¡Hey! aqui Powerdark con la ultima actualizacion, tristemente este capitulo iba a ser subido en octubre, pero por muchas razones no fue posible hasta ahora. Sé que no hay excusa así que solo dejare el capitulo y me ire. Espero que lo disfrunten.

Capitulo nueve.

La noche era fría y llovía bastante, pero Ken no parecía notar siquiera las bajas temperaturas ni su mojada ropa. Ayer era un día muy caluroso y ahora estaba lloviendo, típico cambio de clima tan radical del lugar en donde vivía ahora. Lo único que Ken miraba era la lápida recién puesta de su padre, comparada con las otras en ese cementerio las cuales estaban viejas y descuidadas con un color amarillento, la de Utonio era de un color mucho más blanco.

A su lado estaban los trillizos, los tres con vendajes, moretones y rasguños, miraban a Ken con pesar, él no usaba un paraguas como todos los demás ahí.

Kuriko estaba mucho más cerca de él que cualquiera, pero parecía insegura de poder tocarlo o tratar de consolarlo siquiera.

La chica miró hacia atrás. El equipo alfa no había asistido, todavía no volvían de la misión que Utonio les había ordenado y nadie había podido contactarlos, pero si un gran número de personas había ido. Estaba el padre de Kuriko, Mitsuko, y los padres de los chicos, mucho más atrás, personas que Kuriko no reconocía del todo, quizás personas de la resistencia, que se habían enterado de lo ocurrido. Mostraron sus respetos y se alejaron tan rápido como llegaron. Pero Ken no parecía siquiera estar consciente de lo que ocurría. El solo podía ver una lápida blanca, con el nombre de su padre en ella.

Cuando el funeral termino, todos fueron a la casa de Roberth y Luna Rowdy. Kuriko se la paso al lado de Ken todo el tiempo, preguntándole si necesitaba algo y las pocas veces que él pedía agua ella salía corriendo para volver y dársela regresando rápidamente a su lado.

Kuriko observó hacia un punto de la sala de estar en la que Butch y Mitsuko se encontraban, susurraban, así que ella no podía escucharlos, pero sabía lo que le estaba diciendo. Puesto que Mitsuko estaba poniendo la misma cara que ella tuvo cuando Ken le dijo quiénes los habían atacado.

—No, no Butch, no mis niños —le dijo la mujer cubriendo su rostro con sus manos. Butch miraba con pesar a la mujer, y la abrazó mientras ella lloraba—; no mis niños.

—De verdad lo siento —le contestó Butch mirando el suelo mientras seguía consolándola. –Pero pensé que debías saber.

Luego de eso, Mitsuko lloro aún más, era un llanto desconsolado que mostraba la desesperación de la situación.

Ken se puso de pie caminando hasta el patio de la casa de los Rowdy donde Kuriko lo siguió queriendo tomar algo de aire fresco y alejarse de la atmósfera tan deprimente de dentro.

El día estaba igual de deprimente, seguía lloviendo, así que ambos se quedaron en la pequeña terraza con techo, mirando la lluvia.

—Mitsuko ya lo sabe —dijo Kuriko a Ken con una voz un poco tímida—. Pobrecilla.

— ¿Qué hay de ti?

A Kuriko le sorprendió que Ken le hablará después de todo.

— ¿Qué quieres decir con eso?

—Tú no estás llorando al enterarte de que tú hermana está viva. Mitsuko lo hace, tú padre también lo hizo cuando se lo dijimos, estoy seguro de que los padres de Miyako lo hubieran hecho. Pero tu no. Así que… o ya lo sabias, o realmente no te importaban —Ken miró a Kuriko sin una expresión—. Pero cuando te lo dije te veías bastante confundida, así que supongo que solo no te importaban. Pero claro, tú viviste toda tu infancia con Him, quizás dejó de importarte todo esto hace años…

Primero se escuchó un golpe, después lo siguió un silencio bastante incómodo. Ken miró asombrado a Kuriko después de llevarse una mano a la mejilla ante el resiente dolor que iba en aumento gracias a la chica.

