The World You Love


Disclamer: Victorious y sus personajes no me pertenecen.


Fue hace mucho, tanto que ya casi nadie recuerda como empezó. Probablemente escuchaste algo relacionado a la leyenda o has sido testigo de eventos inexplicables... quizás no.

Muchos creen que lo sucedido fue únicamente parte de un sueño, una fantasía; para otros, una pesadilla. Pero el mito es real, decidas creer en él o no.

Y así es como empieza esta historia. Mi nombre es Roo y es mi deber contarles lo que en realidad sucedió.

Dice la leyenda, que al escribir, el autor deja parte de su alma en sus letras (por lo menos así sucede cuando se escribe con vehemencia).

La mente imagina, el corazón transmite y las manos plasman el destino de esos personajes en un mundo paralelo, que existe en lo más profundo de aquel documento.

Paisajes y seres fantásticos; civilizaciones modernas, antiguas y futuras; animales y humanos se ponen en moción, creando la fricción necesaria para existir.

Millones de estos mundos conviven juntos en el mismo espacio/tiempo, separados lo suficiente como para no ser alterados los unos con los otros, a menos que suceda un evento.

Ustedes se preguntarán, ¿por qué es tan importante todo esto en esta historia?

Tranquilos, no vamos ni doscientas palabras y ustedes ya están desesperados. Vayan por un café y regresen. Aquí los espero.

…¿Listos? Sigamos.

Un evento ocurre cuando pasan dos cosas; la primera es: la colisión, y sucede cuando dos o más de estos mundos chocan entre si, produciendo la fuerza necesaria para permitir una sustancial transferencia de energía; y la segunda: el despertar, que ocurre como consecuencia de la primera. Si el autor ha escrito algo (la descripción de un paisaje, un personaje en particular, lo que sea), con la suficiente pasión, éste toma vida propia gracias a esa energía generada.

Un evento es entonces: un acontecimiento en el cual, a partir de un choque entre historias, se crea un nivel de energía tan poderoso que, partes sumamente especiales de las mismas, cobran vida; dejando además, portales que permiten el cruce entre mundos.

En la antigüedad, estos eventos podían contenerse. Era increíblemente raro que una colisión suceda, ya que las palabras se veían completamente contenidas en las ataduras de un libro o cuadernillo; en la presión que las pastas duras (de cartón o cuero), ejercían sobre las hojas, impidiendo la libertad necesaria para un choque. Sin embargo, se han documentado eventos desde cuando la única forma de plasmar ideas, era usar un pedazo de papel y una pluma de tinta.

Se presume que esto sucedía únicamente cuando las páginas de los documentos se entremezclaban por descuido de sus autores; los que, después de arduos procesos de entender su nuevo sentido, produjeron increíbles historias.

Es lamentable que, dada la época, la gran mayoría de ellas se perdiera por la inhabilidad de ser reproducidas. Las que con suerte lograron sobrevivir, descansan ahora mismo en los anaqueles y estanterías de millones de bibliotecas, seguramente hasta en tu propia habitación.

En tiempos modernos las cosas son completamente diferentes.

El uso de las computadoras, en contraste con la antigua máquina de escribir o la imprenta, ha abierto el camino para que estos eventos sucedan con cada vez más frecuencia. Ya no hay limites ni ataduras entre los documentos que existen virtualmente en un mundo de código binario.

Permítanme ejemplificar con un caso en particular. Pues la historia que estoy a punto de contarles, realmente sucedió y yo prefiero siempre mantenerme fiel a la verdad.

Todo inició una madrugada, cuando Bailey, nuestra autora, despertaba de un ligero sueño. Tenía aun cinco horas para salir a trabajar y decidió retomar una de sus historias.

Prendió el computador, abrió su aplicación de texto y revisó la lista de pendientes.

Transformación, no. Sueños, no. Sin tiempo, no. La historia sin nombre, no —decía mientras recorría cada uno de los títulos de sus escritos—. Una vida contigo… ¡Vaya! Ya había olvidado que tenía esto pendiente.

Abrió el documento y comenzó a leer. Era un antiguo Jori que había empezado hace casi un año. Estaba apunto de terminarlo cuando algo sucedió y sus sentimientos con su ship favorito comenzaron a cambiar. Antes de que lo supiera había abandonado la historia.

Esa madrugada se sentó a escribir hasta que estuvo completamente satisfecha con su final y publicó el último capítulo.

Todo parecía normal. La historia era leída y comentada; muchos lectores tenían sentimientos encontrados, pues, en este último capítulo, había destrozado todo lo que le precedía con un solo hecho… le dio muerte al Jori.

