Disclaimer: Harry Potter, sus personajes, escenario y hechizos no me pertenecen, en cambio la trama es mía.


¡FELIZ NAVIDAD!

Después de una espera un poco larga les traigo el epílogo que me han pedido. Tomenlo como un pequeño regalo de navidad de una chica que no ha estado muy inspirada que digamos. Pero en mi defensa, todo el fic llevaba año planeado en mi mente y hacer una continuación resultó más complicado de lo que pensé. Igual, aquí se los dejo, con mucho cariño.


Epílogo: Te quiero Malfoy


8 meses después…

—No estás muy conversadora esta noche— Draco fue el primero en romper el silencio que los envolvía desde hace unos minutos.

—Yo... estaba pensando —Rspondió Hermione antes de suspirar.

—Para variar, ¿no es lo que siempre haces — Bromeó él antes de ver la expresión decaída que había adoptado la castaña.— Bien, ¿En qué estaba pensando?

—Hoy es nuestra última guardia Draco.

—No es que las vaya a extrañar demasiado—Y sinceramente no creía que ella tampoco echaría de menos las noches de desvelo en las que casi nunca nada iba fuera de lugar.— y me refiero a las que si hacemos.

Hermione paró su caminar, por el pasillo escasamente iluminado de cuarto piso, un ligero rubor se apoderó de sus mejillas al recordar las cosas que ocurrían cuando era convencida de simplemente saltarse la mitad de la guardia. Se avergonzaba tanto por fallar a sus labores como por no estar para nada arrepentida mientras lo hacía. El chico junto a ella era un terrible ejemplo, un mal ejemplo que empezaba a preocuparse por la actitud de la chica.

—No creí que fueras una persona tan sentimental.

—No es eso, es que… —Para ella abarcaba más que ser un poco sentimental, y quería que él lo entendiera— Por Merlín, aquí han pasado tantas cosas. Las mejores cosas de mi vida, de hecho han pasado aquí y pensar que nos vamos mañana para nunca volver…

Hermione no terminó la frase, pero igual le dio suficiente material a Draco como para iniciar uno de sus brillantes planes.

—Entonces no deberíamos desperdiciar nuestra última noche patrullando pasillo desiertos, después de todo no quiero saber lo que hacen los alumnos despiertos a esta hora.

—Entonces, ¿Qué propones que hagamos? —Hermione abrió mucho los ojos, no le hacía demasiada gracia darse cuenta de que no le importaba demasiado simplemente escapar de su deber con el chico que la había hecho acompañarlo en múltiples travesuras los último meses.

Él no le respondió, sólo tomó su mano y comenzó a avanzar arrastrándola con él.

Ella hasta el final del pasillo y mientras subieron subieron tres tramos de escaleras, hasta el séptimo piso, callada por la antelación. Caminaron por un solitario y ancho pasillo hasta llegar al tapiz de Bárnabas el Chiflado y se fijaron en la pared vacía frente a él. Se miraron entre ellos, los ojos de ella brillaban mientras que una pequeña sonrisa se extendía por los de él.

Draco cerró los ojos, pensando en lo que necesitaba en ese momento y soltó la mano de Hermione. Pasó tres veces por delante del espacio frente a él y se detuvo al ver unas brillantes puertas dobles de madera empezar a formarse.

En los últimos meses la Sala de los Menesteres había sido el lugar secreto de ambos, su escape, su desahogo. La sala había sido puentes, museos, paisajes y habitaciones que ninguno de los dos olvidaría. Siempre habían sido creativos al darle forma, por lo que la castaña tenía altas expectativas para ese momento.

Draco alzó la mano cediendo la apertura de la sala a ella. Hermione dio un paso al frente y puso una mano en cada manija, y al tiempo que respiraba profundamente las abrió ambas a la vez, dando paso a una habitación… completamente vacía.

Dió un vistazo alrededor: pisos recubiertos en madera, paredes sencillas pintadas de blanco y una enorme lámpara de techo iluminando el espacio abierto. No había nada más. Ningún edificio antiguo, ninguna galería, nada.

Hermione volteó a ver a Draco con los ojos llenos de confusión, a lo que él respondió con su típica sonrisa de lado.

—No sabes cuando me gusta ver esa expresión en tu cara, y mucho más dejarte sin palabras.

—No seas tonto —Eso no resultaba para nada gracioso para ella.

—Puedo ser muchas cosas, pero tonto sabemos que no. — Dijo Draco a la vez que le guiñaba un ojo, pero sin esperar respuesta la tomó de la mano y la hizo avanzar hasta el centro de la habitación. Las puertas se cerraron con un leve sonido tras de ellos. —Estamos en una habitación vacía Hermione.

