Holaaaaaa…!
Mis hermosas fujoshiii's!
Como están? Espero que muy bien.!
No puedo creer que ya sea el capitulo final…
Dios! Tengo tantos sentimientos encontrados! (me dolito tener que poner finalizado TwT).

Pero bueno, ya platicaremos más abajo… por ahora no las hago esperar más y las dejo con el tan ansiado capitulo final.
Disfrútenlo, que hay una pequeña sorpresa que no puse a lo largo de esta historia ojala les guste~

Notas:
-Es una secuencia rara, así que espero lo entiendan xD

-y hay saltos en el tiempo :3 disfruten, disfruten~

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°-o.O- Mis días junto a ti -O.o-°

-Bajo otras miradas-

Facultad de Medicina.

Decimo semestre.

Salón numero 15.

7:40 pm

El asesor, parado en medio del salón delante de la pizarra, anota las ultimas indicaciones a realizar antes de entregar el trabajo de tesis.

Cierra el plumón, rodea el escritorio sentándose en el, frente a los estudiantes, que atentos, copian las indicaciones en sus libretas, junto a las sugerencias que recalca el profesor y que no deben olvidar en dicho trabajo.

Entretanto, una joven que se encuentra sentada en la parte más arriba, casi al final del salón, deja de escribir. Ha tenido un día largo como para prestar atención a la asesoría.-Ya quiero irme a casa, necesito descansar. – de cabello largo castaño, amarrado con una coleta, se deja caer sobre su libreta y el largo pupitre que rodea el salón. – Esto es tortura. Como se atreven a darnos clases cuando acabamos de llegar de otro continente. –se queja en murmullo, quedándose recostada sobre sus brazos.

-Cállate Mei, no me dejas oír. – la chica de cabello corto, negro, escucha atenta las palabras del profesor, anotando todo lo que puede, lo más rápido posible.

Mei bosteza, estira sus brazos, aun con el torso y mentón apoyados en el escritorio. Los vuelve a colocar debajo de su cabeza; Observa atenta a sus demás compañeros que no dejan de escribir en sus cuadernos. Su vista se posa, 4 pupitres largos más abajo, en aquel joven alto, de lentes y cabello verde.

-Y dime Hana…-Se endereza en su asiento, apoyando su mejilla izquierda en el dorso de su mano, sonríe picara, sin apartar la mirada de aquel muchacho. -¿Pudiste robarle un beso a Mido-kun allá en gringolandia?

-¿¡P-Pero que diablos estas diciendo!? –grita, parándose de su asiento, golpeando con sus palmas el pupitre.

Todos voltean a verla, incluyendo Shintaro, que solo se ajusta los lentes sin inmutar su expresión seria. Mei se tapa la boca con ambas manos para evitar reírse por la acción que acaba de hacer su compañera.

-¿Sucede algo, Hana-san? –el asesor se cruza de brazos, arqueando una ceja. Ella se sonroja volviendo a sentarse rápidamente cayendo en la cuenta de lo que ha hecho.

-N-Nada profesor… l-lo lamento.

El maestro suelta un bufido, reanudando su explicación. Todos vuelven a concentrarse en la clase.

Mei sigue sin quitar sus manos, evitando que sus carcajadas se escuchen por todo el salón. -Pareces una colegiala enamorada. -susurra entre risas.- Aunque bueno, si estas enamorada. Pero que tienes ¿15 años? ¡Cómo reaccionas de esa manera en plena clase!.

-C-Cállate, además, e-es tu culpa por hacerme preguntas tan vergonzosas. –voltea su cara molesta y sonrojada, haciendo un mohín.

-Solo era una pregunta~ –se tranquiliza.- no era para que reaccionaras así. –Vuelve a poner su mejilla sobre su mano y su mirada en Midorima. –Pero ya en serio, ¿al menos has tenido algún avance con él? No se… Una ida al cine o al menos a ¿algún café?

-Pues…estuvimos estudiando juntos en casa de Akira-kun…

-Vaya atmosfera romántica. –contesta con sarcasmo. -En verdad ¿no lo intentaste?

-No es que no quisiera… es solo que… -enlaza sus manos, jugando con sus dedos pulgares, apenada.

-Te acobardaste… otra vez. –puntualiza.

-L-Lo que pasa es que él… yo… -no podía hilar un pensamiento con otro, estaba nerviosa, sabia que su compañera la regañaría.- como todos fuimos a hacer la parte practica de la tesis… no a perder el tiempo…

-Oye, no fui a perder el tiempo, también me aplique, pero era un país diferente, no iba a desaprovechar la oportunidad de turistear en mi tiempo libre. –fingió estar ofendida.- Solo dime que todo el plan que diseñamos para que intentaras acercarte, no lo pusiste en practica… otra vez.

Hana hace una mueca extraña dándole la razón. –De verdad si quería, pero… en una de la sesiones de estudio…- agacha la cabeza, desilusionada.- note algo…

La castaña se queda en silencio, pidiendo con la mirada que continúe con su relato.

La pelinegra voltea a ver a Midorima - ¿Ves el anillo que tiene en su dedo?

Mei achica los ojos enfocando mejor a la distancia. Luego los abre ante la sorpresa, al darse cuenta en el dedo en que esta posado dicho aro de metal. Ahora lo entiende.-¿Y eso que? –mueve los hombros quitándole importancia.- Yo también me pongo anillos parecidos a ese, en ese dedo y no estoy comprometida o casada… aunque me gustaría estarlo. –suspira.- Creo que el amor no es lo mío…

-Eso es porque tu solo quieres casarte con…

-Bueno jóvenes, ya pueden irse a descansar. –El profesor toma su portafolio.- Nos vemos en un mes para la ultima revisión. No se olviden de las indicaciones que acabo de darles, son sumamente importantes y deberán estar incluidas en su tesis. Si no aparece alguna de ellas, no podrán graduarse. –y dicho esto, se retira del salón, seguido de algunos estudiantes.