— ¿Así vas a afrontar tu luto? —preguntó la muchacha mirándolo molesta—; ¿Tratando de hacerme sufrir? —Kuriko sacudió su mano mientras seguía mirándolo. De verdad hasta a ella le había dolido el golpe que acababa de darle—. ¿Así afrontas la perdida de tú familia, Ken? Porque déjame decirte que no eres el único que ha sufrido con todo esto. Yo perdí a mi mamá, y a mi hermana. Y eso fue culpa de Him, pero también fue culpa de tú padre.

— ¿Cómo te atreves a…?

—Me atrevo porque es la verdad. Es la primera vez que pierdes a alguien, pero eso no te da derecho a decirme cómo afrontar las malas noticias. Al menos tu padre tuvo un funeral decente, ¿Sabes quién no lo tuvo?; mi mamá. Mi madre, que tenía tanto químico negro en su sistema que simplemente colapsó y su cuerpo se volvió brea y cenizas. Ni siquiera quedo algo para poder ser enterrado. O mi hermana, o miles de personas que han arriesgado sus vidas y las de todas sus familias por esa guerra que no llevaba a ningún lado todo porque tu padre insistía en que podía volver todo a la normalidad. ¡Así que cállate! Porque no tienes idea de lo que sufrimos todos los que estamos a tu alrededor. Eso que sientes justo ahora, espero que te acostumbres, porque te va a seguir toda tu vida, y aun así no será ni cerca del dolor que los demás hemos sufrido por su culpa.

Ken se quedó sin palabras. No podía ni siquiera ver a Kuriko a los ojos.

Se acercó hasta ella para tocarla, pero ella no dejó que eso ocurriera, solo volvió a entrar a la casa. Ken miró como su única amiga se iba llorando dejándolo solo.

Dentro de la casa Kuriko llegó hasta Brick y Boomer, los cuales miraban un poco deprimidos como Butch seguía abrazando a Mitsuko.

— ¿Estas bien? —preguntó Boomer al ver la expreción de molestia en su rostro.

—No, no estoy nada bien —respondió mirando a los dos hermanos con una furia que no podía describir muy bien—. Ken es un imbécil. Y todo esto es su culpa.

Brick y Boomer se miraron el uno al otro antes de regresar sus miradas hacia Kuriko.

—En realidad no es culpa de Ken.

— ¿Entonces es culpa de mi hermana? —le preguntó Kuriko a Brick con lágrimas en los ojos—, ¿Tú la puedes culpar de algo de lo que hizo?

Brick no sabía muy bien como contestar esa pregunta. Aún estaba confundido por lo que había ocurrido, y casi podría asegurar que, de no ser por los moretones, vendas y el dolor actual, hubiera pensado que había sido solo un sueño. Aún le resultaba difícil creer que la verdadera Momoko, a la que amó y cuido durante toda su vida, era la mujer fría con la que se encontró y peleó. También estaba el hecho de cómo había reaccionado cuando la vio.

Desde que tenía dieciséis años había imaginado que si tuviera la oportunidad de ver a Momoko de nuevo podría ayudarla, podría besarla como siempre había solo soñado. Había perdido la cuenta de las veces que había llegado a maldecir a Boomer, por haber podido besar a la chica que amaba antes de perderla.

Pero el cómo había reaccionado sorprendió a muchos, pero por mucho el más sorprendido había sido él. Jamás había creído que tendría tanta ira acumulada contra Momoko. Creyó haber superado que ella lo dejara y se sacrificara por él hace ya mucho tiempo.

Al parecer, la herida aún no cicatrizaba por completo.

—No, tampoco es su culpa —contestó Boomer por Brick—. Todos sabemos de quien es la culpa. No olvides nunca eso Kuriko. De nada sirve buscar más culpables.

Kuriko bajó la mirada tristemente y secó sus lágrimas antes de que estas salieran de sus ojos.

—Voy a volver a casa con papá y Mitsuko. Nos veremos después.

La muchacha se despidió de los demás presentes antes de salir de la casa con Mitsuko, la cual ya no lloraba, pero si mantenía una mirada ausente, casi devastadora.

