SUMARY: Aunque llevasen tres años juntos y siguiesen siendo la feliz pareja, unos simples comentarios podían cambiarlo todo, sobre todo cuando Sora se percatase de que algo comenzaba a fallar entre ellos.

Pareja principal: Yamato x Sora

Género: Drama y Romance

La idea surgió de: No queráis saberlo…

Disclaimer: Los personajes de Digimon no me pertenecen, sino a su creador Akiyoshi Hongo.


CAPÍTULO DEDICADO A SORASOFI

MUCHAS GRACIAS POR TU APOYO TANTO EN LOS FICS COMO TU AMISTAD A TRAVÉS DE INTERNET. TAMBIÉN GRACIAS POR LEERME SIEMPRE


LA RAZÓN

by: Atori


Capítulo 4: Resolución

Qué fácil era decir que lo mejor era sacrificarse a sí mismo.

Desde que había descubierto ese lado pervertido suyo, lo único que había conseguido era estar de mal humor con todo cristo.

Solo Sora se salvaba, pero eso era debido a que apenas le hablaba y mantenía las distancias. Todo para evitar que el monstruo que tenía dentro, saliera a flote y la destruyera.

Pensó en miles de soluciones para que la bestia saliera de su cuerpo y así poder seguir con su relación, sin que su novia se enterara.

Alquiló películas y compró revistas pornos. Pero eso solo había empeorado su situación, hasta el punto en que solo era ver a Sora para desearla como un poseso.

Incluso en sueños, no se salvaba de ese deseo que lo consumía casi a diario.

Era tal el deseo que solo era verla en fotos para pensar en obscenidades.

Tenía que alejarse completamente de ella.

Así que tomando la excusa de que tenía un concurso de bandas musicales dentro de poco, le había pedido (por supuesto, por teléfono) que estaría muy ocupado durante un tiempo.

Y durante los pocos meses que estuvo sin verla, donde agradecía estar en distintas clases, el calentón que tenía sobre ella había ido disminuyendo.

Un día, había querido comprobar si su obsesivo deseo por ella había desaparecido por completo, y durante el descanso de su ensayo, aprovechó para ir a verla durante su entrenamiento de tenis.

Quizás era mala idea, puesto que las faldas de tenis eran más cortas que las del uniforme del instituto.

Pero, no sentía esa vocecita seduciéndolo a que la vería muy pronto y comenzase a imaginar obscenidades.

Paseando calmadamente sobre el campo del entrenamiento, siendo separado por la verja para que las pequeñas pelotas de tenis no dieran a los que pasaban por allí, Yamato buscaba a Sora con la mirada.

Veía a sus compañeras, donde algunas llevaban una falda tan corta que dudaba de que estuvieran allí por el tenis.

Sin embargo, esa clase de chicas no le afectaba.

La voz tampoco aparecía.

Era buena señal.

Finalmente, la encontró.

Y…

Y…

Tuvo que tragar saliva al verla jugar.

Su concentración en responder a la pelota.

El sudor que resbalaba por cada poro de su piel, donde su cerebro se retorció deliciosamente pensando en otra cosa.

La camiseta apretada sobre su figura, ofreciéndole a su imaginación cómo sería por debajo.

Su falda moviéndose al ritmo que ella, deseando levantársela.

Su respiración agitada a causa del ejercicio, competía con la suya aunque por otra cosa muy diferente.

¡La deseaba!

¡Quería follarla ahora mismo!

Esa idea lo aturdió y se alejó de allí a toda máquina con un solo destino.

Cuando vio los grifos de agua, agachó la cabeza para permitir que el agua enfriase su cabeza y borrara todos aquellos pensamientos que surcaban por su mente.

Era una adolescente de diecisiete años.

Llevaba casi tres años con su novia.

Vale que tuviera las hormonas alteradas. Pero es que aquello era demasiado.

Pasaba del límite.

Después de refrescarse y mirando como las gotas caían al suelo, se preguntó angustiado qué iba a hacer ahora.

Si ni siquiera el tiempo había logrado apartar ese sentimiento bestial, ¿qué haría entonces?

Repentinamente, escuchó voces al otro lado del recinto escolar.

Eran las voces de una parejita que se estaban dando el lote, donde una le pedía entre risitas que no la besara ahí.

Se sintió molesto de ver como otras parejas podrían disfrutar a gusto de su relación, mientras que él, parecía estar poseído por el demonio del sexo.

-Para… ahí no… -decía la chica entre risitas.

¡Un momento!

Yamato abrió los ojos.

Reconocía esa voz.

¡Era la de Mimi!

Si el agua no había borrado todo su calentón, lo había hecho el saber que su amiga Mimi estaba al otro lado morreándose con sabe dios quién.

Incluso tuvo ganas de vomitar.

Le disgustaba ver o imaginarse a su hermano o a algunos de sus amigos dándose el lote con quién fuera.

Era como una especie de trauma, ya que después no podrías tratarlo normalmente sin pensar en lo que había hecho.

-Para… Taichi…

¡¿Taichi?!

Ahora sí que se largó sin querer imaginarse a su mejor amigo con la Tachikawa. Aunque…

¿Desde cuándo Taichi y Mimi eran pareja?

¿No se supone que Tachikawa estaba en una relación a larga distancia con Michael?

¿No se supone que estaba flirteando con Koushiro y con Joe?

Bueno, no era asunto suyo.

Si Taichi quería estar con una chica tan pesada como Mimi, era su problema. Él ya tenía los suyos propios con su pareja, y la verdad es que eran más preocupantes.

.

Acostado en el suelo de la azotea, Yamato observaba pasar las nubes, como si fuera el mejor de todos los pasatiempos.

Mejor eso, que seguir rompiéndose la cabeza sobre qué hacer con su relación con Sora. Había llegado un momento, en que hasta se había angustiado al no encontrar una solución.

El tiempo seguía pasando y nada parecía ir a mejor.

El concurso ya había pasado, así que ya no tenía excusa que darle para no verla.

La verdad es que, después de que volvieran a su ritmo monótono, se había sentido preocupado de que el tiempo afectara los sentimientos de su novia.

Pero la veía reír y sonreír como siempre, que eso era un alivio.