-¿Eh? ¿Y-ya termino la clase? –su rostro muestra pánico.- ¡Ya no me dejaste escuchar lo demás! –le da un libretazo en la cabeza a su amiga.

-¡Auch! –se talla la parte adolorida.- No deberías enojarte.

-¡Claro que si, ya no pude escuchar las…

-Haber, cálmate… y piensa un poquito. –se levanta de su asiento, apoyando sus manos en los hombros de ella.

-¿Eh? A que te refieres. –la mira incrédula.

Mei suspira en fastidio, rodando los ojos. -Pues que ya tienes la excusa perfecta para hablarle a Mido-kun.– guarda todas sus cosas en la mochila.- Finge que no entendiste algo, que te explique un día en la biblioteca, –se coloca su abrigo.- y luego simplemente, invítalo a tomar un café o algo así… -Hana la ve con miedo, la solo idea de intentarlo de por si es aterradora. La castaña hace un chasquido con la lengua hastiada, tomando su maleta. La mira molesta. -Vamos Hana ya anímate. ¡Llevas enamorada de él dos años…!

Facultad de música.

Decimo semestre.

Salón de conciertos.

8:10 pm

El moreno corre alrededor de toda la sala recogiendo las partituras, que se han esparcido segundos atrás a causa de su torpeza.

Las pone en su libreta, sin acomodarlas apropiadamente, ya tendrá tiempo después de traspasarlas a limpio.

Toma el forro de su guitarra que yace tirado en medio del escenario, guardando el instrumento. Intenta cerrarlo rápidamente, olvidando que aun tiene el cable puesto y que sigue conectada al sintetizador.

Jala el cable molesto, dejándolo tirado a un lado, cierra la funda, se lleva su guitarra a la espalda, toma su mochila, camina deprisa a la puerta y, por poco lo olvida.

El micrófono.

Regresa, pone la guitarra en el suelo, quita el micrófono del pedestal haciéndolo bola con todo y cable, no tiene tiempo para andar enrollando de manera adecuada nada. Lo avienta a su mochila. Cierra el zipper. Vuelve a caminar a la salida.

Aja… ¿y la guitarra?

Refunfuña en voz baja, regresando nuevamente al escenario por ella.

Y todo esto, bajo la mirada de sus compañeros de banda, que contemplan el espectáculo divertidos.

-Y ahora ¿a este que le pasa? –un joven tatuado con estilo rockero (como los demás), señala al moreno con su dedo pulgar, viendo a su otro compañero.

-No le hagas caso. Es que ya se le hizo tarde. –menciona un muchacho con peinado mohicano en tonos azules.

-Tarde ¿y para que? ¿No se supone que íbamos a estar practicando hasta las 10? –recalca otro compañero sentado a su lado, con tatuajes y piercings en la cara.

-Pues hoy no. Al menos Takao no. –menciona el del peinado mohicano.- Hoy es el día en que él regresa de su viaje de 2 meses a Estados Unidos.

-Ah… es verdad. Con razón estaba cantando más energético de lo normal…

-¡Con una chingada! ¡el puto cable de la guitarra!-Takao regresa a grandes zancadas, hastiado.

Jala el cable del sintetizador, dando la vuelta, su pie se enreda, haciendo movimientos extraños chocando con la batería, cayendo, y derrumbándolo todo al suelo provocando un fuerte estruendo en el salón. Los demás, hacen un gesto de dolor ante el sonido.

El moreno maldice a todo lo grande.

-Realmente esta nervioso. –el primer joven tatuado, mete su dedo índice al odio masajeándolo, el ruido casi lo deja sordo. -¿Cómo crees que lo vaya a tomar?

-No lo se… No se lo quiso decir por videochat. Se supone que a él no le gustan ¿no? –recalca el de los piercings.

-¿Te imaginas si lo deja?

-¡LOS ESTOY ESCUCHANDO!

Sus compañeros sueltan sonoras carcajadas. Takao intenta acomodar la batería lo mas rápido que puede.

-Mira, -alza la mano, señalando la puerta el chico mohicano.- ya lárgate antes de que seas capaz de derrumbar el edificio entero.

-¡Muchas gracias! – el azabache ya estaba con un pie en la salida al segundo de escuchar el ya "lárgate". -¡En la madre! –mira la hora en su celular. –¡Shin me va a matar, ya es tardísimo! –sostiene con fuerzas su mochila y guitarra, empieza corre.

Facultad de Medicina.

Las chicas caminan por los jardines de la escuela, jalando sus maletas, sosteniendo sus mochilas en los hombros.

Conversando, la joven castaña nota de reojo aquella alta figura, tomando de la mano a Hana, llevándola detrás de un arbusto rápidamente.

-¡Mira ahí esta! ¡Y además esta solo! –indica emocionada Mei, señalando a Midorima que se encuentra parado frente a las rejas de la institución acomodándose la bufanda. Viendo su reloj. –Esta es tu oportunidad. Solo actúa de manera normal.

-P-Pero, q-que tal s-si esta esperando a alguien. –Hana sostiene su mochila con fuerza, su rostro muestra terror.

-Si no se ha ido aun, es lógico que si, ¡Pero que importa! ¡Aprovecha que aun esta solo!

-Pero…

-¡Vamos Hana apúrate, necesito ver algo de acción esta noche!. –deja caer su mochila al suelo, le quita la suya a su amiga, le peina el cabello, le acomoda el abrigo para que resalte su figura, bajo protestas. –Ya estas. Ahora si tigre ve por tu…

-¡SHIN CHAN!

Las chicas giran el rostro en dirección al grito.

Hana al percatarse de quien es, se abalanza rápidamente sobre Mei tapándole la boca antes de que pudiera gritar, cayendo las dos al suelo detrás del arbusto.

Midorima voltea al escuchar el ruido. Al no ver a nadie, se ajusta los lentes, volviendo a su posición original, dejando sus cosas en el suelo.