Butch volvió con sus hermanos, los cuales se veían incómodos.

—Arriba —dijo Brick.

No hacía falta decir más para entenderse los tres subieron hasta la antigua habitación de Brick, la cual ahora era una habitación para huéspedes aunque aún mantenía varias cosas del joven, como un póster y el viejo rifle que colgaba en la pared sobre su cama, solo que ahora estaba recargado en una de las esquinas.

Boomer se recostó en la cama mientras que Butch ocupo la silla que había aún al lado del escritorio. Brick por su parte se sentó en el suelo sobre la vieja alfombra roja que solía ser suya. Como era de esperarse, nada de eso tenía polvo. Su madre siempre limpiaba todo muy bien.

— ¿Cómo esta Mitsuko? —preguntó Brick mirando al moreno el cual soltó un suspiro un tanto cansado.

—Sorprendida, molesta, iracunda —comenzó a contar Butch como si tratara de entender realmente lo que pasaba por la pobre cabeza de la mujer—. Todos sus hijos son sirvientes del hombre que más detesta —Butch comenzó a jugar nervioso con su encendedor—; son sirvientes del hombre que se los arrebató. Mamá intentó hablar con ella, pero no resultó.

—Debe ser muy difícil para ti; era como tú madre.

—Aún lo es —corrigió Butch sacando chispas del mechero—. Claro que tengo a mi madre real ahora, pero ella me cuidó. Además, no soy el único que está pasándola duro aquí, tú ni siquiera podías ver a Kuriko sin pensar en Momoko.

Butch encaró a Brick, pero este no le dio el gusto de replicar, solo esquivo la mirada y volvió a reinar el silencio durante un momento. Por lo que Butch se molestó.

— ¿Aún no podemos decir sus nombres? Vamos, eso no hará que todo esto deje de ser real. Momoko, Miyako, Momoko, Miyako, Momoko, Miyako…

—Kaoru —terminó Boomer mirando a Butch no muy contento—. Sí, es cierto, pero aceptar la realidad no la hace más fácil. Sigue siendo la misma mierda, imbécil. Así que deja de actuar como el rudo por un momento, deja de buscar pelea y cierra la boca. Sé que solo quieres golpear algo.

Butch miró hacía la ventana molesto mientras Brick seguía guardando silencio. Un momento después, Butch comenzó a reírse, una risa bastante apagada mientras ocultaba su rostro aun riendo.

—Ya enloqueció —dijo Boomer mirando como su hermano seguía riendo como enfermo.

—Solo era cuestión de tiempo, recuerda que cuando lo conocimos ya estaba medio loco —le contestó Brick aun mirando al moreno.

Butch se levantó de su silla aun riendo, la levantó del suelo y la lanzó por la ventana con todas sus fuerzas rompiendo el cristal para después gritar con todas sus fuerzas. Butch se sentó en el suelo después de eso aun ocultando su rostro.

Brick y Boomer se pusieron cada uno a su lado.

— ¿Ya estás bien después de hacer tus rabietas, pequeño bebé grande?

—Estuvieron vivas… —habló Butch. Su voz era grave, demostrando que no estaba llorando, sino más bien enojado—. Han pasado cinco malditos años, y todo este tiempo estuvieron vivas.

Brick puso una mano sombre la de su hermano menor, pero este la aparto enseguida, mostrando sus ojos verdes llenos de enojo. El verde resaltaba por el moretón que tenía bajo uno de estos.

—Lo sé, pero está bien. Ahora podremos rescatarlas.

— ¿Rescatarlas? —repitió Butch incorporándose para quedar sentado como ellos—. No hablas enserio.

— ¿Y por qué no? tú mismo lo dijiste; están vivas.

Tanto Boomer como Butch lo miraban como si el que de verdad hubiera enloquecido hubiera sido Brick.

— ¿Por qué no intentarlo?

—Brick, no sé qué demonios estés pensando, pero no va a pasar —negó el moreno.

—Podríamos al menos intentarlo. Estamos hablando de las chicas, es nuestra oportunidad de hacer bien las cosas esta vez —la voz de Brick sonaba entusiasta, miraba a sus hermanos como un niño al que le suplica a sus padres una mascota.