Así es, el trabajo de veinticuatro capítulos previos, donde había dado vida a una relación estable y tierna entre ambos personajes, terminó con Tori confesándole a Jade que ya no la amaba y que se había enamorado perdidamente de su mejor amiga Cat.

Bailey estaba contenta, había concluido algo que sinceramente le pesaba seguir y, sin importarle el que dirán, dio por terminada esa historia.

No necesitamos saber más de esta autora, muchos la odian a partir de ese día, pero eso no cambia la realidad.

Su mundo paralelo, eso es lo que nos concierne y es ahí donde nos inmiscuiremos desde este momento.

Una vida contigo

Había pasado un poco menos de un mes de aquella desastrosa mañana en que su novia había terminado la relación y Jade se sentía morir. No entendía qué había pasado, cómo o cuál fue el motivo por el que jamás protestó ante lo que Tori le había confesado.

Sin embargo, mientras pasaban los días y, eventualmente las semanas, comenzó a sentir una furia infinita, un desconsuelo inigualable y es que la habían traicionado dos veces, una su mejor amiga y otra su novia.

Luchaba exhaustivamente con la idea de que nada de eso estaba bien, pero se sentía obligada a entenderlas, a respetarlas, a desearles lo mejor. De repente, una noche, algo finalmente se rompió y dejo de hacerlo.

Ya no le simpatizó más la idea de que debía resignarse con esa situación y al siguiente día llegó a la escuela con una actitud completamente diferente.

Se vistió imponente, toda de negro con una falda de vuelos, sus típicas mallas, un buzo pegado al cuerpo con un prominente escote, sus botas del mismo color y algunos collares importantes de su relación, además de los que siempre le daban buena suerte.

Para su sorpresa, al llegar a la escuela nadie le puso atención; ni los bobos de segundo año; ni Beck, su ex, que muchas veces le hacia comentarios sobre que bien se veía aunque ya no estuviesen juntos; ni siquiera Sinjin, que nunca perdía oportunidad de recordárselo.

Todo era muy extraño, pero a fin de cuentas la única reacción que le importaba era la de aquella latina que llegaba muy alegre tomada de la mano de su nueva novia.

Esa visión le revolvía el estómago. Solo pensar que hace poco ella era feliz con Tori le hacía perder la razón, mucho más saber que su mejor amiga tuvo el descaro de enamorarla.

Respiró profundamente y se acercó directo a donde estaban todos sus amigos y se limpió la garganta llamando la atención.

—Hey, ¿crees que podríamos hablar en privado un momento?

—Em… Está apunto de sonar la campana y… llegaremos tarde a clases —respondió la latina con duda, haciendo que sus amigos regresaran a verla expectantes.

—Es tan solo un momento, no te pido más de cinco minutos.

—Lo siento, Jade —dijo, prendiéndose del brazo de Cat, para guiarla directo al aula de historia.

Pasaron por lo menos dos intentos más que la gótica tuvo que provocar para poder encontrarse a solas con Tori en el baño de mujeres, diez minutos antes del almuerzo.

—Jade, basta. ¿No entiendes que no tenemos nada de que hablar?

—Sí, me quedó claro que tú no, pero yo sí —dijo bloqueando la puerta—. Solo quiero que me expliques, ¿qué diablos nos pasó?

—¿En realidad me lo estás preguntando? —exclamó sorprendida la morena—. Tú sabes perfectamente que no nos llevábamos bien, que tú empezaste a ser muy cruel y que prácticamente me empujaste a Cat. ¿Ahora vienes y quieres que yo te de explicaciones?

—¡No sé de donde sacas que peleábamos, que todo estaba mal! ¡Tuvimos un par de roces hace algunas semanas y nada más!

—Pues esos fueron los que me convencieron de que no te amaba —dijo Tori muy molesta, parándose firmemente delante de Jade—. Yo amo a Cat. ¡Ya supéralo, es demasiado tarde para nosotras! —aclaró, empujándola de lado para abrir la puerta y salir, aunque no hacía falta, Jade simplemente se retiró al primer roce y la dejó marcharse.

Ya no entendía nada, lo había analizado innumerables veces.

¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo, de un día al otro, todo había perdido sentido? ¿En qué momento sus acciones habían llevado a su ex novia, a los brazos de su mejor amiga?

«Ya supéralo, es demasiado tarde para nosotras».

Esas palabras, las mismas que usó cuando terminaron, volvieron a partirle el alma. Era casi como si Tori actuara en una obra y tuviese que repetir el libreto de memoria una vez más con la misma emoción y la misma brutalidad; decirlas y salir enfadada, sin permitir preguntas.

