El Rey, La Nube Escarlata, El Caballero Carmesí y La Araña.

Advertencia: Semi-universo-alterno; personajes con personalidades y actitudes diferentes al canon; personajes de mi invención. Muertes; lenguaje sucio; contenido explicito -sexo- y muchas cosas más. ¡La sangre abunda en este capítulo!

Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima. Mikumo, Renka, Shigure y Chikage pertenecen a su respectivo mangaka. Escribo sin lucro alguno. El concepto de 'Rey de Espadas', así como las situaciones en que decido poner a los personajes de FT, es de mi invención. Además, no gano ni un céntimo por escribir ya que es mi pasatiempo preferido.

Resumen: Los actos del pasado, ya sean heroicos o perversos, con o sin intención, fortuitos o provocados, no pueden quedar sin su debida recompensa. Al parecer, Natsu lo ha olvidado y vive con lujos y sin preocupaciones. Pero, Phantom Lord no permitirá que esa vida ostentosa siga por mucho tiempo. ¡La muerte de Juvia no quedará impune!

Reviews: Al final del capítulo, los que no pude responder por mensaje privado.

"Pensamientos"

—Diálogos.

[Técnica, titulo]

-aclaraciones-

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Fang Snow - Capital del Imperio Driver - Palacio Imperial

Hace mucho, mucho tiempo

Era mediodía afuera y la potente luz alumbraba muy bien la habitación de los gemelos. Esta por demás decir que el lugar era pomposo y majestuoso, que distaba mucho del concepto que ahora comprendemos como 'habitación', algo digno de los jóvenes. Neliem y Allister a sus quince años, idénticos como dos gotas de agua, estaban jugando 'Conquistas palaciegas'. El juego se realizaba implementando distintas estrategias militares, económicas y sociales sobre un gran tablero que simulaba la distribución política del continente. Fue diseñado por el abuelo del abuelo de los niños y tenía un simple objetivo: instruirlos para que en el futuro próximo siguieran con el dominio de todo el continente. Las distintas situaciones se reflejaban en el tablero a través de la magia que ellos empleaban. La lógica regía el juego y no podían usar ideas disparatadas.

Allister movió la tropa de bestias que tenía en las Montañas Nubladas y atacó la Ciudad Blanca. Neliem respondió con la quema de los campos de cultivo cercanos y se atrincheró mientras esperaba los refuerzos. A pesar de que estaban concentrados jugando aún mantenían la conversación que tenían desde hace rato.

—Creo que lo mejor sería que te llevarás a alguna de nuestras hermanas —dijo Neliem luego de pensarlo bien. Quería a su hermano y mucho más a sus hermanas pero, como le había dicho su padre hace mucho, los Driver juntos poseían una fuerza inimaginable y separados corrían peligro. Y Allister estaba empecinado en conocer el mundo antes de tiempo—. Podrías llevar a Kurome y Kurumi.

—No quiero vigilantes —respondió Allister. Movió una legión hasta posicionarla en el Valle de las Lágrimas Amargas y en otro lado del tablero desbloqueó las rutas de suministro—. Bien, tengo bloqueado todo el Valle y tus tropas están a seis días de camino y en la dirección contraria. Además, ellas han de tener otros planes.

Neliem usó una estrategia envolvente y logró defender con éxito la Ciudad Blanca. Para contrarrestar el avance en el Valle recurrió a su pequeña unidad de magos para devastar la zona y comenzó a reunir su ejército al oeste. Además, envenenó los ríos cercanos y elevó los impuestos. —No es para que te vigilen, al contrario, creo que te tocaría estar cuidándolas. También estoy seguro que a ellas les encantaría la idea de acompañarte.

Después de eso, los dos estuvieron largo tiempo callados. Ambos implementando estrategias encarnizadas. La inevitable batalla siguió el curso dispuesto por Allister o eso pensó hasta que se vio sorprendido por las unidades aéreas de su hermano. —Lo pensaré detenidamente antes de marcharme —fijó la mirada en el tablero y sonrió al ver que su derrota estaba asegurada—. ¿Desde cuándo me tendiste la trampa?

—Eres impaciente e impulsivo. Pensé que buscarías el paso por la garganta que sale del Valle para entrar en las Planicies de Prounce. Así que aposté unas unidades para cerrarte el paso y obligarte a tomar un rodeo por las Montañas Negras. Claro, sólo fue una apuesta. Cuando te vi apuntar a la Ciudad Blanca consideré que había perdido y estuve a punto de retroceder pero me di cuenta que sólo era una finta. El grueso de tu ejército tenía otro rumbo.

Allister maldijo entre dientes. Detestaba perder pero no tanto si era contra su hermano. —Esta victoria es tuya. Has jugado bien. Te parece si hacemos algo de ejercicio. ¿Algo de espadas o cualquier arma? Ya se me durmió el culo por estar tanto tiempo sentado.

Neliem pudo ver la verdadera intención detrás del ofrecimiento. Y aceptó obediente. Ya se encontraría con alguna de sus hermanas mayores y se libraría de la frustración de su hermano. —Vayamos entonces a la sala de armas. De paso cambias de idea y dejas que te acompañen.

—No te rindes, ¿verdad?

El pasillo del castillo estaba suntuosamente adornado: exquisitas pinturas, armaduras finamente ornamentadas, jarrones y vasijas bellamente modeladas, bustos tallados con exactitud y engalanados con joyas preciosas. Las baldosas del suelo eran la copia exacta del celeste del cielo y brillaban con gran esplendor. Donde sea que los hermanos pasarán sólo se podía atestiguar el poderío acumulado de los Driver. Cada puerta estaba finamente tallada como si fueran obras de arte y no simples puertas. A cada dos o tres cuartos, un pasillo se extendía a la izquierda o la derecha y estaba igual de ricamente engalanado. Ellos bajaron por las escaleras de mármol sin dejar de hablar de cómo sería el viaje del mayor.

Al final, llegaron al hermoso jardín en la parte de atrás del castillo. Toda esa zona parecía un paraíso inmaculado como si no hubiese conocido la presencia del hombre. Pero, en el centro había una especie de fosa rodeada de gradas, del tamaño de un campo de fútbol, y donde cuatro de sus hermanas mayores combatían en un todas contra todas. Las gemelas Kurome y Akame y Kurumi y Mikasa. Las cuatro chocaban e intercambiaban golpes. Cada una usaba espadas embotadas para evitar un golpe mortal, pero ni así se contenían: grandes surcos habían sido arados por doquier. En las gradas estaban Moka y Lala junto a la Emperatriz y las gemelas Nana y Momo.

—¡Hola mis tesoros! —Saludó la hermosa Sephie mientras los apretujaba contra sus pechos. Luego los llenó de besos—. ¿Se unirán a sus hermanas?

Neliem negó respetuosamente. —No, madre. Ellas están más enérgicas que de costumbre. Pero, supongo que eso no le importa a Allister —dijo. En ese momento su gemelo ya había saltado a la arena y corría entusiasmado hacía el pandemónium.

—Fufufu~ y él siempre tan imprudente.

Lala y Nana se rieron cuando el hermano fue repelido con facilidad. —¡Vamos hermanito, duro con ellas! —Gritó Lala.

—¡Tú puedes hermanito! —Corearon las gemelas.

—Ven, siéntate conmigo Nely —dijo Moka. Lo tomó del brazo y juntos observaron el cambio de la pelea.

Al intervenir Allister, la que lo atacó primero fue Mikasa. Esto no fue del agrado de Kurome y Kurumi que lo tenían en alta estima. Bastó una mirada para que ellas dos se unieran en contra de sus hermana y a Akame no le quedó de otra que hacer dupla con ella con tal de que las cosas fueran más justas. A pesar de que llevaban combatiendo desde hace rato, la adición de Allister se volvió un combustible que aumentó el fuego.

