A/N: Yo! Aquí os dejo mi primera aportación al fandom de Akuma no Riddle. También es el primer fic que publico, así que no esperéis mucho. xD

De momento esta historia es únicamente SumiBanba, pero seguramente acabe añadiendo alguna OTP más, aunque sea un simple cameo. Este capítulo es desde PoV de Hanabusa Sumireko, pero seguramente lo vaya alternando.

Disclamer: Akuma no Riddle no me pertenece.

PD: A lo mejor es muy obvio, pero por si acaso: Los diálogos son entre comillas, los pensamientos en cursiva y lo que haya entre paréntesis son simples aclaraciones.


Un año después de la graduación de la clase Kurogumi cierta heredera se encontraba en Tokyo, cerrando algunos negocios secundarios en nombre de la Corporación Hanabusa.

"Señorita, ya tiene lista la limusina." Dijo uno de sus mayordomos con una reverencia, recibiéndola en la salida del edificio donde se celebraba la reunión después de que la chica se despidiera cordialmente de los otros hombres de negocios.

"Ara, justo a tiempo. ¿Cómo está mi agenda?"

"Su padre no le ha programado otra reunión hasta el martes, señorita." El hombre le abrió la puerta de salida y una vez fuera aligeró el paso para adelantarse y abrirle la puerta del largo vehículo. "Ahora mismo son las seis, así que tiene tiempo de sobras para asistir a la preparación de la cena, si lo desea."

"Me alegra oír eso." La chica entró en el vehículo no sin antes agradecerle al hombre el gesto con una sonrisa. Poco después de que le cerraran la puerta la limusina se puso en marcha y la jóven se dio el gusto de soltar un largo suspiro.

Desde hacía ya un par de meses Hanabusa Sumireko se encargaba de los pequeños negocios y tratos poco importantes de la empresa de su padre. Ella heredaría la empresa entera dentro de un par de años, así que su padre le propuso ese pequeño trabajo para que fuera aprendiendo como iban las cosas y así coger experiencia. Sumireko aceptó gustosa sin dudarlo ni un momento, en una parte para sentirse útil para la compañía y en otra para matar la gran cantidad de tiempo del que disponía entre sus clases de cocina.

La joven dirigió su mirada a la ventanilla más cercana a ella, inmersandose en sus pensamientos mientras admiraba el color aún azulado que poseía el cielo.

Su vida ahora se basaba en la pura monotonía: un poco de papeleo por la mañana, alguna que otra reunión con otros empresarios (los cuales se sorprendían al verla y aún más al negociar con ella debido a su edad) y por último sus clases de cocina. Estas últimas también eran diarias, pero debido a los negocios muchas veces se suspendían. Por suerte su profesor personal era también el chef de la mansión, así que si no podía asistir a una clase simplemente iba a verle cocinar para la familia más tarde mientras tomaba apuntes de todo lo que podía.

Nada de eso le disgustaba, al contrario, pero el simple hecho de hacer lo mismo cada día le tenía aburrida y algo desmotivada. Gracias a todos los tutores que había tenido en su infancia no tenía realmente la necesidad de ir a algún otro instituto y lo echaba de menos. Sí, echaba de menos estar en la clase Kurogumi. Pese a que se encontraba allí solo para llevar a cabo su misión y satisfacer así su deseo de ser la única reina realmente había disfrutado estar en una clase real, tener otras compañeras, deberes, festivales y todo lo demás.

Pero sin duda lo que más había disfrutado fue tener que compartir habitación con otra persona ya que por su situación social y económica nunca se había visto en este tipo de situaciones.

Aunque sabía perfectamente que su compañera también era una asesina no podía evitar sentir curiosidad por la chica. Esa curiosidad fue la que la empujó en un principio a querer tener más relación con la tímida joven e intentar entablar una amistad entre ellas. Por eso cada día la había invitado a tomar el té, aunque el día anterior la albina la hubiese rechazado. Esos tímidos rechazos no habían echado para atrás a Sumireko, al contrario, cada vez tenía más ganas de tener una buena relación con su compañera. Debido a eso la mayor no se rindió en ningún momento con ella.

Hace ya un año que pasó todo. Me pregunto si Banba-san estará bien…

Ya que no había podido rendirse con la albina un año atrás ahora se arrepentía de no poder comunicarse con ella y seguir intentándolo.

