Hola a todos mis lectores que se asomaron un día a ver este fanfic, que pensé un día como empezar, pero que tarde meses en terminar, de verdad lamento la tardanza, pero quería poder expresar bien todo para no terminar la historia incompleta, aunque aún no sé si fue todo aclarado, espero que disfruten con todo mi corazón este último capítulo. Les agradezco su continuidad y su amor por la historia. Tal vez desaparezca un tiempo ya que este año es mi primer año en la universidad y he descubierto el verdadero significado de no tener vida. XD Aun así seguiré leal leer mis amados fanfic de RyoSaku que tanto amé desde chica. Los leeré todos de ser posible XD. Sigan leyendo y escribiendo, los quiere mucho y les agradece de corazón. Liswoo.
PoT (Los personajes de esta historia no pertenecen, y que bueno que sea así porque tal vez me demandarían por no sacar una continuación en tanto tiempo)
Capítulo final: Último mensaje.
Era fin de año y Ryoma había vuelto a Japón luego de estar un tiempo en Estados Unidos, después de enterarse de la partida de Ryusaki se había centrado cien por ciento en el tenis y unos meses después ya había calificado para un internado en América. Se forzaba a olvidar lo poco que había pasado con ella, le golpeaba a la pelota con fuerza y con el tiempo el contrincante era la única persona que lo hizo olvidarle.
Pero a los dieciocho años ya era tiempo de volver a casa y sus padres no lo dejarían tranquilo hasta que aceptara regresar y pasar año nuevo con ellos.
La casa en ese momento era tan ruidosa como nunca lo fue su cuarto en Los Angeles. La música de fiesta y las voces de personas que conversaban en la sala de estar se escuchaban por toda la casa, mientras que él iba por algo a su antigua habitación. Podía escuchar las risotadas de alguno de sus sempais que habían venido a verlo. Entró a su cuarto y pasó al lado de Kerupin que estaba recostado en su cama durmiendo. Se agacho y sacó debajo de ella su antigua raqueta con el estuche aún puesto. Sonrió y pensó que Momo era muy incrédulo si creía que podía ganarle, más aun si él había estado en un internado mientras que el otro había estado comiendo hamburguesas y estudiando para ser abogado, aunque eso de las hamburguesas no lo había hecho engordar porque había ingresado al club de tenis de su universidad.
-Casi es un internado-le había dicho para no quedar en menos.
-No, no lo es-dijo Ryoma sin inmutarse.
Salió de su cuarto y se encontró con su prima Nanako que bajaba con un par de pompones en las manos.
-¿Y eso?-preguntó Ryoma.
-Para hacer más divertido el partido, voy a estar animándote primito-le sonrió sacudiéndolos.
-No lo necesito-dijo pasando a su lado para bajar las escaleras.
Nanako inflo sus cachetes en señal de enojo y le dijo que entonces animaría a Momoshiro, a lo que el aludido contesto que no le importaba. Como siempre.
Al llegar al primer piso pasó por el pasillo del las fotos y no pudo evitar detenerse un rato a verlas, también había un mueble grande con trofeos y más fotos. Iba a pedir una nueva fotografía, una en donde no sea él, el más bajito de todos.
Pero entonces, mientras recorría todos esos recuerdos, algo interrumpió su viaje al pasado, un libro. Algo que lo descolocó un poco. ¿Qué hacia un libro entre todo esto? ¿Sería un álbum de fotos?
Lo tomó y lo observo de cerca.
-¿Canon Love Histo…?-leía en el titulo, pero su prima se lo quitó de las manos.
-¿Qué haces con mi libro?-le preguntó mirándolo con desconfianza.
-Hmp… no dejes tus cosas entre mis cosas-dijo para luego irse.
Su prima envuelta en llamas solo le dijo con más fuerza que dejaría la vida animando a Momoshiro.
El partido trascurrió entre gritos de ánimos y algunos destrozos típicos de las fiestas de fin de año, donde la gente toma de más y no recuerda que hiso anoche. En especial cierta persona, cierta persona que era su padre.
-¡Esa pelota te la devolvería hasta Kerupin!-gritaba medio mareado con una botella en la mano.
-Prometo sacarle muchas fotos hoy para usarlas a mi favor algún día-le dijo Rinko a su sobrina mientras sacaba una cámara y apuntaba a su marido.