Allister empuñaba dos espadas y atacaba cuando sus hermanas dejaban la más leve apertura. En un momento apuntaba a Akame y luego cambiaba a Mikasa conforme se le presentará la oportunidad.

Sephie sonrió orgullosa. Su descendencia era increíblemente talentosa y fuerte. A pesar de que sentía aprehensión al verlos luchar de forma tan violenta no podía evitar mostrarse satisfecha. —¡Vamos Ali! —dijo. Sus hijas más jóvenes aumentaron sus coros de apoyo al hermano. Neliem, como era de esperar, apoyaba a su gemelo. Y Moka hacía lo mismo que su hermano.

En esta ocasión, para alegría y orgullo del joven, terminó ganando la pelea junto a sus hermanas. Akame y Mikasa reconocieron que Allister había sido fundamental. Él no cabía en sí. Nunca antes había vencido a alguna de las mayores y no le importaba haber sido sólo un apoyo. Ni siquiera notó que era un pequeño reconocimiento de sus hermanas por motivo del viaje.

Kurome y Kurumi lo abrazaron en una especie de sándwich. Y las dos le prometieron al oído una noche muy especial. Y así fue. Robin y Euphemia también participaron en esa sensual despedida que terminó casi cuando salía el sol. Fue tan satisfactoria que Allister casi persiste del viaje, pero como ya había dado su palabra no había vuelta atrás.

Al día siguiente y unas horas después de la orgía incestuosa, la familia Driver se encontraba en la Sala del Trono. El salón era grande y estaba adornado con preciosos tapices y cortinas con el blasón de la familia: una corona de laureles dorados, cruzada por dos espadas sobre fondo carmín. La distribución del espacio era como una gran U. Al centro, sobre una plataforma de mármol alfombrada, se alzaban los dos elegantes tronos de los actuales regentes. Del lado derecho, en la primera fila escalonada, estaban Yuuko, Robin, Euphemia, Akame, Kurome, Kurumi y Mikasa.

Del lado izquierdo: Moka, Allister, Neliem, Lala, Nana, Momo, Bonnie y Perona. Todos vestían como la realeza y permanecían expectantes. Y detrás de las princesas y los príncipes, separados por una hilera de Caballeros Imperiales, estaban los ministros y personas que ostentaban cierto grado de poder dentro del Imperio.

A diferencia de las Audiencias normales, ésta parecía tener un carácter especial. Estaban presentes los Virreyes de los Veintiséis Virreinatos y, también, los Quince Comandantes Legionarios del Ejército Imperial. Debido a esto, muchos suponían que hoy sería nombrado el heredero legítimo, sólo faltaba ver quién sería: Allister o Neliem. Las trompetas sonaron anunciando la entrada de Gid y Sephie. Todos se pusieron de pie y observaron con reverencia el ingreso de la pareja. Gid lucia, como siempre, salvaje y malhumorado al contrario de la jovialidad de Sephie. Con un gesto Gid les permitió sentarse.

El heraldo dio un paso al frente y, con la venía de Su Excelencia, aperturó la Audiencia. Primero empezó con las presentaciones de cada uno de los presentes. Los nombres y títulos nobiliarios; parentescos lejanos. Fue una hora aburrida para muchos, pero no permitieron que semejante estado se reflejara en sus rostros. Luego, fueron presentados los asuntos de menor importancia; disputas entre lores y alianzas matrimoniales.

Gid mantenía la mirada afilada, la expresión severa y el oído atento ante las peticiones de sus vasallos. Todo lo ordenaba mentalmente y disponía de cada asunto sacando el mayor beneficio posible en el futuro. Finalmente, fue llamado el Príncipe Allister Dorian Driver.

Su andar soberbio demostraba su alta cuna, un sirviente colocó una almohada para que él hincará la rodilla y sus ropas no se contaminaran. Se hincó al frente de sus padres y los miró directamente, esperando la decisión final. Aunque era obvio que ya lo sabía, sólo era para guardar las formalidades.

—Allister, hijo mío, he meditado tu petición durante bastante tiempo y a pesar de que tienes el valor para emprender tan grande empresa te faltan otras características importantes —dijo Gid Lucione Driver. El hombre de cabello negro y apariencia salvaje permanecía sereno e imponente sentado en el trono. Hacia toda esta ceremonia para demostrar su autoridad y hacerle saber a su hijo su magnanimidad al concederle el capricho, aunque había algo más por venir—. Viajar por todo el mundo no será cosa fácil y te encontrarás con dificultades que van más allá de mi pensamiento. Te he criado en un entorno cerrado y te he hecho creer que el mundo se adapta a tus antojos y caprichos, algo que no es así. Aún eres joven e imprudente y careces del sentido común para discernir el bien del mal. Te hace falta mucho.

Las hermanas de Allister sonrieron y asintieron al escuchar las palabras del patriarca y soberano. Todo lo que decía describía a la perfección al joven. Testarudo, incorregible, insensato y de corazón malvado. Caprichoso y demandante. Nadie comprendía porque era él así a pesar de que todas, a esa edad, habían sido criadas de la misma forma. Él tenía un toque perverso y ruin pero aun así lo amaban.

—Pero eres un Driver y sobre todo nuestro hijo —Sephie tomó la palabra después de que su esposo callará. El poder del Imperio lo ostentaban los dos—. Es necesario que te desarrolles y conozcas lo que el mundo puede ofrecerte, y está es la oportunidad propicia para que se cumplan nuestros designios. A pesar de que no estás preparado para el viaje, nosotros te concedemos nuestro permiso para que cruces el mundo y te llenes de poder. Bajo ciertas condiciones.

Gid tronó los dedos y el sonido hizo eco en la estancia. Al momento se presentaron cuatro personas. El primero era un hombre maduro con aire de persona estricta. Llevaba en las manos un cojín donde estaba cierto objeto. El resto eran tres bellas mujeres que tal vez tenían como veinte años. Los cuatro se inclinaron detrás del niño. Todo esto sucedió sin que Sephie fuera interrumpida.

El leve respingo de Allister fue notorio pero una mirada penetrante de sus hermanas bastó para callarlo. Ellas ya habían sospechado que algo así ocurriría.

[Nota: Para una referencia exacta, son personajes de Fate Grand Order]

—Te acompañaran las siguientes personas: Florence Nightingale, mi sobrina.

La pelirrosa de rostro imperturbable se levantó al oír su nombre. Vestía una chaqueta roja a juego con la falda. Su edad aparente era de unos dieciocho años. —Vivo para servir y cumplir —dijo solemnemente. Se posicionó a la diestra del niño. Luego hizo el voto de fidelidad para con su joven señor. Él simplemente asintió.

—Arturia Pendragón, la más joven y talentosa de la Guardia Imperial.

La mencionada era una rubia de rostro sereno y atractivo. Aparentaba tener unos diecisiete años. Ella estaba vestida con un atuendo azul de doncella de combate. —Vivo para servir y cumplir. Vuestros deseos son órdenes —dijo, agachada a la par de Allister. Se volteó ligeramente y también le juró lealtad y fidelidad. El volvió a asentir.

—Y Scáthach Skaöi hija del Lord Árd-Greimne de Lethra.

Scátacha tenía el cabello violeta oscuro largo y sedoso. Los ojos violáceos y de figura esbelta. Además, exudaba un aire elegante y estricto. —Mi familia está agradecida por el alto honor —dijo. Cada movimiento y reverencia había sido ensayado miles de veces. Se dirigió al príncipe y dijo lo que sus dos compañeras habían dicho antes—. Mi joven señor, desde ahora y hasta mi fin, consagró mi existencia para usted. Úseme como le plazca que yo sólo soy su herramienta.