—No sé de quién estés hablando, pero sé que no es de las chicas que nos hicieron esto —apuntó a su ojo morado.

Brick se mostró algo sorprendido por la respuesta de Butch, así que apeló a su lado más humano: Boomer.

—Podríamos obtener respuestas, y Boomer, es Miyako; la chica por la que tanto tiempo has estado esperando finalmente apareció, ¿Por qué no volver?

Brick miró a su hermano rubio de la manera más atenta y esperanzada que pudo. Pero ni siquiera eso funcionó, porque Boomer tenía una mirada sombría desde el día del encuentro que nada había conseguido quitarle.

—Brick, estoy de acuerdo con Butch en esto.

El pelirrojo miró a sus hermanos como si lo estuvieran traicionando.

— ¿Qué sucede con ustedes? Después de todas esas noches que los escuché llorando o ahogando sus penas en alcohol y mujeres ¿Eso es lo mejor que recibo?

—Brick, basta.

— ¡No! —se negó este poniéndose de pie—. Al menos quiero un porque. Me deben al menos eso.

Boomer miró a Butch en busca de ayuda, y este se puso de pie para estar a la altura de su hermano mayor.

—Porque yo tuve ese químico en mis venas por años, supe lo que era ser sirviente de Him. Y el químico te quema; es como un millón de agujas en tus venas, pasando violentamente y desgarrando todo tu cuerpo. Te conviertes en su títere hasta que te quedas sin alma. No eres dueño de tú cuerpo, ni de tus propios pensamientos.

Brick miró a su hermano asombrado, era la primera vez que le hablaba de eso.

—No importa quienes hayan sido en su otra vida Brick, ahora solo son títeres, por fuera son ellas, pero por dentro solo son muñecas que Him controlara a su antojo solo para fastidiarnos. Brick, no podemos salvarlas. Ellas murieron ese día en el bosque. No dejes que Him te haga pensar lo contrario, no dejes que te convierta en su títere.

— ¿Por qué no me dijiste todo esto antes? —preguntó el pelirrojo mirando a su hermano sin saber exactamente qué decir.

Butch sonrió, era una sonrisa sincera.

—No es que me guste mucho hablar de esas cosas; siempre ha sido difícil para mí.

Butch se abrazó a sí mismo, mostrándose aun algo incómodo. Brick lo abrazó, sorprendiendo a Butch e incluso a mí mismo.

—Lo lamento.

Butch bufó.

—Idiota, ¿Por qué te disculpas? —dijo Butch sonriendo mientras le correspondía el abrazo.

—Te amo, Butch. Y de verdad lamento toda esta mierda. A partir de ahora, te haré caso más seguido.

Butch soltó una risa.

— ¿Oíste eso Boomer? Dijo que me haría caso. Eres un testigo.

Brick se separó para darle un golpe en el brazo riendo, y Butch correspondió el golpe con otro igual de débil entre risas. Los tres comenzaron a reír mientras la puerta se abría y su madre aparecía de brazos cruzados.

— ¡¿Quién de ustedes rompió mi ventana?!

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Him paseaba por su nuevo y mejorado trono. Hacía años que había dejado de lado los juegos y todo eso que lo hacía parecer una reina. Después de la falsa muerte de las chicas, había ocupado todo su tiempo en dejar de lado las tonterías y comenzar a trabajar, en destruir de una vez y para siempre a la resistencia, lo que ocasionó que todo a su alrededor se volviera mucho más oscuro. Eran pocos los que se acercaban a esas partes del edificio, tanto porque él odiaba que lo interrumpieran, como por miedo de parte de, básicamente, todos a su alrededor.

—Quiero información; debo saber absolutamente todo lo que pasó —decía Him hacia las paredes en pequeños susurros, como si temiera que alguien escuchara.

—No te preocupes —susurraban las sombras a su alrededor—; ya lo sabrás todo.

En ese momento las puertas de la sala fueron abiertas, apareciendo un tembloroso capitán que no estaba seguro de si ver o no a Him a la cara.

