Capítulo 14

No fueron de nuevo a su casa hasta poco después del amanecer. Hubiese sido aún más tarde si Gajeel no fuese un Beta tan eficiente y les hubiese dejado una bolsa con una muda de ropa para cada uno, junto con el teléfono móvil de Natsu, a los pies de un árbol a unos pocos metros de donde habían pasado la noche. Si Lucy se esforzaba mucho, casi podía dejar de pensar en los sonidos que el otro dragón debió de escuchar en su parte del bosque. El hombre sabía demasiado sobre su vida sexual.

Había cosas en las que más valía no insistir, así que dejó que Natsu le buscara un conjunto de ropa y llamara a un taxi, y ni siquiera protestó cuando la llevó rápidamente por el sendero a la entrada más cercana del parque. El taxi estaba esperando. La metió dentro, se deslizó después de ella y le dio al taxista la dirección. Entonces la colocó sobre su regazo abrazándola durante todo el camino a casa, donde la llevó escaleras arriba y dentro de la cama. Cuando trató de protestar y murmuró tratando de hablar, la hizo callar y le dijo que ya habría tiempo cuando se despertara.

Se despertó poco después de la una, dolorida, hambrienta y determinada a hablar. Elevándose hasta sentarse, arrugó lo único que cubría la cama-una sábana que no coincidía colocada obviamente en su beneficio, bajo los brazos y miró a su alrededor. Natsu no estaba por ningún lado. Estaba debatiendo si desperdiciar o no su energía en tener una gran rabieta cuando la puerta se abrió y él entró con una bandeja de desayuno, con un aspecto muy humano y decididamente hermoso. Sus ojos se fijaron en ella, y se ruborizó.

—Buenos días, dormilona. —Sonrió, pateando la puerta para que se cerrara y llevó la bandeja a la cama—. ¿Cómo te sientes? —Colocó la bandeja en su regazo y se sentó a su lado. Teniendo cuidado de no desequilibrar su desayuno cuando el colchón se movió bajo su peso.

—Estoy bien. —Se encogió de hombros, cogiendo un trozo de pan tostado con mantequilla y tratando de no ruborizarse todavía más.

—Bien. —Se acercó para meterle un mechón de pelo detrás de la oreja—. Hiciste un trabajo fantástico anoche, pero quería asegurarme que nada de lo que pasó te hizo pasar un mal rato.

Ignorando la punzada de compasión por un hombre que caminaba a ciegas hacia una trampa de su propia creación, Lucy dejó el pan tostado y levantó una ceja.

—¿Mal rato? —Fingió pensar en ello—. ¿Te refieres cuando tu primo mandó a sus matones a perseguirme, e hicieron daño a una de mis nuevas amigas mientras trataban de llegar hasta mí? ¿O estás hablando de cuando Zancrow me agarró y amenazó con matarme por atreverme a ser elegida como tu compañera? Porque, no. Ninguna de esas dos situaciones me ha causado realmente un problema.

Empezó a relajarse, pero debió de mirar más de cerca su cara, porque la tensión inundó de nuevo su cuerpo.

Hombre inteligente, pensó. De vez en cuando.

—Por supuesto, supongo que podrías estar refiriéndote a la parte en donde tuve que esperar y ver como alguien trataba de matarte debido a mí. O cuando le vi cortarte el pecho para que te desangraras. ¿Era eso a lo que te referías?

Sacudió la cabeza y abrió la boca, pero Lucy no había terminado.

—No, ninguna de esas dos me molestó, realmente. Pero gracias por preguntar.

Esbozó una sonrisa incómoda y trato de alcanzarla, pero se apartó para mirarle. Él hizo una mueca.

—Ahora que lo pienso, sin embargo, hubo una parte de la pasada noche que realmente me molestó, y ahora que lo mencionas, no estoy segura de haber tratado con ello todavía.

—Bebé, lo siento —comenzó, sus ojos de un verde oscuro por el pesar—. Sé que te dolió. Debería haber sido más suave. Debería haber esperado a cambiar de nuevo antes si quiera de ponerte una mano encima...

Lucy se sacudió la disculpa con un gesto negligente.

—No estaba hablando sobre el sexo —dijo, con un tono claramente despectivo—. Eso estuvo bien. No, estoy molesta por algo completamente distinto.

Ahora Natsu parecía confundido, que era lo que ella quería.

—No entiendo.

