Fairy Tail y sus personajes no me pertenecen.

N/A: Este capítulo tiene temas muy sensibles, utilicé varias fuentes para informarme acerca del tema que vamos a tratar acá e hice lo que pude –no mucho- ah para que el vocabulario sea entendible, y que puedan comprender, porque más allá de que esto es ficción, un capítulo más de un fic X, trato temas serios como lo es el VIH. Así que pido respeto y disculpas desde el fondo de mi corazón si hay algo que estoy explicando mal o diciendo mal y ofendí a alguien con ello, no es mi intención. Muchas gracias por leer!

*Nunca hice esto pero recomiendo que escuchen " Sign of the time" mientras leen a partir de donde yo ponga **** . Si ustedes lo desean, claro. (Se me hace la canción perfecta para esta pareja en el fic.)


Rosa Positivo IV

(Natsu Dragneel)


"Oh, no ha terminado hasta que esté todo dicho

No ha terminado hasta que sea tu último aliento

Así que ¿Qué quieres que digan cuando ya no estés?

¿Qué te has rendido o que continuaste?"


— ¿Entonces cómo estas reaccionando al tratamiento?

—Los médicos dicen que bien, ya sabes, no puedo confiarme. Se toman muchas precauciones. —Se encogió de hombros. Lucy llegó en ese momento con una bandeja en las manos, traía tres vasos de refrescos, cuando se sentó a su lado le dio un sonoro beso en la mejilla y le sonrió rodeándolo con uno de sus brazos.

—Tiene que hacer caso, tengo que andarle atrás, como a los niños, ¿a ti te parece? Ya estoy grande para estas cosas.

—Conejita, tu sabias que Natsu era un niño cuando decidiste ser su novia. —Gajeel rió.

—Eso es cierto, Lucy, tú sabias. —Agregó. — De todas formas no puedo quejarme, tengo una muy buena enfermera. —Su mano se apoyó sobre la pierna de su chica, sus miradas cruzándose por un segundo, atrás habían quedado los rastros del duelo de haber perdido a su padre, había pasado algún tiempo desde ese entonces, si bien el dolor estaba presente, se aprendía a vivir con ello.

—Te ha cagado los estudios esto del tratamiento. —Gajeel dijo. —¿Vas a retomar o qué?

— No es mi prioridad ahora. Gray también ha dejado la mierda de Universidad, es aburrido sin él, —sonrió— y he conseguido un puesto de trabajo que por el momento me sirve.

—No deberías dejar de estudiar. —Acotó Lucy. Sabían que diría algo como eso.

—Porque es tu futuro el que está en juego. —Dijeron ambos a la vez. Natsu rió, ella no.

—Ustedes son un desastre juntos, ¿cómo hacen? —Bromeó Gajeel, cruzándose de brazos observando a la pareja con una leve sonrisa, ojos estrechos pero divertidos.

—Es por eso que funcionamos. —Respondió Lucy, sincera, directa, llena de amor.

Gajeel se fue horas después, cuando la tarde se escondió y la noche se hizo fría y oscura, no quería decir en voz alta que estaba cansado, tenía los músculos de la espalda tensos y la cabeza no le dejaba de trabajar un segundo. No quería agobiar a Lucy con asuntos del trabajo, ni del tratamiento, quería verla como cada noche, ella entraba a la habitación, con su pelo atado en una coleta, sus mechones dorados como el oro caían peinados, sus shorts cortos de color rosa pastel hacían lucir la piel de sus piernas aún más pálida, su remera de tirantes que cubría poco más abajo de sus pechos dejando a la vista el ombligo y caderas. Sentía que se volvía a enamorar cada vez que la veía así, cada vez que ella lo abrazaba cada noche y le decía que era lo mejor que podría haberle pasado en la vida.

—Vaya que has tenido una vida mala si yo soy lo mejor. —Bromeó Natsu. Ella rodó los ojos y mordió su brazo en protesta. Su brazo era lo que estaba más cerca de la boca. — ¡Auch! —Se quejó. — ¿Qué demonios pequeña caníbal?

—Cree en mí. —Dijo ella, con ojos marrones brillosos.