Él volvió a asentir sin darle la importancia que cada mujer merecía. —Muchas gracias por las consideraciones que han tenido conmigo —respondió, después de comprender que no tenía opción de negarse.

—Ellas serán tus guías durante todo el trayecto hasta que regreses. Ahora bien, Thuor acércate.

[Nota 2: Thuor lo tomé del libro El Silmarillon, escrito por Tolkien]

Él era el hombre de mediana edad. Vestía una librea negra y estaba pulcramente lustrado. Todo detalle en él estaba meticulosamente cuidado y así debía ser porque era el Jefe de los Mayordomos. Incluso el impetuoso Allister sabía que no debía meterse con él o si no realmente tendría problemas.

Gid se incorporó y bajó hasta donde estaba su hijo. Tomó el objeto que sostenía Thuor. Era un broche de tamaño insignificante, pero de un poder terrible. Un círculo dorado y adentro un fénix minúsculo y brillante, finamente detallado y con las alas caídas. —Allister desde hoy te despojo del derecho al trono. Sólo serás un príncipe con la sangre Driver. No tienes poder de interferir en las decisiones de ninguna ciudad o aldea que pertenezca al Imperio. Y tampoco de usar tu nombre para coaccionar a nadie. Está marca será tu signo y todos en mi poder sabrán su significado —Gid agarró el mentón del niño y le impidió moverse.

Allister estaba pasmado, apenas procesando las palabras y sin comprender el alcance de ellas. Ni siquiera mostró resistencia cuando su padre acercó el broche y éste se fundió en su frente sin causarle daño. No había modo alguno de que Gid dejará que el sucesor al trono saliera del Imperio y andará a sus anchas. Mucho menos que fuese influenciado por alguien desconocido o que su modo de pensar fuera distinto al deseado. Algo así sólo sería contraproducente para la familia. Además, tenía a Neliem para que lo sucediera.

Todos los presentes, a excepción de Sephie y Thuor, quedaron pasmados por lo que sucedió. Muchos planes y confabulaciones que giraban en torno a Allister se vinieron abajo en ese momento. Y él, al fin, comprendió el precio que había pagado por su libertad. Se mordió la parte interna de las mejillas hasta que saboreó su sangre.

—Ahora bien, si alguien más desea acompañarte también recibirá el mismo trato —dijo después de volver a sentarse.

Ninguna de las princesas se puso de pie. Ni las que demostraban amarlo más que cualquier otra, ni su hermano alegó cosa alguna a su favor. Todas ellos eran parte de la familia y llevaban la ambición de los Driver en la sangre. El orgulloso y soberbio Allister, como todo un príncipe, aceptó fríamente la benevolencia del emperador. No rabió ni su rostro se torció en mueca alguna, sólo una sonrisa plana y hueca. Recibió plácidamente los demás regalos y se marchó sin mirar atrás.

En cuestión de días en todo el Imperio los bardos cantaban la tonada del 'Príncipe Destronado'. Hace apenas una semana había cumplido quince años y tenía el mundo a sus pies, ahora no era nada más que una simple hormiga.

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El rey XVIII: RAGE I

—Adiós Natsu —dijo Lissana después de darle un beso de despedida. Ella se iba con Happy, Minerva y Elfman a una misión en Crocus por unos días. La belleza de cabello blanco se tocó los labios mientras se sonrojaba tenuemente. Usaba ropa que delineaba su cuerpo esbelto pero que la mantenía abrigada—. Te voy a extrañar mucho.

Natsu la estrechó entre sus brazos, transmitiendo en ese gesto todo lo que sentía al separarse de ella. Estaban a las afueras de Magnolia, al principio del camino de terracería que se perdía entre las montañas. El sol apenas comenzaba a despuntar en el horizonte. —Lissy, te amo —le dijo al oído. Susurró unas cuantas palabras más que la pusieron colorada antes de separarse—. No tardes tanto, amor que ya comienzo a extrañarte.

La mujer permaneció sin palabras, él siempre encontraba que decirle para hacer de su mente un caos candente. Happy y Minerva, mientras tanto, se despidieron apropiadamente. Entre abrazos y recomendaciones. Luego, bastó que cruzaran miradas con Elfman para comunicarse un: «Más te vale cuidarlas». Se estrecharon las manos, como los buenos cuñados que eran. —No te preocupes, moriré antes de que algo les suceda —respondió Elfman.

Natsu rió fuertemente. —Ni se te ocurra, ya sabes cómo es Mira —dijo.

Elfman sintió un escalofrío recorrer su espalda, su hermana mayor sería capaz de viajar al infierno y darle una buena paliza. —Okey, okey. Ya entendí.

—¡Cuídate! —Gritaron cuando ya se perdían en el horizonte. Natsu se mantuvo ondeando su mano hasta el final. Hizo a un lado la preocupación natural que sentía al separarse de su pareja y se enfocó en las cosas que tenía que hacer. Además, los hermanos Strauss son bastante fuertes como para desafiar una ruta peligrosa y mantener a los niños a salvo. Sin olvidar que sería un buen entrenamiento para Minerva.

Natsu soltó otro suspiro. Dio media vuelta y se perfiló de camino al gremio. —Hay muchos pendientes por terminar —dijo para sí mismo—. Ver los feedback de los peticionarios. Las recompensas y las misiones respecto a la ciudad. Ahh. Esto de ser el maestro ya no me parece tan bonito. —Ante la perspectiva de todo el trabajo pendiente por realizar, el hombre mejor se fue a pasar el tiempo en otro lado. El calentamiento matutino era parte de sus actividades diarias. Además, ya tenía personal contratado que operaba el gremio sin necesidad de él. Decidió no usar ni un clon hoy. Alas de plumas negras surgieron de su espalda y el cielo pasó a ser parte de su territorio. Quería pasar un par de hora perfeccionando su dominio de la magia de fuego, sentía que ya le faltaba poco pero parecía todo lo contrario.

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Mientras tanto.…

La estación de trenes de la ciudad estaba a reventar y eso era normal en los días de entre semana. Las personas hacían filas para abordar los vagones y las máquinas silbaban entusiasmadas. Pero hoy había una gran diferencia y era que muchos de los viajeros se quedaban embelesados viendo a un andén en específico. Tanta era la atracción de ese lugar que un hombre codeaba a otro para que lo emulara. Apenas hace unos instantes dos mujeres y una niña de apariencia singular y vestimenta poco común habían arribado. Nadie tenía la osadía de acercarse o interponerse en el camino.

La primera vestía un traje chino color verde entallado que, tomando en cuenta sus atributos, le sentaba de maravilla. Además, el bendito vestido le quedaba cortísimo y tenía un maravilloso escote en la parte delantera. También llevaba medias blancas que apretaban sus maravillosas piernas. Tenía el pelo violáceo atado en dos chongos y con cascabeles en cada uno. El rostro lo llevaba adornado por una sonrisa gatuna y risueña. —Nee, Chikage, ¿no crees que Mikumo-chan está un poco desesperada? —Renka sonrió traviesa. Adoraba molestar a la niña. Y ella era muy sensible a los temas que tuvieran que ver con su hermana.

Chikage infló las mejillas en un tierno puchero que le calzaba a la perfección. Era una niña de apenas diez años. —¡No es cierto! ¡Ella no está tan desesperada por casarse! —Dijo. Chikage quería tanto a su hermana que usaba un traje similar al de ella sólo que un poco más recatado—. ¿Verdad, Shigure?

La expresión de Shigure se mantuvo solemne. Era muy raro ver que sonriera o algo similar. —No, no creo que desesperada sea la palabra correcta —se llevó el índice derecho a los labios e hizo una expresión de pensamiento profundo. Vestía un kimono rosa con estampado floral. Al igual que a Renka, la prenda le quedaba pegada al cuerpo y apenas le llegaba hasta medio muslo. Debido a la cota de malla su escote apenas era visible, pero si imponente. El cabello lo llevaba atado por un sencillo lazo rosa y medias negras completaban su outfit—. Yo diría que es impaciencia con algo de curiosidad. Por eso nos ha mandado a vigilarlo.

