Después de unos 3 años, y después de leer un cómic de Sneefee de pura casualidad, me he interesado en las Tortugas Ninjas. Es por eso que escribo este pequeño capítulo y espero actualizarlo para el fin de semana mientras se me ocurren nuevas ideas.

Este Fic contiene: Tcest Donatello x ?... aún no me decido quién será el dueño del corazón de Don... lo iré descubriendo en el camino.

Este cap aún no tiene Tcest y es apto para todo público, aunque si el tema no le interesa pues hay muchos fics que podría leer. Así que media vuelta.

Hasta aquél lugar que te prometí

Después de una sesión de entrenamiento por parte del maestro Splinter, Donatello se encaminó hacía su laboratorio, cerró la puerta detrás de él con llave y prendió la radio que tenía sobre la mesa de noche, junto a su cama. Le dio al botón de 'play' y se recostó en ella, cerró los ojos esperando a que comenzara la lista de reproducción que él mismo había creado con su computador.

Nunca le había prestado atención a la música, pero desde que comenzó a sentirse un poco... '¿cuál es la palabra?¿Nostálgico?¿Solitario?' pensó para si mismo la tortuga color púrpura. No es que no agradezca la compañía de los demás, pero tampoco son el tipo de compañía que alguien necesita para llenar el vacío que siente el corazón.

En el instante en qué te he vuelto a ver, el corazón se me ilumina por ti

Mi amor me ahoga, me causa pena, cierro los ojos y siento la soledad..

Esa era su frase favorita, porque explicaba completamente como se sentía. Se volteó sobre la cama quedando de lado, mirando fijamente hacía la puerta del laboratorio. Se preocupaba de tener el volumen lo suficientemente bajo para que ninguno de sus hermanos lo escuchase, sino sería el motivo de burlas de sus hermanos por quien sabe cuanto tiempo.

Ahora estoy sola, sola yo y mi corazón

Tanta angustia y dolor que yo por dentro siento

sólo navegan por mis sueños de amor...

El sonido de unos pasos por fuera de la puerta hizo que se pusiera en alerta. Acercó su mano al volumen y rápidamente comenzó a bajar la radio esperando que se vaya, pero fue en vano, era Mikey quien comenzó a llamar a la puerta. Trató de ignorarlo, pero un sentimiento de remordimiento lo invadió. Se levantó de la cama y se dirigió a abrir la puerta.

Del otro lado un sonriente Mikey lo esperaba con una bandeja con una taza de café bien negro y unas tostadas con mantequilla, justo como a él le gustaban.

- Pensé que tal vez, tendrías ganas de una merienda de media tarde – Sonrió el más pequeño de los hermanos al tiempo que acercaba la bandeja a Donatello.

Donatello no pudo evitar devolver la sonrisa, y es que Mikey sabía cómo animar a alguien por más abatido que se encuentre. Entró un momento, apagó el reproductor y salió camino a la cocina acompañado de su hermano, llevando la bandeja con ambas manos.

En la cocina se encontraba Leonardo, sentado en la mesa con una taza de buen té verde. Donatello sonrió al verlo, imaginaba que Mikey también le había preparado una merienda al líder del equipo. También notó que había un plato de cereal servido, pero Raph no estaba cerca.

- ¿Y dónde está Raph? – dijo Donatello

- No quiso venir, se ha quedado haciendo ejercicios en su cuarto – respondió Leonardo–. Pero no te preocupes por él, acompáñanos...

Y eso fue lo que hizo, no quiso preguntar más. Además, el café se estaba enfriando al igual que las tostadas con mantequilla. Mikey se sentó frente a él con un pedazo de torta que él mismo había hecho el día anterior, era de chocolate con guinda, una de las favoritas del menor.

Donatello cerró los ojos mientras sus dos hermanos conversaban, de algún modo pudo apartar sus pensamientos de la realidad y comenzó a recordar las canciones que ahora tanto le gustaban.

¿No es el momento acaso de probar el vino de esos labios orgullosos?

Un hombre y una mujer, tu y yo bajo la luz de la luna, siempre estaremos juntos...

Hubiese seguido recordando sus canciones, pero la voz de Leonardo hizo que volviera a la realidad.

- ¿Don? – dijo Leonardo mientras lo miraba fijamente, esperando una respuesta

- Ah... ehm... Lo siento – Se disculpó –. Saben, mejor me iré al laboratorio... gracias por la comida.

