¡Mis estimados lectores! Aunque suene a hipocresía, los he extrañado mucho.

Como algunos de ustedes ya saben, mi computadora se crasheó, de la manera mas vil. En la noche estaba yo escribiendo y en la mañana que la volví a prender, nada. Se congeló y no funcionó más. Llevo una semana trabajando en la computadora de mi papá, aunque sólo tareas y ese tipo de cosas. Eso hasta hace tres días que me puse a teclear esto, porque simplemente mis dedos ardían por escribir algo.

Estuve como dos días en depresión cuando se murió mi (estúpida) mac, porque ya había terminado el siguiente capítulo de "Ladrona Fantasma" y llevaba la mitad del quinto capítulo de "Confidencial". Como me dijeron que los archivos no se iban a perder, no vi el caso de teclearlo todo de nuevo, por lo que les pido un poquito de paciencia de la manera más humilde. Al parecer me la entregan mañana y si eso ocurre les publicaré el siguiente capítulo de "Ladrona Fantasma" y continuaré sin demoras con "Confidencial", para publicarlo lo más pronto posible.

De cualquier modo, ésta idea comenzó... no sé ni de dónde salió, la verdad. Es otro AU... bueno, semi-AU que - como siempre - salió más largo de lo planeado. Pero de verdad que necesitaba escribir algo mientras tanto y decidí traerles éste como el primer one-shot de los drabbles/viñetas/one-shot que había prometido desde hace siglos. Espero que les guste :) Y prometo tratar de ya no hacer tantos AU. (Ya sólo los que tengo planeados) ¿O ustedes que opinan? ¿Les gustan mis AU?

En fin, no los entretengo más y comiencen. (Así, sin resumen para que sea sorpresa :D a ver que les parece)


Pescando Nixes

Categoría: HTTYD

Género: Romance, AU.

Clasificación: K

Palabras: 3617

Paring: Hiccstrid

One-shot


Hiccup solía salir a pescar con su padre cuando era niño, pero a medida que fue creciendo y su relación con él se debilitó, tuvo que hacerlo solo. Con el paso del tiempo se acostumbró y descubrió que le gustaba más hacerlo de esta manera. Era tranquilo y nadie lo molestaba. Se convirtió en una rutina de todas las semanas que disfrutaba en soledad. Incluso después de que la relación con su padre y todo Berk se restauró gracias a Toothless y a su valentía matando al Giganticus Maximus que controlaba a todos los dragones que atacaban la isla, decidió que seguía queriendo ir a pescar solo. La compañía de su dragón no le hubiera molestado, pero no cabía en el bote, por lo que las mañanas de pesca las aprovechaba disfrutando de unas cuantas horas de sueño extras en su habitación.

Sin embargo, ahora que tenía amigos, pronto varios quisieron seguirlo y unirse a sus actividades, por lo que fue cuestión de tiempo hasta que tuviera que encontrarse otro lugar para pescar y salir más temprano. Pensó en pescar en la Caleta donde entrenó a Toothless, pero no quería tener que cargar el bote de pesca hasta allá, y llamaría demasiado la atención si le pedía a Toothless que lo arrastrara hasta su nuevo destino. No, decidió que simplemente navegaría hasta un lugar más apartado y escondido donde los demás no fueran a pescar.

Faltaba poco para que el sol saliera cuando encontró un pequeño golfo escondido tras maleza que te hacía pensar que había tierra firme detrás debido a su espesura, pero escondía la entrada a la pequeña fuente de tranquilidad donde podría pescar en paz. Finalmente echó sus redes y su caña al agua y con un suspiro de satisfacción se sumió en el silencio propio de la pesca.

Los minutos se convirtieron en horas y pronto tuvo sus contenedores llenos, pero aun así no se le apetecía regresar. Recogió las redes y decidió que se quedaría un rato más utilizando sólo la caña. Entonces, sintió un jalón un poco diferente a los normales en la cuerda que se perdía en el agua. Se repitió varias veces y luego se detuvo. Hiccup subió el cebo, pero éste había desaparecido como si lo hubieran arrancado.

Entonces vio algo masivo moverse debajo del agua.

