Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Mashima.

Nota: Los pensamientos de Lisanna de aquí en adelante, pertenecen completamente a mi headcannon. O sea que si está OoC es porque, precisamente, no considero que fui objetiva al escribir sobre ella desde aquí. Pero es que escribir a Lisanna de esta manera es más fuerte que mi voluntad.


Una manera de olvidar


Chapter XVIII

Confidencias

Pronto Lisanna descubrió que no era solo Mirajane quien había notado la actitud de Kenan. Solo bastó con un par de días para que Laxus comenzara a mirar mal al chico y se acercara a ella más que de costumbre, se sentara justo al lado con una energía amenazante cuando estaba en la barra y le empezara a hacer plática con tal de que estuviera ocupada.

Desde el primer momento se lo dijo.

Puedo oírlo perfectamente. Y no confío en él, no le daré oportunidad de acercarse.

Lisanna agradeció el gesto, pero creyó que estaba exagerando. De cualquier forma, la actitud de Laxus le parecía encantadora y podría darle un abrazo por interesarse tanto en su bienestar. Es más, lo hizo. Él se tensó y un leve sonrojo le cubrió la cara, pero se quedó quieto. Finalmente, él le dio golpecitos en la cabeza.

Gracias, eres adorable —rió Lisanna.

Laxus sólo hizo un sonido con su garganta y siguió dando golpecitos, cada vez más despacio, hasta que parecía que le acariciaba un poco el cabello. Lisanna lo dejó, sabiendo que no estaba acostumbrado a gestos tan cariñosos por mucho tiempo.

Lisanna decidió tomarse su tiempo para pensar las cosas. Una vez pasó, comenzó a creer que era simplemente la personalidad de Kenan, y le apenaba que de cierta forma lograra tanta desconfianza. Después de un tiempo no solo eran Laxus y Mirajane, sino que también Gajeel, Mest, Bisca y Cana.

Por supuesto, Cana no lo hacía notar tanto.

—Entonces utilicé el Fairy Gilitter que la maestra me prestó, ¡y superamos a todos con el poder de las hadas! Ni siquiera el chico fornido de Sabertooth pudo hacer algo contra eso, ni Laxus.

Un par de metros más allá él la miraba y gruñó mosqueado, mientras Cana se limitó a guiñarle un ojo con coquetería.

Kenan lo procesó todo, pero como hubiera ocurrido con cualquiera, se quedó confundido con una parte en específico.

—La maestra no está viva, cómo pudo prestarte el Fairy Glitter si no puede ni siquiera respirar.

—Cariño, la magia y el mundo corriente tienen muchas cosas en común. Y eso es que existen los fantasmas. La diferencia es que gracias a la magia los podemos ver, siempre que seamos parte de Fairy Tail —sonríe.

Él asiente, todavía un poco confundido. Pronto Denis se acerca con inseguridad, y los dos la notan en seguida.

—Señor...

—¡Denis! Ven, no te quedes parada ahí —dice, teniendo claras sus intenciones.

La muchacha baja la cabeza un poco y se limita a sentarse a su lado en silencio, todo bajo la mirada de escudriño de Cana.

—¿Habías hablado con Cana?

El cambio fue inmediato. Cualquiera se daba cuenta que Kenan era de sonreír poco, y que si lo hacía, no era la gran cosa y sucedía en situaciones puntuales, como cuando se sentía cómodo. En cambio con Denis se esforzaba por ser más abierto y amigable, actitud que considerando que había sido sirvienta en la casa de sus padres, era admirable. No todos los niños crecían preocupándose por ellas.

Lisanna también lo notó, por supuesto. Todo el tiempo estuvo observando la escena. Hubo un momento en el que Cana le habló a Denis en que Kenan volteó buscando algo hasta que se dio con ella, que tiene que tragarse el mal sabor y la vergüenza de ser pillada mirándolo. Sin embargo, él sonríe muy ligeramente, como de costumbre. Las únicas veces en que Lisanna lo ha visto sonreír alegremente hasta la fecha, han sido siempre con Denis y cuando comió los huevos que Mirajane le preparó.

Ella le devuelve la sonrisa, avergonzada.

—Hablamos de esto, en el fondo no da la sensación de ser un buen tipo.

