¡Buenos días preciosas criaturas! contra toda mi lógica, publico este nuevo fic! quería esperar a terminar uno de los que estaba escribiendo pero, dkjgnskg no me pude aguantar XD tengo otro más! pero ese no lo publicaré o si no estaría colapsando mi tiempo.

Explico! este es un fic sexy, con esto me refiero que tendrá lemmon, y es la primera vez que escribiré algo así, les suplico mis amores, tengan piedad ;-;

Los personajes creo que están ooc, no me golpeen por eso, haré lo posible para que no se salga del canon pero lo veo imposible XD. también es un universo alterno.

Este fic es HaruMako, o sea Makoto es uke, peeeeero no es la única pareja, la otra la sabrán más adelante.

Creo que es todo! perdonen mis miles de errores!

Disfruten de su lectura!


Haruka era un chico que tenía poco o absolutamente nada de interés en el amor. No era de esas personas que se enamoraba a primera vista, pues no creía en nada de eso. Sin embargo, era un seductor de primera clase, porque para él, el amor era algo muy distinto al placer del sexo. No era necesario enamorarse para tener relaciones sexuales, esa era su filosofía de vida. Tampoco era un romántico ni nada por el estilo, pero cuando tenía la necesidad de unir su cuerpo con el de otra persona, se convertía en el mejor Romeo de todos los tiempos. Con veinte años, ya era considerado un profesional en la cama, y su listado de nombres con los que había compartido un colchón, aunque también hay que nombrar los otros lugares que ha compartido como, sofás, mesas, alfombras, bañeras (su favorita), escritorios, piscinas (también favorita), etc; era tan largo que podría recorrer fácilmente la mitad de una cuadra. Nunca tuvo escrúpulos para admitir que le encantaba tener sexo, la verdad es que era la tercer cosa favorita que le gustaba hacer, dejando en claro que primero estaba la natación y en segundo lugar la caballa; después de todo, no se consideraba adicto, pues podía abstenerse varios días de él, cosa que no podía hacer con los otros dos primeros lugares. Su primera experiencia fue a los quince años, había oído hablar a sus compañeros de clase muchas cosas sobre el tema, y sin poder evitarlo le entró la curiosidad; no siendo un muchacho sociable, decidió experimentar consigo mismo primero, nunca tuvo la necesidad de tocarse, pero su deseo por la indagación introspectiva se le hizo cada vez más fuerte. Estaba tomando uno de sus habituales baños cuando decidió hacerlo, comenzó a estimularse como lo haría cualquier otro adolescente de esa edad; al principio no le hallaba la gran cosa, pues no sentía absolutamente nada, pero al alentar más los movimientos de su mano y encontrar el ritmo adecuado, consiguió conocer el placer del que tanto hablaban sus compañeros, ya que amigos no eran. A pesar de gustarle aquella impúdica práctica, como lo diría su conservadora abuela a la cual amaba más que a su madre, cosa que se sentía un poco mal por ello; no la realizaba muy a menudo, porque no lograba sentir esa euforia de la que solían hablar los chicos de su clase. Un día los escuchó conversar sobre las fantasías que tenían al momento de darse placer; cuando él lo hacía, no fantaseaba con nada, no sentía deseo por nadie como para que su mente se echara a volar, y con el paso del tiempo, masturbarse se volvió un poco aburrido.

