Notas: Mi primer fanfiction en este fandom. He de decir que de verdad me esforcé muchísimo y espero eso se refleje. Amo los cuentos y la fantasía; así que decidí meterle un poco de imaginación y unir el universo de los titanes y las sirenas.

Soy una pseudoescritora que está aprendiendo, así que agradezco cualquier observación, crítica o lo que gustes.


Beta reader: Nicot.

Género del fanfiction: Fantasía/Romance/Misterio/Long-fic.

Advertencias: Posible Lemon/Out Of Character/Drama/Violencia.

Parejas principales: Levi x Eren/Jean x Marco/Reiner x Bertholdt.

Disclaimer: Este fanfic está basado en el anime/manga de Hajime Isayama: "Shingeki no Kyojin" y retoma el concepto de "las sirenas" creado por Hans Christian Andersen, mas no es una adaptación de dicho cuento. Las obras no me pertenecen y todos los derechos son para sus respectivos autores.


La Metáfora de las Sirenas

Capítulo uno

"Ahogo"


La Metáfora de los encuentros destinados.

I. El amor no siempre llega como nosotros esperábamos, pero siempre llega justo a quien más necesitamos.


«Me gustaría iniciar mi historia con algún relato que te cuente un poco sobre mi vida, de lo que me gusta, de lo que no me gusta. Sin embargo, un solo y triste pensamiento viene a mí: "Me estoy ahogando".

Nunca hubiese imaginado cómo unas aguas —que así como son de hermosas—, pudieran arrebatarme la vida con cada segundo que pasa.

"No hay remedio, no hay porque luchar contra lo inevitable" pienso cerrando los ojos, sintiendo cómo la corriente me succiona hacia una obscuridad tan insoportable y tan familiar a la vez. Y sí, hablo justo de ese tipo de obscuridad que te deja indefenso, de la que es capaz de tirarte en cualquier rincón del mundo dejándote inmóvil.

—Levi… —escucho una voz muy suave y abro los ojos esperando encontrarme con su portador, pero no hay nadie. No ha habido nadie desde el principio y, por supuesto, ésta no sería la excepción.

¿Cuánto tiempo llevo de esta manera? ¿Cuánto tiempo llevo dejándome morir, sin hacer nada al respecto?

Los rayos de luz comienzan a colarse a través del agua y puedo divisar cómo una silueta se mueve hacia mí. Es de un verde tan intenso y brillante que me lastima los ojos por lo que, casi por reflejo, los entrecierro. De un momento a otro, siento unas manos sobre mi rostro y, a pesar de la poca visibilidad que hay, logro distinguir cómo esa obscuridad que había a mi alrededor desaparece y el agua se vuelve completamente cristalina.

—Levi, ¡Levi!… —cambia su tono por uno lleno de angustia y sacude mi cuerpo con tanta vehemencia que no puedo dejar de preguntarme el porqué de sus acciones. Pero, contrario a todo lo que yo creo, lleva sus labios contra los míos y no hago nada para detenerla. Simplemente me dejo llevar como jamás lo haría y siento cómo algo de ese extraño contacto me deja respirar de nuevo.

"¿Quién eres?" Intento articular. Pero mis labios no se mueven y mis sentidos se aturden por unos instantes mientras me toma entre sus brazos y subimos hasta la superficie, donde el sol alumbra el agua de un blanco brillante. Antes de que pueda ver su rostro, la figura se da la media vuelta y se aleja de mi cuerpo.

—Aún no es nuestro momento, Levi. —Me responde como si adivinase lo que quiero decirle y que, por más que intento, no puedo. La distancia hace que me percate de lo morena que es la piel de su espalda y de lo largo que es su cabello, tanto que pierde a través del agua. Las tranquilas olas mueven nuestros cuerpos junto con la corriente y, en un movimiento, veo que quiere marcharse; pero antes, la tomo firmemente del brazo.

—Sólo dime tu nombre. —Ladea un poco su cabeza y alcanzo a divisar sus labios, los cuales forman una sonrisa que no sabría describir: ¿melancólica?, ¿franca?... ¿Feliz?

—Mi nombre es…»

.

—¡Levi! —Un fuerte golpe se escuchó a través de la habitación provocando que un soldado de ojos grises abriera los ojos de golpe ante el molesto ruido, divisando el lugar donde se encontraba ahora. Todo había sido un sueño. Un maldito sueño que llevaba persiguiéndolo desde hace meses y que no lo dejaba tranquilo por las noches.

