Pareja (s):
AlfredxArthur, USX UK, Estados UnidosxInglaterra (así o más claro~)

Disclaimer:
Los personajes de esta historia no me pertenecen, como tampoco las canciones que aparecen en ella todo pertenece a sus respectivos dueños.
P.D: y tampoco son de Alfred.

Advertencia:
Les recomiendo de verdad escuchar las canciones conforme aparecen en la historia pues da un ambiente mucho mejor y si no lo hacen puede que no entiendan ni "J". Si no lo han hecho por lo menos escuchen la que aparece en el concierto…
Pondré los nombres de cada canción en letra cursiva para que sea más sencillo ubicarlas~ además estarán en las notas finales.
Esta historia ocurre en un universo alterno por lo que los personajes no son países, está narrada en primera persona y pues nada es tan sana como una rebanada de pan.

Notas de inicio:

¡¿Adivinen quién llegué?! Ok lo sé… patética entrada u.u
Bueno esta es la tercera y última entrega de este fanfic musical~ *suena el violín de Arthur al fondo con una canción depresiva*

Gracias por darle una oportunidad a esta historia espero que éste final llene sus expectativas y los deje con un buen sabor de boca… Sin más aclaraciones son bienvenidas a leer~

One, Two, Three, Go!

~*~ Compositor de amor ~*~

El tiempo se me fue tan rápido después de haber terminado la última canción con Alfred que parecía casi imposible creer que hubiera pasado ya un mes entero, Alfred no me había buscado en todo ese tiempo ni yo a él, pero no había día en que dejara de pensar en su rostro, su sonrisa, su música y en que nunca le di una respuesta sobre la canción para la prueba final, igual yo ya estaba trabajando en mi propio proyecto por mi cuenta, estoy seguro de que él estaba haciendo lo mismo por su lado, admito que hay veces voy furtivamente a ensayar a las salas cerca de donde él suele practicar, hay días en los que escucho su piano desde afuera de la puerta y de nuevo sus notas hacen que mis pies se claven en suelo impidiendo que pueda moverme de ahí como la primera vez que lo oí tocar y los días en los que no lo oigo desde el pasillo me parecen tan vacíos y sin vida que incluso logran deprimirme, también suelo subir de vez en cuando a la azotea pero nunca lo encuentro, quizá dejo de subir para no encontrarse conmigo y no lo culpo debe de estar molesto por no haberle dado una respuesta.

Ya solo quedan tres meses para la gran prueba y todo el mundo aquí esta vuelto loco algunos se desvelan toda la noche con las constantes prácticas, incluso las clases se suspenden más temprano de lo normal y los profesores ayudan a quien tenga alguna duda en las horas de su clase, yo solo esperaba salir del aula e ir a las salas de ensayo para escuchar a Alfred -aun siendo a escondidas- me inspira un poco en la canción que estoy escribiendo, ese sentimiento que me llenaba por completo con sus notas tan bellas y llenas de él, incluso sé que jamás podría confundir su forma de tocar, aunque nunca lo veo yo sé bien quien tocaba al otro lado de la puerta con solo escuchar las notas llenas de amabilidad que hacen resonar mis oídos estoy seguro de que es él y lo imaginó frente al piano rozando las teclas con sus cálidas manos, esa tarde me apresuré de nuevo a la salas de ensayo después de mis clases, mi sonrisa apareció en cuanto escuché una canción conocida Nocturne de Chopin, y la forma tan majestuosa en la que las notas sonaban solo pertenecían a él así que me quedé una vez más hasta el final de pieza como era mi nueva costumbre.

−¿Por qué no entras Arthur?− Pase saliva como pude al oír la voz familiar de Marie en mi espalda -para ser preciso justo en mi oído- la miré conteniendo el aire en mi garganta ¿cuándo había llegado? Estaba tan absortó en la música de ese americano que ni siquiera la oí llegar.

−Y-yo solo estaba de paso y no quería interrumpir...− Comenté casi con un susurro, no quería que Alfred nos escuchará de ninguna manera por suerte traía conmigo el estuche de mi violín así mi mentira será más creíble.

−Bien, Alfred está adentro y se detuvo así que vamos− Antes de poder inventar alguna excusa para zafarme de ella, abrió la puerta y me jaló de la mano para que entrara con ella, me quedé como una estatua en cuanto vi a Alfred alzar la mirada desde el piano, me miró unos momentos con una expresión que no pude leer, ¿estaba sorprendido de verme o estaba molesto? No me atrevía a siquiera respirar y fue peor cuando su rostro volvió a quedar oculto tras el piano impidiéndome ver sus reacciones, la melodía comenzó a resonar nuevamente. −Ven vamos a sentarnos atrás− Marie me condujo a través de toda la sala hasta llegara al fondo, sentí mis latidos correr, no sabía si de nervios o de miedo, pero ninguno de los dos parecía ser bueno para mí.

La canción en si era bastante tranquila pero me sorprendió un poco la fuerza que Alfred imprimía en cada nota que tocaba, no podía sentir si estaba molesto o no, solo podía ver su espalada y sus manos haciendo esa danza adictiva sobre las teclas, me sentí tranquilo, como embriagado por el bello sonido, las suaves notas parecían seducir a mis oídos de una manera única dejándome perdido en un mundo totalmente fuera de aquí, una vez que la pieza musical concluyo Marie dio pequeños aplausos y la acompañé con timidez.

−Sin duda el apodo que te dieron en tu salón te va muy bien− Comentó ella acercándose hasta el piano yo no me atreví a moverme de donde estaba.

−Ha ha ha… ¿El de PianoMan?− Ambos se echaron a reír y yo lo único que quería era salir de ahí de una vez por todas. −Artie~ ¿Dónde has estado?− Me sobresalté en cuanto me miró, no había enojo en su mirada ni mucho menos en su voz, pero no sabía que decir o hacer me sentía como perdido en la peor de mis pesadillas.

−En mis clases y prácticas− Respondí aclarándome la voz un poco, a pesar de que la disculpa seguía atorada en mi garganta se negaba a salir de ahí.

−Oh eso es muy de ti, yo igual he estado algo ocupado así que te entiendo− Me sonrió con una dulzura que me hizo sentir la peor persona sobre la tierra, la necesidad de disculparme fue tan aplastante que de no ser por Marie ya lo hubiera hecho.

−Bueno Alfie, te dejo lo que me pediste y me voy retirando que tengo clase− En cuanto la vi darle un beso en la mejilla de despedida quise detenerla a como diera lugar, lo último que quería en esos momentos era estar a solas con Alfred. –Nos vemos después Arthur− Su sonrisa esta vez no me pareció ser falsa, más bien la vi como si fuera el demonio mismo, una vez que salió de la sala Alfred volvió su vista a los papeles que le había dejado Marie hojeándolos un poco, no sabía cómo irme de ahí, o qué decir el silencio era tan espeso e incómodo.

−¿Viniste a practica a alguna de las salas?− No me atreví a moverme ni un centímetro de donde estaba sentado.

−Sí, pero todas están llenas− No era del todo una mentira, no había revisado todas las salas pero era lo más probable, en estos tiempos todo querían ensayar y las salas estaban siempre llenas.

−Puedes hacerlo aquí si quieres… yo ya terminé− Sentí su tono rebosante de alegría y eso me relajo por lo menos un poco.

−Gracias…− Fue lo único que logré decir, no sabía bien que hacer o decir, lo único que pude hacer fue levantarme de donde estaba.

−¿Me dejaras oírte?− Mis mejillas ardieron un poco por la sonrisa infantil que adornaba su rostro en esos momentos y por la forma de preguntar, sonó como si de verdad quisiera escucharme tocar.

−Y-yo…− Tartamudeé un poco sin saber que decir y sentí sus ojos examinarme, lo que me estremeció haciéndome casi perder el equilibrio.