Mei se levanta, botando a su amiga a un lado. Asoma la cabeza entre los arbustos, emocionada. –¿Ese es Takao-san?, ¿Mi Takao-san? –sus ojos brillan, toma sus manos eufórica. -¡Diablos! ¡No sabia que conocía a mi futuro cuñado!

-¡Mei baja la voz! – alza también su rostro entre las plantas, regañando a su amiga en susurro.–Si nos descubren van a pensar que los estamos espiando…

-Lo siento, es solo que no puedo creer que… ¿PERO QUE DEMON…- Hana le tapa la boca nuevamente.

Takao corre por el camino de piedra, suelta su mochila dejándola caer de golpe, y se lanza hacia Shintaro a una distancia considerable, cayendo en sus brazos, propiciándole un profundo y apasionado beso.

Ambas chicas se quedan en estado de shock. Un hilito de sangre brota de sus narices inconscientemente. Sus rostros, empiezan a tornarse rojos hasta las orejas.

El azabache queda de puntillas siendo sostenido de la cintura por las manos de su chico. Con las suyas, toma el rostro del peliverde, llenándolo de besos, que él otro gustoso corresponde.

Ellas por fin reaccionan, parpadeando no una, si no cientos de veces no dando crédito a lo que ven.

Mei toma su rostro sumamente sonrojada. –No… no puedo creer que... –sigue sin apartar la vista del espectáculo. -¿O sea que Mido-kun este engañando a su esposa con MI Takao-san?

Hana quien miraba desilusionada a Midorima ante la pregunta de Mei, de repente se percata de algo que la hace caer al suelo sentada, con la boca abierta y con las mejillas apunto de explotarles. –Mido-kun… no esta engañando a nadie… con nadie.

-¿Cómo estas tan segura? –mira angustiada a su amiga esperando una pronta respuesta.

-O-Observa el anillo que tiene en el dedo anular tu, "marido"… -dice en murmullo.

La castaña voltea a ver la mano izquierda del vocalista de la banda. Repite la acción de su amiga, pero ella se deja caer de cuerpo completo al suelo. –Si escuchas un pequeño crujido… -susurra- es mi corazón rompiéndose en mil pedazos.

-No se supone que esa ¿debería ser yo? – mira a su amiga con ironía.

Escuchan mucho movimiento, y unos diálogos que no alcanzan a entender.

Ambas chicas se levantan, mirando nuevamente entre los arbustos, como ambos jóvenes se alejan del lugar, tomados de la mano.

-No puedo creer que estén casados…- Hana mira nostálgica el lugar por donde se ha ido hasta ese momento, su amor secreto de hace 2 años.

-Ni yo, pero…pero… ¡KYYYYYAAAAAA! –grita a todo pulmón espantando a su amiga.

-¿¡Y ahora a ti que te pasa!?

-¡Que esto solo vuelve más genial a Takao-san! – se levanta emocionada, sonrojada, apretando su puño derecho en una fuerte determinación.- Comenzare a espiarlos. ¡Les tomare muchas fotos!

-¿EEEHHHHHH?


°-o.O- 0 -O.o-°

La noche es preciosa, mucho.

Las estrellas se iluminan en lo alto de la gran Tokyo. Lo bastante impresionante considerando que se encuentran en una ciudad cuyas luces nunca duermen.

Era algo mágico el poder observarlas, (aun con todo y el clima frio que yace en la ciudad debido al mes de diciembre); si era porque nunca se habían detenido a contemplarlas, o por que ese ambiente se había creado debido a que ya tenían de vuelta a su otra mitad, en realidad no lo sabían, y poco les importa.

Debían aprovechar la oportunidad de que casi no había gente por la calle que siempre tomaban de camino a su hogar, para sostener sus manos.

Takao estaba contento, más que contento, demasiado alegre. Lo había extrañado horrores y eso que solo fueron 60 días. Por lo que un acto tan simple como sostener su mano, lo hacia volver a sentirse completo.

Lo mismo sucedía con Shintaro, que aunque no se lo decía, podía ver en sus acciones que también le había extrañado tanto como a él.

Claro, eso sin mencionar las notorias ojeras que se le marcaron al peliverde durante su estadía en otro continente. Que para su "mala" suerte, descubrió que su cuerpo se había echo adicto a ese somnífero de hombre llamado Takao. Y que al tenerlo lejos, repercutió en incontables noches de insomnio.

Recorrieron un par de calles más, hasta llegar a la puerta de cristal con marco de metal de aquel edificio pequeño de tan solo 5 pisos destinados para los estudiantes. Y que actualmente, funge como su hogar.

Ingresaron la llave y el código, haciendo que la puerta se abriera automáticamente dándoles acceso.

Subieron las escaleras hasta el segundo piso y se detuvieron nuevamente en aquella que marcaba el numero 7. En serio que Takao no entendía como era posible tener tan buena suerte, solo por cargar con objetos extraños.

Dejó la guitarra recargada en la pared. Alzó su pierna izquierda, colocando su mochila en ella para poder buscar las llaves de la casa. Siente como las manos de su chico rodean su cadera, atrayéndolo a un abrazo; sus labios, jugueteándole el lóbulo de la oreja.

-Me haces cosquillas Shin… -rio por lo bajo, apreciando como ahora le regala besos en su nuca.

-Estas usando un nuevo shampoo… -el moreno volvió a reír ante aquella afirmación.

-¿Te gusta? –

-Si… - el ojiverde muerde su oreja, provocándole un ligero temblor.- pero ahora quiero saber, si hay alguna otra cosa nueva que me esconde tu piel…

-Genial… -pensó Takao con sarcasmo.

Entre todas las cosas que podía haber echo Midorima a su regreso (sobre todo después de un viaje tan largo y cansado) jamás pensó que llegaría con ganas de descubrir si tenia un tatuaje, o un nuevo lunar.

Por lo que se apresuro a meter la llave en la cerradura antes de que decidiera desnudarlo ahí, en pleno corredor y con semejante frío.

