Capitulo de transición, puede que llegue a ser algo tedioso, pero es muy necesario -o-

Guest: Gracias amable Guest! :3, y claro que seguire X3

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La guarida no tenía nada de especial, pareciendo incluso un simple edificio de oficinas, contando con algunas propagandas pegadas a la entrada, de negocios ficticios que aparentemente se desarrollaban en él.

No había duda alguna de las actividades que realmente se llevaban acabo allí, ya que, la señal del rastreador de Donatello, los había llevado hasta ahí, sin dar indicios de seguirse moviendo.

Delante de ellos se encontraba la nueva guarida del Foot Clan. Solo a unos cuantos metros, se podría encontrar Leonardo, esperando por ellos para sacarlo de aquel maldito edificio, y alejarlo de las garras de Shredder.

Pero un nuevo problema aparecía delante de ellos.

Irse y regresar con un plan en otro momento, o infiltrarse de una vez por todas dentro de la guarida, arriesgando todo para encontrar al miembro faltante de su familia.

Las jóvenes tortugas dirigieron sus miradas hacia el jefe del clan Hamato, quien, a pesar de sus años de experiencia, resintió el peso que aquellos ojos ponían sobre sus hombros. Debía salvar a Leonardo, el pensar lo que su hijo había vivido, lo que podría seguir viviendo, se cernía sobre él, llenando su corazón de una angustia innombrable. Pero, otra parte de su mente se recordaba que debía hacer lo correcto para su clan, debía proteger a los hijos que estaban con él…

Antes de que alguna palabra saliera de su boca, Raphael se adelanto, aparentemente, adivinado lo que estaba a punto de decir.

"¡No me pidas que regrese ahora! ¡No puedes simplemente pedirnos que nos demos la media vuelta y abandonemos a Leo una vez más! ¡El Foot Clan no sabe que estamos aquí, la sorpresa esta de nuestro lado, debemos atacar ahora!", grito la tortuga de rojo, sobresaltando a sus hermanos, quienes observaban con cierto temor la escena.

"Es arriesgado, necesitamos un plan. Si somos atrapados, no podremos ayudar a Leonardo", razonó el maestro, tratando de apaciguar la ira de su hijo, un trabajo difícil, considerando que él mismo sentía vacío su argumento. La necesidad de rescatar a su otro hijo superaba por mucho el ver por su propia integridad física. Pero nunca se perdonaría si Raphael, Donatello o Michelangelo resultaban lastimados por su mala planeación. Por dejarse llevar por sus emociones, en vez de su razonamiento.

Pero Raphael no lo veía así. A él poco le importaba su bienestar físico. ¿De que servía encontrarse sano y salvo, si su hermano se encontraba sufriendo, privado de su libertad? ¿De que servía que se hubieran arriesgado hasta este momento, si cuando por fin se les presentaba la oportunidad de hacer un movimiento definitivo, dudaban?

"¡La única manera de ayudarlo, es sacándolo de allí lo más pronto posible!", ataco Raphael, no dejándose convencer por lo dicho por su padre.

"Raph, hermano, debemos escuchar al maestro Splinter, aunque no queramos, necesitamos un plan", intento por su parte Donatello, esperando poder enfriar un poco a su hermano. Lo suficiente para que analizara y comprendiera la situación. Aunque no quisieran, lo más correcto era esperar.

"¡No! ¡Ya me canse de escucharlos! Ya estoy harto de que Splinter y tú nos dejen de lado. Algo malo le sucedió a Leo, ¡algo que ni tu ni sensei nos han querido contar a Mickey y a mi!", no era una suposición, Raphael estaba afirmando, convencido por la actitud de los dos primeros, de la angustia palpable cada vez que recordaban a Leonardo, y el dolor que reflejaban cada vez que intentaban convencerlos de que rescatarían a su hermano. "Si ustedes están dispuestos a dejar sufrir a Leo un día más, ¡pues yo no lo hare!"

Cegado por la necesidad de encontrar a su hermano, no espero a que Splinter volviera a hablar, dándose la media vuelta y dirigiéndose hacia las inmediaciones del edificio. Decidido a actuar de una vez por todas.

Demasiados sorprendidos por las acusaciones de Raphael, ni Splinter ni Donatello habían sido capaces de detenerlo, la culpa haciéndose palpable en sus facciones, siendo esto notado por la tortuga de naranja, que al momento, se había mantenido callada, sólo observando, suspirando, antes de tomar una decisión.