Un alivio que solo duraba un segundo. Inmediatamente, la vocecita de marras y sus impulsos sexuales emergían desde lo más profundo.

Por miedo a lo que podría pasar, dejó de arrimarla contra él o de pasarle la mano sobre su hombro.

Ella parecía no advertir ese cambio, ya que continuaba como siempre. Sonriendo, hablándole de lo que había hecho en el día de hoy. Y mientras él, peleando consigo mismo, sintiendo la cabeza a punto de estallar.

Tenía que aguantar.

Tenía que hacerlo por ella.

No debía mostrarle su lado oculto.

No quería que sufriera.

No quería que sintiera el terror y dejarla marcada de por vida.

-¡Ey! Con que aquí estabas.

Yamato se sorprendió al escuchar la voz de Taichi. Y su cuerpo sintió una especie de relajación. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había estado en tensión en algún lugar oculto y remoto de su cerebro.

El rubio se sentó agradeciendo la presencia de su mejor amigo.

-Oye, ¿qué te pasa a ti con Sora? –le preguntó Yagami seriamente.

Yamato pestañeó varias veces sin entender a qué venía aquella pregunta. Hasta que al instante, el miedo le invadió.

¿Acaso Sora se habría dado cuenta de lo que tenía?

-Últimamente ya no apareces por clase para ir a casa juntos. Como me parecía muy extraño, le pregunté y me dijo que estabas muy ocupado con la banda. Y en cambio, te veo aquí, tan tranquilo, sin aprovechar el descanso del almuerzo para estar juntos.

-… -mirando para otro lado.

-Ella dice sonriente que es normal porque estarás muy agobiado. Pero, yo no me lo trago, Ishida. Sora es muy benevolente y quizás muy ingenua, pero yo sé que la estás evitando poniendo excusas baratas. Así que habla, ¿qué escondes?

-Creo que eso no es asunto tuyo, Taichi –objetó Yamato con los ojos cerrados para que no viera más allá.

-¡SÍ QUE LO ES IMBÉCIL! –cogiéndole del cuello de la camisa- ¡SORA Y YO SOMOS AMIGOS DESDE QUE ÉRAMOS CRÍOS! ¡LA QUIERO COMO QUIERO A MI HERMANA HIKARI Y NO PIENSO PERMITIR QUE ALGUIEN TAN INSENSIBLE COMO TÚ LE HAGA DAÑO!

-¡Yo jamás le haría daño!

-¡¿ENTONCES?! ¡¿POR QUÉ TE AISLAS DE ELLA A PROPÓSITO?!

-¡Para evitar que sufra! –apartando su mano de un manotazo- ¡Si está conmigo, no sé lo que podría hacerle!

Yagami no entendió lo que había querido decir, sin embargo, ver después cómo se había llevado las manos a la cabeza con angustia, supuso que tendría que ser algo muy grave.

-¿De qué hablas? ¿Qué te ocurre?

-Yo… -y echando todo el aire, acabó por confesárselo- Yo la deseo.

-¿Y qué tiene eso de malo? –sentándose a su lado con la extrañeza marcada en su cara-. Lo raro es que no la desearas. Sobre todo a esta edad y llevando tres años… -luego cayó en la cuenta- ¡Espera! ¡Aún no lo hicisteis!

La cara que le ofreció Ishida fue una entre avergonzada y molesta.

-¡Joder! –impresionado- ¡Con razón estás necesitado! Yo no sé cómo has podido aguantar hasta ahora. Y es que además, vosotros no tenéis el problema de iros a un Love Hotel. Tu casa está casi siempre disponible.

-¡Yo respeto a mi novia y nunca tuve ganas de hacer algo de lo que ella no estaba interesada!

-Hasta ahora –le recordó. Y eso lo calló. Tras una pausa de unos segundos, Taichi retornó el tema-. Y por culpa de eso, ¿te aíslas de Sora? ¿Acaso crees que ella sea una mojigata que quiere esperar al matrimonio o qué? Aunque llevéis una relación chapada a la antigua, no lo creo porque…

-¡Ese no es precisamente el problema! –cortándole, para mirar el frente con los ojos entrecerrados-. Te dije que la respetaba. Por eso, si tenía ganas, se lo propondría. No soy un cobarde.

-Sigo sin entender la razón –apuntó Taichi más confuso.

-Yo… -resoplando y con la vergüenza rodeándole- La deseo con límites insospechables. Solo es mirarla o que me toque para pensar en tirármela estemos donde estemos. Incluso, dependiendo de la situación, me imagino otras cosas.

-Bueno, eso es normal. Estás necesitado.

-¡LLEVO ASÍ DESDE QUE LA VI EN TRAJE DE BAÑO! ¡LLEVO ASÍ DÍA Y NOCHE PENSANDO EN QUERER FOLLÁRMELA AUNQUE ELLA NO QUIERA! ¡¿ES ESO NORMAL?!

Y Taichi quedó parado.

-¡Si estuviera necesitado como dices, me afectaría ver cómo otros se follan! ¡Pero no me excitan para nada! ¡Ni una mujer en pelotas! ¡Ni siquiera las que se me insinúan! ¡Solo es Sora la que me ha provocado que haya una voz en mi cabeza donde me dice las obscenidades que podría hacerle!

Ahora Yagami se quedó asustado y sin pararse a pensar, le dijo.

-¡Estás enfermo, Yamato!

-¡¿Te crees acaso que no lo sé?! –espetó molesto.

-¡Ah! ¡No! ¡No! ¡No quería decir eso! –intentando rectificar. Pero es que era verdad. Su mejor amigo tenía una enfermedad mental muy seria. Pero al mismo tiempo, tenía la fuerza de voluntad suficiente para luchar contra ella que lo convertía en alguien admirable- ¡Lo siento! –tenía que disculparse. En aquellos momentos, su mejor amigo necesitaba de todo el apoyo necesario.

Luego se quedó en silencio sin saber qué hacer o qué respuesta darle. La situación parecía ser grave. Sin embargo, Yamato, inteligentemente, y a costa de sí mismo, se había distancia de ella.