—Creo en ti. —Respondió, la mano grande en su mejilla, delineando con caricias el contorno de su rostro. —Cada maldito segundo que sigo respirando.

Ella se inclinó hacia su rostro, sintió el toque suave de sus labios sobre los suyos y el modo tímido que comenzó aquel beso, como si fuera uno de los primeros que compartían, pero con Lucy siempre era así, siempre era como una primera vez.

. . .

Cuando despertó en la mañana y no sintió el cálido cuerpo a su lado rodó en las mantas disfrutando de la soledad de la cama, el placer de poder estirarse sin que Lucy se quejara de que la estaba pateando o peor, lo terminara golpeando, aquello que terminaba siempre en una pelea de cosquillas. Segundos después sintió el colchón hundirse en su lugar de la cama, sabía que era ella, así que entreabrió los ojos para verla, se veía un poco pálida, se apoyó en sus codos para incorporarse. Preocupado.

— ¿Estas bien? —Preguntó.

—Sí, me desperté sintiendo un poco de nauseas.

— ¿Nauseas? ¿Quieres qué te preparé algo? —Las manos de Natsu ya sobre sus hombros, ella negó con la cabeza.

—Quiero dormir un poco más.

—¿Tú crees…—No pudo terminar la oración.

—No, no. —Ella se apresuró a decir. —Algo que comí, seguramente.

—Tienes razón, bebé. —Ella se acomodó entre sus brazos, él besó su frente. —¿Segura que no quieres nada?

Lucy volvió a negar. Los fuertes brazos de Natsu le dieron la bienvenida, él acaricio su espalda y parte de sus brazos, la calidez de estar en los brazos de quien amaba, de quien la cuidaba, Lucy cerró los ojos y fingió quedar dormida, solo los volvió a abrir cuando sintió la respiración de su novio tranquila y pausada.

Una de sus manos bajó hasta dar con su vientre, allí la apoyó y sus labios se curvaron levemente hacia arriba. La ilusión y las esperanzas haciéndose presentes, creciendo en su pecho.

Sabía que llenarse de ilusiones no era la correcto en este caso, los médicos le advirtieron que para que el tratamiento funcione la primera vez debía tratarse de un milagro. Un gran milagro. Pero tal vez ellos eran el milagro. Sin embargo no quería mencionárselo a Natsu sin estar segura, ella no se perdonaría verlo todo feliz, con esa sonrisa suya que la enamorada, con su risa de niño y luego, sin más, tener que decirle que había sido todo un error de su parte. Llevaba apenas unos días de atraso en su regla, y no paso por alto lo descompuesta que despertó, ni tampoco lo mal que le cayó la comida ayer por el mediodía. Y los múltiples síntomas que se venían sumando.

Eran varios, ella no podía negar eso, nadie podía culparla por sentirse ilusionada. De simplemente añorar tener un hijo en su vientre del hombre que amaba. Ambos lo habían hablado, ambos creían que era el momento indicado, que por más dificultades que podrían llegar a atravesar un bebé iba a ser motivo de felicidad, de motivación para los dos. Entre esos pensamientos ella cayó en un profundo sueño que le permitió descansar.

Fue recién al día siguiente cuando Lucy se animó a llamar a una amiga de la Universidad para comentarle acerca de sus dudas, su mano temblaba y no sabían si eran nervios o ansiedad, o ambas. Natsu trabajaba así que no había modo de que él escuchara algo, todavía no estando convencida de hablarlo con él. La idea de que le dijeran que los síntomas tan solo estaban en su cabeza la asustaba demasiado.

—Oh yo tuve síntomas parecidos cuando quedé embarazada de mi niña. —Le dijeron en tono alegre al otro lado de la línea.

— ¿En serio? ¿Tú crees que yo podría?

—Deberías ir al médico, que te hagan un análisis, te diría que un test de embarazo serviría pero no creo… Ya sabes si es reciente puede que falle, el doctor es tu mejor opción.

—Tal vez, no quiero que Natsu se enteré. No ahora, ya sabes…

— ¿Por qué? Pensé que era algo que los dos buscaban.