"¿A donde vas?", pregunto Donatello, tratando de detener a su hermano menor.

"¿A dónde crees tú?, voy a rescatar a mi hermano", sonrió Michelangelo. Su sonrisa sin realmente alcanzar sus ojos, pero la determinación en su mirada era palpable. No le importaba que le sucediera. "Además, desde cuando acá nuestros planes salen como lo esperamos…creo que llego el momento de improvisar", y sin mediar más palabra, se lanzo atrás de su hermano mayor, dispuesto a apoyarlo.

Donatello observo sorprendido a su pequeño hermano. Todo esto era una verdadera locura. Las probabilidades de que las cosas salieran bien, eran mínimas, sino nulas…pero…

"Ve con ellos, Donatello…creare una distracción para permitirles el paso", adivinando los pensamientos de su hijo, lo alentó, colocando una de sus manos en su hombro, deseando transmitirle un poco de seguridad. Mientras él también buscaba la esperanza necesaria, para creer que lo lograrían.

Saldrían juntos de esta.

Leonardo muy pronto se volvería a reencontrar con su familia.

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Entrar a la guarida del Shredder no había sido nada fácil, sin embargo, habían contado con la fortuna de encontrar unos ductos de ventilación lo suficientemente grandes para que pudieran pasar desapercibidos e infiltrarse dentro de aquella cueva de lobo.

Adentro fue cuando realmente inicio el problema.

No tenían idea de donde debían ir. Por fuera se podían distinguir 10 pisos en total, y por dentro, era un verdadero laberinto de cuartos y pasillos, con algunas escaleras, haciendo difícil la tarea de ubicarse en aquel aparente enorme lugar.

Pero no se dejarían intimidar.

Observando atentos sus alrededores, pudieron detectar una serie de cableado que convergía hacia una habitación, la cual, por suerte, contaba con una ventana que permitía observar el interior.

Se trataba de un cuarto de vigilancia, donde resaltaban las pantallas que mostraban los videos de seguridad, en donde se podía observar la entrada del edificio, junto con otras habitaciones, siendo una de ellas, una especie de sala de conferencias, la cual estaba ocupada por algunos ninjas, Tiger Claw, Fishface, Razhar y el mismo Shredder, mientras que, dos ninjas se encontraban monitorizando el edificio desde aquel cuarto, aunque su lenguaje corporal demostraba que no estaban muy preocupados por la presencia de intrusos a esas horas.

"Debemos tomar control de este cuarto, quizás tengan un plano del lugar y podamos identificar los sitios donde tendrían encerrado a Leo", susurro Donatello, recibiendo un asentimiento de parte de Raphael. Aquello era la mejor opción.

"Lo haremos a la cuenta de tres…"

"Chicos, Splinter", susurro Michelangelo con cierto temor, señalando el monitor de la esquina, que mostraba la fachada del edificio, lográndose distinguir una silueta muy parecida a la de su maestro.

Si descubrían al sensei a esas alturas, no sólo podrían capturarlo, sino que reforzarían la vigilancia en el edificio, dificultando su búsqueda.

"¡Tres!", indico Raphael, sin realmente contar, siendo el primero en lanzarse al ataque, inmovilizando de inmediato a uno de los ninjas que se había levantado, con la intención de servirse una tasa de café. El segundo se levanto dispuesto a solicitar refuerzos, antes de ser noqueado por un certero golpe de Bo de Donatello, dejándolo caer inconsciente en el piso. No tardaron en amordazarlos y esconderlos en la parte más alejada del cuarto, mientras Michelangelo mantenía vigilancia, informando de la presencia de cualquier ninja enemigo.

"Donatello, debes darte prisa", presiono como siempre Raphael, ganándose una mirada enfurecida del susodicho. Sin embargo, no discutiría en esta ocasión. No era el momento para recordarle a Raphael lo innecesaria e ineficiente que era el apurarlo, prefiriendo trabajar rápidamente en la computadora, buscando los archivos que suponía, contenían esquemas del edificio.

Raphael, a manera de distracción, y con la esperanza de realizar un hallazgo, comenzó a experimentar con las cámaras de seguridad, enfocándose en aquella donde se encontraba Shredder con parte de su clan. Pronto, vio salir al resto de los ninja, dejando sólo al líder, con sus comandantes.

Interesado, investigo un poco en la consola, antes de encontrar los controladores de audio, activándolos para poder escuchar lo que se estaba diciendo.

