Disclaimer: Shingeki no Kyojin es propiedad de Hajime Isayama.

Advertencia: Yaoi (Boy's Love) | Uso descarado del OoC | EreRi | Universo Alterno (UA) | Lenguaje vulgar | Contenido sexual explícito | Eren dejando en silla de ruedas a Levi (?) | Fluff

N/A: Capítulo dedicado a las chicas del grupo de Facebook Fanfics Yaoi SNK, y a todas las que estuvieron esperando por la continuación /o/.

-Deja el capítulo y se avienta por la ventana- E_É (?)


SEDUCIENDO A EREN.

By: Maka Kagamine


Capítulo tres.

Sedúcelo estando totalmente a su merced.


( • ̀ω•́ )✧


Mi espalda chocó contra la puerta, cuando ésta se cerró.

Solté un pequeño gemido ante el golpe —que sí me había dolido de verdad—, mientras entrecerraba los ojos. Si hubiese sido en otro momento, realmente hubiera golpeado a Eren por su poco tacto. Sin embargo, no podía pronunciar palabra alguna; cualquier cosa que intentara salir de mis labios moría en mi garganta, casi en automático.

Y es que mi prometido me tenía acorralado contra la puerta de madera —no estaba muy seguro del momento en que llegamos al hotel donde estábamos hospedados—. Sus manos, de un momento a otro, habían aprisionado las mías llevándolas por encima de mi cabeza, mientras una de sus piernas se metía entre las mías, dejándome a su entera disposición. Su rostro estaba muy cerca del mío, tanto así que podía sentir su cálido aliento golpeando contra mi cara; una y otra vez. Pero, sin duda alguna, lo que realmente me hizo temblar fueron sus ojos.

Sólo necesité de darle un pequeño vistazo para encontrarme con ese par de orbes azules —que se deslizaban por cada parte de mi cuerpo— para notar que no había ninguna clase de sentimientos en ellos. No estaba la dulzura, ternura ni el amor con el que Eren solía mirarme; sólo había libido escrito en ellos. Parecía como si su parte racional se hubiera extinguido por completo, dejando sólo la irracional viva.

Esa que escondía todos los instintos bajos que mi prometido pudiera tener; haciéndolos salir, dejando a Eren como alguna clase de hambriento depredador.

«Adivina entonces quién es la presa, Levi»

Fue cuando sentí su dura erección golpeando contra mí que el sonrojo invadió mi rostro, mis mejillas terminaron por calentarse al mismo tiempo que un gemido escapaba de mi boca. Eren sonrió; provocándome un cosquilleo que se arrastró por todo mi cuerpo, quedándose más tiempo del necesario en mi entrepierna. En ese segundo sólo quise sostenerme de sus hombros, mis piernas temblaban que estaba seguro que no podrían seguir manteniéndome.

—¿Lo sientes, Levi? —susurró, restregando muy despacio su polla contra mí, de nuevo. Acto seguido, Eren deslizó su lengua por toda mi oreja izquierda, haciéndome gemir audible. Él volvió a sonreír—. Esto es lo que provocas en mí. Te gusta sentirlo, ¿no es así, bebé?

Hubo algo —realmente no sé qué fue— en la manera que pronunció ese apodo, que me hizo temblar de nueva cuenta, y asentir casi al instante, con el sonrojo subiendo por mi rostro. Su respuesta fue otra risa profunda y un beso tras el lóbulo de mi oreja. El gemido que escapó de mi boca fue inevitable. Pero a Eren pareció gustarle, porque lo sentí sonreír contra mi piel y chupar con fuerza esa zona.

Cerré los ojos ante ese movimiento mientras intentaba liberar mis manos. Realmente quería tocarlo, abrazarlo; sentirlo aún más cerca, pero Eren no lo permitía. Sus manos apresaban con más fuerza cada vez que yo intentaba moverme, estaba haciéndome daño incluso, pero ni siquiera me importaba.

Porque, de alguna manera, eso me gustaba.

—E-Eren... —jadeé, cuando le sentí bajar por mi cuello, deslizando su húmeda y candente lengua por cada rastro de piel que se atravesara.

No estoy tan seguro de que tan seductor soné a sus oídos, pero sólo eso fue suficiente para que mi novio soltara un jadeo —que se convirtió en gruñido, apenas en un segundo—, y acercara su rostro al mío.

No me besó. Sin embargo, lo que hizo me llenó el estómago de muchísimos gusano arrastrándose por doquier, y un inmenso sonrojo se apoderó de mi rostro. Eren repasó la punta de su lengua, una y otra vez, por mi labio superior, dejándolo mojado de espesa saliva. Fue al instante de eso que mi respiración se agitó, provocándome un cosquilleo en el vientre. Tenía esa enorme necesidad de sentir las manos de mi prometido paseándose por todo mi cuerpo.

Todos mis pensamientos se revolvieron todavía más cuando su lengua cambió de labio, situándose ahora en el inferior. Lo sentí mojarse con su saliva, y eso me llevó a abrir la boca.

Eren sonrió de nueva cuenta, pero tampoco me besó. En cambio, succionó mi labio inferior con fuerza. Nuevamente mi rostro ardió —producto del sonrojo—, mientras cerraba los ojos y gemía.