—Si, si. —Lucy suspiró. —Lo buscamos, pero ilusionarlo… Si luego yo, sentiría que le estoy fallando. No podría…

—Lucy…

—Lo sé, sé que me dirás y créeme he pensado demasiado. Estoy tan segura de estar embarazada que me tiemblan las manos y me dan ganas de llorar de alegría pensando que… Un bebé de Natsu, ¿entiendes? Un bebé de Natsu y mío, jamás pensé que podríamos formar una familia de esta forma.

—Me haría muy feliz por ustedes, Lu.

Y ella sabía, sabía la cantidad de personas que se pondrían felices por ellos porque a pesar de todas las malas pasadas que tuvieron en la vida, la misma, se había encargado de rodearlos de gente buena, de gente hermosa, de amigos tan geniales… Y leales, oh por dios, que Lucy podía imaginar la cara de Erza o la risa tonta de Gray, ¡si ellos adoraban a los niños! Y podía verlos peleando con Gajeel por el nombre y tal vez a Juvia tejiendo escarpines.

***(Recomendación musical: Sign of the time para leer a partir de acá.)

Dos días después, cuando tuvo cita con su médico personal y Dragneel había aceptado esperar afuera del consultorio fue cuando ella le comentó al doctor acerca de sus recientes síntomas no comunes. Con voz temblando al igual que sus manos intentando explicar los mareos, los vómitos en las mañana. Su médico asentía con pequeños movimientos de cabeza prestando atención a cada una de sus palabras cuando termino le pidió amablemente se recostara en la camilla.

Ella se recostó cuando le hicieron la ecografía.

—Señorita debería tener en cuenta, como se lo hemos dicho antes, que en el primer intento del tratamiento un embarazo exitoso es muy difícil, podría decirse que nadie lo logra.

—Pero las náuseas, la comida, he estado sensible en tantos aspectos y la regla no me ha bajado…

El médico detuvo la ecografía para verla. Analizando, buscando...

—Pueden ser simplemente consecuencias del tratamiento. De hecho… Como puede ver, aquí…—Dijo señalando una zona en la pantalla. — Esta su útero, y no, no hay bebé.

— ¿Seguro?

—Sí. No hay bebé. —Repitió.

Lucy se sentó de golpe, sus ojos llenándose de lágrimas que no permitió que salieran, brillosos. El médico hizo una mueca.

—No debe decepcionarse, se lo hemos mencionado, nadie lo logra en el primer intento. Su marido y usted pueden seguir intentando…

—Yo pensé… Estaba tan segura. —Su voz cortándose. Una mano cubriendo su boca para ahogar un sollozo.

—¿Quiere qué haga pasar al señor Dragneel? Puede darle un momento a solas.

—¡No! Por favor no, no le diga nada a él.

El médico rápidamente entendió la situación e hizo una mueca que Lucy interpretó como lastima. Ella odiaba tanto ese tipo de miradas.

—Tal vez debería calmarse, ¿quiere un vaso de agua? Si usted lo desea podemos chequear la semana que viene los resultados de los análisis que le hicieron a su marido y a usted, para tratar de ver que indicio podemos destacar para que el tratamiento sea un éxito. —El médico explicó. —Lo cierto es que, como ya dije, el primer intento siempre falla, tal vez el segundo vaya mucho mejor. No se desanime, piense que esto es una prueba, que es un paso más del tratamiento, ni usted, ni su marido están fallando. Van muy bien. La dejaré un minuto a solas para que se calme y aprovecharé para comentarle a Dragneel acerca de los pasos y cuidados que deben tener para la próxima semana, siéntase libre de tomar los que necesite… —Dijo tendiéndole la caja de pañuelos.

Lucy agradeció con voz muda, cuando el médico cerró la puerta ella quedó mirando un punto fijo allí, incapaz de procesar algo más. Se relamió los labios cuando los sintió secos y llevó una mano a su plano vientre , sus dedos dando pequeñas caricias. —Esta-estaba tan segura…—Su voz se quebró, al igual que su alma y el sollozó que le permitió romper en llanto salió de lo más profundo. Se sentía tan tonta acariciando un vientre que no tenía bebé. No tenía. La puerta se abrió, sus ojos abriéndose a más no poder, la mirada jade clavándose en ella, cejas juntas preocupadas, pudo notar la nuez de Adán de Natsu subir y bajar en un movimiento lento. Sus lágrimas cayendo sobre sus mejillas, sin poder detenerse.