La chica soltó un largo suspiro, aún mirando por la ventanilla. Sería fantástico si la pudiera ver una vez más…

Un semaforo en rojo hizo detener a la limusina en una de las calles de la periferia de la enorme ciudad. Era bastante extraño que esto sucediera, así que cuando pasaba Sumireko observaba curiosa las sencillas calles de arriba a bajo, fascinada por los pequeños supermercados y tiendas que había en substitución a los enormes e imponentes edificios que adornaban las calles del centro.

Lo que llamó de verdad la atención de Sumireko fue una melena plateada recogida en una cola de caballo que salía de uno de los supermercados. ¿Esa no es...? La ojiazul se acercó más a la ventanilla, insegura de si lo que acababa de ver era lo que creía que era.

La dueña de la melena giró en dirección a la limusina y empezó a andar, revelando así sus ojos morados y una cicatriz en el lado izquierdo de su cara. El corazón de Sumireko dio un vuelco al ver de nuevo a su compañera. No se lo podía acabar de creer, ¿el destino que tan cruel había sido con ella varios años atrás ahora le sonreía?

Decidió no darle más vueltas y aprovechar esa oportunidad que se le había dado.

"¡Roger!" Dijo llamando la atención de su chófer. "¿Podemos parar aquí un segundo?"

"Eh… Es un poco importuno, señorita, pero haré lo que pueda" Dando marcha atrás al vehículo lo acercó a la acera.

Cuando el vehículo volvió a estar parado Sumireko bajó sin esperar a que su mayordomo bajara a abrirle la puerta y fue hacia la chica, que ya había girado la esquina, a paso ligero.

"¡Banba-san!"

Cuando la chica escuchó su nombre se quedó paralizada por unos segundos, algo asustada. Poco a poco logró girarse hacía la dueña de la voz, abriendo los ojos desmesuradamente al reconocerla y protegiéndose por la sorpresa con la bolsa del supermecado. "Ha-Ha… ¿Hanabusa-san?"

La nombrada paró al estar cerca de ella, con su habitual porte elegante. "Ara, ¿te he asustado? Mis más sinceras disculpas." Acompañó sus palabras con una pequeña reverencia. "No he podido evitarlo, después de tanto tiempo me ha resultado muy curioso verte por Tokyo."

"¿Eh? ¡N-No! No te disculpes… E-Está bien" Algo más calmada apartó la bolsa de su cara. Inspiró lentamente para serenarse un poco del shock inicial antes de volver a hablar. "Es que… Ahora vivo aquí."

Pese al obvio nerviosismo de la menor se podía apreciar notablemente un ligero cambio en su comportamiento, estaba algo menos nerviosa de lo que solía estar un año atrás y eso a Sumireko le pareció una muy buena señal. "Ara? ¿Así que también vives en la capital? ¡Que agradable coincidencia! Bueno, a decir verdad mi residencia principal se encuentra en las afueras…"

De repente el mayordomo salió de su asiento de copiloto y se acercó a las dos chicas. "Señorita, discúlpeme por interrumpir su conversación, pero me temo que no podemos seguir aparcados aquí mucho más tiempo. Estamos bloqueando gran parte de la vía."

Sumireko asintió, ligeramente molesta por la interrupción. "Entendido, en seguida voy" El hombre entendió el mensaje y volvió al vehículo. Cuando Sumireko apartó la mirada de él para posarla de nuevo sobre Mahiru vió que esta estaba más tensa que antes. "Banba-san… ¿Te encuentras bien?"

La albina asintió rapidamente, relajándose un poco al ver que el desconocido ya no estaba. "Sí… Lo siento…"

"Si tú lo dices… En fin, parece ser que he de partir… ¡Oh! Banba-san, ¿quieres que te lleve a tu casa?" Sonriente señaló con la mano la limusina aparcada en el borde de la acera. "No es ningún problema para nosotros."

"N-No… Gracias…" Al ver que la sonrisa de la mayor desaparecía añadió rápidamente. "Esto… Cuando he dicho que vivía aquí…" Mahiru se giró un poco, dejando ver un pequeño bloque de pisos que había en la calle siguiente. "Era literalmente…"

La chica con el pelo de color pastel observó detenidamente el edificio, grabando cada centímetro de este en su memoria inconscientemente. "Ya veo…" Volvió a posar la mirada en la albina, acompañando esta vez sus palabras con una sonrisa. Una sonrisa no tan natural y sincera como las demás, sino con un apreciable toque de decepción bastante impropio de la heredera. "Entonces supongo que este es el adiós…"

"Su-Supongo…" Mahiru se quedó en silencio un par de segundos. "E-Esto… Un placer verte otra vez, Ha-… Hanabusa-san" La albina, para sorpresa de Sumireko, acabó la frase mostrando una pequeña sonrisa.

