Thanks for the memories

Disclaimer: Los Pingüinos de Madagascar y sus personajes no nos pertenecen, son propiedad de sus respectivos autores. KovatePrivalski97 y Umeki-Nara sólo escriben por diversión y entretenimiento, sin ánimo de lucro.

Resumen: Porque Kowalski aprendió de Skipper más que técnicas de combate y estrategia. Pero el alumno siempre supera al maestro, ¿no? A menos que el maestro se enamore.


Capítulo 8

—Matt, ¿recuerdas la última charla que tuvimos, cuándo tú eras un cadete?—inquirió el capitán,

—No—mintió éste despreocupado, sorbiendo de su café.

—Niño, ¿no te quieren en tu casa o qué?—masculló Skipper cuando entró a su habitación y vio a Matt en su cama—. ¿Cómo demonios conseguiste la llave de mi habitación?

—Fue muy fácil, en realidad—se encogió de hombros—. La seguridad aquí es bastante coprrupta.

—Bueno, lárgate—espetó el teniente, señalando significativamente la puerta abierta—. No quiero nada contigo.

Matt rió por lo bajo, y se levantó de la cama. Se acercó a él caminando lentamente, de forma que buscaba ser seductora. Skipper puso los ojos en blanco.

—Vamos, no te hagas el decente ahora—ronroneó el cadete, haciendo ademán de abrazarlo, pero sus manos fueron apresadas—. ¿Qué diablos te pasa?

—Creí haberlo dicho antes: no lo entenderías. Vete ya, o llamaré al sargento Johnson para que le haga una llamadita a tus padres.

—Oh, vamos Skipper, tan sólo una noche—murmuró intentando acercarse, pero el teniente lo mantuvo en su lugar—. ¿No lo extrañas? Un amante cada noche.

—No, no lo extraño—murmuró harto, empujando al cadete—. Ahora lárgate.

Matt frunció el ceño, frustrado.

—Por favor, Skipper... Esto pasará. Cuando te obsesionas con algo por tanto tiempo, terminas aburriéndote.

—Me estoy aburriendo de ti.

Cómo último recurso, el niño espetó.

—¿No querrás que le pase algo a tu 'pequeño', verdad?

La mirada de Skipper se endureció al instante, y su expresión furiosa logró intimidar un poco al cadete.

—No querrás que te pase algo a ti, ¿verdad?—siseó con veneno en su voz, acercándose al muchacho amenazadoramente—. Porque puedo asegurarte que si intentas algo, lo lamentarás.

—¿Estás a-amenazándome...?

—¿Tú qué crees? Pero no te confundas—farfulló, sonriendo al ver que el chico intentaba disimular el temblor que lo inundó—. Voy a traer a tus padres aquí, y les contaré personalmente todas tus andadas. No les gustará saber que eres el polvo asegurado de cualquier teniente o capitán. Y luego de que se vayan, decepcionados de ti, te daré una paliza. ¿Qué te parece eso, niño?

Matt empezó a temblar, sumamente asustado. Retrocedió un par de pasos y asintió, tragando saliva.

—E-Entiendo... y-yo, me voy—dijo, huyendo a gran velocidad, recordando mentalmente no meterse más con Kowalski.

Ahora, sería cuestión de redefinir objetivos. Tal vez, Manfredi

—¿En serio no lo recuerdas?—insistió Skipper, sin poder evitar formar una sonrisa maliciosa al verlo tragar saliva sonoramente—. Te veías como un pequeño cachorro asustado.

—¡No estaba asustado!

—¡Y ahora sí lo recuerdas!

Matt chasqueó su lengua, frustrado, escuchando al capitán de la tropa reírse a carcajadas de él. Dejó su taza de café, y se levantó de su asiento junto a la mesa del desayuno.

—Tienes que reconocer que, efectivamente, fue la última vez que... te causé problemas.

—Oh, ¿hablas en serio?—Skipper parecía incrédulo—. ¿Crees que no fue problemático que acosaras a Manfredi?