— ¡Señor! —dijo el capitán con una voz que temblaba mostrando su miedo—. Unas personas solicitan una audiencia con usted.

Him enderezo la espalda, y caminando con la seguridad que solo él podía poseer en aquel mundo, llego hasta el capitán y puso una mano sobre su hombro.

—No hay necesidad de que se presenten, sé exactamente quienes son.

El capitán asintió y caminó hasta la puerta, pero antes de llegar, tres mujeres al lado de tres capitanes de la muerta ya estaban ahí de pie. Todos vestían una oscura capa con capucha de viaje que les daba un aspecto más aterrador. El capitán parecía sorprendido, incluso para él, aquel grupo se habían movido sorpresivamente rápido, pues estaba completamente seguro de que no había nadie ahí hace solo unos segundos atrás.

Him sin embargo no se veía impresionado, pero si complacido, el capitán sabía que su trabajo estaba hecho, así que decidió que lo mejor para él sería irse ahora que podía, así que se disculpó con Him, dio media vuelta, cerró la puerta detrás del grupo y se fue.

En ese mismo instante Him torno una mirada seria.

— ¿Qué fue lo que ocurrió?

Miyako bajó su capucha y dio un paso enfrente del grupo junto a Takaaki.

—Bueno, me capturaron junto con otra capitana llamada Nirvana, y experimentaron con ella utilizando quimico blanco. Esto hizo que su cuerpo se desestabilizara y… muriera —Miyako recordó a Nirvana, todas las horribles cosas que dijo antes de morir, pero también recordó como había sufrido—. Creía que la resistencia había sido eliminada, Him.

El hombre se sentó en su trono apoyando su cabeza en su mano derecha mientras escuchaba todo lo que Miyako le contaba.

—Y así es, cariño.

— ¿Entonces por qué ellos siguen vivos?

Momoko y Kaoru no dijeron nada, pero se dirigieron una pequeña mirada de cautela. También tenían esa misma pregunta rondando en sus cabezas desde hace ya un tiempo. Him se quedó pensativo un momento antes de contestar.

—Como saben bien, ustedes tienen un propósito —las tres mujeres asintieron atentas—, he igual ellos, pronto ellos harán su parte, una vez que lo hagan podrán morir. Y todos ustedes tendrán lo que siempre han querido. Pero hasta entonces, ellos deben seguir vivos. Así que ellos siguen vivos, porque yo así lo quiero. Por nada más.

Hubo un silencio durante un momento.

Miyako se señaló a sí misma.

— ¿Cuánto tiempo ha pasado?

Him soltó un suspiro y miró a la muchacha, después a Kaoru, y finalmente a Momoko. Los demás parecían ser ignorados por el hombre, cosa que les llamaba la atención. Takaaki temía que fuera porque Him ya sabía que a Miyako le había regresado la memoria, tenía miedo de lo que Him le haría cuando se enterara.

—Bueno, eso es algo difícil de decir, recuerda que paso todo un año para tu recuperación y que pudieras manejar el quimico negro que hay en tú sangre…

— ¿¡Cuánto!? —repitió Miyako recordando a los hombres con los que se había enfrentado, más específicamente a Boomer, pues habían desaparecido las dudas hace mucho. Sabía que era él, y que no era solo otro farsante.

—Han pasado cinco años, cariño. Por eso tus hermanas se ven tan diferentes, tu no aceptabas todo lo que yo te ofrecía, y tus emociones te volvían inestable, y un peligro, no solo para los demás, sino para ti misma. Es por eso que te mande a esa caja.

Miyako miró sus manos temblorosas.

— ¿Cinco años? —Repitió ella—, ¿Estuve cinco años dentro de ese maldito tubo de plástico?

Takaaki la tomo por los hombros tratando de tranquilizarla, pero Miyako lo apartó y miró sus manos blancas por la falta de exposición al sol. Podía ver sus venas, por donde corría su sangre y el líquido negro de Him. Cayó al suelo de rodillas y oculto su rostro con sus manos temblorosas.