Era una tarde de lluvia, se quedó después de clases por una carta que había encontrado sobre su mesa, en la cual la persona que la había escrito, le había pedido que se quedara ya que le tenía que decir algo "muy importante". Un suspiró salió de sus labios, estaba aburrido mirando la lluvia caer desde el lugar que siempre ocupaba en el aula, el ruido de la puerta abrirse le llamó la atención, una chica de baja estatura, cabellos azulados y preciosos ojos dorados se le acercó con una dulce sonrisa mientras un ligero sonrojo comenzaba a adornar sus mejillas, ella estaba en su clase, lo sabía porque siempre lo saludaba al llegar; la adolescente se sentó a su lado con sus manos sobre su regazo, jugando nerviosamente con el borde de su falda, la miró algo preocupado pensando en que le ocurría algo malo, pero ese sentimiento desapareció cuando la chica finalmente habló y pronunció las palabras que nunca se había esperado oír, "Me gustas", susurró suavemente, para luego, tal vez en un impulso nervioso, besar sus labios. Realmente no supo cómo reaccionar, era la primera vez que lo besaban; no era desagradable, pero tampoco era un revoltijo de sentimientos felices como lo mostraban en las telenovelas de su abuela, era algo que no podía explicar pero que le entregaba calidez. No pensó mucho cuando correspondió el beso, quería sentir más de aquel extraño calor y experimentar lo que sus compañeros de clase habían mencionado, las relaciones sexuales. El beso se tornó más apasionado, ahora las lenguas estaban siendo involucradas, los jadeos de la chica le estaban provocando cierta sensación de hormigueo bajo su vientre, se separaron por la falta de aire, sintió como su corazón palpitaba rápidamente, la muchacha escondió el rostro en su pecho. Se seguía sintiendo extraño, estaba un poco ansioso, porque quería seguir, pero al parecer ella no, la tomó de los hombros separándola de él; no sabía que decirle, obviamente no le correspondía sus sentimientos, pero quería saber qué se sentía intimar con alguien, por lo que simplemente le preguntó "¿Estás segura?". La chica de ojos dorados sólo asintió con una gran sonrisa, y después de eso, se volvieron a besar. Al salir de la sala, lo hicieron tomados de la mano, en realidad fue la muchacha quien le estaba tomando la mano; la lluvia no había cesado en ningún momento, y ninguno de los dos había llevado un paraguas, por lo que decidieron caminar rápidamente bajo ella.

La casa de la adolescente de hebras azuladas quedaba primero que la suya, por lo que la dulce niña le invitó a pasar, sugiriéndole que se quedara hasta que la lluvia acabara o se calmara un poco; él no se negó, pues la idea no era mala. Al entrar, fue bienvenido por un gran silencio, ella le explicó que no había nadie en casa, ya que sus dos padres trabajan y era hija única. Mientras le daba explicaciones, se fijó que la blusa de la más baja se traslucía por completo, entonces se fijó en la propia, los dos estaban empapados, y a pesar de que hacía bastante frío, él tenía calor. El deseo de besarla de nuevo le invadió, y él no era alguien que controlara sus impulsos cuando anhelaba algo, así que la tomó de la muñeca y unió su boca con la de ella otra vez. En esta ocasión no hubo limites, el roce de sus cuerpos mojados lo hicieron suspirar de forma ronca, esto era algo nuevo, estaba nervioso, pero absolutamente no quería parar. El calor se estaba volviendo insoportable, su mente estaba dejando de trabajar debido a eso y no recordaba en qué momento llegó a la habitación de la muchacha, ni mucho menos a su cama. Todo pasó muy rápido, el quite de sus ropas, los suspiros contenidos, las manos recorriendo la piel expuesta, el constante roce de sus caderas, el estrecho calor que lo envolvió y le robó la razón, los gemidos evidenciando que estaban por llegar al clímax, y por último, el gran placer que lo consumió al conocer la euforia de la que tanto hablaban. Sabía que no debió haber hecho eso, sabía que se estaba encadenando, pero la satisfacción que sintió en ese momento, le gustó en demasía, así que sencillamente decidió seguir con el pequeño juego. De repente se vio envuelto en un noviazgo, en el cual él no sentía absolutamente ningún tipo de amor, lo único que lo mantenía junto a la chica, era el sexo, pero con el pasar de las semanas, también se estaba volviendo aburrido, no le gustaba pasar tiempo con ella, odiaba que lo besara delante de todo el mundo y aborrecía escucharla hablar sobre temas estúpidos; No tenían absolutamente nada en común y las ganas de acostarse con ella, disminuyeron considerablemente, llegando al punto de romper. Fue la chica quien con lágrimas en los ojos, terminó con el "no romance" que tuvieron, él simplemente le restó importancia, pues era una carga que le habían quitado de encima, tal vez lo único que extrañaría eran las relaciones sexuales, ni eso, ya que los gemidos de la más baja cuando lo hacían, se le estaban volviendo molestos.