−Vamos Artie di que sí…− Desvié la mirada a otra parte que no fuera su encantador rostro y esos ojos suplicantes, asentí casi robóticamente y caminé despacio para colocar en un banco mi estuche, comencé sacando las partiduras de una pieza que había estado practicando para una de mis clases se titulaba Devil's Trill Sonata las coloqué en el atril y pude ver que Alfred se encamino hacia ellas observándolas mientras yo limpiaba mi violín con el cuidado de siempre.

−Wow es una canción realmente complicada− No lo negué, lo era, el profesor siempre daba piezas según el nivel del músico y ya que yo era el mejor de la clase me tocaban las partiduras más difíciles, aquellas que de verdad resultaban ser una verdadero reto perfeccionarlas, Alfred me miró lleno de emoción y tuve que aspirar profundo antes de ponerme en posición para tocar, él por su parte acomodo las partiduras de nuevo en su lugar y se fue a sentar frente al piano asegurándose de permanecer en un lugar en donde me pudiera ver a la perfección, me sentí ahogado por su profunda mirada pero a la vez me daba la fuerza y confianza para tocar, me llenaba de un sentimiento indescriptible, entoné la canción con una fuerza y precisión que ni yo me esperaba, la forma en que las notas salían de mi violín me hizo recordar cuando era pequeño y mi madre me llevo a escuchar la banda sinfónica, me acordé de aquel violinista y su forma tan majestuosa de tocar, entonces me di cuenta de que por fin había logrado lo que había anhelado en aquel tiempo, solo podía sentir mis dedos deslizándose sobre las cuerdas y mi arco yendo de arriba abajo demostrando que esta vez mi violín tenía el control y no yo, solo toque una parte pues era la que me había encargado mi profesor. –Antes ya pensaba que tocabas genial… pero ahora me has dejado sin palabras− Los ojos de Alfred estaban llenos de fascinación, me pregunté si era hacía mi o hacía mi forma de tocar, al menos de algo podía estar seguro en ese instante no me sentía en desventaja con la forma en la que él tocaba pues me sentía más fuerte que nunca y estaba orgulloso del cómo había tocado, aunque irónicamente toda esa emoción que use en la canción es lo que Alfred era capaz de causarme cuando lo tenía cerca.

−Gracias…− Le di la espalda y dejé ni violín reposar en el estuche, las manos aún me vibraban por la energía con la que había tocado, trataría de no olvidar como volver a tocar así.

−No tienes ni idea de cuánto quiero volver a tocar contigo− Mis latidos se aceleraron con esas palabras pues no me había dado cuenta de a qué hora Alfred se había acercado hasta quedar en mi espalda. −¿Tu no quieres volver a tocar conmigo?− Sentí sus palabras en mi oído y el calor de su cuerpo abrazar mi espalda, quise voltear y comprobar que tan cerca estaba pero me contuve a mí mismo, di un bote en cuanto sentí su mano danzar por mi cabello, me di cuenta lo mucho que había estado extrañando esa calidez de sus manos y el bello escalofrío que recorría mi cuerpo entero con su cercanía, quería tocarlo también pero solo pude morder mi labio conteniendo la respiración. –Solo una vez más− La palabra "querer" se quedaba corta comparada con lo que sentía en ese momento deseaba, no, necesitaba tocar una vez más junto a Alfred sus palabras me había dejado sin fuerzas para negarme, llevé mi mano al estuche con la intención de cerrarlo guiado por la voz de la razón pero en cuanto Alfred advirtió mis movimientos me tomó la mano alejándola con suavidad. –Por favor Artie− Rocé la suave madera del violín con la yema de mis dedos y me repetí una y otra vez mentalmente que solo sería una vez, solo una vez más.

−¿Qué es lo que quieres tocar?− No me volteé a encararlo, solo me limité a preguntar y mis oídos vibraron por la pequeña risa que soltó cerca de mi cuello, una que me recorrió toda la columna vertebral.

−Ya veras, te gustara− No sabía si agradecer o maldecir cuando se alejó de mí, mis deseos de sentirlo cerca no disminuyeron pero tampoco aumentaron y una sensación de abandono me tomó por sorpresa. –Mira− Por fin me di vuelta para ver los papeles que me extendía, los examiné con cuidado era una pieza titulada "Fragmentos de Luna", el titulo me llamo la atención pero lo dejé pasar concentrándome en las notas, nunca la había visto u oído por lo que deduje que él la había compuesto −¿Te gusta?− Me miró con esos ojos llenos de luz, como los de un niño pequeño que presume un premio que acaba de ganar.

−¿Tú la escribiste?− Por su sonrisa llena de orgullo era más que obvio que la respuesta era sí pero igual me atreví a preguntar.

−Sí, es la canción de la que te había hablado− Mis ojos volvieron a las notas y mis mejillas ardieron un poco, de verdad le debía eso, si en algún momento había podido negarme a tocar con él ahora ya no quedaba ni una sola posibilidad de hacerlo, me invadió un sentimiento mucho más fuerte que la razón, la culpa.

−No te prometo que salga perfecta pero puedo intentarlo… si quieres− Su sonrisa inundó mi mirada, era la más hermosa que había visto en él, esta vez fue completamente abierta dejando ver sus perfectos y blancos dientes, prácticamente corrió a acomodarse frente al piano poniendo sus propias notas en un lugar visible para él, yo por mi parte también coloqué las hojas en el atril y fui por mi violín, las estudié un poco antes de responder a la ansiosa mirada de Alfred, asentí para indicarle que estaba preparado, claro que cada canción tenía que practicarse antes de ser tocada pero al menos yo con el paso del tiempo había aprendido a seguir todas las notas de una vez y actualmente solo usaba la práctica para perfeccionarlas y memorizarlas, no para seguirlas, así que no iba a ser un problema no saber que seguía, estaba acostumbrado a tocar y leer al mismo tiempo, respiré hondo al tiempo en que Alfred se acomodó mejor sus anteojos.

−¿Listo?− Asentí y ya que esta vez los dos instrumentos entraban al mismo tiempo, a diferencia de las otras canciones que habíamos tocado antes en donde Alfred hacía primero su entrada, él dio la señal de entrada en voz alta contando hasta tres, era una canción con un inició fuerte pero después se suavizaba haciendo una melodía ¿romántica? Me sentí por alguna razón extraño con el tono que llevaba esa canción pero aparte todo pensamiento que no me permitiera concentrarme en lo que hacía, entonces ubiqué las siguientes notas ¿rasgueo? Ya que no estaba preparado para eso me detuve y en seguida Alfred también lo hizo.

−Lo siento…− Atiné solo a decir eso y él me sonrió de lo más relajado, ¿acaso se estaba burlando de mí? Ya le mostraría.

−Descuida, no conoces la canción después de todo, pero fue un buen primer intento, el inició estuvo perfecto− Aunque lo dijera con ese ánimo, mi orgullo estaba comenzando a querer mandar, sabía bien lo que venía no podría dejarlo así, no hasta que esa canción me saliera perfecta, la razón me decía que me retirara y olvidara todo de una vez por todas pero simplemente no podía darme por vencido así como así, además me había comprometido a tocar con Alfred esa canción y mi culpabilidad no se iría hasta que lograra tocarla por lo menos una vez completa.

−No entiendo esta parte del rasgueo− Tomé las partiduras y me senté a su lado en el piano, él me sonrió de nuevo con ese toque infantil antes de mirar las notas que le señalaba. −¿Cómo es que metiste algo así?− La respuesta a esa pregunta me golpeo segundos después de haber hecho la pregunta, era obvio, Marie.

−Mmm... en esa parte me ayudo Rick− Me sorprendí bastante en cuanto escuché eso. −Solo le pregunte qué era lo más genial que se podía hacer en un violín y me dijo varias cosas entre ellas el rasgueo por eso decidí meterlo con su ayuda claro− Su sonrisa en esos momentos era orgullo puro pero sin duda eso no le restaba belleza.

−Ya veo, puedo hacerlo pero requiere un poco de practica− Comenté con sinceridad, las notas en si ya eran difíciles y si a eso le aumentaba el rasgueo era imposible que pudiera seguir una canción así de la noche a la mañana, Alfred me miro lleno de anhelo y solté un suspiro resignado.

