"Causa y efecto"

"Causa-Día: 1 – El preludio"

Era una mañana hermosa en la ciudad de Los Ángeles, los rayos del sol invadían con suavidad la habitación de la pareja, que dormía plácidamente, abrazados el uno del otro.

El cansancio los había vencido hace poco, no era para menos, tuvieron la mejor noche que ambos pudieron desear, se entregaron a cada segundo, sin importar nada, dedicándose el tiempo que merecían y que por circunstancias ajenas a ellos no podía ser siempre.

Pese a que solo había cerrado los ojos un momento, Leon recordó que debía partir de vuelta, ese mismo día tenía un compromiso en la agencia y estaría reunida gente importante.

Con mucho cuidado, se levantó de la cama con suavidad evitando que su acompañante, una preciosa pelirroja que estaba tal cual vino al mundo, cubierta únicamente por una delgada sábana blanca.

No pudo evitar echarle un vistazo a la chica, era sencillamente hermosa, era esbelta y sus atributos complementaban de forma sublime esa belleza que tanto lo volvía loco.

Termino de vestirse y con esa misma delicadeza del principio se acercó a ella para besarle en los labios, la chica por su parte tras el contacto se despertó al instante.

¿Leon? ¿Qué hora es?

Aún es temprano, pero debo regresar a Nueva York, te juro que no quisiera irme Claire, pero después de esto, tendremos más tiempo para nosotros.

No tienes nada que explicarme, te entiendo, en otras ocasiones he sido yo la que ha tenido que irse rompiendo el momento de encanto.- sonrió, acariciando la mejilla del rubio, volviendo a acomodarse en la cama.- —Además me sirve para descansar de anoche.

Tienes razón, debes descansar - afirmó devolviéndole la sonrisa, mientras se incorporaba y se enfilaba a la salida de la habitación, antes de salir se detuvo en la puerta - —Prometo que nos veremos de nuevo Claire- dijo lo suficientemente fuerte para que la muchacha lo escuchara.

Ahora, todo tenía sentido para él, no solo eran las palabras de Ada, la cual se había lanzado por la ventana por enésima vez desde que la conocía, también las de la mismísima Claire en aquella carta. Todo comenzaba a cuadrar, pero necesitaba hacer memoria.

Estaba tan perdido entre sus cavilaciones que solo atinaba a estar sentado en su sofá meciéndose las sienes.

De pronto alguien llamo a la puerta de forma agresiva, cosa que alertó a Leon, el cual tomó su arma para aprontarse y revisar de quien se trataba, cuál fue su sorpresa al percatarse que quien tocaba su puerta era el mismísimo Chris Redfield.

Un escalofrió recorrió su espalda, sabía que estaba en serios problemas, ya que en su situación actual, no sería capaz de hacerle frente.

Ni siquiera hubo un tiempo de reacción, el moreno de una potente patada mando a volar la puerta con todo y que Leon estaba recargado en ella.

Por su parte el Rubio, terminó en el suelo, mandando a volar su arma al otro lado de la sala, trató de levantarse pero Chris ya se encontraba sobre él.

—Vas a pagar muy caro lo que le hiciste a mi hermana Kennedy – culminó para reventarle el primer derechazo en la cara,

La fiesta estaba de lujo, era algo fresco, nada tediosos como un baile de máscaras o cosas de ese estilo, el ambiente estaba distendido y era algo que agradecía a montones fue ahí que Leon vio s la señorita Graham, si, la misma Ashley Graham que le dio tantos problemas en su misión por España.

No pudo evitar comérsela con la mirada, el tiempo le había sentado bien a la rubia que de por si cuando la conoció ya era un bombón, simplemente el tiempo se había encargado de completar el trabajo.

Tal vez fue por las copas que llevaban, o la euforia del momento, pero ambos, al chocar miradas, decidieron que la mejor idea era escapar al tumulto y encontrarse.

Cuando pudieron rehuir a todos, cruzaron palabras, frases sencillas que solo enmarcaba la tensión entre ellos, bastó una ligera insinuación por parte de la chica, para que en cuestión de nada se comenzaran a devorar como si se les fuese la vida en ello.

Con una furia desmedida Chris golpeaba a Leon, que casi quedaba inconsciente ante el embate del moreno, el cual al final del brutal acto sacó su pistola y le apunto a la cabeza.

—Di tus últimas palabras idiota – dijo mientras amartillaba el arma

Por su parte Leon intentaba decir algo, pero solo salían gemidos pesados en una buena imitación de un zombie.

—¡ALTO! – la voz de Jill retumbo en todo el departamento, pero no fue suficiente un sonoro bang cimbró a todos, el arma se había disparado sola…

Continuara.

No tengo perdón, yo lo sé, aquí está la continuación, nos leemos pronto