"Oh, oh" pensó. Nunca se le ocurrió que pudiera haber estado pescando en aguas peligrosas. El agua se movía al compás de un pez enorme que nadaba deliberadamente cerca de la superficie casi como si quisiera asustarlo y luego desaparecía en las profundidades. Después de unos momentos se detuvo y Hiccup se quedó muy quieto buscando cualquier otro movimiento, cuando éste no se produjo guardó la caña y se dispuso a salir lo más pronto posible de ahí.

"Sin movimientos bruscos, no queremos hacer enojar a lo que sea que…" se detuvo en seco, también en su mente.

Ahí, en medio del mar y completamente de la nada, había alguien más. Una muchacha de cabello rubio y penetrantes ojos azules lo miraba recargada en su bote con reproche y curiosidad. Tenía el cabello trenzado en innumerables patrones de trenzas adornadas con joyas, caracoles y conchas marinas.

"Oh dioses, oh dioses, ¡una nixe, una nixe, una nixe, estoy muerto!"

— ¿Quién eres? — Preguntó bruscamente — ¿Qué haces en mi lago?

Hiccup estaba demasiado asustado y sorprendido como para contestar. Se limitó a mirarla como la aparición que era con los ojos muy abiertos.

— ¿Sabes hablar nórdico? — frunció un poco más el ceño.

— Uh… uh…

— Deja de llevarte mis peces. — advirtió, luego se giró y entró al agua para desaparecer con un chapoteo.

Hiccup se quedó varios minutos en la misma posición, sin poderse creer que realmente acabara de ver una nixe, un espíritu del agua que según qué tan ebrio estuviera el vikingo que te lo contara, podían tener cola de pez o piernas, salían del afluente donde vivieran para mezclarse con la multitud en las fiestas y divertirse, o ahogaban a los incautos que se dejaban engatusar por su belleza.

Hiccup no iba pretender, era un incauto y lo sabía. Y nadie podía negar la belleza de esa nixe. Si se lo preguntaban, estaba empezando a dar más crédito a la última versión del mito. Tenía que salir de ahí, ya.

No fue hasta que no estuvo de nuevo en tierra firme, con el corazón un poco más calmado, que casi sintió decepción de no haber podido decir palabra coherente a la criatura. Pasó el resto del día y todo el siguiente con el asunto en la cabeza. Para ser sinceros, pasó toda la semana dándole vueltas en la cabeza, hasta el día en que volvió a ser día de pesca.

No regresó al pequeño lago de agua salada que encontró la semana pasada por temor a hacerla enojar. Pescó a mar abierto, donde irónicamente se sentía más seguro que cerca del golfo. Sin embargo, no podía sacarse a la nixe de la cabeza. Conforme se hizo más tarde, otros pescadores lo encontraron y lo invitaron a unirse a su pequeña flotilla de pesca, pero su mente decidió primero sin pedirle permiso. Les entregó sus barriles y les pidió que los dejaran donde pudiera recogerlos después. Sin apenas despedirse, se dirigió hacia el pequeño golfo.

Entre más lo pensaba, más estúpido le parecía lo que estaba haciendo. La nixe no lo quería en su territorio y sin embargo ahí iba él, a su territorio. Había dejado su pesca con los otros porque no quería que pensara que había estado robando sus peces de nuevo. Pero la verdad era que con todo y su "precaución", la nixe podría matarlo si lo deseaba. Debería regresar a Berk, hacer un mejor plan, volver con Toothless incluso, pero cuando algo de sentido comenzó a regresar a él, ya era muy tarde. Había llegado.

El agua estaba quieta y no había señales de que nada anduviera cerca. Remó hasta el centro del golfo y esperó. La nixe había tardado en aparecer la primera vez y se preguntó si ahora sería diferente, era la misma hora, después de todo. Esperó unos minutos pero nada pasó. Recordó que Gobber, en uno de sus estados más etílicos, había jurado que para atraer a una nixe, tenías que cantar, pues a las nixes les gustaba la música. Sin embargo Hiccup pensó que con su voz lo único que lograría sería espantarla.

Después de una hora, supuso que ya era tiempo de regresar. No faltaba mucho para el almuerzo y estaba comenzando a darle hambre. Sin embargo cuando se giró pudo verla emergiendo del agua, silenciosa e impactante. Casi se le detiene el corazón del susto. Otra vez.