El almuerzo lo pasó encerrada en su auto, observando como sus amigos parecían divertirse, ser felices, sin excepción. Estaban sentados en su habitual mesa, comieron unas papas fritas, sin siquiera notar que ella no estaba ahí. Sinjin se les acercó y compartieron una broma, Cat se acercó a su nueva novia y le robó un dulce beso. Todo se le hizo tan perfecto a lo lejos y en realidad lo era, lo que únicamente la hacia sentir más miserable.

En la soledad de su auto, lloró. Ahora podía hacerlo, a nadie le importaba, ninguna persona se daría cuenta; una vez más se había convertido en la chica invisible, como cuando su madre falleció y su padre se olvidó de su existencia.

Estaba realmente sola.

Bajó del vehículo, cinco minutos después de que tocara la campana para su última clase del día, pensando que por lo menos ese viejo loco podría subirle el ánimo.

Pasó por el baño lavando su cara y entró estrepitosamente al aula, sin embargo, al igual que en la mañana, nadie la notó.

Procedió a tomar uno de los asientos vacíos del lado izquierdo y se dejó escurrir hasta descansar su nuca en el respaldar. De repente, Erwin Sikowitz entró por la puerta trasera del salón, bebiendo su típica agua de coco y dando un salto al escenario dijo:

—¡Buenos días, aburridos!

Los chicos esperaron a que diga algo más, pero su silencio se mantuvo por algunos minutos más.

—¡Sikowitz! —gritó la gótica, cansada de esperar—. ¿Vas a hablar o no?

—Jade, ¿tan interesada en la clase de hoy? —respondió su maestro observándola detenidamente.

—Por supuesto que no, pero si no vas a decir nada, me voy —contestó poniéndose de pie, rápidamente.

—¡Ah, ah, ah, ah, ah! No, no —dijo sacudiendo el dedo y apuntando nuevamente al asiento, obligándola a quedarse.

El hombre la miraba con curiosidad, su actitud era distinta, ya lo había presenciado en la mañana en el corredor de la escuela; su vestimenta, una vez más, asemejaba la conmemoración de un funeral y su mirada era la misma que tenía antes de empezar su relación con cierta latina.

El hombre llevó su mano a sus barbas y, peinándolas un poco, reflexionaba. De un momento a otro, viró para uno de sus estudiantes y le dijo:

—Andre, me contaron que ganaste el concurso de composición, felicitaciones.

—Gracias.

—Ahora dime, ¿qué es lo más destacado e importante que ha sucedido en esta semana… En tu vida personal?

—Pues…

—Sikowitz, en serio, si no vas a dar clase, me largo —interrumpió Jade un tanto exasperada, recibiendo una seña de hacer silencio y permanecer sentada.

—Vamos chico, de lo más profundo de tu corazón, solo di lo primero que se te venga en mente.

—¿Que Cat y Tori hacen linda pareja?

La gótica rodó los ojos para después proceder a fruncir el ceño y soltar un bufido frustrado.

—Beck, misma pregunta.

—Definitivamente que Tori y Cat estén juntas —sonrió el moreno hacia sus amigas.

—Robbie, ¿cómo te sientes con que Cat sea novia de Tori?

—Pues… normal, creo. Lucen muy bien como pareja… me agrada la idea…

—¡Eres un idiota! —Jade interrumpió—. Hace no menos de un mes, te morías por estar con Cat y ahora ¿te agrada la idea de que este con alguien más? —gritó y recogió su bolso del piso, levantándose por una última vez—. ¡Me voy! Tengo mejores cosas que hacer que escuchar como todos son tan felices de que las "mete cuernos" estén ennoviadas.

—La clase se acabó, todos por favor fuera de aquí, menos tú —dijo el profesor tomando el brazo de la gótica y jalándola a su lado.

La clase entera recogió sus cosas y entre risas y conversaciones salieron, una vez más, sin prestar atención a lo que había sucedido.

Cuando finalmente se encontraron a solas, el maestro soltó su agarre, arrastró dos sillas y las enfrentó, pidiéndole que tomara asiento nuevamente, mientras él tomaba el otro lugar.

—¿Qué quieres Sikowitz? Debo ir a casa —resopló cruzándose de brazos.

—¿Desde cuando te sientes así?

—¿A qué te refieres?

—A desde cuándo lograste desconectarte de la historia.

—¿Qué? No sé de que hablas. ¿desconectarme de qué… historia?

—Jade, mira a tu alrededor, ¿qué ves? —preguntó extendiendo su brazo por toda el área, haciendo que la chica siguiera el gesto con la mirada.

—¿No sé que quieres que vea?

El maestro sabía que explicárselo sería difícil, pero debía hacerlo, no podía permitir que Jade se viera eternamente atrapada en ese lugar.