−Si quieres podemos dejarlo así Artie...− Ahí estaba una oportunidad de escapé pero realmente no estaba seguro de si era mi orgullo o la culpa lo que me obligaba a no escapar, lo medité unos minutos, si me comprometía a ensayar la canción con Alfred tenía que dedicarle tiempo, para ser preciso el tiempo que necesitaba para terminar mi proyecto final, la solución se presentó ante mis pensamientos pero intenté apartarla de inmediato, no, esa no era una solución más bien una forma de estarme torturando diariamente, aunque mayor tortura había sido no poder ver a Alfred en tanto tiempo aún no logro entender cómo es que lo soporte todo ese tiempo.

−Solo faltan menos de tres meses...−

−¿Hablas de la prueba final?− Asentí al darme cuenta de que estaba pensando en voz alta. −Ni que lo digas, aun no sé qué voy a tocar− Lo miré sorprendido, Alfred era un genio en cuanto al piano, siempre tenía algo que tocar, creí que a estas alturas ya tendría una pieza con la que los jueces apenas y le verían las manos.

−¿En serio? ¿Por qué?− Pregunté con curiosidad, realmente quería saber.

−Un bloqueo− Su simple respuesta me pareció genuina a todos los músicos les pasaba por lo menos una vez aunque nunca lo hubiera creído de Alfred, él siempre tenía algo que expresar, era una de las cualidades que admiraba en él.

−Eso es extraño en ti...− Comenté con tranquilidad a lo que solo me sonrió relajado, encogiéndose de hombros, la ligereza con la que se tomaba las cosa seguía también ahí, quizá por eso no estaba molesto conmigo.

−Ya se me pasara... espero− Volvió a pasear su mano por mi cabello y esta vez si la aparte frunciendo un poco el ceño, si me seguía tocando no podría resistir más el dejar la razón a un lado y guiarme solo por mis sentimientos que ya eran demasiado fuertes, más de lo que yo pensaba.

−Deja de tratarme como a una mascota...− Le reclamé intentando sonar molesto pero no funciono, era porque de alguna manera me gustaba que lo hiciera.

−De verdad eres gruñón...− Sentí sus carcajadas llenar mis oídos y solo bufé un poco, comenzó a jugar con los dedos de mi mano enlazándolos con los suyos provocándome un escalofrío tras otro por el simple contacto y la fricción que se creaba, pasé saliva intentando controlar mi respiración.

−¿Nunca puedes estar quieto?− A pesar de ordenarle a mi mano alejarse mi cuerpo se negó a obedecer, lo que me hizo soltar otro bufido, Alfred miro nuestras manos como si se acabara de dar cuenta de lo que estaba haciendo, solo me dio una sonrisa extraña y apartó su mano poniéndola en las teclas del piano.

−Manos de pianista, parecen tener vida propia créeme es imposible controlarlas− No pude contener mi risa ni un segundo con su comentario y él también soltó unas carcajadas. −Además no puedes culparme, extrañé tu cabello rebelde− Volví mi atención a las partiduras en un acto desesperado por escapar de su mirada.

−¿Por qué el titulo?− Pregunté lo primero que llego a mi cabeza y él me sonrió lleno de complicidad, supe que no había sido una buena idea preguntar eso.

−Bueno eso es porque tú y yo queremos ser estrellas de la música ¿no?... y me dijiste una vez que las estrellas eran fragmentos de la luna, por eso el título de la canción− Decir que su respuesta me gusto fue poco comparado con lo que sentí, quería agradecerle del modo que fuera, ahora lo sabía, de verdad solo había pensado en mí para esa canción, me sentí un idiota por haberlo dudado antes.

−¿Aún sigue en pie tu propuesta?− Pregunté sintiendo mis mejillas más calientes que nunca, ni siquiera me atreví a mirarlo por la vergüenza que sentía en ese momento ¿Y si me dijera que ya era tarde? Podía esperar cualquier respuesta.

−¿Hablas enserio? Nada me gustaría más que tocar contigo en la prueba final− Fue casi imposible disimular los sentimientos que esas palabras desataron en mi interior, lo había hecho ya no podía dar marcha atrás, estaba aceptando tocar una vez más con Alfred.

−Bien, tocaré contigo…− Sentí sus brazos fuertes a mi alrededor envolviéndome tal y como su música lo hacía, por un momento creí que mi corazón se había detenido pero de pronto se aceleró casi queriendo salir de mi pecho.

Gracias Arthur…− Nunca olvidaría ese susurro en mi oído, tan lleno de sinceridad y belleza, por primera vez amé una simple palabra, ese "gracias", Alfred podía hacer sonar ese simple palabra como la melodía más bella.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~Compositor de amor~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

Trabajar en la canción junto a Alfred resultó ser mucho mejor de lo que yo creía, me demostró cuanta pasión le tiene a la música y cuanto conoce de ella, cada día que pasabamos ensayando lo iba conociendo más y por supuesto que con cada día que pasaba parecía que me iba enamorando más de él hasta el punto en que las horas se me hacían eternas si no estaba junto a él, que después de cada ensayo se me hacía más difícil irme aun sabiendo que lo vería al otro día, era una lenta y dulce tortura cada vez que lo tenía cerca, muy cerca de mí y a la vez tan lejos, tan inalcanzable.

−¡Genial logramos la parte más complicada!− Intenté quitármelo de encima pero en esta última semana que habíamos estado ensayando eso de evitar sus abrazos se hacía cada vez más difícil, en primer lugar porque se abalanzaba sobre mí cada que algo le emocionaba o le gustaba y en segundo porque cada vez que lo hacía mi cuerpo se negaba a reaccionar para alejarlo, era todo lo contrario cada vez disfrutaba más que lo hiciera.

−Alfred, ya hablamos de esto y el espacio personal ¿recuerdas?− Lo quise empujar pero mis fuerzas como siempre se negaron a salir y lo único que logré fue posar mi mano sobre su liso abdomen, dándome una sensación tan placentera que apenas podía disimular.

−Mmm… tendrás que recordármelo− Escuché su maldita risita burlona en mi oído era obvio que lo recordaba pero solo se estaba haciendo el que no lo sabía.

−Haff… olvídalo solo déjame respirar de una vez− Una vez que se apartó me aseguré de fulminarlo con la mirada ignorando el calor en mi rostro, odiaba que cada vez que dejaba de tocarme esa sensación de abandono me inundaba y me recordaba que él no era para mí.

−Lo siento Artie es que estoy muy feliz− También odiaba su felicidad tan contagiosa. –Además cada día me siento más cerca de ganar en la prueba final− Para que mentir yo también me sentía así, la canción de Alfred era realmente increíble estoy seguro de que con ella no tenemos posibilidades de perder, además nuestra conexión era perfecta y los sentimientos parecían fluir por si solos en esa canción.

−Pues en algo tienes razón la prueba final está cada vez más cerca, ¡así que al piano Jones!− Eso, entre más lejos lo mantenga de mí, mejor. −La música no se va a tocar sola− Entre pucheros Alfred obedeció y se fue a sentar al piano aunque desde ahí se encargó de seguir haciendo que me sonrojara pues las tentadoras sonrisas que dibujaba en su rostro eran realmente afrodisíaco puro.

−Relájate Artie... tendremos la canción a tiempo vamos bien y apenas son las primeras semanas...− No tenía ni que decírmelo confiaba en mi talento y también en el de él, tendríamos la canción completa incluso antes de tiempo de eso estaba seguro.

−No te confíes tanto− Dio un suspiro sonoro ante mi comentario y mis oídos se llenaron por completo con el sonido, no es que quisiera tener el papel de aguafiestas pero si algo había aprendido durante los ensayos anteriores es que Alfred era demasiado flojo por lo que necesitaba un poco de presión para tomar las cosas en serio y esforzarse al máximo.

−No te han dicho que hay niveles de amargosidad...− Quise golpearlo con mi violín pero ¿Qué culpa tenía mi pobre violín? Ninguna, exacto.