—Oh, te lo diré —dijo, con un tono tan acaramelado que le hizo cambiar de actitud—. Es Sólo una pequeña cosa. Puede que ni siquiera lo recuerdes. ¡Es la parte donde me enteré de que estoy embarazada, imbécil!

Gritó tan fuerte que los cubiertos chocaron juntos, y Natsu dio un respingo como si le hubiera golpeado un huracán. Lucy se figuró que uno de categoría 4 no tendría nada que envidiarle.

—Lucy, yo...

—¿Cuándo planeabas decírmelo? —Exigió, levantándose sobre sus rodillas, colocando una mano en la cadera y la otra sujetando la sabana sobre sus pechos desnudos—. ¿No crees que me hubiera gustado saberlo antes de que lo anunciaras delante de unos puñeteros extraños? ¿Eh? ¿En algún momento se te ocurrió, Señor Grande y Poderoso Alfa?

—No tenía intención...

—¡Vaya, realmente no me importa la intención que tuvieras! —Gritó, lejos de haber terminado—. ¡Esa fue una cosa horrible! Me trataste como una especie de arma secreta, como si todo esto fuese un complot para embarazar a la primera mujer que llegara y así poder restregárselo por la cara a tu primo, y eso es una mierda. ¡Es mi cuerpo, maldita sea! Me merezco ser la primera en saber si hay algo creciendo dentro.

Su ira se disolvió con un sorbo por la nariz, y maldijo a las hormonas que ya estaban trabajando duro para convertirla en una idiota lloriqueante. Entonces maldijo a todo lo que la hacía feliz cuando Natsu envolvió sus traidores masculinos brazos a su alrededor y se acurrucó entre ellos.

—Oh, bebé, lo siento —murmuró, dejando que enterrara la cara en su hombro mientras la llevaba a su regazo y la acunaba como a una niña—. Sé que fue horrible, y me disculpo. Nunca te trataría así, pero mi primo me tenía atrapado. Decirle sobre el bebé fue en lo único en lo que pude pensar para mantenerte a salvo. Tenía la esperanza que si él sabía sobre el cachorro, se daría cuenta que su plan era inútil y que debía darse por vencido.

Lucy resopló.

—Sí, la estrategia funcionó realmente bien.

—Me di cuenta. —La abrazó y le dio un cálido beso en la parte superior de la cabeza—. Casi me muero cuando fue detrás de ti, y dejarlo vivir después de que te tocara ha sido la cosa más difícil que he hecho. Nunca quise ponerte a ti o al bebé en peligro. Tienes que creerme.

Lo creía, del mismo modo que creía que el gran imbécil estaba enamorado de ella, no obstante deseaba que se lo dijera.

—Yo —susurró, acariciándole el cuello y dejando que sus brazos serpentearan alrededor de su pecho—. Lo creo. Pero todavía me duele que lo dijeras antes de que yo lo supiera, y no entiendo cómo lo sabías.

—Tu olor —explicó, acariciando su espalda con movimientos suaves y cariñosos—. Como te dije, te reconocí como mi compañera en el momento en que te olí. Cuando te quedaste embarazada, tus hormonas empezaron a cambiar, y eso cambió tu olor. Las mujeres embarazadas emiten un olor muy similar. Es un poco difícil de describir, pero es un poco como... calabaza.

Se apartó frunciéndole el ceño.

—¿Calabaza?

—Igual que el pastel de calabaza. Sabroso. Picante.

Se tomó un segundo para digerir eso.

—¿Y eso es algo bueno?

Él sonrió.

—¿Si estoy feliz de que estés embarazada? Cariño, estoy en éxtasis. No puedo pensar en una sola cosa que me hiciera más feliz.

Lucy podía pensar en una cosa, muy importante que la haría muy feliz, sin embargo estaba cada vez más cerca. Podía sentir que se estaba construyendo en él, pero requeriría unas pocas, bien situadas indirectas antes de que finalmente lo descubriera.

—¿Significa eso que no me dejaste embarazada deliberadamente? ¿Que nos quieres a mí y al bebé por nosotros mismos y no para satisfacer alguna extraña ley dragón?

Natsu respiró hondo y abrió la boca para contestar. Luego la cerró y frunció el ceño. Lucy sintió un nudo en el estómago.

—¿Estás diciendo que Sólo querías el bebé a causa de vuestros malditos Derechos de Cría?

—¡Dios, no! —Le aseguró, apretando sus brazos a su alrededor para evitar que escapara—. Ese no es el motivo por el que dudé. Me importan un carajo los Derechos de Cría. Los ancianos podrán decir lo que quieran, pero todo aquel que quiera hacerse con la posición de Alfa de mi clan tendrá que matarme primero. No lo voy a dar debido tan Sólo a una tradición arcaica.