De haber sabido que Shintaro querría esa clase de "bienvenida" jamás le hubiese preparado esa sorpresa que al abrir la puerta, grito a todo pulmón.

-¡BIENVENIDOOO!- gritaron al unísono todos sus amigos frente a un enorme letrero con la misma palabra.

Shintaro dio un respingo mientras caía confeti sobre su cabeza. Asombrado, contempla a su alrededor, como su hogar esta decorado con globos y espirales de colores en el techo. En la mesa ya había bebidas y botanas.

Sonrió ladino, ya que las sorpresas en realidad le desagradan, pero esta en lo personal (y más porque venia de su chico) le había gustado.

Aunque aun no entendía que tenia que ver esta sorpresa con lo que le había dicho Oha Asa esa mañana.

"Cáncer:

Prepárate, el día de hoy recibirás una sorpresa que te cambiara por el resto de tu vida. Pero no te angusties, será algo que te hará sumamente feliz..."

-Debo confiar en ella…- pensó. Si le decía que lo haría feliz, entonces no habría ningún problema ¿no?

Takao dejo sus pertenencias a un lado de la puerta, tomándole de la mano, para que terminara de adentrarse a su hogar y que por fin comenzara la fiesta.

El ambiente era alegre, divertido. Todos riendo, platicando e incluso cantando. Tanto que hasta Shintaro se había animado a hacer un dueto con Kazunari (cortesía de su propio Karaoke personal) entre aplausos para su chico y "tiernas" burlas para él.

Una vez terminada la canción, ambos jóvenes cedieron los micrófonos a Nijimura y Akashi, cuya pareja se dio una oportunidad para salir a relajarse, después de las extensas horas trabajando en sus dichosas tesis y en los planes para su boda.

Si, su boda. El futuro abogado de Japón, Nijimura, y el éxito estudiante de Administración de empresas, Akashi, se habían comprometido hace 1 mes en una cena romanticona que planeo el pelirojo para Shuuzou, (luego de que fuera nombrado el estudiante ejemplar que daría el discurso de graduación) y que sorprendió a Seijuuro hincándose delante de todo el mundo en pleno restaurante, para proponerle matrimonio.

Midorima se sentó en medio del sofá, (mientras Takao se dirige a la cocina en busca de más botanas), para poder presenciar el espectáculo. Viéndose rodeado por Himuro y Kagami, quienes le preguntaban que tal le había parecido Estados Unidos.

-Es un país extraño. No debes quitarte los zapatos para entrar a una casa…

Himuro soltó una carcajada, acariciando su ya abultada pancita de 7 meses. Estudia el ultimo semestre de la carrera en mercadotecnia, con la esperanza de lograr su sueño como productor musical.

-Muro chin… - se acerco Murasakibara, su esposo de hace 6 meses y actual dueño y chef de uno de los cafés más populares en Tokyo. -¿Tienen hambre? –Acaricia con ternura la piel tirante donde esta alojada su bebe -Quieres que les traiga algo de comer…

-No cariño…-se levanta un poco, para besar su mejilla.- estamos bien…

Kagami sonríe, no puede evitarlo, se siente muy feliz por su hermano y por el echo de saber que esta en buenas manos (a pesar de que se trate de un niño gigante). –Yo también quiero un bebe… -todos voltean a verlo, el pelirojo tiene la mirada clavada en la pancita. -Pero Tetsuya…

-Aun no…- Kuroko, el futuro maestro de Kinder y reciente esposo, lo abraza por la espalda.- Todavía estas preparándote para poder entrar en la NBA…

-Es cierto… -se acerco Aomine, que a la par de Kagami, siguen preparándose profesionalmente en el baloncesto para ser de los mejores jugadores a nivel mundial. -Ni se te ocurra abandonarme. -sonríe de lado.- Aun debo patearte el culo profesionalmente…

-Eso quisieras, ganguro… -Kagami sonríe también de lado, retándolo.

-¿Y Kise-kun? –interrumpió el peliceleste viendo a Daiki, antes de que empezaran con otra de sus típicas discusiones infantiles.

-En la cocina, fue a ayudar a Takao…

-Kazunari… -señalo Midorima levemente avergonzado.- Acuérdate que ya esta casado…

En ese momento, una ráfaga de viento se hizo presente con un objeto volador no identificado que paso al lado de la mejilla de Kagami. Unas tijeras, fueron las que se incrustaron en la pared detrás de ellos. –Eso es por no prestarme atención…

Kuroko abraza Taiga que tiembla entre sus brazos como chihuahua. Midorima, solo se acomoda los lentes, -Pobre de Nijimura…- pensó, mientras los demás reían nerviosamente.

Por otro lado, en la cocina. Kise, el futuro piloto (cuyo examen profesional presentara en dos semanas), se encuentra parado en el marco de la puerta de la cocina, observando como su anfitrión no alcanza a abrir una simple bolsa de papas fritas.

-¿Nervioso? – Takao di un respingo al escuchar la voz, tirando la bolsa al suelo. Kise se acerca, levantándola y abriéndola delante de él, vaciando su contenido en la bandeja.

-No…-su voz suena con duda.- ¿Q-Qué te hace pensar eso?- toma el plato, pero antes de que pudiera salir, el modelo lo detiene apoyando su mano en su hombro izquierdo.

-Tranquilo Kazunaricchi…. Todo va a estar bien. –toma el plato que tiembla en las manos del moreno, dejándolo cuidadosamente sobre la isla de la cocina. Lo abraza con fuerzas. -¿Qué es lo peor que puede pasar?

-Que lo deje.- Aomine entra a la cocina, sonriendo ladino.

-¡Aominecchi! –lo regaña el rubio.

-Es la segunda persona que me dice lo mismo. –lo abraza con fuerzas.- Si vuelvo a escuchar eso, voy a pensar que realmente "Oha Asa" esta intentando decirme algo por medio de Uds.

-No le hagas caso… -Kise le lanza una mirada fulminante a Daiki, que alzando las manos intenta disculparse.