La tortuga púrpura se levantó y con paso lento se dirigió nuevamente a su habitación. Leo y Mikey se miraron intrigados por un instante, y este último se fijó en que Don no había terminado su café y ni siquiera había probado las tostadas. Hizo una mueca de decepción, pues pensó que su buen gesto sería bien recibido.

- ¿Qué le pasará a Donnie? – preguntó Mikey – Se veía triste y no se terminó la merienda.

- No lo sé – respondió Leonardo mirando hacia la puerta de la cocina, por donde Don habría salido momentos antes –. Quizás debamos dejarlo solo un momento

- O tal vez... -inquirió el menor con una sonrisa–. Tú podrías ir a averiguar qué es lo que le ocurre.

La idea no lo convenció mucho, pero debía admitir que también tenía curiosidad por saber qué le ocurría a Donatello. Tomó el plato con las tostadas y fue tras Don, pero en el camino fue receptado por Raphael. Éste tomó las tostadas del plato se las comió de un solo bocado.

- ¡Hey! - reclamó Leonardo -. ¿Qué diablos estabas pensando?

- ¿Cómo, es que no eran para mí? - Dijo Raph con voz burlona, pero no se detuvo ahí-. a veces eres tan desconsiderado, Leo.

Leo estaba realmente enfadado con Raph, con lo que se pusieron a pelear muy cerca del laboratorio de Don, aunque este no les prestó atención a pesar de escuchar el escandalo que había fuera. Su mente se encontraba nuevamente atrapada por aquellas canciones que lo hacían sentirse, de algún modo, acompañado. O quizás distraía su mente y no pensaba en que se sentía solo.

Pero la vida aún continúa

No puedo acostumbrarme a, vivir sin, vivir sin,

vivir sin ti a mi lado

No quiero vivir solo...

El sonido de la bandeja cayendo al suelo y del plato romperse en pedazos hizo que finalmente perdiera la paciencia con ellos dos. Detuvo el reproductor y abrió la puerta de golpe. Leonardo y Raphael estaban tirados en el suelo peleando como un par de niños disputando su juguete favorito.

- ¡¿Qué no pueden dejar de pelear aunque sea un maldito día?! - Las dos tortugas que se peleaban hace unos instantes guardaron silencio, mirándose el uno al otro con una mirada que decía 'Todo es tu culpa'

La mirada de Donatello hizo que una corriente recorriera la espalda de Leonardo, desde su cabeza hasta la punta de la cola, y es que nunca había visto a su hermano genio, normalmente tranquilo y calmado, con el temperamento que tenía ahora. Raphael intentó protestar en su defensa, pero apenas intentó articular algo Donatello cerró la puerta de golpe, cerrándola de nuevo por dentro. Ambos hermanos se quedaron mirando por un momento con cierta confusión. Pero ambos pensaban lo mismo: '¿En qué momento la personalidad explosiva de Raphael había pasado a su hermano de banda púrpura?'. Raphael se puso de pie y miró a Leonardo que seguía en el suelo.

- Deberías hablar con él, ¿sabes? -dijo Raph mientras caminaba en dirección a la cocina.

- ¿Yo? -exclamó Leo en defensa -. Todo esto ha sido culpa tuya, en primer lugar.

- ¿Qué? ¿Quieres pelear de nuevo? - Gruñó colocando sus manos junto a sus Sais en posición de defensa. Pero Leonardo no reaccionó y se limitó a recoger el desorden que había en el suelo -. Hmm, así no es divertido... Adiós.

Raphael entró a la cocina y se perdió de la vista de Leonardo. Mikey se asomó por la puerta de la cocina cuando Raph entró y se dirigió hasta donde se encontraba Leonardo, se colocó a su lado y tomó la bandeja con los fragmentos del plato que se rompió.

- Anda, ve con Donatello - dijo Mikey tomando los fragmentos que Leonardo tenía en sus manos, pero este lo miró sin entender qué debía hacer. Pero lo entendió cuando Mikey le mostró una sonrisa -. Yo me encargo de este, ve.

- Gracias, Mike - Dijo devolviendo la sonrisa.

Se colocó de pie y caminó frente a la puerta del laboratorio. Aún sentía algo de culpa por lo sucedido hace un momento, pero finalmente tomó el valor y golpeó la puerta tres veces. Nada. Esperó un momento más para volver a tocar cuando se escuchó el sonido del cerrojo. Donatello abrió la puerta y se encontró a un cabizbajo Leonardo.