Lucy notó que sus ojos se ensanchaban y su boca se abría.

—Entonces... ¿Estás... estás diciendo que me dejaste embarazada a propósito?

—Lo estás haciendo sonar como si lo tuviera planeado —protestó, mirándola malhumorado, incómodo y muy dulce—. No fue así en absoluto. No es algo que tuviera en mente, pero cuando entraste en calor...

—¿Cuándo yo qué?

—Ovulando —corrigió rápidamente—. Cuando ovulaste, sabía lo que pasaría si me corría dentro de ti, y lo hice de todos modos. Tan pronto como te imaginé teniendo a mi bebé, supe que quería eso. Sabía exactamente lo que iba a pasar, pero lo hice de todos modos. Así que sí, creo que fue intencional.

¿Cómo era posible que esta conversación girara ahora fuera de su control? El hombre creaba más preguntas de las que respondía.

—Está bien, en primer lugar, ¿cómo sabías que estaba ovulando?

Le dio una mirada que decía que debería ser obvio.

—Si puedo oler que estás embarazada a las pocas horas, puedo oler cuando eres fértil. No hace falta ser un genio, Sólo tener buen olfato.

—Así que realmente quieres este bebé.

La abrazó.

—Estoy en la luna, cariño. Como te dije, no podrías haberme hecho más feliz.

Incapaz de liberarse para ir a buscar un objeto contundente para golpearlo hasta hacerle entrar en razón, Lucy tuvo que recurrir a la brusquedad a quemarropa.

—¿Es Sólo el bebé lo que te hace feliz? ¿Tengo yo algo que ver con ello?

Se echó para atrás para mirarla con una expresión de absoluta confusión.

—¿Qué? ¡Bebé, por supuesto que no! Te amo, como amo al bebé. ¿Cómo no lo sabes?

—¡Porque nunca me lo has dicho, imbécil escamoso! —La frustración la hizo gritar y torcer la boca en una mueca, pero podía sentir su tensión deslizarse hacia fuera—. Recuerda, que yo soy humana. No tengo poderes mágicos. No hay lectura de mente, ni nariz maravillosa, nada. Si sientes algo por mí, necesito que me lo digas, ¿de acuerdo?

Sus labios temblaron con una sonrisa lenta, y se inclinó para presionar un beso en la punta de su nariz.

—Está bien —Estuvo de acuerdo, y la acurrucó estrechamente contra su pecho.

Se sentaron así durante unos minutos más hasta que Natsu le apartó el pelo de la cara y la besó en la sien.

—Sabes, que aún con nuestra fuerza, velocidad y sentidos intensificados —dijo, deslizando sus manos por su espalda con movimientos perezosos—, los hombres dragón somos realmente diferentes de los vampiros. No somos Sólo humanos que han sido infectados por un virus y nuestro ADN haya mutado. Somos una especie totalmente diferente. Estrechamente relacionados, sí, pero diferentes de los humanos.

Lucy levantó la cabeza y frunció el ceño.

—¿Qué?

—En realidad es una suerte que tengamos el suficiente ADN en común con los humanos para producir una posible descendencia fértil —continuó, ignorando su pregunta—. Un poco más de separación en nuestro código genético y seríamos como el agua y el aceite. Tenemos mucha suerte.

Se apartó de su pecho para mirarle con confusión.

—¿Sobre qué estás ladrando?

Una vez más, no le hizo caso.

—Debido a que la mayoría de la gente asume que porque somos de especies diferentes, los hombres dragón y los vampiros tienen mucho en común. Pero eso no es cierto. Además de ser más rápidos, más fuertes y ese tipo de cosas superficiales, los vampiros y los dragón son tan diferentes como la noche y el día.

—¿Y tu punto es? —A estas alturas, la columna vertebral de Lucy se había enderezado como un atizador y sus brazos estaban cruzados sobre su pecho.

—Simplemente lo digo. Mi punto es que los dragones y los vampiros son realmente muy diferentes entre sí.

—Bueno, ya lo sabía —dijo, exasperada—. Lo que quiero saber es por qué estás sacando este tema ahora.

Le dio un aspecto totalmente, sospechosamente inocente.

—Bien, he pensado que, como eres tan amiga de Juvia, y sabes sobre Gray y eso, podrías estar un poco confusa.