-Ya, vale, lo siento. Solo es una broma en serio… -apoya su mano en el hombro del azabache.-¿Pero no se supone que ya se lo habías dicho?

-Decirme ¿qué?... –Shintaro se quedo parado en medio de la puerta, observando como los tres se tensaban al escucharlo. Había ido a la cocina, porque ya se le hacia extraño que su chico demorara tanto en traer unas simples botanas. -¿Takao? –pregunto con voz grave, cuyo antiguo apellido, solo salía a relucir cuando sabia que su moreno traía algo entre manos.

-Ya no soy Takao ¿te acuerdas? –alza su mano izquierda mostrando el anillo.- desde hace 2 años. –intenta relajar el ambiente.

-¿Qué sucede? –vuelve a preguntar serio, ignorando el intento de broma por parte de su esposo.

El azabache suspira, diciéndole con un movimiento de su mano que lo acompañe. Sale de la cocina, dirigiéndose a la sala seguido de los otros tres.

En cuanto llegan, los demás los observan, guardando silencio.

Shintaro no sabe por que, pero la actitud extraña de su chico comienza a ponerlo muy tenso, por que al parecer, todo mundo ya sabia lo que estaba ocultando, menos él.

-Siéntate…-le sugirió Kazunari, y este obedeció sin replicar, tomando lugar en la silla que quedaba frente a él, quien tomaba asiento en el amplio mueble para tres personas con Kise y Kuroko se sentándose cada uno su lado.

Los demás, solo se quedaron parados detrás del azabache, a la expectativa de su reacción.

-En serio… ¿qué sucede Kazunari? –pregunto nuevamente, en un intento de seriedad que ya se hacia poco creíble.

Las miradas sobre de él, la palidez y nerviosismo de Takao, el silencio de todos, lo único que le provocaban era un hueco en el estomago.

-T-Te tengo una sorpresa… -menciono Takao con nerviosismo, respirando hondo intentando calmarse. Metió su mano debajo del cojín del mueble, sacando un sobre color blanco, que le extendió a su pareja. –Toma… mejor, velo por ti mismo…

Shintaro tomo el sobre con la misma ansiedad con que Kazunari se lo extendía. Levanto la punta, introduciendo su mano en el interior, sintiendo con la yema de sus dedos, aquel papel fotográfico que le decía mudamente de que se trataba: una ecografía.

La saco (casi en cámara lenta) y la volteo. Leyendo detenidamente los resultados…

Se quedo en shock.

Escuchando su nombre, proveniente de la voz de su esposo, dio una pequeña risita. Y luego, simplemente…

Se desmayo.

-¡Shin chan! – Kazunari corrió de inmediato en su auxilio junto a Nijimura y Kise.

-¡Ja! ¡Te lo dije! ¡Ahora págame Bakagami…! –el peliazul extiende su palma, delante de la cara del tigre.

Taiga chista, llevando su mano al bolsillo trasero de su pantalón, sacando su billetera.-¡Joder Midorima! –pone unos cuantos billetes en la mano de Daiki, quien los recibe victorioso.-Me decepcionas. ¡Quien diablos se desmaya por un… -Kuroko pone frente a sus ojos los resultados de la ecografía, dejándolo mudo.- ¡Oh… diablos!-ahora también lo entiende.

-Mira…- Aomine le extiende su teléfono a Kagami.- si pasas las fotos rápidamente, puedes repetir el momento en que se desmaya… -Taiga lo hace y no puede evitar reírse.

-¡Aominecchi! – le regaña Kise desde el suelo, ayudando a Takao a levantar al peliverde.- ¡No es momento para estar haciendo esas bromas!

-Atsushi… -Akashi toma el teléfono cerrándolo de golpe, guardándolo en su bolsillo. –Levanta a Shintaro y recuéstalo en el mueble.

-Como tu digas, Aka-chin~

-Shi…

-Shin ch….

-Shin chan…

Alguien le habla.

Con una dulce, calmante y conocida voz.

Abre los ojos, intentando enfocar el lugar en donde se encuentra. Ve los globos, los papeles de colores. ¿Una fiesta? ¿Qué hace él en una fiesta?

Lleva sus manos hacia sus ojos, tallándoselos, para abrirlos nuevamente en sorpresa.

Como si de un choque eléctrico se tratara, se levanta del mueble, buscando con la mirada al causante de su desmayo.

Sus ojos lo enfocan, viendo como se acerca hasta donde él se encuentra.

Se acomoda en el mueble, permitiendo que se siente a su lado.

-K-Kazu… tu, yo…- se masajea la frente con su mano izquierda. Intentando hilar sus pensamientos.

Takao no lo mira, tiene la vista clavada en el piso, jugueteando con su dije de halcón.

Silencio.

Nuevamente, todos se limitaban a observar los movimientos de la pareja, que seguía sentada uno al lado del otro sin decir nada.

Pero una risa, grande y estruendosa comenzó a escucharse en toda la habitación.

Daiki reía descaradamente casi al punto del llanto. -Su puta madre Midorima. Realmente nunca fallas un tiro de 3 puntos.

-Vete a la mierda Aomine.

Los demás comenzaron a reír, relajando el ambiente.

-Bueno...-tomo la palabra Kise. –Lo mejor será irnos. Uds. Tienen mucho de que hablar…

.

.

.

Ya pasaba más de las 11 de la noche, y Shintaro estaba recostado en la cama, observando detalladamente la ultima ecografía que se había hecho Kazunari. Releyendo una y otra vez los resultados: 1 saco gestacional, con 2 fetos. Y un tercero más pequeño con su propio saco.

Gemelos y un mellizo.

2 meses de gestación.

-2 meses… - en ese momento lo recordó y no pudo evitar sonrojarse. Lo que trajo 3 criaturas al mundo, fue la noche anterior en que él viajaría a los Estados Unidos. Así que, bajo la excusa de que podría dormir en el avión y, estaría dos meses fuera, Takao se las ingenio para "convencerlo" y así le dieran rienda suelta a su pasión, toda la noche.