- Leo... -dijo Don algo asombrado, no esperaba que él viniese a verlo después de que salió enfurecido. De hecho, esperaba a Mikey en su lugar.

Leonardo se quedó sin habla por un momento. Miró a los ojos de Donatello y sintió vergüenza de pedir disculpas, sobre todo porque él no era el culpable de todo el embrollo anterior. Siguió en silencio y Donatello ya comenzaba a impacientarse cuando Mikey arrojó un fragmento pequeño de loza directo a la cabeza de Leonardo. Este se volteó rápidamente directo a Mikey, pero este fingió seguir recogiendo los pedazos de plato del suelo tarareando una canción para no reírse ante la escena.

- ¿Leo? - preguntó Don esperando algún tipo de respuesta.

- Eh.. si, verás. Sólo quería disculparme por lo anterior. No quería molestarse - Se disculpó el mayor de los hermanos mirando hacia el suelo, pero Don le levantó la mirada con su mano para que lo mirara de frente. Le estaba sonriendo

- Yo también lo siento, Leo - Se disculpó -. Últimamente he estado un poco más irritable que de costumbre, pero sé que no querías molestarme.

Leo sonrió ante la sinceridad de Donatello, además, siempre le alegraba aquella sonrisa y hasta lo tranquilizaba. Se sintió un tonto ahí parado.

- ¿Puedo pasar? - preguntó

- Ehm.. Sí.. claro, pasa - Donatello se hizo a un lado dejando el paso libre.

Leonardo notó que el reproductor estaba prendido, por la luz amarilla en la pantalla, pero que estaba en pausa. También encontró varios comics sobre el estante, sobre su laptop. Le llamaron la atención porque no son el tipo de comic que suelen leer, estos eran comics japoneses. Jamás había leído uno, prefería comics como los X-men. Se acercó al estante y tomó uno al azar. En la portada se leía 'Clover' y abajo 'Clamp'.

- No sabía que también leías este tipo de cómic, Don - dijo Leo mientras le enseñaba la portada a su hermano. Había una chica sentada con un traje negro... con alas, se veía bien dibujado.

Donatello se sonrojó un poco y se apresuró en quitarle el comic de la mano para guardarlo rápidamente en la repisa. Intentó hablar pero se sentía un poco nervioso.

- Manga... -dijo Don

- Mmh? - Leo no entendió el mensaje

- No se llaman comics -Se explicó-. Se llaman, mangas. Son japoneses.

Leo no pudo evitar soltar una risa, y es que a pesar de conocerlo tantos años... sigue sorprendiéndose con la inocencia del más genio. ¿Quién lo diría? ponerse nervioso de cómo llamar al comic... bueno, manga.

- Ah, ya veo... -Respondió Leo

- ¿Querías hablar conmigo? - Se adelantó Don, tomando por sorpresa al líder.

Es cierto, había entrado a la habitación de Don con el fin de saber qué le ocurría. Tantos años de entrenamiento y perder la concentración tan rápido, pensó Leo para sí mismo... aunque no sabía que sólo le ocurría cuando Donatello se encontraba con él.

- Así es Don -comenzó Leo -. Estamos muy preocupados por ti, últimamente has estado comportándote de forma muy extraña y la verdad, es que me preocupas -Esto último lo hizo con una mueca de preocupación, de sincera preocupación. No sabía por qué, pero cuando Don se encontraba triste, esa tristeza también comenzaba a aflorar en su corazón.

Donatello comenzó a sentirse un poco incómodo con las preguntas, pero más por la presencia de su hermano. Comenzó a sentir un cosquilleo en el estomago, aunque no estaba seguro de por qué.

- Leo... ehm... No, no pasa nada. De verdad. - respondió -. Sólo he estado pensando algunas cosas, nada importante... no te preocupes.

- ¿No debería preocuparme por mi hermano? - inquirió Leo mirando fijamente los ojos cafés de su hermano, que parecían titilar, como si ocultaran algo... algo que quizás lo estaba carcomiendo por dentro-. Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? -preguntó con un tono de voz que indicaba comprensión, que confiara en él.

- Estoy bien, Leo. Pero gracias por preguntar -Don sonrió al final, y sus mejillas se tiñeron levemente de color rojo.