−Cállate y empieza de una vez a tocar− Me dio otra sonrisa maliciosa y se estiró un poco antes empezar a tocar Fur Elise de Beethoven, lo miré un poco extrañado y solo se rio un poco sin detener la música, me acerqué dispuesto a sacrificar mi violín con la esperanza de arreglar un poco su descompuesto cerebro.

−Siéntate Artie− Lo miré con desconfianza pero igual me senté a su lado frente al piano, terminó la canción que estaba tocando y me dio una ligera sonrisa. –Te quiero mostrar algo− Imaginé que sería una nueva canción por lo que asentí con tranquilidad. –El problema es que todavía no la termino− Me miró con esa profundidad en sus ojos con analizando cada parte de mi rostro, solo pude desviar la mirada a otra parte con las mejillas ardiendo, tenía que controlar mis reacciones pero no me ayudaba en nada que Alfred fuera así de adictivo para mí y sobre todo que no se diera cuenta de lo que sus simples miradas me provocaban.

−Si no vas a mostrarme nada ahora entonces continuemos el ensayo− Apenas iba a levantarme cuando sentí su mano rodear mi muñeca por lo que di un jadeo ahogado por la sorpresa.

−Tomemos un descanso ¿sí?− Lo miré un poco desconcertado, él nunca me pedía que descansáramos así que supuse que de verdad estaba cansado.

−Bien, pudiste decirlo desde el principio− Quería pararme y alejarme de él pero aún tenía mi mano cautiva, solo se encogió de hombros por mi comentario pero no me soltaba y comenzaba a desesperarme, ya no sabía si quería soltarme o que me tocara más. –Alfred quieres soltarme…− Pedí con la voz más tranquila que tenía.

−No, si lo hago te iras de aquí− Sentí aún más calor en mi rostro ¿Qué se suponía que significaba eso?, nada, no es nada me repetí mentalmente una y otra vez hasta creérmelo, nos quedamos en silencio un rato y aunque evitaba verlo sentía su mirada por todo mi cuerpo poniéndome más nervioso cada vez.

−¡Listo!− Casi me dio un infarto por el grito que pegó así de repente, lo miré con mi instinto asesino, aunque no hice nada cuando soltó mi mano para sacar un cuaderno y ponerse a escribir algunas notas en un pentagrama que tenía mal dibujado. –Perfecto… ya casi la terminó− Escribió rápido y bloqueando el cuaderno de mi vista con su cuerpo, en cuanto terminó cerró el cuaderno lanzándolo de vuelta a su mochila. –Bien si quieres ya podemos continuar− Me dio una sonrisa ladeada y yo lo miré con sospecha de que me estuviera ocultando algo.

−Está bien− Susurré poniéndome de pie para ir hasta mi lugar, miré a Alfred un momento para la señal de inicio, ensayamos largo rato después de eso, no comprendí su misterio de esa tarde pero no pude evitar que la ilusión me invadiera, pues ya imaginaba de que se trataba todo eso, una nueva canción y si quería mostrármela era por algún motivo, lo admitiré no quería esperar más, la curiosidad me invadía pero tampoco haría algo por descubrir que es lo que estaba haciendo pues de alguna forma esperaba que me sorprendiera con algo que no me esperaba.

A un mes de la competencia final la canción iba realmente bien, los fallos que llegábamos a tener eran mínimos, la hubiéramos perfeccionado hace semanas pero a veces notábamos que algunos cambios eran necesarios y eso me gustaba porque a pesar de que la canción era de Alfred me dejaba opinar y cambiar cosas en ella, así sentía que el proyecto era de ambos.

−Bueno que opinas Artie, de verdad sonó perfecta esa vez− Le sonreí complacido, la verdad era que ya no necesitaba más cambios, me parecía perfecta a mí también.

−Creo que mejoro bastante con los cambios que hicimos…−Admití deslumbrándome con la sonrisa que me dio desde su lugar.

−Bueno esto merece celebrarlo ¿no crees?− Preguntó con esa sonrisa maliciosa en el rostro, una que me sacaba suspiros ahogados.

−¿Y qué propones?− Me atreví a preguntar lanzándole una sonrisa similar a la que él tenía dibujada.

−Salgamos mañana, solo tú y yo− Me sentí morir con eso, no era una jodida cita, intenté golpearme mentalmente hasta sacar esos pensamientos de mi cabeza.

−Está bien, te veo mañana en…− Sabía que tenía que evitar a toda costa más contacto con él pero también estaba muy consciente de que Alfred no iba a aceptar un no por respuesta y haría de todo por convencerme lo cual no era muy tentador pues tenía unos métodos para convencer a las personas infalibles.

−¡Genial! A las tres en recepción− Solo confirmé nuestra salida antes irme directo a mi habitación, me repetí todo el camino que no había razón para sentirme así, no era una maldita cita por más que sintiera que casi lo era y para mi mala suerte esa noche no pude dormir, como era de esperarse Alfred no salía de mi mente, lo veía con tanta claridad a él y su sonrisa tentadora ¿Por qué me sonreía así? Ya lo había notado antes pero era tonto hacerme ilusiones por simples sonrisas.

En cuanto llego la mañana del otro día las emociones se me mezclaban todas en el estómago, ansiedad, emoción, miedo, expectativa y una duda tras otra invadían mi cabeza a veces acompañadas por fantasías que me ilusionaban aún más y otras que terminaban en pesadillas que destrozaban mis sentimientos.

En cuanto lo vi en recepción al bajar del elevador todas las emociones se multiplicaron por cien, su mirada alegre y su sonrisa infantil estaba ahí como siempre pero por alguna razón algo se sentía diferente entre nosotros, imaginé que era la relajación que ambos sentíamos por no estar en una sala de ensayo, no importaba lo que fuera, me gustaba como se sentía. Caminamos sin rumbo fijo por un rato una vez que salimos de la escuela y noté que nuestra forma de comunicarnos verbalmente era tan natural como cuando estábamos tocando, por fin tuve el valor de preguntar su edad y otras cosas de él, nada en especial realmente pero poder tener esa confianza con él era simplemente fascinante.

−¿Sabes? Rick me había contado un poco de ti antes de que hiciéramos el dueto...− Esa confesión me tomó por sorpresa y si no estuviera tan encantado con la compañía de Alfred definitivamente hubiera vuelto a la escuela a cometer homicidio de una vez por todas.

−Apuesto a que te contó cosas horribles de mi ¿no?− Era una realidad ese maestro me odia casi tanto como yo a él, pero Alfred se lo tomó a broma y se echó a reír.

−No creo que exista algo horrible en ti Artie~− Y ahí estaba de nuevo provocando que mi corazón se acelerara y sobre todo ilusionándome sin darse cuenta de lo encantadoras que podían ser sus palabras para mí.

−Lo hay...solo que no me conoces bien− Contesté con un poco de tristeza, era la verdad y la más terrible quizá eran los sentimientos que ahora alojaba por él en secreto, sentimientos que nunca debieron nacer.

−Pues yo no lo creo...− Susurró con muy clara inconformidad y dejé el tema ahí o comenzaríamos una discusión por un tema en el que no me iba dejar vencer pues nadie me conoce mejor que yo mismo y eso no estaba a discusión.

−¿Y a dónde vamos a ir?− Pregunté para cambiar el tema, Alfred solo miro a alrededor como buscando algo.

−¡Mira! Un MC'Donalds vayamos a comer ahí, no sé tú pero yo muero de hambre− Lo miré extrañado, parecía un niño pequeño ¿de verdad ese era su plan de "celebrar"? ¿Cuantos años cree que tenemos, siete? Igual lo seguí hasta el establecimiento un poco resignado, no es que tuviera otras opciones.

−Solo espero que no quieras ir al tobogán de pelotas− Comenté una vez que entramos y él rió como si le hubiera dicho el chiste del año.

−Si lo hago tu subirás conmigo ha ha ha~− Le lancé una mirada asesina desafiándolo a probar su suerte intentándolo.