Pensó que lo mejor para que ambos no sufrieran, era que cortaran su relación. Pero, ¿cómo ofrecérselo cuando ambos eran sus mejores amigos y fuera de esa enfermedad que sufría Yamato, la atesoraba más que a sí mismo?

¿Y Sora?

Ella lo amaba como una condenada, y no le tenía en cuenta, esa distancia establecida por él, creyendo fielmente en sus palabras.

La conocía de sobra para imaginar que si cortaba con Yamato, jamás podría recuperarse y no volvería a encontrar el amor en otra persona.

Pero si seguía en ese plan con Yamato, acabaría por darse cuenta que le estaba dando plantón y entonces sufriría aún más.

-¿Podrías pedirle ayuda a Mimi?

Ahora fue el turno de Taichi de quedarse asombrado y nervioso por esa petición.

-¿De… De qué me hablas? –con una gota resbalándole por la sien.

-Olvida lo que te dije –suspirando.

¿Cómo se le había pasado por la cabeza pedir ayuda a Tachikawa?

Había sido la desesperación quién había hablado.

Pero…

-No, un momento. ¿No me digas que te enteraste que estoy saliendo con Mimi? ¡¿Quién te lo dijo?! –preguntó alarmado y hasta preocupado.

-No me lo dijo nadie. Os vi por casualidad.

Y Yamato vio cómo el rostro de Taichi se ponía inquieto como cuando tenían delante al mayor de sus enemigos.

-Por favor, Yamato, no le cuentes a nadie que estoy saliendo con ella.

-¿Por qué debería? No soy un chismoso, Yagami.

-¡Sí! ¡Es verdad! ¡Lo siento! –riéndose nerviosamente-. Es que como ya sabes que Mimi estuvo flirteando con Joe y Koushiro, y como también estuvo en una relación a distancia con Michael, ahora que sale en serio conmigo, no quiero que la gente piense que es una zorra oportunista.

Esas simples palabras hicieron ver a Yamato que Taichi amaba en serio a Mimi, y que no la consideraba una chica con el que pasar el fin de semana.

Y tuvo envidia de que, a pesar de llevar una relación a escondidas, podrían estar juntos sin problemas.

Mientras que él…

-Oye, Yamato –comenzó Taichi de repente-, sobre tu problema, ¿por qué no vas poco a poco?

-¿Poco a poco? –repitió sin entender su resolución.

-Quiero decir –comenzando a explicar-, si el problema está en que si la miras o te toca, te consume el deseo, pues lucha contra él, pero, por el momento, desde la distancia. Viéndola en su entrenamiento, por ejemplo. Dudo que con tanta gente, te lances sobre ella. Y cuando ese deseo se vaya extinguiendo, vais a lugares seguros y cerrados como el cine –la propuesta de Yagami parecía interesante. Un choque de impacto contra sus impulsos quizás es lo que necesitaba para solucionar su problema, en vez de ver pornografía e imaginarse que los que lo hacían eran Sora y él-. Te lo digo, porque es mejor que ella sepa que estás interesado en vez de dejarla sola y se forme ideas equivocadas. Ya sabes como es ella. A la larga, se dará cuenta. Se lo guardará y sufrirá mucho.

Como si le hubieran dado una bofetada, Yamato sopesó esa posibilidad, siendo altamente posible.

Sora era una persona que aparentaba estar bien para no preocupar a los demás. Tendía a guardar sus problemas personales y a sufrir en solitario.

Y a pesar de saberlo desde hacía años, él solo se había preocupado de sí mismo, ignorando que, seguramente, tras aquella sonrisa dulce y amable, estaría escondiendo su dolor.

.

No lo dudó ni dos segundos.

A partir de aquel día, Yamato empezó con su terapia de choque.

Al terminar las clases, el rubio había ido a su clase para notificarle que estaría durante sus entrenamientos y que volverían a casa juntos.

Sora le había dicho que no era necesario, haciendo que viera que no parecía estar sufriendo en silencio. Sin embargo, no quería tentar a la suerte.

Taichi se lo había advertido. Se sintió mal, porque esa clase de cosas tendría que haberse dado cuenta él.

¿Acaso no era su novio?

¿Acaso no llevaban tres años juntos?

Parecía que desde su problema, solo pensaba de la cintura para abajo.

Y así había sido cuando había ido a su clase, y le había hablado con frases sencillas y cortantes, sin ni siquiera mirarla.

Pero los días pasaban y a veces tenía que echarse sobre el suave césped para olvidarse de esos sentimientos y luchar contra esa vocecita que no paraba de instarle a que hiciera esas cosas de las que se reprimía.

-¡Ajá! ¡Así que es verdad!

Y como siempre, una voz desconocida conseguía que se olvidara del calentón y que la vocecita huyera desfavorecida ante la llegada de un intruso que no era de su competencia.

Yamato se irguió viendo a Mimi con una sonrisa pícara pintada en los labios.

-¡Así que es verdad! ¡Estás loco perdido por Sora!

-¿Qué…?

-Taichi me lo contado –haciendo la señal de la paz con los dedos-. Me contó que sabes lo nuestro y también tu problemita con Sora –riéndose pícaramente.

Yamato maldijo a Taichi en silencio.

-¿Y bien? –sentándose a su lado- ¿Cómo vas?

¿En serio pensaba que le iba hablar sobre ese tema?

Una cosa era con su mejor amigo, y otra muy distinta con una chica que le resultaba tan cargante como pesada.

-A juzgar por cómo estabas, imagino que mal.

Yamato miró a Mimi con una gota. ¿Es que no entendía la indirecta que si no le daba bola, era porque no quería hablar con ella?

-¿Y ahora qué estás conmigo?

-¿Eh?

-Mira a Sora, a ver.

Solo para que no le diera la lata, Yamato le hizo caso y se sorprendió al comprobar que no tenía ningún tipo deseo carnal hacia ella. Era como estar en los viejos tiempos cuando eran novios, y el sexo era algo que no les importaba.

-¿Y bien?

-No… No me pasa nada… -respondió alucinado y feliz.

-¡Lo sabía! –declaró la chica satisfecha-. Aunque la terapia de choque es una buena idea (como era de esperarse de mi Taichi-kun), lo mejor será empezar estando con alguien como yo a tu lado.