La llegada de Laxus la tomó por sorpresa, se dio cuenta de que decidió moverse cuando Kenan la miró. Lisanna comprendía que Laxus la veía como una hermana pequeña, y que ni siquiera se esforzaba por frenar el instinto de protegerla. Pero algo en Lisanna le decía que eso estaba mal, que lo que todos sentían sobre él estaba errado. Había una pasión y una dulzura en sus ojos, que pudo notar aquella vez al desayuno, que no había sabido reconocer en medio de todo lo que le estaba diciendo. Todo era tan directo y sugerente que no se habría dado cuenta nunca de la forma determinada en que brillaban sus ojos siempre.

Era real. Y la verdadera dulzura en sus ojos no era algo que se veía en una persona que era mala, o en una persona engreída.

Lisanna no aceptaba que él tenía algo malo que ocultar, como había dicho Gajeel hace tres días. Algo que ocultar seguramente sí, igual que la mayoría. Algo que pudiera dañarlos, no.

—No pienso que eso sea todo.

Laxus frunce el ceño.

—Eres demasiado buena, pero incluso las personas demasiado buenas se darían cuenta. Hay algo mal ahí, y los Dragon Slayers y yo lo sentimos mucho más por obvias razones —El tono de Laxus era tranquilo, pero la voz rasposa y grave siempre le daba una sensación de que estaba ocultando una amenaza detrás. Lisanna había descubierto que con su círculo más cercano y con ella, no era tan así. Se esforzaba por sacar su mejor lado y, esta vez, se lo estaba demostrando con preocupación. Tampoco puede simplemente rechazar lo que le dice, siendo que conoce a Kenan hace tres semanas.

—Mantente alejada hasta que se descubra qué oculta, Lisanna —le pide Laxus, y su mirada es tan insistente que se siente como si la atravesara—. Siempre sales herido cuando menos te lo esperas.

Lisanna asiente cuando Laxus no deja de mirarla, esperando una respuesta. Él parece un poco más tranquilo y la invita a un trago. De inmediato ella acepta.

[ I ]

Kenan vuelve a echar un vistazo y Lisanna se encuentra charlando felizmente con Laxus. No es idiota, ha notado la hostilidad de parte de ciertos integrantes del gremio, sobre todo de Laxus, y de Mirajane que siempre evita demostrarlo. Debe aceptar que le costó mucho darse cuenta de que Mirajane también desconfiaba de él.

Hace una semana se había mantenido ocupado con la biblioteca y a penas había encontrado dos cosas útiles. Qué era exactamente la magia celestial y qué era lo que se sabía podía lograr con ella. Nunca tuvo por qué recibir enseñanzas sobre la magia celestial, así que lo que necesitaba era estudiar desde lo más básico. De vez en cuando se había aventurado a preguntarle a Lucy, que hablaba emocionada sobre el tema sin hacer preguntas capciosas; pero seguía sintiéndose en el punto de partida.

Por suerte nunca le desagradó estudiar, así que la tarea no se le complicaba. Es más, su habitación era básicamente una biblioteca, pero claro nada a la altura de la del gremio.

—Entonces... —dijo Cana de pronto, llamando su atención con un movimiento de muñeca. La botella de cerveza se cruzó frente a su rostro, rozando un poco su nariz. Por inercia se echó atrás e inmediatamente después vio la sonrisa en sus labios— Hay algo que muchos se preguntan. Aunque ninguno ha tenido el coraje de preguntarlo. ¿Son acaso ustedes dos pareja?

En cuestión de segundos, Kenan se atoró con su propia saliva. Tosió un poco, sintiendo al instante la mano en su espalda y la voz de Denis, preguntando por su bienestar. Miró a Cana fijamente mientras se recuperaba, después puso una mano en su pecho y agachó su cabeza por un segundo, sintiéndose atorado aún. Cuando se recuperó, Cana parecía todavía más interesada por oír una respuesta.

Sin embargo, Kenan no estaba preparado para hablar sobre ello.

—No realmente.

—¿Realmente? —alzó una ceja.

Kenan miró a su costado, Denis también lo miraba, sin saber muy bien si decir algo o no.