— Te dije que no quería que robaras mis peces.

— N-no vine aquí por tus peces, ¿ves? — dijo rápidamente mostrando sus manos, libres de caña, redes y pescado.

La nixe ladeó la cabeza, aún parecía recelosa.

— Así que sí sabes hablar — acusó. Hiccup sintió as mejillas enrojecer — ¿Si no es por mis peces, entonces por qué estás aquí?

— Eh, yo… — "quería verte". La cara se le calentó todavía más — Q-quería asegurarme de no haber estado soñando.

La nixe lo miró detenidamente. Después de su curioso escrutinio se acercó al bote y apoyó los brazos en el borde, recargándose en él. Oh, vaya. Era hermosa, y las pequeñas gotas de agua que brillaban con la luz del sol sobre la piel desnuda de sus hombros le daban el aire etéreo que delataba su naturaleza.

— ¿Por qué habrías de haber estado soñando?

— Eres una nixe, ¿verdad?

— Sí.

— Los humanos no vemos nixes todos los días.

— Bueno, las nixes no vemos humanos todos los días tampoco.

Hiccup sonrió, lentamente y casi sin ser consciente. La nixe curvó la comisura de los labios también.

Y así comenzó, primero en los días de pesca, después varias veces por semana y finalmente todos los días, la nixe y Hiccup se encontraban en el lago de agua salada que era el hogar de ella.

— ¿Cómo te llamas? — se atrevió a preguntarle por fin en su tercer encuentro.

— Astrid. — dijo con voz susurrante, como el correr del agua en un río.

— Astrid — repitió Hiccup. Era un nombre poco común entre vikingos, pero no completamente extranjero. — Astrid— murmuró, saboreándolo.

Ella se ruborizó, y para esconderlo se hundió un poco más en el agua hasta que sólo sus ojos podían verse detrás de la madera del borde del bote. Hacía mucho que nadie le decía por su nombre. Llevaba ya mucho tiempo viviendo sola en ese lago.

— ¿Y tú? — Preguntó ella a su vez — ¿Cuál es tu nombre?

— Hiccup.

— Hiccup. — ella lo repitió, imitándolo. Después sonrió de manera astuta. Hiccup sentía que el corazón se le detenía cada que sonreía así, pues no sabía si a la sonrisa le precedía el inminente ahogamiento. Pero pronto descubrió que esa era su forma natural de sonreír, un poco maliciosa, un poco divertida. El corazón se le seguía deteniendo por unos segundos de todos modos.

La quinta vez que se encontraron, Hiccup no pudo más, simplemente tenía que preguntar.

— Astrid.

— ¿Sí?

— Si te hago una pregunta, ¿prometes no ahogarme?

Ella sonrió.

— Nunca hago promesas que no sé si podré cumplir.

Hiccup suspiró.

— Bueno, de acuerdo, está bien.

Ella rodó los ojos.

— Sólo pregunta, Hiccup.

— ¿Tienes cola? — espetó, y Astrid compuso una cara de desconcierto.

No podían culpar su curiosidad, la verdad. Nunca había visto nada más que su cara, sus brazos y parte de su clavícula, y se estaba volviendo loco de curiosidad.

— ¿O tienes piernas? — preguntó con más suavidad. Astrid le disparó una de sus malévolas sonrisas antes de desaparecer bajo el agua. Ah, genial. La había ofendido.

Sin embargo, pocos segundos después resurgió apoyándose en el bote para impulsarse hacia arriba y, para su completo asombro, entrar en la embarcación. El agua lo salpicó y se dio cuenta que tenía la boca abierta cuando unas cuantas gotas saladas le tocaron la lengua.

Astrid tenía cola, una larga cola de pez en color dorado al igual que su cabello, cuyas escamas brillaban con el sol creando arcoíris diminutos en cada una. El agua le escurría por toda su extensión de regreso al mar pues su aleta colgaba del bote. Conforme el agua escurría, Hiccup tuvo que parpadear pues creía estar alucinando. Sus escamas se transformaron en piel y se separaron en dos piernas humanas. Los caracoles que anteriormente adornaban la extremidad se transformaron en tela y pronto Astrid se vio envuelta en un fino vestido, luciendo en todo su esplendor como las nixes de las que hablaban las leyendas. Extendió las manos y Hiccup se percató que entre sus dedos había una delgadísima membrana que antes no había notado y que se resquebrajaba conforme se iba secando para después caerse como papel. Astrid sacudió las manos y entonces fueron humanas completamente.