-¿Alguien como tú? –sin entender esa intención.

-Claro, hombre. Necesitas a tu lado a una chica atractiva, hermosa, seductora y sexy como yo –guiñándole el ojo.

Yamato pestañeó varias veces. Quizás lo fuera, pero él despreciaba esa clase de chicas superficiales, a pesar de que él poseía todas esas características.

-Supongo que a ti te atrae el tipo de chica como lo es Sora, y por el contrario, desprecias a las chicas como yo. No es algo que me quite el sueño, ya que pareces peor que mi padre –añadiendo de inmediato.

Mimi no solo seguía llevando la conversación, sino que además le había insultado indirectamente. Con razón jamás congeniaría con ella.

-Así que como Taichi me dijo, que contra las sexys se te baja, pues estaré a tu lado los primeros días hasta que te sientas cómodo con Sora.

Ahora Yamato se quedó sorprendido. Las palabras de Mimi parecían ser sensatas e inteligentes. Algo que no cuadraba con Tachikawa.

-¿Cómo llegaste a esa conclusión?

-Pues de darle mucho al coco –reconoció dándose un pequeño coscorrón en la cabeza y con la lengua fuera-. Quiero mucho a Sora, ella es mi mejor amiga, y la que me ayudó a ser mejor persona. Ahora quiero responder agradeciéndoselo, ayudando a la persona que tanto ama. Sobre todo, si ese alguien se sacrifica a sí mismo por ella. Eso es lo más bonito que existe en un romance –rematando la conversación con ojos soñadores.

Aún así, Yamato sonrió dulcemente.

Sus amigos lo ayudarían, pero más que por él, lo harían por Sora, porque la querían mucho.

Ella siempre había sido el pilar de todos, que no pudo evitar sentirse orgulloso de tenerla como novia. A ella, a la poseedora del amor.

Se fijó de nuevo en ella, como si quisiera recuperar todo lo perdido, donde gracias a Mimi, el loco deseo ya no lo envolvía ni lo hacía pensar en cosas raras.

Y por primera vez desde hacía mucho tiempo, se sintió bien así.

.

Los días seguían pasando.

Yamato se había acabado por acostumbrar a la presencia de Mimi. Hasta de vez en cuando le hablaba y le sonreía por las tonterías que ella le contaba cuando estaba con Taichi.

No tardó en descubrir que el amor que sentía por Taichi era igual de considerado que el que tenía él por ella.

Eso hacia que cambiara su forma de pensar respecto a la Tachikawa.

Aunque había ocasiones que necesitaba taparse los oídos, habían otras que lo hacían sentir feliz. Esas veces, era cuando hablaban sobre Sora y las cosas que ella había hecho tanto en el Digimundo como en el mundo real.

Le contó que Sora no paraba de mandarle emails diarios contándole sobre sus amigos, respetando las intimidades, así cómo terminar en cada mensaje que la echaba de menos y que deseaba que estuviera de nuevo en Japón.

También le contó lo genial que sería ser como ella. Alegre, dulce y con una inmensa fuerza de voluntad para seguir adelante.

Sin duda alguna, esas eran sus conversaciones favoritas donde hasta él participaba.

Eso había provocado que pudiera mirarla, aún sin la presencia de Mimi, sin que la vocecita apareciera. Sin embargo, el deseo aún seguía resistiéndose a desaparecer.

Luchaba contra sus instintos, que a veces se hacía imposible.

Al menos, ya no soñaba con ella todas las noches, haciendo cosas indebidas a contra de su voluntad.

Había alguna que al despertar, le provocaba un terrible sabor de boca y que corría al baño para expulsarlo.

Poco a poco.

Cómo decía Taichi.

Y como Sora seguía sonriéndole como siempre, sin ver nada que lo preocupara, pues no se inquietaba.

Habían sido las compañeras de tenis de Sora quién le había abierto los ojos y que pensara equivocadamente, jodiendo todos los esfuerzos llevados hasta la fecha.

Esperando en la entrada, Yamato suspiraba una y otra vez.

Hoy avanzaría un poco más en su terapia de choque. Aunque aún seguía afectándole verla (y ya no digamos que le tocara), tenía que seguir adelante. Era por eso, que había accedido a su propuesta de ir al cine cuando Sora se lo había pedido aquella mañana.

Estando en la oscuridad, pero con gente y viendo una película ñoña de esas, dudaba que su lado oculto saliera a flote.

Sin embargo, la petarda de la entrenadora de Sora le había aguado sus planes de avanzar. Cuando llegasen al cine, la maldita película ya habría acabado.

Suspirando nuevamente, consultó los horarios de la película a través de su móvil.

Por lo menos, llegarían a la segunda sesión.

Guardó su móvil, y con la paciencia de un santo, guardó también sus manos en los bolsillos y cerró los ojos.

Al sentir una presencia suya jadeando con fuerza, abrió los ojos encontrándose con una Sora sudorosa, donde su mente le jugó una mala pasada al imaginarse lo que no era. Aquellas perlas de sudor que resbalaban por su piel, el pelo desaliñado y el que respirase fuertemente eran malas combinaciones para su problema, donde toda la terapia se fue a tomar por culo.

La vocecita resurgió de entre las cenizas, seduciéndolo a través de esa imagen que Sora le ofrecía.

.

Mírala.

Te está tentando, no lo niegues.

Quiere que la folles duro.

Vamos.

No puedes reprimirte.

Hazlo.

Aprovecha que no hay mucha gente.

Detrás del instituto.

O en el cine.

¡Ingenuo!

¿Pensabas que el cine era un lugar seguro?

Todo lo contrario.

Con lo fácil que es meter la mano bajo la falda…

.

-Lo siento… -rompiendo las seducciones de su yo interno, mientras se abanicaba con la mano-. Sé que llego tarde, pero he apurado todo lo que he podido… Aún por encima, que fui yo la que acordó en ir al cine después de mi práctica…

-Tranquila, aún podemos llegar a la segunda sesión de la tarde.

Trató de sonreírle lo más dulcemente que pudo, aunque por dentro se sentía arder.

