya es una enorme caminata —refuté entrando a la cocina para sacar un poco de pastel. Se que comer esto tres veces al día no es lo más saludable, pero una vez al año no hace daño.

— Gracias —dijo Marceline al recibirme la rebanada de pastel, mientras comíamos ella terminó de contar la historia detrás de mi cumpleaños.

— Bueno, creo que debo agradecerles por todo eso —afirmé para después acercarme a ella y darle un beso en la mejilla—. Gracias —retribuí sonriente a lo que la pelinegra se quedó sin palabras y se limitó a mirarme con impresión—. ¿Qué?

— Nada —respondió con rapidez mientras pasaba su mano suavemente por su mejilla y seguía mirándome sin siquiera parpadear, aparentemente también se había sonrojado.

— ¿Qué?, ¿tengo pastel en la cara? —pregunté pasándome las manos por la boca para asegurarme de que no tenía nada allí, y evidentemente no había nada. ¿Qué le pasa a esta mujer?

— ¡Tu regalo! —recordó antes de ponerse de pie y traer una pequeña caja envuelta en papel rosado de su habitación—. Abrelo —ordenó mientras me pasaba la pequeña caja.

— Tengo miedo de que sea algún animal muerto —confesé tomando la caja en mis manos a lo que ella rodó los ojos.

— Solo abrelo.

— Okey —dije con un poco de inseguridad ¿quién sabe que podría haber allí dentro. Esta mujer sería capaz de meter una tarántula viva allí solo para reirse un rato—. No… —alcancé a decir después de mirar lo que estaba dentro de la caja—. ¿Enserio? —pregunté nerviosa para empezar a reír sin razón alguna—. No, no puedo aceptarlo.

— No seas boba, solo tomalo.

— No, no, no, no —dije entre risas nerviosas intentando regresarle la caja a Marceline.

— Bonnibel —gruñó la pelinegra sin tomar la caja de regreso—. No es para tanto, ya es hora de que tengas uno, no puedes pasar toda tu vida utilizando el número del celular de Fionna.

— Ya lo se pero… No me lo creo —me imaginé cualquier regalo, menos un celular; definitivamente esta mujer esta demente.

Al final terminé accediendo a las peticiones de Marceline para que lo conservara, así que decidí abrirlo para echarle un vistazo… Tengo que decir que no soy muy buena con la tecnología, por lo que la pelinegra me tuvo que ayudar a iniciar el teléfono.

— … Gracias —dije con emoción mientras ella configuraba algunas de las típicas opciones que aparecen cada vez que inicias un celular—. En serio te lo agradezco —ante esto ultimo aquella mujer se quedó mirándome por un rato hasta que finalmente sonrió.

— No hay de que, igual ya era hora de que tuvieras uno —afirmó con una sonrisa sincera—. Feliz cumpleaños, Bonnie —me felicitó para después darme un beso en la frente, curiosamente no me había felicitado en todo el día, pero no pedía más que esto. Al separarse me volvió a mirar de la misma manera que lo había estado haciendo estas ultimas horas—. Tomemonos una foto —sugirió mientras se acomodaba detrás de mi y apoyaba su rostro sobre uno de mis hombros, me abrazaba por la espalda con una de sus manos, mientras estiraba la otra para poder tomar le foto.

En las primeras dos fotos nos limitamos a sonreír y en las siguientes hicimos un montón de morisquetas bastante graciosas, hasta que Marceline decidió finalizar con broche de oro, y me dio un corto besó en los labios sin ningún previo aviso.

— Marceline… —musité con impresión mientras me cubría la boca con una de mis manos. Se que no era la primera que me robaba un beso, pero había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que nos besamos, que ya había olvidado esa sensación. La pelinegra escondió su rostro entre mu cabello y me abrazó con más fuerza.

— Lo siento —confesó sincera—. Créeme que toda la semana intenté contenerme cada vez que estabas cerca mío, más que nada porque de alguna manera estaba molesta por lo que me dijiste el sábado pasado pero simplemente no me puedo enojar contigo, Bonnie —dijo esto ultimo entre un susurro que me hizo poner la piel de gallina—. Déjame hacerlo otra vez —me pidió con serenidad a lo que yo no supe que contestar.

Una parte de mi quería volver a vivir esa sensación de besar a una persona, mientras que otro lado me gritaba para que no cayera bajo las trampas de esa mujer. Cuando estaba a punto de dar mi veredicto final, el celular de Marceline empezó a sonar… ¡¿Por qué rayos siempre pasa esto cuando estamos viviendo una situación de este estilo?!