—Estás realmente excitado, ¿cierto, bebé? —preguntó, luego de romper todo contacto de nuestras bocas, mientras su mano derecha soltaba su agarre y comenzaba a resbalar por mi piel.

Empezó por mi cuello, bajó lentamente por mis clavículas hasta que llegó a mis tetillas y las tocó apenas, con la punta de su dedo medio. Entrecerré los ojos y jadeé mientras volvía a temblar. Todos sus movimientos era hasta superficiales, pero yo ya estaba tremendamente excitado. Mi pene palpitaba, exigiendo un poco de atención también.

—Eren... —volví a llamarlo, con la voz entrecortada. Mis ojos estaban oscurecidos por la lujuria, y los de Eren no estaban en mejor estado— me... duele.

La sola imagen que percibió mi prometido pareció crear una tormenta en su interior, le escuché gruñir alguna palabrería en alemán mientras su mano volvía a pasearse por mi cuerpo.

—¿Qué te duele, bebé? —susurró, llevando sus labios a mi oreja al mismo tiempo que su mano bajaba por mi estómago, delineó mis abdominales hasta que llegó a mi vientre. Gemí por mera anticipación— ¿Duele aquí?

Y, entonces, tras sus palabras, su mano se perdió bajó mi ropa. Un grito pequeño de sorpresa escapó de mis labios cuando su mano capturó mi palpitante polla sin demasiado cuidado. Lo apretó y tapó la mojada punta, tan sólo para hacerme gemir con más fuerza.

—¡Ngh! ¡E-Eren! —lloriqueé, perdido en el placer, mientras mis puños se apretaban. Lo hacía tan duro que mis uñas comenzaron a incrustarse en mi piel— Por... por favor —rogué. La saliva escurría por mis labios, al mismo tiempo que las lágrimas, causadas por el placer, se aglomeraban en mis ojos—. Tócame más, por favor.

Aquello fue el detonante para mi prometido. Con un beso apasionado sobre mis labios —¡por fin!—, empezó a mover su mano contra mi pene. El ritmo era salvaje, se deslizaba de arriba hacia abajo sin reparo alguno, empapando toda mi erección con el líquido preseminal que empezaba a derramarse por la punta.

—¡Ah... Ngh! ¡Sí...! ¡Eren! —gemí, sin poder pensar con coherencia, mientras dejaba caer mi frente contra su hombro.

Él gruñó cuando sintió lo mojado que me iba poniendo, y eso sólo le hizo aumentar los movimientos de su mano. Aquello me alentó a empezar a balancear las caderas, acoplándose a su ritmo; intentando obtener un poco más de ese morboso placer.

—Estás tan duro, bebé —murmuró, tras un siseó—. ¿Es por mí?

Asentí reiteradas veces; ya ni podía hablar. De mi boca sólo escapaban gemidos y jadeos que iban en aumento cada vez que Eren deslizaba su mano más rápido sobre mi erección. Él empezó a repartir besos por todo mi cuello; a veces repasaba su lengua por mi piel, o chupaba con fuerza para dejarme alguna que otra marca ahí.

Me sentí palpitar entre sus dedos, al mismo tiempo que mi respiración se agitaba y mi desesperado corazón empezaba a azotarse contra mi pecho. Mi vista se nublaba por momentos, mientras más saliva corría por las comisuras de mis labios; urgiendo por besarlo de nuevo.

Estaba tan cerca...

—Eren... ¡Ah...!

Entonces, al notar que pronto terminaría, Eren detuvo todo movimiento, tomándome por sorpresa. Por eso, no pude evitar lloriquear cuando su mano abandonó mi punzante erección. Él no hizo más que sonreír cuando se miró los dedos al sacarlos de mi ropa, estaban mojados; totalmente empapados. Sus ojos se clavaron en los míos una vez más sólo para contemplar la escena que le regalaba; mis mejillas sonrojadas, respiración agitada, boca entreabierta y ojos totalmente oscurecidos, mirándolo con muda suplica.

Nuevamente, mi prometido jadeó.

—Eren... Por favor... —pedí, otra vez, totalmente abrumado por todo lo que estaba sintiendo— por favor.

—¿Qué quieres, bebé? —murmuró, perdiendo su rostro en mi cuello. Su aliento golpeó contra mí, haciéndome gemir— Pídamelo, y te lo daré.

Quizá no debía ceder tan rápido, pero tampoco podía pensar demasiado. La excitación me nublaba el raciocinio; mi parte racional se había apagado también. En ese momento, lo único qué rondaba y resonaba por las paredes de mi cabeza era su nombre.

—Tó-tócame —le dije, perdido—. Hazme... hazme llegar al orgasmo, por-por favor, Eren. Qui-quiero que seas tú.

Supe que había usado las palabras correctas cuando noté el brillo que se apoderó de sus ojos. Sin decir ni una sola palabra, Eren soltó en agarre en mis muñecas y me tomó del antebrazo. Acto seguido, sin esperarlo, me lanzó a la cama. No pude quejarme siquiera; ni cuando mi espalda rebotó en el suave colchón.

Me incorporé con los antebrazos en la cama, para encontrarme con una imagen que me quitó el aliento por completo. Eren se acercaba a mí muy lentamente, como un cazador acechando a su temblorosa presa, con una sonrisa por demás sensual adornando su rostro, mientras deshacía el nudo que ajustaba su traje de baño a su cadera. Además, podía notar la erección atrapada bajo su ropa. Me lamí los labios sin poder evitarlo, quería hacerle tantas cosas.