—¿Qué fecha es hoy?

—20 de diciembre…

—Curioso, ¿estás segura? —preguntó el hombre semi calvo.

—Sí, es… —se quedó muda cuando encendió su celular y éste marcaba 29 de noviembre, pero en esa fecha en particular ella y Tori habían terminado, era literalmente imposible.

—Es absurdo, hoy hace exactamente 21 días… —Calló porque no sentía que tenía que confiarle sus intimidades a su maestro— Debe ser una falla en mi teléfono lo apagó y guardó nuevamente en el bolsillo de su chaqueta.

—Bueno, pero ya puedes decirme que ves de raro en este salón.

—Te repito que no sé qué quieres que vea. Todo es normal.

—Es 20 de diciembre, en eso estamos de acuerdo. Ahora dime, ¿qué es lo que todos los alumnos de Hollywood Arts hacen el 1 de diciembre?… Todos los años… Sin falta.

—Montar las decoraciones Navid... —Y entonces regresó a ver y se percató de que la clase estaba completamente despojada de adornos, es más, ningún lugar en toda la escuela tenía un solo detalle de las fiestas de fin de año. Faltaba el árbol del centro del instituto, los muñecos de nieve pintados en los ventanales, los carruajes de Santa Claus sobre el letrero que da a la calle, nada, ningún rastro de Navidad.

—Pero...

—¡Exactamente!... Pero—exclamó el hombre interrumpiéndola—. Jade, lo que te voy a decir te parecerá desquiciado, pero tienes que tener una mente abierta.

Ella se quedó viéndolo sin emitir sonido, esperando a que decida contarle esta cosa loca que tenía que estar dispuesta a entender. A falta de explicación, abrió los ojos y alzó los hombros como preguntándole qué esperaba.

—¡Oh, sí!... Bueno —Hizo un sonido limpiándose la garganta—El mundo que conoces llegó a su fin.

Jade miró de lado a lado y antes de que su maestro pudiese decir algo más se levantó para marcharse.

—¡Tori ya no es quién tú conocías! —gritó el profesor, deteniéndola justo en la salida—. Este mundo se volvió irracional, absurdo, tus amigos perdieron personalidad y el tiempo... el tiempo se detuvo, estancándote.

—¿A qué te refieres? —dijo regresando a verlo.

—Eres la única que tiene conciencia... aparte de mi, la única que se da cuenta de lo irreal que es todo, de la actitud plana de la gente. —Continuó, caminando hacia ella—. Esto que tú ves, el mundo en el que vives... es ficción, es una historia escrita por alguien allá afuera, alguien que sin saberlo, te dio vida.

—Sikowitz, sin ofender, pero yo no soy religiosa.

—¡No hablo de Dios! —rió con la ocurrencia—. Hablo de un escritor, de alguien como tú y yo, pero que vive en el mundo "real".

—Creo que el agua de coco te está afectando.

—En realidad, beberla es lo que me permite mantenerme en el limbo, saltar de mundo a mundo, es mi estado de fusión.

—Definitivamente estás loco. Yo me voy.

—Jade, no te niegues a esto, solo lo harás más difícil, tal vez imposible si no tomas conciencia de tus habilidades. Perderás tu don.

—¿Te estás escuchando?

—Está bien, te daré un día para que me creas —dijo sacando una hoja y anotando un número—. Ve a casa, haz un informe sobre todo lo que recuerdes que hiciste los últimos veintiún días.

—¿Qué?

—Es tarea, la entregas mañana. Escribirás sobre el material que han revisado en las otras asignaturas, qué has comido en las horas de almuerzo, que haz hecho al llegar a casa y al irte a dormir, lo que sea, piensa y recuerda los últimos veintiún días de tu vida.

—¿Tarea? ¿Solo para mi?

—Sí, la entregas mañana, y sacarás la nota más alta este semestre solo por dejarla sobre mi escritorio. —El maestro trató de chantajearla, necesitaba que hiciera ese ejercicio, de otra manera no le creería.

—Está bien, pero la haré porque quiero.

—Perfecto, mañana la revisaremos juntos y, si tienes alguna pregunta, a cualquier hora de la noche, llámame —dijo entregándole el pequeño papel y recibiendo un asentimiento de la gótica, quien inmediatamente prosiguió a dirigirse a su casa.

Entró como todos los días, lanzó la llave sobre la mesa del corredor de la entrada, subió a su habitación y se recostó en su cama, una vez más.

Su mente se trasladó entonces, a la tarea que debía presentar y empezó a analizar todo lo que había hecho desde ese nefasto día de la ruptura.