No sucedió mucho después de la comida solo nos dedicamos a seguir caminando sin un rumbo fijo y hablando, yo lo sermoneaba sobre llevar una dieta saludable y él defendía su pasión por la comida chatarra, no fue la salida más romántica que tuve -a quién quiero engañar no fue ni un poco romántico- pero era de esperarse después de todo solo somos amigos y eso hacen los amigos, aunque no negaré que fue realmente agradable haber estado con Alfred casi todo el día.

Una vez que regresamos a la escuela subimos hasta la azotea, yo quería relajarme un poco y Alfred por supuesto solo quería evitar mi relajación, pero de cualquier manera no impedí que me siguiera.

−Ah~ estar aquí arriba es como entrar a otro mundo ¿no crees?− Lo miré extender sus brazos dejando que el aire le moviera el cabello y la chaqueta suelta que llevaba puesta, asentí como respuesta a su pregunta. −Ojalá pudiera traer el piano hasta aquí− Comentó con un puchero en el rostro.

−Ni hablar Jones, yo encontré primero este lugar así que ten por seguro que te correría junto con tu piano− Lo escuché reír por mi broma y sin previo aviso se abalanzó de nuevo atrapándome entre sus brazos y hundiendo su cabeza cerca de mi cuello dejándome sentir su respiración. −Alfred... el espacio ¿recuerdas?− Comenté entrecortadamente y él me miró con esa sonrisita maliciosa en el rostro, sentí que me derritió con solo eso, estaba tan cerca que mi corazón saltaba cada vez más rápido.

−¿Por qué no te gustan los abrazos, Artie? A todos les gustan los abrazos− Intenté empujarlo un poco al menos lo suficiente para que no notara los acelerados latidos de mi corazón.

−Pues a mí no y no voy a darte explicaciones− A pesar de mis palabras fingió no escucharme y siguió la batalla conmigo.

−Mentiroso... yo creo que si te gustan solo te da pena− Chasqué la lengua por ese comentario y por un momento creí que mi corazón iba a estallar por lo rápido que iba, por suerte Alfred se alejó, liberándome por fin.

−No miento...− Comenté intentando sonar seguro pero el sonido de mi voz titubeó un poco y el rojo de mi cara me delataba.

−Lo que digas Artie~− Suspiró y rodó los ojos, no quise reclamarle por ese gestó estaba demasiado alterado para siquiera decir algo.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~Compositor de amor~*~*~*~*~*~*~*~*~*~

De nuevo el tiempo parecía volar y solo faltaban unos días para la gran prueba final, todo el mundo estaba vuelto loco por ello, Alfred y yo ya habíamos logrado completar la canción y ya no necesitábamos las partiduras para seguirla, cada día me parecía que sonaba más perfecta que antes, quizá porque era que habíamos hecho juntos, era algo solo nuestro, me gustaba como sonaba eso.

No me sentía ni un poco nervioso pues de alguna forma con Alfred a mi lado me sentía lleno de confianza, cada vez que admiraba su sonrisa era como saber que todo estaría bien y sobre todo ya no me importaba demostrarle al mundo que era el mejor violinista más bien ahora quería mostrar la conexión que teníamos al tocar. Todavía estaba enamorado de ese americano, eso ni dudarlo por ello quería que esta presentación fuera la mejor, en cuanto llegara el momento tocaría como nunca, estaba decidido a entregarle todo con esta última tocada, pensar en que quizá fuera la última vez que lo vería me deprimía un poco pero también me hacía consiente de que tenía que aprovechar estos últimos ensayos y disfrutar al máximo de él, de su compañía, su hechizante risa y sus magnéticos ojos.

Así lo hice los días siguientes, a veces nos quedábamos hasta el anochecer platicando en la azotea después de las practicas, él se la pasaba haciéndome bromas o abrazándome cada vez que se le presentaba la oportunidad, yo por mi parte disfrutaba de todo lo que él era, esa actitud infantil que lograba exasperarme pero igualmente divertirme, ese afán de querer asfixiarme y descontrolar mis emociones con sus melosos abrazos y sobre todo en algunos momento disfrutaba de tenerlo a mi lado, de su compañía que ya me parecía tan necesaria como el respirar pero el tiempo seguía pasando rápidamente.

−Mañana es el gran día…− Comentó desde el piano haciéndome consiente de ese hecho, detecté ese toque de emoción en su voz y debo decir que me contagió esa emoción pues mi corazón vibro de alegría y ese toque nostálgico de saber lo mucho que lo extrañaría casi se opaco por completo.

−Sí, es bueno que tengamos todo listo− Asintió y me pareció ver tristeza reflejada en sus ojos, no sabía que lo entristecía pero hizo que me inquietara un poco, no hubo más remedio que irnos temprano, ambos teníamos que arreglar nuestras cosas para el gran día, me sentía un poco nervioso pues mis padres vendrían a la presentación, me pregunté constantemente en toda la semana ¿qué pensaran al verme tocar con Alfred?

La noche se pasó volando y el gran día había llegado, yo solo podía pensar en cómo seguir respirando tranquilamente y por supuesto en Alfred ¿Estaría él tan nervioso como yo? ¿Estaría emocionado o ansioso al igual que yo? ¿Sería capaz de entregarle todo a Alfred en esta presentación? ¿Él sentiría la intensidad de mis sentimientos? Una tras otra las preguntas venían a mi cabeza y sobre todo una en especial ¿La gente sentiría esa conexión entre Alfred y yo?

Todo el mundo vestía de lo más elegante para ese día, por lo que yo me puse un traje que había escogido una semana antes del evento, en cuanto me vestía otra pregunta me sacudió por completo ¿Qué usaría Alfred para la presentación? Me tranquilice al saber que ya lo vería con mis propios ojos en cuanto diera la hora, por el momento me encargué de no dejar pasar ningún detalle, la afinación correcta de mi violín así como verificar que estuviera en las mejores condiciones. En cuanto salí de mi habitación con todo preparado noté que los pasillos ya estaban cada vez más desiertos pues todos se habían ido al auditorio en donde se haría la prueba final, el eco de las pruebas de sonido llegaba a mis oídos haciendo que mis manos sudaran un poco ¿Por qué me sentía tan nervioso? Ya había tocado antes para mucha gente, bueno tal vez no tanta gente como ahora pero nunca me había puesto nervioso para una presentación ¿Por qué ahora lo estaba?, sentí de nuevo la suavidad de esas manos sobre mis ojos impidiéndome ver el camino y borrando todos mis pensamientos de una sola vez, el calor de Alfred abrazaba mi espalda y le di la bienvenida a la tranquilidad que me invadió.

−Ya te lo dije Artie si no te alteras la broma no funciona− Casi solté un suspiro de alivio al escuchar su voz y su risa colarse por mi oído, sonaba tan tranquilo y relajado como siempre, dejé que me contagiara de esa tranquilidad.

−Yo también te lo dije Alfred… no quiero darte ese gusto− Por fin me dejo verlo y estaba tan radiante que casi jadeé, llevaba también un traje aunque en él se veía más informal debido al color azul de la camisa a diferencia de la mía que era blanca, además de que no llevaba el saco puesto solo un chaleco a juego con el pantalón y una corbata que lograba resaltar.

−Se ve muy bien Maestro Kikland…− No pude evitar sonrojarme por el inesperado cumplido y casi me pareció ver que su sonrisa era mucho más irresistible de lo normal.

−Y tu casi te vez decente Jones− Hizo algunos puchero con mi mordaz comentario, me mordí el labio inferior para no estallar a carcajadas por la cara que puso, él debió notarlo porque volvió a sonreírme con esa aplastante ternura.

−Que malo eres Artie~ yo que pensaba impresionar a los jueces con lo bien que me veo y asegurar nuestra victoria ha ha ha~− Rodé los ojos y solo negué con la cabeza por su broma, de verdad quería decirle que se veía genial pero era demasiado peligroso hacerlo con estos sentimientos dentro de mí ¿Los notaría con un simple cumplido? −¿Nervioso?− Me preguntó de pronto con un suspiro que sentí hasta el alma.