—Y tiene razón, ya se está tardando —dijo Renka—. Aunque me alegra que nos haya mandado. También tengo ganas de verlo.

Chikage rodó los ojos. —No lo olvides Renka. Será el marido de mi hermana siempre y cuando pueda vencerla, eso no te incluye.

—Ajá, ajá. Eso díselo a él y a las mujeres que ya lo rodean.

—Yo sólo quiero sus espadas. Y si es antes mejor —añadió Shigure con un brillo codicioso en los ojos.

Las tres decidieron que lo primero sería encontrar un lugar donde quedarse y después irían a Fairy Tail. Además, llevaban viajando desde el otro extremo del continente. Mikumo Kushinada, actual maestra de Mermeid Heel y Primera Maga Santa, había mandado a éstas tres a investigar la razón de la demora de Natsu. Ella estaba hechizada por la fuerza que mostró él en Malva y quedó aún más expectante cuándo Natsu le dijo que ese no era todo su poder. Mikumo guardaba un voto solemne y férreo: se casaría con el hombre que fuese capaz de derrotarla. Y Natsu había dejado una profunda impresión bélica en la bella pelinegra.

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Un par de horas después…

En el gremio, los magos comenzaban a congregarse como lo hacían durante cualquier otro día. Sonreían abiertamente, charlaban con gran ánimo, comían como si estuvieran en sus casas. Y así era, ¡Fairy Tail era el verdadero hogar de cada mago! Por algún motivo desconocido, y seguramente era algo sin importancia, una pelea comenzó entre Jet y Droy. Dicha pelea rápidamente se extendió a las demás mesas y el lugar se convirtió en un caos bastante familiar. Los platos y vasos comenzaron a volar como proyectiles; las sillas no tardaron en unírseles y las mesas se convirtieron en barricadas. La trifulca aumentó de intensidad y la magia no tardó en mostrarse. Sí, definitivamente, todo transcurría con normalidad.

Un poco alejadas del alboroto, en un mesón, estaban todas las mujeres que, de alguna u otra forma, tenían algo con Natsu. Conversaban sobre cualquier nimiedad. De un lado estaban Erza, Cana, Bisca y Jenny y, frente a ellas, Lilianne, Levy, Vivianne y Mirajane. Ultear y Meredy ya habían regresado a Grimorie Heart. La albina sonrió levemente ensimismada en el barullo que provocaban los magos. "Dentro de algunos años nuestros hijos también estarán haciendo de las suyas —pensó mientras paseaba su mirada por derredor. Considerando la vitalidad de Natsu, no sería ninguna sorpresa que alguna de 'sus hermanas' estuviera embarazada al igual que ella—. Hoy hablaré con él y le diré que seremos padres". Llevaba tiempo dándole vueltas a la idea (que ya era realidad), aún no se lo creía por completo; había días que pensaba que todo era un sueño y que en algún momento despertaría. Pero, definitivamente, sería madre, pues eso le dijo Polyushka después de varios exámenes y, como si su hijo quisiera corroborarlo, su vientre ya había crecido un par de centímetros. Sonrió de forma radiante.

Jenny, que estaba decidida a formar parte de Fairy Tail, miró con extrañeza la sonrisa de la albina. Tenía algo que ella no podía poner en palabras, un sentimiento que le recordaba a algo lejano y nostálgico que, al mismo tiempo, le provocaba envidia. "Es… casi como si fuera… ¿maternal? —La posibilidad, que era bastante enorme, basta con recordar el encuentro amoroso que sostuvieron la noche anterior, la dejó boquiabierta—. ¿Lo sabrá Natsu?". Ella, por su parte, estaba manteniendo un estricto control de preservativos. No consideraba entre sus planes quedar embarazada tan pronto… pero, la perspectiva de que alguien más le diera hijos a Natsu, podía cambiar las cosas. Se sumió en sus pensamientos. La tarta enfrente de ella se convirtió en la excepción de la dieta.

—¡Ahh~! ¡Qué delicia~! —Exclamó Cana después de terminar su jarra de cerveza. Ella era ajena al comportamiento de las demás mujeres—. ¡Waaa, nada mejor para empezar bien el día!

Bisca respingó con la cara completamente ruborizada. —¡Cana! —Chilló dejando caer los cubiertos que usaba.

—¿Qué? —Respondió la aludida, haciéndose la desentendida. Debajo de la mesa, oculta a la vista de todos, la mano de la morocha se coló entre los muslos internos de la peliverde. Fue un roce suave sobre el satén. Cana se relamió los labios de forma gatuna—. Me han comentado que ese spa al que has ido últimamente es maravilloso, ¿o no es así?

La mujer de cabello esmeralda se atragantó con esas palabras. Y su cara adquirió el mismo tono que el cabello de Erza al verse descubierta. La conversación entre las mujeres se animó al pensar en pasar la tarde relajándose. Por supuesto, sólo Cana, Bisca y Erza conocían la verdad oculta tras esas palabras.

—¡Lili! —Exclamó de súbito Vivianne para luego desaparecer.

—Ya —respondió Lilianne. Llevó las manos al centro de sus pechos y formó un triángulo al juntar los dedos. Las acciones de ellas dos sucedieron en menos tiempo que el de un parpadeo.

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Después del entrenamiento, Natsu regresó por la parte oeste de la ciudad. El ambiente del mercado, como todos los días, era animado a esa hora. Lleno de comerciantes y artesanos que se afanaban vendiendo sus productos al mejor precio. Y compradores que buscaban la mejor oferta. Los niños más traviesos hacían de las suyas: sembrando alboroto por donde sea que pasaran. Los tenderos bramaban coléricos los estropicios causados por los infantes, exigiendo justicia. Natsu sonrió ampliamente al recordar que él, hace bastante tiempo, había sido uno de esos bribones buscapleitos. Junto con Gray armaron alboroto.

Pensar en él le dejó un mal sabor de boca. "Ya falta poco. Dos y Lucy ya llegaron a la base de Dokuro Kai" pensó. Hace poco que estuvo hablando con el clon y estaba informado de la situación. Hoy en la noche arrasarían con el lugar. A pesar de estar ocupados, los que miraban a Natsu lo saludaban cálidamente. Él cambió su expresión meditabunda por una sonrisa afable. Respondía todo de forma magistral sin hacer de menos a nadie.

Levy le había enseñado las distintas maneras de sonreír y las diferentes situaciones para usar esas sonrisas. Ella le explicaba atentamente los modos para tratar con las personas y obtener lo que sea que quisiera. En las manos de la Erudita, se estaba convirtiendo en un excelente político y con eso estaba poniendo los cimientos de su plan futuro. A pesar de la posición social de Natsu, tanto que parecía estar en otro plano existencial, se tomaba la molestia de tratar con los aldeanos sin discriminación alguna. Y ese hecho tan simple era bien apreciado por aquéllos que encajaban perfectamente en la descripción de 'normal'. Poco a poco, estaba adquiriendo mayor presencia y cariño que el Alcalde de Magnolia.

No le tomó mucho tiempo llegar a la escalinata del gremio. Desde lejos se escuchaba el barullo que hacía toda su familia. "¿Cuánto habrá que gastar en reparaciones?". Suspiró mentalmente y se maldijo por volverse así. Antes ni siquiera se le cruzaba por la mente que alguien más debía limpiar su desastre. Simplemente lo reducía todo a escombros. Negó pensando que seguramente este era su castigo y de nada servía quejarse. Algunas cosas sólo se entienden cuando se está del otro lado. Mentalmente se disculpó con Makarov por todos los problemas que le había dado.