Puso los ojos en blanco.

—Sí. Bueno, creo que incluso con mis sentidos humanos, puedo diferenciar entre colmilludo y escamoso, Einstein. Puedes relajarte.

Sus verdes ojos se abrieron ampliamente, y podría jurar que en realidad aleteó las pestañas.

—Oh, ¿Conque no has asumido que puedo leerte la mente?

Su aplastante sutileza finalmente cobró sentido, y Lucy gimió.

—Oh, por el amor de Dios. Sí, ¡Te quiero! ¿Estás contento ahora? Realmente no creo que está elaborada sesión de tortura fuera necesaria.

Natsu se encogió de hombros, esbozando su malvada sonrisa.

—Tal vez no. Pero fue divertido. —Se acercó para golpearle el pecho, pero le agarró la mano con facilidad y se la llevó a los labios—. Necesito las palabras tanto como tú, cariño.

Lucy se enojó, pero sabía que tenía razón, y francamente, todavía estaba con un estado de ánimo bastante caritativo después de haberle escuchado declarar lo mismo. La culpa era de las hormonas.

Dejando caer la cabeza sobre su hombro, puso una mano sobre su abdomen inalterado y suspiró.

—No parece muy real —murmuró—. ¿Y si nos equivocamos y no estoy embarazada?

—Pues, yo estaría dispuesto a poner todo mi ser en volver a intentarlo —dijo Natsu con una sonrisa—. Pero no nos equivocamos. Él está ahí, cariño, creciendo rápidamente.

Le miró.

—¿Crecen los dragones mucho más rápido que los humanos?

—No una vez que nacen, pero un embarazo dragón estándar es de Sólo cinco meses.

Las cejas de Lucy se alzaron y sus labios se entreabrieron por la sorpresa.

—¿Cinco meses? ¿Sólo voy a estar embarazada cinco meses?

—Más bien seis, en tu caso —dijo—. Llamé a una obstetra, una dragón, para preguntarle si sabía algo sobre embarazos mixtos, y me dijo que cuando una mujer humana tiene un bebé dragón, el embarazo suele ser de unos seis meses de duración. Más que uno dragones, pero menos que uno humano.

—¿Por regla general? Pensé que esto no pasaba muy a menudo. Dragones y humanos juntos.

Natsu negó con la cabeza y cambió su agarre, un brazo siguió en su espalda con la mano apoyada en su cadera desnuda. Alargó la otra para retirar lejos la sabana y desnudarla a su apreciativa mirada.

—No muy a menudo, pero no es del todo desconocido, tampoco. La Dra. Howel sabe lo suficiente para cuidar bien de ti. De hecho, me dijo que tendrías que ir esta semana a su oficina para un examen, Sólo para ver que todo es normal contigo y el cachorro.

Lucy cedió la sabana después de una breve lucha. Natsu era simplemente demasiado fuerte, y ella era demasiado fácil. Trazó pequeños círculos alrededor de los pezones para ver cómo se arrugaban. Se estremeció. Luego se dio cuenta de lo que había dicho, y se puso tensa.

—¿Cachorro? —Tragó duro—. Um, Natsu, Kana y Wendy me dijeron que no iba a tener un cachorro. Por favor, no me digas que nuestro bebé va a nacer con una cola.

Se rió en voz alta y la abrazó.

—Lo siento, no quería asustarte. "Cachorro" es Sólo una expresión. Tendemos a llamar a nuestros hijos "cachorros" o "crías", pero son bebés normales. A menos que seas dragón, cosa que no eres, y cambies a tu forma de dragón cuando el parto, cosa que no harás, no tienes de que preocuparte por nada ya que será un bebé normal.

Dio un suspiro de alivio.

—Tal vez debería concertar una visita para ver a esa doctora. Creo que voy a tener un montón de preguntas que hacerle.

—Llamaremos mañana. Me gustaría ir contigo, si no te importa.

—Por supuesto que no. —Le aseguró, moviéndose en sus brazos y presionando el pecho con el que había estado jugando contra su amplio torso—. Me gustaría tener a mi compañero conmigo. Después de todo, este es también tu bebé.