La diferencia entre Manfredi y Skipper era que, por más que amara a Johnson, de manera inconsciente respondía a los coqueteos, incluso si no tenía intenciones de hacerlo.

Era el mecanismo de Manfredi.

—Me gusta mucho entrenar Jujitsu, señor. Y me han dicho que usted es un gran profesor—comentó Matt, seductor.

El capitán sonrió.

—En eso tienen razón, chico. Soy el mejor.

—Me pregunto en que otras cosas es el mejor...—Matt tuvo el atrevimiento de comenzar a juguetear con una pequeña medalla en su uniforme—. Tal vez... ¿acción cuerpo a cuerpo?

—Bueno, soy experto en varias artes marciales. Oh, y kickboxing, también.

Matt rió entredientes ante ésa respuesta. El capitán Manfredi era un hombre con alma de niño. Adorable. Miró a su alrededor, satisfecho de que no hubieran ojos curiosos cerca, y sonrió.

—No me refiero a eso, señor—murmuró, poniéndose en puntillas, acercándose peligrosamente a sus labios—. No sé si me entiende...

—¡Oh! ¡Intimidación mediante aproximación, muy bien, chico! Sí, también soy bueno en eso—presumió.

—En realidad, capitán... Manfredi, ¿puedo llamarte así?—ante el asentimiento inocente de éste, sonrió malicioso—. Me refería a algo más... Haz el amor, no la guerra, ¿no?

—Pero somos soldados...

Manfredi parpadeó confundido. Y Matt, al ver que éste empezaba a captar sus indirectas, fingió tropezarse para abrazarse a su cuello y juntar sus labios momentáneamente.

—¡Manfredi!—vociferó Johnson al cruzar el pasillo.

Cuando el capitán separó al cadete de él, miró preocupado a su pareja que lo miraba decepcionado.

—J-John, yo... ¡f-fue un accidente! ¡Lo juro!

Johnson lo miró de arriba a abajo, con los ojos entrecerrados. Luego se fijó en el cadete, que intentaba contener una carcajada.

—Me sorprendes, Matt Lawrence—masculló, acercándose a él a largas zancadas—. Skipper te rechaza, ¡y te le ofreces a Manfredi!

—Oye, tranquilo—el capitán detuvo a su sargento antes de que se acercara lo suficiente como para golpear al muchacho—. El chico sólo tropezó...

—¡Oh, tienes que estar bromeando!—reclamó Johnson, viendo con frustración la sonrisa maliciosa del muchacho, que se escondía detrás del capitán—. No lo defiendas, por favor...

—John... ¡John, por favor!—lo sujetó firmemente, cuando éste quiso zafarse para encarar más al muchacho—. Sólo tropezó, ¿vale?

El sargento le miró frustrado. Tenía miedo. Manfredi era, pese a su perversión, un niño inocente. Y que ese cadete pudiera manejarlo de esa manera, le aterraba enormemente.

—Matt, lárgate de aquí. ¡Ahora!

Cuando el cadete se hubo regodeado lo suficiente, se retiró, no sin antes decir 'Adiós, Manfredi'.

El capitán agradeció a su pareja con la mirada. Lo abrazó y depositó un dulce beso en sus labios, pero Johnson lo profundizó, para borrar el sabor de Matt de su boca.

—Bueno, tal vez sí causé algunos problemas—admitió Matt, riendo por lo bajo al recordar la expresión herida de Johnson—. Pero no a ti.

—Ellos eran... ellos son mis amigos, Matt—Skipper se corrigió enseguida, frunciendo un poco el ceño—. Los problemas que les causaste a ellos, me los causaste a mí.

—Sí, sí. Lo que digas—comentó distraídamente, de repente muy interesado en mirar por la ventana de la cocina

Skipper siguió su mirada, y entonces vio a Private en el jardín, regando y acomodando los lirios y rosas que él mismo había insistido en plantar. Se pinchó un dedo con una espina del rosal, y enseguida se lo llevó a los labios, adolorido.

El líder vio la sonrisa torcida en el rostro de Matt, y negó con la cabeza.