—Maldición —susurró molesto mientras aquellos golpeteos en su puerta se hacían más urgentes e insistentes. Con pesar, se levantó de su cama y se dirigió a la puerta, encontrándose con el peor dolor de cabeza que puedes encontrarte a las cuatro de la madrugada.

—¿Qué putas quieres a esta hora, maldita cuatro ojos?

La cara seria de la mujer, quien tenía el cabello sin peinar y que aún se encontraba en pijama, no podía significar nada bueno.

—Erwin nos mandó llamar, dice que es urgente.


Hanji y Levi se dirigían lo más apresurado que podían hacia la oficina del comandante, a pesar del agotamiento extremo que sentían en ese momento debido a los constantes desvelos de las expediciones imprevistas que últimamente se presentaban.

—Maldito tirano de mierda, llevamos días sin dormir y nos obliga a desvelarnos en nuestro día libre. —Siseó— Más vale que esto lo valga la pena, sino lo destriparé peor que a los titanes. —La líder de escuadrón soltó una risilla nerviosa, mientras en su interior rogaba a los dioses por la vida de Erwin; ya que sabía que lo que Levi decía, lo cumplía.

Ambos se adentraron en un gran salón que servía para reuniones de los altos mandos. Tomaron su asiento correspondiente y dirigieron su mirada hacia el comandante, quien se encontraba en la cabecera de la mesa.

—Bien, ahora que estamos todos es mi deber informarles del suceso acontecido ayer por la noche —comentó, adoptando una pose seria en su rostro.

—Cómo sabrán, la tropa de expedición número treinta y tres, salió a investigar los terrenos que se encuentran cerca del Muro María. Este territorio es exclusivo de titanes, sin embargo, está abastecido de recursos naturales que podrían servirnos en un futuro o en alguna época de escasez…

El rubio hizo una pausa soltando un largo suspiro que, en lugar de aliviar su estrés, parecía sólo aumentarlo; cosa que no pasó desapercibida para Hanji y Levi, dándoles un mal presentimiento.

—Ya contábamos con el conocimiento acerca de la escasa movilidad y actividad de los titanes por la noche; sin embargo, el día de ayer todo el escuadrón fue erradicado dejando sólo dos sobrevivientes. —Las palabras de Erwin sólo terminaron por confirmar esa amarga suposición, dejando a los presentes en un estado shock.

—¡Pero eso no es posible, comandante! —Habló un soldado parándose de su asiento estrepitosamente— ¡El escuadrón que mandamos ayer tenía un aproximado de veinte soldados de los más calificados!

Las cosas empezaban a ponerse tensas a los ojos del capitán, quien estaba igual de sorprendido que los demás. Sin embargo, era en estos momentos que tanto él como el rubio debían mantener la cabeza fría.

—Necesito que estén calmados. No sirve de nada obtener información, si no podemos analizarla adecuadamente. —Sentenció Erwin, haciendo que todo murmullo cesara. Una vez que dictaminó qué era pertinente, hizo un ademán con su mano dirigido a dos soldados que estaban sentados junto a él. Inmediatamente ambos se pusieron de pie junto al comandante y, tras un asentimiento por parte de éste, comenzaron a hablar.

—Nosotros… Nosotros íbamos dentro del escuadrón, para la expedición de los territorios vírgenes del Muro María. —El chico sentía como un nudo en su garganta apretaba con fuerza, impidiéndole hablar— Todo iba según a lo planeado: debíamos esperar a que los titanes cesaran su actividad, verificaríamos el terreno y tomaríamos notas de los recursos que estaban disponibles en el área para un posible uso. Sabíamos que era territorio de titanes, por lo cual tendríamos que matar a algunos cuantos. Sin embargo… cuando nos acercamos al territorio de la costa, algo… o alguien más nos atacó.

—¿Y exactamente quién fue ese alguien o algo? —Interrumpió Levi, haciendo que todas las miradas se enfocasen en él. Los chicos tragaron duro. Tener la penetrante mirada del capitán más estricto de la legión, no ayudaba en nada.

—N-No estamos seguros ca-capitán, nosotros… no lo sabemos.

Casi como un impulso, Levi golpeó la mesa con fuerza haciendo que los chicos dieran un paso para atrás con miedo.

