Y actualización! Yay, bueno ¿Qué puedo decir?... Tengo una mala noticia y una buena noticia, la mala es que este es el ultimo capitulo del Fic, pero NO se preocupen aun falta el Epilogo así que tranquilas. La buena, es que, ya esta armada la trama de mi próxima entrega y que espero disfruten igual que esta. Ya dije que sera un SagaxSaori y Saspros, respecto al argumento, no dare muchos detalles salvo que se situara en un universo moderno pero sin despegarse del argumento de Saint Seiya, estando ubicada luego de Overture, cuando cuelgue el prologo sabrán de que hablo xD.
Sin más... Quiero agradecer enormemente a todas las que me siguieron en estos 10 capítulos, nunca espere que la pareja llegara a gustarles, y menos el tener tantos reblog en Tumblr con mis ediciones de la pareja.
Un agradecimiento especial a IchigoXD, tú sabes el porqué de esto lol, de verdad gracias, y espero que continúen gustándote mis obras.
A mis demás lectores/as, los amo, gracias por el apoyo, gracias por la buena vibra y GRACIAS por ser un publico comprensible y afectuoso, seguiré dando lo mejor de mi para traer más historias, prometí llenar FanFiction de la pareja y así lo hare (?) jajajajaja
Disclaimer: Los personajes de TLC no me pertenecen, son obra de Teshirogui y Kurucanonico
Sabes que eres bienvenido/a a dejar tus comentarios y a disfrutar de la lectura
Abaddon Dewitt
¡GRACIAS POR HACER ESTO POSIBLE!
Juntos... desde cero.
Observo el buque español tocar puerto, su estomago se volvió un ovillo y el arrebol de sus mejillas revelaban su nerviosismo, no a mucha distancia del lugar Aspros aún negociaba por el par de boletos que los llevarían al nuevo mundo, en palabras del ex caballero, darían un largo viaje a través de las Indias Occidentales, asentándose en un lugar llamado "Cuba", en donde alego, tenía un pequeño negocio de tabaco y café. Finalmente sintió una mano posándose sobre su hombro, Sasha giro suavemente el cuello para encontrarse con los mansos ojos de Shion, que en ese momento no podía nada más que ofrecerle su apoyo moral, y para Sasha aquello era más que suficiente, las campanas repicaron, en señal de que era momento de abordar, la niña suspiro y en un acto de reflejo abrazo a su antiguo caballero ahora patriarca, los recuerdos nostálgicos embargaron su rostro dejando que un par de traicioneras lagrimas escaparan de ella, mirando por ultima vez, el puerto griego. Sintió sus dedos entrelazándose con los de alguien más, Aspros…
—Ya es hora… —la miro con determinación y ella asintió con gusto.
—Si, vamos —aun dubitativa dudo soltar la mano de Shion que se aferraba a ella, pero que, pronto fue separada y lentamente la pequeña se perdía entre la gente.
El carnero apenas alcanzó a divisar el cabello cobalto de Aspros, y espero una ultima vez para verlos abordar.
Apenas entro al barco, Sasha corrió hasta la orilla para despedir a Shion, su brazo extendido. El llanto se presento cuando los miro, los trece detrás de Shion, todos vestidos con ropas de civiles, despidiéndola, dándole el ultimo adiós a aquella niña que alguna vez fuera una diosa, aquellos hombres que dieron su vida por ella, por la humanidad, ahora despedían en aquellas tierras a la vieja Sasha, para darle paso únicamente a la mortal. Pero no eran los únicos, Tenma y Alone también estuvieron allí. Sasha sintió un par de brazos rodeándole la cintura, protectores y únicos, Aspros se acerco a su oído para susurrar algo, un secreto solo de los dos.
—Comenzaremos juntos desde cero…
El barco se alejaba cada vez más de Grecia, dejando ver únicamente pequeñas casas, hasta que se perdieron en el firmamento de aquel hermoso mundo.