— Dependiendo de mi humor, puedo tener cola o piernas cuando se me antoje. — sonrió. Hiccup seguía con la boca abierta y no pudo contestar.

Por ahí de la segunda semana consecutiva de encuentros diarios, Hiccup tuvo que confesar que se cansaba remando hasta allá todos los días. Era casi hora de partir de regreso a Berk y Astrid había vuelto a subir al bote.

— Astrid, ¿alguna vez has visto un dragón?

Ella se rió.

— Pues claro, el hecho de que no deje que me vean las personas no significa que no deje que me vean los animales o los dragones. ¿Con quién iba yo a hablar si no?

Hiccup se dio cuenta que debía de sentirse muy sola, y por eso seguramente había accedido a estar en contacto con él en primer lugar.

— Hey, yo soy una persona. ¿Qué no cuento? — bromeó.

Astrid le dedicó una de sus sonrisas malévolas y le salpicó agua.

— ¡Oye! — exclamó tratando de cubrirse con los brazos. — en fin, te decía porque me gustaría volar hasta aquí mañana.

— ¿En un dragón?

—Ajá. Es amigable, no te hará nada.

— Tráelo. Cuando se acercan a beber y salgo a la superficie se asustan y se van. — dijo decepcionada.

Hiccup se rió. Ella lo miró y extendió una de sus manos en su dirección.

— ¿Son todos los humanos así? — preguntó entrecerrando los ojos con curiosidad, con los dedos a centímetros de su mejilla.

— ¿Así? — preguntó sintiendo como volvía a ruborizarse. De todos modos no se movió — ¿Así como?

— Así de… atrayentes.

"¿Qué…?"

Astrid le rozó la piel con la yema de los dedos desde la mejilla hasta la oreja, donde apartó algo de cabello para acariciarle delicadamente la piel que cubría el cartílago. Hiccup sintió escalofríos que nada tenían que ver con la fría temperatura de su piel que nunca parecía terminar de secarse por completo.

Astrid volvió a la realidad con su estremecimiento y entonces se puso completamente roja, tanto que hasta parecía brillar.

— Yo… ah… es decir, no fue… ¡lo siento!

Y saltó al agua. Sus piernas se convirtieron en aletas y se perdió en las profundidades. Hiccup se quedó ahí, completamente confundido y con las mejillas ardiendo.

Al día siguiente, Astrid conoció a Toothless, y a pesar de que ambos estaban recelosos el uno del otro en un principio, pronto se hicieron amigos. Hiccup decidió que algún día la llevaría a volar. Era la primera vez que la veía fuera del agua – el bote no contaba – y no podía dejar de verla caminar. No parecía tener problemas para sostenerse, pero después de unos minutos se sentó en la tierra y le pidió que hiciera lo mismo.

— No uso mis piernas muy a menudo. — admitió.

Hiccup se sentó a su lado y se maravilló con la novedad de la situación. Cuando la tarde empezó a caer, descubrió que no quería regresar, pero tenía que hacerlo.

— ¿Sabes encender un fuego? — Preguntó entonces Astrid — Nunca he visto uno.

— ¿En serio?

— Vivo debajo del agua, Hiccup. ¿Te acuerdas? — dijo ella como si fuera obvio rodando los ojos. — No se puede encender fuego debajo del agua.

Hiccup puso los ojos en blanco también con una sonrisa. Supuso que podía quedarse un rato más y se dispuso a recolectar leña. Sin embargo, fue Toothless quien encendió el fuego con un plasma-blast. Astrid se aproximó e hincó frente a las llamas con los ojos brillantes. Acercó sus manos al calor y sonrió encantada.

Hiccup la miró con una media sonrisa en los labios. Miró sus manos y recordó el día anterior y como le había acariciado el rostro. Se preguntó por qué habría reaccionado de la manera en que lo hizo. Se armó de valor para preguntarle, pues le había estado dando vueltas en la cabeza toda la noche anterior y no se le había ocurrido una buena razón. Aprovechando que no estaba en el agua y que parecía estar de muy buen humor, se arriesgó. No había tantas probabilidades de que lo ahogara. Se acercó a ella.