−No realmente…− Respondí con tranquilidad y él me sonrió de esa forma de nuevo, si no estuviera enamorado ya de él seguro que en ese preciso momento caería en sus encantos, hasta parecía que me coqueteaba al propósito, pero solo era mi imaginación como siempre.

−Que bien, ¡así se habla!− Me palmeó el hombro ligeramente y solo me limité a devolverle la sonrisa. –Rick dijo que nos desea suerte… y que estará esperando con ansias nuestra actuación− Asentí al mensaje que me dio, ahora que lo pienso si no hubiera sido por ese maestro quizá jamás hubiera tocado con Alfred o siquiera hablado con él, así que le debía por lo menos eso, tal vez si es un buen maestro después de todo, aunque pensándolo mejor gracias a él ahora tengo que ocultar estos sentimientos que son tanto un tormento como la calma.

Llegamos a la parte de atrás del escenario y algunos de los participantes ya estaban ahí, algunos ajustando sus instrumentos y otros mirando furtivamente detrás de las cortinas al público que ya empezaba a llenar las sillas.

−Arthur, Alfie los estuve buscando, vine a desearles suerte− Me sorprendió ver a Marie llegar y por un momento sentí que algo dentro de mí se rompió pero preferí no pensar en ello, no hasta después de la presentación, tenía que mantener la calma que ya había conseguido.

−Thank you Marie− Ahí estaba ese brillo en Alfred uno que solo tiene con esa chica, la envidia quiso invadirme pero logré hacerla a un lado.

−Gracias…− Le sonreí aun contra mi voluntad, no había razón para odiarla, lo sabía bien y aun así sentía ese malestar en mi pecho uno que solo ella podía causar con su simple presencia, aunque por un momento sentí que me miró con un poco de tristeza, decidí ignorar eso.

−Estoy segura de que van a ganar la beca… será fantástico verlos en la escuela dos años más así me harán compañía− Volvió a mirar a Alfred y con sus palabras recordé que ella estaba todavía en primer año, ya se había graduado con el violín pero ahora estudiaba el Cello, así que en efecto estaríamos los dos años que a ella le faltaban si ganábamos la beca, ahora entendía por qué Alfred estaba tan emocionado por ganar, pero como ya había dicho no era momento para pensar eso.

La tercera llamada se escuchó en el micrófono y los murmullos de la gente se hicieron menores hasta quedar en total silencio, Marie se despidió de ambos y se fue deseándonos suerte por segunda vez, no pude evitar preguntarme si mis padres ya estarían entre el público de afuera, mientras daban las palabras de apertura una parte de mi quería demostrarles lo bueno que me había vuelto y la otra que el vuelo de mis padres se hubiera retrasado y no llegaran a tiempo, sentimientos demasiado contradictorios, pero me repetí una y otra vez que está vez tocaría solo para Alfred, le dedicaría todo a él, en agradecimiento y sobre todo porque él fue quien me enseño que no hay mejor forma de expresar los sentimientos que por la música y no hay mejor música que la que se toca con el corazón.

Uno a uno los participantes fueron pasando al escenario a dar su presentación y cada vez quedábamos menos a la espera de nuestro turno, debo decir que cada canción se me hacía más eterna que la anterior, tan solo podía pensar en el momento que mencionaran nuestro número, el público afuera sonaba eufórico, eso alteraba un poco mis latidos pero no había vuelta atrás y con Alfred a mi lado estaba dispuesto a enfrentar lo que fuera.

−Alfred Jones y Arthur Kirkland ustedes son los siguientes− Nos anunció uno de los coordinadores en cuanto una chica paso a tocar la flauta, Alfred me miró con decisión y yo solo asentí, saqué mi recién afinado violín de su estuche y tomé la nota de papel que estaba en el fondo de él, por alguna razón quería dársela de vuelta, esas palabras que una vez me ayudaron era mi turno esta vez, la doble y se la di a Alfred antes de que mi valor se esfumara, no pude evitar sonrojarme cuando me miro sorprendido antes de abrirla y leer, por unos segundos me arrepentí de haberlo hecho, por lo menos debí escribir una nueva ¿Qué pensara de que la he guardado por tanto tiempo? Me atreví a mirarlo y me dio esa sonrisa radiante antes de guardar la nota en el bolsillo de su pantalón.

−Yes, solo tú y yo Arthur− Mis latidos fueron más rápido y me sentí un poco entumido, lo que me trajo de vuelta fueron los aplausos del público seguido del anuncio de nuestro número, mi corazón se aceleró un poco más pero logré entrar al escenario y permanecer en pie sin temblar, las luces eran más brillantes ahí, al menos lo suficiente para cegarme hasta que mis ojos se acostumbraron al cambio de luz, Alfred de inmediato fue a sentarse frente al piano y yo coloqué mi violín en posición, nuestras miradas se cruzaron por unos segundo los suficientes para conectarnos, Alfred acomodo su lentes y yo respiré hondo como era nuestra costumbre, el inicio fue perfecto aun sin darnos una señal de entrada, todo el público se quedó en absoluto silencio quise pensar que fue por la impresión de nuestra sincronía, de un momento a otro las luces del escenario dejaron de parecerme cegadoras y se transformaron en esos fragmentos de la luna reflejados en el agua, las notas amables de Alfred envolvieron a las mías con tanta intensidad que se fundieron en una sola ya no éramos dos si no uno solo, mis manos vibraban con cada nuevo sonido haciendo compañía a los latidos de mi corazón, en ese momento no estaba tocando para nadie más que para Alfred y ya no estaba tocando yo si no mis sentimientos por él, le entregué mi alma en esa canción y sentí que él también me entregaba la suya fundiéndonos en una danza interminable, era un lenguaje que solo nosotros podíamos entender, nuestros instrumentos eran los únicos testigos y pasajes a esa dulce perdición, a una composición que daba paso al amor.

Los aplausos en masa me transportaron de vuelta a la realidad y mis ojos se abrieron enfocando de nuevo esas luces brillantes, lo habíamos hecho, habíamos tocado nuestra canción y la gente parecía de verdad impresionada, incluso alcancé a ver a mis padres entre toda la multitud así como a Marie con una sonrisa totalmente feliz, Alfred se levantó colocándose a mi lado para hacer una leve reverencia al público y salir de nuevo a la parte trasera del escenario, una vez ahí deposite mi violín en su estuche de nuevo y sentí los brazos de Alfred sumergirme en un cálido abrazo, hundió su cabeza en mi cuello dejándome sentir su acelerada respiración que entraba en mi oído haciéndolos vibrar incluso más que a todo mi cuerpo, el corazón me golpeteo más en el pecho y esta vez me permití abrazarlo también posando mis palmas en su ancha espalda, me dejé llevar por las sensaciones agradables hasta que escuché el susurró de su voz.

−Gracias Artie…− No estaba seguro de que hacer o decir en ese momento, sentí que las palabras estaban de sobra, nos quedamos así un rato hasta que Alfred se alejó de mi luciendo esa sonrisa tan llena de sinceridad, los poco participantes que quedaban en el lugar nos miraban con cierta admiración, me imaginé que era por la escenita que nos habíamos montado al abrazarnos así, me sentí un poco incómodo con las miradas así que de inmediato le di la espalda a Alfred volviendo a mi estuche.

−¿Por qué agradeces? Ya habíamos acordado que lo haríamos lo mejor posible ¿no?− Debo decir que su agradecimiento me lleno el alma, por esa razón no me atreví a mirarlo, solo fingí que guardaba mi violín en su estuche.

−Claro… pero quería agradecerte de todas maneras, sentí tus sentimientos hoy más que nunca y eso fue fantástico− Sentí mucho más caliente mi rostro, tanto que fue abrumador, por más que me repetía que tenía que estar calmado no lo lograba ni un poco ¿Había entendido mis verdaderos sentimientos? Yo había sentido la intensidad de los suyos pero él siempre tocaba así ¿o no?

