Y aquí vengo con otro fic que llevo pensando varios meses y al final me he decidido a escribir porque es ima de mis ships favoritas ^^ Espero que lo disfrutéis.

1. El Perro.

Las palabras del rey aún estaban en la cabeza de la joven doncella.

''Si no consiente casarse con mi señor tío, entregadle las sobras al Perro.'' Había gritado desde el trono, atrayendo las miradas de Sandor y Sansa, que aún estaba de rodillas, frente a Joffrey, donde días atrás, él la había hecho desnudar y el Perro la había ayudado. La Stark reflejaba pánico y horror en sus ojos ahora que el Rey había revelado sus planes, ¿Entregársela al Perro? Ella era Lady Sansa de la Casa Stark, de Invernalia, una mujer ya de alta cuna, una doncella del Norte, y ante todo, sangre del lobo huargo, no podía casarse con el Perro. En aquellos momentos habría gustosamente aceptado casarse con el enano, incluso habría sonreído de oreja a oreja y habría corrido al encamamiento como si fuera de nuevo a casa. Una carcajada le llegó a los oídos, era Sandor, su risa sonó áspera, parecía realmente divertido ante la posibilidad de tenerla en sus garras, por lo que ella le maldijo mentalmente. ''Los Otros entren ahora mismo y nos lleven a todos. Así al menos no tendría que estar aquí, no tendría que soportar esta humillación y estaría con Padre, y con Dama.'' pensó Sansa, notando sus ojos llenarse de lágrimas y repentinamente mirando al suelo, forzándose a aguantar y no llorar en medio de toda la Corte. ''No tomaré por esposa a una cría que no pueda ni calentarme la cama''. Había ladrado el Perro, haciendo que ella levantara de nuevo la mirada, ahora llena de rabia y odio hacia aquel asesino que servía al rey. ''Entonces podrás juzgarlo por ti mismo'' contestó Joffrey con una divertida sonrisa, mirando a Sansa, esperando alguna señal de negación o protesta que pudiera darle pie a un castigo para la joven, pero no llegó, sabía que hiciera lo que hiciera eran órdenes del rey. Minutos después, varios guardias la llevaban a sus aposentos, seguidos de cerca por el Perro, que ya se había encargado de conseguir algo de vino. ''Necesitaré vino más que él'' pensó ella con amargura. Los hombres la empujaron dentro de la habitación sin miramiento alguno y Sansa cayó sobre sus rodillas de nuevo, notando las lágrimas finalmente caer por sus mejillas. Iba a entregarle su doncellez a aquella bestia salvaje, después tendría que casarse con él y tener sus hijos... Aquella no era la vida que ella merecía, ¿Qué les había hecho a los dioses para merecer este castigo? El Perro entró en la habitación y cerró la puerta de una patada, tomando un largo trago del vino y dejándolo sobre la mesa para entonces sentarse en la silla frente a ella, sus oscuros y fríos ojos estaban clavados en Sansa.

- No voy a tocarte, pajarito. - Dijo él, dejando escapar un suspiro, sabía que la oportunidad de tener a una mujer como Sansa no se le presentaría más veces pero él no era Gregor, no la violaría, así fuesen órdenes del mismísimo rey.

Ella finalmente levantó la cabeza, apartando las manos de su rostro para mirar a Sandor, con total asombro, no se esperaba aquellas palabras.

- Pero... El rey... - Trató de decir ella, hipando levemente a causa de su llanto.

''¿Eres estúpida? No va a tocarte y tú piensas en lo que Joffrey ha ordenado...'' se recriminó mentalmente, claro que si él descubría lo que había pasado en realidad, los haría matar a ambos. Tomaría el riesgo, sin duda.

- No me importa una mierda ese crío. - Gruñó antes de beber otro trago de vino y cruzarse de brazos. Tras unos minutos de silencio, Sansa se levantó, caminando lentamente hacia la cama, donde se sentó.

- Cuando le diga a Joffrey que he probado y no te quiero como esposa, no te ofrecerá a nadie más. Algún día volarás lejos de aquí y podrás vivir tu bonita canción de caballeros y doncellas. - Le informó Sandor, sin ni siquiera mirarla. - Y mientras tanto, tú vivirás aquí como hasta ahora, quizá incluso mejor. Te llamarán ''La Puta del Perro'' - rió ante aquel comentario y tomó otro trago, distraídamente. - Pero si eso te garantiza pasar noches en mi cama en lugar de en las de cualquier otro hombre de Desembarco del Rey, supongo que es algo bueno, ¿No, pajarito?