Sonrió y se inclinó para besarla. Comenzó como un gesto dulce y cariñoso, pero Lucy se encargó de descender entre ellos y desabrocharle el pantalón. Cuando metió las manos entre los rizos que rodeaban su pene ya erecto, él gimió en su boca. Sonriendo contra sus labios, liberó una mano para tirar de su camiseta por encima de su tenso estómago. Entendió el mensaje, tirando de ella sobre su cabeza y arrojándola al suelo antes de volver a devorar su boca en un beso profundo, hambriento. Lo igualó por un momento antes de alejarse y presionando una mano en su pecho le instó a que se tumbara de nuevo en el colchón. Él se deshizo de la bandeja primero, luego se estiró sobre la fría sabana de seda y abrió los brazos ofreciéndose a sí mismo a ella. Lucy no iba a rechazarle.

Con una sonrisa que aún se sentía malvada en sus labios, llegó a la cintura de sus pantalones y tiró de ellos fuera. Dejándolos en el suelo, o tal vez sobre la bandeja del desayuno, se colocó a horcajadas sobre sus muslos y se inclinó hacia atrás para echarle un buen vistazo. Buen señor, pero el hombre la calentaba cada vez que le miraba, y cuando estaba desnudo, mirarlo conseguía que se humedeciera, también. Como si su cuerpo babeara por él. El cielo sabía que su boca lo hacía.

Le vio recorrerla con la mirada y se sonrojó, pero no hizo ningún movimiento para cubrirse. Un fin de semana con él la había convencido que Natsu realmente amaba el aspecto que tenía, lo que hacía que el sentimiento fuera mutuo. Ciertamente era difícil resistirse a la tentación de su hermoso musculoso pecho.

—Eres hermosa —gruñó, alcanzando sus pechos con sus grandes manos, acariciando sus pequeñas curvas y frotando los pezones con sus callosos pulgares—. Te amo, bebé.

Las palabras se sintieron aún mejor que sus manos e hicieron a Lucy temblar. Sonriendo, se inclinó y puso su boca contra el pulso caliente y constante en la base de la garganta. Su lengua salió para probar el sabor salado y almizclado de su piel, lamiendo el pequeño hueco antes de comenzar un lento descenso, burlándose. Trabajó su camino por su cuerpo con una falta terrible de prisa, haciendo una larga pausa en cada uno de sus pezones, trazando los contornos de sus músculos, el rizado bello y la suave seda de su piel. Pasó unos tensos minutos investigando su ombligo Sólo para poder disfrutar del ronroneo áspero de sus gemidos, pero cuando rodó sus caderas contra ella, se apiadó de él y retomó su viaje hacia el sur.

Su polla se levantó para saludarla, ya dura, gruesa y pidiendo atención. ¿Cómo podía una chica resistirse a eso? Lucy ni siquiera plantó batalla. Se inclinó hacia abajo, frotando su mejilla contra la carne sorprendentemente suave como un gatito pidiendo a gritos ser acariciado. Sintió sus manos enterrándose en su pelo y sus dedos masajeándole el cuero cabelludo, cuando abrió los labios y se lo tragó.

Se deslizó con facilidad más allá de sus labios, una bienvenida y cálida presencia que le llenó la boca y le hizo tararear de placer. Remolineó la lengua alrededor de su cabeza y le oyó gemir. El sonido fue tan bueno para ella como una caricia en el mejor lugar, que envió una ráfaga de calor a recorrer su cuerpo y que se formara una piscina de humedad entre sus piernas. Amarlo era casi tan bueno como ser amada por él. Le hizo sentir un poder y un control que le encantaba. Especialmente después de la última noche.

Sus manos siguieron curvadas en la parte posterior de su cabeza, meciéndose suavemente cuando estableció un ritmo perezoso a sus lamidas, mordiscos y suaves tirones que le hicieron endurecer aún más dentro de su caliente boca. Sus dedos frotaban la piel sensible en el pliegue de su cadera mientras lo chupaba, perdiéndose más y más hacia el interior de sus muslos con cada caricia. Cuando finalmente llegó a su destino, trazó cada curva de su piel con ligeras caricias antes de tomar su peso en la palma. Suavemente, amasó los sensibles globos, apretando y soltando coincidiendo con cada succión. En cuestión de minutos sus caderas empezaron a mecerse más bruscamente, enviando a su polla a deslizarse entre sus labios con movimientos azorados.

Lucy se echó hacia atrás, colocando un suave beso en la punta antes de arrastrarse hasta arrodillarse, a caballo sobre sus caderas, con las palmas de sus manos apuntaladas sobre su pecho. Sintió como su abultada longitud presionaba contra la cara interna de su muslo y le sonrió.

—Te amo también —murmuró, para luego comenzar a hundirse lentamente en su dura polla.