Estaba por pisar el último escalón cuando fue enviado abruptamente hacía atrás, como cincuenta metros. La explosión fue tremenda y abominable. Toda la edificación voló en pedazos por los aires. Cuerpos, utensilios, paredes y muebles salieron en todas direcciones. Las llamas se presentaron como mil lenguas de fuego; lamiendo y derritiendo todo a su paso. Días después se siguió hablando de la lluvia terrible y nauseabunda que cayó sobre la ciudad.

Natsu giró sin control en el aire, aturdido y confundido, hasta que impactó contra la casa más cercana. El golpe lo agarró desprevenido y con la guardia baja, dejándolo, por unos segundos, desorientado. Los oídos le zumbaban y la cabeza le daba vueltas. Cuando comenzó a asimilar lo sucedido, tuvo que salir trastabillando de entre los escombros. —¡Mira! —Gritó por instinto. Un sentimiento opresor se apoderó de su pecho.

Afuera, Natsu vio con terror el huracán de fuego que se apoderó de lo que antaño fue una hermosa edificación. La fachada había caído; ya no existía el segundo nivel; a duras penas se mantenía en pie el paredón de atrás y las llamas cubrían todo lo que fue antes el salón. Los músculos de las piernas se tensaron como resortes y se lanzó directo al mar de llamas. "¡Natsu algo grande viene desde el norte!" advirtió Igneel. En su mente no había espacio para pensar en lo que estaba pasando ni para idear un plan, simplemente surgió la necesidad de actuar por instinto.

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Hace un par de horas…

Aprovechando el abrigo de la noche, la Fortaleza de Phantom Lord avanzó a pasos agigantados, causando un leve temblor por donde pasaba, hasta llegar a la región montañosa al norte de Magnolia. Se instalaron ahí y montaron en tiempo récord (gracias a la intervención de In) los cañones mágicos de Prudence. Antes de que saliera el sol ya estaba todo listo. El Maestro convocó a una reunión de la elite del gremio. Estaban los restantes Element Four y Gajeel.

—Los tres cañones ya están instalados y sólo esperan recargarse de lo que sea que usen como munición —dijo Monsiour Sol con un brillo inusual en los ojos. Se alisó el bigote tranquilamente—. Esos minerales nunca los había visto. Creo que, con un poco de investigación, podremos emplearlos de distintas formas. Los de Fairy Tail ni siquiera sabrán que los golpeó.

—Claro, sí es que sobreviven a la explosión —añadió Aria. Él permanecía con los ojos cerrados y las manos juntas como si estuviera orando—. Ese gremio ya está condenado.

Gajeel estampó el puño en la mesa, por poco y la partía. Él era el más afectado y el que tenía más ganas de arrojarse por la garganta de cualquiera de las hadas. Sólo la presencia de José lo mantenía en su sitio. —Yo pido la cabeza de Salamander —dijo en un tono de voz bajo pero firme. Nadie objeto nada. Por extraño que parezca, ninguno tenía la seguridad de que Natsu moriría fácilmente.

En el rostro añejo de José se dibujó una cruel sonrisa. Le gustaba esa sed de sangre que sentía en su gremio. Para nadie era secreto la eterna rivalidad entre los dos gremios; y la muerte de Juvia, por culpa de Natsu, sólo se convirtió en la causa justa para la masacre que estaba por venir. —Comprendo la prisa que tienen, pero saben que esos malditos no hay que subestimarlos. No por nada son nuestros enemigos desde hace años —los demás asintieron—. Además, los sentidos de esa lagartija son molestos. Por eso no les dije nada hasta tener un plan infalible. Aniquilaremos a esas malditas hadas de una vez por todas.

La ausencia, definitiva, de Juvia se sentía en el ambiente. Ella siempre tenía algo que decir y actuaba como una mandamás. Si ella estuviera aquí, sin duda, diría que el plan tenía fallos y era necesario ajustarlo. Diría que lo mejor era tomarse las cosas con calma y no lastimar a seres inocentes. Haría todo lo posible, sin levantar sospecha, con tal de proteger a la familia de Gray. Pero ella había muerto y eso era el combustible que alimentaba el fuego del odio.

—Los golems estarán completos en la mañana —añadió Totomaru que hasta ese momento estuvo callado. Phantom Lord era uno de los gremios más antiguos del continente y tenía en su arsenal tesoros largamente acumulados. Entre ellos destacan los treinta y cinco golems que van desde tres a seis metros de altura. Robustos y bastante ágiles; hechos de madera, roca o metal. José no se estaba conteniendo para nada. Esas bestias podían luchar sin cansarse y regenerarse hasta cierto punto, bastaba con darles una simple orden. La reunión terminó después de algunas cosas más y ellos durmieron varias horas.

Cuando llegó el momento indicado, gracias a los vigilantes en la ciudad, Totomaru activó las bombas. Al mismo tiempo, José disparó los cañones triples en forma sucesiva a intervalos de dos minutos cada uno. El plan era no mostrar misericordia. Incluso, el escuadrón de golems junto a unos cincuenta magos se dirigían para verificar y terminar el trabajo. ¿Por qué contenerse? Eso era darles la oportunidad de contraatacar y la posibilidad de cambiar las tornas. Y no había modo alguno que permitiera eso.

Los cañones triples tenían metro y medio de largo y cincuenta centímetros de diámetro. Hechos de una aleación resistente al calor irradiado por la combinación de los minerales mágicos en su interior. De un negro lustroso y radiante. Cada cañón triple realizó tres disparos que en el trayecto se unían para formar un solo golpe. Los disparos fueron como enormes rayos de energía parecidos a láseres que cambiaban de color continuamente.

No muy lejos de ahí estaba In Veliazar Provoke. Él observaba, sonriendo ampliamente, el desarrolló del acto que había montado. Estaba en la sala de Phantom Lord. También al lado de José. Susurraba palabras al oído de Gajeel. Estaba en medio de la explosión mirando los cuerpos mutilados y las llamaradas danzantes. Estaba a la par de Natsu sin perderse ningún detalle. Él realmente era omnipresente. El pelinegro sonreía y se carcajeaba, ansioso de ver las acciones de su peón más fuerte. —Oh, pequeño ADB, esto sí que es divertido. Ya había pasado tiempo desde que te vi luchar seriamente…

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Natsu aterrizó en lo alto del paredón trasero y al mismo tiempo se volvió a impulsar en dirección norte. Voló alto y lejos, veloz como una flecha. Voló y voló. Rápidamente las llamas que estaban en la sala formaron un huracán y siguieron al pelirrosa. Llegaron en el momento preciso y se arremolinaron alrededor del brazo derecho justo cuando él lanzaba el golpe. Era su característico «Puño de Hierro del Dragón de Fuego» pero potenciado.

El impacto fue ensordecedor y liberó una ráfaga de fuerza brutal que mandó todo a volar. Natsu usó «Sucuropendra» para tener un punto de apoyo en la tierra y resistir en el aire hasta que el ataque terminará. De sus pies salieron llamas que usó como propulsores. —¡UUUUOOOOOO! —Gritó. Pronto se vio obligado a usar los dos brazos y más poder. Poco a poco la fuerza menguó, pero sintió el siguiente golpe aproximándose—. ¡Hijoputa! —Soltó. «Sucuropendra» se extendió magistralmente y lo envolvió hasta formar un capullo. La parte de enfrente se alargó y comenzó a girar como un taladro justo cuando sucedió el segundo impacto.

La energía se dispersó de forma violenta, arrasando con todo lo que tenía a su paso. Las nubes fueron dispersadas. El taladro en el que se había convertido Natsu estaba retrocediendo lentamente. Él no podía oír nada y por instinto sabía que no había terminado. "Es hora" pensó. Las llamó mientras resistía el ataque. También quería un respiro para verificar las condiciones de Mirajane y las demás.

