Como lo prometido es deuda, aquí está la siguinte historia :D

Disclaimer: Frozen no me pertenece, pertenece a Diney y si algún nombre de aquí que sea mío os suena, es pura coincidencia. No hago esto como ánimo de lucro, solo espero hacer pasar un rato divertido a mis lectores.

Absténganse de leer si parejas entre el mismo sexo os disgustan, adevertidos estáis. Habrá OOC por parte de Elsa pero vamos, que la razón por la que se comprta así la explico más adelante.

Ahora sí, disfrutad.


Todo iba bien en Arendelle, seis meses después de la gran helada, las dos hermanas todavía intentaban conocerse la una a la otra. La relación de Anna con Kristoff iba dando sus frutos, al principio Elsa desconfiaba de el muchacho, pero poco a poco iba viendo que el chico rubio no era como Hans y terminó aceptando que su hermana estaba enamorada de él. Al fin y al cabo, Elsa estaba ocultando un secreto, no es que le gustara callárselo a Anna, mas no le quedaba más remedio.

Un ruido leve se escuchó en la recámara de la reina Elsa.

-Oh, Nieve, ojalá te pudiera presentar a mi hermana, pero ya me tienen suficiente miedo a mí. Imagínate si aparece un dragón...

La criatura se acercó a ella, le lamió la cara efusivamente y acercó su cabeza a la de la chica. Elsa levantó la mano y le acarició detrás de la oreja, como le gustaba.

-Vamos a volar un rato, ¿Te parece?

El dragón saltó de alegría y desplegó las alas, como si estuviera estirándose.

Nieve, -como así lo llamó la reina cuando lo encontró hace cinco años- era albino y con ojos dorados, sus orejas eran largas y su cuerpo era lo suficientemente largo para que pudiera llevar a dos o tres. Se veía pequeño mientras estaba en tierra, pero cuando abría las alas se veía imponente. Podría haberlo usado contra Weselton pero ya había demasiada confusión con sus poderes como para añadir más leña al fuego.

Elsa conjuró un pantalón y un jersey de color del hielo -ya que con vestido era muy incómodo- y se subió a su montura. Con un "Vamos allá", despegaron, y volaron casi toda la noche.

A la mañana siguiente, alguien llamó a la puerta de la habitación de Anna, despertándola.

-¿Quién es?

-Soy yo, Su Majestad, Kai. ¿Bajará para el desayuno?

La princesa se volvió a quedar dormida, y otro toque en la puerta le hizo despertarse de nuevo. La chica rió, fue lo mismo que hizo el día de la coronación de su hermana.

-Ya voy.

Se levantó y escogió un vestido color verde con adornos dorados y se peinó el pelo en dos trenzas, como siempre. Bajó casi corriendo al comedor y se extrañó al no ver a su hermana, le preguntó a uno de los sirvientes por Elsa pero ni Kai ni Gerda supieron responderle.

-No lo sabemos, princesa. La reina Elsa no estaba esta mañana en su habitación.

-Eso es extraño, debe de estar en su castillo de hielo.

Anna odiaba comer sola, a veces su hermana se comportaba extraño, casi nadie entraba en su cuarto a excepción de sus dos sirvientes más fieles pero no le dio importancia, la reina necesitaba sus momentos a solas. Terminó su desayuno y se reunió en la plaza del pueblo con Kristoff y Sven, los cuales hoy irían a ver a los trolls.

Mientras tanto, Elsa despertaba al lado de un cuerpo caliente, tenía sus alas alrededor de ella, como protegiéndola, la reina sonrió. Se dio cuenta de que estaba en el salón de su palacio de hielo en la montaña del Norte. El sol ya estaba bastante alzado y decidió que no iba a arriesgarse a que la vieran con ese dragón, así que se quedaría aquí con Nieve, y saldrían a surcar los cielos hasta que fuera de noche.

Seguramente su hermana se enfadaría con ella, pero le gustaba estar en compañía del animal. Mirándole dormir recordó la primera vez que lo vio.

La pequeña Elsa tenía quince años, aún intentando controlar su poder, una noche se escapó de su habitación y paseó por las calles de Arendelle sin ser vista. Sin querer, se adentró en el bosque que había al este del castillo y miró hacia atrás, estaba todo oscuro y no supo cómo volver.

Después de caminar lo que parecían horas, se tropezó con algo y cayó al suelo. La pequeña gimió de dolor pero se calló cuando un rugido se escuchó detrás de ella, al parecer había chocado contra un animal, lo que no esperaba ver, era que esa cosa, era un dragón.

La bestia se levantó de una y se dirigió rauda y veloz hacia la pequeña princesa, deteniéndose a escasos centímetros de ella. Elsa abrió los ojos y se encontró con un dragón de tamaño muy pequeño, un poco más grande que ella, y el primer instinto de la pequeña fue alejarse, miró hacia atrás pero el dragón la seguía y se paraba cuando ella lo hacía.

-¿Qué quieres? No tengo comida...

El pequeño dragón al escuchar la palabra comida, esbozó lo que parecía una sonrisa y se fue, dejando a la princesa sola otra vez. Sin ánimos de continuar, se sentó en el tronco de un árbol y espero a que sus padres se levantaran, y con suerte, la buscaran en el bosque. Sintió un ruido detrás de los matorrales. Su corazón latía a mil por hora y gritó cuando vio algo salir de ahí. Volvió a abrir los ojos y otra vez el dragón estaba con ella, pero ahora andaba sosteniendo un salmón que seguramente había cazado cerca de aquí.