"…organices los ninjas estacionados en Tokyo, y estén preparados para recibir ordenes", pronto, la voz de Shredder inundo el lugar, sobresaltando a Michelangelo y a Donatello, quien sólo atino a lanzarse una mirada amenazante, antes de continuar con su investigación.

"Te llevaras a la tortuga contigo", continuo Shredder, desconcertado no sólo a sus comandantes, sino a los jóvenes ninjas, quienes veían atónitos la pantalla, deseando con todo su corazón que, lo que habían escuchado fuera una mentira.

Shredder tenía planeado sacar a Leonardo, no sólo de New York, sino del país…

"…Donnie", musito Raphael, sin despegar la mirada de la pantalla, no se atrevía a decir más, ya que temía demostrar sus verdaderos temores, mostrarles a su hermano el pánico que lo había invadido con aquella simple oración.

"Chicos, creo que debemos darnos prisa", se apresuro a hacerlos reaccionar Michelangelo, haciendo una seña para que se escondieran. Un grupo de ninjas se acercaban platicando entre ellos, robándole el aliento por segundos a las tortugas, quienes usaron las sombras y el mobiliario a su favor, para pasar desapercibidos, no sin antes quitarle el audio al video, como prevención; suspirando aliviados al ver que los ninjas seguían de largo, ignorando por completo la habitación. "Y no sólo lo digo por ellos"

"El sensei logro entrar", informo Raphael, decidido a continuar su búsqueda por medio de las cámaras. "Y Shredder y sus lacayos ya salieron de la sala de juntas"

"Síguelos, quizás alguno de ellos vaya a ver a Leonardo", comentó Donatello, mientras realizaba su propia búsqueda. Ya faltaba poco…

Por su parte, Raphael observaba atento como Rahzar y Fishface tomaban un camino juntos, hablando entre ellos sin aparente preocupación, por su parte Tiger Claw y Shredder avanzaron por otro, hasta que tomaron caminos separados en una bifurcación. Así que, mientras Tiger Claw se dirigía a un pasillo lleno de puertas, para entrar a una habitación, Shredder continuo hasta tomar un ascensor.

"Shredder esta subiendo", comentó Raphael.

"¿Puedes ver a que piso va?", pregunto Donatello, sonando sumamente confiado. "Encontré unos planos, pero si logramos averiguar en que piso esta Leo, nos facilitaría la búsqueda"

Gracias a la posición de la cámara, no le costo trabajo identificar el numero de piso, lo cual, realmente no resulto muy alentador.

"Nueve"

Rápidamente, Donatello se dirigió a los planos, localizando dicho piso, observando la distribución de las habitaciones, puertas y ventanas.

"Parece tener varias habitaciones sin ventanas ni servicios, como si fueran bodegas, y de acuerdo al numero de cámara de vigilancia, parece estar completamente vacío"

"Esa es la descripción de una celda en mi vocabulario"

"Chicos, creo que debemos movernos! Esta comenzado a haber más movimiento", la desesperación en Michelangelo era palpable, máxime porque ser vigía jamás había sido su trabajo favorito, pero lo cierto era que no exageraba al decirlo, ya que, al momento de terminar de hablar, varios grupos de ninja pasaron justo delante de ellos, obligándolos a esconderse rápidamente, conteniendo el aliento una vez más, pidiendo por sólo un poco más de ayuda. Que ningún ninja volteara a la habitación.

Así permanecieron por dos minutos, hasta que de nueva cuenta reino una aparente tranquilidad.

"No tardaran en preguntar por sus compañeros, ¡debemos irnos!", ordeno Donatello, acercándose a la puerta, vigilando que no hubiera nadie, antes de salir, yendo en sentido contrario al grupo de ninjas, seguido de Raphael y un rezagado Michelangelo, quien se detuvo un momento para dejar un postick en la puerta.

"¿Que hiciste?", pregunto alarmado Raphael, después que su hermano se había logrado emparejar.

"Sólo una pequeña distracción"

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Con paso decidido, Oroku Saki recorría los pasillos de su fortaleza, destilando seguridad y poderío, sin inmutarse por los soldados que encontraba a su paso, y quienes, le mostraban respeto con una inclinación de cabeza, permitiéndole seguir su camino. Sólo una cosa había en su mente en aquellos momentos.

Y si bien, sabía que en cierto grado, extrañaría el tener cerca a la tortuga para torturarla, y saciar sus deseos más básicos, tampoco se podía permitir el postergar aun más el ataque contra su odiado enemigo, Hamato Yoshi, ni contra su patético clan. Además, la lejanía sería sólo temporal. De eso se encargaría personalmente.