No muy lejos de ahí surgieron dos grandes portales blancos y dorados. La primera en aparecer fue Heles Au Belona seguida de las Cazadoras. Veinte bellas mujeres de características caninas y con armaduras livianas, arcos y espadas. Cada una lista para el combate. Del otro portal, aparecieron, las hermanas Vin Darrow: Threo y Sarasa, seguidas de los Eternos. Treinta machos y hembras de la raza minotauro que estaban ansiosos por pelear.

—¡Compañero, ya llegué! —dijeron Heles y Threo. Ellas se interpusieron entre el rayo de energía y el hombre. Los escudos dorados recibieron el tercer impacto.

Natsu las dejó ahí. —Luego me alcanzan —dijo. Él regresó al gremio tan rápido como pudo. No podía pelear sin primero estar seguro de que ellas estaban bien. Estaba poniendo como prioridad la integridad de las chicas sobre la propia; tanto así que no se detuvo a verificar su estado. Por alguna razón desconocida sus manos mutiladas no se habían regenerado y la carne de los brazos permanecía carbonizada. Hizo a un lado el dolor y apresuró el paso.

[NOTA 3: Los personajes de Las Cazadoras y Los Eternos provienen de Grand Blue Fantasy]

Mientras tanto, Threo y Heles se mantuvieron firmes y flotando. No retrocedieron ni un ápice. El rostro de cada mujer se perló de sudor mientras sus músculos se marcaban debido a la presión. No pudieron evitar pensar en el hecho de que él, sin ayuda, había resistido un ataque semejante. "Como era de esperarse de mi compañero" pensaron en sincronía.

—¡Cazadoras, empiecen el reconocimiento desde este punto en un radio de dos kilómetros! —Dijo Yuel. Ella era la segunda al mando y sabía actuar independiente de Heles.

Sarasa dejó de observar el cielo y siguió el ejemplo de Yuel. Dividió a Los Eternos en tres grupos. —El grupo de Korwa y el de Narmaya montarán guardia en el norte y los demás síganme hacía Fairy Tail.

El ataque cesó un minuto después de que Las Cazadoras y Los Eternos se pusieran en movimiento.

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Mientras tanto, tiempo antes, en el gremio…

Es menester comprender que los sucesos siguientes se dieron en un período cortísimo de tiempo. Un lapso de, más o menos, diez segundos. Por lo cual es necesario reducir la velocidad con tal de que no se pierda ningún detalle. Pues bien, un segundo antes de que todo el edifico volará por los aires, Vivianne y Lilianne reaccionaron.

Un mal presentimiento las llevó a proteger a todos los que pudieran. Las cadenas de Vivianne se enrollaron alrededor de quince personas y los encerraron en unas esferas inexpugnables. «Creación Mitológica» actuó según los deseos de Lilianne. Unas incontables manos formaron un cubo y resguardaron a todas las mujeres que estaban en la mesa. Ellas eran prioridad. La pelirrosa y la pelinegra recibieron de lleno la explosión sin inmutarse. Ni el fuego ni los fragmentos voladores les hicieron algún rasguño.

—Que descuido de mi parte. Habrá que castigar a los culpables —dijeron. Ambas lamentaron la pérdida del personal de su señor. Y se recriminaron por no haberse dado cuenta de la trampa puesta en sus narices. Pero todo tiene una solución y una retribución.

—Esa energía…

—No será un problema para nuestro amo —aseguró Vivianne.

—Tienes razón.

—Además, nuestra responsabilidad es cuidar de ellas y de los hijos de nuestro amo.

Gracias a la acción precipitada de Vivianne, Laxus conjuró «Palacio del Rayo» en su versión unipersonal. Lo extendió tan rápido como pudo, algo loable considerando que las explosiones comenzaban en ese instante, y protegió a su tribu y a diez personas más antes de que fueran rodeados por las llamas.

Makarov también actuó según su instinto afinado durante tantos años. —¡Mierda! —Maldijo antes de agigantarse. Abrazó a los que tenía cerca y los cubrió con su cuerpo. Esta acción resultó contraproducente para él debido a que sólo se volvió un blanco más grande. Pero, había alguien más que estaba preparada de antemano… por desgracia.

Mavis Vermillion, en otro tiempo la Reina de Tréboles y, erróneamente, proclamada Primera Maestra, se deslizó entre las llamas y el caos hasta llegar a su objetivo. No dejó que nadie se diera cuenta de su presencia, ni siquiera de las dos sirvientas de Natsu. Las tenía catalogadas como "altamente peligrosas". Apuñaló la nuca de Makarov como si nada, y el pobre anciano lanzó un grito horrendo de dolor que murió en el fuego. La expresión de Mavis era de deleite. —Oh, mi pobre y lindo Makarov, no sabes cuánto esperé por esta oportunidad. Te lo aseguro, cuando sea libre, Fairy Tail caerá por mi mano —dijo tranquilamente a pesar de que el anciano trató de zafarse. "Y tú me ayudarás con eso" pensó. El rencor que tenía hacía Fairy Tail era añejo. El gremio y la ciudad fueron construidas sobre las ruinas de su gloria antigua. Y su recuerdo fue manipulado para hacerla parecer alguien que no era. Todo eso era imperdonable. "¡Maldita coneja!".

Cuando las llamas se apagaron quedó desvelado el resultado del ataque ruin y miserable. El suelo brillaba como brazas y en algunas partes se había derretido. La poca madera que quedaba fue reducida a carbones ardientes y aún echaba humo. Era algo devastador de mirar. No por la pérdida material, ni por la destrucción del edificio, sino por la muerte de varios magos bastante conocidos.

Por beneficio de la historia, hemos de dar identidad a esos pedazos de carne humeante y carbonizada que ya no tenían ropa ni gloria alguna. Estaban esparcidos y mutilados por doquier. Entre las primeras bajas estaban Wakaba, Reedus, Droy, Nab, Max, la linda Laki y su hermana, Alzack y también una docena de mujeres y una treintena de hombres. Por otro lado, los que estaban agonizando y a punto de expirar, eran Makarov, Macao, Romeo, Jet, Daisy, Bellone y algunos cuantos más.

—Palace of Faith —pronunció Vivianne con suave voz. De súbito una luz blanca y pura nació del cuerpo de la mujer y se extendió hasta ocupar el área que antes fue la del edificio. Las respiraciones de los agonizantes comenzaron a recuperarse. Y los cuerpos quemados empezaron a regenerarse a un ritmo pausado. La temperatura bajó y el suelo se solidificó. En el aire se podía respirar paz y tranquilidad. El hechizo único de Vivianne tenía propiedades altamente curativas y podía regenerar extremidades hasta órganos complejos, siempre y cuando al paciente le quedase un hálito de vida. Pero no podía regresar a los muertos. Además, evitó que ellas se percataran de lo que sucedía en el exterior. Nadie podía entrar ni salir.

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Obviamente la tremenda explosión acaparó toda la atención de la ciudad. Al principio, los aldeanos sonrieron al pensar que los del gremio ya estaban haciendo de las suyas. Pero, al caer la lluvia sangrienta, cundió el pánico. Algunos se escondieron mientras otros se acercaron para ayudar. Por otro lado, las tres chicas de Mermeid Heel interrumpieron sus desayunos y se dirigieron al gremio.

—¿Qué hacemos, Shigure? —Renka sabía, que en momentos así, lo mejor era dejarle el mando a la mayor.

Las tres corrían entre la multitud despavorida sin chocar con nadie. —Por el momento observaremos y actuaremos según las circunstancias.