—Un escuadrón entero fue eliminado, ¡¿y no tienen idea de quién mierda fue?!

Los más jóvenes bajaron la cabeza avergonzados, mientras que Hanji colocaba una mano sobre el hombro del capitán para tranquilizarlo.

—Cálmate, Levi, los estás asustando —el hombre miró con fastidio a la líder debido a su comentario, pero ésta sólo le sonrió tratando de que se relajase. Podía ser un destacado soldado, pero comprendía que para este tipo de situaciones, ella era la más acertada para hablar; por lo cual tomó asiento con un poco de disgusto—. Me imagino que ha sido todo muy difícil para ustedes, chicos… pero en verdad necesitamos que nos digan todo lo que recuerden sin omitir el más mínimo detalle.

Casi como si fuese magia, las palabras suaves de Hanji relajaron un poco los rostros de Deen y August, quienes se miraron entre sí con algo de culpa.

—No es que no queramos darles detalles, lo juro. Es sólo que jamás habíamos visto personas como… ellos.

Aquello le dio mala espina a la de cabello castaño, quien nuevamente les regresó la pregunta.

—Entonces ¿eran personas quienes los atacaron?

Los jóvenes meditaron un poco esa pregunta y, tras unos segundos, negaron con la cabeza.

—No, ellos no son personas. —Comentaron, acercándose a la líder mientras le entregaban unas hojas entre sus manos. La soldado quiso ver de qué se trataba pero, antes de que pudiera hacer un movimiento, los chicos la detuvieron— Señorita Hanji, éstos son unos bocetos que Moblit hizo con las características y rasgos que le dimos de nuestros atacantes; pero, antes de que los vea, necesitamos que sepa que nos tomamos esto con la misma seriedad que usted.

Confundida ante la extraña petición, Hanji los miró, dedicándoles una sonrisa.

—No se preocupen, chicos, yo les creo. —Y procedió a ver los bocetos. Levi pudo notar cómo la mirada de la mujer se agrandaba más y más al pasar las hojas; por lo que, sin avisar, le arrebató unas cuantas de las manos, provocando que tanto Deen como August se tensaran.

Por unos segundos, tanto la líder como el capitán se quedaron helados sosteniendo las hojas entre sus manos: en los dibujos, claramente se mostraban a hombres con un cabello ridículamente largo, con extrañas conchas y corales de colores enredados entre éstos; además de que sus piernas estaban cubiertas de lo que parecían ser escamas y llevaban entre sus manos lo que parecían ser dagas y cuchillos.

—¡¿Esperan que me trague ésta mierda?! —Gritó furioso Levi, aventando las hojas contra la mesa y tomando a Deen por las solapas de su camisa.

—Sé que es muy difícil de creer, capitán, pero le decimos la verdad, lo juro. —La penetrante mirada del mayor no ayudaba para nada con el nerviosismo del chico, quien sólo cerró los ojos esperando un golpe por parte de éste.

—Levi, cálmate y suelta al chico. —Ordenó Erwin, acercándose al azabache para aflojar el agarre.

—¡¿Quieres que me tranquilice cuando tus soldados de mierda lo único que hicieron fue copiar un personaje de un cuento de hadas y traerlo como evidencia?! Debería disciplinarlos fuertemente por estar haciendo bromas tan estúpidas en una situación tan crítica. —Soltó con desprecio arrojando a Deen contra el piso. Inmediatamente después de esto, August se puso frente a su camarada e hizo el saludo habitual de respeto entre los militares como última opción para que le creyesen.

—Le puedo jurar por mi honor que no estamos mintiendo, capitán. Esas cosas son reales y nos atacaron al llegar a la costa. El escuadrón estaba en óptimas condiciones y nos estábamos logrando adentrar a aquel terreno, pero… ¡ellos salieron del agua y comenzaron a atacarnos! —Alzó la voz como si recordará aquel momento— ¡Jamás había visto criaturas así! ¡Salían del agua una tras otra y tenían habilidades para la batalla que sólo puedes adquirir con un entrenamiento militar! —Exclamó— No le miento, capitán, mírelo usted mismo.

August le entregó un objeto envuelto en una manta, al que Levi miró con seriedad. Si era otra de sus estupideces, les rompería los dientes ahí mismo, importándole poco que estuviera Erwin. Al desdoblar la tela observó con cuidado lo que parecía ser una daga pero, a diferencia de otras, ésta estaba labrada de un duro material blanco como el hueso y tenía forma de un pequeño tridente.