Estaba en segundo de secundaria y se había unido al club de natación, cuando conoció a un adolescente más alto que él, de desordenadas hebras rosáceas y juguetones ojos morados. Su nombre era Shigino Kisumi, se sentaba a su lado y solía hablarle a pesar de que siempre lo ignoraba, pero gracias a su gran insistencia, lograron ser amigos, aunque era una especie de amistad unilateral, ya que encontraba la personalidad de Kisumi algo molesta y no le gustaba que fuera de los que usaba su lenguaje corporal para expresar el "cariño". Éste sabía sobre su gusto por el sexo, pues en ese ámbito eran parecidos, ambos habían tenido varios noviazgos que fracasaban a los pocos meses debido a que sólo les gustaba tener sexo, pero Kisumi tenía algo que él no, y eso era, el arte de la seducción. El chico al que le encantaba jugar basketball, se había aburrido de tener que someterse a una relación sólo para poder acostarse con la persona del momento, así que aprendió a usar su encanto y belleza, para tener conquistas de una noche. El secreto estaba en la asertividad y en el uso adecuado de las palabras, sacándole provecho a esto, logró más de dos conquistas en una noche y también en un día; al principio sólo lo hacía con mujeres, pero al cansarse de ellas y queriendo probar algo nuevo, lo intentó con otros hombres, y el resultado le había encantado, así que decidió no sólo tener relaciones sexuales con chicas, sino que también con chicos, después de todo, la diversidad era algo divertido para él.

Fue una vez, en que el más alto lo llevó a un bar, mintiendo sobre sus edades ya que tenían dieciséis, dónde le enseñó las ventajas de ser apuesto. La primera vez estaba un poco ansioso, una hermosa y despampanante chica estaba frente a él, y no sabía qué decirle para que cayera bajo sus encantos, Kisumi tuvo que ayudarlo a la hora de iniciar la conversación, fue así varias veces, hasta que finalmente encontró la soltura que necesitaba. Ya no tenía que estar en compañía del adolescente de orbes moradas para conquistar a la mujer que quisiera, con unas cuantas palabras y una que otra sutil caricia, éstas caían a sus pies. El sexo era increíble, podía acostarse con cualquier chica sin sentirse comprometido a un asqueroso romance, cada vez aprendía más sobre las relaciones sexuales y poco a poco se fue volviendo un experto; ya sabía dónde se encontraba el punto que hacía escapar a la locura a las féminas con las que intimaba, y eso provocaba que su ego creciera. Un día, Kisumi le comentó sobre un chico con quien había pasado la noche, diciéndole lo magnífico que se sintió el placer de estar con un hombre, la curiosidad no tardó en llegar, por lo que también quiso experimentar las satisfacciones que le podían entregar personas del mismo sexo; nuevamente el de hebras rosáceas lo guio e hizo de profesor enseñándole todo lo que sabía sobre cómo seducir a otro chico, no tardó en aprender, pues ya manejaba el tema. La primera vez que tuvo sexo con otro hombre, fue asombroso, definitivamente él no era el pasivo, después de todo no era alguien al que se pudiera dominar; el calor que sintió la primera vez que lo hizo con un chico que tenía su misma edad, fue similar al que había estado sintiendo con cualquier otra mujer, pero tenía algo distinto que no sabía cómo explicar. Y de un momento a otro, se encontró con el hecho que le gustaba más estar con hombres que con mujeres, no era que se estuviera acostando sólo con chicos, pero le daba más preferencia a ellos.