Ni bien había terminado de hablar cuando un escalofrío recorrió su columna vertebral. Rápidamente agarró las dos ninjatos que llevaba en la espalda y se preparó para lo peor. —¡Atrás de mí! ¡Planean destruir la ciudad! ¡Youtou: Shitenou! ¡Y Nitenou! —La mujer del kimono colocó las dos espadas en dirección al cielo y esperó que el ataque llegará hasta ella. Las dos espadas se centraban en el combate a corta distancia. A medida que el tiempo pasaba, ella abrió los ojos desmesuradamente, pudo percibir que los ataques fueron repelidos—. Sin duda no es normal. Con razón atrajo a Mikumo.

«Espada de la calamidad: Cuarta deidad divina»

«Espada de la calamidad: Segunda deidad divina»

Al saber que no corrían peligro, las mujeres emprendieron la marcha. Cerca de llegar al gremio se dieron cuenta de algo extraño. Algunas personas estaban ocultando sutilmente sus presencias y parecían estar vigilando las ruinas brillantes del edificio. Se dividieron en dos grupos y luego de escuchar lo necesario capturaron a los espías.

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En la sala de operaciones de Phantom Lord solamente estaban José y Aria. Ellos observaron a través de magia transmisora el desarrollo del ataque. Tanto de la explosión del gremio como de la trayectoria e intercepción de los cañonazos. José pasó de estar plenamente seguro a dudar de lo que había visto. No dio crédito a los rumores de lo acontecido en Malva pero ahora podía decir que no estaban tan lejos de la verdad.

—Vaya que si es un monstruo —dijo sonriendo tranquilamente. A pesar de que el resultado no era el deseado, aún tenía confianza en su propia fuerza y en la de su gremio. Poco después de escuchar los informes preliminares de la ciudad decidió detener el avance del pelotón de Gajeel—. Es mejor que también vayamos. Aria, dile a Sol que recargue los cañones. Todos.

La base del gremio era literalmente una fortaleza andante con troneras y balcones por doquier. Las torres y las paredes exteriores estaban guarecidas por largos cañones, no tan imponentes como los recién adquiridos, pero siempre letales. Rápidamente los magos comenzaron a recargarlos mientras varios se apostaban en las troneras y de ese modo defenderse mientras atacaban. Los mecanismos del castillo chirriaron dolorosamente antes de emprender la marcha. En menos de un minuto se estabilizó el interior del edificio.

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El ambiente en el gremio era de una tristeza palpable. Varios magos lloraban desconsoladamente al ver los restos de los que eran sus amigos, hermanos o amantes. No podían creer que hace apenas un minuto estaban sonriendo y riendo, comiendo y brindando a viva voz, con toda la alegría del mundo y que ahora todo era carbón. Muchos se pellizcaban creyendo que no era nada más que una pesadilla y que en cualquier momento se despertarían. Otros llamaban con la voz quebrada a los que estaban durmiendo para siempre.

Cana estaba consolando a Bisca. La mujer, llorando amargamente, miraba los restos de Alzack. El amor que la peliverde sentía por él no había muerto del todo. Su mente estaba destrozada recordando los buenos momentos que pasó a su lado. Sí sólo los dos hubieran aclarado las cosas no estaría sintiéndose arrepentida, sin duda lo habría perdonado si sólo él se lo hubiera pedido. Hundió su rostro en el pecho de Cana y dejó que ella tratara de reconfortarla.

Levy luchaba por contener las lágrimas. A pesar de su personalidad antisocial, conocía a todos los que habían muerto y les tenía cariño. Era imposible que no sintiera nada al ver a su familia destruida. Jenny, por otro lado, estaba horrorizada por toda la escena. ¿Quién tenía el corazón para causar tanto daño? ¿Cómo es posible que la fiesta se volviera un funeral? Ni siquiera los conocía, pero podía sentir la tristeza embargándola.

Por otro lado, Lilianne, después de considerar que ya les había dado tiempo para asimilar la realidad, les explicó la situación a Laxus, Mirajane y Erza. Les dijo el límite de «Palace of Faith» y una panorámica general de la situación. Ninguno de los tres magos Clase S estaba preparado para afrontar una situación semejante. Nadie lo estaba. Pero, aun así, se tragaron las lágrimas e hicieron lo posible para establecer el orden dentro de lo que quedaba del gremio. Erza sacó varias mesas y mantas que sirvieron para improvisar unas camillas. Poco a poco fueron colocando a los que estaban siendo sanados; ellos no despertarían hasta dentro de varios días. A la tarea se unieron los magos que tenían mejor fortaleza mental.

Los tres eran conscientes de que esto sólo era el inicio y que, en el actual estado de desesperación de casi todo el gremio, no podrían hacer nada para defenderse.

—¿Alguna idea? —preguntó Laxus. Su mirada no se apartaba de su abuelo. Makarov yacía sobre una mesa cubierto por una manta. Ya había sanado por completo, pero parecía que no iba a despertar pronto. En su rostro era simple notar que estaba haciendo todo lo posible para controlarse. Lo mismo se podía decir de las otras dos. Después de la tristeza venía la rabia y el deseo de buscar venganza.

Erza negó. —Sea quien haya sido, lo tenía todo planeado —la mujer cambió a su equipamiento de batalla. Su armadura más fuerte: Morning Star—. Era imposible que reaccionáramos para defendernos… o salvarlos.

Mirajane también hubiera activado su magia si no fuera por la advertencia al oído de Lilianne. Debía cuidar al bebé en su vientre. —No tengo las palabras para darles consuelo —dijo la albina—. Ni siquiera sabemos porque nos hicieron esto.

El tiempo avanzaba distinto para todos ellos, inmisericorde e implacable, no se detenía para darles aliento. Justo antes de que Laxus dijera algo para cambiar el ambiente. «Palace of Faith» desapareció. Y Natsu, después de esperar impaciente, ingresó a las ruinas del gremio acaparando la atención de todos, incluso aquellos que estaban llorando. Él paseó la mirada por derredor y apretó los dientes hasta que rechinaron. Nadie se movió debido al cambio en su rostro: un rictus de ira y odio. A pesar de que sus mujeres estaban bien, su ira sólo creció al ser consciente de todas las víctimas. Sin mediar palabra, dio la vuelta, listo para salir del lugar. Pero…

—¡AAAAHHHHHHHH! —Virgo lanzó una expresión de dolor profundo cuando vio las manos mutiladas de Natsu. Al instante, se arrodilló ante él y con los ojos anegados de lágrimas tomó las muñecas del hombre. Debido al dolor la pobre mujer era incapaz de pronunciar algo coherente, pero se podía decir que sus murmullos no eran nada buenos. Esta acción sumada al grito de Mirajane lo detuvieron en seco.

—¡Natsu eres el maestro! ¡Por Ishgar, actúa como tal! —Mirajane echaba chispas por los ojos. En dos zancadas ya estaba frente a él mientras Vivi lo curaba—. ¡Deja de ser un estúpido y mírate! ¡Te han herido seriamente y decides luchar por tu cuenta! ¡Así nada más, sin nosotras, sin tu familia! ¿Acaso sabes a quien te enfrentas? ¿Vas buscando la muerte de frente? ¡Ya no eres un niño! ¡Ahora eres el que debe guiar al gremio! ¡El abuelo confía en ti!

Mientras Mirajane regañaba seriamente al hombre por su insensatez e inmadurez, Vivianne ordenaba sus pensamientos. "¿Cómo? ¿Cómo? ¿Cómo? ¿Cómo se atreven? ¿Quiénes son esos malditos que han cometido semejante blasfemia? ¡Los volveré cenizas! ¡Voy a pulverizarlos! ¡No dejaré a ni uno con vida! ¡Acabaré con ellos! ¡Esas malditas basuras! —La mujer se mordió el labio hasta sangrar—. ¿Éstas heridas no se regeneran? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Acaso…? ¡Han usado armas para matar a los Driver! ¡No debería ser posible… a menos que él!" pensó. Su mirada se dilató. Bastó que cruzará miradas con su hermana para confirmar sus sospechas.

