Se lo prometí

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de los Juegos del Hambre es propiedad de Suzanne Collins.

Este fic corresponde al Reto "Pidiendo teselas" del Foro "El diente de león".

Para: Karou Everdeen.

Petición: Finnick Odair narrando la lucha contra los mutos y sus pensamientos antes de morir.

Aclaración: Además de los pensamientos de Finnick en ese momento tan trágico, he incluido un poco de Annie. ¡Espero que sea de tu agrado!


III

Recuerdo

—No te vayas demasiado lejos.

El niño asiente y corre risueño por la playa del distrito. Sus pies dejan huellas en la arena a medida que avanza en dirección al oeste. La pequeña casa en la que viven, se alza de forma imponente sobre el firme acantilado y dibuja una silueta violácea contra los matices cálidos del ocaso.

«Me lo prometiste, Finnick. Me prometiste que volverías a mí.»

Se repite las mismas palabras cuando amanece y cuando anochece, es como un ritual que tiene instaurado en su vida desde que su esposo ya no se encuentra a su lado.

Recuerda que fue Katniss quien le dijo que Finnick había muerto en la invasión al Capitolio.

Quizás Annie lo supo desde un principio. Al no encontrar el cabello dorado y los ojos de mar, todo se volvió extraño y etéreo. Por un instante pensó que su corazón dejó de latir para fundirse en la oscuridad.

«Nuestro pequeño es lo que me mantiene en pie. Debo ser fuerte por él.»

Es difícil seguir viviendo cuando sabe que el único hombre al cual ama, aún después de su muerte su corazón seguirá siendo de él, ya no volverá a su lado.

«Finnick siempre supo hacerme sentir como una verdadera princesa, aunque nunca tuviera puesta una corona.»

Las risas del niño le hacen salir de sus cavilaciones y vuelve su atención a él. Tiene una sonrisa en los labios finos, sus ojos son iguales a los de Finnick como el color del mar y su nariz es respingada como la de ella.

—La tía Katniss ha llegado.

Esa noche, Annie le pedirá formalmente a Katniss y a Peeta que sean los padrinos de Finnick.

—Entonces debemos ir a recibirla.

—Por cierto —dice metiéndose la mano en el bolsillo delantero de los pantalones gastados que lleva—. ¿Quieres un cubo de azúcar?

Ella sonríe con los ojos humedecidos por las lágrimas.

«Volviste a mí, Finnick. Volviste en nuestro hijo.»