—No fuiste el único cariño. Momoko también estuvo en una situación parecida, solo que con ella bastaron tres años en una bola de nieve para que pudiera controlarse —Le contó Him.

Los capitanes y Kaoru miraron a Momoko la cual seguía mostrando una cara de seriedad bastante habitual. Ella no había comentado nunca eso, pero desde que se habían encontrado, no es como si hubieran tenido tanto tiempo como para charlar.

— ¿Qué más pasó en su pequeña aventura, mis niños?

Miyako no parecía muy capaz de hablar, por lo que Kaoru tomó el rumbo de la conversación. Básicamente resumió todo. Desde que Momoko había despertado de su sueño y como habían sentido la presencia de la otra aún a cientos de kilómetros de distancia. Omitió por completo su pequeña aventura con Butch, pero no había nadie más que sus hermanos que supieran sobre eso, y estaba segura de que ellos jamás la delatarían.

—Llegamos a la casa de las personas que tenían retenida a Miyako, hubo una pequeña confrontación y nos fuimos una vez que la teníamos y ella pudo paralizarlos —dijo Momoko yendo directo al grano.

Kaoru miró un tanto molesta a la pelirroja por haberla interrumpido.

— ¿Eso es todo?

—Sí —contestó Momoko repasando en su mente todo lo que había ocurrido, pensando en la pelea que tuvo con Brick.

—Hay algo más —Dijo Miyako poniéndose de pie—. El equipo alfa fue a la necrópolis, planean robar cuerpos para continuar con los experimentos de quimico blanco.

— ¿El equipo alfa también está vivo? —preguntó Kaoru con un poco de ironía en la voz—. Quien lo hubiera imaginado.

—En ese caso, debemos detenerlos —Dijo Momoko—. El quimico blanco representa un peligro para todos nosotros.

—No es necesario —intervino Dai por primera vez en la conversación, los ojos de todos los presentes se pusieron sobre él, pero este no pareció incómodo y continuo hablando—. Varios capitanes fueron enviados ahí para proteger la necrópolis y sus instalaciones. Además el equipo Alfa jamás ha representado gran amenaza para nosotros, ¿Por qué no dejar que ellos se encarguen?

—Además, por la pelea que tuvieron con esos hombres yo diría que no están en condiciones óptimas para pelear con nadie ahora mismo —acotó Takaaki mirando a las tres.

— ¿Acaso me dijiste débil? —preguntó Kaoru encarando al rubio.

—Necesitaste a otros dos capitanes para pelear contra un humano común y corriente, quizás seas un arma, pero justo ahora no me das miedo.

Kaoru dio un paso más hasta él, pero una pared negra se levantó entre ellos dividiendo a las mujeres de los capitanes. Kaoru y las otras dos mujeres miraron a Him, pues sabían que era el responsable de hacer aparecer aquello.

— ¿Lo que él dice es verdad? —Preguntó el hombre interesado. Kaoru guardo silenció indispuesta a admitir que el capitán tenía razón, lo que hizo que Him tomara aquello como un rotundo sí—. En ese caso, tendrán que entrenar. Las he dotado con un poder increíble, ahora será mejor que lo utilicen con sabiduría o todo esto habrá sido una pérdida de tiempo. Hay una cámara especial aquí para ustedes, allí podrán entrenar sin que nadie las moleste. Haremos lo que mis capitanes me recomiendan, informaré inmediatamente del ataque, mientras tanto, ustedes se quedaran aquí.

La pared al lado de las mujeres se abrió como si siempre hubiera habido una puerta ahí. Las mujeres hicieron una reverencia antes de salir de la habitación.

—Tú hermano es un idiota —le dijo Kaoru a Miyako una vez que habían llegado al lugar seguro.

—Solo dijo la verdad. Te has vuelto muy débil, ¿Es por tu edad? —habló la muchacha burlona.

Kaoru no le vio la gracia, así que la golpeo de lleno en la cara mandándola directo al suelo.

— ¡Hey! —gritó Momoko separándolas con quimico en forma de tentáculos—, ¡Ya basta! ¿Qué van a ganar haciendo eso?