—No sabes lo que provocas cuando hablas así, bebé. Más te vale que estés preparado, porque no pienso parar —dijo, luego de sonreír, con la voz rasposa, totalmente dominado por la excitación—. No te dejaré escapar, ¿entiendes?; aún si me lo pides no me detendré.

Tras eso, él se montó en la cama. Su cuerpo, de nueva cuenta, me acorraló; mi respiración volvió a agitarse cuando su rostro quedó terriblemente cerca del mío, tanto que incluso me pareció peligroso. Tragué saliva con dificultad, mientras mis ojos vagaban hacia sus labios. Quería besarlo de verdad, de hecho, mi boca ardía porque necesitaba sentir su contacto.

Él pareció leer mi expresión porque soltó una risa que se me antojó de lo más atractiva; profunda. El sonido me hizo temblar y desearlo todavía más.

Entonces, Eren me besó. Fue un contacto completamente apasionado. Nuestras lenguas no tardaron en juntarse, quitándome la respiración de nuevo. Su mano derecha aprovechó para moverse por mi cuerpo, se situó en mi tetilla y la apretó entre sus dedos. Gemí mientras enredaba mis dedos en su pelo, buscando alguna manera de tenerlo aún más cerca de mí.

Sin embargo, nos separamos cuando la necesidad de respirar fue más fuerte. Nuestra saliva mezclada escurrió de mis labios cuando Eren alejó su boca de la mía.

—Aún necesitas atención... aquí abajo, ¿no?

Su mano se arrastró hasta mi entrepierna, y tocó mi erección sobre la ropa. Mi espalda se arqueó un poco mientras jadeaba.

Necesitaba más.

Quería más de él.

—Sí-sí —murmuré—. Por fa-favor...

Sin necesitar más, mi prometido llevó sus manos hasta el elástico de mi pantalón corto y empezó a deslizarlo por mis piernas con tortuosa lentitud. La sonrisa coqueta se ensanchó en su boca cuando mi hinchado pene quedó en libertad, palpitando por un poco de atención.

Me sentí tremendamente avergonzado porque mi prometido me miraba fijo. Sus ojos azules se movían por cada parte de mi cuerpo, repasando cada parte de mi temblorosa carne. Mis mejillas se sonrojaron cuando sus orbes brillaron con ese matiz dorado al fijarse en mi húmeda entrepierna.

Casi en automático, y aún perdido, llevé mi mano hasta mi pene para intentar cubrirme —que él estuviera mirándome de esa forma me avergonzaba de verdad—, sin embargo, Eren me detuvo.

— No, no. No te cubras, Levi. Me gusta mucho lo que veo —dijo, mientras movía su dedo índice en el aire; señal de negación— ¿Te duele, bebé? —preguntó, esta vez, arrastrando su dedo por toda mi polla. La sensación me desconcertó, y me sentí todo abrumado así que sólo pude asentir— No te preocupes, entonces. Yo voy a ayudarte.

Con la sonrisa todavía acentuándose en su boca, Eren se lamió los labios. Entonces, sin esperarlo, él hundió su rostro entre mis piernas. No pude más que arquear la espalda y abrir los ojos de sobremanera cuando sopló su cálido aliento contra mi pene. Le escuché reír ante mi reacción, antes de volver a repetir la acción.

—¡Ngh...! Ba-basta... —rogué, sin poder soportar más aquello— No... no me tortures más, Eren.

Ante mis palabras, él dejó un beso pequeñísimo sobre la punta de mi mojada polla, ganándose un gemido de mi parte.

—Vamos, bebé, me estoy divirtiendo bastante aquí —explicó, para luego levantar un poco mi pierna izquierda, lo suficiente como para poder repartir besos por toda la piel de esa zona—. Además, mírate, Levi. Tú también lo estás disfrutando bastante; sólo siente lo duro que te has puesto.

Eren volvió a recorrer mi erección con su dedo. Lo hizo muy despacio, desde la base hasta la punta, con el total afán de seguir torturándome. Lloriqueé de regreso mientras me aferraba a las blancas sábanas de la cama. Sin embargo, la habitación empezó a dar vueltas sin parar cuando su cálida y húmeda lengua reemplazó a su dedo. Se enredó a mi alrededor antes de succionar con fuerza.

La respiración se me atoró en la garganta; toda palabra se quedó sin poder salir. Aquello era tan placentero que sólo podía gemir sin control, mientras mis manos se perdían en su cabello y mi espalda se arqueaba.

—¡Ah...! ¡E-Eren! —gemí, al sentir su lengua repasar mi glande, lamiendo todo rastro de presemen que se había formado ahí— ¡Ngh!

Entonces, él metió mi pene por completo en su boca. Mi cabeza, sobre la almohada, se movió de un lado a otro, cuando el placer fue demasiado. Un cosquilleo se acentuó en mi vientre, se arrastró despacio hasta mi polla que palpitó con más insistencia. Totalmente abrumado por la sensación, empecé a dar pequeños embistes en su cavidad. Mi novio soltó un gemido al instante, nublando mi juicio ante lo placentero que se había sentido aquello.