"Esa noche llegué a casa y me sentí… ¿Tranquila? Dios, esto es tan estúpido", pensaba mirando al techo con las palmas de las manos sobre su estómago—. "Pasé así por mucho tiempo, no me dolía, verlas no me molestaba, me sentía hasta… ¿Feliz?… ¿Cómo? ¿Cómo diablos sobreviví de una forma tan fácil y ahora me siento morir?"

Pensó en todo, en que corría por su mente al verlas juntas, recordó haber estado con sus amigos en esa mesa del Café Asfalto, días después de esa tarde, y hacer exactamente lo mismo que observó al medio día, desde su auto; comió papas fritas con ellos, todos los días por tres semanas; se rió de las estúpidas bromas de Sinjin, tal como el resto de sus amigos; las observó robarse besos en frente suyo y era extrañamente… feliz.

Se dio cuenta de que las clases de historia y matemática, que antes las tenía únicamente los martes y viernes, ahora eran asignaturas diarias y, aun así, no podían pasar del mismo capítulo del libro de estudios.

"Eso es demasiado extraño", reflexionó, dándose cuenta de que no había tenido exámenes en más de un mes y medio, pero ya era 20 de diciembre, en dos días saldrían de vacaciones de invierno y deberían estar rindiendo las pruebas de fin de semestre.

Fue apenas la noche anterior que todo comenzó a cambiar, estaba harta de llegar a casa y hacer lo mismo todos los días, de tirarse en la cama hasta que su papá llegase en la noche con una o dos de sus golfas a tirarlas hasta que se le acaben las ganas, mientras ella se ponía sus audífonos, reventándose los oídos para evitar escuchar como él rompía su cama, sin siquiera considerar que Jade también estaba en casa.

No aguantó más y lloró por primera vez, sintió como su soledad la estrangulaba, como se había convertido en un fantasma, le importó un bledo no hacer la estúpida tarea de matemática y lloró.

Todo había sido igual, exactamente igual por veinte días… absolutamente todo.

En ese momento recordó que tenía el número de su maestro en la mochila y decidió llamarle. Marcó las teclas del auricular, pero antes de que pudiera sonar la llamada, colgó.

"No, esto es un disparate, mejor me acuesto temprano a ver una película y descansar", pensaba mientras se ponía su pijama y, sin importarle si terminaba o no el trabajo encomendado, se metió en la cama y prendió el televisor. Nada importaba, estaba profundamente deprimida y solo quería desaparecer bajo sus cobijas.

Cayó dormida en el transcurso de la tercera película que vio esa tarde/noche; un par de horas después despertaba escuchando el alboroto del cuarto al final del pasillo, su padre estaba nuevamente acompañado por una señorita sin nombre, aquella que seguramente esperaría lo suficiente para recibir su paga y volver a la misma esquina de donde la habría recogido.

Una vez más, tomó sus audífonos y se los colocó con la música al tope del volumen. Recordó entonces, cuando Tori la calmaba en ocasiones como esa (que ahora eran insoportables), que se habían convertido en su día a día.

La latina llamaba un taxi e iba a buscarla, la obligaba a bajar y pasar la noche en su casa, con su familia. En la mañana preparaban el desayuno junto con Holly y se sentía como si fuese su hogar.

Ahora estaba sola, sin autorización para llamar a la morena que no quería darle ni cinco minutos de su tiempo, sin poder contactarse con su mejor amiga y tratar de distraerse escuchando sus interminables historias.

Todo volvía a doler, a asfixiarla; sentía un tirón tan fuerte en el pecho, que no pudo evitar derramar lágrimas al parpadear. Estaba… realmente sola.

Nuevamente cayó entre sueños y, tal como había sucedido la noche anterior, un calor le recorrió el cuerpo y una canción tocaba al fondo mientras ella se levantaba.

Una línea de luz se trazaba en medio de su habitación formando un portal difuminado que la invitaba a acercarse.

La necesidad de entrar por ahí, era enorme; quería huir de todo y no volver, pero sentía tanta incertidumbre. Lo único que se veía, del otro lado, era un aire negro que asemejaba un abismo y empezó a sentir terror de perderse en él, obligándola a despertar en ese instante.

Eran las seis de la mañana así que decidió, sin más, levantarse y salir directo a la escuela. Quizá podría alcanzar a su chiflado maestro y tal vez, solo tal vez, hablar con el sobre el sueño, sobre lo que había descubierto, tal vez le creía… solo tal vez.

Llegó apresurada y entró sin cortesía al salón. Su pobre maestro (que descansaba sentado con los pies estirados sobre el escritorio), cayó al suelo del susto que le dio.