—Creo que de eso ya me había dado cuenta genio. —Draco rodó los ojos, casi le hacía gracia la actitud de la chica, casi. Clavó sus ojos grises en los castaños de ella y procedió a explicar:

—Escucha, aquí pasamos momentos agradables, a veces muy agradables, y de eso nunca me quejaré. Te mostré lugares a los que mi memoria no les hacía justicia, pero igual relucían de belleza y significado, tú hiciste lo mismo por mí. —Tomó aliento, atrapandola tanto con sus palabras como sus ojos brillantes.— Pero al fin y al cabo esto es sólo una sala, y la realidad está allá afuera esperando que la conozcas, esperando que hagas palidecer cada recuerdo de aquí. Y lo mismo con todo en Hogwarts, aquí aprendiste y tienes el mundo entero para demostrarlo, para seguir viviendo.

Con su mano libre Draco acarició la suave mejilla de la chica, pasando su pulgar por las encantadoras pecas que cubrían su piel color durazno. Comenzó a inclinarse, hasta que sus ojos estuvieron a la misma altura, acercó sus rostros hasta que sólo milímetros separaron sus labios, el aliento de él sobre los labios de ella mientras volvía a hablar.

—Te mostraré que la realidad puede y superará cualquier cosa que recuerdes de esta sala.

—Eso suena como un promesa. —La voz de la castaña era baja y sus ojos comenzaban a cerrarse.

—Puede que lo sea—Susurró Draco antes de acabar con la distancia entre su labios. Al principio fue un beso suave, delicado, en el que tanteaban el terreno frente a ellos; y progresivamente fue aumentando en intensidad, ambos no dejaban de querer más del otro, tomando las perspectiva de un futuro juntos como el combustible que los hacía funcionar.

Cuando empezaron a necesitan más, fueron sus manos quienes comenzaron lentas exploraciones: las de él bajando por la mandíbula femenina, las de ella subiendo por el pecho masculino.

Tan sólo un segundo después esas pequeñas manos empujaron hasta que lograron que Draco se alejara un poco de ella. Tanto los ojos como los labios de él brillaban, la confusión se reflejaba en su ceño fruncido; Hermione por su parte hacía enormes esfuerzos para despejar su mente y aclarar aquello que le molestaba.

—Es-espera, ¿Qué pasará con de mis estudios? No entra en mis planes una temporada sabática, y mucho menos depender completamente de ti.

Las voces de ambos resultaban entrecortadas, aún sin superar el momento anterior.

—¿Y quién dijo que a donde vamos no habrá suficientes libros como para hacer que me vendas tu alma o termines de enloquecer? Además lo de depender es un tema discutible…

Deseo brilló en los ojos de la ratona de biblioteca. Exacto, no el deseo que Draco esperaba en esos momentos.

—Y pareces estar seguro de que no te abandonaré por esos libros, me sorprendes.

—Estoy mucho más que sólo seguro de que me preferirías a mí.

—Serpiente arrogante.

—Leona obsesiva.

—Te quiero Malfoy.

—Y yo a ti Granger.

Hace unos meses que ejecutaban ese fuego: empezar una discusión con más humor que reales palabras hirientes y acabar con palabras de cariño. Sinceramente ninguno de los dos se quejaba de los cambios en su relación: Nada de ser enemigos, nada de ser cordiales conocidos, todo de ser Hermione y Draco, Draco y Hermione, la pareja más discordante que Hogwarts había visto nunca. Y sin embargo mientras volvían a unir sus labios en aquella habitación vacía, eran como cualquier pareja normal sin ningún estúpido pasado de rencor y quizá con unas manos demasiado rápidas.


Al día siguiente…

Estaba hecho.

Graduados. Honor. Alegría. Copa de la casa entregada a Slytherin. Miradas asesinas por todos lados. Risas. Exceso de comida a nivel industrial. Felicidad. Anhelo.

Ese día sería el último viaje en el tren escarlata para los recién graduados estudiantes, melancolía sobre casi cada uno de ellos.

Por supuesto que la excepción era una pareja que no podía decidir si viajar con los leones que apenas soportaban a la serpiente, o con las serpientes que eran apenas confiables para la leona.

Definitivamente, si aquellos 3 días meses atrás no habían logrado que Hermione o Draco se volvieran locos, de seguro este viaje lo haría.

Decisiones que tomar, una vida que vivir y un amor que disfrutar parecían haber caído a un segundo plano.

¿Fin?


1- Les recuerdo que este Short-fic es la precuela de un one-shot que tengo llamado Álbum de Fotos, si les pica la curiosidad sobre qué sigue, pueden ir directo allí.

2- Sabía que querían una cacería de serpientes, hasta la visualicé en mi mente , pero al final resultó que como epílogo prefería que quedara en un punto más íntimo para Dramione y menos de los demás personajes, aunque quizá salga un one-shot de esa idea que tengo o muchos más de cosas nuevas :D Así que espero que nos leamos pronto.

En fin, quiero darle las gracias a todas las que llegaron aquí, comentando el fic, agregándolo a favoritos o activando una alarma, me hicieron sonrerír al saber que alguien más se interesaba en lo que hacía. Gracias ^^

Y me disculpo con todas (en especial con Salesia y Bubbles of Colours) por mi maldad-sin-querer al tardar tanto, espero que el espíritu navideño haga que me perdonen xD

Nos estamos leyendo.

Bibusin