—Deberíamos continuar esta conversación en otro momento —murmuró. Se puso de pie, deshaciéndose con cuidado de la mano de Denis cerca de su hombro, y decidió irse antes de siquiera darse la oportunidad de mirar a la cara a alguna de las dos.

[ II ]

—Estaba pensando, tal vez podría visitar a mis padres.

Iban de camino a Fairy Tail cuando Lucy decidió mencionar eso, tomando a Gray por sorpresa. Aún así, él no diría nada hasta saber que había acabado.

—La realidad es que ha pasado mucho tiempo desde la última vez. Y no voy a darte ninguna excusa, la verdad es que quisiera ir contigo, ahora que... —dijo suavemente, mirando hacia el suelo.

Al oír su intención, Gray sonrió levemente y deslizó su mano entre la de ella. Tiró un poco de Lucy hacia él y, cuando ella lo miró, se inclinó para depositar un beso en su frente. Después, la soltó para mover su mano hacia su cintura.

—Me encantaría visitar a tus padres, Lucy.

—Gracias —respondió con una sonrisa radiante.

Aquel sería el día en que Cana había decidido que harían la reunión. Aunque faltaba mucho para eso.

—¿Sabes? —volvió a decir Lucy— Me gustaría ir en busca de la llave de Aquarius cuando aparezca. Dijo que iba a tomar un tiempo, y que cuando ocurriera lo sabría.

—¿Entonces?

—Me gustaría ir con todos. Como el equipo que éramos.

—Con Natsu, Erza, Happy, Wendy y Charle, ¿no? —susurró, sabiendo lo que eso conllevaba. Erza ya no salía a misiones, intentando mantener al gremio como maestra sustituta. El hecho de que Laxus no quisiera tomar la responsabilidad, había provocado una disputa entre ambos y el enojo de la pelirroja. Sin embargo, pronto eso se acabó. Erza llegó un día y pidió hablar con Laxus. Gray sabía sobre la conversación porque Erza lo había hablado con él, comprendiendo que su mentalidad más centrada la podía consolar un poco. Erza había acabado por entender que no podía obligar a Laxus a ser el maestro, aunque así lo hubiera querido Makarov. Intentar presionarlo y, en caso de que acabara cediendo, no iba a acabar realmente bien, por lo que no le quedaba más opción que seguir encargándose ella de toda la diplomacia. Eso había hecho que Erza llevara meses sin ir de misión, y en realidad, era un secreto a voces que todos los del equipo extrañaban salir con Erza.

Solos se la apañaban bastante bien, después de todo, conformaban un equipo bastante fuerte, pero el sentimiento de querer seguir compartiendo eso con Erza no se iba. Y sabía que Lucy hacía referencia a eso.

—Por supuesto, entiendo la posición de Erza. Y aún los tengo a ustedes —sonrió con cierta tristeza—. Pero no puedo evitar sentir cierta nostalgia y pena por saber que no podré ir con ella. Aunque, claro, sólo si a ustedes les parece bien que hagamos eso y...

—Lucy.

Ella se detuvo, y se quedó en silencio por unos segundos.

—¿Si? —Gray dejó de caminar y la hizo hacer lo mismo. La hizo mirarlo de frente y puso las manos en sus hombros.

—No vamos a dejarte sola en esto. Estoy seguro de que Natsu y Wendy querrán acompañarte —dijo mientras deslizaba una de sus manos hasta su mejilla. Ante su gesto, Lucy apoyó su cabeza contra la palma de su mano, sintiendo su mano un poco tibia darle un sutil consuelo que hizo tranquilizar a su corazón.

Ver a los ojos de Gray la hacía sentirse querida. A veces se preguntaba si haber aceptado una relación con él, tan pronto después de haber pensado que estaba enamorada de Natsu, estaba mal. Pero sinceramente, no había alguien que la entendiera tanto como Gray. Incluso Natsu a veces no era capaz de comprender sus sentimientos, y su mano estaba ahí cuando Lucy ya se sentía totalmente destrozada o sobrepasada por las situaciones. En cambio, Gray era capaz de evitarlo, incluso sin tener que mencionarle nada. Entonces, sus palabras reparaban un poco su malestar y después Lucy se sentía perfectamente preparada para no dejarse derrotar por nada del mundo.

—Cuando sepamos que la llave de Aquarius regresó, Lucy, no pasará ni un segundo para que vayamos a buscarla —dijo—. Te lo prometo.