No tardo en hallarse delante de la celda del muchacho, en el piso más abandonado de su edificio.

No había necesidad de guardias, ni carceleros, ya que sabía que la tortuga había perdido su voluntad de huir de allí. Él había arrancado aquel toque de rebeldía del espíritu del joven líder, disfrutando cada momento de aquella difícil tarea.

Ahora sólo quedaba un hermoso premio, un trofeo moldeado a su gusto y placer, merecido como retribución a todo lo que la vieja rata le había arrebatado.

Era justo que disfrutara de él, un momento más, antes de mandarlo lejos de allí, lejos de su familia y un posible rescate, por más mínima que fuera la posibilidad que aquello ultimo ocurriera.

No tomaría riesgos.

Oroku Saki era alguien muy posesivo con sus pertenencias…

Abrió la puerta con lentitud, disfrutando la desesperanza que se hacia latente en el aire, invocada por el miedo y dolor del niño que yacía en la cama, sin escapatoria.

"Hola Leonardo…", saludo al entrar por completo al lugar, mostrando un gesto de satisfacción al ver el cuerpo de la tortuga temblar, incapaz de ocultar las emociones que lo atormentaban en aquel momento.

Sin esperar una verdadera respuesta, se acerco con paso tranquilo hacia la cama, mientras comenzaba a desprenderse de sus prendas con total parsimonia, relamiendo sus labios al ver brillar los ojos de la tortuga con lágrimas no derramadas, acentuando la belleza de sus ojos azules.

"Esta tarde, Tiger Claw partira a Japón. Tiene una misión muy importante que cumplir…", continuo hablando, como si se tratase de una conversación casual, como si hablase con un igual. Nada más alejado de la verdad. "Veras, los Kraang tienen pensado realizar muy pronto una invasión contra New York…y han solicitado la ayuda del Foot Clan", comenzó a acariciar el muslo del muchacho, dejando caricias fantasmales en el interior de este, sólo tentando el área más privada del otro. "La ayuda no será gratis…deberán entregarme a Hamato Yoshi y el resto de su clan como pago,", disfruto el brillo de temor que se hizo presente en los ojos de la tortuga, antes de ser reemplazado por algo que no había visto desde hacia muchos días: irá, enojo, determinación. Con fuerza introdujo dos de sus dedos dentro del muchacho, eliminando por completo aquella mirada, sustituyéndolo con desesperación.

El niño no tardo en luchar, al sentir como aquellos dedos se movían en lo más recóndito de su ser, invadiendo, lastimando, destruyendo. Las lágrimas brotaron de sus ojos, mostrando la verdadera aflicción por la que estaba pasando en esos momentos de humillación. La excitación de Shredder aumento.

"Tiger Claw se encargara de organizar a mis tropas estacionadas en Japón, listas para atacar New York en cuanto yo les ordene…pero eso no será todo el trabajo de Tiger Claw", se agacho, repartiendo suaves besos en el cuello del joven, disfrutando del palpitar acelerado de sus arterías y de los temblores que lo recorrían, ya no sólo de miedo, sino, y para desgracia del joven Hamato, también de placer. "Su otro trabajo será cuidar de ti, hasta que sea…adecuado que regreses a New York", soltó la bomba, observando como Leonardo se tenso por completo, no comprendiendo del todo, pero el momento fue corto, siendo sustituido por un semblante lleno de terror.

"'¡N-no! ¡No, por favor!", logro suplicar el líder, luchando por alejarse del otro, su mente invadiéndolo de multitudes de escenarios: la posibilidad de un rescate, totalmente nula, al no saber su familia en donde se encuentra, o dudando si siquiera continuaba con vida. La destrucción de New York, los Kraang apoderándose de todo y de todos. Su familia destruida, acabada…

"¡No!", grito con mayor seguridad, renovando su deseo de huir, de pelear. Debía advertir a su familia, debía protegerlos. ¡Y, por Dios, que deseaba que aquella pesadilla por fin terminara! "¡Ahh!", pero su lucha llego a su fin al sentir al otro dentro de él. La humillación derrotándolo una vez más.

"Sólo he venido a despedirme", susurro Shredder, antes de permitirse una risa llena de satisfacción y victoria.

El fin estaba cerca.

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Espero que a alguien le haya gustado! :3