A los dieciocho años ya ni siquiera recordaba los nombres de las personas con las que tenía relaciones sexuales, en una noche podría estar con una dulce chica y a las pocas horas estaría durmiendo con una zorra, con los hombres no era diferente. Al ser reclutado por la universidad de Tokio, se despidió de su ciudad natal Iwatobi y emprendió una nueva vida, no había perdido contacto con Kisumi quien fue aceptado en una universidad en Kyoto, éste siempre lo llamaba contando sus sexys experiencias y también sobre su rutina diaria, y si lo pensaba en profundidad, tal vez Kisumi era el único "amigo" que había tenido en su vida hasta ahora, por lo menos con él no tenía que fingir ser alguien que no era, ya que no podía hablar con todo el mundo sobre sus gustos, y aunque así fuera, tampoco le hablaría a todo el mundo, porque simplemente no le interesaba entablar una conversación con la gente. A pesar de tener esa actitud tan fría, era bastante popular entre sus compañeros de universidad debido a su gran habilidad para la natación, tenía un talento innato, nadaba todos los estilos a la perfección, pero su favorito siempre era el estilo libre. Le gustaba la vida en la universidad, no dejaba de tener responsabilidades, pero estaba haciendo lo que más le gustaba y viviría de ello. El sexo por desgracia para él, era igual que el que tuvo en Iwatobi, se había vuelto monótono y aburrido, no importaba con quien lo hiciera, chico o chica, todo era lo mismo. Había perdido la euforia que alguna vez buscó y encontró. Así que decidió dejar el tema de lado, y centrarse en sus estudios.

Ahora se encontraba en su segundo año de la carrera, una nueva cafetería cerca de su departamento se había instalado a finales del año pasado, como siempre se quedaba horas de más en la bañera, salía tarde y no alcanzaba a prepararse el desayuno, por lo que comenzó a frecuentar la cafetería cada mañana. Así conoció a Matsuoka Rin, pelirrojo, orbes escarlata y unos peculiares dientes de tiburón, era un estudiante que viajó a Australia para ser nadador profesional, estuvo ahí por todo un año, pero por problemas familiares tuvo que regresar a Japón, instalándose en su misma universidad y por ende en el mismo equipo de natación. Trabajaba a tiempo parcial en la cafetería para pagar la renta del departamento que compartía con un amigo de la infancia, siempre lo veía en las mañanas y en las prácticas del equipo, rápidamente se hicieron amigos competitivos, ya que Rin también tenía un talento innato a la hora de nadar y siempre que podía, lo retaba a una competencia. Algo malo que tenía el pelirrojo, es que era un mal perdedor, algo bueno… Pues era un buen amigo a final de cuentas, y también muy abierto sobre los temas que a él le gustaban; Rin también había buscado relaciones con personas sólo para poder acostarse con ellas, aunque a diferencia de él, el chico con dientes de tiburón sólo lo hacía con otros chicos, pues no le atraía el género femenino. En el pasar de los meses, Rin, al igual como lo hizo Kisumi, lo llevó a los lugares donde podía encontrar le euforia que había perdido, pero no importaba cuántos lugares frecuentara o con cuantas personas tuviera relaciones sexuales, la emoción que había sentido hace unos años atrás, ya no la tenía. Rin le había sugerido que probara cosas nuevas, e incluso que intentara un trío, pero se negó a todo, además de que para él, tres era multitud. Más meses pasaron, él estaba abstenido del sexo casi por completo, se acercaba un campeonato, y el equipo rival estaría en él, por lo que se concentró en eso.

Ocurrió en una mañana de septiembre, el otoño se acercaba y Tokio podía llegar a ser muy frío. Entró a la cafetería y con sus brazos se apoyó en la barra, sin mirar a absolutamente nadie, no tenía la más mínima idea de que ese día cambiaría su vida por completo.