—Esa daga se la quité a este sujeto —interrumpió Deen, tomando uno de los bocetos para mostrárselo al capitán. Y tal como dijo, estaba dibujado un joven de cabellos largos y ondulados con la daga entre sus manos. ¿Sería acaso posible?

—¡Déjame ver! —Se acercó Hanji arrebatándole la daga a Levi, mirando fascinada aquel objeto mientras comenzaba a transpirar de euforia absoluta. El capitán sólo viró los ojos ante la estupidez de la líder, para después dirigirse a los soldados.

—No estoy seguro de si creer esta mierda sacada de un cuento para 'pubertas enamoradas'. —Confesó— Sin embargo, las pruebas que tienen sustentan lo que dicen y, si esto llegase a ser cierto, pudiera ser que nos encontremos con criaturas de la misma naturaleza que los titanes.

Tanto Deen como August se miraron preocupados entre sí.

—A mí, más que a nadie, me gustaría que esto fuera sólo una mentira, capitán. —Dijo casi en un susurro uno de los soldados, siendo escuchado por su superior, quien se acercó a Erwin.

—¿Qué crees que debamos hacer? —Preguntó Levi, mirando uno de los bosquejos con detenimiento. En este punto ya no estaba seguro de nada; pero, por otra parte, tenía todo un escuadrón desaparecido y no podía ignorar este hecho.

—Sé que te sonará realmente incoherente este tipo de analogía pero, si vivimos rodeados entre monstruos, ¿cuánta diferencia haría que existieran otros? —Levi suspiró, agotado, entendiendo la afirmación del comandante— Saldremos hoy por la noche hacia la frontera del Muro María. Relájense y descansen, lo necesitarán. —Ordenó Erwin, dando la reunión por terminada y dejando un sabor de intriga entre los soldados de rangos bajos, que aún no estaban en su totalidad enterados de lo que estaba a punto de acontecer.


El rumor acerca del escuadrón asesinado por hombres que venían del mar no tardó en propagarse, haciendo imposible que los soldados se relajaran o descansaran como había ordenado el comandante. La gran mayoría había decidido desvelarse trazando rutas o planes para evitar ser brutalmente asesinados; mientras otros —como Armin y Hanji— se habían decidido por buscar literatura que pudiera darles información del posible enemigo.

—¡Levi! —El mencionado conocía perfectamente aquella molesta voz, así que lentamente bajó su taza de té, colocándola sobre la mesa, mientras la lunática de su amiga se abría paso empujándolo un poco para poder sentarse— ¡Mira lo que encontré!

Un aroma a suciedad llegó hasta el hombre, quien giró la cabeza en dirección contraria a su compañera, con asco.

—Mugrosa cuatro ojos, si no tenías ganas de dormir al menos hubieras tomado un baño. —La mujer soltó una risa sonora pasando su brazo alrededor del más bajo, provocando que el asco creciese aún más en él.

—¡Ay, enanín, tú y tus problemas con la limpieza!

Un puño se impactó de golpe contra la cara de la científica de manera inesperada, haciendo que ésta cayera de narices al suelo.

—No te me acerques, maldita asquerosa. —Hanji, quien ya estaba acostumbrada a este tipo de arranques por parte de su amigo, se levantó con una sonrisa a pesar del dolor. A veces, Levi ya no sabía si era mera estupidez o masoquismo por parte de ella.

—Ahora, ¿me enseñarás la estupidez que descubriste o no? —Comentó el soldado sorbiendo un poco más de su té. Hanji se sentó nuevamente a su lado, pero lo suficientemente alejada de su camarada para evitar otro percance y comenzó a hablar:

—Estuve investigando acerca del material con el que fue fabricada esta arma y creo haberlos encontrado: lo blanco que conforma la cuchilla en forma de tridente, es calcio puro que se encuentra exclusivamente en los dientes y huesos de los tiburones.

—¿Con esto me quieres decir que en verdad esos mocosos están diciendo la verdad, y hay gente que puede vivir dentro del mar?

La contraria analizó la pregunta unos instantes. No podía confirmar tal premisa; sin embargo, todo parecía indicar la existencia de criaturas aún más misteriosas que los titanes.