Natsu gruñó, el sonido familiar y emocionante, más suave que los gruñidos de la noche anterior, pero no menos excitados por venir de una garganta humana. Aun haciéndola temblar, haciendo que apretara los músculos internos alrededor de su polla, lo que le hizo gruñir de nuevo. La vida no podría ser mejor.

Dejó que la gravedad tirara de ella lentamente hasta que su trasero se apoyó en sus caderas y su polla se instaló hasta la empuñadura en su interior. La sensación de él le dio ganas de gritar, pero se contuvo. No por vergüenza, sino porque quería conservar el aliento para cosas mejores. Como un paseo rápido y duro hacia el borde.

Moviéndose muy despacio, quedó casi completamente libre de él antes de caer de nuevo, saboreando la sensación de tenerlo excavando un túnel a través de su coño, extendiéndola, llenándola y haciéndola arder. Estableció un ritmo rápido de elevación y caída y él se le unió con potentes golpes hacia arriba. En cuestión de minutos, Lucy estaba jadeando, con los pulmones esforzándose por tomar suficiente oxígeno, mientras su coño se esforzaba por mantener la increíble polla de Natsu incrustada profundamente dentro de ella. Se sentía desgarrada, con ganas de seguir haciendo el amor con él para siempre, pero necesitando el intenso orgasmo que podía sentir construyéndose en su interior. Redujo sus movimientos, incapaz de elegir, hasta que Natsu tomó la decisión de sus manos.

Fuertes dedos se cerraron alrededor de sus caderas, anclándola en su lugar mientras giraba sus cuerpos, colocándola boca arriba y a sí mismo firmemente entre sus muslos.

—Pon tus piernas alrededor de mí —gruñó, y ella obedeció, levantándolas bien alto para enroscarlas alrededor de su cintura y bloqueando los tobillos en la parte baja de su espalda.

El movimiento le hizo sentirlo más profundo, y exclamó,

—Ahora. Más.

Él le dio más. Apoyando las manos contra el colchón, se inclinó de nuevo presionándose más profundo dentro de ella, haciendo una pausa como si estuviera saboreando la plenitud de su conexión. Luego se echó hacia atrás y comenzó a follarla con un ritmo duro que la hizo agarrarse a sus hombros y clavar sus talones en su columna vertebral para tratar de arrastrarlo más profundo. La llenó hasta que no estaba segura de poder aguantar más, pero quería más y lo exigió. Sus embestidas se hicieron más cortas, más duras, empujando en su interior con una fuerza frenética. Dio la bienvenida a cada segundo de ello, dejando que la condujera más y más alto hasta el punto que la envió a toda velocidad hacia un orgasmo que le hizo enroscar los dedos de los pies y apretar las paredes de su coño a su alrededor con la fuerza suficiente para arrastrarlo con ella. Se vació a sí mismo con un rugido, antes de caer en un caliente y deshuesado montón sobre ella.

Debió sacar un poco de energía de algún lado, porque tuvo la suficiente para acariciarle el cuello y plantarle un suave beso en aquella húmeda piel. Lucy no pudo ofrecer a cambio nada más que un suspiro sin aliento, pero sintió que sus labios se curvaban en lo que estaba segura era una sonrisa satisfecha de sí mismo, si tuviera la energía suficiente para girar la cabeza y mirar. Que no la tenía.

—He cambiado de opinión acerca de usar sexo demoledor para convencerte de que vivas conmigo —murmuró después de una pausa, presumiblemente para lograr la energía suficiente para hablar.

—¿Hmm? —Lucy no había acumulado aún suficientes reservas para algo tan complejo.

—No voy a hacerlo. Tengo otro plan.

Sus párpados se sentían tan pesados como el plomo en su estado de total satisfacción, pero se las arregló para lograr una ráfaga de energía para comunicarse.

—¿Huh?

—Todavía implica un montón de sexo —le aseguró, y ella sonrió a través de una nube—. Pero esta vez lo voy a utilizar para convencerte de que te cases conmigo. ¿Qué te parece?

La sonrisa que iluminó el rostro de Lucy no requirió de ninguna energía. Era del tipo que viene del alma, y no la habría parado aunque lo hubiera intentado. De modo que sacó un último hilo de energía, que utilizó para dar la única respuesta que importaba.

—Sí.

FIN

P.D.: Chicos, perdon. Tuve una confusion de los capitulos y se habian subido mal. Ya esta corregido. Por favor me indican si estan mal.

Esta es una adaptacion de la novela Fur Factor, de Christine Warren.