−Iré a ver a mis padres− Logré murmurar, aunque me tuve que aclarar la garganta antes de hablar, las palabras no quería salir, era como tenerlas todas atascadas, no quería ignorar a Alfred pero en ese momento mi sentía demasiado abrumado como para pensar con claridad.

−Bien, te veré cuando anuncien los resultados− Asentí mirándolo solo ligeramente, prácticamente salí huyendo principalmente de él pero también de las insistentes miradas de los demás, ahora el problema sería enfrentar a mi familia.

−¡Arthur cariño por aquí!− Escuché de pronto la voz de mi madre en el pasillo y me causó un escalofrío en toda la columna vertebral, de un momento a otro me aterraba voltearme y ver las expresiones que tendrían, sobre todo la de mi padre.

−Estuviste fascinante hijito, nunca habías tocado tan hermoso y ese chico tan guapo del piano, ah~ toca maravillosamente pero…¿por qué no dijiste que ibas a tocar a dúo?− Y ahí estaba justo la pregunta que quería evitar.

−Era una sorpresa Mom…− No estaba muy seguro de que mi respuesta los convenciera sobre todo por la mirada que me lanzo Scott, esa de "soy un detector de mentiras y lo sabes".

Pues vaya que lo fue… me pusieron la piel de gallina desde el primer momento, la canción fue hermosa hasta sentí el amor en el aire− No pude evitar ponerme nervioso con esas palabras, así que ahí tenia mi respuesta, el público si había sentido nuestra conexión, mi padre tenía una expresión indescifrable, supuse que se guardaría todo comentario hasta después de la premiación.

−Y ¿dónde está tu pareja, con él que tocaste, conejo?− Quise mostrarle el dedo medio a Scott por esa insinuación tan acertada y rogué porque mis padres no hubieran escuchado también ese tono en el que menciono "tu pareja" insinuando obviamente que era algo más que solo en el aspecto musical.

−No lo sé, con su familia quizá…− Respondí de lo más casual para no levantar sospechas mientras me aseguraba de asesinar a mi hermano con la mirada ya que gracias a él mis otros hermanos -los gemelos- me tenían en la mira casi interrogándome sobre el asunto, y seguro lo harían en cuanto tuvieran oportunidad, gracias al cielo mis padres no lo notaron y decidieron volver a los asientos para terminar de ver el espectáculo sin preguntar nada más sobre Alfred y el hecho de que tocáramos juntos, así que mis hermanos y yo los seguimos sin más remedio.

Una vez que los participantes se terminaron los nervios volvieron a invadirme por el momento de las premiaciones, todos los participantes tenían que estar en el escenario lo cual lo agradecí profundamente pues quería que Alfred estuviera cerca para ese momento, en cuanto terminaron los clásicos discursos de "todos dieron lo mejor pero solo habrá un ganador o ganadores" ya que sí, en algunos casos como el de Alfred y yo, había dúos y hasta grupos de cuatro músicos en donde todos los participantes del equipo ganaban la beca, después de todo aquello Alfred tomó mi mano y aunque me preocupaba lo que pensarían mis padres al respecto me sentí incapaz de soltarme de su agarre, además me calmó el hecho de que otros participantes también se habían tomado de la mano.

Ganáramos o perdiéramos me daba un poco igual, la sensación de tener el apoyo de Alfred y poder brindarle lo mismo era simplemente maravillosa, aun con un gesto tan simple como ese todas las emociones se transmitían a mi cuerpo y aliviaban mi corazón de cualquier pena que pudiera recibir, me hacía sentir conectado con él aún más allá de la música, quizá en la forma en la que yo más anhelaba.

Anunciaron el tercero y segundo lugar, el agarre de Alfred se hacía más intenso al igual que la incertidumbre que sentía en eso momentos, debo decir que me sentí morir en cuanto el director anuncio el primer lugar, mi corazón se detuvo por unos segundos.

−¡Ganamos Arthur!− Los brazos de Alfred me cubrieron de nuevo y sentí su voz vibrante de alegría en mi oído, aun no me lo creía pero de alguna forma la emoción de Alfred me invadió también y los aplausos del público me llenaron haciéndome consiente de que no era solo un sueño, de verdad lo habíamos logrado, lo abracé de vuelta y fue como si el mundo a mi alrededor hubiera desaparecido pues no presté ni la más mínima atención a las palabras del director, todo lo que me importaba era haber logrado ganar junto a ese pianista que con su música se había robado cada latido de mi corazón.

Una vez que nos dieron el reconocimiento del primer lugar fue que estuve más consciente de lo que pasaba a mi alrededor, mi madre estaba un poco eufórica desde el público y me sorprendió ver que mi padre lucia en su rostro una sonrisa de satisfacción, incluso quizá de orgullo al igual que mis hermanos, por primera vez sentí que pertenecía a un hermosa familia, Marie por su parte parecía que iba a llorar de emoción y en cuanto notó mi mirada me dedicó una sonrisa que rebosaba de sinceridad, comprendí que ella siempre me había sonreído así, no la podía odiar después de todo.

El evento terminó después del mensaje de cierre de parte del director, los estudiantes aun teníamos que empacar y hacer papeleos así que me quedaban unos días en esa escuela y mis padres decidieron por fortuna regresar a Londres antes que yo y esperarme allá, ya sentía nostalgia con solo caminar por los ahora silenciosos pasillos, ya nadie tocaba como el primer día todos estaban demasiado ocupados empacando sus cosas y yendo de aquí a allá haciendo todos los arreglos necesarios antes de irse, a pesar de saber que regresaría después del verano estaba seguro de que no sería lo mismo después de la experiencia que ahora sentía tener, no negaré que extrañaría a algunos de mis compañeros de clase, los días se me fueron como agua entre unas cosas y otras, cuando me di cuenta ya estaba a solo dos días de que iniciaran las vacaciones, solo dos días para que volviera a Londres.

−Artie ¿tienes un minuto?− No había podido ver a Alfred casi nada después del concierto, solo lo veía en los pasillos de lejos o a veces con sus amigos en las oficinas de la escuela, pero realmente no habíamos hablado por lo que ni siquiera pensé en negarme a pasar un rato con él, ni siquiera por el hecho de que fuera casi media noche.

−Claro…− Dejé lo que estaba haciendo para después y lo seguí, me guió hasta las salas de ensayo y abrió la puerta del cuarto en donde estaba el piano, parecíamos casi ladrones a esas horas de la noche merodeando por los pasillos de la escuela, un millón de recuerdos me invadieron al instante en el que entre en la sala y vi el piano color chocolate que esperaba en medio, recuerdos desde la primera vez que lo oí tocar y que su música clavo mis pies al suelo hasta nuestro último ensayo hace unos días, recuerdos que se grabaron en mi mente y mi corazón para siempre.

−Ven quiero mostrarte algo− Me tomó de la muñeca y fuimos hasta el piano en donde se sentó de inmediato y me indicó que me sentara a su lado, lo miré inquisitivo mientras tomaba asiento y solo recibí como respuesta una sonrisita algo tímida de su parte. –Solo escucha ¿de acuerdo?− Mi corazón se aceleró un poco por la emoción y solo asentí mirando directamente eso ojos tan hermosos.

Comenzó a tocar una melodía tan suave y bella que nunca encontraré las palabras exactas para describirla, era simplemente hermosa, sentí todos mis sentimientos surgir con tanta intensidad que supe que sería imposible ocultarlos un segundo más, mis ojos ardieron un poco y el cuerpo parecía estar entumido por tantas emociones, sentimientos hermosos llegaban unos tras otro y se instalaban en mi corazón llenándolo de alegría, yo los recibía a cada uno con gusto dejándolos llenarme de paz y tranquilidad, la mirada de Alfred se elevaba de las teclas a mi rostro de vez en cuando y yo simplemente no podía dejar de mirarlo como un idiota, un idiota enamorado, una vez que terminó de tocar esa dulce melodía me miró y después de un suave suspiro me sonrió con esa ternura tan suya.

¿Te gusta?− Todavía sentí las lágrimas querer salir de mis ojos y tenía un nudo en la garganta que parecía no querer que mis palabras salieran.