Se quedaron en silencio unos momentos, ambos se sentían de alguna forma... extraños. Era tonto si pensaban que llevaban años practicando juntos en los entrenamientos con el maestro Splinter, meditando, ejercitándose.

Leonardo quiso cortar el incomodo silencio y se acercó hasta el reproductor, se inclinó y presionó el botón de 'Play'. Por los parlantes comenzó a escuchar una canción que nunca había escuchado antes, aunque la verdad era que de todos modos conocía muy pocas canciones. Sólo las que veía en la TV cuando Mikey cambiaba de canal o las que salen en los video juegos que tanto les gustaba jugar.

No escuches ya más, qué pueden saber

Si nos queremos mañana y hoy

Entenderán, lo sé...

Donatello intentó apagar el reproductor, pero Leonardo se interpuso en su camino, tomándole de las manos y forcejeando, hasta que Donatello dejó de intentarlo. El líder claramente tenía más fuerza que él, no podría vencerlo de frente. Finalmente la canción terminó y ninguno dijo ninguna palabra por un momento. El primero en romper con el silencio fue Leonardo.

- Es... muy bonita, Don -dijo Leo -. ¿Por qué querías apagar el reproductor?

Donatello no respondió, se limitó a mirar a sus pies, buscando la respuesta a esa pregunta en el suelo. Leonardo nuevamente se acercó al estante y tomó el mismo comic japonés que había tomado al entrar. Donatello dio un paso adelante pero se detuvo cuando Leo le habló.

- ¿Sabes? me ha llamado la atención los cómi.. mangas -se corrigió- que estás leyendo. Tomaré prestado este y te lo devolveré cuando termine de leerlo.

Donatello quiso decir que no, pero finalmente no dijo nada. ¿Cómo podía decir que no a aquella sonrisa que pertenecía al más atento de los cuatro, el único que lograba hacerlo tranquilizar cuando se sentía mal?. Le devolvió la sonrisa diciéndole: 'Sólo cuídalo, ¿está bien?'.

Leonardo salió de la habitación cerrando la puerta tras él. Había comenzado a caminar hacia el sillón para leer el cómic... 'manga' se corrigió nuevamente, cuando escuchó nuevamente la radio de Donatello sonar. Acercó la oreja suavemente sobre la puerta para que Don no se diera cuenta de su presencia. Era una canción, pero no solamente eso... era Donatello que cantaba con la voz baja, apenas se podía escuchar...

Hay una calma alrededor

comparada con la rapidez del día

cuando el calor del mundo rodante puede ser despachado

y un momento encantador me atraviesa

es suficiente para insaciable guerrero

solamente estar contigo...

¿Puedes sentir el amor esta noche?

Leonardo se apoyó contra la puerta y colocó el comic cerca de su pecho, de algún modo... Donatello sonaba triste al cantar. Una sensación de angustia apareció en su corazón cuando fue distraído por el menor de los hermanos.

- ¡Leo! -expresó un eufórico Mikey. Leo no pudo resistir dar un salto de susto. No se había percatado de la presencia del menor -. ¿Y qué tal? ¿Cómo se encuentra? - Dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

- Creo que está bien, aunque no quiso decirme qué le pasaba.

- Vaya... ¿crees que se anime si lo invito a jugar videojuegos? Ya sabes que se vuelve loco con ese MarioKart. ¡Espera! También podría prepararle algo especial, ya sabes... unos deliciosos Waffles con salsa de frambuesa y helado como a él tanto le gusta.

El menor no paraba de hablar de todas las ideas que tenía para animar a Don... eran tantas que se mareaba sólo de escucharlas.

- Creo que jugar esta bien, pero por ahora mejor lo dejamos solo -Dijo Leo -. Cuando salga a cenar le preguntas, ¿está bien?.

Mikey sonrió de emocionado y rápidamente se dirigió hacia su habitación. Leonardo sonrió ante la inocencia de Mikey, siempre preocupado de animar a todo quien lo necesite. Camino hacia el sillón en la sala de estar y se recostó para comenzar a leer el manga... 'Ahora si lo dije bien' pensó. Detrás de la puerta de la sala estaba Raph, quien estuvo de pie escuchando la conversación sin que lo notaran. Cuando vio que Leonardo se encontraba absorto en su comic, caminó en dirección a la habitación de Don.

Fin Capitulo 1.