— ¡Entrenar! —se justificó Kaoru—. ¿Enserio estas utilizando esto contra nosotras?

Kaoru levanto su brazo y el tentáculo de Momoko se evaporo rápidamente convirtiéndose en un polvo negro que se dispersó por el aire desapareciendo. Kaoru cayó en el suelo dando una pirueta. Miró hacia arriba, donde Miyako seguía atascada.

— ¿Por qué no bajas?, ¿Es por tu edad? —le regresó la broma Kaoru sonriendo.

—Muy graciosa —dijo Miyako moviéndose en el aire.

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El teléfono de todos no había dejado de sonar desde que se habían ido a cumplir la misión que Utonio les había encomendado, pero nadie contestaba, no solían atender llamadas mientras viajaban o realizaban ningún tipo de misión, porque eso podría llegar a distraerles y ellos solían ser bastante profesionales en su trabajo, así que el no utilizar teléfonos era una especie de regla no escrita. Pero la verdad es que ya estaban hartos de escuchar los teléfonos de todos sonar una y otra vez de forma tan insistente, tenían miles de llamadas perdidas de muchas personas.

— ¡Ha!, ya me harté, voy a contestar —Dijo Boro contestando, talvez, la llamada número quince que recibía en el día—. ¿¡Butch, que demonios es tan importante?!

—Utonio está muerto.

Boro se quedó callado ante la noticia, miró a los demás miembros del equipo, que no parecían estar prestándole atención.

— ¿Qué paso? —preguntó el hombre con una voz más calmada.

—Después de que se fueron fuimos atacados, nuestras sospechas eran ciertas, ellas estaban vivas, Boro. Pero ellas ya no son quienes conocíamos, así que ya no hay razón para que sigan con esa misión. Vuelvan a casa antes de que terminen muertos —Boro guardó silencio un momento mientras veía a su equipo—. Ya no estamos seguros de sí deberíamos seguir con todo lo que hemos hecho. No creemos soportar la muerte de nadie más.

Boro soltó un suspiro recordando a sus viejas compañeras. Aquellas por las que sin duda él se hubiera sacrificado como ellas lo hicieron por él.

—Morir no es el problema Butch, esa sería el alivio definitivo para el dolor con el que cargamos, pero sólo piénsalo un segundo, ¿serías capaz de abandonar este mundo sin haber luchado, o al menos intentado conseguir realizar lo que ellos buscaron hasta la muerte?, ¿eres capaz de despreciar su sacrificio, aquel que hicieron en aras de que tú vivieras y tuvieses la oportunidad de triunfar? —Butch se quedó callado al otro lado de la línea—. Las chicas se sacrificaron, más no en vano, pues sabían que si ellas no podían, ustedes sí. Pelea, en su nombre, y para mantener su recuerdo, el recuerdo real. Nosotros hacemos lo mismo.

Luego de eso colgó y explicó a todas las mujeres la situación, pero ninguna pareció cambiar de opinión por lo que la misión continuó. Al llegar a la necrópolis bajaron de la camioneta. Dany y Roxy fueron por un lado mientras Boro y Jess por el otro.

Boro comenzó a cavar en las antiguas tumbas de los viejos soldados que habían terminado en ese abandonado lugar. Sacaba los cuerpos, algunos en descomposición y otros peculiarmente más recientes y en buen estado, y una vez que terminaba iba con el siguiente.

El cielo había comenzado a oscurecerse conforme pasaban las horas, parecía que llovería antes de que anocheciera por completo, puesto que el cielo cubierto de nubes se tornó de un color rojo bastante peculiar que ponía los pelos de punta.

—Creo que esto es cruel... —decía Jess mientras le incrustaba en la cabeza una aguja al hombre muerto—; demasiado cruel —El olor era nauseabundo y el aspecto de los cuerpos no era mucho mejor. Verlos provocaba nauseas.
Boro no dijo nada, se dedicó a seguir escarbando.