—Luce…

La voz de Natsu.
Natsu. Natsu. Natsu.

—Perdón… ¡Perdón, perdón, perdón! —Dijo ella, abrazándose ella misma a la altura del vientre, inclinándose levemente hacia adelante. Había fallado, aunque Natsu no supo desde un principio era igual de doloroso. Sintió las manos de su novio secar sus lágrimas y las mismas manos obligando que se acercara a él, su rostro encontró el pecho de Natsu donde si dejó caer unas cuantas lágrimas más.

—Todo esta bien, amor. Respira, todo esta bien. No tienes que pedirme perdón de nada, ¿entiendes? Es un trabajo en equipo, tuyo y mío, somos un equipo, ¿verdad? —Él dijo, su tono cariñoso y amoroso, ese con el que solamente le hablaba a Lucy. —No llores, por favor.

El médico carraspeó cerrando la puerta y se dirigió a su escritorio con una carpeta en la mano. —¿Quieren algo? ¿Un vaso de agua, un té, Lucy?

Ella negó con la cabeza. El médico comprendió.

—Bien… —Continuó el médico. —Traje su carpeta para chequear la última técnica de fertilización que intentaron, seguramente a ustedes ya les explicaron de que va el tratamiento pero vamos a repasarlo porque quiero que se quiten todas y cada unas de sus dudas…

—Me parece bien. —Respondió Natsu, buscando la mano de su novia, entrelazando sus dedos al notar que todavía temblaba.

—El método utilizado en ustedes se llama lavado de semen lo que da la posibilidad de que un hombre portador de vih-sida y una mujer no portadora la posibilidad de tener hijos sanos. El método consiste en aislar los espermatozoides del virus del HIV para luego implantarlos en el útero de la mujer por medio de diferentes técnicas de fertilización asistida. En laboratorio se toma una muestra de semen y se separan sus componentes: plasma seminal, leucocitos, espermatozoides, hasta obtener su porción más pesada: los espermatozoides. Vale aclarar…—Dijo el especialista. — Que para realizar este proceso usted, Dragnnel, debe estar en óptimas condiciones de salud tanto clínica, inmunológica y virológica con el objetivo de poder cuidar de su hijo.

—Me preocupa el hecho de mis recaídas… Actualmente hace mucho no me afectan, sin embargo, sabemos que un invierno pesado o un golpe de frío pueden dejarme en la cama. —Atrapó su labio inferior entre sus dientes, nervioso, la mano de Lucy apretando la suya con más fuerza.

—Hoy se estima que los pacientes pueden vivir veinte años luego de ser diagnosticados. ¿Por qué negarles la posibilidad de tener hijos? Todo depende de usted, de sus cuidados, de mantener sus tratamientos por el bien de salud, para poder estar mucho más tiempo con su familia. —Carraspeó. —En fin, una vez el tratamiento haga efecto y la señorita Lucy quede embarazada, el embarazo sería como cualquier embarazo normal, con los cuidados que uno lleva, claro. Ojalá muy pronto puedan decirle de laboratorio que están embarazados. El miedo es algo común y es algo que todas las parejas enfrentan cuando llegan a este consultorio pero mi consejo como profesional y como persona después de ver a tantos de mis pacientes peleando por lo mismo es que dejen el miedo guardado por estas semanas, que el miedo no exista. Nosotros vimos a veces frustramos nuestros propios objetivos.

Lucy ya lucía calmada apoyada contra el pecho de Natsu escuchando atentamente, Natsu la miraba, como quien mira lo más preciado del mundo. Fue Lucy la primera en salir del consultorio, seguida por su novio quién la tomó de la cintura hasta subir al coche. Ambos se sentaron en silencio, mirando al frente, los nervios colándose por los dedos de Dragneel obligándolo a moverlos sobre el volante.