Nanako solo gritaba- ¡Momoshiro!- Con todas sus fuerzas, cosa que puso un poco celosa a su actual novia, Ann Tashibana quien miraba la escena confundida. Entre tanto los sempais estaban en un lado de la cancha, comiendo algo o bebiendo mientras miraban el partido. Todos se preguntaban como rayos Momo corría y devolvía la pelota con media hamburguesa en la boca.
-Cosas que solo se ven en año nuevo-dijo Fuji.
-¡Tu puedes O-chibi!-gritaba Kikumaru mientras daba enérgicos saltos.
-¡VOTALE LA HAMBURGUESA RYOMA!-le gritaba Kawamura con un baso en su mano que sostenía como si fuera un raqueta.
-¿Alguien le hecho algo a la bebida?-pregunto Oishi.
Resumen de esa noche, Ann terminó peleada de los pelos con Nanako, Momoshiro en un intento por separarlas devolvió la hamburguesa que se había comido mientras jugaba y la vomito entre las dos, algunos sobrios se fueron a sus casas y los damnificados terminaron repartidos por toda la casa. Ryoma cuando despertó estaba al lado de Kerupin en el pasillo de los recuerdos. Parecía que la cabeza se le hubiera partido.
Miró a Kerupin y le hizo un poco de cariño, quería urgente un remedio para la resaca. No volvería nunca más a su casa en año nuevo.
Se levantó para ir a la cocina pero tropezó con algo que casi lo hiso caer. Enojado al cuadrado se agachó para tomar el dichoso objeto.
Era el libro.
-¿Tú de nuevo?-le preguntó como si pudiera responderle.
Con pasos desganados caminó a la cocina y dejó el libro en la mesita que había a un lado. Se preparó una taza de café y un sándwich para hacerse un desayuno exprés. Se sentó y miró a todos lados para ver si su prima estaba cerca. Ya parecía broma que ese libro se le atravesara por el frente así que tenía que ver de qué se trataba.
Mientras tomaba su taza de café pudo leer correctamente el titulo, luego leyó el resumen de atrás y no le llamó la atención en lo más mínimo. Solo pensó que había visto la historia en alguna parte antes… ¿Seria plagio? ¿La resaca le estaba afectando demasiado?
Abrió el libro y vio que era de hace unos años atrás, exactamente su último año en Saigaku. Recorrió las hojas leyendo solo el título de los capítulos y cada vez se sintió más idiota al estar leyendo una estúpida novela para adolescentes. Hasta que termino el libro y ni se inmuto a leer la última frase del final, solo dio la vuelta a la hoja y se encontró con un pequeño párrafo de agradecimiento. Como era poco se animo a leerlo.
''Gracias a todas las personas que me ayudaron a terminar este libro, mi editora que me regaño por la mala ortografía, mi esposa por motivarme a seguir y a mi hija por darme fuerzas para volver a escribir. Por último a la chica de trenzas y al chico de la raqueta que inspiraron la historia.''
Se detuvo de leer con un poco de café sin tragar. Luego de unos segundos meditando, algo le hizo clic. ''¿Chica de trenzas… chico de la raqueta…? ¿2+2 sigue siendo 4 ¿verdad? ¿Verdad?''
Devolvió el café de golpe rociando todo la hoja.
-¡Ahhh Ryoma Echizen te mataré!-gritó Nanako desde la puerta con los mechones de su cabello hechos una melena por la pelea de ayer.
…
No estaba para peleas, tomó su taza de café y arrancó una hoja del libro haciendo que Nanako gritara más fuerte. Volvió a su cuarto y cuando se encerró tuvo que soportar el cuerpo casi muerto de Momoshiro postrado en su cama, que olía a vomito y jugo de Inui.
Buscó su computador y lo puso en su escritorio. Estiró la hoja que había arrancado y cuando encendió completamente buscó por Internet el nombre del autor. Hikari.
Seguía tragando café y se sostuvo la cabeza con una mezcla de resaca y asco por el olor de Momoshiro.
El tipo era famoso, buscó su historia, sus libros y hasta su vida personal, donde vivía actualmente, iba a encarar a ese tipo, cuando llegó a la parte de su dirección vio con enojo el nombre del lugar donde menos quería que estuviera.
-¡DEMONIOS!-gritó mientras se revolvía el cabello.
Momoshiro se quejó desde la cama y se dio una vuelta casi cayendo al piso.