Ya había pasado mes y medio en alta mar, necesitaba sentir la tierra bajo sus pies, aun que el paisaje le parecía de lo más hermoso y el espectáculo del atardecer que le ofrecían las ballenas y delfines era algo increíble, contaba los días para finalmente ver el lugar al que Aspros la llevaría. Pronto escucho el grito «Tierra a la vista» sin esperar más, busco rápidamente el pedazo de tierra, encontrándose con un espectáculo enteramente paradisiaco, las aguas totalmente cristalinas y de un azul intenso, la arena blanca, las palmeras y el fuerte que protegía la isla, Aspros no se había equivocado, el lugar era un sueño, con los múltiples colores de las pequeñas construcciones que se divisaban. Al tocar puerto, Aspros la tomo de la mano, era momento de bajar a su nuevo hogar.
—No estamos muy lejos de donde viviremos —dijo Aspros con tono calmo mientras avanzaba con Sasha.
—Es un lugar muy bonito —ella permanecía con la mirada atenta a todo lo que la rodeaba.
Un escenario exótico, ella jamás había visto a personas de piel oscura, ni escuchado el idioma que se manejaba, pero al parecer Aspros sí, pues ni siquiera se detenía a mirar el escenario como ella, la arquitectura distaba de ser parecida a la de Grecia, casas de color pastel con techos de loza roja, amplios portales de grandes casonas que funcionaban como oficinas del ayuntamiento y algunas otras como residentes de la clase pudiente, los abombachados vestidos en colores vivos, rojos, verdes y amarillos, las pañoletas atadas con un coqueto moño en la cabeza y los canastos que cargaban en ellas, llenos de pan y fruta. Sasha no sintió cuando ya estaba a bordo de un pequeño coche tirado por dos caballos.
—Creo que debo comprarte algo de ropa —comentó Aspros —Los vestidos que tienes no son muy adeptos a este lugar —finalizo y volteo a mirar a la jovencita.
Sasha no espetó nada, estaba aún maravillada con el escenario, la voz de Aspros le era distante —Ajá —fue lo único en contestar
Aspros sonrió por el gesto dulce de la niña y prefirió quedarse en silencio, quizá era mejor hablar del tema más tarde, habían llegado a medio día, aun les quedaban muchas horas de sol para conversar, sin embargo, aquello era descartado cuando ella comenzó a dormitar en su hombro, a pesar de los bruscos movimientos de la carroza, estaban en un lugar que difería mucho del horario griego. Cuando Sasha despertó, fue gracias a los suaves movimientos de Aspros, aun ensoñada enfoco su visión para mirar lo que ahora sería su casa. No era tan enorme como el Santuario, pero podía apostar a que era igual de hermosa.
Una reja de hierro que dentro los recibía con un paisaje verde, con aves exóticas que ella nunca había visto, sus plumajes de colores contrastaban perfectamente con las flores de rojos y naranjas intensos, árboles y palmeras que hacían sombra en el acalorado clima, y una fuente al centro que armonizaba con su constante chorro de agua cayendo, la construcción era amplia, portales que se alzaban imponentes, de color marfil cremoso, tres puertas de madera y variados ventanales, escalones acorde al pálido color. Al pie de la casa, se encontraban dos hombres y tres mujeres, dos de ellas mulatas que recibían a la muchacha con simpatía, aun que Sasha no dominara el idioma.
—Cruz —llamó Aspros y uno de los hombres atendió rápidamente —Acomoda las cosas de la señora en la habitación principal, y avisa que tengan listo el baño.
Sasha se quedo muda, nunca había escuchado el idioma, se mordió el labio inferior nerviosa. —Aspros —susurro apenada de no poder comprender.
—Español —le dijo mientras la tomaba de la mejilla en un gesto suave —Aprenderás rápido, lo prometo —besó su frente y ella se ruborizo.
Español, aquel idioma oriundo de El Cid, ahora lo recordaba, había aprendido algunas palabras de niña, pero ahora su mente estaba demasiado revuelta como para articular alguna, por lo que en el momento, se comunicaría por señas, y tímidamente se adentro al complejo. Por dentro parecía mucho más grande, tal vez porque no rebozaba de muebles, apenas unos cuantos sofás, un chaise, la chimenea y un par de mesas de centro, luego contemplo las escaleras amplias con alfombra de un color naranja oscuro, con un barandal de cedro que seguramente la conduciría hasta las habitaciones. Pero antes de preguntar, más gente salio a recibirlos, entre ellos algunos niños que maravillaron a la jovencita y la llevaron hasta ellos para tomarlos en brazos, aun que en un principio tímidos, aceptaron los calidos brazos de Sasha, que los llenaba de besos y mimos. No cabía duda alguna, de que ella una vez fuera una diosa de bondad.