— ¿Astrid? — ella levantó la vista y lo miró. — ¿Por qué te fuiste ayer tan repentinamente? — preguntó a media voz. Ella desvió la mirada rápidamente una vez que hubo procesado su pregunta.

— Lo siento — repitió — No lo volveré a hacer… si te molesta. — añadió en un susurro.

— ¿Si me molesta qué? — Hiccup quería entender.

— Toqué tus orejas. — respondió avergonzada.

— No entiendo — confesó finalmente.

— ¿Qué los humanos no…? — Entonces pareció entender — ¡Oh, para los humanos no significa lo mismo! — suspiró aliviada.

Hiccup estaba indudablemente perdido.

— ¿Qué significa para las nixes?

— Eh, nada en realidad. — algo de color volvió a sus mejillas.

— Astrid.

Pero ella no respondió. Hiccup se acercó a ella y la miró intensamente, pero ella se negaba a devolverle la mirada con terquedad. Seguía prestando toda su atención a las llamas y no parecía tener intención de desviar la vista del fuego pronto.

— Astrid. — insistió. Nada.

Sin saber de dónde rayos sacó la valentía, extendió una mano y le colocó un mechón de cabello detrás de la oreja, acariciándole sutilmente toda la extremidad. Inmediatamente ella soltó una exclamación de asombro y el color a sus mejillas volvió incluso con más intensidad que la noche anterior. Las orejas de Astrid eran diferentes a las de él. Tenían el mismo tamaño pero eran más delgadas y tenían casi el aspecto de una aleta. Tenías que mirarlas fijamente o tocarlas para notar que había algo diferente en ellas, pero ahora que caía en la cuenta siempre estaban escondidas detrás de su cabello.

Astrid no se apartó ni le pidió que se detuviera, pero seguía reusándose a mirarlo.

— ¿Qué significa? ¿Es algo malo? — preguntó inocentemente.

Astrid negó con la cabeza, pero Hiccup no retiró la mano, siguió rozándole el oído con la yema de los dedos con delicadeza.

— Es… es algo que sólo se hace entre familia — admitió finalmente atropellando las palabras — O en pareja.

Hiccup se congeló y alejó la mano como si se quemara.

— ¡Oh, dioses! ¡Astrid, lo siento! — para variar, sus mejillas se colorearon tanto como las de ella. — ¿Por qué no me lo dijiste desde un principio? — preguntó, así le hubiera podido ahorrar la vergüenza por su atrevimiento.

— Porque yo lo hice primero — murmuró ella.

Ah, es cierto. Estaba ese pequeño detalle. De pronto sintió como un calor diferente al de la hoguera lo calentaba por dentro. Astrid le había acariciado la oreja. ¿Era eso el equivalente a un beso? Sintió que la comisura de los labios se le quería curvar hacia arriba, hasta que cayó en la cuenta que si su inocente roce de ayer había sido un beso, lo que él acababa de hacer probablemente cruzaba la línea del decoro.

— ¿Para los humanos…? — preguntó quedamente, mirándolo por fin. — ¿Para los humanos no significa lo mismo, verdad?

— No. – admitió en el mismo tono.

— ¿Qué hacen los humanos entonces? — volvió a cuestionar sin quitarle los ojos de encima. Hiccup tenía problemas para responder.

— Supongo que podría ser… un beso. — pareció una pregunta.

— ¿Qué es un beso?

Él la estuvo molestando hasta que le respondió y ahora estaba pagando las consecuencias. Era justo que le respondiera, pero eso no quitaba que se le retorciera el estómago de los nervios. Detrás de ellos, Toothless se había echado y dormía con el pecho bajándole al ritmo de su respiración.

— Eh, bueno… tú… usas tus labios.

Astrid asintió, bebiendo la información con interés. Cuando él no agregó nada más, inquirió.

— ¿Y…? ¿Cómo los usas?

Hiccup suspiró y cerró los ojos. "Si para ella no significa lo mismo, si nunca lo ha experimentado, tal vez… no sea tan difícil" concluyó. Se decidió a mirarla al fin, se inclinó y le besó la mejilla. Ella se llevó los dedos al lugar, pero se detuvo a los pocos milímetros.