Sin decir nada, Lucy se deshizo con cuidado de sus manos para avanzar hacia él y rodearle el torso con los brazos. De inmediato el aroma de Gray la embriagó, y la calidez de su cuerpo la hizo querer cerrar sus ojos y pasarse la vida entre sus brazos.

Lucy estaba segura de que sentía cosas por Gray. No sabía si estaba enamorada, después de todo no sabía cómo se sentía exactamente estarlo, pero quería en algún momento descubrirlo y darse cuenta de que lo que siempre quiso y necesitaba, era tener a Gray como su compañero en más de un sentido. Lucy no necesitaba energía en su vida, solo tranquilidad, y sabía que eso era lo que Gray podía compartir con ella.

[ III ]

Esa tarde, antes de irse del gremio, decidió ir a darse una vuelta a la biblioteca, recordando el tono sugerente de Kenan durante la mañana en que lo acompañó a desayunar.

Lisanna estaba confundida. Para ella, Kenan era una persona común y corriente, y podía entender si tenía cosas que ocultar. Ella misma las tenía, y en el fondo sabía que era una mentirosa, sobre todo con su propia hermana. Lisanna sentía una envidia que le recorría hasta el último milímetro de su cuerpo, cada vez que miraba a Mirajane. Lisanna sabía también que, envidiar a Mirajane, era envidiar a una mentirosa aún más grande. Su hermana nunca había sido tan dulce como aparentaba, y si era sincera podía decir que le estresaba de sobre manera que Mira no se mostraba como era realmente, como la recordaba, y sólo por su culpa. Lisanna sentía que desde que ella había ido a Edolas, Mirajane había decidido tomar su papel para, de alguna manera, sentir un poco menos de angustia y dolor.

Y Lisanna no aprobaba el hecho de intentar parecer algo que no era. Sin embargo, ahí estaba, queriendo tomar el papel de su hermana en el pasado, a pesar de que ella no era capaz de hacerlo. Lisanna era una mentirosa, porque estaba resentida de que su hermana se haya transformado en otra persona y aún así tenía el valor para sonreírle. Lisanna quería ser más fuerte, menos dócil, hacer lo que ella quería y no lo que demás querían que hiciera.

Estaba segura de que Kenan no era malo, porque el ser humano podía tener sentimientos negativos, pero eso no lo volvía un monstruo. Y de alguna forma, la actitud tan libre que siempre tenía, esa que lo permitía ser completamente honesto con sus comentarios; la hacía sentir malditamente cómoda.

Eso la llevó a la biblioteca. Sin embargo, parecía vacía cuando abrió la puerta. Por supuesto, no estaba nada más lejos de la realidad.

—¿Kenan? —lo llamó, esperando que apareciera desde algún pasillo del lugar.

Se adentró por el pasillo principal, mirando de vez en cuando entre los libreros que llegaban hasta el techo, preguntándose qué era lo que mantenía a Kenan tan aferrado a esa parte del gremio.

—¿Qué es lo que buscas?

Lisanna volteó de inmediato al sentir la voz grave de Kenan tras ella. El muchacho la miraba fijamente, con los ojos verdes viéndose un poco amarillos a causa de la iluminación de la biblioteca. Lisanna se preguntó si responder que lo buscaba a él se malentendería, pero pronto descartó ese pensamiento, dado que deseaba decírselo.

—A veces me pregunto por qué tú —volvió a decir, sin esperar que ella contestara la pregunta.

—¿Disculpa?

—Pienso que eres una chica muy atractiva, Lisanna, en todo sentido. Pero realmente no me basta la belleza para nada —confesó. Kenan se detuvo a penas a un metro de ella, deslizando las manos en sus bolsillos—. No eres para nada el tipo de chica con la que pensaría siquiera en estar, considerando que eres tan expresiva, curiosa, juguetona y amable.

—¿Es eso malo? —preguntó, intentando ignorar el hecho de que eso sonaba realmente como una confesión.

—El punto es que siempre mi madre dijo que podía estar con ese tipo de chicas para tontear, pero que si quería casarme, debía ser una chica centrada, respetuosa y reservada —dijo—. Nunca dudé de ella, hasta el día que decidí irme de casa y buscar una solución a mis problemas por mi cuenta, aceptando la ayuda que Gray y Lucy me ofrecieron.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión? —se cruzó de brazos.