—¿Hay más? —interrogo emocionada.
—¿Más qué? —Aspros enarco una ceja, desconcertado.
—Niños, me encantan los niños —fue una respuesta casi retórica.
—Bueno, tengo algunas familias trabajando en los campos, y no he pasado por aquí en bastante tiempo —suspiro —Ya sabes, guerra santa.
Sasha espeto una mueca indescifrable, aun que para Aspros eso era evidente, había sido un comentario incomodo para la joven, y de alguna manera debía solucionarlo, hasta que el estomago de ella sonó, y las infantiles risas la sonrojaron. Una de las mozas rápidamente salio corriendo a la cocina, y Aspros tomo a Sasha de la mano.
—Creo que tienes hambre, ven, vamos a comer, mande a que prepararan un buen banquete de bienvenida.
La condujo hasta el comedor, los aromas embriagaron su olfato, y enamoraron su vista, la decoración de los platos era tan linda que le daba pena tener que comer, pero la necesidad de su estomago era más fuerte, ingirió los alimentos con etiqueta, costumbre arraigada a ella desde su estadía en el santuario, pero antes de continuar miro a Aspros por algunos instantes y luego a un par de niños que se asomaban por una de las puertas.
—Deberíamos invitarlos —dijo y Aspros suspiro, ya sabía de lo que hablaba, ella era así y así la amaba, sabía que alguna vez había sido huérfana que casi era lo mismo a ser pobre y sin algo que llevarse a la boca.
—Es tu casa, eres la señora, y este no es el santuario, puedes hacer lo que te plazca —se limpio las comisuras de los labios para luego con un gesto del dorso invitar a los niños a comer.
Una de las mozas negó suavemente y luego espetó —Patrón no creo que sea correcto —Sasha solo observó.
—Es la señora, ella manda, así que tráelos —a pesar del carácter duro de Aspros, quienes trabajaban con él, sabían que podía ser un hombre bastante bondadoso, por lo que sin más de un momento a otro, casi una docena de niños se sentó a la mesa para acompañar a Sasha y Aspros. Llegada la hora del postre, fue Sasha quien se dedico a repartir rebanadas de tarta, pastel y galletas, con pequeños jarrones rebosantes de leche endulzada con miel, la servidumbre solo se maravillaba más con quien fuera ahora la señora de la casa.
El cansancio que anteriormente cargaba Sasha, ahora se desvanecía entre la algarabía de los juegos infantiles y los bailes en el patio trasero, con una vista hermosa de los cafetales, mientras Aspros solo contemplaba su figura casi etérea. Las horas transcurrieron con rapidez, cuando el sol ya caía en el firmamento, perdiéndose entre el azul del mar cual naufragio, ahora estaban sentados en una pequeña hamaca en la parte trasera de la casa, las primeras antorchas comenzaban a iluminar la noche que para ese momento también los acompañaría con la soberbia luna levantándose de su letargo. Sasha entrelazo sus dedos con los de Aspros, no había falta nada más que el tacto de ambos, aquello revolucionaba todo en ello, había abandonado su divinidad por seguirlo con fe ciega, así como él había abandonado su deber por ella.
—Cuando sea vieja y arrugada ¿Me seguirás queriendo? —una pregunta que hizo esbozar una sonrisa irónica en Aspros.
—Creo que debo recordarte que el anciano aquí soy yo —contestó y acomodo a Sasha en su hombro —Pero en el caso de que te volvieras una anciana amargada arrugada y de cabello blanco, te seguiría amando igual.
Sasha asintió con una sonrisa, aún desconocía de dónde era que habían salido todas aquellas preguntas, sencillamente las formulaba por el simple placer de escuchar la voz profunda de Aspros. De un momento a otro había despabilado, solo quería permanecer ahí hasta el amanecer, pero la temperatura comenzaba a bajar, y su vestimenta no ayudaba en todo, Aspros se quito el saco para colocarlo en los hombros de Sasha.