-¿Qué pasa?-preguntó.
-Nada-dijo Ryoma tapándose el rostro con sus mechones despeinados y apretándoselos con los dedos.
-Oye…
-¿Qué?-preguntó frustrado.
-¿Me das un poco de eso?-pregunto señalando la taza de café.
Ryoma se la paso sin mirarlo, sumido en una pesadilla a la cual quería despertar ahora mismo.
Después de preguntarse qué hacer, pensó que lo mejor era ir a verlo, reservó los vuelos para ese mismo día y anotó la dirección en su celular. Se levantó de su escritorio con Momoshiro en un estado casi convaleciente. Abrió su armario y tomo algo de ropa y por las pulgas, su raqueta y lo guardó todo en su bolso de prácticas que fue lo primero que encontró.
Salió de su cuarto mientras Momoshiro le preguntaba a donde iba, entre tambaleos y gruñidos caminó hacia la puerta, su padre quien había despertado y comía algo en la cocina le preguntó cómo diablos se le ocurría salir a jugar tenis con resaca y cuando no respondió solo pensó que su hijo tenía que ir con el psicólogo, la obsesión con el juego estaba yendo muy lejos. Al salir tomó las primeras zapatillas que encontró. Salió y tomo el primer taxi que vio.
-¿A dónde?-preguntó el taxista.
-Al aeropuerto por favor-dijo y se tumbo en el asiento mientras se tomaba la cabeza. Dolía como los mil infiernos.
Al llegar buscó desesperado la pantalla de los vuelos, sus ojos pesaban como bolsas, debía oler asqueroso y su cabeza era una piedra que le provocaba una curca en la espalda, las señoras que viajaban en grupo por la jubilación lo señalaban espantadas.
-Dios mío, la juventud de hoy…-dijo una.
El asombro aumento cuando el joven se puso en la misma fila para el vuelo hacia Okinawa-
Si, la misma isla donde debía estar ella.
-Demonios-dijo ya sentado en el avión y con una de las abuelitas mirándolo con preocupación.
-Tranquilo hijo, todo tiene solución.
Durmió como cinco minutos antes de aterrizar y cuando tomó su bolso en la barra de maletas, saco inmediatamente su gorra, afuera hacia un Sol endemoniado.
Tomo un taxi y dijo la dirección de la casa del autor. Su pie no paraba de moverse, su cabeza dolía pero ya no tanto como su enojo. Solo algo le sacó de su frustración y era el hecho de que en aquella isla podía encontrarla a ella. A esa chica de trenzas. Aunque no sabía si era lo mejor.
En el camino a la casa del susodicho, una chica con unos shorts y un top liviano iba en la misma dirección pero en bicicleta, Ryoma iba tan sumido en sus pensamientos que no pudo verla. Sakuno iba tranquilamente visitar a alguien, cuando pasó el taxi a una velocidad exagerada. Se pregunto qué pasaría.
La casa de Hikari era una simple cabaña de un piso que imponía en la punta de un acantilado, apartada de la ciudad. Tenía un caminito de piedras que conectaba la puerta exterior con la interior y era tapada por arbustos y un jardín de flores. Bastante ostentoso. Bajó del taxi y pagó la tarifa. Se instaló en la puerta y se dio cuenta que no había timbre, tenía que gritar. Tomó aire y en el momento en que iba a tirar un bocinazo de gran potencia una niñita de unos tres años se le acercó.
-¿Quién eres?
Ryoma devolvió el aire aspirado y la miró con su cara de siempre.
-¿Quién eres tú?
La niña se quedó callada un momento y luego se largo a llorar.
-¡Mamá! ¡Un ladrón está en la puerta!
-¿La-ladrón?-preguntó Ryoma para sí mismo.
Una señora de unos treinta años con delantal y una escoba en la mano, salió desde la puerta principal, eso sí, sostenía la escoba como un arma.
-¡Aléjate de mi hija o llamare a la policía!
-¿Y a esta que le pasa?-preguntó Ryoma-Baje el arma… es decir, la escoba.
-¡Tú aléjate!
Ryoma rió irónico y le lanzó una mirada incrédula.
-Soy Ryoma Echizen, tenista, no ladrón.
-¿Quién dice? ¡Pruébate!-
Sabía que traer su raqueta le ayudaría. La sacó de su bolso y la levantó, cosa que fue muy mal interpretada por la mujer.