No pudo evitarlo, de tan solo pensarlo, su pecho vibro con emoción. Ellos iban a tener tres. ¡Tres, bebes en solo un parto.!

-¡Una familia! ¡Vamos a ser una familia!- Sonrió tan, pero tan feliz, ante aquel pensamiento, que si su sonrisa fuera un foco, ya habría dejado ciego a medio planeta.

Como siempre, Oha Asa nunca se equivocaba.

Su esposo salió del baño, envuelto con una toalla en la cintura, y con otra sacándose el cabello frente al espejo de cuerpo completo que hay en su habitación, evitando mirarle. Tenia miedo, desde que los muchachos se fueron, ninguno de los dos había dicho nada.

El ojiverde le observo detenidamente el vientre, que, aunque todavía no se notaba, ahí estaban creciendo ya sus pequeños bebes.

Se levanto de la cama y camino, hasta abrazar a su esposo por la espalda, le dio un beso en el hombro, colocando sus manos en donde pronto estaría su abultada pancita.

Takao soltó la toalla, dejándola caer al piso. Acaricio con sus manos, las manos del peliverde, uniendo sus dedos en un fuerte apretón. Un par de lagrimas se deslizaron por sus mejillas.

-¿Qué sucede…?-le beso nuevamente el hombro, intentando calmarlo. Lo miro con preocupación.

-Nada… -sollozo ligeramente.- son solo estas estúpidas hormonas…

-Es normal…-deslizo su nariz por su cuello, provocándole un cosquilleo que le hizo soltar una ligera risita.- pero no creo que estés llorando por nada…

Kazunari respiro profundo, para luego exhalar suavemente. –Shin ¿estas bien con esto…? –pregunto con inseguridad.- ¿Quiero decir… con todo lo que implica? – se volteo entre sus brazos, observándolo dubitativo, tenia miedo y eso es algo que Midorima pudo descifrar es sus ojos, en su expresión.

Tomo su rostro, acercando sus labios a los de su pequeño esposo, dándole un cálido y dulce beso, para luego volver a apresarlo entre sus brazos. – Me has dado la mejor sorpresa de toda mi vida. –pego su frente a la suya, acariciando sus sonrojadas mejillas. –Gracias a ti, soy el hombre más feliz del mundo…

-Shin…- sus orbes azules volvieron a anegarse en lagrimas. Aquello dicho por su esposo, había sido con total honestidad, sin pretender ocultarlo bajo su habitual tsunderismo. Por un momento se sintió culpable, cuando supo que estaba embarazado a la segunda semana de que Midorima hubiese viajado, sentía un miedo irracional a que este decidiera quedarse más meses en el otro continente o que de plano no volviera. ¿Cómo pudo imaginarse semejante locura? Y más cuando ahora él esta ahí, permitiéndole ver su sincera y enamorada sonrisa, esa que le dice que realmente esta más que feliz con la noticia. –Como no amarte… -pensó. Robándole otro cálido beso.

-Lo único que espero, es que sean niñas… -se ajusto los lentes.

-¿Por qué?

-Por el mes… nacerán a finales de julio. Serán leo, y las mujeres leo son las mejores en ese signo.- Takao no pudo evitar reírse ante lo dicho por su peliverde.

-Eso lo dices por Taiga ¿verdad?

-El sujeto cuando se enoja es un peligro para lo sociedad… - el moreno rio con un poco más de esfuerzas.

Volvieron a mirarse, acercando sus rostros y rodeándose con sus brazos, se permitieron hacerse el amor solo con besos…
Muchos besos… Toda la noche…

A los 4 meses de embarazo, llegaron los ascos, los mareos y los vómitos.

Y Kazunari, fresco como una lechuga.

Si, Kazunari. El estaba normal, como si el embarazado fuera Shintaro y no él. Y eso es algo que sacaba de sus casillas al peliverde, porque no entendía como era posible que los síntomas de un embarazo los tuviera él.

Para colmo, le ocurrían muchas veces cuando estaba trabajando, por lo que tenia que salirse a media consulta para tener un poco de privacidad con su ahora amigo el sr. retrete.

Hasta que un día la respuesta le cayó en el hospital donde trabaja, del piso de ginecología, envuelta en bata blanca y con el nombre de su compañero Fudo.

-¿Otra vez vomitando? –le sonrió de manera comprensiva en cuanto lo vio salir del baño.

-Si… Aunque esta vez no ha sido mucho. –menciono con frustración.

-¿Y ya fuiste al doctor? – le dijo con ironía.

-No es divertido… –menciono cortante, sacando su celular del bolsillo de su pantalón para ver la hora. Chisto molesto, aun le faltan 3 horas para salir de turno y lo único que quiere es llegar a casa, descansar y mimar a su esposo. -¿Qué? –vio ceñudo a Fudo en cuanto este se acerco viendo por encima de su hombro.

-¿Ese es Kazunari? – señalo el móvil, cuyo fondo de pantalla tiene una foto del azabache sonriendo, con sus manos posadas en su pancita de 4 meses.

-Si ¿por qué?

-Ahora lo entiendo todo… –Fudo comenzó a reír con ganas. –No estas enfermo, ¡solo eres el antojo de tu esposo!. –le palmeo la espalda, a lo que él otro solo se quejo.

-¿A que te refieres? –bufo molesto.

-Tu bien sabes que cuanto una persona queda embarazada se producen cambios hormonales. –Shintaro asintió con la cabeza. –Estos cambios pueden producir antojos, y muchas veces a los embarazados se les antoja su esposo. Por lo que tienen a besarlo más seguido o querer hacer más…cosas. –El peliverde se sonrojo, sin dejar de escucharlo.- Debido a eso, todas las hormonas que provocan el asco, los mareos y vómitos, se lo transmiten a sus esposos por medio de los besos ¿entiendes? -en ese momento, su celular sonó, tomo la llamada y en menos de un minuto corto comunicación.- Lo siento, debo irme, tengo paciente… -le sonrió, despidiéndose con la mano en el aire y emprendió camino.