El pequeño se lo comió de una y el estómago de Elsa rugió, y se sonrojó. No supo por qué lo hizo, supuso que era la costumbre. Después de eso, el dragón hizo como un gesto de querer vomitar el pez, y así fue, pero sólo una parte, con la cabeza, le iba acercando la comida a la chica, la cual pareció entender.

-Uh, ¡no como pescado crudo! - La pequeña bestia puso cara de asombro, o eso le pareció a ella, y el bebé de dragón insistió.-Está bien.

Con temor, cogió el pez y le dio un mordisco mientras miraba a su acompañante, y éste a su manera le dijo que se lo tragara, y así lo hizo. El gusto era asqueroso pero hizo contento al pequeño, así que siguió comiendo. Cuando terminó de comer, la pequeña bestia se acurrucó a ella y lanzó un gemido de placer, y Elsa no pudo nada más que acariciarle la cabeza.

-¿Tú sabes dónde está el poblado?- El dragón asintió.- ¡Llevame por favor! O estaré en problemas.

Éste asintió, parecía que le entendía e hizo un gesto muy raro, como si se sacudiera, luego hizo un gesto con su cabeza dirigida a su lomo, y Elsa entendió. Se subió a él y éste comenzó a correr por el bosque, la princesa sintió el viento en su cara y se sintió libre, se olvidó por un rato de que tenía poderes y de que era princesa, tan sólo pensaba en disfrutar esa sensación que estaba viviendo.

A lo lejos vio luces y su cara pasó de felicidad a tristeza, eso la hizo traer a la realidad y al parecer su montura lo notó, porque aminoró su paso. Se acercaron a la entrada del poblado y la princesa desmontó, se comenzó a dirigir al castillo mientras el dragón la seguía.

-No, ¡no puedes venir conmigo! Debes de quedarte en el bosque, pero claro, si alguien te encuentra será peor.- Elsa se puso a pensar y se le ocurrió una idea. -Está bien, te quedarás conmigo en mi habitación, pero estate callado.

El dragón asintió; saltó; y gimió de alegría a lo que la princesa le echó una mirada recriminadora, y éste enseguida se detuvo. Siguieron caminando hasta la entrada secreta del castillo, y subieron a su habitación.

-Vale, tendré que ponerte nombre... ¿Slaker? -El dragón la miró con cara de asco.- No, no te pega. ¿Lashte?- El dragón pareció rodar los ojos. -Oh ya sé, como eres blanco, ¿qué te parece si te llamo Nieve?- El dragón al escuchar ese nombre, asintió. -Bien nieve, yo soy Elsa.

-Y parecía que fue ayer cuando nos encontramos...- El dragón gruñó levemente. -Vamos a dar un paseo de buen día.

Con dos toques, Nieve se despertó completamente, se estiró, miró a su dueña y esperó a que le montara, una vez estuvieron juntos, salieron volando por el gran ventanal de hielo.

-¡Sube!

El dragón al escuchar esa orden ascendió mucho más alto de lo que alguien se pudo imaginar; nunca se cansaría de atravesar las nubes; de mirar el atardecer desde ahí arriba; o incluso el amanecer.

Era la única manera de sentirse libre. Miró a Nieve y éste comprendió lo que ella quería hacer.

-Dispara. -La montura hizo lo que su jinete dijo, y Elsa lanzó una bola de nieve que impactó justo con la bola de energía blanca que había soltado Nieve, formando copos de nieve más grandes que los normales.

Elsa estiró los brazos hacia los lados y con un ligero movimiento de manos comenzó a dejar un trazo de nieve detrás de ella, los rayos del álgido Sol penetraban en los cristales formando una gran estela brillante. Nunca pensó que podía usar sus poderes para estas cosas, siempre lo había visto como una maldición, pero ya no. Nieve parecía cansado así que bajaron de altura y se encontraron con Arendelle, desde ahí arriba parecía muy pequeña. Había nevado la noche anterior y todo estaba cubierto de blanco.

-Vamos a armar un poco de alboroto en el pueblo.

Nieve asintió. Otra cosa que le gustaba hacer era causar confusión a su propia gente, normalmente robaban cajas de peces para alimentar al dragón, pero a veces usaban sus poderes combinados para liar a sus comerciantes, y esta vez no era la excepción, salvo que no contaba con que una chica de cabello rojizo estaba en el muelle justo cuando Elsa y Nieve decidieron atacar una bodega.

-¡Otra vez los ladrones, cogedlos!

-Oh-oh, ¡Nieve. Salgamos de aquí!- Dijo la reina en un susurro, éste asintió y lanzó una ráfaga de energía que destruyó parte del barco, siendo así posible la huida de los ladrones. Salieron lo más veloces que pudieron, pero alguien los vio, y no cabía en si de su asombro.


Cortito, pero bueno. En el futuro habrá temas más serios, lo prometo. Incluso algo repugnantes, pero eh, todo tiene su explicación válida xD.

Read & Review si queréis, y si no pues también :D