Thanks for the memories

Disclaimer: Los Pingüinos de Madagascar y sus personajes no nos pertenecen, son propiedad de sus respectivos autores. KovatePrivalski97 y Umeki-Nara sólo escriben por diversión y entretenimiento, sin ánimo de lucro.

Resumen: Porque Kowalski aprendió de Skipper más que técnicas de combate y estrategia. Pero el alumno siempre supera al maestro, ¿no? A menos que el maestro se enamore.

Advertencias: Slash (relación chicoxchico). Lime. Posible Lemon en capítulos posteriores, en ese entonces cambiaremos el rated a M.

¡Bienvenidos, bienvenidos! Tú, que acabas de abrir este fic, estás a punto de leer el primero de muchos fics que haremos juntas. ¡Esperamos de corazón que lo disfrutes! Sin más que decir, continuemos.


Prólogo

—Te extrañaremos mucho, Johnson. Saluda a Manfredi de nuestra parte—dijo Skipper, abrazando a quien laboró como su teniente durante tanto tiempo, le dio un par de palmadas en la espalda y se separó.

—Gracias, Skipper. Lo haré—sonrió, con las mejillas un poco sonrojadas—. Chicos, cuídense mucho. Private, jamás dejes de ser adorable. Y Rico... ya sabes de lo que hablamos, suerte.

El sargento asintió efusivamente, mirando de reojo al cadete de la unidad. Éste, ignorante de eso, despidió a Johnson con la mano.

—Skipper, ¿podrías darme un minuto?—dijo. Y el capitán asintió, aunque el secretismo de su amigo le daba mala espina.

—¿Sucede algo?—cuestionó cuando se apartaron un poco. El nuevo capitán asintió.

—Es sobre el teniente que me reemplazará—dijo con seriedad—. Averigüe de quién se trata.

—¿En verdad? ¿Quién?

—Ignacy Kowalski, ¿lo recuerdas?

—Tiene que ser una broma—rió Skipper, sintiéndose algo nostálgico. Sí, recordaba a Ignacy Kowalski. Aquel muchacho desgarbado y debilucho, con ésas enormes gafas de pasta negras cubriendo sus ojos. Era el objeto de burlas de todos los cadetes. Y también de Skipper.

—No es ninguna broma—aclaró Johnson, haciendo una mueca—. Por favor, trátalo bien.

—Cuenta con eso—asintió el capitán, aún sonriendo burlonamente—. Seré bueno con el pequeñín.

Johnson titubeó un momento. Quería decirle a Skipper que él se había mantenido en contacto con quien fue su alumno en antaño... Pero eso sólo sería arruinar la sorpresa. Y de cierta forma, quería que Kowalski disfrutara personalmente la reacción de Skipper al verlo.

Una camioneta se estacionó afuera del hogar comando. Así que Johnson realizó el cordial saludo militar, como un recordatorio de que pronto volverían a verse, tomó sus cosas y abordó el vehículo. De la puerta contraria salió un hombre más alto que él, de cabello rizado y que, si prestabas suficiente atención, llevaba unas gafas apenas perceptibles.

Le sonrió a Johnson amigablemente, mostrando sus dientes relucientes y parecidos a los de un modelo de pasta dental. El hombre tomó sus maletas y caminó hacia la unidad a la que había sido asignado. Depositó su equipaje en el suelo y saludó a su capitán.

—Teniente Kowalski reportándose, señor.

No hubo una respuesta inmediata por parte del líder. Éste se quedó embelesado, mirándolo como si estuviera justo frente a la Octava Maravilla del Mundo. Ése hombre tan apuesto, no podía ser de ninguna manera aquel chico insulso que recordaba.

—¿Ignacy Kowalski?—cuestionó con incredulidad, sin salir de su asombro El recién llegado sonrió torcidamente, y asintió una sola vez, ofreciéndole su mano para que la estrechara.

—Así es—respondió tranquilamente mientras le daba a su mano un firme apretón. Con algo de burla, agregó—. ¿Ya nos conocíamos, señor?

¡Incluso su voz ahora parecía tan varonil e hipnotizante! Carraspeó, sintiendo que su boca se secaba ante los nervios de tener a Kowalski tan cerca.

—Bueno, si mal no recuerdo te di clases de Jujitsu una vez.

Y lo había hecho, a petición de Johnson, para que el chico supiera defenderse mejor de sus agresores. El teniente empezó a reír y tiró de su mano para acercarlo más.

—Sí, creo recordar otras enseñanzas tuyas, Skipper—murmuró, a centímetros de su rostro—. Aunque mis sujetos de prueba no reaccionaron demasiado bien ante mentiras y abusos, pero son gajes del oficio, ¿no?

El líder retiró su mano enseguida, frunciendo el ceño. Aquel hombre se estaba acercando a recuerdos poco agradables para él. Notó que sus otros dos subordinados los miraban con bastante curiosidad, por lo que aclaró su garganta sonoramente.

—No sé de qué hablas, soldado—mintió, evitando el contacto visual—. Cómo sea. Bienvenido al equipo.

Kowalski no borró su sonrisa al tomar sus maletas e ingresar al hogar, siguiendo a la unidad.

—Tu habitación está entre la mía y la de Private. Instálate y descansa. Mañana veremos tus habilidades como teniente.

El teniente asintió y lo siguió. Skipper le abrió la puerta y le evitó la mirada. Kowalski ingresó y colocó sus maletas en la cama para empezar a desempacar. Skipper no pudo evitar quedarse en el marco de la puerta, observando la silueta poco musculosa, estética. Cerró los ojos, recargándose en la pared, recordándolo de niño.

"—¡L-Lo lamento tanto, no creí que... estaría ocupado!—el adolescente de enormes lentes y braquets cerró la puerta del armario de escobas. Un minuto después, de allí salió un teniente de cabeza plana y uno de sus compañeros de clase.

Idiota—masculló el otro adolescente acomodándose la camisa y subiéndose el cierre del pantalón. Y se retiró, sumamente enojado.

Kowalski le evitaba la mirada al de mayor rango. No era la primera vez que se topaba con él en actividades poco convencionales con sus compañeros. Casi parecía que era su destino interrumpirlo cada que cambiaba de pareja sexual.

El teniente se volvió hacia él, y al reconocerlo, soltó un exagerado suspiro de exasperación.

¿Por qué me sigues, niño?—cuestionó, mirándolo de arriba a abajo despectivamente. Al verlo bajar la vista tímidamente y acomodarse las gafas, sonrió un poco—. Oh, ya veo. Ni lo sueñes. Tengo buen gusto.

El cadete frunció un poco el ceño, pero cuando fue a replicar, Skipper ya le había dado la espalda y se alejaba a largas zancadas, riéndose a carcajadas."

—Señor, ¿podría hacerme un favor?

La voz del teniente lo sacó de sus cavilaciones. Levantó la mirada y éste se giró, sonriendo.

—¿Qué?

Ensanchó su sonrisa, burlón.

—Por favor, deja de mirarme el trasero. No me interesan viejos ni... intento de activos.

El capitán abrió los ojos, sorprendido, y estuvo a punto de gritarle algo para defenderse, pero éste rápidamente lo empujó fuera de su habitación y le cerró la puerta en frente de su nariz.

—Maldito niño—masculló, irritado.


¡Eso ha sido todo, por ahora! Esperamos lo hayan disfrutado. La verdad nosotras disfrutamos escribiéndolo.

Si te gustó, deja rw. Si no te gustó, deja rw.

¡Saludos!