Mis dedos se aferraron más a su cabello, jalando con fuerza. Quizá hasta le estaba haciendo daño, pero a él no parecía importarle. En cambio, cada vez que apretaba mi agarre, Eren succionaba más fuerte alrededor de mi erección.

Pronto, me sentí mareado ante tanto placer acumulado. El cosquilleo creció aún más, haciéndome temblar y mover las caderas con más insistencia.

Quería llegar pronto.

Quería tocar el cielo de una vez.

Y no tardé demasiado en hacerlo. El orgasmo llegó, borrando todo rastro de cordura que aún quedaba en mí. Todo a mi alrededor se nubló; me sentí completamente perdido durante unos minutos, mientras mi cuerpo se estremecía y mi eyaculación terminaba en la boca de Eren.

Lo sentí separarse despacio de mí, y levanté un poco mi rostro tan sólo para encontrar una imagen que, interiormente, me hizo pedir no haberlo hecho. Eren tenía la boca abierta, mi semen mezclado con su saliva escurría de la punta de su lengua de una manera que hasta se me antojó sensual. Sus ojos brillaron coquetos —ante lo que estaba planeando— cuando chocaron con los míos, haciéndome sonrojar una vez más.

Sin embargo, lo que hizo después fue lo que realmente me hizo pintarme de rojo y aguantar la respiración. Él volvió a hundirse entre mis piernas, pero, esta vez, sus manos separaron mis nalgas. Abrí los ojos, mientras mi respiración se hacía aún más pesada ante lo que vendría.

Eren deslizó su lengua por mi ano, entrando muy lentamente; explorando todo lo que podía, dejando esa mezcla de saliva y semen ahí. La cálida sensación me recorrió todo el cuerpo, acentuando el sonrojo en mi rostro y haciéndome tirar la cabeza hacia atrás incapaz de poder decir algo más.

—Eren... ¡E-Eren! —repetí, perdido en la sensación, mientras su dedo índice toqueteaba esa zona superficialmente— ¡Ah... Ah!

Muy lentamente, y provocando un sonido bastante acuoso cuando hizo contacto, su dedo se inmiscuyó en mi apretado interior. La sensación fue demasiado extraña; rayando en lo doloroso. Sin embargo, me gustó. Me encantó sentir la manera en que su dedo exploraba todo mi estrecho ano. Al mismo tiempo que su lengua se movía un poco más, otro dedo ingresó en mí.

Cuando su lengua se retiró, los dos dedos empezaron a moverse en tijera, intentando ensanchar mi interior. Debía prepararme bien para algo aún más grande y grueso que un simple par de dedos.

Nuevamente, todo se volvió borroso. Sobretodo cuando el tercero se metió, y se unió a los otros jugueteando, torturándome; abriéndome. De un momento a otro, sus labios se movieron por mi pecho hasta situarse en mis duras tetillas. Sus dientes capturaron la derecha y la mordió con fuerza, casi haciéndome sangrar. Para ese entonces, yo ni podía moverme, mi respiración era agitada, mi corazón golpeaba con fuerza contra mi pecho, y en mi mente sólo se repetía su nombre con vehemencia.

Lo deseaba.

Lo deseaba muchísimo.

Quería tenerlo dentro de mí de una vez.

Quería ser uno con él.

Eren encontró mi próstata algunos momentos después. El grito que escapó de mi garganta, cuando su dedo medio dio contra mi punto, lo hizo sonreír contra mi piel. Para aumentar el placer en mí, él succionó mi tetilla izquierda para luego repasar su lengua sobre ella.

—Ngh. ¡Sí-sí! ¡Ju...justo ahí, Eren! To-tócame más, a-allí

Luego de chupar mi tetilla derecha, Eren volvió a sonreír. Sus ojos brillaron completamente complacido ante la expresión que surcaba por mi rostro en ese momento. Mantenía mis orbes entreabiertos, mientras mi boca se mantenía abierta intentando conseguir un poco más de oxígeno. Su lengua se deslizó hasta subir a mi cuello, donde empezó a lamer y besar con desbordante sensualidad en esa zona.

—Oh, entonces a mi bebé le gusta aquí —susurró, con la voz ronca, jugueteando con mi próstata a conciencia. Mis gemidos y gritos parecían encantarle de verdad.

Asentí, mientras mi cuerpo se estremecía en el colchón. Mi pene —que había despertado de nuevo— palpitó, exigiendo atención otra vez. Ya no podía más con toda esa tortura, de verdad deseaba ir más allá de eso. Y se lo hice saber cuando le tomé por el brazo, deteniendo todo movimiento de su parte.

Eren me miró un poco confundido, sin embargo, al observar directamente a mis suplicantes ojos, lo comprendió.

—Por favor... Ya no más de esto —pedí, con la voz entrecortada y sintiendo mis mejillas arder por el repentino sonrojo—. Te... Te quiero a ti. Te ne-necesito dentro.

Ante mis palabras, los ojos de mi prometido se oscurecieron aún más. El gruñido que escapó de sus labios no se comparó con los anteriores. Había sido más profundo, ronco; casi como el de una bestia.

Otra vez, temblé mientras la excitación crecía más en mí, empezaba en mi vientre y se regaba por cada célula de mi cuerpo. Era totalmente exquisito ver esa faceta de Eren, y, recién descubría, me encantaba.