A pesar de que la pelinegra se miraba serena y sin hacer nada, ella realmente estaba atormentada e hirviendo de rabia en su interior. "¡Ha empezado a hacer de las suyas!" pensó. Conocía todo lo que se podía saber de la entidad que jugó con la vida de su señor hace mil años. Y tenía el presentimiento certero de que él estaba metiendo su nariz en todo esto.

Natsu miró fijamente a Mirajane y finalmente asintió. Toda la ira y furia fueron enviadas a un horno cerrado y ahí se quedaron esperando el momento para explotar. Soltó un suspiro largo y profundo. Cerró los ojos hasta que se tranquilizó. —Tienes razón Mira. De sólo pensar que les había pasado algo perdí la cabeza y al mirar todo esto dejé de pensar —su expresión se suavizó un poco pero no perdió la dureza que la situación requería.

Antes de que volviera a decir algo, un huracán de poder azotó el lugar. Nadie de los presentes, ni siquiera las chicas de Mermeid Heel, había sentido o visto nunca antes cosa semejante. Era como si la vida hubiese huido del lugar y sólo quedara el frío de la muerte. Vivianne y Lilianne eran las causantes de tal fenómeno. Sus poderes superaban con creces el de Makarov. El tiempo se hizo lento. Esos segundos se sintieron como una eternidad. Hasta que de forma abrupta ellas desaparecieron y todos volvieron a respirar. Poco después, al darse cuenta de lo que se proponían, Natsu trató de alcanzarlas.

Ellas estaban de pie en lo alto del cielo mientras el viento azotaba sus ropas. Sus vistas enfocadas en dirección norte. No les tomó ni un minuto encontrar lo que buscaban. A unos cinco kilómetros aproximadamente. —El castillo andante tendrá que ser el lugar —dijo Lili.

Vivi asintió después de limpiarse las lágrimas. Enlazó su mano derecha con la izquierda de Lilianne y empezaron la magia conjunta.

—Separa los cielos… —cantó Virgo.

—… divide el océano… —prosiguió Libra.

—… consume nuestra furia…

—… y devora todo…

—… Inmisericorde…

—… extingue la vida…

—… y que vuelvan al polvo…

A una pulgada de sus puños se formó un cono negro con la punta en dirección del castillo. En un instante se agrandó hasta tener un metro de base y tres de longitud. De nuevo triplicó su tamaño. —¡Chō Ritsu Mahō: Mountain Eater! —dijeron las dos. Habían pasado varios años desde que en el mundo no se usaba una de las magias aberrantes.

«Gran magia aberrante: Devorador de montañas»

Se escuchó un zumbido ensordecedor y prolongado. Natsu intervino en el último segundo cuando el cañonazo salía disparado, desviando un poco el ataque. Todo ser vivo en el camino del ataque fue absorbido y desapareció. La mitad superior del castillo se volvió polvo. La oficina de José, el lugar donde estaban los Cañones de Prudence, el de Júpiter y la mayoría de troneras dejaron de existir igual que los magos que estaban en esos lugares, la pérdida más importante fue la de Monsieur Sol. Debido al daño recibido el edificio se vino a pique. El ataque siguió su rumbo hasta impactar por completo en una montaña lejana y, un segundo después, apareció un domo negro que la devoró por completo. El paisaje cambió drásticamente, era como si un ser descomunal le hubiera dado un mordisco a la montaña.

Ni uno de los tres prestó atención al resultado del contraataque. Natsu cruzó los brazos y las fulminó con la mirada. Ellas dos se quedaron sin saber que decir, esa mirada les recordaba al viejo Allister. Estaba furioso con ellas.

—¿Acaso creen que no tengo el poder para acabar con ellos por mi cuenta? —siseó.

—Yo no…

—Nosotras…

—¿Se atreven a quitarme mi venganza?

Las alas en la espalda de Natsu se agitaban continuamente con tal de mantenerlo en el aire. El viento se hizo más intenso, debido a la onda expansiva, pero ellos permanecieron en silencio e inmutables. Las dos eran incapaces de verlo a los ojos, tenían la cabeza gacha como dos niñas recibiendo regaños.

"¡Que imbécil soy! —Se dijo mientras observaba lo que sus palabras causaron—. Es exactamente como hubiera actuado si no fuera por Mira. Tenía ganas de matarlos al instante por lo que le hicieron al gremio y ella me detuvo. ¡Y míralas, sólo por mis heridas hicieron esto!". Soltó un suspiró profundo al mismo tiempo que el viento arreciaba.

Natsu se acercó y las abrazó a las dos. Las mujeres se sorprendieron, pero, obviamente, no rehuyeron el contacto. Permanecieron así hasta que la voz de Natsu pudo escucharse. —Lo siento, no debí haberme enojado con ustedes. Tienen toda la razón de haber actuado de esa forma, yo hubiese hecho lo mismo si algo así les pasará. Las amo mucho y no soportaría verlas heridas.

Ellas casi se sueltan a llorar al escuchar esas palabras cálidas. A medida que convivían con Natsu habían aprendido que él las trataba de forma diferente a cuando era Allister. Esto las confundía, pero les estaba comenzando a gustar. Más aún cuando les demostraba que enserio las amaba. Lo abrazaron.

Abajo, en las ruinas del gremio, todos se quedaron estupefactos al sentir esa indescriptible cantidad de energía. Las chicas de Mermeeid Heel pensaron que sólo Mikumo, probablemente, podría igualarlas. En silencio acordaron vigilar a Natsu y su harén. Demasiado poder en una sola familia era en extremo peligroso. En cambio, para los de Fairy Tail, después del shock, comprendieron que era una bendición tenerlas de su lado. Además, no había nada que temer al considerar el factor conocido como Natsu.

Tiempo después, Heles y Threo llegaron al lugar y lo primero que hicieron fue informarle a Mirajane de todo lo que sabían. Los ataques provenientes del norte; el apoyo proporcionado a Natsu; el despliegue de Las Cazadoras y de Los Eternos; la información obtenida: el blasón de los atacantes, la conformación del escuadrón liderado por cierto hombre de cabellera larga y negra y el avance interrumpido de la fortaleza.

—Esos miserables —masculló Cana. Para nadie era desconocida la rivalidad que existía entre los gremios. Siempre que se topaban en alguna misión surgían riñas y éstas escalaban rápidamente. A nadie se le ocurrió pensar que tal vez había otra razón para semejante ataque—. Pensar que se atreverían a tanto.

Rápidamente se corrió la voz. Todo Fairy Tail se puso de pie. Los que estaba llorando se limpiaron las lágrimas. No había forma alguna de que no devolvieran el golpe. Ahora que sabían la identidad del enemigo, no se detendrían por nada del mundo hasta acabar con ellos. Cuando Natsu descendió, Laxus ya había dispuesto del gremio. Y Mirajane habló con Heles y Threo para que «Los Eternos» y «Las Cazadoras» cooperaran.

CONTINUARÁ…

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¡Hola! ¡Nestor In al aparato!

¡Al fin, después de dos años! ¡Volví a publicar!

Realmente no tengo palabras para excusar el largo tiempo en actualizar la historia. Han pasado muchas cosas en mi vida. ¡Ya me gradué de Licenciado! ¡Banzai, banzai! Tengo un trabajo estable. Hay días que tengo inspiración y logró escribir algo; y períodos largos que no logró plasmar una palabra. Últimamente mi hábito de lectura ha aumentado, y casi siempre me la pasó leyendo. O haciendo otras cosas. La verdad, ni idea cuando vuelva a publicar.

¡Saludos y feliz cuarentena!