Summary: La ciudad era un desastre, al igual que su relación con Tenzin. Sólo él lo entendía. A medias. Short-fic.

Disclaimer: LoK no es de mi autoría.

N/A: Pretendo que esto sea una historia larga de no más de seis capítulos. Empecemos con esto, que quería hacer algo que no fuera un one-shot o drabble.

El título habla por si sólo. Pronto la historia se apegará más a él. Creo que aquí están y estarán la mayoría de mis headcanons.

Pido perdón por los dedazos. Todo lo escribo por iPad y a veces se me van los dedos.


.

La vida debe continuar

.


Bumi dejo reposar su brazo enyesado, bebiendo el último sorbo de jugo de calabaza que quedaba en el vaso que Tenzin le había servido minutos antes de salir rumbo a los jardines de meditación. Su ojos azulados, dignos de la Tribu Agua, se fijaron en el cuerpo agotado de Lin Beifong que se hallaba cubierto por la armadura de metal.

—¿Qué sucede con él? —preguntó con una ceja enarcada y sus dedos jugueteando contra el vaso—. Ha estado irritable toda la mañana. No es que me sorprenda, pero lo esta un uno por ciento más.

Lin hizo un gesto brusco con su mano, mostrando su cierta molestia ante el tema de conversación. Con fuertes pisadas se sentó en una silla de caña, cruzando sus piernas con una expresión enojada y fastidiada.

—No es nuevo. Esta así desde... —pareció titubear antes de continuar— La muerte de Aang.

—Todos lo estamos —arrugó sus labios—. No es una excusa para estarlo de esa manera. Ni siquiera me ayudo con esto.

Con su muleta señaló su pierna también enyesada. Lin negó con la cabeza, algo anonada. No sabía si era por la actitud infantil y quejica de Tenzin, o por la estupidez y valentía ciega de Bumi al lanzarse contra una criatura marina para tener más historias que contar. Aunque eso era lo que él decía.

—Hemos estado discutiendo demasiado.

—No me sorprende.

Lin le lanzó una mirada amenazadora.

—¡Quiere que deje la Fuerza para tener hijos! ¿Quién se cree? Mi vida se trata de defender la ciudad que nuestros padres nos heredaron. No convertirme en una criadora de maestros aire. Con la muerte del tío Aang las tríadas están atacando más de lo común, ¿Y quienes se encargan de eso? La Fuerza Policíal. No el Consejo.

Bumi dejó caer su cabeza hacia atrás, no siendo un buen conocedor del tema. Lo único que sabía era lo mucho que Lin y Tenzin se alejaban de ser los jóvenes niños enamoradizos a una pareja en crisis.

Su vida siempre se había tratado de bromas y comentarios sarcásticos. Aspiraciones para ser lo suficientemente bueno como para compararse a sus dos hermanos con una juguetona personalidad. Pero no era idiota, y sabía sentir el ambiente tenso que embargaba a ellos dos.

—Bueno, el Consejo también ayuda —meditó con suavidad, apoyando su barbilla en su brazo sano—. Gracias a el Yakone fue a la cárcel y la sangre control se volvió ilegal.

Lin revoloteó los ojos, hastiada.

—Yakone fue a la cárcel después de dejar inconsciente a todo el Consejo, la Fuerza Policial, los reporteros y el Avatar. Y la sangre control es ilegal gracias a tu madre y su insistencia irritante.

—Pienso que estas cambiando a un tema irracional —cortó con un movimiento de mano, reposando su espalda en el espaldar de la silla—. Creo que deberías arreglar tu relación con Tenzin y rápido.

La jefa de policía bufó, levantándose de ipso facto. Era divertido la forma que sus dedos desnudos del pie tamborileaban el suelo de manera cuando estaba irritada, y como sus labios gruesos se volvían un punto pequeño cuando se enojaba. Era tan expresiva que resultaba graciosa.

Excepto con su uniforme de metal. Ahí si daba miedo.

—¿Disculpa? ¿Quieres decir que yo debo solucionar nuestra relación? —dijo en un arrebato, señalándose a sí misma con exasperación—. ¡A él ni si quiera le importa!

—Tenzin te ama —suspiró. Su mano sana procedió a sobar su sien, cerrando los ojos. Ansiaba la hora de meditación por primera vez en la vida.

—De ser así no me presionaría así —rugió antes de sentarse con un aura derrotada—. He hecho lo posible e imposible para igualar a mi madre como jefa de policía, y siento que con un poco de empeño podré lograrlo. Pero si tengo hijos todo se irá a la basura.

Bumi bufó.

—Eres increíble —masculló con molestia—. ¡No necesitas igualar a Toph! No eres ella. Eres la persona más valiente, cabezota, fuerte y talentosa. Pero jamás podrás llegar lejos sí vives bajo la sombra de tu madre.

—Mira quien habla; el que se unió a las Fuerzas Unidas para tener la aprobación de sus padres —escupió con su típica actitud belicosa—. Somos más parecidos de lo que crees.

Con una mirada dolida, respiró hondo. Recordaba las mismas palabras salir de los labios de su tío Sokka años atrás. Siempre necesito la aprobación de sus padres. No mentiría. Pero ser el único no maestro de la familia era doloroso, y ella debería entenderlo después de ser la única no maestra metal en su familia de tres durante casi quince años mientras que Suyin lo logró desde los siete.

—A diferencia de ti, Beifong, mi rumbo cambió y sólo me importaba enorgullecerme a mí mismo —dijo de la misma manera, escudriñando el rostro tenso de la mujer—. Nuestros padres jamás estarán orgullosos, pero al menos yo lo he aceptado.

Lin hizo un movimiento de manos, caminando a zancadas con sus pies desnudos hacia la puerta corrediza de la habitación.

—Eres igual a tu hermano.

Bumi dejó escapar una sonrisa bonachona, que hacía contraste con la situación anterior.

—Al menos soy mejor en ciertas cosas. Pero alguien tan estreñida como tú jamás podrá saberlo.

Con un gesto obsceno en su mano, Lin Beifong se alejó del Templo Aire.