Los dedos que todavía se mantenían en mi interior se arrastraron fuera de una manera que hasta me pareció lenta, tortuosa. Durante un efímero segundo, creí sentir una extraña clase de vacío, pero, con todo lo que rondaba por mi cabeza, no le presté demasiada atención.

—Tú sabes, Levi —susurró, muy despacio, mientras quitaba su traje de baño. Lo hizo lento, casi hasta me pareció una danza lenta y sensual—. Ahora, realmente, ya no habrá vuelta atrás.

Y, entonces, aventó su ropa hacia algún lugar de la habitación. Su dura y palpitante polla por fin se mostró ante mí. Tragué saliva ante la sensual imagen, mientras sentía mi ano cosquillear, rogando por tenerlo dentro ya.

—Lo sé —admití, intentando calmar un poco mi respiración—. Y lo quiero, re-realmente quiero... deseo hacerlo. Qui-quiero tenerte dentro de verdad... Me-métela ya.

Tras eso, y sabiendo lo que provocaría en él, levanté las piernas y llevé las manos hasta mis nalgas para separarlas, dejando a su plena vista mi abierta y necesitada entrada. Mi novio se lamió los labios, mientras su mirada se mantenía fija en mi entrepierna.

—Diablos, te daré lo que pides, bebé —sonrió, al mismo tiempo que su mano se deslizaba por su pene, mojándolo con sus propios fluidos.

Me mordí el labio. La escena me pareció de lo más candente.

Sin decir nada más, él tomó mis piernas, para mantenerlas más abiertas, y acomodó la punta totalmente empapada de su miembro en mi ano. La sensación que me recorrió en ese momento no la puedo describir, pero me hizo tirar la cabeza hacia atrás mientras mi respiración se agitaba ante lo que vendría.

Segundos después, Eren empujó la cadera hacia adelante, y se deslizó casi con facilidad en mi anillado interior. Aún así, la penetración dolió, claro que lo hizo; el oxígeno se me cortó al mismo tiempo que un gemido salía de mi garganta y las lágrimas empezaban a derramarse por mis ojos. Sin embargo —y por más masoquista que suene—, me sentí completo, como si realmente Eren y yo estuviéramos hechos el uno para el otro. Mi novio, por su parte, soltó un jadeo profundo y un montón de maldiciones por lo bajo al sentirse bastante apretado.

—Duele... —gemí, a medias y casi sin querer.

Luego de esa palabra, no tardé demasiado para sentir los labios de mi novio en mis mejillas, borrando todo rastro de llanto que hubiera ahí.

—Pasará pronto, Levi —susurró, contra mi mejilla—. Sólo... sólo relajáte, bebé.

Me besó entonces. A comparación de los anteriores, este contacto fue más suave, totalmente tierno, como esos besos que solía darme cuando me llenaba de cariños. Sus labios se movían despacio contra los míos, casi como si tuviera miedo de dañarme. Y fue gracias a eso que dejé de pensar un poco, mientras pasaba mis brazos tras su cuello. Él no pareció rehuir de mi contacto, en cambio su lengua se inmiscuyó en mi boca casi al instante, para volver el beso un poco más íntimo, apasionado.

No sé cuanto tiempo estuvimos besándonos de esa manera, pero el dolor había pasado de verdad. Así que le incité a moverse cuando empujé un poco las caderas. Eren lo comprendió, claro. Se separó de mi boca, para luego levantar, y separar, de nueva cuenta mis piernas. Me sonrojé por la posición —me parecía demasiado vergonzoso estar así de abierto—, pero a él parecía gustarle, fue sólo cuestión de ver la sonrisa coqueta que invadió a su rostro.

Entonces, sin importarle nada más, Eren embistió lentamente. Le sentí llegar muy dentro; demasiado profundo. Tanto así que me encontré a mí mismo con los ojos llorosos, temblando de sobremanera, mientras mi boca soltaba un jadeo involuntario y la saliva volvía a escurrir por mis labios. Mi interior se contrajo a su alrededor, y las palpitaciones aumentaron. Ante eso, él gruñó alguna cosa en español, al mismo tiempo que empujaba la cadera hacia delante, despacio.

Joder, aquello era fantástico.

—Ngh... ¡Ah, ah! ¡E-Eren...!

—¿Te... Te gusta, bebé?

Asentí, mientras apretaba la sábana entre mis dedos. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, y mi cuerpo temblaba sin parar.

Eren sonrió, para luego volver a embestir de manera lenta. Lo estaba disfrutando, sí. Pero el ritmo seguía sin aumentar, y eso me estaba volviendo loco. Quería más, más rápido, fuerte y profundo.

—Ma-más... —jadeé, perdido en el placer— más... Ngh... Rápido.

Con esa suplica, la bestia Jaeger terminó por despertar. Sus ojos se oscurecieron aún más, mientras sus manos apretaban su agarre en la piel de mis piernas, casi dejando la marca de sus dedos ahí.

Entonces, Eren se salió de control. Las embestidas se aceleraron; su piel chocaba con la mía cada vez que su gruesa e hinchada polla se deslizaba dentro y fuera de mi culo, con tremenda facilidad. El sonido acuoso, que producía su pene al entrar y salir, se mezclaba con mis gemidos y sus gruñidos, me parecía de lo más morboso.