Shintaro solo se ajusto los lentes, intentando disimular fallidamente el sonrojo que ya tenia extendido hasta las orejas. Ahora entendía porque Kazunari estaba más cachondo que de costumbre…

A los 6 meses de embarazo, Shintaro no podía dejar de sonreír como idiota cada vez que lo veía.

Kazunari estaba más hermoso y regordete con el pasar de los días, pero tenia cuidado de mencionar sobre su aspecto.

Un solo comentario de su parte que insinuara sobre su posible gordura, implicaba desatar una avalancha imparable de pucheros, insultos, morritos, y las próximas dos semanas torturándose la espalda durmiendo en el sofá, hasta nuevo aviso.

Así que, Takao era precioso, y no, no estaba para nada gordito, a pesar de ser un mimado. Porque, aunque no lo dijera, no le molestaba en absoluto cuando a él y a sus bebes les agarran antojos extraños a las 4 de la madrugada.

Al final de cuentas, Kazunari comía saludablemente y lo suficiente durante el día, para él y sus bebes.

Se removió entre las sabanas con mucho cuidado, intentando ponerse en una posición más cómoda para volver a conciliar el sueño, pero no, simplemente no podía.

Tenia hambre.

Y estaba avergonzado. Porque seria la 14ava. noche que le hacia lo mismo desde que empezó con los antojos. Además, entraba temprano.

Por lo que se lo pensó mejor, y opto por volver a acurrucarse entre sus brazos, e intentar dormir.

A los 15 min. la idea se fue al carajo.

-Shin chan~... –musito suavemente sobre su oído, regalándole un beso en la frente. –Shin chan~ - volvió a repetir un par de veces más, y al no obtener respuesta, inflo sus mofletes, comenzando a moverlo del hombro con algo de brusquedad.- ¡Shin chan!

-¿Qué…? –refunfuño bajito, sin abrir los ojos.

-Quiero una pizza con chocolate… -canturreo con todo el animo del mundo.

-Aja… ¿QUÉ?- Shintaro abrió los ojos confuso, mirando la cara de Kazunari que le decía que hablaba totalmente en serio. Estiro su mano y tomo el despertador que yacía reposada en la mesita de al lado. 2:45 am… ¿Dónde madres conseguiría a una pizza a las 2:45 de la madrugada? –Kazunari, no crees que es un poco tarde para…

Y ahí iba de nuevo, ese puchero, esa carita que le hacia con los ojitos brillantes llenos de suplica… Maldita sea, porque nunca podía ganarle a ese rostro, aunque en realidad, tampoco es que se esforzara mucho en negarse.

Se sentó en la cama, se puso las pantuflas y los lentes sobre el puente de su nariz. Se levanto del colchón, dirigiéndose a la puerta de la casa, rascándose el trasero sobre el pijama, con el moreno detrás de él.

Tomo las llaves del auto, y con un simple -"ya vuelvo"- y -"vete con cuidado"- salió a la fascinante aventura en busca del antojo.

A los 20 minutos regreso, y Takao le asalto en la entrada, prácticamente al instante de abrir la puerta.

-¿Tienes mi pizza? ¿La tienes?.- le arrebato la caja y la bolsa de plástico. Se sentó en la sala, frente a la mesita con sus piernas dobladas y la abrió con cierta desesperación, vaciando casi todo el bote chocolate sobre la pizza. –Ñhuff…Ñhuff ¡Esto esta delicioso! –empezó a comer, como si tuviera años sin probar una rebanada.

-¡No comas así Kazu, te va a ser daño! – le reprendió, pero el moreno no le hizo caso. -¿Necesitas algo más?

-Nooo~- sacudió la mano para que se fuera. –Ahorita voy amor, tu ve a dormir… Ahhhh heladoooooo~ -sus ojos brillaron.-¡dios eres el mejor! ¡Te amo! – el peliverde esbozo una sonrisa, se acerco dándole un beso en la cabeza, y al instante se tumbo a la cama, quedándose dormido y feliz.

A los 9 meses de embarazo, a finales de julio. Pudo presenciar la experiencia más hermosa de toda su vida.

Kazunari le había despertado a las 2 de la mañana llenándole el rostro de besos, que en el instante en que abrió los ojos, el azabache le tomo de la mano y le pronuncio de la manera más calmada del mundo. -Se me rompió la fuente.- En ese momento su cerebro no capto nada, en serio que no, porque solo atino a acomodarse en otra posición y decirle –Llamaremos a un fontanero mañana.-

Takao, no pudo evitar reírse con la respuesta, por lo que solo se limito a contar hasta 5 en reversa. Cuando llego al numero 2, Shintaro ya se había puesto en pie, pálido como un muerto, comenzando a tartamudear incoherencias como "hospital, peluches, coche, tus padres, bebes…- y demás palabras que ya no pudo distinguir porque su esposo se hallaba revoloteando por toda la recamara buscando la maleta que ya tenia lista para cuando llegara el momento de salir al hospital.

A las pocas horas y después de un largo parto en el quirófano, nacieron 3 preciosas bebes.

Las gemelas Mitsuki y Natsuki de cabello negro y ojos color jade como su padre. Y la melliza Hikari, de cabello verde y los ojos color azul como su madre.

-Son preciosas. Totalmente preciosas...- pensó Shintaro al instante en que las tomo entre sus brazos, no pudiendo evitar llorar de pura felicidad al lado de Kazunari.

Con el pasar de los días, las nenas se habían vuelto las consentidas y el centro de atención junto con Candy, la hija de Tatsuya y Atsushi que los visitaban constantemente para que las niñas jugaran juntas.

Mientras que Kuroko y Kagami, aprovechaban sus días libres para ayudar a Kazunari en los cuidados de las niñas, ya que de esta manera, se estaban entrenando, debido a que dentro de un par de meses ellos también estarían cargando el suyo. Tetsuya, ya tenia 1 mes de embarazo.