—No te atrevas—le advirtió

—¿Por qué no? Si no calculo mal... tiene la misma edad que Kowalski cuando tú lo corrompiste—sonrió desafiante, ganándose otra mirada envenenada del capitán.

—No todos los hombres son tan retorcidos como tú a esa edad. Entiéndelo. Y a Rico no le gustará.

Matt rió divertido, negó con la cabeza y se levantó.

—Creo que a mi esposa no le gustará que un sargento cualquiera me dañe. Skipper, manténlo a raya.

—Tú manténte a raya—le advirtió el aludido, pero luego se detuvo en seco—. ¿Tu esposa...?

—Oh, seguramente se me olvidó mencionarlo—rió Matt, mostrándole efusivamente su mano derecha, dónde llevaba su anillo de bodas—. Mi dulce y adorada esposa, la comandante Megan Lawrence. Me aseguró un bonito ascenso. Y hará lo que sea que le pida. Incluso destituir al psicópata que tienes por sargento.

Skipper frunció el ceño ante eso, furioso. No esperaba sorprenderse sobre eso tanto como lo hizo.

—Eres un...

—¿... maldito genio? Sí, muchas gracias.

Y acomodándose su uniforme pulcramente, abandonó la cocina, dirigiéndose decididamente al jardín.

Skipper vio con frustración como Matt se acercaba por detrás a Private y le susurraba algo al oído, que sobresaltó al cadete.

Sonrojado a más no poder, Private intentó retroceder, pero Matt no le dejaba mucho espacio personal.

—No, Rico. Sí haces algo, te irá mal.- dijo Skipper, cuando vio las intenciones de su sargento.

Pensó unos momentos y sonrió. Activó un interruptor de la cocina, que en realidad era una alarma para un ejercicio especial.

Tenías que derrivar a quién estuviera más cerca de ti, no importando quién fuera.

Fue como un acto reflejo. Private reaccionó rápido al oír la alarma, y al darse media vuelta, lanzó una patada. Dio de lleno en dónde ningún hombre quiere un golpe, si quiere tener hijos algún día.

Matt retrocedió enseguida, lanzando maldiciones y doblándose sobre su estómago.

Skipper soltó una carcajada, a la cuál Rico se unió al instante. Ése era el mejor espectáculo que habían visto en su jardín.

—Ahora puedes ir, soldado—concedió el líder, apagando la alarma—. Sé cuanto te gusta la jardinería...

Matt vio con frustración, como el sargento de acercaba, no permitiendo que el cadete se disculpara con el mayor o mínimo explicar el porqué de su ataque.

Besó la coronilla de su cabeza y tomó una pequeña maceta, en donde él personalmente estaba cuidando a una semilla. Apenas estaba germinando, pero con el cuidado de Private, se convertiría en una hermosa flor. Lo intuía.

Matt pudo herir a Johnson, pero Rico se encargaría de que Private no saliera lastimado.


—Se siente tan bien tener el brazo sano—comentó distraídamente el teniente, flexionando sus dedos y admirándolos. Suspiró aliviado y sintió una mirada sobre él.

Era Skipper, quien sonreía inconscientemente al verlo. Le devolvió tímidamente la sonrisa y continuó en su labor de revisar que 'todo estuviera correcto' en su mano.

—Quiere llevarse a Rico—dijo el capitán, mirando de reojo a aquel hombre que seguía acosando a Private.

El teniente frunció el ceño.

—No puede hacerlo... ¿ o sí?

—De hecho, sí—masculló el capitán, suspirando pesadamente—. Resulta que está casado, con una comandante. Una llamadita, y adiós a Rico.

—Diablos. Eso quiere decir que...

—Quiere decir que Rico no puede intervenir en sus "asuntos". Por eso lo dejé ir al campo de tiro, para que libere tensiones.

Kowalski asintió una sola vez, pero él también se sentía frustrado. Tal vez Matt no estaba molestando a Skipper, pero sí a Private. Y eso no era justo.