-¡Baja eso o te mato a golpes!
-¿Qué diablos les pasaba a las amas de casa en estos días?-pensó-Es una raqueta señora-dijo agitándola.
-¡AHH! ¡Dije que te alejaras!
-No me iré, tengo que hablar con Hikari, el viejo que escribió el libro Crayon History algo…
Pero no pudo seguir hablando porque un golpe lo noqueo desde atrás y cayó al piso sin conciencia.
Hikari había vuelto a casa con una bolsa de pan y si, siempre es bueno traer un pan duro a la mano, puede ser útil. Antes de llamar a la policía, por suerte, logro reconocer al chico, al famoso chico de la raqueta.
-No-puede-ser-dijo antes de detener a su mujer.
Con ayuda de su pequeña hija, levantó a Ryoma y lo puso en el sofá del estar, parecía haber sido azotado por una tormenta. Se pregunto a sí mismo, si había llegado el día, el famoso día que hace años pensó que pasaría.
Algo que lo hizo sonreír.
-Debiste decirme que traerías visitas-dijo Ren.
-No sabía que vendría este… pero espera a que llegue la otra.
Fue cuando la puerta llamó, era la joven de trenzas quien saludaba sonriente con su típica arrocera en la mano y materiales de cocina. Hace años Sakuno había repetido la misma acción de Ryoma, sin tanto escándalo claro está, había querido encarar al autor y preguntarle muchas cosas, al final de cuentas y de tantas idas y venidas se había terminado haciendo amiga del autor y de su esposa, pero en especial con su hija a la cual daba breves y simples clases de cocina. Por unos instantes su sonrisa parecía intacta, pero cuando vio la cara de todos, esta desapareció.
…
Unos minutos después Ryoma se despertó en la sala de estar, miró por todos lados, la luz del atardecer lo cegó unos segundos, miro a todos lados, había una cocina abierta a un lado y la venta atrás dejaba ver la playa, no pudo ver a nadie más, más que a una chica que cocinaba algo a espaldas de él.
Olía a arroz.
Ryoma se levantó y al ver mejor su silueta vio que usaba trenzas, se movía para sacar unos platos y luego con sus manos formaba una bola de arroz con un particular color amarillo, aún no notaba que estaba despierto, debía seguir siendo muy distraída.
Este era un sueño muy extraño, pensó, mientras se sentaba en una de las sillas de la cocina. La chica tarareaba una canción suave y decoraba con delicadeza las bolas de arroz, el resultado la hizo sonreír, algo que hacía pensar a Ryoma que de verdad todo esto era un sueño.
-Listo-dijo ella. Se dio media vuelta y dejó un plato con un par de bolas de arroz con forma de pelota de tenis en frente de él, otros en frente de ella, quien se sentó al frente de él.
-Buen provecho-dijo juntando sus manos y sonriendo con un leve sonrojo en su rostro. Luego probó un poco e hizo un ruido de aprobación.
Ryoma miró su plato, tomó una bola de arroz y cuando la dio vuelta se dio cuenta el mensaje que traía. ''Te'' era lo que decía, confundido giro la otra bolita. ''Extrañe''
''Te extrañe''
Ryoma sintió que un saque hacia match-point en su corazón y sonrió por primera vez.
-Yo también-
Fin.
Esperen ahí ¿Creían que iba a terminar la historia sin un último mensaje de su autor favorito? Aquí va…
…Hay cosas que no se pueden explicar en palabras, una mirada es suficiente. Esos dos tenían que verse a los ojos hace mucho tiempo. Yo Hikari les debía un favor y aunque tarde en cumplirlo creo que llegó en el momento indicado. Tampoco sabía que pasaría ahora, pero eso me indica que estos dos estaban de verdad destinados a estar juntos.
Una historia se puede contar con solo una foto, yo trate de explicar su historia con la foto que saque en mi cabeza esa vez que los vi por primera vez. Supe de algún modo que había un lazo que los unía, pero para ese entonces no parecía ser tan visible, así que termine escribiendo una historia que fuera con un final no tan feliz como normalmente se hace. Creí que los verdaderos protagonistas eran los que debían terminar así y no los míos. Así que cuando los vi caminar juntos, ella sosteniendo su bicicleta y él comiendo una bolita de arroz, vi la foto que contaría su historia, y sus ojos que decían todo lo que no podían explicar…