—No sé si quieres hablar sobre esto, ¿si? Pero te amo. Y nada va a cambiar eso.

Lucy cerró los ojos con fuerza.

—Y vas a ser la madre de mis hijos, tal vez no estemos embarazados ahora, ¿sabes? Y no es un problema, por que yo ya amo a nuestra niña, aunque no exista, la amo antes de que ella ni siquiera estuviera en nuestros planes, porque cuando te vi por primera vez supe que ibas a ser la madre de mis hijos.

— ¿Cómo sabes qué será niña? —Preguntó Lucy, una suave risita traicionándola, lágrimas que no sabía que estaban cayendo.

—¿Instinto paterno? ¿Por qué? ¿Quieres qué sea niño? No me molestaría un niño pero ya sabes, las nenas son del padre.

—¿Q-qué? ¿Qué estas diciendo Natsu? —Su risa un poco más fuerte.

—Que vamos a formar una hermosa familia en algún momento, con niños, niñas, perros, tal vez un gato… Y tu vientre crecerá y serás todavía más hermosa porque estarás esperando un bebé mío y yo seré el hombre más feliz de este mundo gracias a ti.

Cuando al auto arrancó la mirada chocolate acabó en la ventanilla mirando hacia afuera, por cosas de la vida acabando siempre sobre bebés, mujeres embarazadas, pequeñas familias, todos ellos luciendo tan felices y Lucy envidiando aquella felicidad en silencio. Pero no era una envidia mala, ella no se consideraba mala persona ni deseaba el mal al resto, solo que se imaginaba ese regreso a casa de otra manera, tal vez la mano de Natsu sobre su vientre, o él llorando de felicidad junto a ella, sabía que su novio jamás le diría algo malo, algo que la hiciera sentir mala mujer y lo peor es que la única que se juzgaba en la relación era ella, Natsu la tenía como si fuera un ángel incapaz de cometer errores. No decía que se merecía que él le dijera algo, o tuvieran una discusión que terminara en pelea pero al sentirse tan mal con ella misma sus emociones estaban confusas.

Observó las luces apagadas de su casa cuando llegaron, la brisa del invierno robándole un escalofrío y helando sus dedos, secando los restos de lágrimas sobre sus mejillas todavía húmedas. Natsu buscaba la llave en su abrigo con demasiada prisa, tal vez por el frío, cuando ella se acercó desde atrás y tocó el bolsillo trasero de su pantalón.

—¡Ahí están! —Dijo tomando las llaves, abriendo la puerta de una vez. Ella entrando con pasos lentos, dejando caer su cartera y abrigo sobre la primera silla que cruzó su camino. —¿Estas bien, amor? ¿Necesitas algo?

—Estoy cansada. —Respondió Lucy. —Iré a dormir.

Y no es como si Natsu se sintiera capaz de hacer mucho después de esa respuesta, comprendió y entendió que Lucy necesitaba su tiempo, su espacio. La acompañó a la cama donde la arropó dándole un beso en la sien, ella sonriendo ante el tacto.

—Te amo…—Dijo él.

—Lo sé. —Respondió ella.

Sus pasos volvieron atrás, se dejó caer en el sillón frente a la televisión, su mano buscando el control para cambiar de canal, una propaganda de pañales en la pantalla chica y una risa de bebé que le apretó el pecho. Él también estaba ilusionado, aún sin saber del todo, las sospechas, las dudas, las esperanzas que creía muertas renovándose, ¿quién podía culparlo? Él también se quebró un poquito.

Sus manos cambiaron de dirección sacando el móvil de su bolsillo, abriendo los mensajes buscó una conversación ya guardada.

"Para: Gray F.

Realmente estás haciendo falta."

Para su sorpresa la respuesta llegando en menos de cinco minutos.

"Gray F. nuevo mensaje:

Mañana salgó para allá."

.

.

.

Continuará.

Graaaaaaaaaaaaaaacias por los hermosos reviews de bienvenida! Los adoro muchísimo. Y espero les guste el capítulo. Besos!

Sugar.!