Eché la cabeza hacia atrás mientras mis ojos se abrían, el placer que me recorría no tenía comparación.

Era como estar en el mismísimo cielo.

Todo se volvió repentinamente borroso cuando su pene encontró mi próstata. Solté un grito de placer al mismo tiempo que me retorcía en la cama. Eren no pudo más que sonreír ante mi reacción.

—¡Ah... Ah! Sí, sí. ¡A-ahí!

—¿Quieres... Aquí? —preguntó, con la voz entrecortada, mientras sus embistes se concentraban en mi próstata, y sus labios se arrastraban por la piel de mis piernas— Sólo... ¡Ngh! Sólo aquí, ¿verdad?

Otra vez, no me quedó más que asentir. Estaba abrumado, el placer que se deslizaba por cada pequeña partícula de mi cuerpo me dejaba sin poder pensar. Además, observar a Eren moviéndose de esa manera tan sensual, cada vez que empujaba la cadera hacia adelante, mientras gruñía por lo bajo y el sudor escurría por su frente, cayendo con lentitud hasta su pecho, delineando cada parte de su sensual piel, me hacía estremecer.

Ante la morbosa imagen, mi pene palpitó ansioso y las paredes de mi ano se apretaron aún más a su alrededor.

—Ngh... Di-diablos, bebé —jadeó, mirándome fijamente—. Te estás po-poniendo tan... ¡Ah!... estrecho.

Pronto, me encontré completamente perdido. Sus embestidas habían aumentado, podía sentir como sus testículos chocaban contra mis nalgas con fuerza y eso hasta se me antojaba hasta candente; morboso. Los gemidos y jadeos no tardaron en llenar la habitación, así como cada pequeña parte de mi ser empezaba a temblar. Un cosquilleo comenzó a recorrerme sin piedad cuando los golpes contra mi próstata se volvieron aún más seguidos.

El cielo estaba demasiado cerca...

Queriendo llegar al deseado orgasmo, arrastré una de mis manos por mi pecho, deslizándola con suavidad hasta llegar a mi vientre. Entonces, incapaz de esperar más, mis dedos capturaron mi húmedo pene. Empecé un ritmo salvaje casi al instante, intentando imitar el que Eren llevaba.

Mi cuerpo se arqueó, la saliva escurrió por la comisura de mis labios. Realmente ansiaba besar a Eren.

Mi prometido miró la escena con verdadero encanto. Sus ojos brillaron complacidos, mientras su polla llegaba más y más dentro de mí. No tardé demasiado para sentir el orgasmo acentuándose por todo mi cuerpo; mi respiración se agitó aún más y mis gemidos se volvieron pesados.

—E-Eren... Ya... Ca-casi... ¡Oh, Dios!

Sin embargo, Eren se detuvo. Por mera inercia dejé de mover la mano, al mismo tiempo que lloriqueaba porque lo sentí retirarse de mi interior.

—Todavía no, bebé —susurró, para luego dejar un beso profundo sobre mis labios—. Es tu turno de ir arriba.

Tras esa sentencia, Eren se sentó en la cama llevándome consigo. Durante un minutos apenas, aproveché para mirar la escena que se suscitaba frente a mí. Eren tenía el pelo húmedo y alborotado —dándole una imagen más sensual que nunca—, los ojos totalmente oscurecidos, las mejillas un tanto coloradas y el sudor escurriendo por cada parte de él. Pero, sin duda alguna, lo que terminó por excitarme todavía más, fue observar su polla; todavía estaba dura y la punta brillaba debido al rebosante presemen que había ahí.

Todavía perdido, me acomodé sobre su regazo dejando el glande de su pene cerca de mi agujero, pero sin ir más allá. Él gruñó un poco mientras sus manos subían y bajaban, acariciando la piel de mi cintura. Enredé mis dedos en su pelo, al mismo tiempo que le miraba a los ojos. Entonces, por primera vez en todo ese día, fui capaz de ver amor en sus orbes.

Fue ahí, sólo con eso, que comprendí que aquello no era simple sexo, como había pensado en un principio.

Nosotros estábamos haciendo el amor.

—Te amo, Levi.

Mi corazón latió con fuerza ante sus palabras. Me sentía totalmente feliz. Saber que él todavía me amaba de verdad me ponía tan contento.

—Yo también te amo, Eren.

Luego de una sonrisa de su parte, empecé a deslizarme sobre su pene muy lentamente. La sensación que me recorrió cuando lo tuve nuevamente en mi interior me mareó, y me hizo echar la cabeza hacia atrás. Mi novio aprovechó eso para chupar con fuerza la piel de mi cuello. De seguro terminaría con algunas marcas en esa zona, pero no me importó.

Eren no tardó demasiado en empezar a moverse. El primer embiste me hizo ver muchísimos colores y gemir con fuerza. En esa posición él podía llegar más dentro, dando contra mi próstata con facilidad.

Con mis manos sobre sus hombros, marqué un ritmo suave, al principio, pero fue aumentando conforme los minutos avanzaban. Mi cadera se levantaba, deslizando fuera su miembro hasta sólo quedar el glande dentro, para luego dejarme caer de golpe. A Eren pareció gustarle, porque sus manos se quedaron en mi cadera, ayudándome a subir y bajar con más facilidad, mientras él embestía, dando certeramente contra mi próstata, cuando yo caía.

