Introducción de la autora.


Gustavo Adolfo Bécquer fue un poeta y narrador español de la etapa final del romanticismo. Es curioso enterarse que a pesar de que ahora es conocido por sus rimas y leyendas, en vida careció de fama o éxito. No fue hasta su lecho de muerte – en donde le pidió a su mejor amigo que intentara publicar sus versos con la intención de mantener a su familia cuando él muriera – donde sus obras toman realce. Caracterizado por no tener gran suerte en sus múltiples romances, se casó una sola vez con una mujer que, se estimula, le fue infiel e incluso es probable que su tercer hijo fuera producto de sus infidelidades y no de su matrimonio. Apasionado al arte escrito y visual, se encuentra entre mis poetas predilectos.

Desde muy pequeña he leído sus rimas con la esperanza de que algún día un caballero europeo me recite una de éstas. Lo conocí, o mejor dicho, conocí su seudónimo —adoptado por él y toda su familia— en la película "Más negro que la noche", la primera versión, claro. El gato "protagonista" de la película recibe ese nombre y como me pareció algo muy peculiar en un gato, le pregunté a mi madre quién era Bécquer, a lo que simplemente respondió que era un poeta. Desde que lo busqué en internet y leí la cuarta rima, me obsesioné por su vida y sus escritos. Conforme fui madurando, leí más y más poesía, sin permitir que ningún poeta ocupara ese lugar especial que Bécquer tiene en mi corazón por ser el primero y el que me dirigió al fantástico mundo que es la poesía. Y aunque ahora lea a varios poetas y me desmaye con los versos de otros, sé que nadie superará el amor que le tengo a este español.

Sus rimas siempre me llevaron a otras historias, pero no fue hasta que leí de nuevo el manga de Candy-Candy cuando me di cuenta de cómo suspiraba al querer poner en los labios de Terry varias rimas de mi adorado Bécquer. Me hundí de nuevo en las rimas y comprendí que no sólo Terry encajaba a la perfección, sino que cualquier personaje del manga tenía un lugar en esas palabras. Ahí nació la idea de este escrito. El título era obvio, al ser mi rima favorita por ser la primera, "Habrá poesía" era el indiscutible. Aunque también tengo que aceptar que la radio matutina de mi madre influyó en la formación de la historia. La banda Sin Bandera fue causa de muchas de mis lágrimas en mi primer y único amor, así que una de sus canciones que siempre consigue robarme un suspiro, me dio a entender que quizá Terry pudo sentirse así al tener de frente a Candy después de tantos años y, como respuesta, la única canción que conozco de una tal Conchita llegó a mi mente. "Y nos volvemos a encontrar y me preguntas qué tal me va… y te cuento que ya acabé la facultad, me puse a trabajar y me volví a enamorar… Quisiera ser capáz, mirarte y no temblar, decirte que nadie me volvió a besar. No te logré olvidar, ni lo intenté quizá." Esas frases siempre me volvían loca, quería ver la historia detrás de la canción. Por eso decidí realizarla yo misma, al demonio la compositora, yo quería mi propia versión de la historia. Ésa fue la segunda parte de la inspiración de mi novela número dos de Candy-Candy.

Como último punto, me encontré leyendo innumerables fics de Naruto — a pesar de que no he leído el manga completo, lo terminé, sí, pero no leí el principio —. Una de esas historias, que no mencionaré, me sorprendió al demostrarme que hay personas que sí cambian, que no sólo los buenos se vuelven todavía más buenos, sino que los malos se volvían más malos, o incluso, lo más disparatado, que los más malos sí tenían corazón y razones para ser malos. Santo cielo, qué sorpresa me llevé al darme cuenta que hasta la malvada Elisa y el cobarde Neil también pueden sufrir y llorar de verdad. Por eso quise incluir a estos dos pelirrojos en la trama, sin dejar a un lado a mis protagonistas preferidos, obviamente.

Así fue como creé esta novela. Es producto principal de Gustavo Adolfo Bécquer, Sin Bandera, Conchita, Elade-Chan —escritora del fic de Naruto que me impactó— y, claro, los personajes de Candy-Candy.

Andreea Maca.