Sumireko tardó un par de segundos en contestar, estaba demasiado ocupada admirando esa pequeña sonrisa la cual acabó reciprocando con una de sus usuales. "Lo mismo mismo digo."

Después de otro silencio vio a su anterior compañera darse la vuelta y empezar a andar.

Y fue entonces cuando algo en su interior se estremeció.

¿Después de todo la voy a dejar marchar tan fácilmente?

Agitó la cabeza. No, no podía hacerlo. No podía dejar las cosas así. Después de un año sin estar en contacto aún no se había rendido del todo con ella.

"¡Banba-san!" Estaba decidida, no iba a desaprovechar esta oportunidad. Este era su último intento.

La nombrada se giró algo sorprendida al ver a la heredera acercarse de nuevo. "Se que es un poco repentino, pero, ¿te apetecería venir a tomar el té este sábado? Después de tanto tiempo podríamos ponernos al día, ¿no crees?"

Como era de esperarse la albina no respondió instantáneamente, sino que dirigió la mirada hacia sus pies y empezó a juguetear con las asas de la bolsa.

Sumireko conocía de sobras ese patrón. Bajar la mirada, menearse nerviosamente, rechazar la invitación y salir corriendo después de pedir perdón. La heredera empezó a desesperarse esperando, ya por costumbre, al tercer paso.

Definitivamente acabo de gastar mi última oportunidad… ¿En qué estaba pensando? Era bastante obvia cual iba a ser la respuesta…

Después de otro largo silencio la mayor decidió ser la primera en hablar. "Perdona, Banba-san…" Al fin y al cabo retirar lo dicho será menos doloroso que otro rechazo, ¿no? "Seguramente estés ocupada, ha sido demasiado súbito por mi parte. Olvídalo." Quitándole importancia al asunto con un movimiento de la mano se dio la vuelta.

Cuando dio el primer paso hacia la limusina oyó una voz detrás de ella. "¡N-No!" Sumireko se volvió hacia la albina para encontrarse que ahora sus ojos violeta miraban hacia los suyos con determinación.

"Yo… Quiero ir-Digo…" Mahiru inspiró y expiró para serenarse otra vez antes de continuar. "E-Estaré encantada de ir, Hanabusa-san… El s-sábado es perfecto…" De nuevo acompañó esas última palabras con una sonrisa, pero esta era mayor que la que había adornado su pálida cara momentos atrás.

Sumireko tardó un momento en reaccionar, no podía acabar de procesar lo que acababa de pasar. Segundo atrás estaba segurísima de que Mahiru estaba rechazando su invitación y resulta que estaba totalmente equivocada.

"¿En… serio?" La menor contestó asintiendo con la cabeza y solo ese pequeño gesto hizo que Sumireko volviera a mostrar una de sus sonrisas cálidas. "¡Eso es estupendo!" En su voz se notaba la emoción que la aceptación de Mahiru le acababa de proporcionar. "Entonces, ¿te va bien si te vienen a recoger el sábado a las siete?"

Tímidamente y dudando un poco Mahiru asintió de nuevo, aumentando así la emoción de Sumireko.

"¡Perfecto! Y no te preocupes, me aseguraré de que te sientas como en casa." Iba a decir algo más pero se interrumpió cuando se dio cuenta que su mayordomo salía del vehículo por segunda vez. "Ahora sí que he de irme. Hasta el sábado Banba-san" Sin perder la sonrisa ni un segundo hizo una pequeña reverencia de despedida.

Empezó a andar hacia la limusina, el mayordomo percatándose de ello volvió hacia la parte trasera para abrirle la puerta. "¿Crees que será posible encargarles dulces a Pierre Hermé para el sábado?"

"Señorita, ya sabe que esa pastelería tiene mucha demanda… El plazo mínimo en el que se les puede encargar algo son cuatro días…" La heredera no contestó, simplemente adoptó una mirada fría y seria. "Pero veré que puedo hacer…" Esta vez la chica contestó asintiendo ligeramente como muestra de agradecimiento. "¿Vamos a tener invitados?"

Sumireko volvió a sonreír y antes de entrar al vehículo contestó: "Tendremos una invitada de honor"


A/N: Y hasta aquí el primer capitulo.

Seguramente más tarde publique este fic en inglés, ya que tengo algunos conocidos dentro del fandom que no hablan español, pero no cambiaré nada.

Os animo a que dejéis reviews. Soy bastante nueva en esto de escribir, así que acepto toda clase de criticas y/o sugerencias.

¡Gracias por leer!

- Lilli