—Tenemos que hacer algo—murmuró, viendo al cadete huir a su habitación luego de que Matt dijera otra frase inapropiada—. No puede seguir así.

—No lo sé, Kowalski. No podemos simplemente activar la alarma de 'Taclea a tu compañero' siempre que lo tenga en frente. Recuerda que la última vez Matt se le adelantó a Private.

El teniente asintió secamente, aún frustrado. Intentaba pensar pero nada bueno se le ocurría.

Él ni siquiera había hecho algo para que Matt lo dejara en paz. Éste simplemente huía cuando lo veía pasar a él... y a Skipper.

—¿Cómo alejaste a Matt de mí? Sé que era diferente pero... jamás me lo dijiste.

Skipper lo miró con los ojos entrecerrados, leyendo sus intenciones como si fuera un libro. Negó con su cabeza.

—Lo amenacé con darle una paliza—murmuró—. Pero eso no servirá ahora. Tiene a una comandante de su lado, estamos perdidos.

—¡Nada de eso!—exclamó Kowalski, levantándose de un salto—. ¡Éste no es el Skipper que yo conocí! ¡Ése Skipper no conocía el significado de palabra 'rendirse'!

El líder lo observó, boquiabierto. No recordaba el entusiasmo que podía llegar a tener su teniente. Y sonrió.

—Tienes razón. Vamos a darle una lección—aseguró, levantándose también—. Y por cierto, aún no conozco el significado de ésa palabra.

Kowalski sonrió.

—Skipper, por favor, d-detente...—dijo el cadete, sumamente preocupado. El teniente lo miró de reojo, extrañado—. Estás agotado...

Había sido mala idea entrenar con Kowalski para enseñarle unas cuántas técnicas que le servirían como defensa personal. E incluso en el campo de batalla.

Pero cuando empezó a hacer preguntas sobre tácticas superiores, Skipper se dio cuenta que él no sabía hacer el Omega-Boom. Entonces, empezó a prácticar. Y ya le dolían los músculos y sudaba a mares.

—Pequeño... así no puedo protegerte—sentenció, secándose el sudor de la frente.

—R-Ríndete, por favor.

—No conozco el significado de la palabra 'rendirse'—sentenció, inflando el pecho orgullosamente. Vio que el chico iba a hablar, y chasqueó la lengua—. Figuradamente, claro.

Y por eso continuó practicando, intentando ignorar las expresiones nerviosas del cadete. Pero no pudo hacerlo por mucho tiempo.

—Por favor, Skipper—insistió Kowalski, su voz se volvió un poco aguda—. No quiero que t-te lastimes...

El teniente bufó, y cuándo se detuvo un momento para volver a hablar, el cadete aprovechó para secarle el sudor de su rostro con una toalla.

—No necesitas rendirte—le dijo, intentando convencerlo—. Sólo debes intentarlo otro día, p-por favor...

Miró fijamente a su pequeño, que estaba sumamente nervioso. Él en verdad se preocupaba por su salud y su bienestar, así como Skipper lo hacía por él.

Sonrió levemente y tomó las mejillas de Kowalski. Se inclinó para tomar sus labios y, cuando lo escuchó suspirar, se separó un poco.

—Una vez más y nos vamos a dormir, ¿sí?—murmuró. Vio que el cadete estaba por replicar, y entonces mordió suavemente su labio.

Kowalski gimió y asintió.

El teniente se apartó de él entonces, y suspiró. Tomó una gran bocanada de aire, y lo intentó. Pero falló. Acabó en el suelo, sobre su espalda y soltando un quejido ronco. Estaba exhausto.

Kowalski se acercó tímidamente, y se arrodilló a su lado. Vio que tenía los ojos cerrados, frustrado. Delicadamente delineó sus adoloridas facciones, y pensó que aún enfadado, a la luz de la luna se veía muy apuesto.

—Skipper...—lo llamó, un poco nervioso

Él abrió los ojos, y suspirando, se sentó.

—Fallé.