— Aún lo siento — susurró.

Astrid tragó y después de dejar vagar los ojos por la tierra y los árboles, los regresó a Hiccup.

— ¿Puedo intentar?

"¿Intentar…? Oh, Thor." No respondió porque la garganta la tenía hecha nudo, pero Astrid se acercó lentamente y como él no dio muestras de rechazo, le pegó los labios a la piel y se demoró unos segundos para estar segura de absorber bien la sensación. Se relamió discretamente y Hiccup estaba seguro que más caliente su rostro no podía estar. Después Astrid murmuró algo que sonó como "interesante" y curvó la comisura de los labios hacia arriba.

— Los humanos tienen maneras extrañas de demostrar afecto — se rió. Hiccup sintió el nudo de su garganta destensarse un poco al sonreírle de vuelta. Carraspeó.

— Bueno, tocarse las orejas sería raro para un vikingo. Ahora estamos a mano. — Bromeó, y antes de que se diera cuenta, añadió — Aunque un beso en la mejilla no es tan grave, supongo. — inmediatamente quiso morderse la lengua, pues Astrid ladeó la cabeza de esa forma que solía cuando algo le daba curiosidad. — Eh, es decir…

— ¿Hay otro tipo de beso?

— Uh…

— Muéstrame. — pidió. Al verlo tan apurado, sonrió. Y de pronto, sus instintos de nixe salieron a flote.

— No creo… que…

Ella le tomó una mano con delicadeza entre ambas suyas, sin dejar de mirarlo a los ojos. Él descubrió que no podía, era físicamente incapaz, de mirar hacia otro lado.

— Muéstrame, ¿sí? — pidió otra vez con voz aún más suave, más susurrante como agua que corre y arrulla.

Hiccup se descubrió inclinándose hacia ella, con dirección a sus labios sonrientes. Astrid pareció captar sus intenciones y ladeó la cabeza para facilitar el acceso, entonces se percató del brillo anormal que se reflejaba en sus ojos verdes y se alejó rápidamente.

— Oh, Hiccup. Lo siento. No fue mi intención.

Hiccup sacudió la cabeza, saliendo de trance. Astrid parecía realmente avergonzada.

— ¿Qué? — preguntó un tanto confundido.

— ¿Lo sentiste, verdad? De repente te sentiste atraído hacia mí sin poder evitarlo.

— Sí… — confesó un poco azorado.

— Es mi culpa, mi mirada provoca eso en los humanos, pero no puedo controlarlo muy bien. — Se agarró el cabello con nerviosismo. — No tienes que mostrármelo si no quieres.

Hiccup la miró y se dio cuenta que extrañaba el impulso de valentía que había experimentado con el hechizo de nixe que Astrid le había impuesto sin querer. Ahora dependía de él, al parecer. Le tomó la mano que ella había alejado al deshacer el hechizo y le dirigió una mirada alentadora.

— Quiero, si tú quieres.

Astrid lo miró casi con timidez.

— ¿Considerarías a una nixe como tu familia… como tu pareja? ¿Incluso si no puedo controlar mi mirada?

Hiccup no pudo evitar sonreír.

— Astrid, no es necesaria tu mirada de nixe para que me sienta irrevocablemente atraído hacia ti.

Astrid le correspondió la sonrisa lentamente y extendió la mano que tenía libre para acariciarle la oreja. Hiccup sonrió e hizo lo mismo, después se inclinó y finalmente le mostró la manera humana de demostrar afecto entre parejas. Astrid decidió que era bastante agradable, más si le seguía pasando los dedos por el cuello y las orejas de ésa manera.


Listo, ya quedó.

Mil gracias por su comprensión y todos los mensajes que me enviaban deseándome lo mejor para mi computadora. No les miento que hay días en los que me siento decaída y al recibir sus PM, reviews o incluso correos que me avisan que me agregaron a favoritos/follow me levanta un chorro el animo. Aún no me puedo creer que haya gente que disfrute leyendo lo que escribo. :') I love you, guys.

En fin, ya no los empalago con mis emociones de fangirl aceptada por la sociedad.

¡Nos leemos pronto, lo prometo!