—Bueno, ése es el lado científico, aunque podemos pedir una segunda opinión. —Sonrió sacando de su bolso un libro de pasta gruesa café. "Criaturas míticas" tenía como nombre y, de una forma de incrédula, el capitán miró a su compañera.

—Aún no estoy tan desesperado, Zoe. —Ignorando por completo la falta de interés del soldado, ésta abrió el libro de todos modos, buscando una hoja en particular que había llamado su atención.

—Yo sé que parece absurdo y que es una fuente que dista mucho de ser científica, pero no tenemos nada que perder —admitió— Además, de verdad que esos bocetos no me los puedo sacar de la cabeza y pensar que tal vez… esas criaturas sean sirenas de verdad. —Levi no respondió ante esto y simplemente dirigió su vista hacia el libro, dándole a entender que la seguiría en su locura. Hanji acomodó sus lentes un poco y procedió a leer:

"Muchos textos nos dicen que las sirenas, son seres considerados como deidades marinas, mitad humanas y mitad pez que protegen el océano y todo lo que habite en él. Al ser protectoras del mar, éstas poseen un carácter hostil, violento y una sangre fría para matar.

Una de sus características más contundentes es su voz. Se decía que cuando una sirena cantaba, era una manera seductora de atraer a los mortales para devorarlos sin piedad. Era dicho que su canto podía calmar las violentas aguas del mar o los vientos si ellas lo desean; pero indudablemente, cuando cantan contra un humano, esto sólo pude conducir a la muerte.

En la literatura romántica, nos hablan de las sirenas como las almas de todos los amantes que se suicidaron por males de amor o que jamás pudieron ser correspondidos. Por eso sus almas vagan seduciendo con su canto a los humanos con el corazón roto y los llevan consigo al fondo del mar".

.

—¿En verdad esperas que esa basura sentimental nos ayude allá afuera con esos malditos monstruos que mataron a veinte de nuestros mejores soldados? —Preguntó, una vez que Hanji terminó de leer— Debes revisarte esas gafas o te quedarás más ciega de lo que estás si continúas leyendo esas porquerías. Se paró de su sitio, sorprendiendo a su amiga ante la dureza de sus palabras. —Usa el tiempo de una mejor forma y toma un baño. Estás apestando el lugar.

Dicho esto, el hombre se dio la media vuelta y cerró la puerta de aquel salón, dejando a la mujer sola en aquel sitio. Con un poco de melancolía, ésta cerró su libro y miró hacia un punto inespecífico.

—Deberías tomar tu propio consejo. —Susurró con pesar Hanji, tomando la extraña daga entre sus manos.


Todos se encontraban reunidos en las afueras del castillo, esperando las órdenes del comandante Erwin. Los nervios eran tan grandes, que la respiración de los jóvenes soldados —que no rebasaban los dieciocho años— se había vuelto irregular al igual que el latir de sus corazones, al apretar fuertemente las riendas de sus caballos.

—Capitán Levi, ¿es cierto lo que otros reclutas están comentando, acerca de unos asesinos que salen del mar?

El mayor dirigió su vista hacia Reiner, quien tenía una expresión de angustia, justo al igual que los demás cadetes.

—No estoy seguro. —Admitió con su semblante duro habitual—. Por el momento lo único que puedo decirles es que, si alguno de ustedes llega a tener problemas, los demás no duden en auxiliarlo. ¿Entendido?

Los jóvenes asintieron a la orden, mirando fijo hacia enfrente, observando cómo el comandante se ponía junto al capitán para proceder con las indicaciones.

—Soldados, el día de hoy saldremos en una expedición como tantas otras veces lo hemos hecho. Hemos fallado muchas veces y hemos logrado una victoria absoluta otras tantas. Sin embargo, esta expedición pudiera convertirse en un importante descubrimiento para la humanidad —el rubio cerró los ojos por un momento, para posteriormente mirar a sus subordinados—. Me temo que, en esta ocasión, el fallar no será una opción. —Dictó, sorprendiendo a sus subordinados. —La expedición fuera del Muro María debe tener éxito en su totalidad, así que: ¡Ofrezcan sus corazones!

Los cadetes hicieron su saludo habitual, mientras que Erwin y Levi, intercambiaban miradas.

—¡La Expedición número cuarenta, se pone en marcha!

Y halando sus caballos, se pusieron en marcha hacia su destino.