— ¿No vas a contestar? —pregunté en vista de que ella no hacía nada, a lo que la pelinegra suspiró con pesadez.

— Creo que esta vez es a ti a quien llaman —afirmó mientras me pasaba mi celular con fastidió.

No puedo creer que estoy a punto de contestar la primera llamada en mi propio celular, no lo vayas a arruinar Bonnibel.

— ¿Aló? —contesté con emoción para después escuchar la voz de Gumball al otro lado de la linea.

¡Hermanita, feliz cumpleaños! —saludó con entusiasmo a lo que yo sonreí, Marceline rodó sus ojos y se levantó del sillón—. ¿Cómo estas?, ¿qué hiciste hoy? —preguntó a lo que yo le contesté lo típico—. Me alegra escuchar eso, ¿qué te regalaron?, aparte de ese celular —rió sin ninguna gracia.

— Oh ya sabes, uranio para bombas nucleares y una colección de barbas usadas —mentí, obviamente, pero sabía que Gumball ni siquiera me estaba prestando atención.

Wou, eso suena increíble hermanita, pero bueno, ¿te gustó mi regalo?

— Por supuesto que si.

¡Que bien!, me alegra saber que aun conozco los gustos de mi hermanita, yo mismo escogí la falda —el vestido—. Aunque bueno, Marceline me ayudo un poco —claramente el no sabe que en realidad compramos un par de pantalones para aquella mujer—. Hablando de ella, ¿cómo esta? —preguntó con un tono de preocupación.

— Bien, supongo.

¿De verdad?, pensé que estaría devastada por lo de Simon.

— ¿Por qué?, ¿pasó algo?

¿Ah, no lo sabes? Simon sufrió un ataque cardiaco y esta en el hospital, o bueno, eso fue lo que me dijo el tío Gumbald, pensé que ya lo sabían.

— … —Marceline lo sabía, aquella llamada de hace unos minutos atrás fue la que le aviso, de allí ese increíble cambió de animo.

¿Hermanita?

— H-hablamos luego Gumball, gracias por llamarme —colgué para después ir a la cocina en donde se encontraba aquella mujer lavando los platos donde habíamos comido pastel—. Simon —empecé con la intensión de que ella tuviera una idea sobre lo que íbamos a discutir a continuación—. Simon esta en el hospital.

— Lo se.

— ¿Y…?

— ¿Qué quieres que te diga?, sufrió un ataque cardiaco y-

— Eso ya lo se, la pregunta aquí es ¿por qué no me dijiste nada? —la interrumpí con enojo. Este es el punto en el que ella intentara simplificar el problema, como si no fuera nada de que preocuparse.

— No iba a arruinar tu cumpleaños solo por que un viejo loco se enfermó —confesó seria y con el ceño fruncido—. Ademas no es algo de tu incumbencia, Bonnibel.

— ¿Qué no es algo de mi incumbencia? Marceline, ese señor es como un padre para ti y ahora mismo esta en el hospital, mientras que tu estas en mi casa sin hacer nada ¿acaso no piensas ir a ver como estas?

— Por supuesto que no —afirmó segura sin quitar su semblante serio—. No hay necesidad de que yo este sola por allá.

— De acuerdo, de acuerdo… Vamos a ir las dos.

— … Bonnibel, entiendo que es tu cumpleaños pero no puedes obligar a la gente a hacer cosas que no quieren solo porque tu lo demandas.

— No te estoy obligando a nada. Yo voy a ir aunque tu no quieras, tu veras si decides acompañarme o quedarte sola en casa —aseguré para después alejarme a mi habitación a lo que la pelinegra me empezó a seguir.

— ¿Hablas enserio? —preguntó mientras se quedaba parada bajo el marco de la puerta.

— Sip, es tan fácil como ir a la estación de trenes y comprar un boleto para irme mañana mismo si es posible, tu decides.

— … —no se inmutó a decir nada mientras pensaba su respuesta—. No creas que voy a caer en tu trampa, Bonnibel.

— Es tu problema, Marceline. Me da igual que me acompañes o no —recalqué para finalmente cerrar mi puerta, dejando a la pelinegra debatiendo sola en el pasillo.