—Ngh... Sí, sí... E-Eren... —gemí, cuando él empezó a repartir besos por todo mi cuello.

—Le-Levi...

Las palpitación de su pene en mi interior aumentaron, cuando las paredes de mi ano se estrecharon aún más a su alrededor. Las embestidas se volvieron erráticas, al igual que nuestras respiraciones. Ninguno de los dos podía soportarlo más.

Cuando el orgasmo llegó nuestros labios se juntaron, ahogando un grito que terminó por convertirse en un gemido a medias. Mi mente se nubló, las estrellas de colores aparecieron por todos lados y todo pareció dar vueltas. Mi semen manchó nuestros cuerpos, mientras el suyo rellenaba hasta mis entrañas.

Sin poder más, me dejé caer de espalda a la cama, trayéndolo conmigo. Mis piernas se enredaron alrededor de su cuerpo, y mis brazos lo hicieron en su cuello. Me negaba a dejarlo ir, no quería que se separara aún.

Nos miramos fijamente mientras el silencio invadía la habitación. Los ojos de Eren desbordaban amor, cariño; totalmente enamorado.

—¿Estás bien, bebé? —preguntó, luego de un minuto de silencio, mientras sus dedos despegaban los mechones de pelo que tenía sobre mi frente— ¿Te lastimé?

Negué despacito.

—Estoy bien —dije, y sonreí—. Demasiado bien.

Él rió levemente al mismo tiempo que un sonrojo invadía sus mejillas morenas.

—¿De verdad? Es sólo que creo que fui muy bruto contigo, no me medí. Lo siento —murmuró, verdaderamente arrepentido.

Encogí los hombros, restándole importancia al asunto.

—Me gustó, mucho en realidad —confesé, dejando un beso pequeño en sus labios—. Aunque no conocía esa parte tuya tan salvaje.

Esta vez, el sonrojo en sus cachetes se incrementó mientras su ceño se fruncía.

—Eso fue tu culpa, en parte.

Levanté una ceja.

—¿Mi culpa? ¿Por qué mi culpa? Yo no hice nada.

—¡Por andar tocándote de esa manera en público! Además, andabas haciendo cosas raras últimamente. Cómo si intentaras, no sé... ¡Seducirme!

Desvié la mirada y fingí demencia, así él no descubriría qué, efectivamente, le había estado intentando seducir.

—Yo no he estado haciendo nada —me defendí, mintiendo y para cambiar el tema, agregué—. ¡El que estuvo actuando raro fuiste tú! Me rehuías, ya ni pasabas tiempo conmigo.

Ante eso, Eren soltó un suspiro y escondió su rostro en mi cuello, parecía como si estuviera avergonzado por algo. Supuse que por eso estaba evitando mirarme a los ojos.

—Sí, lo sé... —admitió— perdón por eso, bebé. Es sólo que yo... me sentía raro cuando estaba contigo; tenía pensamientos... sucios. Entonces, hablé con Armin —explicó. Ante la mención de ese nombre, no pude más que temblar. Porque si había alguien mucho peor que Hanji, ese era Armin Arlert, el mejor amigo de Eren—, y él me dijo que era completamente normal. Porque... Huh... empezabas a parecerme... atractivo. En lo sexual.

Pestañé tras su explicación. Al final, Hanji había estado en lo correcto. Me hice la nota mental de siempre creer en sus palabras.

—O sea... ¿huías de mí por qué querías tener sexo conmigo?

Mi novio asintió, el sonrojo seguía adornando sus mejillas.

—Sí, pero... pensaba qué si lo hacíamos te lastimaría, y no quería eso, Levi. Te amo. Me importas mucho; no hubiera soportado perderte por algo así.

Jodida Hanji subnormal que siempre estaba en lo correcto.

—Pero no me has lastimado, ¿viste? Incluso me gustó, Eren.

Él pintó una sonrisa que podía describirse entre estúpida y enamorada, mientras sus dedos repasaban mis mejillas.

—A mí también me gustó mucho, bebé.

Luego de eso, repartió pequeños y cortos besos sobre mis labios. No perdí la oportunidad para corresponderle, al mismo tiempo que perdía mis dedos entre su pelo café. Entonces, luego de rato de estar mimándome, Eren pareció recordar algo porque sonrió completamente entusiasmado.

—Oh, oh —dijo, con emoción—. Tengo algo para ti, Levi. Pensaba dártelo cuando estuviéramos en casa, pero creo que este es el momento indicado.

Ladeé un poco la cabeza, mientras alzaba una ceja y le miraba confundido.

—¿Qué es?

La sonrisa iluminó su rostro de nuevo. Y eso me hizo sentir aún más perdido. A veces —en muy pocas ocasiones—, Eren me resultaba bastante difícil de leer.

—Espera, debo buscarlo —y justo cuando hizo el ademán de levantarse le abracé un poco más, no quería dejarlo ir todavía—. Bebé... —susurró, con insistencia, cuando comprendió mi repentino actuar— no me iré, tan sólo debo sacarlo de la maleta.

—Puedes dármelo después.

Eren sonrió, para luego besar mi frente con cariño. El tierno contacto me hizo sonrojar y abrazarlo más.

—Realmente quiero dártelo ahora, por favor.

—Bien —me rendí—, pero no tardes.