—¡Jade! ¿No sabes que para entrar a la casa de una persona debes golpear?

—¿Desde cuando esta aula es tu casa?

—Desde que el yo de esta historia se mudó de mi antiguo hogar y no tengo manera de entrar.

La chica frunció el ceño sin entender una palabra de lo que había escuchado.

—¿Estás lista para continuar la charla de ayer? ¿Hiciste la tarea?

—Sí… y no —contestó la muchacha sentándose en un pupitre en la primera fila del salón —la hice, pero no la escribí.

—Está bien, da lo mismo. Dime, ¿qué descubriste?

—Pues… Creo que tienes razón. Desde el 29 de noviembre todo ha sido igual. Hasta anteayer, esa noche…

—¿Todo cambió? —interrumpió de golpe—. ¿Explotaste por dentro? O por lo menos, estoy seguro de que así se debía sentir.

—Sí… así fue.

—Es porque has vivido el mismo día por todo este tiempo, solo que apenas te das cuenta. Esa noche, lograste desconectarte de la historia.

—Sikowitz…

—Sé que no quieres creer lo que te digo, nadie va a aceptar, así nada más, que no es "real" o que lo que uno hace y dice está dictado por alguien más, nuestro creador o creadora.

—¡Yo soy real! Vivo, siento, pienso…

—Exacto, tú y yo, pero tus amigos no, ellos actúan el último día de la historia sin saberlo y lo seguirán haciendo por el resto de sus vidas.

—Y, ¿por qué tú y yo somos diferentes?

—Somos especiales, el autor nos dio un pedazo de su alma cuando nos escribió—explicaba el hombre mirándola a los ojos—. Lo que, aunque no lo creas, es muy raro. Es como si se proyectaran en ese personaje en particular, como si de alguna forma nosotros los representáramos en la historia que quisieron escribir.

—Ajaaá…

—Deja la incredulidad, ¿quieres? No somos personajes comunes, sin embargo, algo más debe suceder para que podamos desconectarnos del libreto, para que podamos cobrar consciencia.

—¿Por eso me preguntabas ayer que pasó y desde cuando me siento así?

El hombre asintió y continuó: —Esta historia tuvo una explosión.

—¿Explosión?

—Sí, un personaje no puede tomar vida propia en la historia a menos que exista una energía tan poderosa, que logren encender esa parte de su alma. ¿Entiendes?

—A ver, según tú, mi autor me escribió de forma especial, dándome parte de su alma.

—¡Ajá!

—Ahora, yo no pude haber "despertado" sin que esta "explosión" de energía sucediera —Jade dijo, remarcando con los dedos las palabras clave que su profesor había mencionado.

—Exacto.

—Y, ¿qué genera la tal "explosión"?

—No lo sé, pero un portal se forma entre historias y aquellos que logramos cobrar vida, podemos navegar entre ellas.

—Así que, ¿anteayer ocurrió una de estas "explosiones" y por eso todo cambió?

—No, en realidad ocurrió antes, un día después de que Tori terminara contigo.

—¿Y por qué desperté apenas ayer?

—La energía debe recorrer tu personaje de principio a fin de la historia y empezar a construir tu consciencia, una vez que eso sucede te desconectas —el hombre se levantó y tomó un calendario donde tenía marcados últimos veintiún días y se lo entregó—. Yo llegué esa mañana en que Tori y Cat entraron por el portal tomadas de la mano y tú las veías sin poder expresar lo que realmente sentías; así que, al ver eso en tu mirada, supe que eras como yo y decidí quedarme.

—Entonces, ¿tú no eres original de aquí?

—No, por Dios —rió—. Esta historia es completamente cursi y aburrida.

—Gracias por lo que me toca.

—No te lo tomes a mal, tú eres más grande que todo esto. Yo por el contrario, aquí, soy simplemente un perdedor que nadie toma en cuenta. No haría de este mundo mi nuevo hogar, así fuera el hombre más millonario del mundo.

—Así que, ¿puedes decidir quedarte o irte, cuando tu quieras y a dónde se te plazca?

—No, puedes navegar los mundos que tienen portales, pero son miles de ellos. Te sorprenderá saber que en muchos nieva en California o existen zombis; en algunos tú eres una vampira poderosa, Tori una mujer lobo; en otros vivimos todos en otras ciudades, en muchos no existen Robbie o Rex; las posibilidades son infinitas.

—¿Vampira? Preferiría ser zombi —se quejaba con gracia—. Pero… ¿y qué pasa con nuestros otros yo?

—¡Ah! Buena pregunta. Si es un mundo en el cual no existe una Jade especial, la original de la historia desaparece el segundo en el que cruzas el portal y tú tomas cargo del personaje.