Pude sentir como Marceline se quedó un rato parada detrás de la puerta y después se alejó a su habitación. Por mi parte me limité a prepararme para dormir; después de tener todo listo tomé mi alarma despertadora y antes de volverla a activarla para que sonara la mañana siguiente, recordé que mi nuevo celular podría hacer eso también así que opté en utilizar la alarma del celular por primera vez… Estoy demasiado emocionada. El problema es que después de pasar al rededor de 5 minutos buscando entre aplicación y aplicación, entré a la galería de imágenes y me encontré con las fotografías que me había tomado con la pelinegra.

— Glob —musité al ver la fotografía de nuestro beso—. ¿Debería eliminarla? —¡Por supuesto que si Bonnibel!, ¿qué clase de pregunta es esa?.

Antes de hacer cualquier cosa decidí observarla un poco más; pude sentir como el rubor aparecía por mis mejillas y como mis manos empezaban a temblar.

— ¡Joder! —gruñí con rabia para después dejar el celular en la pequeña mesa que estaba junto a mi cama.

No se que me estaba pasando últimamente con esta mujer, pero definitivamente no me gusta.

Datos curiosos sobre el capitulo:

Lo empecé a escribir el mismo día que publiqué el capitulo 7 (8 de enero) y lo terminé 7 meses después

Estaba pensando en poner el titulo en ingles ''A friendly weekend'', porque sonaba muy genial, pero no había razones para ponerlo en ese idioma.

No se si notaron que la cajita envuelta en papel rosado que Marceline dejo en la casa de Phoebe es la misma cajita que le regaló a BonnieSaquen sus propias conclusiones: No lo pude explicar, pero el día que Phoebe llevó a Bonnie a casa de Fionna, fue el mismo día que Marceline compró el regalo de Bonnie.

Se que hable de un capitulo narrado por Marcy, pero siento que aun no es el momento, sin embargo quise hacer esa pequeña aventura con Phoebe para intentar complacer esa idea de alguna manera c:

Escribí un final alternativo en el que Marceline encontraba a Bonnie masturbandose:v pero decidí quitarlo, obviamente.

La canción que canta Marcelina (valga la redundancia) es una original de la serie, si no me equivoco se llama ''la canción del closet'' o algo así. Obviamente no esta traducida en el sentido literal de la palabra, solo cambié algunas palabras para que tuvieran más sentido.

Lo de que Fionna saliera del armario fue algo totalmente improvisado, por lo mismo siento que en esta ocasión conté la historia demasiado rápido, solo para dejar de hablar sobre eso xD

Bonus: No se porque hago tanto chistes sobre el periodo :c Deberían detenerme.

En fin, no hay razón para justificar mi falta de compromiso con ustedes, pero hubo un punto en el que me sentí estancada por no seguir con la historia (me refiero a revelar algunas cosas sobre el pasado de ambas chicas, o cosas así) que decidí arreglar bien mis ideas para poder continuar. Ademas de que en ocasiones me llegaban mensajes de tipo ''Kari-chan10 esta siguiendo tu historia'' o ''Totomaru Shiba a agregado tu historia a favoritos'' y eso de verdad me animaba a seguir escribiendo. En todo caso les debo una disculpa :c Ya no vuelvo a prometer nada.

Reviews: La pregunta de esta vez es ¿qué opinas de la chica de pelo verde que le pidió una fotografía a Marceline?, ¿crees en la historia de la pelinegra? ¡Quiero oír sus ideas!

NaTasha peri: Hola de nuevo :D. Mientras tu te sientes feliz cada vez que actualizó, yo me siento con mucha vergüenza porque pienso que les he mentido al prometer que subiría un capitulo en menos de un mes :'v. Soy lo peor de este mundo, antes de Gumball, claro esta xD. En fin, lamento hacerte esperar tanto, al igual que lamento no traer un capitulo narrado por Marcy, pero como ya dije con anterioridad, no es el momento indicado ;) Espero que te haya gustado este capitulo al igual que me gustaría saber que opinas de la misteriosa chica que le pidió una foto a Marcy (0w0)b

alecita122: :c ¿Qué pasó con ''7 días''?, me has roto el kokoro, I need answers. En fin :c Espero que te haya gustado el capitulo, y lamento demorarme tanto cada vez que actualizo :c Pd: ¿Qué tal la chica de pelo verde que lloró al ver a Marcy?