Hacía un esfuerzo sobrehumano en no sucumbir a la tentación y en tratar de ignorar a aquella maldita vocecita.

Sin embargo, lo más prudente sería caminar manteniendo las distancias.

Y así lo hizo.

La vocecita seguía recordándole lo jodiddamente sexy que se había vuelto perlada en sudor y respirando agitadamente. Lo instó a que imaginara cómo sería diciendo su nombre.

.

¡BASTA!

¡CÁLLATE!

.

Con semejante tormento en su cabeza, era normal que no se diera cuenta de que con su físico atraía a todas las mujeres de la zona.

Una pareja chocó con él. Lejos de disculparse, Yamato vio cómo estaban más ocupados en irse a la esquina más cercana y besarse como si no hubiera mañana.

Al igual que en ocasiones anteriores, sintió repulsión y envidia de ver a personas ajenas disfrutando de su feliz vida de pareja. El calentón se esfumó, y con ella, la maldita vocecita toca narices.

Respirando tranquilo, continuó su camino.

¡Un momento!

¿Y Sora?

Se detuvo y al girar la cabeza, la encontró parada y mirándola con cierta tristeza.

Esa expresión no le gustaba y se sentía tentado a acariciarle la mejilla. Pero la maldita vocecita emergió nuevamente.

Oculto por sus bolsillos, apretó los puños fuertemente.

Acercándose a ella, preguntó por su estado.

Le dio una respuesta silenciosa, bajando la cabeza.

¡Mierda!

Se sentía alarmado.

¿Se habría dado cuenta de lo que tenía?

Siempre había sido su máxima preocupación. Y siempre lo primero que pensaba.

Pero cuando vio sus hombros caídos y su equipación de tenis, atribuyó que tendría que ser por el cansancio.

Ahora que recordaba, llevaba casi cinco días seguidos de práctica por culpa de aquella petarda que tenía por entrenadora, donde no paraba de darle caña.

Hasta en eso fallaba como novio.

-Lo siento –murmuró de inmediato. No le dio tiempo a reaccionar, ya que cargó con su bolsa de equipación y también con su mochila-. Debí suponer que estarías cansada por la clase extra que te dio la bruja solterona y amargada de tu instructora –y aunque llevaban mucho tiempo sin estar cogidos el uno del otro, y corría el riesgo de que su vocecita le jodiera, esperaba que el peso de las dos mochilas y la bolsa de Sora, le impidiera para que hiciese alguna locura. Y le hizo una seña para que se colgara de su brazo- ¿Vamos? Se nos hará tarde.

Ella pareció observarlo con atención, luego en su rostro asomó la más inmensa de todas las alegrías y feliz como unas pascuas, se colgó sobre él.

Caminando, Yamato observaba cómo ella seguía radiante de felicidad, ajena cómo interiormente su vocecita lo torturaba una y otra vez.

Verla, volvía esos locos deseos que sentía sobre ella, así que apartó la mirada bruscamente y apretó los puños con más fuerza, haciéndose daño.

Rabioso y lleno de frustración, se percató que todo el esfuerzo realizado y la ayuda de Mimi, había resultado en vano.

No importaba lo que hiciera, que su obsesión carnal por ella estaría en su cuerpo y alma para siempre.

.

Al día siguiente, Yamato resoplaba una y otra vez.

La cita del día anterior no solo había resultado ser un completo fracaso, sino que además, se había comportado como un verdadero capullo al no acompañarla a casa.

Tras descubrir que por muchos esfuerzos que hiciera, el deseo carnal lo perseguiría allá donde fuera, no quiso arriesgarse a ver una película ñoña y que lo perturbara todavía más.

Por eso, le había sugerido que fuesen a ver una de acción, esperando que la sangre y la adrenalina pudiesen darle fuerzas para combatir con la maldita vocecita y luchar contra sus instintos.

Pero nada.

La vocecita y sus instintos también fueron contagiados por el alma de la película, sintiéndose victoriosos sobre él.

Había perdido.

Y para no hacer cosas indebidas, se había pasado toda la maldita película apretándose la mano. Dolor contra deseo.

Ante eso, consiguió estar en el podio ganador.

Pero si tenía que ganar al deseo con dolor, sería humillante.

Tras haber acabado la película, cegado por la ira que le producía el hecho de no poder estar normal con Sora, había caminado, volviendo a mantener las distancias con ella.

Pero a cada paso que daba, la ira iba aumentando y la vocecita toca cojones, comiéndole más y más la cabeza.

Era tarde, casi de noche.

Podría aprovecharse si quisiera.

Los Love Hotel estaban muy cerca de donde estaban.

.

Vamos.

Sé que estás excitado.

Por mucho que te hayas hecho daño, la adrenalina sigue corriendo ferozmente por tu cuerpo.

Venga.

Es doblar la esquina para tener un Love Hotel.

Llévatela.

Hazla tuya.

Rómpela en dos como deseas.

.

La vocecita insistente, lo había encabronado de tal manera, que ya no había pensado en las consecuencias.

Solo en no seguir con ella por el mismo camino. Dudaba de tener la fuerza de voluntad suficiente para sucumbir a la tentación al tener un lugar con el que cumplir sus fantasías sexuales.

Sin decir una palabra, y sin atreverse a mirarla, le había devuelto la bolsa de deporte y se había excusado con que tenía que ir a otro sitio sin falta.

Y marchándose como un cobarde, sin tan siquiera despedirse de ella, se había ido corriendo hacia su casa.

Su casa había sido como su refugio, donde la vocecita no había aparecido y donde tampoco sentía ese obsesivo deseo carnal.

De repente, se percató en que el trato con ella había resultado más frío de lo habitual.

¡Mierda!

No solo NO se había despedido de ella, sino que la había dejado plantada en plena calle, sin preocuparse de que pudieran asaltarla.

¡Había hecho a su propia novia!

¡No!

¡Basta!

¡Ya no podía seguir así!

¡Tenía que hacer algo!

Y a la única solución que había llegado es que tenía que contarle toda la verdad y el problema que tenía.

Taichi ya le había advertido que Sora sufriría, cuando se diera cuenta de cómo la trataba. Y el día anterior, había sido un claro indicio para que abriera los ojos ante la realidad en la que estaban. Y antes de que pensara lo que no era, le diría la verdad.

