Nota de autora: no tengo idea de lo que estoy escribiendo, menos de dónde salió... mas es lindo y está ya casi completo. Espero que lo disfruten tanto como disfruté escribirlo :)
A Spencer le encantaba que sus padres lo dejaran solo en casa tan seguido.
Mayormente el abandono tenía que ver con su hermana, y con sus torneos de artes marciales.
No se debía a que ella siempre llegara con una gran sonrisa en el rostro y su lenguaje corporal cantando victoria, no compartía esa alegría con Jessica.
A Spencer le gustaba perder su tiempo con la compañía de Billy.
Estaban en su habitación, era de noche. La televisión estaba encendida y Billy casualmente emitía un resplandor sobrenatural.
Esta noche, Spencer se sentía particularmente cansado.
―No tengo ganas, me gana la floj... ―Spencer bostezó, perdiendo la oración al negar la propuesta de su amigo. Billy soltó una carcajada aún más sonora.
Billy le sugirió a Spencer tomar un baño con él. Hacer el trabajo sucio por él; así Spencer no movería un dedo, ni tocaría el jabón y el shampoo. Si se tratase de él, Billy se sentiría renovado y energizado después de un buen baño, es mas, ¿quién no? Aparte, no era como si el fantasma tuviese algo mejor que hacer.
Spencer aceptó, sin realmente pensar en ello gracias a los efectos del cansancio, y en azulados segundos borrosos estaba en frente de la bañera, vistiendo aquella enorme bata que le habría pertenecido a Billy alguna vez y su dueño preparando el baño.
Spencer golpeó la tapa del inodoro con la punta de sus dedos, la cual cayó acompañada de un ruido apagado y cuando fue seguro, se sentó encima. Apoyó su barbilla en sus manos y sus codos en sus piernas. Se quedó mirando la tina llenarse, sin realmente mirarla. Estaba mirando a la nada.
Cuando estuvo llena a la mitad, se sumergió en ella casi automáticamente. Se recostó y observó el techo, notando un póster de Billy Joe Cobra pegado al cielo raso azul eléctrico. Spencer sonrió casi innotoriamente, y exhaló apenas muy fuerte.
Billy lo notó.
De repente, le cayó un balde de agua fría y contuvo un grito. Luego, sintió dedos masajeando su cuero cabelludo.
Billy.
Spencer sonrió afectadamente, e intentó expulsar el agua que había inhalado accidentalmente. Tosió un poco.
―¿Estás bien? ―preguntó, mirando el rostro de Spencer. Rodeando a Spencer para poder examinarlo.
―Ajá ―su respuesta fue acompañada con un poco más de tos. Billy tuvo que reprimir la risa, apretando sus labios y suspiró en su lugar.
Spencer, ahora empapado, notó el silencio que había crecido entre ellos. Se sentía muy impropio, casi ajeno, ya que hace unos momentos estaban quedándose sin aire de la risa.
Spencer mordió su labio, un poco demasiado fuerte. Deslizó la punta de su lengua por donde había hincado el diente. Estaba húmedo.
―No tienes idea de cuán cansado estoy ―Spencer se quejó, estirándose, intentando liberar la tensión de sus hombros.
―Se supone que eres un adolescente ―la voz ronca rozaba su espalda―, deberías tener energía de sobra, Spence.
―Y tú tienes mucha más vitalidad que yo ―él deseó retractarse en cuanto sus labios dejaron de moverse, abrumándose pensando en otras palabras capaces de decir lo mismo. Pero, escuchó a Billy reír y se calmó, su mente se vació. Las carcajadas de Billy tenían un efecto aliviante en Spencer.
Cuando dejó de reír, aún con una sonrisa en el rostro, Billy le contó sobre sus gloriosos años de estrella adolescente como si todo hubiese ocurrido ayer. Como si hablara de cómo le fue el día de ayer.
Billy no lo notaba, nunca caía en cuenta. Tal vez eso fuera lo mejor para él. Para ellos dos.
Intentó distraerse, pensar en otra cosa; pero, todo en lo que pensaba tenía que ver con Billy.
En todo se metía Billy, tonto Billy.
Spencer suspiró, intentando hacer que su mente lo lleve a otra parte, no importando el porqué. Cuando empezó a lograrlo, algo lo devolvió a la realidad.
Otro balde de agua fría.
Y escuchó su risa contagiosa.
Para él, todo era diversión.
Eso era lo que le gustaba tanto de Billy.