bionic221: Hola, nuevi lectori. Debo admitir que este es uno de los comentarios que más me ha impactado xD ¿qué tiene de especial el capitulo 5?, creo que es el capitulo en el que más he tratado mal a la pobre Bonnie, pero bueno: pa' gustos colores. Creo que tienes razón con lo de Gumball y la idea de que hay muchas personas interesadas en Marcy, PERO… Bonnie es muy terca, aunque quien sabe, a lo mejor en el siguiente capitulo haya algo más de acción ;) Ay gracias, mi manera de escribir me tuvo con la idea de que no les gustaría esas pequeñas intervenciones que hace Bonnie para narrar sus ideas y pensamientos, pero aparentemente no es tan mal Jajaja. :c Lamento no haber traído el capitulo narrado por Marcy, pero muy pronto lo tendremos, lo prometo. Gracias por leer, y por cierto, me gustaría saber tu opinión sobre la historia de Bridget Jones… No la pelicula, ni el libro, sino la chica que supuestamente se llama así :D

LucyloquillaXD: Cuéntamelo todo, a mi también me a llegado a pasar, y no hay nada más desesperante que tiempo después te preguntes ''¿qué hubiera pasado si (por ejemplo) me uniera besado con esta persona?'' ¡Es desquiciaste!. En escénica sería interesante que no quedaran juntas (porque una de ellas muere… ¡Spoiler alert!) pero también es bonito lo que propones, ya sabes, que las dos lucharan para estar juntas y todo eso, pero no se, toca ver como se me van ocurriendo las ideas xD En fin, lamento demorarme la vida en actualizar, pero espero haberlo recompensado con este capitulo, gracias por leer :D… Pd: ¿Qué opinas de la chica que apareció de la nada en el restaurante e intentó besar a Marcy?

bolillo kun: Es cierto, a Gumball le gusta Marcy, ¿pero a Marcy le gusta Gumball? Interesante pregunta… Creo que aquella comparación entre la histeria de Bonnie y el modo en que Marcy le resta importancia a todo es muy bonita :'D Son como el agua y el aceite esas dos. Bueno, ahora sabemos porque Fionna molesta tanto a Bonnie con esa clase de preguntas :v, aunque debo aceptar que aquello fue muy rebuscado (lo de la homosexualidad de Fionna), espero que no me odien por eso TTwTT. En fin, lamento ser tan incumplidi con las actualizaciones, pero intenté enmendar las cosas con este cap… epreo que haya funcionado xD PD: ¿qué opinas de la pregunta que deje al inicio de las reviews? ¡Gracia por leer!

tzel147hyuga: Hola nuevi lectori, me alegra que te haya gustado What I Relly Need y lamento la demora, pero espero que haya valido la pena :D ¡Gracias por tu review!

Mujerideatica: xD ¿super corto?, yo que pensé que había sido la ostia de largo jajaja. Te voy a hablar con el kokoro, durante mucho tiempo estuve pensando en si clasificar esta historia en el genero de ''humor'' no lo había hecho más que nada porque siento que es una comedia muy básica, pero gracias a tu comentario he decidido poner la ranura de humor, ahora la podrán encontrar entre las etiquetas de ''Humor'' y ''Romance'' ¡Gracias a ti!… Y si, ''7 días'' esta excelente, pero no se porque demonios Alejandra decidió quitarlo osea WTF?! Pero en fin, así es la vida. Gracias por esta alentadora review, espero seguir viéndote por aquí, me encantan las reviews de este tipo :D… PD: ¿quién crees que es esa supuesta Bridget Jones?

loregodoytapia: ¡Hola nuevi lectori!, gracias por esas beshas palabras para What I Relly Need, espero que este capitulo también haya sido de tu agrado, ¡Gracias por comentar!

konochan-kaioh: ¡Hola, fiel lectori!, lamento la demora, pero soy un desastre con los horarios y fui posponiendo este capitulo hasta que pasaron 7 mese xD En fin, espero que este capitulo te llegue al kokoro, ¡Gracias por comentar!

Yomi Lovesyuri: Karmara loves Yuri too (b*w*d) Baia Baia, un nuevi lectori, es una lastima que hayamos empezado con una muy mala impresión de mi parte xD Lamento demorarme tanto, lo peor es que piensas que vale la pena esperar TTwTT ¡Que bello! En fin, me alegra que quieras leer esta historia… ¡Gracias por comentar!, Pd: quiero escuchar tus teorias sobre le pregunta que deje al iniciar las reviews :D

Kiddway: ¡Hola nuevi lectori!, Lamento dejarte con la intriga por 7 meses (aunque lo más probable es que a las dos semanas ya te hayas olvidado de este fic xD) pero aqui esta el nuevo capitulo, espero que sea de tu agrado :D

PD General: No prometo nada, pero es muy probable que revele el proyecto secreto en el próximo capitulo c;