Si tras contárselo, ella empezaría a verle con un monstruo, al menos solo sufriría él, mientras que ella quedaría a salvo de sus garras.

Apoyando la cabeza sobre la verja, Yamato, esperaba su llegada. Había llegado demasiado temprano para poder interceptarla. Pero ahora que el tiempo pasaba y veía a sus compañeros de instituto entrar, la impaciencia y la desesperación lo consumía. En su mente, repasaba una y otra vez cómo decírselo. Sería corto pero directo, para evitar que la bestia apareciera.

-¡Yamato-kun!

Aquella voz estridente que provocaba que sus instintos escaparan lo máximo que pudieran, logró que toda la tensión que tenía fuera desapareciendo.

Mimi Tachikawa se paró frente suya y dando una vuelta como si se estuviera exhibiendo, le preguntó qué tal estaba.

Aunque llevara el mismo uniforme que el resto de las chicas, se había acicalado a conciencia de forma especial para Taichi.

-Vaya –silbándola-. Creo que cierta persona se sentirá algo celoso si otros chicos ven a su querida novia tan guapa.

-¡Oye! –riéndose juguetonamente y dándole un codazo.

-Aún es temprano y Taichi ya está dentro por lo de su práctica matinal de fútbol. Te acompaño hasta donde está, antes de que los buitres te asalten –adentrándose con ella, a medida que hacía una seña a sus compañeros de instituto que no quitaban el ojo de Tachikawa. Además, la práctica no quedaba muy lejos de la entrada, por lo que podría echar de vez en cuando un ojo por si veía llegar a Sora.

-¡Vaya! ¡Qué considerado! –riéndose- ¿Y qué quieres decir con que todavía es temprano? ¿Y qué hacías ahí parado? –una idea formuló en su cabeza- ¡Estabas esperando a Sora! ¡¿Eh, picarón?!

Su suposición se vio acertada al observar a Ishida sonrojarse.

-¡Lo sabía! Eso significa que todo bien en el cine, ¿no?

-La verdad…

Pero dejó de hablar, al escuchar varios murmullos a sus espaldas. Tanto él como Mimi se voltearon viendo como sus compañeros de instituto tenían la mirada en algún punto de la calle.

Curiosos, se acercaron y lo que se encontraron los sorprendieron.

Yamato el que más.

-¡SORA! –tirando su mochila, corrió hacia ella que estaba tirada en el suelo.

Cuando llegó a su lado, la vio inconsciente, con un rostro de angustia y con lágrimas en los ojos.

Se sintió culpable e irritado consigo mismo.

Sin preguntar a las chicas que estaban a su lado lo que había pasado, la cargó como un príncipe a su princesa, y yendo de nueva a la entrada principal del instituto, donde Mimi se había acercado para preguntar por ella, éste le contestó secamente.

-Yo me ocuparé de ella.

Pues algo le decía que su inconsciencia se debía al trato frío que le había dado el día anterior.

Se maldijo a sí mismo una vez más.

Esta era una de las consecuencias de lo que su problema ocasionaba.

Su maldito problema estaba destruyendo a Sora, a pesar de sus esfuerzos en querer protegerla.

¿Eso significaba que no podría seguir con ella?

¡No!

¡Esa no era la solución!

Hablaría con ella y que ella decidiera.

La primera hora pasó y Sora seguía inconsciente.

Viéndola allí recostada y con unas ojeras notorias, la vocecita no se sintió atraída por esa imagen. Ahora, era la preocupación y la culpa lo que lo envolvían.

Desde que había llegado a la enfermería con ella, se había responsabilizado de su estado, negándose a apartarse de su lado, por mucho que la enfermera de turno se lo pidiera. Él estaría a su lado, cuidándola y sin apartar sus ojos de ella.

No podía hacerlo. Era su culpa y su responsabilidad.

Además, antes de hablar con ella, tenía que hacer algo muy importante y era disculparse.

La segunda hora también pasó y tras algunos exámenes por parte de la enfermera, ésta lo tranquilizó al decirle que solo tenía cansancio acumulado. Que la dejara dormir tranquila y que no hiciera esfuerzos el día de hoy.

Eso significaba tener que posponer su problema, ¿no?

Y bueno, aunque tuviera que sangrar, haría el esfuerzo de contenerse y llevarla personalmente a su casa. Cerca de él.

Con Sora recostada de lado y dándole la espalda, Yamato tuvo deseos de sentarse sobre la cama y acariciarle el cabello para que supiera que él estaba ahí. Para que se sintiera tranquila de que contaba con su presencia.

.

Si solo fuera eso.

Mírala, está indefensa. Puedes…

.

¡La maldita voz de nuevo!

Apretó los dientes con fuerza y desesperado, marcó el número del móvil de Taichi.

Necesitaba refuerzos para resistirse. Y con él, presente, la vocecita no se atrevería a tentarlo.

Tras explicarle la situación, Taichi no dudó en saltarse también las clases y hacerle compañía.

Durante el rato que estuvieron juntos, Taichi no había dicho nada. Ver la angustia reflejada en el rostro de Yamato, hacía que se compadeciera de él.

El tiempo seguía pasando, hasta que llegó la hora del almuerzo.

-Yamato, ¿por qué no vas a comer? Ya me quedo yo aquí.

-No tengo hambre –con sus ojos aún puestos en ella en una pose casi intelectual-. Vete tú con Mimi.

-¿Estás seguro? ¿Y si…?

-Puedo resistir unos minutos.

Realmente era preocupante. Aún así, le mandó un mensaje a su novia para decirle que estaba en la enfermería y que la esperaba en el lugar.

Mientras esperaba, Taichi observaba como la enfermera, que se había rendido a que dos de sus estudiantes se fueran a clase, había cogido su fiambrera y salía por la puerta.

-Chicos, si viene alguien, decidle que estoy en el patio almorzando.

Taichi suspiró con fuerza. Y volvió a ver a su amigo que no paraba de expresar un sentimiento de angustia y culpa, sin dejar de mirar la espalda de la pelirroja.