Cuando sus fríos ojos se clavaron en Sansa, ella no pudo evitar apartar los suyos de Sandor, aquel hombre la atemorizaba hasta límites que jamás habría creído posibles, no era el mismo temor que Joffrey le causaba. Podría esconderse del rey, como a partir de ahora haría, pero Sandor... Él la tenía allí, completamente expuesta a sus deseos y necesidades. No necesitaría de nadie más si quería acabar con ella. De nuevo el silencio reinó en la habitación durante otro par de minutos que parecieron ser años, o eso pensó ella, ya que Sandor parecía distraído con su bebida como para ignorar la presencia de la fémina que continuaba sobre la cama, mirando a sus manos sobre su regazo. El Perro siempre se había mostrado protector con ella, y si algún día regresaba a casa, haría saber al Rey en el Norte todo lo que Sandor Clegane había hecho por su querida hermana en el tiempo que había permanecido cautiva en las garras de los Lannister. El silencio se vio entonces interrumpido por las pisadas del hombre, que se había levantado y cruzaba la habitación hacia ella, Sansa temió entonces que hubiera cambiado sus pensamientos y notó su corazón comenzar a latir desbocado en su pecho, como el miedo le hacía un nudo en el estómago y todas sus esperanzas se rompían en pedazos, pero en el segundo en que vio como Sandor echaba mano de su espada y la desenvainaba a apenas dos pasos de la cama, los ojos de la joven se abrieron como platos, las lágrimas afloraron de nuevo y rodaron por sus mejillas.

- ¿Q-qué haces? - Balbuceó presa del pánico al tiempo que se arrastraba hacia atrás en la cama, hasta que su espalda alcanzó la pared y ella se vio indefensa y arrinconada.

''¿Aquí termina todo?'' pensó entre sollozos, sin poder apartar la mirada de la espada del Perro. ¿Tan borracho estaba como para matarla? Si gritaba, nadie acudiría, a nadie le importaba realmente si la mataba.

Él no contestó, presionó sus labios en una fina línea, haciendo que las cicatrices se tensaran, dándole un aspecto aún más grotesco. La mano que estaba libre de la espada, alcanzó el tobillo de Sansa, tirando de ella y dejándola al borde de la cama, con las piernas abiertas y las faldas a la altura de la cintura. La doncella no pudo contener un grito de sorpresa y miedo, seguido por desesperados sollozos. Hacía media hora pedía la muerte de toda la ciudad, incluyendo la suya propia y ahora lo temía más que nada y rezaba para que no pasase.

- Pajarito, no estoy tan borracho. - Escupió Sandor, abriendo aún más sus piernas para tener libre acceso a estas.

Con un pequeño y cuidadoso tajo en el muslo de Sansa, la sangre comenzó a brotar, resbalando por su blanca y delicada piel hasta manchar las sábanas. Ahora lo comprendía todo... Joffrey no era tan estúpido, mandaría examinar las sábanas en busca de la sangre de la que no habría sido una doncella entonces, y Sandor había pensado en aquello. Envainó la espada con cuidado y rasgó un trozo de la tela que cubría la cama, cubriendo la herida ahora que ya estaba hecho.

- Te traeré algo para curar la herida cuando caiga la noche, asegúrate que la lavas antes. - Dijo él, bajando su vestido hasta que de nuevo sus piernas no eran visibles y tomó su mano, ayudándola a incorporarse. Había sido capaz de controlarse ante la tentadora idea de tomarla allí mismo, al fin y al cabo, su cuerpo era ya el de una mujer y estaba tan... Expuesta... Pero, ¿En qué lo convertiría aquello entonces?

Sansa asintió obedientemente, aún sin palabras ante lo ocurrido y secó las lágrimas de su rostro, el corazón aún le latía demasiado rápido dentro del pecho, y su respiración estaba realmente agitada, al fin y al cabo el susto aún no había abandonado su cuerpo.

- Gra... Gracias. - murmuró con un hilo de voz, mirándole a los ojos ahora, llevando su temblorosa mano derecha a la mejilla del Perro. Hubiera sonreído ante su intento de protegerla, pero no podía.

Sandor suspiró y tras unos segundos le correspondió con un gesto de asentimiento antes de cruzar de nuevo la habitación y desaparecer de sus aposentos.

Sansa abrió los ojos, la oscuridad reinaba en su cuarto pero desde hacía bastante tiempo, era habitual para ella despertarse presa del pánico entre lágrimas a estas horas. Aquello era una de sus peores pesadillas, desde que el Perro había tratado de salvarla, todo se había vuelto un infierno para ella, como si su estancia en la Fortaleza Roja no hubiera sido suficiente para la joven loba. Sansa consideró por unos segundos la idea de despertar a Alayaya, la joven siempre se mostraba dulce con ella cuando sus demonios la atormentaban en sueños, pero se recordó que la que ahora era su amiga, también tendría trabajo al día siguiente y perturbar nuevamente sus horas de descanso, no le haría ningún bien, así que se quedó tumbada sobre la cama de su nueva habitación, mirando hacia el techo, imaginando que en su lugar, podía contemplar el oscuro cielo nocturno, lleno de estrellas, y que entre ellas, su Padre estaría mirándola, junto a Dama, ambos velando por ella en estos terribles momentos.

Agradecería leer vuestras opiniones, positivas o negativas acerca de lo que os ha parecido este primer capítulo.

Gracias por leerme,

Grimcs.