—Oh, no es cierto—refutó el chico, acariciando su cabello tranquilamente—. Podrás lograrlo mañana. O la próxima semana. O en un millón de años.

Se acercó para besar sus labios dulcemente, y sonrió al sentir su mano acariciar su cintura.

Se apartó sólo un momento.

—Pero lo lograrás, y yo estaré ahí para verlo. Te lo prometo.

—Por cierto... ¿lo lograste?—cuestionó de repente Kowalski, cuando ambos se dirigían al patio, donde Matt reposaba tranquilamente en una hamaca.

—¿El Omega-Boom?—sonrió al ver asentir a su teniente—. ¿Por qué no te hago una demostración?

—Mejor no. No ahora—aclaró, sonriendo de lado al ver la expresión casi decepcionada de Skipper—. Vinimos por Matt, ¿recuerdas? No queremos asesinarlo, sólo asustarlo un poco.

—Pero podríamos matarlo. Y enterrarlo en el patio. Y bailar sobre su tumba.

—Pues sí. Pero sería ilegal, al menos en éste estado.

Skipper rió por lo bajo, negando con su cabeza. Cada vez se acercaban más a Matt, cruzando el enorme jardín y campo de entrenamiento. Y Matt los vio llegar, por lo que formó una sonrisa torcida.

—Oye, Matt, ¿qué tal si jugamos un poco, eh?—vociferó el capitán sonriendo ampliamente. Matt bufó y negó con la cabeza.

—Ni en sueños, lunáticos.

—Oh, vamos Matt.. Es sólo un juego de niños. ¿O me dirás que le tienes miedo a...?

—¡PAPA CALIENTE!—exclamó Skipper, sumamente emocionado. Matt parpadeó confundido.

—¿Papa caliente? ¿Sólo eso?

—Sí, sólo eso—murmuró el capitán, sacando de su bolsillo una pequeña bomba redonda—. Con esto.

—¡¿Estás loco?!

Pero Kowalski fue más rápido, y enseguida encendió la mecha. Skipper se la lanzó a Matt, quién la atrapó instintivamente soltando un gritito de horror.

Lo que no sabía, era que aquella era una bomba falsa, para confundir a los enemigos. Y estaba cumpliendo su objetivo.

Matt la lanzó hacia Kowalski, quien la tomó con total tranquilidad y, divertido, se la lanzó a Skipper. Pero el capitán se la devolvió a Matt justo cuando la mecha se estaba consumiendo por completo.

Volvió a gritar, aterrorizado por tener una bomba que explotaría en cualquier segundo. Y cuando la mecha se consumió totalmente, la explosión tuvo lugar...

Y entonces, ahí estaba Matt, cubierto completamente de harina y confeti, mientras Skipper y Kowalski lo miraban fingiendo inocencia.

—¿Qué?—cuestionó el líder al ser objeto de maldición de Matt—. ¿Creíste que era de verdad? ¡Oh, no, compadre!

—Sólo jugamos con bombas de verdad con quienes sí son capaces de soportarlo—afirmó el teniente.

Matt estaba demasiado asustado como para responder. Temblaba ligeramente, y le costaba respirar. Una mancha enorme se extendía en sus pantalones.

—¡No puede ser!—exclamó Skipper, riendo cruelmente—. ¿Es en serio?

Kowalski negó con la cabeza, y se acercó a Matt. Se inclinó hacia él, pues era más alto, y murmuró.

—Aléjate de Private, o te irá mucho peor.

—¡U-Ustedes...! ¡Se las verán conmigo!—masculló enfadado, pero el teniente lo detuvo.

—Repito: Aléjate de Private, amigo. Tú no sabes lo que te espera—murmuró Kowalski.

Matt lo miró con ira, pero asintió imperceptiblemente.

—¿Me lo prometes, pequeño?

Kowalski no dudó siquiera y asintió, sellando aquel pacto con un tierno beso.

El teniente lo estrechó entre sus brazos e intensificó el beso. Era tan satisfactorio sentir a Kowalski estremecerse al tocarlo y apresarlo.