Le había dicho que había decidido en contarle la verdad a Sora, pero dado su estado actual, tenía que posponerlo para el día siguiente.

Yagami miró ahora con angustia a la pelirroja. Aunque quizás, en aquella situación era lo mejor, no podía dejar de pensar, que ella igualmente sufriría y dejaría de confiar en el amor, provocando su autodestrucción.

Apostaba a que Yamato también estaría pensando lo mismo, por lo que el sentimiento de culpabilidad sería más tortuoso.

La puerta de la enfermería se abrió con algo de cuidado. Taichi se giró viendo a Mimi. La usuaria quiso cerrar la puerta con el mismo cuidado, pero no tuvo éxito. Hizo una mueca y se apresuró a ver si por su culpa Sora había despertado, pero seguía en la misma posición, así que suspiró aliviada.

Se acercó hasta estar al lado de Taichi. Y luego vio la angustia reflejada en el rostro de Yamato, que permanecía quieto y sin moverse. Siendo Sora lo único importante para sus ojos.

-¿Cómo está? –preguntándole a su novio, en vista de que Yamato no le iba a dar una respuesta.

-Todavía sigue durmiendo.

Mimi volvió a ver la espalda de Sora y nuevamente a Yamato. Sabía por el mensaje de Taichi todo lo que había pasado, así como la resolución de Yamato en contarle a Sora su problema.

Con ganas de querer animarlo, y que no siguiera martirizándose con la culpa, Tachikawa le dijo a Yamato.

-Seguro que decayó por hacer tantas cosas a la vez –levantando un poco la voz-. ¡Es que no para! ¿No opinas lo mismo, Yamato-kun?

Y sabiendo cuánto le disgustaba que se dirigiera de esa manera tan cariñosa, Yamato movió sus músculos para ver con ligero enfado a Tachikawa. Pero ella le devolvió el gesto con una sonrisa comprensiva y un guiño.

Comprendiendo la doble intención, Yamato sonrió agradecido.

Taichi se sintió tranquilo y cogiendo el bento que le dio su novia, lo alzó a modo de seña hacia Yamato.

-Será mejor que me vaya –tenía que apurar en tomar su comida pronto, para así poder seguir dándole apoyo moral.

-Espera, que yo también voy. ¿Y tú, Yamato-kun?

-Será mejor que me quede por si acaso. No quiero que piense nada raro.

Llevaba tanto tiempo durmiendo, que sería cuestión de minutos que despertara. Además, si lo veía a su lado, ayudaría a su estado emocional.

Desde ahora y hasta que le contara la verdad, se ocuparía de que estuviera bien.

-Muy bien –y dirigiéndose a Taichi-. Nos veremos en el sitio de siempre –iniciando un juego divertido en el que solo habían dos participantes, ella y Taichi.

Con una sonrisa divertida, Taichi la cogió firmemente y comenzó a besarla con deseo y pasión.

Cuando se separaron, Mimi se sintió emocionada y ansiosa.

-Nos vemos, Yamato-kun –despidiéndose del rubio alegremente.

-Sí –contestó entre risas, sin conocer ese lado fogoso que tenía su mejor amigo.

Cuando quedó nuevamente solo, la envidia lo embargó.

¿Por qué no podía estar así él con Sora?

¿Por qué tenía que tener al demonio del sexo jugando con él?

La vocecita estuvo a puntar de aparecer, pero no lo hizo cuando Yamato vio cómo Sora empezaba a agitarse.

-¡¿Sora?! –exclamó muerto de miedo.

Se levantó y con la mente en blanco, se acercó a ella rápidamente. Viéndola con los ojos cerrados y lágrimas escapando de ellos, Yamato deseó que su agitación fuera producto de una pesadilla.

¿Y si era una pesadilla dónde él…?

Con el terror asaltándolo, comenzó a moverla.

-¡¿Sora?! ¡Despierta!

Ella se volteó y despertó con los ojos hinchados en lágrimas.

Puso los ojos en blanco y la arrimó a su cuerpo, abrazándola con fuerza.

-¡Ya! ¡Ya ha pasado! ¡Estoy aquí! ¡Tranquila!

A cada palabra, la abrazaba con más fuerza y dulzura, transmitiendo con su gesto, su promesa.

Durante unos segundos, se olvidó del problema que tenía con ella.

Se separó tras ver que había dejado de agitarse.

-¿Estás mejor?

-Sí –contestó ella donde lo observaba de forma extraña y confusa.

.

Ahora que ya está bien, tírate sobre ella.

La tienes a tu merced.

Tírate sobre ella.

Mírala.

Quítale la camisa.

Lo tienes fácil.

No tiene el lazo ni el jersey.

Y su piel medio expuesta. Sigue desabrochándole los botones.

¡HAZLA TUYA DE UNA VEZ!

¡MARCA SU CUELLO!

¡MARCA SU CUERPO CON EL TUYO!

.

-¿Yamato?

Yamato despertó de sus ensoñaciones. Y se percató cómo esta vez no pudo combatir contra sí mismo. Notando como presionaba demasiado sus hombros, no tuvo duda de que había estado a punto de…

La soltó de inmediato y miró hacia otro lado.

¡Calma!

¡Calma!

Levantándose, se encaminó hacia la ventana y ver el horizonte.

¡Dios mío!

¿Qué había estado a punto de hacer?

Por poco…

-Oye… Yamato… yo… creo… creo que será mejor que cortemos…

Su declaración lo dejó en shock. Olvidándose de todo, se giró a verla extrañado.

¿A qué venía aquello de repente? ¿Habría hecho algo más sin darse cuenta?

-¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

-Es lo mejor para los dos.

Y aunque ella no lo miraba directamente, Yamato advertía cuánto le disgustaba que lo dejaran.

-Pero… ¡¿Qué quieres decir, Sora?! ¡¿Y por qué quieres cortar de repente?! –si hasta ayer, ella sonreía como siempre. Vale que en su despedida la había cagado. Pero Sora no era de que por un error, decidiera cortarlo todo de raíz-. Sé que he estado…

-¡NO QUIERO OÍRLO! –espetó con más lágrimas descendiendo por sus mejillas- ¡Ya he oído suficiente!