El Santuario ahora estaba más vacío, Shion debía admitir que tener a Aspros y Sasha ahí lo hacía sentir menos solo, sobre todo cuando Dohko se encontraba tan lejos, la distancia no era impedimento, al menos trato de convencerse con ello por varias noches, pero desde que géminis y su ex diosa abandonaran ese recinto, la oración dejaba de tener significado para él.
—Deberías estar durmiendo —escuchó claramente detrás de él.
Giró de manera violenta para encontrarse con los ojos avellana que tan bien conocía, y el corazón se le contrajo, antes de poder articular una palabra, los brazos de libra ya lo estaban asfixiando en un abrazo del que no se separo, la calidez de ese cuerpo tan único y la manera efusiva n la que Dohko hacía de sus días algo característico, era una de las multiples razones por las que Shion sin temor a admitirlo, amaba a ese hombre, compañero.
—¡Se supone que deberías estar en rozan! —dijo recuperándose de aquel episodio intenso.
—Si yo también te extrañe Shion —bufo con indignación falsa —Athena me dio permiso de darme algunas escapadas, pero solo unas pocas —dijo con gesto sincero.
El carnero lo miro pensativo, dudoso, pero al diablo con todo eso, si Aspros había sido capaz de hacer que Sasha fuera liberada de su divinidad ¿Por qué el no podía disfrutar de una relación normal?, nuevamente y ahora por iniciativa propia, envolvió al moreno en otro abrazo igual de intenso pero con mayor suavidad, inhalando su peculiar aroma a bosque, sin evitar sollozar como un niño por la situación que en ese momento vivía. Los dígitos de Dohko no tardaron en secarle las lágrimas, y depositar suaves besos sobre las hinchadas mejillas que ardían por el llanto y la vergüenza.
—Tonto —musito —Tonto —alzo un poco más la voz —Tonto —dijo más molesto pero hipando, arrebatándole una risa a libra.
—Lo sé —quedamente articulo conforme se acercaba a él para apenas rozarle los labios y luego besarle la frente.
Qué importaban si eran un par de ser humanos del mismo sexo, qué importaba si ambos tenían un deber con una diosa a la que debían amar por sobre todas las cosas, los preceptos dictados por ella desde la antigüedad, no competían contra la naturaleza humana, el futuro era incierto, las pesadillas que llegaban a acosarlos para dentro de dos siglos eran ignoradas cuando se visitaban mutuamente y compartían el tibio candor de los labios o el simple gesto de una sonrisa; se desvanecían, aún les quedaban muchos años, más de los que vivirían Aspros y Sasha, tal vez, solo tal vez eran afortunados por ello.
La luz oblicua que atravesaba la ventana lastimo sus ojos, gruño y se removió entre las sabanas, estaba cansado, la noche anterior no había dormido en lo absoluto, gracias al constante llanto de Azrael, bendita la hora en que tuvo la idea de atender las necesidades de un recién nacido. Los pasos de su mujer lo hicieron despabilar, sabía que de lo contrario un frío balde de agua le caería en ese momento y el clima no era pertinente para recibir de esa manera los buenos días, suspiró y retiro lentamente las sabanas, observo el techo durante unos segundos antes que el rechinido de la puerta lo hiciera girarse, y se encontró con las esmeraldas de Sasha, el gesto siempre delicado y blando era todo lo que Aspros necesitaba para saber que ese iba a ser un buen día, independientemente del trabajo, la muchacha le sonrío.
—Creí que iba a necesitar despertarte —susurro, no quería despertar al infante que ahora habitaba esa casa.
—Tu hijo es demasiado molesto por las noches —bufo mientras se levantaba y estiraba el cuerpo.