—¿Y si existiera una Jade especial? ¿Explotamos las dos o qué?

—No, si ya eres especial en esa historia, ni siquiera podrás entrar a ese mundo, no pueden haber duplicados… A menos que así lo diga la propia historia.

—Entiendo.

—Mira Jade, yo no sé si hay un Dios allá afuera, me parece ridículo pensar que si existiera se pondría a complacer deseos a personajes ficticios… Pero, tú ya no perteneces aquí. Tienes la oportunidad de salir y buscar un mejor final, una mejor vida.

La chica bajó la mirada al piso, negando con tristeza y dijo: —Eso significa abandonarlo todo, mis amigos, mi familia… a Tori.

—Sí, pero mira a tu alrededor pequeña, tus amigos son unos robots, ¿tu familia?… Jade, un padre que te ignora no es familia y Tori, pues ella ya no te va a volver a amar —respondía tratando de hacerle entender que lo mejor es que se marche de ahí —. Este día se repetirá eternamente y tú serás miserable si decides quedarte.

—Lo sé, tienes razón, pero ¿qué tengo que hacer entonces?

—Debes encontrar tu forma de llegar al portal, tu detonador.

—¿A qué te refieres con mi forma? ¿no hacemos todos lo mismo? ¿No necesito ir cargando un coco a todo lado?

—No —rió el hombre a carcajadas—. En estos dos días, o por lo menos en el primero, debiste haber visto un portal iluminado con un marco de luz amarilla y que parece que tuviera un agujero negro del otro lado.

—¡Sí! En mis pesadillas de estas noches.

—¡Perfecto! ¿Qué estabas haciendo?

—¡Dormía Sikowitz! Te lo acabo de decir.

—No, algo más antes de dormir. No sé, bebiste algo, estabas fumando, estabas leyendo momentos antes…

—Escuchaba música a todo volumen.

—¿Para dormir?

—Sí, siempre lo hago, así no tengo que oír nada de lo que pasa a mi alrededor.

—Está bien —dijo el maestro pensando que, definitivamente, era una chica muy rara y peculiar—. ¿Qué canción escuchabas? ¿La recuerdas?

—Em… —Jade cerró los ojos tratando de hacer memoria—. No, ni idea.

—Bueno, ¿tienes tu reproductor aquí?

—Sí, es mi teléfono.

—Pon la misma lista de ayer, cuando encuentres la canción sentirás un poco de calor y pronto verás el portal aparecer a unos metros.

—Eso pasó ayer en mi sueño.

—Debes entrar en él.

—¡Pero no hay nada del otro lado! Solo un agujero negro, profundo y totalmente oscuro, es la nada absoluta.

—Sí, da miedo al principio, pero cuando pases el portal, entrarás en lo que yo llamo el limbo. Verás un sinnúmero de puertas, ¡miles!

—¿Y cómo sé en cual debo entrar?

—No lo harás hasta que cruces una de ellas, pero una vez que lo hagas, cuando decidas salir de ahí, sabrás exactamente cual historia es, reconocerás esa puerta de las demás y si después de visitar otros mundos quieres regresar, podrás hacerlo sin problemas.

—Okey.

—¿Tienes alguna otra pregunta?

—¿Qué pasa si no quiero quedarme ahí? ¿Cómo regreso?

—De la misma forma, usas tu detonador y cruzas nuevamente el portal, verás las puertas otra vez y puedes decidir o regresar aquí o ir a un nuevo mundo.

—Así que puedo recorrer los que yo quiera, cuantas veces quiera.

—Exactamente, eres un ser libre, puedes entrar y salir de las historias, por lo menos hasta que encuentres una en la cual quieras quedarte permanentemente.

—¿Puedo hacer eso?

—Por supuesto, depende de ti.

—Espera, pero…

—¿Qué?

—¿Quieres que salga de aquí, donde todos son robots, (porque no son especiales como tú y yo), a otro mundo en dónde también serán así?

—No, esta historia (sin querer ofenderte), es una verdadera basura. El autor o autora jamás se involucró con ella pasados los primeros cinco capítulos, la dejó morir, perdió el rumbo. Si el escritor le dedica el tiempo y el cariño que corresponde, aunque no haya personajes especiales como nosotros, el mundo tendrá la suficiente fuerza para que la gente que existe en él, siga viviendo sus vidas más allá del final.

—Vaya, eso es un alivio, porque odiaría tener que caer en lo mismo, no quiero repetir el mismo día eternamente.