−Es hermosa…− Logré hablar y fue casi como un susurro, Alfred se quedó un momento en silencio y pude notar que estaba un poco rojo.

−La titule "Only for you" y está inspirada en ti… use solo las mejores notas del piano− El corazón se me detuvo y ya no pude retener más las lágrimas de mis ojos, no eran de tristeza al contrario me sentía más feliz que nunca en mi vida, Alfred no tenía ni una idea de lo que simples palabras o acciones como esa causaban en mí y yo ya no tenía la fuerza para ocultárselo.

−L-lo s-siento…− Hablé entrecortadamente por tantas emociones juntas lo que llamo la mirada de Alfred a mi rostro y descubrió las gotas que rodaban por mis mejillas, noté su sorpresa por lo que bajé mi rostro ocultándolo un poco de su mirada. –Solo… es solo que nadie había hecho algo tan lindo por mí− Admití la verdad sin poder controlar mis latidos o mis palabras, estaba tan enamorado que ya no podía ocúltarlo y no sabía si rogar porque no se diera cuenta o rogar porque por fin notara mis sentimientos por él.

−¿Sabes? La primera vez que toqué contigo sentí algo realmente único… y conforme fue pasando el tiempo me fui dando cuenta de lo que era…− Me armé de valor para volverlo a mirar, él me dio una pequeña sonrisa que me hizo sentir la persona más especial sobre la tierra. –Me aterraba un poco al principio pero… el día del concurso, yo lo sentí tan real que… imaginé por un momento que de verdad podía ser así…− Tomó mi mano entre la suya y sentí que el tiempo se detuvo, deseé desesperadamente que el tiempo se detuviera, deseé que no fuera solo un hermoso sueño, que la sinceridad de sus palabras fuera real. -¿Puede ser real Arthur?- No tenia ni que preguntarme eso lo había estado anhelando desde hace tanto que solo asentí lentamente expectante a sus reacciones.

Sus labios se posaron sobre los míos con timidez y sus sentimientos se fundieron con los míos, tal y como lo hacía nuestra música, me dejé envolver por las sensaciones correspondiendo el contacto, los labios de Alfred eran tan tiernos y amables como su música, como él mismo, no podía ser solo un sueño se sentía tan real, tan nítido que no podía ser mentira, Alfred de verdad me estaba besando, llevándose todas mis dudas y dejándome en una realidad tan hermosa, que apenas y podía controlar mi desbordante alegría.

Una vez que se alejó de mi pude ver que buscaba algo en mi rostro, ¿una respuesta? Tenía la mirada entre dudosa e ilusionada y el bello sonrojo en sus mejillas solo asentaban sus ya infantiles facciones, no sabía que decir, lo había estado deseando tanto tiempo que aún no podía creer que de verdad estuviera pasando.

−Eres tu Arthur… tu música me llego al alma y sé que jamás me la podré sacar porque… me enamoraste completamente− Sus palabras me golpearon con tanta suavidad que me recordó cuando cada vez que subía a la azotea ese viento me acariciaba el rostro llenándome de calidez el corazón.

Me robaste las palabras…− Sonreí sin poder evitarlo más y sus ojos se llenaron de ese brillo como de estrellas con el que es capaz de robarme el aliento, junto su frente con la mía dejándome sentir su respiración, lo sentí tan cerca, tan mío.

−Dime que te veré aquí de nuevo después del verano…− Me atreví a tocarlo, acariciar su rostro admirando sus rasgos juveniles y bellos.

−Claro… te veré aquí después del verano, aunque no sé tú pero yo preferiría que fuera antes… no creo aguantar todo el verano… tardaste mucho en comprender los sentimientos que te envié con mi música− Me sonrió de nuevo deslumbrándome con lo brillante que a veces podía ser.

−Tiene razón maestro Kirkland, pero no puedes culparme solo a mí… tú tampoco entendiste los míos− Asentí un poco desilusionado por no haberme dado cuenta antes o no haber tenido el valor de demostrarle más los míos, pero realmente a quién le importaba, lo que importaba es que estaríamos juntos de ahora en adelante, con eso me bastaba.

−Bueno hagamos una promesa… de ahora en adelante no más sentimientos secretos entre tú y yo− Asintió con esa alegría que casi siempre lucia.

−Entonces debo decir que me atrapaste desde el primer momento en que te vi…− Cuando escuche sus palabras de verdad sentí que era lo más romántico que alguien me podía decir, me sentí un poco cursi, pero también estúpidamente feliz.

−Mentiroso… dijiste que había sido mi música, además no me puedes negar que sentías algo por Marie− Le sonreí con malicia y él hizo un pequeña mueca de horror, me desconcertó un poco esa reacción, aunque ahora comprendía la sonrisa que Marie me había dado el día del concurso, quizá ella sabía que había ganado más que la beca, había ganado también el corazón de Alfred y no me arrepentía.

−No miento Artie… sí, tu música me llego al alma pero tú ya estabas dentro desde antes y para que lo sepas Marie es como otra de mis hermanas adoptivas− Y ahí estaba de nuevo dejándome sin fuerzas, en ese momento le creía cada palabra que me dijera, además no iba a arruinar ese momento hablando sobre ella, había ganado, Alfred me quería y eso era lo único que me importaría ahora y siempre.

−Tú también entraste en mi corazón desde ese día− No era una mentira, aquel día en que sus notas me hechizaron por completo y las ansias me invadieron para descubrir al interprete supe que jamás nadie sería capaz de remover mis sentimientos así, con esa intensidad con la que éste pianista lo hace.

Mis labios de inmediato fueron en busca de los suyos, basto solo un beso para hacerme ya adicto a ellos, ya no tenía miedo de preguntarme ¿A qué otras cosas me haría adicto ese americano? Ya me encargaría de descubrirlo con el tiempo que nos quedaba por delante, porque de algo estaba seguro, no lo dejaría irse de mi lado de ninguna manera, día a día me encargaría de atraparlo un poco más tal y como él lo hizo conmigo.

~Nota a nota fue entrando más y más profundo en mi corazón dejando a su paso una melodía imborrable, una canción irresistible, ahora a su lado formaría la más bella melodía, una que fuera única para ambos, una composición de amor~

.

.

.

~*~Fin~*~

Notas Finales:

Bueno me pareció que este podía ser el mejor final así que aquí está, son libres de darme su opinión con toda confianza… si merece una secuela, un final alternativo un extra o algo por el estilo opinen con libertad~

Sé que quizá esperaban más acción, pero ya que es una historia taaan tranquila decidí dejarla ahí…y ya ustedes imaginen que pasara después del verano~

Bueno las canciones que aparecieron fueron estas:

Nocturne de Chopin (Me parece que solo está en versión en piano, pueden buscarla con el nombre de "el pianista" por que hay varias solo que la que puse pertenece a esa pelicula "el pianista" muy bella película pero muy triste)

Devil's Trill Sonata (En violín es bastante larga pero es genial yo imaginé a Arthur tocando apartir del minuto 4:03 hasta el 7:15)

3° Tsuki no kakera (Solo se encuentra en versión en piano y violín y sí, tsuki no kakera significa "fragmentos de la luna" pero búsquenla con el título en japonés les prometo que es hermosa e imaginen a Artie y Alfred tocándola juntos en un concierto) 3

Fur Elise de Beethoven (Un clásico del piano y de las cajas musicales… aunque yo no tengo una así, ¡ya la conseguiré! En fin no podía faltar en este fanfic)

5° Only for you de Robert Pattinson (En piano, o sí ese hombre toca hermoso y me imagino a Alfred tocarla para Athur) 3

Por el momento es todo no olviden comentar, compartir con sus amigos, darle like y suscribirse a mi página... ok lo del like no u.u lo siento me emocioné... bueno de verdad agradezco a todas las que me acompañaron en esta tierna historia y gracias por los consejos y rewiems, amé cada uno de ellos~

Las quiere Hikari no Yami 3 amor virtual para todos...