—Boro... —insistió ella para que el hombre le hablara.
Pero Boro no le prestaba atención, parecía exhortado en otra cosa. Parecía estar buscando algo en aquel cementerio. ¿Qué podía buscar él en un lugar así? se preguntaba Jess mirando como él, lleno de fango, salía de la tumba que había profanado con su pala y caminaba hacia otro lugar. Justo en ese entonces fue cuando Jess supo a donde se dirigía.

—Roxy... —le dijo ella a su compañera la cual se había dedicado a llevar a los nuevos "despertados" como habían decidido llamarles, hasta la camioneta. La muchacha miró a Jess atenta—. Quédate aquí —le ordenó y fue tras Boro.

Cuando lo alcanzó el hombre estaba frente a tres tumbas. Su tierra estaba levantada como si recientemente la hubieran removido. Jess sintió como el pecho se le comprimía. Las tres tumbas tenían cada una flores que se habían marchitado. Jess las había puesto ahí junto con Boro hace unos meses en el aniversario de la muerte de los dueños de aquellas tumbas.

Jess corrió hasta Boro y le quitó la pala de las manos mirándolo furiosa.

— ¡Acordamos que ellos no volverían! —le gritó al borde de la histeria—. Ellos se sacrificaron ya por la causa, no voy a dejarte que hagas esto, no con ellos —su voz se quebró de repente.

Boro la abrazó, pero estaba serio.

—Jess, la tierra ya estaba así cuando yo llegue —le confesó.

Entonces las tres tumbas comenzaron a moverse, la tierra a su alrededor se levantó y de improvisto salieron tres capitanes de la muerte de ellas.

—Conmovedor —dijo Karin sonriendo mientras se ponía de pie. A su lado estaban Alexandra y Deimos—. ¿Vez lo que pasa cuando desapareces?

Jess y Boro miraron a esos tres pálidos, como si no pudieran creerlo. Tenían el cabello blanco y los ojos negros, pero no había duda alguna, eran ellos. Eran los antiguos miembros de su equipo, los antiguos líderes del equipo Alfa.

—Ángel —la voz de la mujer se rompió al mirar a Deimos.

El muchacho miró a la mujer sorprendido—. ¿Cómo sabes mi nombre?

No fue el único sorprendido, Karin y Alexandra también estaban sorprendidas de que esa mujer conociera el nombre de su hermano. Antes de que él renaciera como Deimos.

— ¡Ángel! —Jess dio un paso enfrente aún sin creérselo.

Deimos no retrocedió, pero disparó su arma una vez deteniendo los pasos de Jess hasta él, Boro por su parte tomo a la muchacha del brazo aún sin dejar de ver a los capitanes.

—Deja… deja de decir ese nombre —Le advirtió el hombre mirándola amenazadoramente.

Jessica lo conocía, conocía a todos ellos igual que Boro. Y jamás en toda su vida les habían dado una mirada como aquella, haciéndolos darse cuenta de que ya no eran realmente quien ellos creían, ahora solo eran marionetas de Him. Lo que ellos fueron, todos los lazos que alguna vez crearon, se habían roto y perdido para siempre. Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas, pero no estaba triste, estaba furiosa; furiosa de que Him se hubiera atrevido a profanar los cuerpos de sus compañeros.

—Acabemos con esto —dijo Deimos avanzando hasta ellos.

Pero Jess reaccionó disparándole varias veces en el pecho, aunque el impacto hizo a Deimos retroceder un par de pasos, eso no basto para derribarlo. Karin y Alexa, al ver como habían atacado a su compañero, decidieron que era tiempo de entrar en acción.

El piso a su alrededor comenzó a moverse nuevamente, no como un temblor, sino como si hubiera algo debajo de la tierra retorciéndose y queriendo salir. Pronto se dieron cuenta de que eran necróticos. Escucharon un grito lejano. Dany y Roxy debían de haberse encontrado con esas cosas también.

Primero eran diez, pero pronto comenzaron a salir más y más. De cada tumba, de cada rincón bajo sus pies. Los tenían rodeados, después de todo, estaban en un cementerio. No sabrían decir cuántos eran.

Karin reía mientras Deimos y Alexa solo miraban como Jess y Boro trataban de quitárselos de encima.