—No lo harás si encuentras la historia que buscas —dijo el hombre poniéndose de pie y caminando hacia el escenario—. Recuerda, no tengas miedo, seguramente encontrarás cosas graciosas, dramáticas, verás mundos fantásticos y oscuros, que te harán querer llorar o morir de risa, lo podrás experimentar todo, pero sea lo que sea que busques, cuando lo encuentres, no lo dejes ir.

—¿Te vas?

—Sí, ya no tengo propósito aquí. Tú debes ir a buscar tu verdadero destino y yo regresar al mío.

—Pero ¿y si tengo más preguntas? ¡¿Y si necesito ayuda?!

—Jade, todo lo que necesitas saber ya te lo he contado, esta plática se ha hecho eterna y he pasado veintiún días lejos de mi familia.

—¿Familia? Tú no tienes familia.

—Sí, encontré un mundo donde me casé con una hermosa pelirroja y tengo tres hijos preciosos. Ese es mi destino y tengo que volver.

—Pues entonces… gracias Sikowtiz y… suerte —dijo la chica levantándose de su asiento también.

—Encuentra la canción Jade y sal de aquí. —Finalmente hizo una venia, bebió su agua de coco y desapareció. En menos de un segundo otro Sikowitz tomó su lugar y los chicos de segundo año empezaron a entrar en el salón.

Ella como siempre fue ignorada por los robots, salió al pasillo principal, se detuvo por un momento y vio una vez más a Tori entrar con Cat tomadas de la mano.

—Definitivamente, me largo de aquí.

Se apresuró a partir por la puerta principal con celular en mano y se puso los audífonos. Buscó la lista de reproducción que había estado escuchando la noche anterior y empezó a caminar por la avenida principal, sin rumbo fijo.

No menos de quince cuadras más adelante, seguía escuchando su música, pensando y recordando cuando había sido feliz. Cruzó por aquel parque en donde disfrutó su niñez con su madre a sus espaldas, persiguiéndola en los juegos, mientras su distanciado padre las observaba risueño desde la banca junto al árbol. Pasó por el teatro donde ella y sus amigos vieron tantas películas juntos y hasta por Nozu, donde ella y su ex novia, tuvieron su primera cita.

Y fue ahí cuando sucedió. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y dos segundos después un calor la invadió.

—Jimmy Eat World —dijo sonriendo al reconocer la canción que sonaba en ese momento; unos metros más adelante, vio al portal aparecer.

The World You Love era una de sus canciones favoritas de la banda y, aunque por mucho tiempo no pudo identificarse con la letra, ahora cobraba un significado completamente distinto.

Windows open and close

that's just how it goes

Don't it feel like sunshine afterall

The world we love forever, gone

We're only just as happy

As everyone else seems to think we are

Se acercó lentamente al portal y se detuvo a unos centímetros, cerró los ojos y tomó un par de profundos respiros.

—No vas a caer en un abismo, da el paso —se decía a si misma buscando el valor para entrar por primera vez—. Vamos Jade, tenemos que encontrar a Tori.

Con esa última consigna tragó en seco y dio un paso firme, desapareciendo de su mundo.

Al atravesar el marco luminoso, escucho como un sonido semejante a un zumbido la rodeaba y era envuelta en la intensidad de la luz; un paso más y esta sensación desapareció, dejándola en un lugar oscuro sin piso, sin paredes o techo, que se extendía al infinito en todas las direcciones. La única iluminación que existía era una luz muy tenue que provenía de los marcos de cientos y cientos de portales, unos más altos que otros, unos flacos y otros muy anchos.

—Bueno —dijo con un suspiro—, ¿y ahora a dónde diablos voy?

De repente, la luz de una de las puertas comenzó a titilar, como si la estuviera llamando. Se fue acercando con una mano en frente, todavía insegura sobre ese lugar que, aunque no tenía piso, parecía estable para caminar, pero mejor no correr riesgos.

Al ver a través de la puerta, notó que existía otro infinito oscuro, ninguna clave de si era de día o de noche del otro lado, o a que ciudad o época correspondía esa historia; solo había una forma de averiguarlo y esa era cruzar el portal.

Nota de autor:


¡Feliz navidad!

Ahora sí… Esto no debía suceder. Quería que la historia estuviese completa antes de publicarla porque debía ser un oneshot, pero esto es apenas la introducción a lo que Jade tendrá que pasar hasta encontrar su historia.

Espero sinceramente poder concluirla hasta año nuevo, todavía no se en cuantas partes lo haré, pero habrán algunos más.

Si se quedaron con curiosidad ahí está el botón de Follow y ya saben los regalitos navideños son bienvenidos con un simple ":)" ":(" o un "ahdsgfkhagdfhagsdfkas".

Felices fiestas con todos y hasta pronto.