Por otro lado, Kise, Aomine, Akashi y Nijimura eran los "pésimos tíos consentidores" que según Shintaro, malcriarían a sus hijas, pues constantemente se aparecían por su casa llevándoles ropitas y juguetes, bajo la excusa de –andábamos por el lugar- que era prácticamente era una vez a la semana.

Por otra parte, extrañamente Midorima se había vuelto el yerno consentido del señor Takao. Debido a que una vez que nacieron los bebes y supieron que eran niñas, el peliverde de inmediato mostro gran interés por las armas que coleccionaba su suegro y que al parecer, ambos compartían la misma idea de que esas jovencitas no se casarían hasta la edad de los 50.

Si se preguntaban que sucedido con los padres de Shin chan, solo diré dos palabras "Abuelos consentidores".

Luego de que el señor Midorima estuviera años de no hablarse con hijo, en cuanto este se entero del nacimiento de sus nietas, su corazón se ablando hasta limites insospechados.

Se arrepentía con el alma de todo lo que había hecho, ya que a causa de eso, de su orgullo y terquedad, se había perdido momentos importantes en la vida de su primogénito y ahora deseaba profundamente formar parte de la vida de él y de sus nietas.

Por lo que un día decidió visitarlos con montones de regalos para ellas y Kazunari, cosa que dejo totalmente perplejo y paralizado a Midorima en cuanto abrió la puerta y lo vio ahí, pero al que recibió con los brazos abiertos, ya que final de cuentas, era su padre y aunque su relación con él no había sido del todo muy buena, tenia que admitir que era un excelente abuelo. Y eso era lo único que importaba.

.
.

Encendió el intercomunicador, colocándolo en la mesita de noche justo al lado de la cuna.

Prendió el móvil peluches, y una canción melosa, con estrellitas andado alrededor, comenzó a sonar.

Les echo un ultimo vistazo, apoyado sobre la cuna, asegurándose de que estas ya durmieran profundamente.

En ese momento recordó aquella pregunta que le había hecho a Akashi en su casa, cuando su padre lo había corrido. "¿Crees que estuvo bien lo hice?" … y la respuesta que recibió -"Solo con el tiempo sabrás si la decisión que tomaste fue la correcta…"

No pudo evitar sonreír. Si se lo preguntaran ahora, la respuesta seria SI, cada segundo, cada cosa vivida, ha valido totalmente la pena.

Sus hijas eran la combinación perfecta del amor que se profesaban ellos dos, del amor por el que tanto habían luchado.

Les dio un beso a sus pequeñas y salió de la habitación, rumbo a la que compartía con Takao. Que al abrir la puerta, este aun lo esperaba despierto.

-¿Ya se durmieron? –palmeo el lado derecho del colchón, invitándolo a acostarse.

-Si, se durmieron enseguida, por suerte. –se hecho sobre la cama, que al instante aprisiono a su esposo entre sus brazos, acomodándole el cabello tras su oreja, mirándolo a los ojos.-Kazunari…

-¿Si? –se aferro a su cuerpo, dándole un beso en los labios.

-Te amo mucho… -sonrió, acurrucándolo en su pecho y besarle un millón de veces más, dándole las gracias por estar ahí, por amarle y hacer de su vida totalmente maravillosa.

-y yo a ti Shin chan~ -esbozo una sonrisa.- te amo mucho… -entrelazaron sus manos, para después quedarse dormidos. Uno tan unido al otro.

Aquellos días, el matrimonio Midorima se convirtió en una familia feliz de cinco miembros.

Con dos hermosos papás y tres preciosas princesas.

~Fin.~

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Bueno…¿Y que les pareció? Espero que les haya gustado mucho esta otra mini-secuencia que he decidido darle… ya que el capitulo anterior se había quedado con un final abierto, por lo que decidí darle a ultimas, un final más centrado acerca de lo que paso con la vida de nuestros protagonistas…

¡De verdad, les agradezco de todo corazón por todo el apoyo que le brindaron a mi primer fanfic Yaoi! en estos casi dos meses de publicación. :'3
No tienen ni idea de lo agradecida que estoy con todas y cada una de Uds. Por los reviews, las risas, y las casi amenazas de muerte para que tuvieran un "happy ending" jajajajaja
De verdad chicas, son un encanto y extrañare leerlas cada semana y contestarles con todo el animo del mundo.

Si se pregunta si Mely Wolf volverá a escribir… la respuesta es sí.! :D -lanza confeti.- xD
Dentro de dos semanas, subiré un capitulo de Free! Con otra pareja eternamente cannón al igual que esta: un ReiGisa. (Aunque de esta solo será un One-shot.)

Y se pregunta si volveré a escribir MidoTaka… la respuesta es: también…
Espérenme por aquí, para el 21 de Noviembre que es el cumpleaños de mi niño Kazunari ! porque es lógico que tendrá su capitulo especial ;D

Sobre otra historia larga… también la habrá. Ya tengo mi tabla de contenido con ideas que quiero desarrollar… pero de esta solo puedo adelantarles 2 cosas.

La primera: es que una de las parejas principales, (de las dos que habrá) será en definitiva un Nijimura x Akashi… ¿porque? Porque el mundo necesita más de ellos! xDD
Y la segunda:
El titulo: Segundas Oportunidades.

Bueno… ahora si, me despido… T/./T
Nos veremos pronto hermosas!
y de verdad… Muchisisismas gracias por todo!
Las quiero!

Un fuerte abrazoooo, besoooos! Y una mordida(?) a: Fujimy, Monica, Meli, Luka, shia 1624, Rika Yamato, Luki Luki, SterbenRt, Yukinu,Yumeyluna, JaeryDeCarstairs, Marna 21, anachand7.

Porque aunque no me lo crean, siempre lei cada uno de sus reviews con mucho cariño…!
Por eso y más, Muchas gracias!
Les deseo lo mejor!

Hasta la próxima! :'3
Mely Wolf. ~