—A-Aquí no—murmuró en un jadeo ahogado, que sólo lo incitó a bajar y besar devotamente su cuello.

—En cualquier lugar es bueno—se burló.

—No... ¿y s-sí alguien nos ve?

—Es de noche...

—Estamos en e-el patio...

Skipper se detuvo, gruñendo. Lo miró, y al ver sus mejillas totalmente sonrojadas, sonrió un poco.

—Vamos a tu habitación—ordenó, levantándose y obligándolo a hacer lo mismo

—Pensé que estabas exhausto—murmuró el cadete, extrañado, y Skipper rió entredientes

—Ya no.

Caminaron hasta la habitación del cadete e inmediatamente, nada más cerrar la puerta y asegurarla, Skipper lo tomó entre sus brazos y hundió su rostro en su cuello, ansioso por probar esa piel.

El cadete enredó los dedos en el cabello de su amante y le permitió conducirlo hasta la cama, en donde ambos se recostaron sin cortar en ningún momento el contacto de sus cuerpos.

—¿Sabes, pequeño? Te adoro—murmuró, besando su mejilla, mientras introducía sus manos en el interior de su ropa. El cadete asintió, agitado.

Detuvo un momento a Skipper, y cuando el teniente pensó que tal vez el pequeño no quería, éste simplemente se giró. Dándole la espalda, sobre su costado, pero girando su rostro para besarlo.

Era una posición bastante exquisita. Pero...

—¿Dónde aprendiste esto, pequeño?—cuestionó, flexionando la pierna del menor para acariciar sus muslos e inclinándose nuevamente a su cuello.

—¿Nunca viste una porno?

Skipper no pudo evitar reírse ante ése comentario, y continuó besando y lamiendo su piel, sintiéndolo estremecerse ante su tacto.

Comenzó a desabrochar su camisa lentamente, y a recorrer su pecho con su mano, hasta llegar a su pantalón. Los desabrochó también, y sin perder tiempo, introdujo su mano para tomar su miembro.

Sonrió cuando el chico mordió su almohada, en un intento de no gritar.

El menor se quitó la camisa, para permitir que Skipper besara su espalda, sin dejar de estimular su miembro.

Pero entonces, pese a la luz apagada, Skipper hizo presión en un punto de la espalda que hizo tensar al cadete. Al tantear con su mano libre, notó lo que probablemente era un moretón, algo grande.

—Pequeño, dime la verdad...—murmuró en su oído, incitándolo más—. ¿Te han golpeado?

Kowalski abrió los ojos, entonces, sintiéndose nervioso. Tragó saliva y negó.

—N-No, Skipper...—jadeó, para sonar más convincente.

Pero Skipper no se lo creyó, estiró su brazo y encendió la lampara en la mesita de noche.

Obligó al muchacho a darse la vuelta, y notó que le evitaba la mirada.

—No me mientas, pequeño—le dijo, acariciando sus mejillas

Pero entonces notó que también tenía moretones en su pecho, y marcas en sus brazos, como si los hubieran estrujado manos muy fuertes. Frunció el ceño.

—Será mejor que me digas la verdad, ahora—advirtió.

Tembló un poco pero bajó la mirada. Suspiró.

—¿Matt?

Kowalski negó levemente.

—No lo sé... fue demasiado rápido, Skipper.

Skipper lo tomó del rostro para obligarlo a verlo a los ojos directamente.

—¿Te hicieron algo más?

El cadete se abrazó a Skipper y suspiró, aferrándose a él. Como si no quisiera alejarse nunca. Miró de reojo su habitación, mientras sonreía melancólico.

—No, nada más—afirmó.

Había un par de prendas de Skipper en su armario, producto de las numerosas noches que dormía con él al punto de casi llegar tarde a sus reuniones. Incluso unos informes del teniente en su escritorio, justo al lado de su reseña sobre las tácticas de Carlo Magno.


Eso ha sido todo por ahora. Esperamos que les haya gustado.

Si te gustó, deja un rw. Si no te gustó, deja un rw.

¡Saludos!