Tras eso, y con mucho cuidado, tratando de no lastimarme, Eren hizo la cadera hacia atrás. Su pene se arrastró fuera de mi cuerpo lentamente, provocándome un escalofrío cuando el semen qué él había dejado dentro de mí escurrió con libertad hacia afuera. No obstante, la sensación de vacío volvió con más insistencia. Creo qué para él fue igual, porque me miró directamente a los ojos antes de dejar un largo beso en mis labios.

No tardó demasiado tiempo para levantarse y comenzar a rebuscar entre las cosas que mantenía dentro de su maleta. Estuvo un rato —que se me antojó como una eternidad— así, hasta que le escuché decir algo que sonó como «¡aquí está!».

Cuando regresó, se acostó a mi lado y me atrajo hacia su pecho. Ni siquiera supe qué cosa traía consigo, la verdad me estaba quedando medio dormido. Me sentía bastante cansado y sólo quería descansar un rato.

Internamente maldije a Eren, porque él no se notaba ni un poco agotado.

—Dame tu mano, Levi —dijo. Le tendí mi mano derecha. Él arrugó la nariz—. No, esa no. La izquierda, bebé.

Suspiré. ¿Qué importaba realmente? Era sólo una jodida mano. Bufé por lo bajo mientras qué, con todo el cansancio del mundo, le tendía mi mano izquierda. Entonces, algo pequeño y un poco frío se deslizó por mi dedo anular.

Pestañé un poco confundido mientras ponía la mano frente a mi rostro. Había un anillo en el dedo anular; era uno de compromiso. Se veía bastante sencillo y pequeño, pero era hermoso, totalmente de mi gusto. Mis ojos se abrieron casi al instante, mientras que el sonrojo se apoderaba de mis mejillas de nuevo.

—Eren, ¿qué...?

Él encogió los hombros, para luego alborotarse el cabello. Era una manía que cargaba desde pequeño, lo hacía cuando se sentía un poco nervioso.

—Sé que ya estamos comprometidos, pero pese a eso nunca te puse un anillo. Así que pensé que ya era tiempo. ¿Te gusta?

Asentí, todavía con la mirada perdida en el anillo. Realmente no podía creer aquello.

—Sí, es muy hermoso —dije, con sinceridad, y le agradecí con un beso sobre sus labios—. Gracias, Eren.

Mi prometido sonrió.

—Sólo no vayas a quitártelo, ¿bien? —su ceño se frunció levemente, pero luego volvió a sonreí— Quiero que todos sepan que ya estás felizmente comprometido.

Levanté una ceja.

—Eren, creo que ya todo el mundo sabe que estoy comprometido contigo.

—No importa, así sabrán que nuestro compromiso es serio, y no sólo un «juego de niños» como la mayoría piensa —se quejó, arrugando el entrecejo de nuevo—. Es más, déjame tomarle una foto, la subiré a Facebook; así marcaré territorio.

Negué con la cabeza porque en ocasiones Eren era realmente difícil de tratar, inclusive hasta llegaba a parecer un niño pequeño. Pero no me quejé, ni tampoco me negué a su petición. Estaba estúpidamente feliz que nada me importaba.

Ni siquiera le regañé cuando, a la mañana siguiente, Eren subió la foto a su perfil de Facebook. Donde, por cierto, obtuvo 180 me gusta, y doscientos treinta comentarios —no me pregunten cómo fue eso—. O cuando descubrí que no podía moverme demasiado porque me dolía el culo y las caderas.

Pero no me importaba porque el plan de Hanji había funcionado.

Ya no era virgen.

Y tampoco estaba reprimido sexualmente.

Ahora sí, todas las noches me permitía asaltar a Eren cuando él se descuidaba.

Y por supuesto, él lo disfrutaba cómo nunca.


Último paso: Déjalo que lleve el control. Sedúcelo estando totalmente a su merced.


.

FIN

.


N/A: OH DIOS MÍO, QUÉ ES ESTO.

¡ES LA CONTINUACIÓN (?)! D:

-se arroja al drenaje(?)-.

Jajaja, ok no :c

¡Hola! XD. Al fin, luego de esperar no sé cuantos meses por fin les pongo el final de este fic /o/ debo decir qué me tomó varios días escribir esto, de hecho mi cerebro saca humo porque lo exprimí para poder terminarlo D:

Ya muchas personas me habían pedido la continuación (sobretodo las chicas del grupo de Facebook Fanfics Yaoi SNK), y no se me hacía justo tenerlas esperando más tiempo, así qué decidí dejar de escribir mis otros fics y concentrarme en este, y creo que valió la pena uvu.

En fin, espero que les haya gustado el lemmon (miren que no fue fácil escribirlo D: XD) y Eren siendo bestial y dejando a Levi sin poder caminar durante días uvu (?) XD

¿Y saben qué? He pensado en hacer una segunda parte de esto; con la boda, la Luna de miel y una Mikasa entrometida qué no los deje tener sexo a gusto (?), pero ya veré XD.

Ahora sólo quiero agradecerles su apoyo con este fic. Muchas gracias por los hermosos comentarios, sus preciosos reviews que me hacen sonreír cada vez que los leo, sus alertas y sobretodo, por sus favoritos. Muchas, muchas gracias, nenas ; A ;

Tengan un maravillo día :)

Lyne Diamond*


¿Review? *-*