—El hecho de que, por seguir sus consejos, estuve a punto de morir. Aunque no omitiría ese detalle en mi vida si tuviera que pasar por todo de nuevo. ¿Te ha pasado que crees que algo es correcto, pero de pronto todo se destruye, y te das cuenta de que es un maldito cascarón podrido?

Lisanna debió aceptar que, incluso si tenía esos pensamientos particulares sobre su hermana, nunca había pensado en ella de esa manera. A pesar de todo ella seguía siendo su hermana, la que la había cuidado junto a Elfman desde que quedaron a la deriva en el mundo. De los tres, la que más había sufrido había sido ella, estaba segura. Y Lisanna no podía decir que eso era porque era demasiado sentimental, o porque sin quererlo, se aferraba a las cosas que tenía a su alrededor para no perderse.

Escuchando eso, le quedó claro de que Kenan era el tipo de persona que desechaba años y años de recuerdos si aquello resultaba ser un engaño. Lisanna fue capaz de ver una increíble cantidad de resentimiento e ira en sus ojos, pero estos no dejaban de estar dolidos.

—No creo que sea lo correcto contarte todo, Lisanna.

—Yo no creo que eso esté mal. Cada quién decide sobre sus secretos —le sonrió.

Kenan siguió mirándola por un rato, hasta que una sonrisa tiró de sus labios, y Lisanna, una vez más, no pudo evitar pensar en lo atractivo que le parecía.

—Esperaba eso.

—¿Lo esperabas? —enarcó una ceja.

—Quería saber cómo pensabas, sencillamente. Agradezco que vinieras al final, hubiera sido imposible con toda esa gente que cree que haré algo tarde o temprano —respondió.

Lisanna se apenó por eso, a pesar de que no era culpa suya que los del gremio reaccionaran así.

—Lo siento por eso.

—No es en absoluto tu culpa, y en realidad no se equivocan —dijo, sacando una mano de sus bolsillos para acercarse un poco más y poner con cuidado la mano bajo su barbilla—. Solo que no estoy para nada interesado en hacerles algún tipo de daño.

Mientras lo miraba, de pronto se dio cuenta de que después de mirar sus labios, había cerrado sus ojos y ahora estaba paralizado frente a ella.

—Lo siento —dice de pronto—. Sé que dije que creo que eres muy atractiva y que, realmente, esperaba que entendieras mi situación. Pero hay cosas que debo hacer antes, si es que piensas lo mismo de mí, que eres en verdad interesante.

Apartó la mano de ella y Lisanna por una vez se sintió como una tonta, queriendo que Kenan le explicara todo con lujo de detalles. Sólo por el simple hecho de oírlo, por su orgullo y por su ego.

—¿Antes de qué? —preguntó entonces.

Kenan rió, descifrando en su rostro que sí había comprendido.

—Antes de poder conocerte más y besarte, Lisanna.

Ella sonrió, con un leve sonrojo en sus mejillas.

—Está bien —dijo, mientras se disponía a pasar por su lado para dejar la biblioteca. Sin embargo, antes de dejarlo atrás, se detuvo, notando que él no dejaba de mirarla—. Que tengas suerte con tus... cosas, Kenan.

—Muchas gracias —le devolvió la sonrisa.

Cuando se giró, Lisanna pudo jurar que antes de que se alejara completamente, él había tomado un mechón de su cabello, que al poner distancia entre ellos, cayó nuevamente con los demás. Kenan era un hombre bastante determinado, y Lisanna se dijo a sí misma que le gustaba la dedicación que parecía tenerle a su plan. Ella no tenía problema alguno en esperar, después de todo, le había parecido alguien suficientemente curioso y honesto como para querer conocerlo.

Y a decir verdad, tampoco esperó ser tan segura cuando se trataba de coquetear. Cuando lo había escuchado decir que tenía cosas que hacer antes de conocerla y besarla, se sintió ligeramente avergonzada por el hecho de oírlo tan abiertamente. Pero el bochorno no supero a la emoción y el ansia que la embargaron cuando su cerebro lo grabó con fuego en sus recuerdos.