A pesar del tiempo viviendo juntos, Sasha aun sentía un arrebol al verlo con el torso desnudo, los años parecían no causar mella en él, a diferencia de ella, que debido al parto, ahora sentía sus carnes más flácidas, sin embargo, para Aspros, ella seguía siendo igual de encantadora, igual de hermosa… se acerco con paso calmo hasta la menuda figura de Sasha para envolverla en un suave abrazo, mientras se inclinaba para depositar un beso en los labios resecos de la mujer, el invierno no perdonaba a tan hermosa criatura, pero eso poco importaba. Ciño su aun pequeña cintura pegándola a su cuerpo necesitado del calor de ella, bajo sus labios húmedos hasta el cuello lamiendo y dejando algunos mordiscos atrevidos, los suaves gemidos de Sasha despertaban su libido, provocando que la empujara hasta la cama, subió la gruesa falda de lana por arriba de los muslos y se perdió en el placer de acariciar sus largas piernas blancas, si, esa sería una mañana excelente, claro a no ser que el llanto del cuarto contiguo rompiera toda la magia y ella tuviera que levantarse aun con el sonrojo y las ganas, dejando a un Aspros más acalorado de lo normal.
—Aspros, Az esta llorando —se disculpo y mordió su labio inferior, ella también se había quedado con las ganas.
—Que lo atienda una de las mozas —replicó.
—Sabes que me gusta atenderlo —fue la respuesta que determinaba todo, a pesar de ser ahora solo una humana, seguía siendo igual de terca.
—Juro que cuando tenga edad lo voy a castigar hasta que cumpla sesenta —exhalo resignado.
Se apresuro a tomar un baño y bajar al pequeño comedor para tomar el desayuno, como siempre todo estaba preparado para antes de salir, aun que no sabía cómo iría al trabajo con el clima horroroso de afuera, de cualquier manera solo si él estaba presente, las cosas se llevaban a cabo con excelencia, o al menos eso era lo que Aspros consideraba, la verdad es que le haber vivido tantos años en el santuario, lo había acostumbrado a otra clase de actividades, y no precisamente las de tolerar al «Gobernador Cortéz», antes de continuar con sus pensamientos, observo a Sasha del otro lado, en la sala sentada y meciendo cariñosamente a su vástago, aún le era extraño ser padre, al menos uno responsable. Escucho los pucheros del infante, era un manipulador, de cierto modo le recordaba a él, aun que esperaba que a futuro no fuera como él, se levanto de su lugar y se dirigió hasta donde Sasha, se inclino mientras con las yemas de sus dedos acariciaba las pelusitas de color azul claro en la cabeza del pequeño.
—¿Aun lo quieres castigar? —preguntó Sasha con cierta burla.
—Si continúa jodiendome los momentos a solas con mi mujer… si —contestó seco y cínico.
—Te recuerdo que tú tienes la culpa de esto —Sasha solo se dedico a observar con ternura a su pequeño.
—No es mi culpa que seas irresistible —bufo fingiendo indignación —Y si debemos hacer otro igual no importa.
—Aspros —se ruborizo por el comentario y él sonrío satisfecho.
—Vuelvo a las cuatro, cuídate y no salgas con el mocoso.
—Azrael, por los dioses Aspros, ni siendo tu hijo lo tratas con más delicadeza —pliso los labios, aun que sabía que para Aspros, ella y Azrael lo eran todo.
—Como sea, cúbrete, pediré que te traigan más leña para el calefón y la chimenea —antes de partir, Aspros la beso en los labios, para luego besar la frente de su hijo, esos eran los momentos íntimos que a Sasha le gustaban tanto, el ver a su familia feliz.
Camino hasta uno de los ventanales para ver a Aspros perderse más allá de la cancela de su casa, la llovizna que caía en las crudas temporadas de noviembre y parte de diciembre le eran agradables, al menos para tomar una taza de chocolate y conversar con las muchachas sobre una que otra de sus necesidades, había aprendido muchas cosas en La Habana. Ya dormido, acostó a su hijo en la cuna, para luego encaminarse a un buró y sacar de un cajón pluma, tinta y una hoja, era momento de escribir una de las tantas cartas que enviaba a Grecia, le agradaba aun mantener contacto con Shion, el saber sobre su vida y de cómo iban las cosas en el Santuario. Suspiro evocando las viejas memorias de un pasado no tan distante, y los cambios acontecidos en su vida hasta el momento, muchas cosas habían cambiado.