—Rin, quiero lo de siempre —Decía mientras tamborileaba los dedos con impaciencia, se había quedado mucho más tiempo de lo debido en la bañera y ahora iba tardísimo. Fijó su mirada en una chica sentada en una de las mesas, estaba sola, concentrada en la lectura de un popular libro de romance adolescente, era linda, por un momento pensó en que podía conseguir algo con ella, pero se arrepintió de inmediato, de seguro pasaría lo mismo que con los demás y terminaría con una gran decepción.

—Uhm, lo siento, pero no soy Rin —La dulce y melodiosa voz que llegó a sus oídos, lo hizo voltear de inmediato. Estaba seguro que por un instante se le había cortado la respiración e incluso se le pasó por su mente que estaba soñando. El chico que tenía frente a él, era lo más precioso que había visto en toda su absurda vida, su belleza era tan desbordante que llegaba a ser una utopía perfecta.

—¿Dón… Dónde está Rin? —Logró articular sintiéndose el ser humano más estúpido del mundo al decir algo cómo eso.

—Llegará más tarde, pero puedo decirle a otra persona que te atienda si quieres —Decir que estaba embobado era poco, jamás de los jamases, había visto unos ojos verdes tan hermosos como los de aquel muchacho, eran como dos brillantes esmeraldas que ni siquiera un monarca con todo su poder, podría tener; éstos estaban detrás de un par de lentes con marcos negros, accesorio que lo hacía ver más lindo de lo que ya era, su cabello era de color oliva y estaba algo desordenado; unos inmensos deseos de poder tocar esas sedosas hebras lo invadieron de repente.

—No, está bien —Carraspeó bajando la mirada para no demostrar su estúpido embelesamiento.

—De acuerdo —Sonrió captando su mirada, tuvo que ahogar un suspiro, porque… Dios, esa sonrisa sólo podía ser comparada con el más puro y hermoso de los arcángeles— Soy nuevo… Así que, ¿Qué es lo que pides siempre?

—Un Expresso y un Muffin de arándano —La voz del precioso adolescente se escuchaba algo nerviosa, provocando que sintiera algo de ternura, cosa que sólo demostraba que aquel hermoso ángel era un milagro, ya que él nunca había sentido ternura por nadie. Ahora esperaba paciente su desayuno, podía estar todo el día mirando a aquel adolescente, estaba seguro de que no se cansaría.

—Aquí tienes —Después de unos minutos, el lindo niño de orbes esmeraldas le entregó el café y el Muffin.

—Gracias… —Le regaló una pequeña sonrisa, rozando "accidentalmente" sus dedos al recibir su desayuno— ¿Cuál es tu nombre?

—Me llamo Tachibana Makoto, mucho gusto —Realmente no podía creerlo, hasta su nombre era hermoso.

Algo dentro de él comenzó a calentarse, tal vez ese chico era la euforia y emoción que había perdido. Sólo le tomó unos segundos para decidir, había llegado la hora de volver a sus juegos de seducción, definitivamente… Haría que Makoto cayera en ellos, y así… En poco tiempo, lo tendría en su cama.


Qué les pareció? Espero les haya gustado el primer capitulo! hace mucho tiempo que quería escribir esto slkgnjs

Mis amores! me hice un twitter jkdhndjkh (asquerosa publicidad) me lo hice para pedir canciones de mi banda favorita a un programa de radio, cuando le pido a mis amigas que lo hagan nunca las toman en cuenta así decidí hacerlo sho, sgnskg bueno la cosa es que si quieren seguirme, me llamo Aiiri! y mi nombre de usuario es Aiiri_ sjhlkjhsh soy original, lo sé, lo sé. Obviamente los seguiré devuelta. n.n

Bien dejo de lado el spam, espero actualizar la próxima semana, pero no me esperen.

Hasta entonces, se despide su servidora.

Airi.

¡Muchos kissus llenos de amor virtual!