Ahora no entendía a qué se refería.

-Pero…

-Por favor, Yamato, no quieras que te desprecie más de lo que ya hago…

Y el mundo se le cayó encima.

Ella lo vio con ojos angustiosos, pero carentes de afecto hacia él. Como si hubiera visto a su yo interno.

Retrocedió un paso.

¡¿ACASO…?!

¡¿ACASO ELLA LO HABÍA DESCUBIERTO?!

Tragando saliva, Yamato se atrevió a hacer la pregunta.

-Acaso… ¿Tú…? ¿Estás cortando conmigo porque lo has descubierto?

Y transcurrieron los dos segundos más lentos de su vida, hasta que Sora se lo confirmó.

-Así es –contestó incapaz de sostenerle la mirada.

Yamato quedó helado.

Sabía que si Sora se enteraba de su situación, lo vería como a un monstruo y querría cortar con él de inmediato. Sin embargo, había mantenido la esperanza de que ella, tan comprensiva como era, pudiera hacer un esfuerzo y afrontar juntos la razón.

Pero, ¿cómo afrontar juntos algo tan peligroso?

Era imposible.

Eran jóvenes e inexpertos.

Y el dejarlo, era lo mejor para los dos, especialmente para ella.

Agachó la cabeza y como un perro apaleado, abandonó el lugar sin decir nada.

Ella quería cortar con él porque había descubierto a la bestia.

Lo odiaba por eso.

Ya no quería saber nada de él.

Todo había muerto.

Y tuvo deseos de llorar.

La primera persona que había amado, la había destruido y le había instalado el odio.

¿Cómo convivir con eso?

.

.

.

-…Y después, fue cuando me enteré de que todo era un malentendido. Quise hablarlo contigo, pero, no te daba encontrado. Imagino que tratabas de esquivarme. Y lo mismo hiciste con Taichi y Mimi. Supongo que pensaste que ellos fueron algo así como cómplices o algo parecido.

Tras acabar de relatar la verdadera razón, Yamato se giró, viendo a Sora quién, sentada en el banco, no dejaba de llorar.

Apartando la mirada, Yamato se quedó en silencio a la espera de que ella dijera algo en respuesta.

Durante días se había martirizado y culpándose por ser un monstruo y destruir a la persona que tanto amaba.

-¿Por qué…? –escuchó cómo ella hablaba con dificultades- ¿Por qué no confiaste en mi? ¿Por qué no me dijiste cuanto antes lo que te pasaba?

Yamato suspiró con fuerza y con la mirada puesta en el suelo.

-No podía. Tenía miedo de que mi yo interno te hiciera daño.

-Para mí, ese yo interno y tú sois la misma persona, Yamato –dijo Sora levantándose y acercándose a él-. Y yo quiero aceptarlo a ambos –abrazándolo. Al instante, notó la tensión por todo su cuerpo-. Tranquilo. Tranquilo –tratando de calmarlo.

Vio cómo él quería corresponder a su abrazo, pero sus brazos quedaron a medio camino. Y luego, los dejó caer bruscamente.

Preocupada, observó cómo apretaba los puños con fuerza y luego su rostro desesperado donde parecía tener una batalla interna contra algo.

Todo por ella.

Cogiéndolo por sorpresa, cogió sus mejillas con sus manos y lo besó en los labios.

Besarlo después, de tanto tiempo, fue como volver a casa.

Al separarse, se percató cómo sus ojos eran distintos, como si la bestia se hubiera apoderado de él. Luego, su cintura fue presa de sus manos con tanta firmeza y posesión que la asustó por unos momentos.

Sora soltó un hondo y profundo suspiro y se recargó sobre él.

-Está bien, Yamato. Tranquilo. Tranquilo.

No supo si había sido su voz o su aceptación que Yamato volvió a tomar control de su cuerpo, luchando con todas sus fuerzas contra la bestia.

Cuando recuperó todos sus sentidos y lo que había hecho, quiso apartar a Sora de su lado, pero ella se lo impidió cogiéndole de las manos.

-No. No te separes de mí.

-Pero, Sora…

-Vamos a tu casa.

Yamato agrandó los ojos, entendiendo perfectamente la intención tras esas palabras.

CONTINUARÁ…


Notas de la autora:

El siguiente capítulo, posiblemente, será el último. Lo que sí está claro es que contendrá LEMON. Los deseos sexuales tan fuertes de Yamato saldrán a la luz. Pero, ¿acabará siendo un trauma para Sora? Vosotros pensáis que no, ya que es el último capítulo, pero ya sabéis que soy una retorcida que le gusta tergiversar las cosas.

Por cierto, que en este capítulo se vería todo lo sucedido en el fic, pero desde el punto de vista de Yamato, para entender mejor todo lo ocurrido.

Pues como quería finiquitar uno de los fics sorato más próximos a finalizar, fue que decidí actualizarlo, en esta fecha en la que cumplo doce años en la página.

Otra de las actualizaciones, fue el olvidado fic Digimon: The New World, donde también estaré encima de él, así como a seguir editándolo, corrigiendo algunas cosas.

Hay más actualizaciones y nuevas publicaciones de nuevos fics, donde no solo hay de Digimon, sino de otras de mis parejas platino predilectas.

Con esto, solo me queda decir que hayáis disfrutado del capítulo y que me dejéis review.

.

-FICS ACTUALIZADOS/PUBLICADOS HOY 06/12/15-

ACTUALIZADOS

Calles nocturnas (crossover: sorato, sesshrin, sasusaku)

La razón (sorato)

Digimon: The New World (sorato)

Muñeca eterna y maldita (sesshrin)

Apocalipsis demoníaco (sesshrin)

Ella es mi nuera (sasusaku)

Cuentos populares (sasusaku)

PUBLICACIONES

Accidente (Gabumon x Piyomon DIGIMON)

Límites infranqueables (Takeru x Hikari y Patamon x Gatomon DIGIMON)

Triángulo de espinas (Ren x Kyoko SKIP BEAT)

Falsa rendición (Terry x Candy CANDY CANDY)

Memorias borradas (Kuncite x Minako SAILOR MOON)

.

'Atori' – BPS - Begodramon